sábado, 31 de marzo de 2018

Cuba en una encrucijada

El 29 de marzo Rebelión publicó una entrevista a Rafael Hernández, director de la revista cubana Temas, que tiene el prometedor título de “Por un socialismo sin miedo” y hace importantes observaciones.
Dentro de pocos días Raúl Castro renunciará a la presidencia de la República y quedará a cargo del partido. Se plantea pues cuál será la relación entre el Estado y el partido, hasta ahora entrelazados pero con el partido subordinado al aparato estatal capitalista. También habrá que optar entre las diversas líneas - apenas esbozadas, lo cual aumenta la confusión- sobre qué debe entenderse como construcción del socialismo en una pequeña isla con escasos recursos aunque gran capacidad y calidad humanas situada en duraderas condiciones de asedio, escasez y de capitalismo de Estado.
En efecto, estamos al borde de una guerra nuclear o de una catástrofe ecológica y en los próximos años no parece probable una revolución y un régimen anticapitalista en ningún país industrializado y los adversarios del imperialismo estadounidense, salvo Venezuela, no son generosos amigos de Cuba sino países capitalistas que, como China y Rusia, sólo responden a los intereses de sus respectivas oligarquías.
Hernández nos recuerda que, para la juventud cubana, que creció en los últimos cuarenta años en la crisis económica, la escasez y la falta de perspectivas, la frase del Che sobre “los rezagos del pasado” no evoca el capitalismo sino el “Período especial”, de fuerte autoritarismo y burocratización. Hace notar también que Fidel Castro tenía razón cuando decía que “nadie sabe cómo se construye el socialismo” porque, fuera de la referencia de Marx a la Comuna de París (y, agrego, de las indicaciones de Trotsky en 1936 en “La Revolución Traicionada”), eso no se encuentra en los libros sino que tiene que ser resuelto por la vía de experimentación-error-corrección por los pueblos en su lucha por la liberación nacional y social y, además, según las condiciones en cada país, podría tener una respuesta distinta.
También hace notar que en Cuba hubo estalinistas pero no estalinismo, como en la URSS, Europa Oriental o China. No sólo por las diferencias de Fidel Castro con los estalinistas cubanos ni por la historia de su movimiento obrero en la que anarquismo y trotskismo tuvieron un papel destacado sino también por las características mismas del pueblo (los mambises independentistas y Martí, la insurrección contra Machado, Guiteras, la lucha contra Batista que unió católicos sociales, militares democráticos, estudiantes radicales, comunistas de izquierda, anarquistas y trotskistas) y, por último, porque la revolución se hizo a pesar y en contra del Kremlin y del Partido Socialista Popular (Jruschiov creía incluso que Fidel Castro era agente de la CIA).
Por eso la solidaridad masiva está arraigada en los cubanos, el gobierno tiene amplio consenso en la defensa de la independencia nacional, no cesan las críticas a su política económica ni a la burocratización y los privilegios y hay un ala socialista en sectores de la intelectualidad y en el mismo Partido Comunista cubano. Por eso también en Cuba no se llegó a una dinastía, como en Corea del Norte, a un déspota vitalicio, como en China, o a un zar con Iglesia Ortodoxa y todo como Putin y, en cambio, hay progresos importantes en la lucha por la igualdad de género, por las libertades sexuales y por la defensa del ambiente.
La juventud cubana es culta y critica el burocratismo, la falta de confianza en la capacidad de comprensión de los trabajadores y el pueblo en general y la falta de participación de éstos en la definición de las necesidades y de las prioridades, que el partido-Estado sólo les presenta ya determinadas para su aprobación.
El socialismo es autogestión social generalizada, democracia, libre discusión y capacidad de decisión, crecimiento político de los trabajadores guiados por la defensa del interés comunitario, colectivo e impulsado por la tendencia al igualitarismo y por la solidaridad. Es un objetivo, una movilizadora utopía posible que aunque no se puede alcanzar en un solo país pero hacia la cual es posible avanzar apoyándose en lo adquirido a pesar de todos los errores. Cuba necesita por eso hacer un urgente balance de lo que fue el stalinismo y la URSS y de la discusión en los año 20 y 30 en el seno del Partido bolchevique.
Cuba exporta conocimiento –médicos y educadores- a costa de su propio desarrollo y paga con médicos el petróleo venezolano. Pero esa exportación depende de la situación política en los países receptores porque un golpe, como el de Brasil o el que el imperialismo promueve en Venezuela, podría anularla en cualquier momento y hacer peligrar la vida misma de los internacionalistas cubanos. Para no depender de factores inestables, como la ayuda médica o el turismo, el país necesita dinamizar su economía que está trabada por el bloqueo y la amenaza de agresión imperialista pero también por la pequeñez del mercado (que facilita la planificación pero no permite economías de escala y encarece la producción). Necesita urgentemente elevar los salarios y establecer una escala racional que retribuya el valor de la fuerza de trabajo (hoy son privilegiados quienes reciben dólares o viven legal o ilegalmente del turismo). Esa escala debe ser discutida y fijada por los trabajadores y sindicatos independizados del partido y del Estado. La Unión Soviética se hundió por la planificación burocrática, el autoritarismo, los privilegios y la ceguera de dirigentes que vivían como capitalistas y aspiraban a serlo. Pero también por la baja productividad ya que los trabajadores decían “fingen que nos pagan y fingimos que trabajamos”.
Cuba también necesita urgentemente más salarios indirectos y, sobre todo, un urgente plan de vivienda trazado y decidido barrio por barrio en asamblea por los habitantes pues éste daría trabajo e impulsaría la economía mejorando el territorio.

Guillermo Almeyra

viernes, 30 de marzo de 2018

El “Régimen” no cae, el socialismo en Cuba sigue su camino

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dio al traste con una nueva política del nuevo gobierno de EE.UU hacia Cuba. El nuevo presidente, el 16 de junio de 2017, en Miami, destruyó de un plumazo todo el camino que ya se había alcanzado en la última etapa de la administración de Barack Obama.
Después de los pronunciamientos de Mario Díaz-Balart y Marco Rubio, quienes ejercieron más presión en la aplicación de políticas agresivas contra Cuba, seguidamente, el auditorio reunido en el Teatro Manuel Artime, escuchó las palabras del presidente Donald Trump: “Estoy cancelando todo el acuerdo bilateral del último gobierno. Estoy anunciando una nueva política, como prometí durante la campaña, y firmaré ese contrato en esa mesa en solo un momento… Aplicaremos la prohibición sobre el turismo. Aplicaremos el bloqueo”, y poco después firmó el memorando y derogó la directiva presidencial emitida por Obama para la normalización de las relaciones entre ambos países.
Las palabras del presidente norteamericano recuerdan a las instrucciones que el Secretario de Guerra de ese país, Mr. J. G. Breckenridge escribió al Mayor General Nelson A. Miles, jefe del Ejército norteamericano, quien llevó la contienda contra Cuba hace 119 años: “Debemos concentrar el bloqueo, de modo que el hambre y su eterna compañera la peste, minen a la población civil y diezmen al ejército cubano.”
Desde enero de 1959 no han faltado todo tipo de agresiones contra el pueblo cubano. El muestrario va desde el amparo a delincuentes y asesinos del régimen batistiano, infiltración de agrupaciones criminales, disparos con armas de fuego contra la población civil costera, entrenamiento y financiación de bandas terroristas cuyos actos han causado la muerte a 3478 personas y la discapacidad de otros 2099; organización y planificación de atentados contra la economía cubana, puesta en marcha de programas de incentivo a la deserción en sectores estratégicos, ataques biológicos a la agricultura y población cubanas, financiación a programas de subversión ideológica y para impulsar la oposición (mal llamados “disidentes”) que residente tanto dentro como fuera de Cuba, hasta la ejecución de constantes campañas mediáticas de descrédito, tergiversación y mentiras sobre la Revolución cubana y su dirección histórica.
Como dijo Fidel Castro en la Plaza de la Revolución, el 2 de enero de 1961, “El imperialismo se convirtió en jefe de la contrarrevolución… ”
Los grandes medios fueron el instrumento, de la CIA y elementos contrarrevolucionarios, para llevar a cabo las campañas mediáticas, haciéndose eco de ellas con el objetivo de crear una opinión desvirtuada sobre la Revolución cubana y sus conquistas.
La Operación Northwood, emitida por el General de Brigada William H. Craig al General de Brigada Edward Lansdale, el 2 de febrero de 1962, en un memorando titulado "Posibles Acciones para Provocar, Hostigar o Perturbar Cuba”, consistió en el lanzamiento de rumores por radio, efectuar ataques contra la Base Militar en Guantánamo, bombardear embarcaciones estadounidenses, acosar con aviones llevando la insignia cubana a vuelos civiles de EE.UU o crear terrorismo en Miami para culpar a Cuba y eso facilitara una invasión militar.
Además, no faltaron los planes hollywoodenses con la Operación “Dirty Trick”, la cual consistía en culpar a Cuba si por cualquier error de cálculos mecánico o técnico fracasaba la primera misión estadounidense al espacio “Mercury 6”.
Tampoco se puede pasar por alto las demenciales acusaciones de John Bolton, quien siendo entonces Subsecretario de Estado para el Control de Armas y la Seguridad Internacional en el 2002, se le ocurrió categorizar a La Habana como parte del “eje del Mal” y que, junto a otros países, podía “ser bombardeado en cualquier momento”; mucho más porque este chiflado creyó que los avances de la biotecnología y medicina cubanas era el engendro de un programa para el desarrollo de armas biológicas de destrucción masiva.
Este maniático de las conspiraciones pronunció las siguientes declaraciones en el Heritage Foundation: “He aquí lo que sabemos: Estados Unidos considera que Cuba está llevando a cabo al menos una labor ofensiva limitada de investigación y desarrollo de guerra biológica. Cuba ha proporcionado tecnología de doble uso a otros estados renegados. Nos preocupa que esa tecnología pueda respaldar programas de armas biológicas en esos estados. Exhortamos a Cuba a que cese toda cooperación aplicable a las armas biológicas con los estados renegados y a que respete plenamente todas sus obligaciones en virtud de la Convención sobre las Armas Biológicas.”
Es muy seguro que en su paranoia y complicidad de los grandes medios, se olvidaron que Cuba fue objeto de ataques biológicos desde Estados Unidos en más de una ocasión: la roya de la caña (1978), la fiebre porcina africana (1971), la conjuntivitis hemorrágica (1979), la fiebre hemorrágica o dengue del serotipo 02 (1981), disentería o bacteria shigella serotipo 01 (1984), la roya del café (1984), la sigatoka negra (1990), el pulgón negro (1992), el minador de los cítricos (1993), la Broca del Cafeto (1993), el thrips palmi karny, de la variedad “Diamand” (1996) y el síndrome gastroentérico transmisible del cerdo (2002) el cual se supo en las investigaciones que su cepa original se había logrado en EEUU en 1999.
Para colmo, el señor John Bolton llega reciente al gabinete de Donald Trump como Asesor de Seguridad Nacional, cuando por las redes corre una de las últimas tramas: los no probados “ataques acústicos a diplomáticos estadounidenses” en la Embajada en La Habana y que, según autoridades estadounidenses, algunos funcionarios sufrieron problemas auditivos, cognitivos, visuales, de equilibrio e insomnio.
No faltaron los sitios que multiplicaron sus especulaciones fatídicas con mentiras como INFOBAE, diario digital argentino acostumbrado a beneficiar la postura norteamericana en temas de conflictos, publicando supuestas muestras de sonidos que grabaron en la Embajada estadounidense en La Habana; pero siendo muy llamativo que algunos funcionarios plantearon en entrevistas que nunca lograron percibir dichos sonidos.
Donald Trump, en su constante psicosis de entuertos políticos y escándalos, tomó la decisión de expulsar de EE.UU a 15 diplomáticos cubanos, afectando los servicios consulares cubanos en ese país; así también retiró la mayoría de sus diplomáticos de la Embajada en La Habana.
Sin embargo, lo paradójico es que hasta el acérrimo partidario de hacer campañas contra Cuba, el diario El País, este 20 de marzo, ha reconocido que “la supuesta agresión sónica no ha podido ser documentada. No se publicaron los partes médicos de las víctimas, ni los equipos utilizados para enfermarlas. La embajada instaló grabadoras en los domicilios de su personal sin resultado alguno; tampoco lo obtuvieron los agentes del FBI desplazados. La acusación pareció inspirarse en una película de James Bond, dijeron los expertos en acústica consultados por The New York Times.”
Hasta el mismísimo FBI no ha podido encontrar prueba alguna que inculpe al gobierno cubano, después de meses de viajes a La Habana e investigaciones. El Informe interino de la División de Operaciones Tecnológicas del FBI, fechado el 4 de junio de 2017, y al cual tuvo acceso la Associated Press (AP), la misma agencia hizo referencia a que “el FBI probó la hipótesis de que ondas audibles, infrasónicas o ultrasónicas pudieran haber sido utilizadas clandestinamente para herir a estadounidenses en Cuba y no encontró evidencia alguna”.
¿Entonces por qué el gobierno de EEUU mantiene la crisis diplomática con Cuba? Todo indica que el verdadero deseo era crear la crisis, precisamente, de romper la positiva dinámica que se había creado de acercamientos y acuerdos en diversas esferas.La farsa de los “ataques” era crear incomodidad, descontento en esa parte de la población cubana que busca viajar a Estados Unidos para mantener contacto con sus familiares. Hoy en día, los cubanos que viajan hacia ese país, se ven obligados a viajar primero a Colombia para efectuar allí la entrevista de solicitud de visado, de la cual pueden ser rechazados muy a pesar de haberse gastado una fortuna en el viaje y estancia en Colombia.
Esta es otra operación de maquinaciones que intenta crear una opinión tergiversada de la realidad de los hechos… o mejor dicho… de las claras intenciones del gobierno de Estados Unidos de crear un conflicto que facilite cualquier acción de agresión contra Cuba.
No saben ya qué inventar y el llamado “régimen” cubano no cae; y por supuesto que no caerá, sino que cada vez se fortalece más con la participación social, con la población y las nuevas generaciones haciendo más suya la propia Revolución que comenzaron los líderes históricos y asegurando que Cuba sigue su camino en la construcción del socialismo.
Es más que sabido que las páginas de la historia de Cuba están y, lamentablemente, estarán llenas de peligros por las agresiones que provienen desde suelo de Estados Unidos y que gozan del visto bueno de su gobierno y la CIA.
Cuba y su pueblo son las verdaderas víctimas y el único delito es el simple hecho de trazarse un rumbo diferente y poner al servicio de la humanidad su carácter internacionalista y solidario. El gobierno cubano siempre ha demostrado la voluntad de establecer relaciones bilaterales basadas en el respeto mutuo e igualdad de condiciones, pero solo los enemigos de ese proceso socialista y sus lacayos (entre ellos los grandes medios) son los que quedan anquilosados y enfocan su rabia e impotencia en componendas contra Cuba.
Fidel Castro dejó bien claro lo que significa la Revolución cubana, ese 2 de enero de 1961, en la Plaza de la Revolución: “Si quisiéramos medir el mérito de nuestra Revolución y el valor de nuestra Revolución, bastaría observar el odio que contra ella sienten los grandes intereses reaccionarios del mundo; bastaría observar el odio que contra ella siente el peor y más explotador de los imperialismos modernos; bastaría observar el odio que contra ella siente la prensa más reaccionaria del mundo”.

Gustavo de la Torre Morales, cubano residente en Catalunya, miembro de la dirección de la Asociación de Cubanos en Cataluña José Martí.

jueves, 29 de marzo de 2018

CNN no pudo callan ni manipular a valiente periodista defensor de la Revolución... en Miami




En la reciente entrevista a Edmundo García, periodista cubano de izquierdas residente en EEUU, la CNN no calculó bien. No contó con su magistral manejo del formato y los tiempos televisivos, que le permitieron convertir el espacio marginal ofrecido por un gran medio a las opiniones favorables a la Revolución cubana, en un concentrado informativo de altísima densidad política. Algunas de las palabras de García que tuvo que digerir el presentador de CNN: "¿Quién ha convertido a Yoani Sánchez en una persona relevante? La CNN, los premios que le dan a través de la USAID, el Grupo Prisa... Realmente es una declaración de guerra fría lo que llevan a cabo los medios internacionales en relación a la política cubana. El Gobierno cubano no le hace el juego a la bobería y a la subversión, da la respuesta en el día y hora que entiende, y esa es la razón por la cual ustedes quizá no reciben más atención: por falta de profesionalidad, muchas veces por falta de ética, por tergiversaciones..."

¿Cómo se prepara Cuba para “vivir sin Castro”?




Basado en un texto de Iroel Sánchez - Blog "La pupila insomne" / Al Mayadeen.
“Cuba se prepara para vivir sin Castro”, leemos como mensaje clonado en toda la prensa corporativa. Y es que el próximo 19 de abril, la recién electa Asamblea Nacional elegirá al nuevo presidente o presidenta del país, que –ciertamente- ya no se apellidará Castro. Edición: Ana Gil

miércoles, 28 de marzo de 2018

Miami: puente de muerte, corrupción y mafia contra Cuba




El 15 de marzo morían seis personas al derrumbarse un puente peatonal en Miami. Un suceso en el que se mezclan malas prácticas constructivas, corrupción... y “anticastrismo”.

lunes, 26 de marzo de 2018

Mucho más que lucha por una marca del ron

Los debates que hace años tienen lugar entre la corporación francesa Pernod Ricard y la compañía Bacardí radicada en Estados Unidos desde poco después del triunfo de la revolución en Cuba, enraízan en realidades políticas que sobrepasan con mucho la aparente batalla por las marcas de ron Bacardí y Havana Club que se han extendido por más de medio siglo.
La polémica deriva del hecho que a la victoria popular cubana de 1959, que llevó a la revolución al poder en la Isla, siguieron, entre otras demandas de la población hechas compromisos ineludibles de los rebeldes con el pueblo, la reforma agraria, la campaña de alfabetización, la reforma urbana, la nacionalización de los servicios públicos de energía, agua y comunicaciones, y de las grandes industrias. El gobierno de la revolución se dispuso a acordar con los afectados soluciones compensatorias mutuamente satisfactorias, y lo logró en casi todos los casos.
Los que en aquel entonces eran propietarios de la compañía productora del ron Bacardí, hábilmente lograron registrar la firma en las islas Bermudas y se prepararon para resistir la nacionalización. Sacaron de Cuba los documentos y las personas físicas de algunos directivos de la empresa, pero no pudieron extraer el talento y la centenaria pericia e inventiva de los humildes maestros y demás obreros que han dado fama al producto de sus esfuerzos. Tampoco las características del agua, el clima y otros entornos insustituibles.
Siguió después un extenso período de disputa legal en el que los embarques del ron Bacardí original de Cuba eran confiscados sistemáticamente por reclamaciones que los falsificadores hacían progresar, muchas veces mediante sobornos y siempre apoyados por presiones desde Washington.
Finalmente, la Corte de La Haya resolvió que la firma Bacardí retuviera el derecho a la marca Bacardí y al símbolo del murciélago, pero no admitió que se identificara el origen del producto como hecho en Cuba, puesto que el nombre comercial anterior era “Bacardí de Cuba”.
Ante tal situación, los verdaderos productores cubanos invitaron a la prestigiosa Corporación licorera francesa Pernod Ricard a formar una asociación para producir en Cuba y distribuir en todo el mundo su acreditado ron utilizando el nombre de Havana Club, una marca registrada hasta 1964 en la Oficina de Patentes de Estados Unidos por su anterior propietario, José Arrechabala, quien a raíz de la nacionalización de su fábrica, había renunciado a la marca declinando la renovación de su registro en la Oficina de patentes en Washington cuando se mudó a España.
La familia Arechabala había fundado esa destilería en la ciudad de Cárdenas en 1878, y en 1934 vendía ron con el nombre de Havana Club en Estados Unidos, aparentemente contraviniendo las leyes de “prohibición” o “ley seca” entonces vigentes allí.
Al ser adquirida la marca “Havana Club” por el consorcio entre Pernod Ricard y Cuba Ron, y con el apoyo de una intensa campaña publicitaria al respecto, las ventas crecieron grandemente en más de cien países. Debido a las leyes del bloqueo imperialista de Cuba, Estados Unidos quedó como el único país del mundo donde el ron cubano no puede comercializarse.
Alarmada por tal situación, la organización Bacardí, que en su relación con Cuba se ha orientado siempre más a la represalia política que a los negocios, optó por prolongar la batalla jurídica enfocándola al uso de la marca Havana Club y, a ese fin, trató de presentarse como legítimo adquirente de los derechos de la marca de la familia Arechabala. “Después de que el régimen cubano confiscó la marca de los Arechabala sin piedad y por la fuerza, Ramón Arechabala transcribió personalmente la receta y se la dio a Bacardí como un acuerdo entre las dos familias, ambas exiliadas de su patria”, fue su desesperado y tonto argumento.
En 1999, valiéndose de sus vínculos políticos en Washington, Bacardí logró que el Congreso aprobara la llamada sección 211, que le permitió comercializar con la marca “Havana Club” en EEUU. Esta legislación ad hoc fue condenada por la Organización Mundial del Comercio pero le ha permitido a Bacardí vender en Estados Unidos un falso “Havana Club” fabricado en Puerto Rico.
El libro “Ron Bacardí: la guerra oculta” y el documental “El secreto del murciélago” muestran las relaciones de la compañía Bacardí con la cúpula ultraderechista y mafia cubanoamericana de Miami. También revelan la participación de su equipo de abogados en la redacción de la Ley Helms-Burton que, en 1996, codificó todas las disposiciones que desde 1959 habían ido conformando en un solo instrumento legal el bloqueo económico a Cuba de modo que ni siquiera un nuevo Presidente de Estados Unidos pudiera abrogar el cerco genocida sin la aprobación del Congreso (como le ocurrió a Barack Obama).

Manuel E. Yepe

domingo, 25 de marzo de 2018

George Soros: Yo era un ser humano antes de volverme un hombre de negocios




George Soros es el nombre de un personaje siniestro sobre el cual estaremos hablando en este programa de La Pupila Asombrada. No pocos especialistas afirman que Soros es capaz de destruir países y hasta grandes economías, apenas con un par de declaraciones, o con una fuerte apuesta por debajo del telón.

Un libro reafirma la urgencia de debatir sobre racismo en Cuba




El volumen se presentó en el museo Casa de África, por el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial

La negación del conflicto de la racialidad ha mermado lucidez a los desafíos por la equidad y empobrecido la posibilidad de encontrar soluciones dentro del modelo revolucionario, afirmó la intelectual Gisela Arandia en su libro Población afrodescendiente cubana actual.

El volumen, el primero de la también activista, fue presentado el 21 de marzo en el museo Casa de África, en coincidencia con el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
La obra, a la cual los asistentes accedieron en formato digital, contó con el respaldo del Fondo de Población de las Naciones Unidas y el estatal Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC).
La presentación fue una de las actividades con las que integrantes de la sociedad civil retomaron la conmemoración de la fecha, además de otras acciones organizadas la Cofradía de la Negritud y la Red Barrial Afrodescendiente.
Sobre la fecha, Arandia lamentó que “la televisión no la menciona”, una celebración “que no es poca cosa y que desde otros espacios como la no gubernamental Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba también hemos conmemorado”.
El texto compila distintos momentos de los estudios académicos incluidas experiencias empíricas iniciadas a partir de 1989, desde su rol como periodista y realizadora de programas de radio en ese entonces.
Asimismo, ofrece conceptos desde diferentes perspectivas teórico-metodológicas que proponen un diálogo e interrogan al lector acerca de si piensa que existe o no racismo en Cuba.

¿Cómo analizar el racismo?

Sostiene la autora que la falta de aceptación del conflicto ha impedido el surgimiento de un discurso académico y cultural sólido apoyado en las investigaciones de las ciencias sociales y las humanidades.
A su juicio, Cuba es un país de vanguardia que con la revolución de 1959 realizó una ruptura plena en la búsqueda de la independencia política y económica, además de un viraje total hacia la descolonización.
Además de crear un programa contra la pobreza, se amplió el acceso al trabajo, al estudio, a la salud pública, al deporte, la cultura, logros que convirtieron el país en una potencia de capital humano, apunta.
Sin embargo, contrasta, persiste un vacío epistemológico sobre la discriminación que ha retrasado arribar a un consenso nacional imprescindible para lograr una comprensión de mayor exactitud y complejidad del racismo en sus diversas variantes.
El texto valora los impactos de la esclavitud en el país (del siglo XVI a 1886).
Además, ahonda en el silenciamiento del protagonismo de la población negra en las luchas por la emancipación nacional, reforzamiento de estereotipos raciales, construcción de modelos de éxitos asociados al color de la piel y ausencia de políticas afirmativas o sistemas de cuotas para impulsar la equidad.
“Desde la perspectiva de la racialidad se trata de poder abrir los ojos a una realidad donde sin lugar a dudas la mayoría de la población negra sigue a la saga de la sociedad”, subraya Arandia.

Educación y representación

En el debate suscitado, Alberto Granados, director de la Casa de África, abogó por “acabar con todos los tipos de discriminación, no solo la racial”, mientras lamentó la escasa asistencia de personas de las nuevas generaciones, “porque tenemos que seguir trabajando a través de la educación”.
Rodrigo Espina, investigador del ICIC, consideró importante “no construir los discursos sobre el papel de la victimización, porque empequeñece las posibilidades de solución, provoca odios y no permite avanzar”.
Por su parte, Isabel Castañeda, integrante de la Editorial de Ciencias Médicas, remarcó que el racismo pervive de una manera sutil en el lenguaje, y se refirió a estudios de especialistas cubanos donde se revela que hasta el color de la piel constituye un sesgo en las estadísticas sobre mortalidad infantil o la materna, a pesar de que no se visibilizan esos datos.
El cantautor Gerardo Alfonso exhortó a reconstruir y revalorizar términos y conceptos como aquellos relacionados con la idea de ganar o ser mejores, pues estos implican la existencia de personas perdedoras o peores, lo que abre paso a su discriminación.
“Hemos hablado y reunido muchas veces, pero no tenemos un proyecto de cómo actuar. ¿Qué es lo primero que vamos a cambiar, qué vamos a proponer al sistema educativo, al cultural, al económico? No solo debemos proponer, sino también controlar cómo se cumple, o seguiremos en una posición pasiva, contemplativa”, opinó la también investigadora del ICIC, Elvira Eduardo.
El primer actor Alden Knight echó en falta una organización oficial o asociación que al igual que con otras minorías como las mujeres, gays, campesinos, discapacitados, etc. atienda los problemas de la discriminación racial, si bien exhortó a consolidar la unidad entre todas las entidades que impulsan el tema.
Por último, el director de teatro Gerardo Fulleda defendió el derecho a exigir que las mujeres y hombres negros tengan una mayor representación en papeles protagónicos tanto en el teatro como en el cine y la televisión nacional.

IPS

sábado, 24 de marzo de 2018

Cubadebate en Mesa Redonda


Historias de Vida: “Cronistas de Cuito Cuanavale”


EEUU: ¿ataques sónicos o víctimas de su propio espionaje en Cuba?




Cubainformación TV – Basado en un texto de Arthur González – Blog “Heraldo cubano”.- Volvamos a los dichosos “ataques acústicos” que –según la Casa Blanca- habrían sufrido los funcionarios de su Embajada en La Habana.
Edición: Ana Gil.

jueves, 22 de marzo de 2018

La Patria también es humanidad

Sin duda Martí es el más universal de los políticos cubanos, como bien afirmara Fidel. El carácter internacionalista de la revolución que preparaba la hacía “para bien de América y del mundo”, pues intentaba fundar a tiempo unas Antillas libres y fuertes que pudieran detener el expansionismo norteamericano hacia el Sur. Con esto no solo se salvaría la independencia de la Madre América sino que se garantizaría el equilibrio del mundo al evitarse una conflagración entre las potencias mundiales en este entorno nuestro.
No obstante la visión cosmopolita de Martí ha hecho creer a algunos que se puede aplicar/utilizar/manipular su pensamiento con fines propagandísticos a partir de frases aisladas y esto lleva casi siempre a grandes equívocos como el que ocurre con el apotegma “Patria es humanidad”, el cual, por obra y gracia del corte y pega, se usa muchas veces para decir lo contrario de lo que el Apóstol expresó.
Sucedía que en el contexto de aguda lucha de ideas que se vivía en vísperas del estallido revolucionario del 24 de febrero, una de las armas favoritas de los colonialistas era contraponer la ideología mambisa con otras corrientes del pensamiento revolucionario de la época, como las anarquistas y socialistas, quienes encontraban obsoleto el desgastarse en guerras por la independencia de una nación cuando parecía que ya había llegado la hora de lanzarse a la revolución mundial para liberar a toda la humanidad oprimida, lucha que tendría como escenario principal a Europa y los Estados Unidos. Es a esta idea antinacional a la que Martí se contrapone cuando afirma:
Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de dónde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria. Levantando a la vez las partes todas, mejor, y al fin, quedará en alto todo: y no es manera de alzar el conjunto el negarse a ir alzando una de las partes. Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer;‑y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz, y del sol no se sale. Patria es eso.[1]
He copiado aquí el párrafo in extenso para que pueda apreciarse el razonamiento del apóstol en su totalidad. Incluso algunos han tratado de mostrar la citada expresión aislada como el concepto de patria más acabado de Martí; como si este no se considerara un ciudadano de América y del mundo desde su temprana juventud dada sus reconocidas militancias masónica y bolivariana.
La prédica martiana pudo más que las doctrinas europeas y muchos anarquistas (Enrique Roig, acuerdos del Congreso Obrero de 1892) y socialistas (Carlos Baliño, Diego Tejera, Fermín Valdés) se incorporaron a la Guerra Necesaria entre los primeros, pues asumieron que de lo que se trata no es de diluir la patria en toda la humanidad, sino de comprender y asumir que lo que hagamos por el bien de la patria es una contribución al avance de toda la humanidad en la porción de ella donde nos ha tocado vivir.

Mario Valdés Navia
La Joven Cuba

Nota:

[1] Sección “En Casa”, “La Revista Literaria Dominicense”, Patria, 26 de enero de 1895. OC, T5, p.468.

En las universidades hay muchas soluciones

La industria cubana debe acercarse cada vez más a los centros de altos estudios, para que la ciencia impacte en la producción

En la integración entre los centros científicos y la producción está una de las mayores potencialidades para desarrollarnos y crecer en medio de las complejas y difíciles circunstancias en que se desenvuelve nuestro país, dijo aquí el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, durante un recorrido por importantes industrias villaclareñas, en el que chequeó la marcha de las inversiones que tienen lugar allí.
En intercambio con cuadros y directivos de Planta Mecánica, el también miembro del Buró Político reflexionó acerca de la necesidad de acercarse a las universidades, donde existe un caudal de inteligencia capaz de contribuir a la búsqueda de soluciones a problemas actuales de las industrias cubanas, para lo cual, lo primero que debe cambiarse es la manera de pensar de quienes dirigen.
En ese sentido, puso el ejemplo de las capacidades que tiene sin explotar la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, que puede diseñar y encontrar remedio a muchos dilemas de la producción; solo basta identificar ese talento, darle la tarea y comprometerlo con ella, aseguró Valdés Menéndez.
«Debemos utilizar con mayor racionalidad la inteligencia que ha creado la Revolución en todos estos años, para lo cual urge identificar desde los primeros años de las carreras a quienes tienen la vocación y la competencia requerida para asumir el reto de contribuir al desarrollo de la nación», dijo el Héroe de la República de Cuba, y sentenció que si logramos ese propósito estaremos poniendo otro granito de arena a la Revolución.
Durante la visita, el vicepresidente cubano apreció la marcha del programa de desarrollo e inversiones que tiene lugar en la llamada fábrica de fábricas, donde se trabaja en el proceso de actualización de los principales equipos, entre ellos los pertenecientes a los talleres de fundición y tratamiento térmico, según la explicación brindada por Idael Hidalgo Cruz, director general de esa industria.
La reconversión tecnológica comprende, asimismo, la colocación de nuevos hornos que funcionan a partir del arco eléctrico, los cuales resultan mucho más eficientes, pues ahorran energía y reducen el tiempo de fundición, además de incursionar en los talleres de pailería, maquinado y forja, entre otros objetos de obra.
Asimismo, la comitiva pudo conocer varios proyectos encaminados a facilitar la producción local de materiales de construcción, todos ellos vinculados a la solución del problema de la vivienda en el país. En horas de la mañana, Ramiro Valdés también visitó la nueva planta de Cloro Sosa que se ejecuta en Sagua la Grande, y que marcha con atrasos según el cronograma previsto.
En las universidades hay muchas soluciones
La industria cubana debe acercarse cada vez más a los centros de altos estudios, para que la ciencia impacte en la producción.

Ángel Freddy Pérez Cabrera
Granma

martes, 20 de marzo de 2018

Gabo: Mucho más que un gran escritor




La pupila asombrada recorre momentos de la vida de Gabriel García Márquez: su actitud ante el Premio Nobel, su amistad con Fidel Castro, su visión de América Latina y su relación con el cine y la música.

La polémica envuelve a la Muestra Joven Icaic 2018

Se trata de un singular proyecto que se materializó tras una campaña de recaudación colectiva de fondos realizada en 2016

A más de dos semanas para su inauguración, la edición 17 de la Muestra Joven Icaic ya está rodeada de debate debido a la cancelación en la cartelera de una película, porque supuestamente irrespeta al Héroe Nacional cubano, José Martí (1853-1895).
Numerosos comentarios en Facebook deploran la decisión de excluir de la sección Apertura Fílmica un primer corte de Quiero hacer una película (QHUP), un largo de ficción del novel cineasta Yimit Ramírez (San Antonio de los Baños, 1983), quien cursa la especialidad de dirección de ficción en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.
El sui generis audiovisual, que filmó la vida íntima de sus protagonistas sin que estos lo supieran, es resultado de un proyecto de recaudación colectiva de fondos (crowdfunding), realizada en 2016 a través de la plataforma Verkami.
Fue la periodista e integrante del equipo de realización Marta María Ramírez quien confirmó, el 13 de marzo, a través de su cuenta en esa red social, la decisión de no presentar QHUP, “mientras el Icaic mantenga su postura de invalidarnos de sus circuitos oficiales”.
Ramírez se refirió a la invitación de las y los organizadores de la Muestra Joven a presentar un primer corte del trabajo el próximo 3 de abril, en el capitalino cine Charles Chaplin, durante la jornada inaugural del festival que se extenderá hasta el 8 de abril.
“Convenimos que no se trataría de una premier, sino de una presentación de proyecto con debate incluido. Nos retroalimentaríamos y dialogaríamos sobre métodos de trabajo y formas alternativas de financiamiento”, contó Ramírez.
La periodista aseguró que Octavio Fraga, funcionario del estatal Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), le exigió una copia de la película para verla con el presidente de la entidad.
Ante reiteradas muestras de temor por la posible filtración del material, Fraga “me respondió con una amenaza obvia: Si no me la copias, no se pone”, continuó.
Indicó que la repuesta del funcionario tres horas más tarde fue que no se pondría porque no le había gustado una frase de la película.
La realizadora transcribió en su post los parlamentos de la escena que generaron el desencuentro, un “diálogo descontextualizado e inconcluso (que) pido esperen a verla para entenderlo en su contexto”, advirtió.
En el fragmento de marras uno de los personajes se declara no martiano y califica al Apóstol de la independencia cubana de “mojón” y “maricón”.
Refiere Ramírez que la respuesta del presidente del Icaic Roberto Smith a los organizadores fue que “Martí es sagrado” y, si la Muestra Joven deseaba, podría exhibir QHUP en la recién inaugurada sala Terence Piard (1973–2004), con capacidad para 24 personas.
Además de reiterar su negativa a la exhibición de la QHUP bajo esas condiciones, Ramírez aseguró que el equipo realizador seguirá “el circuito propuesto por la productora, que seguramente incluirá cuanto festival en Cuba nos atraiga o invite o acepte”.
“Y luego podremos regalarla a todxs ustedes, que colaboraron de diversas maneras para que esta experiencia independiente exista”, concluyó.
El crítico de cine Dean Luis Reyes se solidarizó con el equipo de QHUP y respecto a la decisión de las autoridades consideró que “proceder así es lo menos martiano que se puede ser”.
La cibernauta Miryorly García valoró que existe un público “que puede entender ese personaje, ese parlamento, reflexionar sobre eso y seguir siendo martiano”.
Jennifer Rodríguez lamentó que “no puedan entender que todo diálogo es válido, que los personajes tienen que decir cosas que los enfrenten. Lamentablemente en la televisión y el cine de Cuba lo primero es que sea didáctico, por eso casi nunca es real”.
Juan Carbonell balanceó que “las provocaciones surreales acerca de una figura como Martí es algo a lo que ni los mayameros se han atrevido”, pero a pesar de eso defendió la existencia del cine independiente “mientras su mensaje sea diferente (y a poder ser contrario) al del dependiente”.
Polémicas, tensiones y actos de censura acompañan a la Muestra Joven desde su nacimiento, que una vez al año junta a realizadores emergentes y autónomos para brindarles oportunidades y visibilizar nuevas firmas en el audiovisual cubano.
En 2012, el director y Premio Nacional de Cine, Fernando Pérez, renunció a la dirección de la muestra por discrepancias con la dirección del Icaic respecto a la exclusión de un documental de la XI edición.
La falta de una ley de cine mantiene igualmente irresueltas las relaciones entre la pujante producción cinematográfica de los nuevos realizadores y las tradicionales políticas y modos de producción del organismo estatal, según especialistas.

IPS

Marxismo: Cultura, ideología y hegemonía. Comunicación y lucha de clases.




Teoría marxista de la cultura, la ideología y la hegemonía. Comunicación y lucha de clases. De los Simpson y Hollywood a Marx y Lenin, Antonio Gramsci y la Escuela de Frankfurt, Fredric Jameson, Raymond Williams, Terry Eagleton y Pierre Bourdieu. De la Doctrina de la Seguridad Nacional (de Estados Unidos) a Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Raymundo Gleyzer. Las nuevas tareas en el siglo XXI.
Proyecto Memoria del futuro: BRANCALEONE FILMS y CATEDRA CHE GUEVARA: www.amauta.lahaine.org

sábado, 17 de marzo de 2018

Lo que el gobierno de EE.UU. no dice acerca de esos “ataques sónicos” en Cuba

Cuando la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (Journal of the American Medical Association, JAMA por sus siglas en inglés) publicó recientemente una evaluación clínica preliminar de los problemas de salud sufridos por el personal de la embajada estadounidense en La Habana, el Departamento de Estado aprovechó la oportunidad para reiterar una “alerta de salud” a nivel nacional acerca de Cuba. “Discutan el artículo de JAMA con su médico antes de viajar si se sienten preocupados”, informó el departamento el 14 de febrero. “Exhortamos a los ciudadanos estadounidenses que viajan a Cuba y que están preocupados por sus síntomas a compartir este artículo con su médico”. (1)
La alerta refleja un esfuerzo continuo por parte del Departamento de Estado del presidente Trump para asustar a los viajeros estadounidenses y que se mantengan alejados de Cuba. En septiembre pasado, cuando la administración anunció una reducción drástica del 60% del personal de la embajada en La Habana en respuesta a misteriosas enfermedades, el departamento emitió una advertencia categórica a los ciudadanos estadounidenses de “no viajar a Cuba”. A principios de enero, cuando el Departamento de Estado emitió un nuevo sistema de clasificación de seguridad para todas las naciones, Cuba recibió una designación de “nivel 3”: “Reconsiderar el viaje: Evite viajar debido a riesgos graves para la seguridad”. A fines de enero, un portavoz del Buró de Asuntos del Hemisferio Occidental dijo a The Miami Herald que, después de la alerta de septiembre, 19 ciudadanos estadounidenses habían llamado para informar problemas de salud después de viajar a Cuba –de entre los cerca de 620 000 viajeros [de EE.UU.] que visitaron la isla en 2017– a pesar de que los funcionarios del Buró de Asuntos Consulares que atendieron esas llamadas admiten que no tomaron medidas para determinar cuándo, dónde y cómo ocurrieron esas enfermedades, y simplemente refirieron a las personas que llamaron al FBI. Y la semana pasada, cuando el Departamento de Estado determinó que la embajada no sería rehabilitada de personal y “continuará operando con el mínimo personal necesario para desempeñar funciones consulares y diplomáticas básicas”, el departamento publicó una larga lista de advertencias para cualquiera que esté pensando en viajar a Cuba, a pesar de que la isla sigue siendo uno de los países más seguros del mundo que los ciudadanos estadounidenses puedan visitar.
El muy técnico estudio de JAMA, titulado “Manifestaciones Neurológicas en el Personal del Gobierno de EE.UU. que Informa de Fenómenos Audibles y Sensoriales Direccionales en La Habana, Cuba”, sin duda suena aterrador.
El artículo resume los hallazgos médicos iniciales en 21 de los 24 miembros de la comunidad de la embajada estadounidense en La Habana (diplomáticos, familiares y agentes de inteligencia) que sufrieron una serie de síntomas neurológicos de una fuente no identificada entre finales de 2016 y agosto de 2017. “Se observaron disfunciones cognitivas, vestibulares y oculomotoras persistentes, así como trastornos del sueño y dolores de cabeza entre el personal del gobierno de Estados Unidos en La Habana, Cuba, asociados con informes de fenómenos auditivos y/o sensoriales direccionales de origen incierto”, reportó un equipo de médicos del Centro de Lesión Cerebral y Reparación de la Universidad de Pensilvania. “Estos individuos parecían haber sufrido daños en redes cerebrales generales sin un historial asociado de traumatismo craneoencefálico”.
Sin embargo, al informe lo acompañaba una advertencia editorial acerca de que los resultados siguen siendo preliminares e incompletos. “En este punto, una explicación unificadora para los síntomas experimentados por los funcionarios del gobierno de Estados Unidos descritos en esta serie de casos sigue siendo difícil de alcanzar y el efecto de la posible exposición a fenómenos audibles no está claro”, afirma el editorial de JAMA. “Antes de llegar a conclusiones definitivas, se debe obtener evidencia adicional y evaluarla rigurosa y objetivamente”. (2)
No obstante, el estudio de JAMA ha ayudado a aclarar los eventos turbios y tergiversados ​​que la administración Trump ha caracterizado como “ataques sónicos” contra personal estadounidense en La Habana –y una amenaza potencial para los viajeros estadounidenses. El artículo de la revista contiene varias conclusiones importantes:
El mito del “ataque sónico” ha sido científicamente establecido. Los doctores determinaron que los sonidos que escucharon los que enfermaron, descritos como “sonido agudo”, “zumbido”, “chirrido metálico”, “chillidos penetrantes” y “zumbidos”, no pudieron haber causado los síntomas que experimentaron.
“En realidad, no creemos que el sonido audible sea el problema”, dice el doctor Douglas Smith, coautor del estudio, y que dirige el Centro de Lesiones y Reparación Cerebral. “Creemos que el sonido audible fue una consecuencia de la exposición, porque no se conoce que el sonido produzca daño cerebral”.
Al mismo tiempo, el estudio de JAMA arroja dudas acerca de fuentes virales o químicas de los síntomas. Aunque el editorial de JAMA alude a la “enfermedad psicógena masiva” como una posible explicación –una teoría que los investigadores cubanos también han propuesto– después de un año de investigaciones serias por parte de múltiples agencias estadounidenses, la causa de los problemas de salud permanece sin identificar.
Informes sensacionales acerca de daños cerebrales resultan ser noticias falsas. Basándose en filtraciones de funcionarios estadounidenses anónimos que fueron informados acerca de los hallazgos del estudio médico, la Associated Press circuló una primicia aparentemente explosiva en diciembre de que los médicos habían “descubierto anomalías cerebrales” en personal de la embajada de Estados Unidos. “Las pruebas médicas revelaron que los trabajadores de la embajada desarrollaron cambios en los tractos de sustancia blanca que permiten que las diferentes partes del cerebro se comuniquen”, informó AP. Pero ahora se ha revelado que, en el mejor de los casos, esas afirmaciones son incorrectas y, en el peor de los casos, son maliciosas. Según el estudio de JAMA, los 21 pacientes se sometieron a pruebas de IRM (Imágenes de Resonancia Magnética), y “en la mayoría de los pacientes solo se veían imágenes convencionales”. Solo tres mostraron “múltiples focos de T2 brillante en la sustancia blanca”; de ellos, dos fueron “de grado leve y 1 con cambios moderados”. El estudio dejó en claro que no había forma de saber si esos pocos casos tenían algo que ver con los hechos en La Habana o “quizás podrían atribuirse a otros procesos de enfermedad preexistente” o a factores de riesgo.
Los que experimentaron problemas de salud en las habitaciones de hoteles habaneros eran parte del personal estadounidense. El estudio en JAMA se refiere a pacientes del gobierno que experimentaron un “inicio de síntomas en sus hogares y habitaciones de hotel”, lo que ofrecía una confirmación oficial, aunque accidental, de que los incidentes informados en el Hotel Nacional y el Hotel Capri involucraban a empleados estadounidenses, no a turistas. Aparte de los nombres de los hoteles, el Departamento de Estado se ha negado a proporcionar detalles acerca de los tres incidentes que tuvieron lugar en el Nacional y en el Capri. Pero cuando la administración anunció en septiembre pasado el cierre casi completo de la embajada, el Departamento de Estado señaló a los hoteles como evidencia de una amenaza potencial para los turistas estadounidenses y les advirtió categóricamente que no viajaran a la Isla.
“Debido a que la seguridad de nuestro personal está en riesgo, y no podemos identificar el origen de los ataques”, dice la advertencia de viaje, “creemos que los ciudadanos estadounidenses también pueden estar en peligro y les advertimos de no viajar a Cuba. (…) Se han producido ataques en residencias diplomáticas y hoteles frecuentados por ciudadanos estadounidenses”. Un aviso actualizado de viaje que se publicó en el sitio web del Departamento de Estado la semana pasada instruye específicamente a los viajeros estadounidenses a “evitar los hoteles Nacional y Capri”.
Como era de esperar, estas advertencias de viaje han dado lugar a importantes cancelaciones en el Capri y el Nacional, así como un descenso significativo en el total de visitantes de Estados Unidos a la Isla. Ese podría no haber sido el caso si la administración Trump fuera transparente y honesta acerca de lo que sucedió en Cuba, en lugar de explotar esta situación problemática para sabotear las relaciones normalizadas.
“Las filtraciones de información engañosa y falsa por parte de funcionarios del gobierno de Estados Unidos han distorsionado la verdad y han hecho más difícil llegar al fondo del misterio”, señala Collin Laverty, que dirige Cuba Educational Travel (CET) y rastrea el impacto de las políticas de Trump en el turismo y el sector turístico en Cuba. La administración, sugiere, está “ocultando muchos de los hechos”.

CIA: el elefante en la embajada

El estudio de JAMA evaluó a 11 mujeres y 10 hombres que fueron identificados vagamente como “personal del gobierno de Estados Unidos destacados en tareas diplomáticas en La Habana, Cuba”. La prensa dominante a menudo se ha referido a aquellos que informaron lesiones como “diplomáticos”, mientras que funcionarios estadounidenses se han referido a ellos como “miembros de la comunidad de la Embajada”. No se han dado nombres y apellido de un solo miembro de esta “comunidad”, ni mucho menos alguno de ellos ha dado un paso adelante para identificarse a sí mismo.
Han sido los intrépidos periodistas de investigación de la CNN, la AP y, más recientemente, de ProPublica, los que han revelado el eslabón perdido en este misterio: un número importante de los afectados eran miembros de la estación de la CIA en Cuba.
El artículo de ProPublica, basado en una larga investigación de los reporteros Tim Golden y Sebastian Rotella, apareció el 14 de febrero, el mismo día en que se publicó el estudio JAMA. Mientras que el artículo de JAMA fue recogido por los principales medios de noticias como The New York Times y The Washington Post, las revelaciones del largo recuento de ProPublica han sido poco difundidas. El artículo, El sonido y la furia: dentro del misterio de la embajada de La Habana, brinda la primera cronología creíble e integral acerca de cómo se desarrolló la crisis de salud y, lo más importante, denuncia el encubrimiento de la administración Trump acerca de quién fue afectado inicialmente. “Los primeros cuatro estadounidenses que informaron haber sido golpeados por el fenómeno”, según Golden y Rotella, “eran todos oficiales de la CIA que trabajaban bajo fachada diplomática, al igual que otros dos afectados posteriormente”. (Se rumorea que entre los dos últimos se encuentra un médico de la agencia que fue enviado a La Habana para evaluar lo que estaba sucediendo a sus colegas de la CIA y que informó de lesiones acústicas mientras se hospedaba en uno de los hoteles.) Los oficiales de la CIA vieron “un patrón que no era casual”.
De hecho, el artículo deja en claro que tanto los altos funcionarios de la embajada como los de inteligencia creían que los episodios acústicos eran parte de una larga y desagradable historia de “espía contra espía” en Cuba. Entre fines de diciembre de 2016, cuando el primer operativo de la CIA informó sus síntomas, y fines de marzo de 2017, cuando se compartieron los problemas de salud con la comunidad de la embajada, “tanto los oficiales de inteligencia como los diplomáticos de alto rango supusieron que los ruidos eran ‘simplemente otra forma de acoso’ por parte del gobierno cubano “, informó ProPublica. En marzo, el embajador estadounidense de facto, Jeff DeLaurentis, dijo a un colega diplomático que deseaba una reunión completa de la embajada acerca del tema que “él y otros que conocían de los incidentes creían que estaban confinados a un ‘pequeño universo de personas’ de quien los cubanos probablemente sospechaban que hacían trabajo de inteligencia, ya fueran oficiales de la CIA o no”.
The Nation supo que los principales funcionarios de la CIA estaban tan convencidos de que sus agentes estaban bajo ataque que aparentemente ordenaron el cierre de la estación de la CIA en La Habana —una medida que contribuyó a la decisión en septiembre del ex secretario de Estado Rex Tillerson de cerrar el consulado y reducir al mínimo las operaciones de la embajada.
Solo después de que DeLaurentis informara a todo el cuerpo diplomático en la embajada de La Habana, a fines de marzo de 2017, estalló algo parecido a una histeria colectiva. Unos 80 miembros de la comunidad diplomática de Estados Unidos, incluidos familiares y personal no diplomático, marcharon a Miami para que se les realizaran pruebas relacionadas con los síntomas. De ellos, se descubrió que alrededor de una docena tenía experiencias traumáticas similares a los casos más serios del personal inicial de la CIA. Entre abril y agosto, se reportaron otros ocho casos, incluidos los tres en los hoteles Capri y Nacional, al menos uno de los cuales incluía a un empleado de la CIA. En total, se han identificado 24 casos como parte de este misterio de salud. Ninguno involucra a turistas estadounidenses.

“Deber de informar”

El hecho de que un “pequeño universo” de personal de la CIA esté en el centro de lo que ha evolucionado hasta convertirse en un importante punto muerto en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba explica el secreto que rodea este misterio; admitir públicamente que existe una “estación de la CIA” en cualquier parte del mundo es tabú para los funcionarios estadounidenses. La naturaleza de alto secreto de las operaciones de la CIA restringe la divulgación de información por parte de la administración, y por senadores y representantes que han recibido múltiples informes clasificados acerca de la situación. Limita el acceso a la información que tanto científicos como médicos necesitan para evaluar completamente lo que podría haber creado esta situación misteriosa.
De hecho, la sensibilidad en torno a las tecnologías de espía contra espía en uso en Cuba también puede impedir una consulta muy necesaria entre las comunidades de inteligencia estadounidense y cubanas acerca de si el equipo relacionado con el espionaje podría haberse combinado inadvertidamente para crear estas condiciones de salud.
Un exhaustivo estudio acústico publicado la semana pasada por un equipo de científicos e ingenieros informáticos de la Universidad de Michigan y la Universidad de Zhejiang en China concluyó que los chirridos metálicos que escuchó el personal estadounidense en Cuba podrían haber sido causados ​​por una combinación accidental de ondas de ultrasonido, lo que aumenta la posibilidad de que varios portadores ultrasónicos, incluidas las tecnologías de escucha e interferencia, chocaran para crear las condiciones para el daño.
“Si el ultrasonido desempeñó un papel en dañar a los diplomáticos en Cuba”, afirma el estudio, “entonces una causa posible es la distorsión de intermodulación entre señales ultrasónicas que sintetizan involuntariamente tonos audibles”. En otras palabras, la interferencia acústica sin intención maliciosa de causar daño podría haber provocado las sensaciones audibles en Cuba”. Es difícil imaginar cómo esta teoría potencialmente prometedora puede ser demostrada sin un diálogo formal y sincero entre las autoridades apropiadas de Estados Unidos y Cuba. (3)
Sin embargo, al ocultar esta parte de la historia, la administración Trump ha creado una falsa impresión de que existe una amenaza más amplia para los viajeros en Cuba, cuando la amenaza, si es que hubo alguna, parece haber evolucionado en torno a un grupo específico de personal estadounidense. Sin este contexto, la alerta oficial de viaje –ordenada por los procedimientos del “deber de informar” del Departamento de Estado cuando hay una reducción del personal de la embajada– es totalmente engañosa para el público viajero.
De hecho, si la administración cumpliera honestamente su “deber de informar”, aconsejaría a los turistas potenciales que los problemas de salud han sido específicos del personal del gobierno de Estados Unidos, que no se han reportado casos desde agosto de 2017 y que, en general, Cuba sigue siendo una de las naciones más seguras del mundo para visitar.
Un honesto asesor de viajes señalaría que en enero la Feria Internacional de Viajes en Madrid acordó otorgar a Cuba un premio a la excelencia como el “país más seguro para el turismo”. Una encuesta reciente del Centro de Viajes Responsables (CREST) ​​de 42 agencias que organizan viajes a Cuba descubrió que ni uno solo de los viajeros que ellas atendieron en 2017 había informado acerca de problemas de salud relacionados con los de la comunidad de la embajada.
“Hemos llevado a Cuba a más de 10 000 estadounidenses en los últimos años, incluidos miles en 2017 y 2018, y ninguno ha reportado ningún problema de salud similar durante o después de su visita”, señala Laverty, de CET, quien también maneja los viajes de The Nation a Cuba. “Por el contrario, una de las respuestas más comunes en las encuestas posteriores al viaje es cuán seguros se sienten los viajeros en ese país”.
CREST y CET se encuentran entre casi tres docenas de agencias de viajes y grupos educativos que pidieron al ex secretario Tillerson que cambie la advertencia de viaje y devuelva al personal a la embajada. Solicitudes similares han llegado de parte de senadores y representantes del Congreso, incluidos el senador de Vermont Patrick Leahy y la representante de la Florida Kathy Castor, quienes visitaron Cuba a fines de febrero y se reunieron con funcionarios cubanos para analizar cómo hacer avanzar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
En una carta del 28 de febrero a Tillerson, la congresista Castor le instó a “devolver lo antes posible a la embajada a los funcionarios consulares y al personal diplomático” para que Estados Unidos pueda promover sus intereses políticos, culturales y económicos en momentos de una importante transición de liderazgo en Cuba, así como para apoyar al creciente sector privado cubano, que depende de la interacción comercial y el turismo estadounidense.
“También es hora de revertir la excesiva advertencia de viaje del Departamento de Estado de que no es seguro viajar a Cuba”, continuó su carta. “No hay nada en la historia reciente que demuestre que Cuba es insegura para los visitantes estadounidenses”.
Sin embargo, el 5 de marzo el Departamento de Estado comenzó a implementar un nuevo plan de personal que mantendrá a la comunidad de la embajada en niveles mínimos, transformando una reducción temporal en una indefinida. La embajada “funcionará como una misión no acompañada, lo que se define como una misión en la que no se permite residir a familiares del personal”, declaró el departamento la semana pasada. La decisión fue acompañada por otra larga advertencia contra viajar a Cuba.
Pero en momentos en que la administración Trump parece decidida a socavar las mejoradas relaciones de Estados Unidos con Cuba, viajar a la Isla se ha vuelto aún más importante. Si el Departamento de Estado no está dispuesto a participar en la misión de diplomacia, se dejará en manos de los ciudadanos/diplomáticos llenar el vacío y, a nivel de pueblo a pueblo, promover la causa de relaciones positivas.

Peter Kornbluh
Tha Nation

Notas:

(1, 2 y 3) Ver comentario en http://progresosemanal.us/20180315/notas-al-margen/

Peter Kornbluh dirige el Proyecto de Documentación de Cuba y el Proyecto de Documentación de Chile en el Archivo de Seguridad Nacional en Washington, DC. También es coautor, junto con William M. LeoGrande, de Un canal clandestino a Cuba: la historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana. Kornbluh es también autor de El archivo Pinochet: un dossier desclasificado acerca de la atrocidad y la responsabilidad.

viernes, 16 de marzo de 2018

Concretando los pasos hacia el relevo revolucionario

Votaciones en Cuba

Este domingo 11 de marzo 8 millones de cubanos y cubanas estaban llamados a votar. En sus manos se encontraba elegir a 605 parlamentarios para renovar la Asamblea Nacional y a los 1.265 delegados a quince Asambleas Provinciales del Poder Popular, que serán constituidas el próximo 25 de marzo, según el cronograma de la Comisión Electoral Nacional (CEN). El requisito para su elección era que los candidatos superaran el voto de la mitad de los electores en su localidad, cosa que sucedió en todos los casos. Según se reportó desde la CEN en datos preliminares, la participación fue del 82,90 % y los votos no válidos el 5,6 % (anulados el 1,26 % y en blanco el 4,32 %). Desde los medios críticos con el sistema político cubano, se ha destacado que esta cifra de participación es la más baja desde las primeras elecciones al poder popular en 1976, lo que hablaría de una sociedad actual menos politizada que antaño.
Según el artículo 73 de la Ley Electoral de 1992, los diputados, nombrados por un período de cinco años, serán los que elegirán a su vez al Consejo de Estado, a propuesta de la Comisión de Candidaturas Nacional. El nuevo presidente o presidenta del Consejo de Estado asumirá la función de jefe de Estado y jefe de Gobierno, al presidir también el Consejo de Ministros. Es de prever que el 19 de abril, fecha en que se constituirá la nueva Asamblea Nacional del Poder Popular, se confirme el relevo generacional que sustituya casi por completo a la generación histórica. Pero el escenario todavía sigue abierto. Lo único claro, en medio de las apuestas sobre si será el vicepresidente Miguel Díaz-Canel quien presidirá el país durante los próximos cinco años, es que Raúl Castro pondrá fin a su segundo mandato tras una década en la Presidencia (2008-2018).
En este sentido, estas elecciones generales son especialmente simbólicas. Tanto en el exterior como entre algunos sectores en Cuba, se perciben como el inicio de un nuevo ciclo de la Revolución, en el que el liderazgo histórico habrá dado un paso al lado para que generaciones más jóvenes sean las que asuman mayor responsabilidad y, sobre todo, visibilidad. Si bien el presidente Raúl Castro continuará como diputado y seguramente como secretario general del Partido Comunista de Cuba (PCC), la generación guerrillera de la Sierra Maestra ya no estará en primera línea política lo que, sin duda, tiene un impacto político importante.
No obstante, el impacto puede ser más simbólico que práctico. El relevo generacional es un proceso que se viene aplicando de manera gradual desde hace años, conviviendo con el liderazgo histórico, aunque muchos analistas lo pasen por alto. La previsible culminación del relevo generacional que se producirá cuando se nombre en abril la nueva jefatura del Estado, se insinúa desde los medios y analistas hegemónicos como el fin de un proceso de transformación política y social iniciado con el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959. Pero, igual que la muerte de Fidel Castro el 25 de noviembre de 2016 no supuso el fin de la Revolución Cubana, tampoco es de prever que la renovación de la dirigencia lo suponga per se.
Las alertas de Fidel Castro en su discurso pronunciado en al Aula Magna de la Universidad de La Habana en noviembre de 2005: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”, se han utilizado para alertar de los peligros que acechan al legado revolucionario desde adentro de la Revolución. Los revolucionarios dentro y fuera de Cuba son conscientes de ello. De hecho, algunos analistas cubanos han apuntado a la existencia de sectores reformistas, presentes tanto en las viejas como en las nuevas generaciones, dispuestos a aplicar en Cuba algo similar a los modelos chino o vietnamita de “socialismo de mercado” o incluso medidas de corte liberal, aunque hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta quiénes conforman cada uno de estos sectores ni qué peso podrían tener en la toma de decisiones.
Lo cierto es que las especulaciones sobre qué pasará a partir del 19 de abril de 2018 son eso, especulaciones. Hasta que no se constituya el nuevo Gobierno y pasen los meses, no se podrá saber a ciencia cierta hacia dónde se decanta la nueva dirigencia cubana. Hay quienes apuestan a que Cuba camine hacia la sustitución de su actual modelo socialista. Esta es la opción deseada, recomendada y promovida por el Gobierno de EE. UU., la Unión Europea y un establishment internacional que sigue anclado en la lógica de Guerra Fría. Bajo el argumento de que “se deben acometer reformas” para solucionar los desafíos económicos de la economía cubana se obvia que Cuba lleva años tratando de “perfeccionar”, como la dirigencia cubana lo califica, su sistema económico y político socialista a través de las reformas establecidas en los conocidos popularmente como Lineamientos.
Los retos que habrá de asumir la nueva dirigencia son enormes pero corresponde a los cubanos y cubanas su solución, a nadie más. La participación democrática, tal y como estas elecciones han mostrado –pero no solo la participación electoral– es la única vía para decidir entre todos ellos cuál es el destino que quieren para su país. Y, por el momento, el pueblo cubano ha votado mayoritariamente por un relevo revolucionario, no por un relevo de la Revolución. Sería bueno no confundirse con los términos.

Arantxa Tirado
CELAG

Notas:

1 http://www.eleccionesencuba.cu/cronograma
2 http://www.cubadebate.cu/noticias/2018/03/12/elecciones-en-cuba-elegidos-los-605-diputados-a-la-asamblea-nacional/
3 http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article204786774.html
4 http://www.cubanet.org/htdocs/ref/dis/01070301.htm
5 http://www.celag.org/elecciones-cuba-los-desafios-del-relevo-generacional/
6 http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-43267532
7 http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html
8 http://www.celag.org/cuba-grupos-de-poder-estratos-sociales-y-orientacion-del-cambio-economico-por-luismi-uharte/
9 A modo de ejemplo, véase https://www.brookings.edu/research/cubas-economy-after-raul-castro-a-tale-of-three-worlds/
10 http://www.granma.cu/file/pdf/gaceta/Lineamientos 2016-2021 Versión Final.pdf
11 http://www.celag.org/cuba-retos-politicos-economicos-contexto-pre-electoral/

Arantxa Tirado es investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) (@aran_tirado)

Masetti: Arriba los que luchan




Si te aventuras al desafío de una hora de búsqueda poética, aunque llueva sobre mojado, eres bienvenida, bienvenido, y también viceversa a este programa sobre un gran periodista que pocos conocen.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Brasil y Cuba: medios, capital privado y libertad de prensa




El gremio de periodistas en Cuba trabaja por mejorar sus medios públicos. Y también por hacer más autónoma e incisiva su información, superando el secretismo, el triunfalismo y otros males reconocidos de la prensa cubana.
Edición: Ana Gil. Fuente:

“La democracia plena solo podrá ser socialista”

Entrevista a Aurelio Alonso, sociólogo y subdirector de la revista Casa de las Américas

LT: El 19 de abril próximo se instaurará el nuevo Parlamento en Cuba y se cumplirá el término de los dos períodos consecutivos de cinco años en que Raúl Castro ha fungido como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. A su juicio, ¿qué desafíos enfrentarán desde entonces el ejercicio del poder y el desarrollo de una política revolucionaria y socialista en Cuba?
AA [1]: Es de Perogrullo decir que las elecciones de marzo tendrán un significado que las diferenciará de todas las precedentes, pero creo que no queda más remedio que comenzar por ahí. Con la salida de Raúl Castro de la presidencia del Consejo de Estado (que de ningún modo significa salir del poder –mantendrá el cargo de Primer Secretario en el PCC y un asiento como diputado en la nueva Asamblea; además, no creo que las Fuerzas Armadas prescindan de su comandancia mientras tenga vida), se produce la retirada de esa dirección institucional de lo que recibimos como generación histórica de nuestra Revolución. El alto reconocimiento honorífico –concedido hace unos días– a las tres figuras más destacadas de la misma que se mantienen activas, también lo indica así aunque, como Raúl, quedan igualmente en la ANPP. Su papel emblemático en la resistencia y la búsqueda de perfeccionamiento de lo que los enemigos creen descalificar llamando “el régimen”, es innegable y meritorio. Pero la pregunta ¿qué desafíos implica este cambio? –la cual debe rondar los pensamientos de todos los cubanos– requiere distinguir las diferencias que en rigor son visibles de la tentación adivinatoria. Me limito aquí a lo primero, y tal vez en alguna de las respuestas que sigan me deje llevar por la tentación.
La nueva elección a la Asamblea Nacional del Poder Popular debe cubrir las altas instancias de decisión con la presencia de otra generación. No se trata ahora del ingreso de figuras aisladas, como hasta hoy se ha dado, sino del núcleo mismo del relevo generacional en las instituciones conductoras de la sociedad. La permanencia de Fidel Castro a la cabeza del sistema político desde 1959 hasta 2006 le dio un sentido distintivo al liderazgo histórico de la Revolución, y permitió consolidar sus valores y su resistencia en las más adversas coyunturas. Sabemos que ese liderazgo fuerte y consistente propició al pueblo seguridad y confianza. Su relevo por Raúl, su más fiel compañero de luchas desde el asalto al cuartel Moncada en 1953, demostró que aquella resistencia podía mantenerse perfectamente en el contexto de una indispensable renovación del proyecto de justicia social y equidad emprendido como Estado soberano. Cambiar a fondo sin renunciar a valores y logros, es el propósito manifiesto que sobresale entre cualquier cantidad de propuestas en discusión.
No me interesa aquí –y supongo que a ustedes tampoco– la especulación acerca del candidato más probable a la Jefatura del Estado. Además, lo decidirán, intuiciones aparte, los diputados que serán electos ahora, por lo que ni siquiera valdrían sondeos de opinión, en términos estadísticos. Lo que me interesa destacar es que, rebasada la época del liderazgo histórico, la legitimidad del elegido tendrá que sostenerse, en todos los niveles del Poder Popular, por el mandato electoral, la rendición de cuentas de la gestión y el derecho a revocar a los representantes electos, si pierden la confianza de los electores. Más allá de quien sea la persona elegida a la Presidencia, importa el hecho de que el carácter colegiado que la Constitución asigna al Consejo de Estado se vería reforzado, en la práctica, en la toma de decisiones. No hace falta cambio jurídico previo para presumir que crece el peso del criterio de la mayoría al interior de Consejo de Estado. Lo cual debe traducirse en más responsabilidad participativa, e irradiar a la vez esta influencia hacia todo el sistema de Poder Popular, dado el peso que se asigna ya en todas las instancias a la colegiatura.
Tal vez la esperada reforma de la Constitución aporte un dispositivo de refrendación plebiscitaria que refuerce el respaldo directo del pueblo al mandato del elegido, y su gestión no quede sujeta exclusivamente a la representatividad que ostenta el Consejo de Estado. He intentado expresar esta idea anteriormente al inclinarme por la idea de que el Presidente lo sea de la República más que del órgano colegiado. No obstante esto es imprevisible por el momento. Como lo es también una mayor precisión del enunciado de dirección del Estado por el Partido, pues ya se puede inferir a partir de abril una separación tácita del mando partidario del gubernamental.
De ningún modo se trata de un proceso que implique ruptura con la orientación del sistema que los cubanos nos hemos dado, que de cara a los reveses sufridos ha mostrado, en momentos críticos, y muestra ahora, resiliencia a través de enormes dificultades. Aun si se pueden prever, por lo arriba expuesto, cambios más profundos que los pasos dados hasta hoy.
El desafío para los cubanos a la salida de las urnas en esta elección no será el de procurar o esperar soluciones mágicas para sus dificultades actuales; de ningún modo van a producirse soluciones con facilidad. Se trataría, en sentido general, de acoplar la paradoja aparente entre el nivel alcanzado de conceptualización del modelo y la batería aprobada de lineamientos para gobernarse, con la profundización de un panorama reformador orientado a dar sustentabilidad y una efectiva participación ciudadana al proyecto socialista en las condiciones de Cuba. Un acoplamiento de continuidad y cambios que barra con el peligro de un derrumbe social, de un escenario que podría ser no solo de pobreza, sino de desamparo.
LT: Dentro de esos desafíos generales, el término–por razones biológicas– de los liderazgos personales que han configurado la cultura política cubana durante el último sexenio comporta retos específicos para el desempeño de –entre otros actores–:
a) El Partido Comunista de Cuba
b) Las instituciones estatales
c) Las organizaciones políticas y de masas
d) Las formas organizativas de distintos signos ideológicos que existen en estos momentos en el país
¿Pudiera referirse a las características que ha asumido la configuración de la cultura política cubana del último sexenio en torno a los liderazgos para los actores referidos?
AA: Esta es una pregunta que engloba una extraordinaria complejidad y no podría responderla de manera satisfactoria. Digo satisfactoria para mí mismo, en primer lugar. No obstante, trataré de abordar algunos aspectos en los que tengo criterio formado y podría ser de utilidad compartirlos. Antes de tocarlos directamente, recuerdo que, nos guste o no, afrontamos un doble reto. No de manera disyuntiva sino inclusiva: me refiero al reto de corregir malformaciones sistémicas generales de las experiencias socialistas del siglo XX, en el plano de las instituciones como en el de la cultura política, por una parte; y por la otra el de hacerlo en las condiciones específicas, de espacio y tiempo, de la realidad cubana. Insisto en el sentido del doble desafío porque al hacer lo segundo, que es lo que nos toca como praxis de construcción socialista, no podemos dejar de mirar también a lo primero. El análisis de los fracasos se hace tan importante como el de los logros, y en especial la interacción entre unos y otros.
Ahora nos hallamos ante un acontecimiento electoral que concierne a las instituciones del Estado revolucionario y no al Partido, aunque sin duda se hace inseparable aludir esa relación de poder para proyectarnos hacia la democracia plena que, dicho sea más allá de la ideología, solo el socialismo podrá alcanzar.
Comienzo por el hecho de que la relación entre Partido y Estado no es –no lo considero– un tema teóricamente resuelto en el marxismo (lo es, eso sí, el de la necesidad del partido para revolucionar a fondo la sociedad capitalista). Recuerdo que en los sesenta un estudioso británico marxista distinguía tres connotaciones en el uso del concepto de partido en Marx[2]. Es algo que ganó precisión en sus sucesores, en un contexto polémico, en el cual se destacan los aportes de Kautsky, Plejanov, Rosa Luxemburgo, Trotsky y, sobre todo de Lenin, de quien recibimos la noción más elaborada y acertada del concepto como vanguardia del proletariado, como la organización de avanzada, la intelligentsia de la clase social responsabilizada con la tarea histórica de cohesionar las fuerzas para realizar el cambio revolucionario. Primero desde la oposición, para llegar al poder, para conducir después desde el poder la formación de una nueva sociedad, socialista por el rumbo, de transición, atenidos a las condiciones históricas concretas. Los aportes más importantes que le siguieron, como el de Antonio Gramsci, no salieron de Moscú.
Lenin lideró brillantemente la primera etapa, la de la integración y proyección de esa fuerza de vanguardia en Rusia, pero su muerte cortó en pocos años la posibilidad de conducir la sociedad con esa visión, una vez en el poder[3]. Como sabemos, le siguió una historia sumamente accidentada, paradójica, cargada de glorias incuestionables, pero también deformaciones inusitadas, que vaciaron de sentido al poder proletario original. Historia que distanció al partido de la sociedad. En Cuba, sin partir del antecedente marxista, José Martí se planteaba en la misma época de Lenin la necesidad de un partido para dirigir la lucha por la independencia y para formar la República, pero en su caso ni siquiera pudo liderar el camino al poder, y quienes le sucedieron dejaron que se liquidara el Partido Revolucionario Cubano, con el cual él había logrado trazar el camino de la lucha. Y ya sin el partido de Martí, se acomodaron a una república claudicante, en un coloniaje de nuevo tipo.
Me explico de manera sumamente esquemática porque no es el lugar para extenderme; lo hago solo para poder afirmar que el legado posleniniano no dejó una experiencia de vanguardia partidaria coherente y fiable, y de Martí lo que nos pudo llegar es un compendio de valiosas advertencias que permitieron su rescate por los “moncadistas”.
Lo cierto es que la vanguardia bolchevique no devino en el largo plazo la fuerza capaz de retener, con reformas seguras, un proyecto socialista que, a pesar de sus defectos, había elevado al país más atrasado del capitalismo de principios de siglo al nivel de segunda potencia mundial. No voy a discutir ahora sobre la “crisis del sistema” y sus causas. Solo quiero consignar que, a pesar de los logros, el PCUS de los años ochenta ya tenía torcido el sentido del bolchevismo del 17. Sin menoscabo de virtudes ejemplares de aquella militancia, que aun se manifiestan como recuerdo y como legado.
Dicho esto, cambio de escenario. En Cuba el socialismo real (no el que requiere ser entrecomillado) se engendró en el asalto al Moncada en 1953, con la participación de 113 militantes de la izquierda del partido llamado ortodoxo (PPC), cercanos a Fidel, 3 procedentes del “autenticismo” (PRC), y 2 del socialista (PSP)[4] que es de suponer incurrían con ello en un acto de indisciplina. Raúl Castro era uno, como sabemos. Venían del partido que creó Chibás el 71% de los hombres que aquella mañana hicieron nacer algo totalmente distinto, llamado a hacer naufragar la vieja República, criminal y corrupta, con su sistema de instituciones.
La Revolución cubana liderada por Fidel no monopolizó el poder para su movimiento, sino que articuló el partido llamado a dirigir la formación de la nueva sociedad a partir de la integración de las tres fuerzas que terminaron contribuyendo inequívocamente al cambio al que la victoria daba lugar. Con mecanismos para crecer y madurar como partido en una sociedad nueva, en restructuración. Se organizó como “partido unido”, no como partido único. El signo de su unidad fue el de la inclusión, no el de la exclusión, y quedó ratificado en 1965, cuando se constituyó ya bajo el nombre de Partido Comunista de Cuba. Combinó desde temprano, como exigencia de militancia, principios de voluntariedad, ejemplaridad ante las masas, selección autónoma, y compromiso de la membresía.
Dada la pérdida de sentido del viejo andamiaje partidario, se hizo evidente desde entonces, que no se trataba de la disyuntiva de optar entre uno o varios partidos, sino de configurar como partido la vanguardia social a partir de una acción integradora. El problema nunca fue el número sino la figura. Un cambio radical de significado de la función partidaria. Impregnar a la política de un sentido inédito. Aclaro que con ello no quiero decir que no pueda construirse socialismo dentro de esquemas pluripartidistas, cosa que nadie ha probado. Pero tampoco es aceptable que la democracia sea la competencia entre partidos electorales por el poder político. De hecho la historia muestra más fracasos que éxitos para consolidar la representación de los intereses de la mayoría desde esquemas electorales pluripartidistas. Esa noción viciada del pluralismo se vuelve un camino verdaderamente escabroso e incierto para los movimientos populares, manipulable por las fuerzas de destrucción. Otro pluralismo democrático es posible.
Intento explicar con esto que, para mí, el paradigma de democracia en Cuba no pasa por una multiplicación de partidos políticos. Sería una ruta artificial –y pienso que fatal– de distanciamiento del proyecto socialista y de enajenación de la soberanía popular.
En la actualidad la experiencia del desarrollo chino ha aportado la posibilidad (y la importancia) de la conducción de una sociedad de mercado con un partido comunista, que mantiene el legado del papel de fuerza de vanguardia, garante de la elevación de las condiciones de vida de la población, paralela a la acumulación de capital. Claro que China es un país enorme, de historia antiquísima y muchas potencialidades, y sus movimientos no están sometidos a la vulnerabilidad que confronta el país pequeño, con solo 120 años de experiencia como Estado nación, de escasos recursos, geográficamente en el traspatio del imperio. Pienso, por ello, que podría ser suicida aplicar ecuaciones que han funcionado allí, y lo cito solo para destacar el ejemplo de un partido que supo apropiarse, en sus condiciones, del legado dejado por los bolcheviques.
En Cuba, durante una primera década, el Estado nacido de la Revolución se condujo sin preocuparse mucho de darse definiciones institucionales para el largo plazo. Recordemos que el I Congreso del PCC no se celebró hasta 1975, que las instituciones del Estado y la Constitución socialista datan de 1976, y de aquel momento la precisión expresa de que el Partido dirige al Estado: “El Partido Comunista de Cuba, dirigente superior de la sociedad y el Estado”[5]. Es una aserción que acepté entonces y sigo aceptándola hoy, pero que creo se resiente de la falta de precisión en cuanto al modo de dirigir. Coloca tácitamente al Partido fuera del Estado, ya que no lo dirige como parte del mismo, con lo cual su incidencia en las decisiones políticas no se regulan constitucionalmente.
Como expresa Valdés Paz, el enunciado constitucional sugiere una equidistancia del Partido respecto de la sociedad y el Estado cuya función es representar a la sociedad frente al Estado y legitimar al Estado ante la sociedad[6].
Después de 1990, con vistas a explorar perfeccionamientos, hemos subrayado a menudo la crítica a la influencia que los esquemas soviéticos tuvieron en nuestras instituciones. No fue la nuestra, sin embargo, una adopción sincrética puesto que el primer quinquenio de los setenta fue de experimentos y elaboraciones que permitieran darle tonos propios al proyecto cubano. El IV Congreso del Partido en 1991 y La Reforma Constitucional de 1992 abonaron, después del derrumbe soviético, un camino de cambios, aunque reconocidos desde entonces como insuficientes, con una promesa de nuevos aportes jurídicos y de otras reformas que siguen pendientes.
Considero posible afirmar que las cuatro décadas de socialismo cubano que siguen al 1975 han consagrado un poder de determinación, al nivel de Buró Político del Comité Central del PCC (de su membresía más que de la colegiatura), sobre las grandes definiciones y decisiones que emanan los órganos superiores del Estado. Se percibe con claridad que en la escala de las provincias la gobernación del Partido resulta aun más explícita: que el Partido dirija bien o mal se traduce incluso como decisivo en los resultados económicos y sociales. Y parecería que en los comités municipales la función partidaria cobra otra forma: principalmente el despliegue de la cadena de transmisión mecánica de orientaciones a la base de la organización. Más que una réplica del ejercicio decisional de la provincia, que deja un radio de decisión muy restringido al alcance de la instancia municipal.
La incongruencia más delicada a que da lugar la poca precisión del modo en que el Partido dirige –no solo al Estado, sino también a su propia base– es, a mi juicio, la que se produce precisamente entre una función de transmisión de orientaciones y la recepción del criterio de la militancia que lo sostiene, que es, sin embargo, la que está en condiciones de expresar de manera directa el pulso de la sociedad, sus urgencias, sus iniciativas, y todo lo demás.
El perfeccionamiento de nuestra democracia socialista tiene que serlo en primer lugar el de nuestra democracia dentro y desde el Partido, debido a la función que le ha sido reconocida a la institucionalidad partidaria en la garantía del rumbo del proyecto económico y social (clave para hacer del “régimen” nuestro algo muy superior al “régimen” de sus críticos). Democracia que estimo habría que perfeccionar, no dejar que se debilite. O que se continúe debilitando a causa de un fatal inmovilismo burocrático, para expresar con claridad mis inquietudes.
No me siento portador de descubrimiento alguno con lo que aquí afirmo. De hecho, parto de documentos que lo demuestran. Se inició con el Llamamiento al IV Congreso del PCC lanzado en 1990[7], y por el camino abierto entonces –a pesar de marcados altibajos– hasta el debate sobre la Conceptualización del Modelo y los Lineamientos. Documentos que responden a esa impronta de democracia, partidaria y general, que reclama el paradigma socialista.
Me he extendido demasiado en el punto pero se me ocurre que la separación de mandos que producirá esta elección propiciará una revisión más profunda de los mecanismos y hasta del contorno institucional de nuestro partido. No solo para los órganos del Estado.
En mi opinión los efectos del cambio que tiene lugar ahora se percibirán progresivamente a medida que se acople la integración de la nueva Asamblea Nacional, y se deben inscribir en las perspectivas abiertas, que en no pocos aspectos han sido paralizadas coyunturalmente. Su primer desafío ahora es posible referirlo como de continuidad –lo he leído así en algunas opiniones de dirigentes– pero solo si hablamos de continuidad en líneas de transformación estructural que ya han sido trazadas. Ello será posible solamente si se logra imponer por vías democráticas, frente a una trabazón burocrática extendida y reforzada desde los mismos organismos centrales. Lamentablemente no siempre se quiere reconocer así, y no se ponderan los peligros que esconden el burocratismo y el inmovilismo.
En la misma disposición de reaccionar a sus preguntas con criterios que me he formado, pienso que nuestras legislaturas debieran contar con más dedicación profesional, con una proyección deliberativa más abierta a la opinión pública, previa a las elaboraciones por sus comisiones especializadas, y no solamente para lecturas y aprobaciones a posteriori. En el corto plazo — si pensamos en la próxima legislatura — resultaría muy provechoso que su participación hiciera más efectivo el sentido crítico y propositivo de los elegidos para representar la panoplia de intereses, necesidades, propuestas y puntos de vista de la población, tan diversificados y tan deficientemente reflejados.
La división de poderes del Estado, significativa en el pensamiento liberal, suele ser puesta en contra de los valores democráticos más elementales, como hoy vemos que sucede en las manipulaciones del poder judicial contra la arrasadora popularidad de Lula da Silva, única variante para poner a Brasil de nuevo en el carril interrumpido por el golpe de estado parlamentario de 2016. Allí conspiraron los dos poderes (legislativo y judicial) confabulados por la oligarquía –el único poder real– contra la democracia. Lo apunto para subrayar la importancia que tiene la unificación de poderes para una democracia socialista. No obstante, si vamos a los orígenes, también hallamos en la base del principio de división de poderes la preocupación –explícita en Montesquieu — de que el parlamentarismo por sí mismo no aseguraba impedir el autoritarismo, y que se volviera a implantar con impunidad la tiranía. A pesar de tal prevención la historia ha mostrado la facilidad con que el significado de esta división puede ser trocado. No obstante, recurro al tema para apreciar que la unificación no debiera impedir que las funciones ejecutivas y las deliberativas, objetivamente diferenciables, se confronten con vistas a la elaboración de la Ley, la toma de decisiones, y la corrección de políticas. De modo que pienso que debiera considerarse la conveniencia de que los miembros de la Administración, en lugar de ocupar asientos como diputados, participaran rindiendo cuentas: en otras palabras, que no sean elegibles por la incompatibilidad de funciones. Y reforzar formalmente así el peso específico de ese potencial democrático que el parlamento ostenta, como la máxima expresión de colegiatura del Estado. La veo como una de las consideraciones a tratar de incluir en una nueva reforma de la Constitución que podría ser pensada, analizada, debatida, por esta legislatura aun si no estuviera en sus manos su solución. Me gustaría descubrir que lo está.
No he mencionado lo más inmediato, que tiene que ver con el papel que corresponderá al próximo mandato en el aseguramiento –jurídico y político ya que la ANPP concentra los poderes del Estado– en hacer funcionar reformas que hagan sostenible la economía cubana. Empezando por lo planteado ya. El debate hoy sobre este tema es muy rico y se supone que nuestros elegidos tengan ese caudal y la capacidad de aprovecharlo de manera racional. Mi esperanza es que la Asamblea que estamos eligiendo ahora traiga una carpeta cargada de propuestas, de ingenio, de audacia y disposición para debatir en aras de asumir una responsabilidad histórica, sin vacilaciones, en cambiar lo que tiene que ser cambiado. Aunque no le toque a ella todo. Sin temor a cometer errores, y dispuesta siempre a corregirlos.
La pregunta no termina aquí, pero mi respuesta sí. Comprendo perfectamente que las organizaciones que constituyen la armazón fundamental de nuestra sociedad civil (las definidas como políticas y de masas) preservan su vigencia, pero también creo que sus funciones tendrán que atemperarse a los cambios. Sus congresos venideros deberán servir para propiciar una comprensión de su realidad presente y acordar, desde su interior, definiciones consecuentes. Sobre la “cultura política cubana del último sexenio” y de los “desafíos que comporta” no me siento en condiciones de ir más allá de lo que pueden inferir de mi respuesta, y que considero coherente con lo que he expuesto en distintos lugares en los últimos años[8].
LT: Aurelio, tras hacerse públicas las listas de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular para su IX legislatura, se hizo notable la ausencia de tres de los Cinco Héroes de la República de Cuba, esto ha generado un debate que no se ve reflejado en nuestros principales medios de prensa. ¿Qué análisis sobre el funcionamiento reciente de nuestro sistema político –y electoral– le motivan este hecho y sus implicaciones simbólicas?
AA: Pienso, como la mayoría de los cubanos, que la ejemplaridad de la resistencia y la solidez de principios manifestadas por los cinco miembros de la “red Avispa” apresados, procesados y condenados por el poder imperial, signa el significado revolucionario para nuestra identidad nacional (hablo precisamente de cultura política). Porque Fidel y todo el poder revolucionario no demoraron ni dudaron un instante en exaltarlo así, y el pueblo en identificarse con ello, a lo largo de los quince años que duró esa odisea de nuestro tiempo. Su regreso fue celebrado con el júbilo de los grandes momentos. Si al final no quedara otro saldo de aquel entendimiento histórico del 17 de diciembre de 2014 entre los dos Jefes de Estado, el retorno de “Los Cinco”, que además es lo único que Donald Trump no podrá revertir, hizo inolvidable el acontecimiento.
En consecuencia, no puede extrañarle a nadie que la inmensa mayoría de los cubanos esperáramos ver los nombres de los cinco en esta candidatura para la Asamblea Nacional, ni que las familias de los que no fueron escogidos expresen su lógica sorpresa, ni que fluyan muchísimas críticas justas por esta ausencia. Estimo que si la candidatura a diputados se confeccionara a partir de un criterio del dispositivo electoral que reflejara mejor los consensos del sentir popular, lo normal es que se les hiciera partícipe de esa muestra de confianza en una legislatura llamada –como esta — a ostentar una alta dosis de la mezcla de compromiso y audacia que imponen los grandes desafíos.
No es que haya sido una cuestión de falta de justicia, o de reconocimiento personal. A todos ellos les han sido asignadas ahora importantes responsabilidades en la vida civil. Las revoluciones no son como Saturno, que devoraba a sus hijos, como maldecía Lord Acton –o no siempre lo son; deben evitarlo–. Pero pienso que más importante incluso que designarles en cargos relevantes, hubiera sido que Labañino, Tony y René también tuvieran, dentro de esta nueva legislatura, las posibilidades que van a tener Gerardo y Fernando de incidir en los cambios necesarios con su probada coherencia y sus iniciativas.
De todos modos es una decisión que no habría forma de corregir. Las asambleas votadas el 11 de marzo de 2018 están predeterminadas ya en su composición y cualquier modificación que mejore nuestra democracia en los próximos años debe salir de ella. Pero esa arbitraria norma de conformación de candidaturas provinciales y nacionales por una comisión, en apariencia investida con el poder para definir quienes serán los integrantes de la máxima legislatura –el cual, aunque sea solo ese, es demasiado poder si no se acompaña de la opinión del pueblo– se cuenta, a mi juicio, entre los más inminentes puntos a revisar. No pongo en duda la competencia, ni las virtudes y los méritos de los escogidos, sino la naturaleza misma del instrumento por el cual se rige la comisión, que se me hace evidente que debe ser revisado.
Nuestro sistema desterró la posibilidad de hacer de la política una vía de enriquecimiento, y de las elecciones una subasta. Algo imposible en el sistema político que responde al capital. Introdujo un dispositivo de escogencia basada en la “línea de masas” que debe afianzarse en el futuro, y con él la “rendición de cuentas” y la “revocabilidad” de los elegidos. La votación es voluntaria: un derecho como acto político, un deber como valor moral. Nadie es castigado, de ninguna manera, por no asistir a votar. El pueblo, que de ninguna manera es ajeno a la percepción de los defectos que aun muestra nuestro sistema, también es consciente de las virtudes de nuestra democracia, de que es necesario sostenerla y desarrollarla. Y acude masivamente, y vota, no por docilidad, sino porque sabe que es el testimonio de nuestra soberanía como nación, una conquista de la Revolución, y que salir de sus defectos es un asunto que solo a los cubanos concierne.
LT: Casi al final del artículo: “Días históricos, épocas históricas”, escrito por Fernando Martínez Heredia con motivo de la reapertura de la embajada norteamericana en La Habana el 14 de agosto de 2015 se lee: “Eventos internacionales como los del viernes 14 son muy ruidosos y sumamente publicitados, pero lo decisivo para la política internacional de todo Estado son siempre los datos fundamentales de su situación y su política internas. La cuestión realmente principal es si el contenido de la época cubana que se está desplegando en los últimos años será o no posrevolucionario”. ¿Cuáles serían los rasgos de un orden posrevolucionario en Cuba? ¿En qué se fundamentaría?
AA: Recuerdo muy bien ese artículo de Fernando Martínez, sumamente oportuno para rebelarse contra una ilusión de consignar como acontecimiento la reapertura de la embajada de los Estados Unidos en Cuba, como si eso marcara la expresión efectiva de un cambio de política. En todo caso me parecen más destacadas las declaraciones del 17 de diciembre del 2014, o la abstención estadounidense en la votación contra el bloqueo a Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en octubre de 2016, y sobre todo el retorno de “Los Cinco”, como ya dije. Un campanazo de nuestro amigo Fernando contra los cantos de sirena, al cual el giro de Trump ha dado la razón sin demora. En cuanto al término “posrevolucionario”, creo que lo primero sería que definamos en las concreciones de la práctica su connotación. ¿Es “pos” porque la dejamos atrás, y la damos por liquidada, o usamos el prefijo como signo del equilibrio y el progreso que se supone siga al gran cambio? No me gusta verme entrampado por las palabras. Me cuento, eso sí, entre los convencidos de que no hay opción válida que no sea la de encontrar, paso a paso, error tras error, batalla tras batalla, el camino socialista viable en la realidad cubana, tan compleja a pesar de ocupar un espacio tan pequeño en el mundo.

