domingo, 22 de enero de 2012

Abel Santamaria: el alma del Movimiento 26 de julio



Charla con Celia Hart Santamaría

De Ida Garberi *

El 20 de octubre del 1927, nació en Encrucijada (provincia de Las Villas) Cuba, Abel Santamaría Cuadrado, un ángel de la Revolución cubana, o "el alma del Movimiento 26 de julio", como el Comandante, Fidel Castro Ruz lo define.
Abel, espíritu celeste, como lo llama su sobrina, Celia Hart Santamaría, hija de la hermana mayor de Abel y una de las heroínas del ataque al Cuartel Moncada, Haydée Santamaría, llamada cariñosamente Yeyé, cumpliría 80 años en el 2007.
He visitado a Celia en su casa en La Habana para conversar con ella y de alguna forma conocer y honrar a este joven que inmoló su vida a los 25 años porque estuvo convencido que hacía falta cambiar la situación política de su país.
"Creo que la primera vez que escuché hablar de Abel Santamaría, fue justo de los labios del comandante Fidel Castro, yo tenía 4 años y fui a verlo con Celia Sánchez Manduley a su apartamento del Vedado, en la calle 11, y me reconoció diciendo que tenía la mirada inconfundible de mi tío, que no podía ser otra que la hija de Yeyé".
"Mi madre no quiso contar mucho sobre los hechos dolorosos del Moncada, yo miré siempre hechizada las fotos donde mi tío aparecía sonriente con toda la familia.
El hecho que haya muerto tan joven, así entusiasta, tan generosamente dispuesto a sacrificarse para salvar lo que él mismo definió "el hombre de Cuba", es decir Fidel Castro, me lo ha hecho siempre ver cómo un ángel protector de esta Revolución".
Abel Santamaria nació en el Central Costancia (que hoy lleva su nombre) de dos emigrantes españoles a Cuba, (su papá fue jefe carpintero en el central); de pronto su vida se desarrolló conociendo la triste situación de los campesinos y de los obreros de la época, en un entorno rural e industrial al mismo tiempo y vislumbra la urgencia de cambio, escuchando en las reuniones sindicales las palabras del famoso "General de las Cañas", Jesús Menéndez.
De este gran ejecutivo sindical, Abel supo absorber su inteligencia natural, su exigencia profunda de justicia.
Ávido de conocer más profundamente aquella Juventud Ortodoxa (sección juvenil del llamado Partido del Pueblo Cubano), que él sabe está obrando en La Habana, decide ir en la capital cubana para estudiar y trabajar.
Este fue el único partido que trató de hacer oposición a la corrupción de la partidocracia de la época y con el que se identificó la mayoría de la juventud cubana; Abel también empieza a participar en las actividades del grupo y convence a su hermana Haydée a seguirlo a La Habana.
Bien pronto alquilan un piso en 25 y O, que se transforma en un centro de reunión muy activo de la Juventud Ortodoxa, absolutamente decidida a poner punto final a la estructura podrida de la república neocolonial.
Abel y Fidel estaban hablando el mismo idioma, la necesidad de una revolución nacional libertadora. Sin conocerse y sólo después del golpe de estado del 1952 de Fulgencio Batista, se encuentran en sepelio de un compañero en el "Cementerio Colón" de La Habana.
Enseguida Abel reconoce en Fidel el líder, "el hombre de Cuba", el único que podía regalar a su país la condición de libertad.
"Lo impresionante del carácter de mi tío fue su gran sentido de justicia, el pensamiento martiano casi natural, innato".
"El dinero de la época de la casa del Vedado era muy poco, si se compraban los libros o las municiones y los fusiles, no se podía comer todos los días".
"Pues no estamos hablando de revolucionarios cultos y preparados desde el punto de vista literario, fueron jóvenes puros, con un fuerte sentido de la justicia social, que fueron marcados por las evidencias del vivir cotidiano, por la corrupción generalizada; ellos llevaron dentro el deseo de cambiar las cosas con equidad". Así Celia me habla del segundo hombre del Movimiento 26 de julio.
Sólo Fidel y Abel supieron todo el proyecto del ataque al cuartel, prepararon minuciosamente todos los detalles y justo para proteger a los otros compañeros no le dijeron nada hasta el último instante.
"Mi mamá me contó que aunque no supieron exactamente que este era el primer acto de su Revolución, fueron preparados para afrontar este paso, antes o después, y Abel dijo que después del primer acto habría sido más difícil vivir que morir, que ella tenía que vivir mientras probablemente a él le tocaría morir".
"Y a pesar de las torturas que ella tuvo que padecer, el horror de ver los ojos de mi tío Abel sobre una bandeja, utilizados como chantaje para que denunciara a los compañeros, Haydée afirmó que los hombres no eran malos, ella en el Moncada entendió que era el sistema aquel que tenía que ser cambiado, no el hombre".
Celia añade que Abel y los otros mártires del Moncada han quedado como almas protectoras de la Revolución, corazones enormes con grandes potencialidades que no se han podido realizar, figuras notables tronchadas al nacer.
"Y a pesar de que mi tío Abel haya sacrificado su vida, cumplió su objetivo de empezar la lucha, de abrir un camino y permitir que Fidel continuara vivo".
"Mi mamá, también supo afrontar su dolor sacando de este una fuerza enorme, como afirma en la carta escrita a sus padres desde la prisión de Guanajay, dándole ánimo a mi abuela diciéndole que es una madre privilegiada, que tendrá siempre a un hijo joven que no envejecerá, que continuará siempre siendo bonito, con su fuerza y su ternura infinita".
"Le dice que hace falta pensar en Abel de modo diferente, que él sigue estando junto a todos nosotros porque Fidel está vivo y puede hacer de Cuba lo que Abel deseó, que mi abuela deberá perpetrar lo que él estaba buscando, querer lo que tanto quiso y dedicarse a la defensa de aquellos que fueron la razón de su vida, es decir los trabajadores del Central y no sus dueños explotadores".
Mientras Celia habla de este chico del Moncada no puedo dejar de pensar que Abel, Fidel, Haydée, Melba, esta descendencia preciosa del pueblo cubano han dejado la vía, con el ataque al cuartel Moncada, a una lucha permanente que continua después del 1959, después del triunfo de la Revolución Cubana, se ha reflejado en las luchas del Che Guevara y ahora más que nunca presente en la obra grandiosa de esta América Latina que está naciendo. Ellos, los iluminados de la suerte ya representaron aquel hombre nuevo que trató luego de enseñarnos el Che Guevara.
Cómo italiana y europea sólo puedo esperar que lo más pronto posible este germen rebelde pueda sacudir también los corazones y las almas de mi país, porque también en el seno de la Vieja Europa podemos darnos cuenta de que el neoliberismo ha fracasado, que sólo una consciente justicia social es el futuro de nuestro planeta, que para defender la revolución socialista es necesario luchar por la revolución mundial.
Quiero cerrar esta conversación con Celia sobre Abel con una frase del otro ángel protector de la revolución mundial, también muerto joven y siempre vivo, como Abel, puro y sin miedo, el Che Guevara, que nos recuerda que "vale, pero millones de veces más la vida de un solo ser humano que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra".

