miércoles, 19 de noviembre de 2008

Gracias compañera Celia.


"Cada pueblo será libre a su modo y disfrutará de soberanía, según la voluntad de su conciencia”. S. BOLÍVAR

Por JS/ABP Colombia

Estaba pensando en evocar a Martí, para hacer algunas consideraciones sobre el asunto de la lucha armada como legítimo recurso de los pueblos que buscan su emancipación, cuando un poco tardíamente leí las valientes notas de junio de la camarada Celia Hart, en las que se refiere al deceso del legendario guerrillero Manuel Marulanda Vélez, Comandante en Jefe de las FARC-EP, y a la legitimidad de la lucha que ha debido sostener esta organización contra el imperialismo y la criminal oligarquía colombiana.
Frente a sus oportunas y sabias palabras, creí más importante hacer una reiteración que acompañara una sentida expresión de gratitud de parte de muchos colombianos que sentimos que sus palabras solidarias con la guerrilla de Marulanda son en esencia palabras de solidaridad con la lucha del pueblo colombiano todo. Ha hecho Celia Hart, sin duda, magnífico aporte a la reafirmación de principios en defensa del sagrado derecho que tienen los pueblos a optar por la rebelión armada, cuando se trata de buscar la emancipación frente a la tiranía.
En estos tiempos de efervescencia de los oprimidos, en estos tiempos en que la esperanza bolivariana de libertad se encrespa a lo largo y ancho de la América Nuestra del apóstol Martí…; en estos tiempos de hornos, pero tiempos también en que está muy de moda el servilismo intelectual, recibe Celia, con mucha humildad y fervor revolucionario, desde los corazones de personas que padecemos el día a día terrible que nos impone el fascismo de Uribe Vélez y de toda la oligarquía criminal de este país, un abrazo de hermandad y de honores por la posición justa, gallarda y digna que encarna tu verbo indócil, que afortunadamente es la de millares y millares de revolucionarios en el mundo. Vaya junto a ti para ellos también nuestro más caro homenaje y el abrazo de amor y optimismo revolucionarios que es lo que pueden brindarte los marginados y enlutados pobres de Colombia.
Ten certeza que en este terruño de la América Nuestra hay hombres y mujeres que seguirán en la pelea y a su modo respaldando a quienes han tenido el valor de empuñar las armas en vindicta y en memoria de nuestros muertos y siguiendo el ejemplo no sólo de Bolívar, de Martí, del Che Guevara sino también de los que resistieron en Playa Girón y en cada lugar donde se enfrenta al imperio y a las oligarquías.
Nosotros somos testigos de las causas sociales profundas que han generado el conflicto colombiano; sabemos de los esfuerzos que el pueblo ha empeñado en nuestro país por encontrar la paz y las traiciones a que nos han sometido los gobernantes de turno, que al mismo tiempo han representado los intereses más mezquinos de la oligarquía en el poder. Todo ello fue lo que movió al comandante Marulanda Vélez como a sus guerrilleros a levantarse en armas inspirados también en el ejemplo de muchos valientes del orbe, a los que sin duda los humildes de este país también aprendimos a amar y a respetar, especialmente aquellos de ese tu antillano paraíso isleño de la Patria Grande. Están aquí, al lado de las enseñanzas de nuestros luchadores, las enseñanzas de Celia Sánchez, las del Apóstol, las del Che…, las del mismo Fidel guerrillero e internacionalista…, entre las de tantos y tantos otros insobornables, inclaudicantes, reverdeciendo imperecederas en el corazón de quienes queremos una patria mejor, pero especialmente creciendo entre los hijos, hermanos, padres, madres, parientes, amigos, etc. de quienes han tomado el camino de la lucha armada, como portentosos árboles, fluyendo como caudalosas cañadas, elevándose como gigantes cordilleras, extendiéndose como los mares y las llanuras de esta Indoamérica mestiza que reclama vindicta por la historia de explotación y miseria que le han hecho padecer los imperios desde los tiempos de la conquista.
Compartimos sin duda aquello de Martí que nos recuerdas, Celia, sobre que “es lícito y honroso aborrecer la violencia, y predicar contra ella , mientras haya modo visible y racional de obtener sin violencia la justicia indispensable al bienestar del hombre, pero cuando se está convencido que por la diferencia inevitable de los caracteres, por los intereses irreconciliables y distintos por la diversidad, hondo como la mar de mente política y aspiraciones no hay modo pacífico suficiente para obtener siquiera derechos mínimos en un pueblo donde estalla ya, en nueva plenitud la capacidad sofocada, o es ciego el que sostiene, contra la verdad hirviente el modo pacífico; o es desleal a su pueblo el que no lo ve y se empeña en proclamarlo”.