La Tizza

Notas:

[1] Aurelio Alonso Tejada (1939- ). Destacado sociólogo y filósofo cubano. Fundador del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana (1963–1971) y de la revista Pensamiento Crítico (1967–1971). Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, 2013. Desde 2006 se desempeña como Subdirector de la revista Casa de las Américas.
[2] Ver Johnstone, Monty (1967): “Marx, Engels y el concepto del Partido”, en revista Pensamiento crítico, №21, Noviembre de 1968, pp.143–176.
[3] Ver Los bolcheviques y la Revolución de Octubre. Actas del Comité Central del Partido Socialdemócrata Ruso (bolchevique), Instituto del Libro, La Habana, 1967, para una constatación del espíritu democrático que prevalecía en la dirección del partido de Lenin.
[4] Ver Mencía, Mario (2013): El Moncada. La respuesta necesaria (edición ampliada y modificada), Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, pp. 503–515.
[5] Ver Constitución de la República de Cuba, artículo 5.
[6] Ver Valdés Paz, Juan (2018): La evolución del poder en la Revolución Cubana, Fundación Rosa Luxemburgo, Ciudad de México.
[7] Ver “¡Al lV Congreso del Partido! ¡El futuro de nuestra Patria será un eterno Baraguá!” Llamamiento al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, Granma, 18 de marzo de 1990.
[8] Ver Alonso, Aurelio (2012): “Cuba 2012: los desafíos”, conferencia inaugural del III Encuentro de crítica e investigación joven “Pensamos Cuba”, convocado por la Asociación Hermanos Saíz, 9 de marzo de 2012, La Habana, publicada como folleto y circulado por la AHS.