*la autora es la responsable del sitio en italiano de Prensa Latina

Fecha: 3/10/2007

martes, 17 de enero de 2012

La Casa que más nos ha ayudado a descubrir América



Instalado ayer el jurado del Premio Literario Casa de las Américas 2012

Un sentido elogio a la Casa de las Américas por su digno papel en el redescubrimiento del continente, fue la esencia del discurso con el que el escritor uruguayo Eduardo Galeano dejó oficialmente inaugurada la edición 53 de su Premio Literario.
"La Casa que más nos ha ayudado a descubrir América y las muchas Américas que América contiene", fue el primero de los argumentos con que ilustró el autor de El libro de los abrazos el particular distingo con que se refirió a la institución fundada hace 52 años.
"Más de medio siglo ayudándonos a vernos con nuestros propios ojos, desde abajo y desde adentro, y no con las miradas que desde arriba y desde afuera nos han humillado desde siempre", subrayó el orador al valorar la impronta de una institución hija de la Revolución cubana.
"Gracias mil", fue la expresión con que reiteró su lealtad a ese cálido hogar de la cultura latinoamericana que abre sus puertas también a todas las latitudes del mundo, "por todo lo que ha hecho y hace para la revelación de nuestras energías creadoras, mil veces asesinadas y mil veces resucitadas" y por el "espacio de encuentro y la caja de resonancia" que ha significado la Casa para "esas porfiadas voces renacidas, que nos hablan desde el pasado más remoto y desde el más cercano presente".
A la ceremonia de apertura del Premio asistieron Ricardo Alarcón de Quesada, miembro del Buró Político y presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; Abel Prieto, ministro de Cultura; Armando Hart Dávalos, miembro del Comité Central y director de la Oficina del Programa Martiano; y Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa.
El jurado, integrado por una veintena de prestigiosos intelectuales latinoamericanos, caribeños y europeos, fue presentado por Jorge Fornet, director del Centro de Investigaciones Literarias de la institución.

MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ
madeleine@granma.cip.cu

domingo, 15 de enero de 2012

Silvio Rodríguez - Domingo Rojo

Celia Sánchez: eterna flor autóctona.



Su vida estuvo tan imbricada con la Historia de la Revolución Cubana y de su Líder Fidel Castro, que resulta imposible separar una de otra —certificó el ya fallecido historiador y su biógrafo, Pedro Álvarez Tabío.
“Querida madrinita”, era el encabezado con el que iban muchas de las misivas enviadas a Celia en una parte importante de su estancia en la Sierra Maestra del Oriente de la Mayor de las Antillas durante los largos meses que duró la lucha del Ejército Rebelde contra la dictadura de Fulgencio Batista entre 1956 y 1958. Quizás tal apelativo adelantaba como ningún otro la estampa revolucionario-angelical que acompañó en vida a una de las mujeres más extraordinarias de toda la Historia de Cuba, nacida el 9 de Mayo de 1920.
Fue el escenario / centro de la labor inicial que lideró Fidel Castro tras el desembarco del Granma el 2 de diciembre de 1956, el que catapultó a esta genuina heredera de Mariana Grajales —Madre de los Maceos y, por extensión, del combativo pueblo cubano—, llegada al mundo por aquello orientales predios, en Pueblo Nuevo, barrio de Media Luna donde radicaron en las primeras décadas del pasado siglo sus progenitores: Manuel Sánchez Silveira y Acacia Manduley Alsina.
Consta en el Registro Civil en que resultó inscripta, que su nombre completo es Celia Esther de los Desamparados, el último de ellos en alusión a que vino al mundo al día siguiente de la fiesta religiosa dedicada a la Señora de los Desamparados. Atestiguan quienes la conocieron en la infancia que la pequeña se enojaba grandemente cuando sus hermanos la llamaban por esa alusión. Reza en su trayectoria, sin embargo, que ella estaba destinada a convertirse en sierva de las personas menos agraciadas que estuvieran a su alcance.
Así, puede comprenderse mejor el porqué con apenas seis años se resistía a ser alejada de su mamá en ocasión de sufrir el paludismo que le costó la vida el 19 de diciembre de 1926 —a contrapelo de que su papá había dedicado gran parte de su existencia en combatir la terrible enfermedad, en su condición de respetable médico. Cuentan que Celia se obstinaba en permanecer sentada en un taburetico al lado de la cama de la madre, mientras esta fenecía.
No obstante, su desvelo por la causa de los humildes quedó evidenciado después del cuartelazo del 10 de marzo de 1952 protagonizado por Batista.
Hacia mediados de 1955, está Celia Sánchez en los trajines propios del Movimiento 26 de Julio. Con su nombre de guerra, Norma, asumió trascendentales tareas ante los preparativos de la expedición del Granma y del inicio de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra; al tiempo que desarrolló una red de colaboradores campesinos que resultó insoslayable para la continuidad de la insurrección que entonces comenzaba.
Una vez en la Sierra Maestra, devino primera mujer combatiente del Ejército Rebelde y tuvo el mérito de haberlo hecho bien —al decir del ya fallecido historiador y su biógrafo, Pedro Álvarez Tabío. Careció de casualidad, pues, que en una carta colectiva de la época, apareciera: En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David [Frank País] y Norma.
Con estos presupuestos, no debe extrañar que el mismo Álvarez Tabío considerara que la vida de Celia estuvo tan imbricada con la Historia de la Revolución Cubana, que resulta imposible separar una de otra. Es obvio, entretanto, que el 11 de enero de 1980 se convirtiera definitivamente en una eterna Flor Autóctona.

Noel Manzanares Blanco