Compañera, sobre esa convicción palpita nuestra reiteración; esa tu certeza, es nuestra persuasión, existiendo como elemento fundamental de nuestra hechura bolivariana que sin duda en gran parte de la resistencia popular es también marulandista; es decir, de persistencia, de insobornabilidad, de entrega incondicional a la causa de los oprimidos, haciendo que se mantenga la firmeza hasta la victoria o hasta la muerte en la batalla, jamás en el establo de los timoratos y arrepentidos. No lo pongas en tela de juicio ni por un instante. Nos enorgullece entonces repetir tu afirmación magnánima de que en nuestros caminos “estará sin dudas la perseverancia y la coherencia de Manuel Marulanda y sus Fuerzas Armadas Revolucionarias”, que estaremos siempre en disposición de “hacer frente a las armas de Uribe, las del Imperialismo, la difamación…incluso la indiferencia y prurito democrático de gran parte de la izquierda, ahora que tomar un fusil para liberar a un pueblo resulta anacrónico”, porque como tú tenemos la seguridad de que “no está lejos el momento aquel que le brindemos todos juntos el verdadero homenaje a Tirofijo”, al valiente Manuel Marulanda, a quien hemos aprendido a querer a pesar de todas las campañas mediáticas que han tratado de desdibujarlo frente al conjunto de nuestro pueblo. ¿Qué sería de nuestro pueblo si no tuviésemos la esperanza que nos dan quienes se han levantado en armas?
Es innegable Celia, lo decimos contigo sin temores ni vergüenzas, que “la lucha de clases incluye también la insurrección”.
Gracias nuevamente por tu solidaridad, gracias por tu dignidad y valentía, y ten entera confianza en que sí, esa tu revolución es también no solo de los cubanos, o de los farianos sino de todos los que nos sentimos bolivarianos. No esperes jamás nada nuestro contra ella, nada nuestro contra tu pueblo que es nuestro pueblo, diferente a la gratitud, a la admiración…, y a los mejores sentimientos que puedan florecer en los corazones de los luchadores populares de Colombia, que lo que tienen en su conciencia es la siembra de todos quienes han entregado sus sangre por la liberación, y como no, la siembra de ese gran hombre, que ha sido el comandante Manuel. De él hemos aprendido en medio de las vicisitudes a distinguir entre los sentimientos de los pueblos y los intereses de los Estados. Respecto a estos, siempre trataremos de tener la comprensión que bien sabemos han tenido las FARC, dentro del rumbo que nos permita la ecuanimidad precisa, sin tolerancias perniciosas que nos mengüen a la subordinación y a la acción que se aparte del sentir de los vilipendiados que claman justicia y libertad.
Gracias nuevamente Celia y en esta misma nota de exvoto y camaradería para los resistentes, gracias por tu intermedio al pueblo cubano que sabemos entiende como el que más nuestra lucha, sabiendo que de nuestra parte aunque hemos buscado los caminos para la paz sin más derramamiento de sangre, la oligarquía no nos ha dejado otra alternativa que aquella de atender al llamado de construir dos…, tres Vietnam y hacer de los Andes la Sierra Maestra de Nuestra América martiana, bolivariana, guevarista…, ¡esperanza del universo!
Gracias a tu pueblo que es también el nuestro, repito, y a todos quienes contigo sobre todo ahora han levantado la voz para reafirmarse en el recuerdo “molesto” que legara el incansable Manuel: “su fidelidad a los principios”;
Como colombiano que se ha sentido representado en las reivindicaciones de ese luchador incansable, estoy seguro que estaría orgulloso de gente como tú el humilde labrador de los Andes a quien el sabio gladiador de la pluma llamado James Petras le reconoce el haberle tocado luchar “en un momento donde toda la izquierda orgánica le huye a las armas como si el olor a pólvora no combinara bien con estos tiempos”, agregando en justicia que “esa actitud de los revolucionarios modernos es penosa…”. Y orgullosos estamos nosotros los pobres de esta tierra de la gente que sostiene tu posición dando fuerza moral al alud de pueblos, de organizaciones y personas que sigue y seguirán lidiando por su emancipación contra las oligarquías y el imperialismo. A ellos como a nosotros, a nosotros como a ti…, y a todos quienes coinciden con tu punto de vista, nadie podrá convencer de que no tiene sentido ya aquella máxima bolivariana de que “no hay mejor medio de alcanzar la libertad que luchar por ella”, o aquella percepción del comandante Guevara en cuanto a que “No se trata de desear éxitos al agredido, hay que correr su misma suerte; acompañarlo a la victoria o a la muerte”.
¡Patria, socialismo o muerte, camarada Celia!…, porque “en una revolución

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