En esta hora cero hay mucho que hacer, pero no puedo dejar pasar la presencia de Celia Hart ni su Aviso trotsko de última hora antes del referendo, que acabo de leer en Aporrea.
Por dos razones, una porque se necesita valor intelectual para ser trotskista en estos tiempos (tanto como se lo necesitaba físico en tiempos de los asesinos de Stalin), y dos porque Celia ha revelado en una frase “el misterio del Siglo 21”, que desorienta a tantos intelectuales de izquierda: “Decimos SI, porque le hemos ahorrado tiempo y dinero a Rosa Luxemburgo, con aquella disyuntiva entre reforma y revolución. Aquí en Venezuela la reforma se convierte en revolución y viceversa”.
No soy trotskista pero doy fe que Celia Harta ha tenido el honor merecido de estar en el momento exacto y a la hora decisiva en este devenir del mundo, para darle una lección a muchos de nuestros izquierdistas, marxistas o anarquistas, que reniegan de lo que no entienden. Los que llaman a votar NO o a la abstención en este Referendo, en este salto cualitativo, maravilloso e imperfecto como la primera vez del amor.
La dialéctica, que es mujer, se niega a quienes no viven la revolución con pasión y poesía, “con ritmo y dirección” dice el jinete que cantó con el diablo. Por eso la ideología (poder de las ideas separadas que pueden volverse ideas del Poder separado) puede paralizar una mente brillante, apagar un fervor revolucionario, arruinar el esfuerzo de una generación. Por eso la teoría revolucionaria es enemiga de la ideología revolucionaria, y sabe que lo es.
El que no entienda que en la revuelta global contra el mundo globalizado las cosas son y no son, simultánea y alternativamente, no puede entender ni la Revolución Bolivariana ni ninguna otra. La revolución del Siglo 21 es de tal manera que hasta los atomizados trotskistas podrían dejar de promover únicamente diversas versiones del bolchevismo y decirle SI a lo que no tiene nombre, nacer con lo que nace, convertir las fórmulas en música, abrazar la poesía sin soltar el fusil, inventar la magia necesaria para romper el sortilegio de la historia. Reinventar a escala planetaria el poder de los Consejos. Solo así podrán recoger del barro de la infamia estalinista la bandera de la hoz y el martillo que ondea en Coyoacán, la bandera de Celia Hart que ondea en mi corazón.
Eduardo Rothe
Fecha de publicación: 02/12/07
rotheeduardo@hotmail.com
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario