sábado, 30 de abril de 2016

Cuba, a la que el imperio no gobierna, y donde el bien común prevalece




La Tierra da vueltas sobre si misma y la Historia pasa y vuelve a repetirse ya en una nueva vuelta; la memoria no queda como patrimonio más que en unos pocos habitantes. La mayoría sufre un trastorno, el olvido, y sobre él crece la ansiedad, es lo más parecido a un clavo en la carne. La ansiedad funciona como deseo de apropiación, aunque tan sólo unos pocos acaparan la plusvalia.
Y aquí entra Obama en La Habana con su discurso, preparado por especialistas en lenguaje y sicología social que, como él, creen que los pueblos trabajadores han nacido para que ellos los gobiernen. De ahí que se explayen en vidas imaginadas en las que llueven los panes, el trabajo no es una tortura sino algo sutil, y de la boca de Obama salen volando llamadas como alabanzas, las cantó en La Habana, hizo todo un manifiesto sobre la individualidad, al que coronaba con puntillas diciendo al Presidente Raul “no tenga miedo de escuchar voces diferentes”. La Tierra da vueltas sobre si misma y la Historia pasa, y hay que prepararse para que no vuelva a repetirse, ni en una nueva vuelta. La memoria histórica es un arma.
Si no se compara, si no se contrasta, es dificil aprender, y el discurso del yankee trajo enganchada una comparación con aquellas palabras del enviado por la Asamblea Colonial de Haití al Parlamento de París, capital de la Revolución francesa, con la intención de hacer aceptable la esclavitud, así las expone C. L,R. James en “Los jacobinos negros”, de Editorial Turner: “Es probable que nunca, en ninguna asamblea parlamentaria, un solo discurso haya encerrado semejante sarta de mentiras y difamaciones.
Según la descripción de la esclavitud formulada por Millet ésta era la forma más feliz de sociedad conocida tanto en tiempos antiguos como en tiempos modernos. “Vivimos en paz, señorias, en medio de nuestros esclavos… Que un hombre inteligente y educado compare el deplorable estado de estos hombres en África con la fácil y plácida existencia de que disfrutan en las colonias… Con todas las necesidades cubiertas, rodeados de favores desconocidos en la mayor parte de los países europeos, seguros en el disfrute de su propiedad, pues disponen de propiedad y es sagrada, cuidados en la enfermedad con un dispendio y una atención que inutilmente se buscaría en los hospitales de los que tanto se jacta Inglaterra, protegidos, respetados en las enfermedades de la vejez; en paz con sus hijos, y con su familia… liberados cuando prestan servicios relevantes: este es el cuadro, real y sin florituras, del gobierno de nuestros negros, y este gobierno interno se ha perfeccionado especialmente durante los últimos diez años con un cuidado del que no es posible encontrar ejemplo alguno en Europa. Los vínculos más sinceros ligaban al amo y al esclavo; dormíamos seguros en medio de éstos hombres que llegamos a considerar como hijos nuestros y muchos de nosotros no teníamos ni cerrojos ni candados en nuestras puertas.”
El presidente de EEUU, que es negro, ha ido a Cuba a decir que los esclavos en su país son felices, y él, que procura el bien para todo el mundo, declara que los cubanos pueden ser felices si viven para su individualidad, y que así, bajo los amos, es como alcanzaran las más altas cotas de felicidad. Él es el ejemplo. Así nos enseña la pantalla de Holliwood: adorable el negrito, inocentes nosotros. Obama procura y promueve el choque frontal contra la idea de la unidad del pueblo cubano, eso que no ha podido romper, y lo hace buscando el obstáculo económico social con palabras referidas al mundo personal, con lo que procura separar para aislar uno a uno, una a una, de tanta colectividad en resistencia, y apoya su propósito diciendo que hay que olvidar el pasado, mientras sostiene el bloqueo a el mismo pueblo de Cuba, mientras mantiene Guantánamo, mientras aprueba la financiación de emisoras fascistas en EEUU que atacan a Cuba, mientras financia a grupos encargados de subvertir el orden.
El delegado de las multinacionales y el mundo financiero, el representante del imperio más violento de la Historia, el que mantiene bajo su yugo económico y/o militar, o en tensión guerrera, (hace sólo 12 años había 33 países en guerra, y hoy se enfrentan 44), el representante de los mayores codiciosos, en esa vuelta que da la Tierra, y la Historia pasa, cuando se ha encontrado con sus mandatarios habrá repetido las palabras verdaderas, las palabras que se corresponden con sus intereses, las que sabemos que el colonialista Millet dejó como firma a los suyos para referirse a los esclavos en Haití: “Estos toscos individuos son incapaces de entender la libertad y disfrutarla sabiamente, y la imprudente ley (que les prohibía esclavizarlos) que osase destruir sus prejuicios sería para ellos y para nosotros un decreto de muerte.”
Tanto desprecio como deseo de apropiación, tanta ideario de injusticia como ánsia de acaparar los bienes comunes, tanta insolidaridad como robo de la plusbalía de todos, (Obama es como el “señor Burns”, el dueño de la central nuclear y miserable de la serie “Los Simpson”, que en una ocasión dice: “Daría todo lo que tengo por tener un poco más”, y ese “un poco más” debe ser Cuba), tanto bloqueo, tanto mercenario, y ahora tanto discurso analgésico para encubrir el contínuo intento de destruir una nación libre.
A pesar de todo esto en el Congreso del Partido Comunista de Cuba se han presentado, como no podía ser menos, las dificultades sociales y los errores que en el caminar por la senda del socialismo deben encontrar solución: producción, comercialización, abastecimiento, sueldos, el problema económico que ocasiona el bloqueo, pero también la dificultad para aplicar los que se han llamado “lineamientos”, medidas cuya aplicación en un 20% se han llevado a cabo, en un 70% están en marcha, y otro porcentaje restante no se han podido sacar del papel. Dificultades que deben ser resueltas cuanto antes, y que hoy llevan a salir del país a numerosos profesionales que buscan mejores condiciones económicas. Y como no todo es economía en el Congreso también se ha planteado la necesidad de fortalecer ideológicamente al conjunto de la sociedad, para lo que, se ha sostenido que debe reafirmarse la unidad, la solidaridad, la participación y la capacidad crítica. Estos objetivos serán bien conducidos si el Informe Central que sale del Congreso es recibido por la sociedad cubana para su discusión, puesto que es el eje sobre el que va a rotar ésta para alcanzar el horizonte de mejoras que se ha trazado. Mejoras económicas e ideológicas que vive como colectivo y sin embargo es diversa, “poniendo por delante que la clase obrera es la fuerza de la Revolución Socialista, y la dirigirá en la misma medida en que sea socialista”, declaró Ricardo Alarcón, que fue Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Por si esto fuese poco se acordó celebrar un Referéndum Constitucional sobre el Socialismo, la Revolución y el Partido. Ahora queda desvestir la palabra, realizar el proyecto planteado, mostrar sus cualidades humanas, su calidad, hacer crecer lo que resguarda su soberanía, su independencia, su ética, su formación cultural, su innovación, su capacidad para resolver la contradicción principal del capitalismo, hacer más eficiente la sociedad donde el bien común prevalece, donde la Historia no se olvida por más que la Tierra de vueltas, porque el pueblo cubano no aspira a dejarse gobernar por el imperio.

Ramón Pedregal Casanova

Apuntes tras el VII Congreso del Partido Comunista cubano




Tras 4 días de debate y reflexión política el pasado 19 de abril de 2016 culminó el VII Congreso del Partido Comunista Cubano (PCC), en el Palacio de Convenciones de La Habana, en el marco de una fecha simbólica para la historia reciente: el 55 aniversario de la inolvidable victoria en la batalla de Girón, en la cual las tropas mercenarias financiadas por EE.UU. fueron derrotadas durante su intento de invasión a la isla.

Apuntes geopolíticos. El contexto de la celebración del VII Congreso del PCC, sin embargo, es sustancialmente distinto no solo al del año 1961, sino también al de inicios de la década de los noventa, tras la caída del campo socialista. Incluso también diferente al del anterior congreso de 2011, fundamentalmente por dos razones de orden geopolítico. Por un lado, el proceso de conversaciones y deshielo con Washington y la muy reciente y profundamente simbólica visita del presidente Obama al país. El horizonte de una disolución progresiva del bloqueo yanqui y el aumento de los flujos comerciales y turísticos son variables que se han integrado inevitablemente en las definiciones estratégicas del Partido, el gobierno y el Estado cubanos.
Por otro lado, la crisis de los dos bloques latinoamericanos contra-hegemónicos, tanto el rosa como el rojo, aliados tácticos y/o estratégicos de La Habana, impactan directamente también en la evolución del proceso de cambio económico que está en marcha en Cuba desde el año 2008. La restauración conservadora u oligárquico-imperial en la región y más específicamente la posible caída de los Ejecutivos de Caracas (aliado estratégico y principal socio comercial) y Brasilia (financiador clave de la económicamente estratégica Zona Especial de Desarrollo del Mariel) tendría un impacto notable en la hoja de ruta consensuada en este VII Congreso del PCC.
Un tercer aspecto de orden más interno pero también de gran peso en el actual contexto en el que se ha celebrado el Congreso es la presión social creciente por dar soluciones efectivas a problemas de la vida cotidiana. La urgencia es cada vez mayor en un clima en el que se combinan dos ingredientes preocupantes: apatía y emigración al alza. La paradoja es que la urgente necesidad de cambio se cruza con el citado contexto geopolítico adverso.
Podríamos destacar tres aspectos que le han dado un carácter especial a este VII Congreso: uno de orden simbólico (la complementariedad de los discursos de Fidel y Raúl Castro), otro de carácter más estrictamente político (renovación de liderazgo y futura reforma constitucional) y un tercero de base profundamente económica (actualización del modelo y sus diversas aristas).
Orden simbólico. Los discursos del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro y del actual presidente y también personaje central de la generación histórica, Raúl Castro, fueron los que mayor proyección mediática e internacional tuvieron. A pesar de la diferencia de contenidos de cada uno de ellos se pueden entender como complementarios porque cumplieron su función principal: abordar temáticas relevantes en función del grupo poblacional al que iban dirigidos.
La reflexión de Fidel, en la línea de sus aportes teóricos desde que abandonó la primera línea de fuego, fue de corte más épico y de carácter internacional. Por un lado rememoró la gesta de la Revolución Rusa y paralelamente ensalzó el papel trascendental de las ideas de las y los comunistas cubanos. Por otro lado, por enésima vez lanzó la advertencia del riesgo de desaparición de la especie humana en el actual contexto de capitalismo hipermilitarizado.
Raúl, por su parte, en su papel de conductor principal de la nueva fase histórica de la Revolución Cubana se centró en realizar un análisis riguroso del escenario nacional y fundamentalmente planteó un balance del proceso de cambio y señaló los retos a corto (próximo quinquenio) y medio plazo (hasta 2030), en relación al liderazgo, reforma política y nuevo modelo económico.

Orden político. Aunque el campo económico es en estos momentos el terreno prioritario del tablero cubano y ha sido en consecuencia el apartado principal del Congreso del PCC, los asuntos de orden político han tenido también una presencia destacada en el encuentro partidario, destacando sobre todo la renovación del liderazgo político y en menor medida la futura reforma constitucional.
Raúl Castro dejó meridianamente claro que este era “el último Congreso dirigido por la generación histórica”, es decir, aquella que lideró la Revolución de 1959, de manera que el próximo encuentro de 2021 estará conducido por las generaciones intermedias. Tras más de medio siglo de liderazgo ininterrumpido y sólido de los barbudos de la Sierra Maestra, la inevitabilidad biológica obliga a una renovación inédita en la dirección política, que indudablemente genera incertidumbre no sólo por la desaparición de las grandes figuras sino porque ese recambio se produce en un contexto de profundas transformaciones en el modelo económico.
De cualquier manera, el proceso de renovación no será abrupto ya que en los últimos tiempos se están incorporando a las más altas instancias de dirección cuadros más “jóvenes”, o por lo menos de menor edad que los míticos guerrilleros del 59. En el nuevo Comité Central (CC), integrado por 142 miembros, más de dos tercios han nacido después de la Revolución y el promedio de edad se ha reducido a 54 años. Se han incorporado 55 nuevos miembros y todos son menores de 60 años, cumpliendo así un criterio reciente de fijar una edad máxima para poder incorporarse a esa instancia de dirección. En el caso del Buró Político, compuesto por 17 miembros, se sigue también la misma filosofía ya que de los 5 nuevos integrantes (3 mujeres) que se incorporan ninguno es sexagenario. Se evidencia, por tanto, un esfuerzo por enfrentar paulatinamente una práctica de gestión del poder marcadamente gerontocrática.
Paralelamente, es destacable también la incorporación creciente de mujeres y población negra y mestiza a la elite del poder. Estas han aumentado su representación al 44%, mientras que los segundos suponen casi un 36% del CC. El último aspecto a destacar en la elección de cargos de dirección es que Raúl Castro ha sido elegido por segunda y última vez Secretario General del Partido, para cumplir dos funciones principales: “no permitir jamás el retorno del capitalismo”, según las propias palabras de Raúl, e impulsar la reforma constitucional.
Tras más de 40 años desde que se aprobó la Constitución de 1975, en un contexto de fervor revolucionario y firme alianza con la URSS, las autoridades del país son conscientes de la necesidad de impulsar una reforma de la ley fundamental cubana, para hacerla acorde al nuevo contexto internacional y sobre todo, para ajustarla de manera coherente al proceso de instauración del nuevo modelo económico y social.

Orden económico. Siendo conscientes de que el proceso de cambio tiene aristas fundamentalmente económicas, esta área ocupó un espacio relevante durante todo el Congreso. Por un lado, se evaluó el avance de los famosos “Lineamientos de la Política Económica y Social”, que habían sido aprobados en 2011 y que han constituido la hoja de ruta del cambio económico a lo largo del último quinquenio.
Por otro lado, se aprobaron las líneas que guiarán el futuro debate en torno a otro tema clave en términos ideológicos: la “Conceptualización del Modelo Económico y Social”, es decir, la nueva arquitectura teórica que deberá sostener y hacer coherente ideológicamente la nueva fase histórico-económica. A su vez, se dio el visto a las bases del “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social”, herramienta trascendental para aplicar las nuevas políticas de aquí hasta el año 2030.
Respecto al proceso de implementación del nuevo modelo económico se pueden extraer tres tipos de reflexiones que estimularon el debate durante este VII Congreso. En primer lugar, una reflexión de carácter temporal, ya que el presidente cubano advirtió que el despliegue en toda su dimensión (“actualización” según la nomenclatura oficial) del nuevo modelo exigirá un periodo largo: más de dos quinquenios. Acotó que el “ritmo dependerá del consenso social” que sean “capaces de forjar al interior de la sociedad” dejando claro que es vital mantener un equilibrio entre las demandas de las generaciones más jóvenes y las más maduras. Esto evidencia una clara consciencia de las experiencias traumáticas de otros procesos de transición en otras latitudes. La “improvisación” y la “precipitación” nos “conducirían al fracaso”, advirtió literalmente Raúl.
Una segunda reflexión es de sustrato ideológico y mayormente alude al debate en torno al socialismo y a los tipos de propiedad. Parece que este último aspecto fue el que mayor “polémica” generó por la incontestable obviedad, como el mismo presidente señaló, de que el carácter de cualquier régimen socioeconómico depende de la propiedad que predomina. Sobre este aspecto, Raúl fue categórico en tres ideas: la pequeña propiedad no es por esencia anti-socialista ni contrarrevolucionaria; “no permitiremos la concentración de propiedad ni de riqueza”; el Estado tendrá el control de los principales medios de producción (aspecto que tendrá que concretarse porque parece que no hay acuerdo respecto a cuales son estratégicos). De cualquier manera, el socialismo “renovado” que el presidente esboza es antagónico con cualquier intento de “restauración del capitalismo” pero indudablemente plantea una convivencia de tipos de propiedad con hegemonía estatal.
La última reflexión es de carácter metodológico y algunos analistas la consideran el aspecto más positivo del VII Congreso. Nos referimos a la apuesta del gobierno y del PCC de no haber dejado en manos de los 1.000 delegados que acudieron al Congreso el cierre del debate en torno al nuevo modelo, sino de abrirlo de nuevo, como ocurrió 6 años atrás, a toda la militancia de base y a la sociedad en su conjunto.

Luismi Uharte. Parte Hartuz Ikerketa Taldea.

viernes, 29 de abril de 2016

Polilla Cubana, descanse usted en paz




Me llegaban por una lista de correo, cuando todavía Facebook, Twitter, Linkedin y los blogs estaban lejos de aparecer en el ciberespacio.
¿Cómo sabrán mi correo? Me preguntaba; pero las noticias fluían ágiles, inmediatas, y Cuba Coraje era la red que proveía tanta información y Rosa Cristina Báez, conocida como la Polilla Cubana, rastreaba noticias, enviaba los correos, y multiplicaba con cientos y cientos de amigos de muchos lugares del mundo la verdad de Cuba.
Con el tiempo y un ganchito supe que, además de salvaguardar y difundir siempre la realidad de la Isla, integraba la Tropa Cósmica, ese grupo numeroso que en cualquier lugar del mundo comparte la pasión por la obra de Silvio Rodríguez, ese trovador que une a mucha gente, entre otras cosas por ser un gran ser humano.
Andando ya Facebook y Twitter y Linkedin y los blogs, empezamos a compartir y socializar contenidos, denuncias sobre la manipulación que los consorcios mediáticos publican en contra de la Mayor de las Antillas.
Fue la Polilla de las primeras en enrolarse en la campaña por la Liberación de Los Cinco, que tuvo en las redes sociales de la Internet un gran campo de batalla, una batalla inteligente, con paciencia. Intercambiaba cartas con los antiterroristas, estaba al tanto de cuánto juicio, reclamación, solicitud estuviera relacionada con el caso. Lloró cuando todos pisaron suelo cubano, lloró como muchos cubanos y cubanas.
Un día llegó a Matanzas a un encuentro de blogueros, otro día vino a decir algunos de sus poemas en una peña que tenía mi Rey en la casa del joven creador de mi ciudad. Ese día vino con Vicente Feliú y Aurora, su esposa, ese día hizo mucho frío en la urbe de ríos y puentes; pero la gente disfrutó. Rosa estaba contenta.
Comimos en familia fritada de bonito, tamales, vegetales y arroz congrí, tomamos vino y se llevó una copia de mi foto con Fidel.
El día que Segunda Cita -el blog de Silvio Rodríguez-, cumplió su primer lustro y nos reunimos los segundaciter@s en el Patio de las Yagrumas, del Centro Pablo, en La Habana Vieja, institución que encabeza nuestro querido Víctor Casaus, le llevé, como a casi todos, un texto de Vigía, esa editorial que hace a mano todos sus libros, y brillaron sus ojos como el de una muchacha pícara, feliz.
Me llamaba hermana y a mi Rey “sobrino preferido” muchas veces hablamos, otras bastaba con un “like” o con retuittear uno de sus contenidos. Ella, la Polilla, siempre estaba…
Hoy la noticia sacudió de un tirón todas las fibras. No atino apenas a coordinar bien las ideas. Sabía que estaba enferma; pero ¡Rosa, mija, no era para tanto…!
Su vida toda la dedicó a defender a Cuba, y como dijo Silvio al conocer de la noticia “Hoy como nunca son una sola” y la contundente frase da fuerzas. Descanse usted en paz, Polilla Cubana, hay una hueste en pie, para seguir en el camino…

Bárbara Vasallo
Cubadebate

Cuba a la vanguardia continental de la lucha contra el narcotráfico

Otro país que no necesitó de la DEA para erradicarla

Preocupa mucho a la población latinoamericana el avance del narcotráfico y lo que eso conlleva en violencia y deterioro de la salud de su gente. Cuba está a la vanguardia de esa lucha, sin necesidad de la DEA, FBI, Comando Sur ni IV Flota.
El sábado 23 de abril, en esta columna fue elogiada la gestión de Evo Morales en sus campañas contra el narcotráfico. El presidente aymara había logrado notables avances a partir de 2008, cuando expulsó a la agencia antinarcóticos estadounidense (DEA) y al embajador Philip Goldberg.
Ahora es el turno de analizar la experiencia cubana, realizada a pesar y en contra de su mal vecino durante la mayor parte de los 57 años de revolución. Recién tras la reanudación de relaciones diplomáticas hubo reuniones bilaterales donde se examinaron posibles acciones en común contra ese flagelo. Los logros cubanos en la materia son absolutamente suyos. A lo sumo ahora hay entidades norteamericanas que hoy admiten esos avances y antes denostaban la isla al punto de incluirla por décadas en la lista de patrocinantes del terrorismo.
Como las drogas han adquirido una dolorosa actualidad para la región, Raúl Castro le dedicó un tramo de su discurso en la I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) realizada en Santiago de Chile, el 28 de enero de 2013. Dijo entonces: “Cuba no es un país atractivo para los traficantes. Estos problemas hay que enfrentarlos cuando son pequeños, nonatos; en Cuba no hay droga ni habrá. Hay más de 250 detenidos extranjeros por intentar introducirla”.
Relató que no había sido una tarea fácil, pues debieron detener a cerca de 5.000 implicados, sobre los cuales cayeron con todo el peso de la ley penal. Admitió que algunos centenares eran inocentes y fueron liberados, pero que “la batalla contra la droga tiene que ser a sangre y fuego, la pena de muerte está en reserva, pero ahí está”.
El cubano, que en esos días asumía la presidencia pro-témpore de la Celac, apuntó sobre el gran responsable del narcotráfico. Dijo: “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Insistió: “el problema fundamental es que donde reciben la droga nunca he leído en la prensa de una gran operación contra los traficantes, pero sí películas de bandas de traficantes”.
Estaba llamando la atención sobre que el 60 por ciento o más de toda la droga del mundo se consume en ese país, con grandes ganancias para los carteles de narcos y los bancos lavadores de dinero.
Por eso, en afinidad con ese enfoque cubano, el presidente boliviano en la reciente cumbre de Naciones Unidas sobre lucha antinarcóticos, del 19 al 21 de abril, planteó que se disuelva la DEA y sea abolido el secreto bancario, medidas que por supuesto el mundo capitalista no adoptará.

Modelo de Cuba

El modelo cubano tiene una sólida estructura con la Dirección Antidrogas del Ministerio del Interior (Minint), a cargo del coronel Juan Carlos Poey, más la labor estricta de la Aduana y las Tropas Guarda Fronteras (TGF).
No siempre esas organizaciones estuvieron a salvo de dirigentes que se desviaron por el camino de la corrupción y el delito, incluso el de las drogas. En esos casos, como el descubierto en 1989 respecto al general Raúl Arnaldo Ochoa y el capitán Antonio de la Guardia, se los llevó a juicio y la condena fue a muerte. En su afán de lucro habían llegado a entrevistarse con Pablo Escobar cediéndoles rutas marítimas y aéreas de Cuba para enviar estupefacientes a EE UU.
Ese grave caso ocupó en esos días la prioridad para las autoridades cubanas. Raúl Castro relató: “en cuanto a Fidel, debo decirles que en el ministerio de FAR y considerando exclusivamente y a partir del día 12 de junio, ha dedicado a este problema, 153 horas en mi despacho” (“Raúl Castro, Un hombre en Revolución”, Nikolai Leonov, pág. 226).
O sea que la revolución cubana no vaciló en aplicar la pena de muerte a un héroe de la república como Ochoa, con tal de mantener los principios contra el narcotráfico.
Y eso se mantiene hasta hoy. Por eso en el programa televisivo “Mesa Redonda” de días atrás, el coronel Poey del Minint, declaró que “nuestras fuerzas nunca permitirán que el territorio cubano sea tomado como tránsito o almacén de estupefacientes”. Era una forma de recordar que la condena a Ochoa sigue firme.
En ese programa de TV se informó que el objetivo de la fuerza pública es evitar que la droga impacte, que surjan organizaciones criminales internas y se instalen otras internacionales.
El saldo de 2015, documentado por el Minint, fue la incautación de 1.266 kilogramos de drogas. Se pusieron a disposición de la justicia a 1.363 personas, de ellas 44 extranjeras, con juicios y condenas de 6 a 10 años.
El ejemplo cubano no descansa sólo en una fuerza bien entrenada y con alta moral. Es un importante elemento, que otros países carecen pues sus estructuras policiales y judiciales están permeadas y hasta ganadas por los carteles de narcotraficantes. En este momento se sustancia en Córdoba un juicio que tiene en el banquillo de los acusados a ocho oficiales de la División Drogas Peligrosas de la Policía Provincial, incluido su jefe el comisario Rafael Sosa.
El sector antidrogas del Minint es clave pero no sería nada sin el esfuerzo del pueblo y su gobierno, mentalizados en enfrentar ese flagelo.

Salud y Educación

En la I Celac, el expositor cubano recordó la importancia de una población con sentido de igualdad y solidaridad, conciencia política, alto nivel cultural y organización. Recordó que en su lucha antidrogas contó con el apoyo de organizaciones de trabajadores y campesinos. También se apeló a las familias cubanas para “ubicar y proceder legalmente contra quienes empezaban a introducir entre la juventud la marihuana y la cocaína”.
En la reciente Mesa Informativa estuvieron Alfredo González, viceministro del Ministerio de Salud Pública, y la ministra de Educación Elsa Velázquez, que dijeron lo suyo.
González explicó que lo principal es trabajar en la recuperación de las personas y por eso el sistema de salud cubano está siempre dispuesto a prestar ayuda a los enfermos, para recuperarlos e insertarlos en la sociedad.
Velázquez resaltó que la escuela es el espacio ideal para potenciar los factores protectores. “Nuestra labor va encaminada a prevenir que estos hechos ocurran y evitar que los estudiantes lleguen a consumir drogas; junto a otras instituciones hacemos un trabajo comunitario con los jóvenes para centrar su atención en actividades deportivas, culturales y recreativas de sano esparcimiento”, señaló.
Todas estas cosas llevan su tiempo. Cuba creó en 1989 la Comisión Nacional de Drogas, en 1993 aprobó un Plan Maestro para combatir el tráfico y en 1999 el Programa Nacional Integral para prevenir su uso indebido.
En 2009 estuvo en la isla el director de la Oficina contra las Drogas y el Delito de las Naciones Unidas (ONUDD), Antonio M. Costa. Y calificó de excelente el enfrentamiento y control de las fronteras internas sobre el narcotráfico. El país suscribió 36 acuerdos bilaterales de cooperación antidrogas y 27 para cooperar en la vigilancia.
Los logros fueron espectaculares y el 21 de marzo de 2015 el Departamento de Estado se vio obligado a reconocer que “Cuba es ejemplo en combate antidrogas”. El informe anual admitió que “la producción y el consumo interno de Cuba siguen siendo bajos debido a la vigilancia activa, estrictas sentencias y los programas nacionales para la prevención y la educación”. El reporte agregó que la isla “dedica importantes recursos para prevenir las drogas ilegales y evitar que su uso se extienda, y los traficantes regionales suelen evitar Cuba”.

Provocaciones anticubanas

Pese a esos logros antinarcóticos, siempre habrá intereses que quieran desprestigiar a Cuba. Es fácil imaginar quiénes son: sospechosos principales son los narcos y la mafia cubano-americana, que suele compartir negocios narcos.
Así buscan embarrar a la isla con contrabandos de cocaína que no son tales, como cuando en este abril EFE y agencias internacionales dijeron que contenedores con miel cubana salida de Sancti Spíritus habían sido detectados en Panamá con 400 kg de cocaína. La isla documentó que la miel salió de Mariel libre de esa droga, que quizás fue colocada en el istmo. La carga llegó bien a Bélgica, su destino original, sin reproches del cliente y la calumnia cayó por su propio peso.
Hay otras jugadas de menor cuantía. Un diario progresista de Argentina, “Hoy Día Córdoba”, dedicó las dos páginas centrales de su edición del 27 de abril al artículo “Criminalidad y narcotráfico en América Latina”, de Mariano Bartolomé. A pesar de su notable extensión (12.816 caracteres) no reconoce ningún mérito a Cuba en su lucha antinarcóticos. Peor aún, dice de su gobierno: “existe una clara vocación de los gobiernos (a excepción del cubano, todos ellos elegidos a través del voto) por resolver de manera dialogada y pacífica sus disputas”.
El cronista quiso saber quién era Bartolomé. Resultó ser un “especialista en Seguridad” egresado del Centro de Estudios de Defensa Hemisférica “William J. Perry” de EE UU, perteneciente al Departamento de Defensa, vulgarmente conocido como Pentágono. Así se entienden su menosprecio hacia Cuba, así como su negativa a considerar la pobreza regional como factor agravante del crecimiento del narcotráfico.

Emilio Marín
La Arena

martes, 26 de abril de 2016

Cuba - Estados Unidos, un conflicto "asimétrico"




Entrevista a Salim Lamrani

Salim Lamrani, académico especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, conversa sobre la cuestión de los derechos humanos, punto de divergencia entre ambos países.
Sébastien Madau: Estados Unidos ha indicado que iba a evocar con Cuba el tema de los derechos humanos, ¿a qué aspectos se refiere?
Salim Lamrani: Estados Unidos siempre ha instrumentalizado el tema de los derechos humanos con fines políticos. Conviene recordar que desde 1991Washington esgrime el argumento de los “derechos humanos” para justificar su hostilidad hacia La Habana y mantener las sanciones económicas que estrangulan a la población de la isla. Para explicar el estado de sitio contra Cuba, la retórica diplomática fluctuó según las épocas: desde 1960 Washington aludió sucesivamente a las nacionalizaciones, a la alianza con la Unión Soviética, luego a la ayuda que brindó Cuba a los movimientos de independencia en África y a los grupos revolucionarios en América Latina y finalmente a los derechos humanos.
Para Estados Unidos los derechos humanos y la democracia son automáticamente sinónimos de multipartidismo, de economía de mercado y de medios de comunicación privados. Desde luego los cubanos no comparten este punto de vista.
SM: Cuba, por su parte, dice estar dispuesta a abordar esta problemática, pero siempre que se hable también de la situación en Estados Unidos, ¿qué quiere subrayar exactamente?
SL: Cuba siempre ha estado dispuesta a abordar todos los temas con Estados Unidos con tal de que se respeten tres principios: la igualdad soberana, la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos.
Cuba considera que los derechos económicos y sociales son tan importantes como los derechos civiles y políticos. Así, es imprescindible que todos los ciudadanos, cualquiera que sea su origen étnico, geográfico o social, tenganacceso universal a la educación, a la salud, a la cultura, al ocio y a la seguridad, sin ninguna discriminación. Evidentemente la sociedad de Estados Unidos está lejos de ofrecer todas estas garantías. Cerca de 50 millones de personas no tienen acceso a una protección social digna de ese nombre. Las minorías de ese país tan rico sufrendesempleo, precariedad y son las principales víctimas de la violencia que cometen las fuerzas del orden. La repartición de las riquezas es inexistente. Ahora bien, toda democracia debe proceder a una repartición equitativa de la riqueza nacional para que cada ciudadano pueda vivir con dignidad.
SM: Entre Cuba, que no piensa renunciar a su sistema socialista, y Estados Unidos que tiene como objetivo mantener su posición de primera potencia capitalista del mundo, ¿acaso se puede imaginar que este debate termine en un statu quo y que se restablezcan al mismo tiempo las relaciones?
SL: Conviene recordar que el conflicto que enfrenta a Cuba y Estados Unidos es asimétrico. De un lado hay un agresor, Estados Unidos, que impone sanciones económicas que afectan a todas las categorías de la población desde hace más de medio siglo; que ocupa ilegalmente una parte del territorio nacional de un país soberano, Guantánamo; que financia a una oposición interna para subvertir el orden establecido, lo que es ilegal según el derecho internacional; que fomenta, mediante la Ley de Ajuste Cubano y el Programa Médico Cubano, la emigración ilegal exclusiva de cubanos para vaciar el país de su capital humano; y que multiplica los programas de radio y televisión, Radio y TV Martí, destinados a sembrar la discordia en Cuba, en violación, otra vez, de la legislación internacional.
Por otra parte se encuentra Cuba, una pequeña nación de 11 millones de habitantes, con sus virtudes y límites, que nunca agredió a Estados Unidos, que siempre declaró su voluntad de mantener relaciones pacíficas con todos los países del mundo, basadas en el derecho internacional, y que aspira a elegir su propio camino y a edificar una sociedad diferente respetando la voluntad del pueblo soberano.
Así, todo depende de Washington. Si el vecino del Norte acepta la realidad de una Cuba diferente, independiente y soberana, que no negocia su sistema político, ni su modelo socal, ni su política exterior, entonces ambos países podrán coexistir en un entendimiento cordial y los dos pueblos, que tienen tantas cosas en común, podrán reforzar sus lazos fraternales.

Sébastien Madau
La Marseillaise

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano.

lunes, 25 de abril de 2016

Después del Congreso del PCC




Del Congreso del Partido Comunista Cubano -cuyas resoluciones aún no se conocen sino en líneas muy generales- parecen desprenderse algunas importantes conclusiones.
La más simple es que, como en China y Vietnam, el equipo de dirigentes gerontes intentará un recambio generacional rejuveneciendo la dirección del Partido y del Estado, cosa que en el pasado intentara ya Fidel Castro sin grandes resultados haciendo nombrar en ministerios claves militantes jóvenes. Aunque ser joven no garantiza la capacidad, la cultura y los conocimientos y la apertura mental (muchos jóvenes son conservadores y burocráticos) esta medida al menos favorece las innovaciones que son tan necesarias en la isla.
Otra, más importante, es que Raúl Castro confirmó la existencia en el partido tanto de una tendencia nostálgica del período en que el aparato estatal cubano tomaba como modelo al soviético y también de otra mucho más peligrosa, abierta al capitalismo como en China. Parece que, por lo menos el equipo actualmente gobernante, rechaza ambas tendencias y prefiere seguir una línea pragmática y cauta.
El Congreso confirmó públicamente una concepción burocrática y sustituivista de la clase obrera y la sociedad que dice representar. El eje de todo es para él el partido el cual pasa de instrumento -según Marx o Lenin- a la categoría de vanguardia eterna siempre infalible y que decide por los trabajadores a pesar de que los cubanos tienen por lo menos 10 años de escolaridad, una gran creatividad y capacidad y un nivel cultural muy superior al ya importante que tenían en 1959.
No hay República sin ciudadanos y tampoco la hay si en el Estado, que subsiste transitoriamente, no hay al menos un esfuerzo por construir las bases del socialismo.
Éstas son la democracia plena, la autogestión y las decisiones libremente asumidas después de discutirlas en asamblea, la solidaridad en la lucha por los objetivos comunes, una información popular amplia y democrática que dé los elementos a los trabajadores para comparar y decidir y para comprender qué sucede en un mundo hostil a la revolución cubana y en el que no hay socialismo en ninguna parte y sólo pequeñas minorías de personas se orientan aún por ese objetivo.
El secretismo de los aparatos, como el latín de los curas, sólo sirve para esconder y defender privilegios de unos pocos. La verdad es revolucionaria y hay que eliminar todas las trabas a una completa transparencia, que eduque en el socialismo. Por eso la información libre de censura y la construcción de organismos de prensa que no den vergüenza ajena que sean creíbles debería ser uno de los objetivos inmediatos después de Congreso. El pueblo cubano, que es el protagonista real de la lucha por la independencia nacional y por la construcción de elementos de socialismo en la democracia debe saber qué pasa, qué se discute en los círculos áulicos, de qué se trata en las veladas alusiones en los documentos oficiales.
Tiene razón Raúl Castro cuando declara que la fase actual es de defensa de la soberanía nacional, no la un socialismo que no existe en Cuba ni en ningún otro país. Es la fase de la extensión de la democracia. Es decir, de las capacidades creativas y políticas, de la resistencia a la opresión imperialista, de la incorporación a la lucha nacional de una gran cantidad de jóvenes que no vivieron bajo el capitalismo y que sólo conocieron en cambio los errores y las dificultades que experimenta Cuba desde hace por lo menos 30 años. Debería hacerse un esfuerzo especial hacia esos jóvenes que no confían ni en el socialismo ni en el futuro cubano y que podrían ser atraídos por la reacción internacional si llegase a Cuba un turismo de masas estadounidense, con su flujo de dólares y su ideología.
La burocracia no es un arma de combate porque es conservadora. Sólo una discusión libre sobre todos los problemas- y el recurso a argumentos de calidad que ganen la cabeza y el corazón de la gente común- pueden construir una muralla infranqueable por las miserables propuestas del imperialismo y sus valores hedonistas y egoístas. ¡Hay que confiar en el pueblo cubano!
Para Lenin y Trotsky, el partido único sin discusión abierta entre las tendencias que tuvieron que aceptar en los primeros años de la Unión Soviética fue sólo una aberración transitoria resultante de la guerra civil y de la invasión de las grandes potencias. Ese partido único, así como el llamado marxismoleninismo, son invenciones de la burocracia stalinista que terminó hundiendo la Unión Soviética y su bloque mal llamado”socialista”. Cuba debe volver al Lenin de hasta 1922, el que era líder de una tendencia revolucionaria dentro de un partido – la socialdemocracia internacional- en el que él no vacilaba en quedar en minoría.
No hay socialismo sin socialistas ni hay socialistas sin democracia y sin libre discusión en el partido que quiere luchar por el socialismo. El pueblo cubano puede soportar las dificultades –lo está haciendo desde hace décadas- pero no puede soportar ya las mentiras ni las medias verdades ni ser tratado como menor de edad por una burocracia que decide todo en su lugar y encima le echa la culpa de muchos errores.
Cuba, ante el hundimiento ignominioso de los gobiernos capitalistas “progresistas” en que se apoyaba, debe recuperar el puesto perdido hace rato de faro para los revolucionarios latinoamericanos renovando su vida política y administrativa y apelando a los socialistas autogestionarios que existen tanto dentro del Partido como fuera de ésta. ¡La revolución y la misma independencia cubana están en peligro y todos debemos salvarlas!
Terminado el Congreso del PCC debe comenzar ahora un “congreso” mucho más importante, el de la discusión del pueblo cubano, que tenga sin duda en cuenta las resoluciones positivas que pueda haber emitido el primero pero que, sobre todo, agregue o borre lo que sea necesario agregar o cancelar y haga suyo un plan de lucha contra el imperialismo, contra los privilegios, contra la burocracia, por un verdadero socialismo. Con democracia interna y la ayuda mundial de los revolucionarios, el pueblo cubano vencerá.

Guillermo Almeyra

domingo, 24 de abril de 2016

Orquesta Buena Vista Social Club® - Programa completo - Encuentro en el Estudio - Temporada 7




Encuentro en el Estudio
Canal Encuentro
Ministerio de Educación de la Nación
República Argentina

sábado, 23 de abril de 2016

Discurso de Fidel Castro en la clausura del VII Congreso del PCC


En el cumpleaños de Lenin: Utopía y práctica política en “El Estado y la Revolución”




Los conjuntos orgánicos de ideas y los movimientos políticos organizados que pretenden la realización de cambios sociales de envergadura están obligados a articular sus visiones más generales de objetivos supremos y trascendentes con las estrategias y tácticas que rijan sus actuaciones concretas en las más diversas situaciones y fases que involucren a sus prácticas. Las razones son obvias.
Por una parte, sus ideas no constituyen ejercicios intelectuales desentendidos de las incidencias, los intereses y las pasiones de las vidas humanas y de las sociedades, y sus movimientos no son órganos sociales de existencia circunstancial o esporádica, formados para ejercer presión, negociar o amotinarse respecto a cuestiones concretas o coyunturas, sin aspirar a derrocar al orden vigente y sustituirlo por otro nuevo. Por otra parte, deben romper la tendencia de sus propios miembros y simpatizantes a no avanzar mucho más allá de la reproducción habitual de la vida social, y deben prefigurar en medida apreciable un mundo y una vida nuevos que puedan ser atractivos y lleguen a ser sentidos y pensados, en grados altos.
Por consiguiente, los bolcheviques debieron también cumplir con esos requisitos. Su origen estuvo en la pertenencia a las corrientes europeas opuestas al capitalismo y asumieron la identidad de los trabajadores del sistema capitalista como base social de su organización política. Aquellas corrientes tenían una larga historia de manejo de ideas acerca de la sociedad, vinculada íntimamente con el conjunto del pensamiento social europeo que llamamos moderno. Esas corrientes le daban gran importancia al papel de los fundamentos intelectuales como una guía necesaria cuando se quieren poner en práctica los ideales con efectividad. En realidad, estaban demasiado influidos por los principios de la comunidad intelectual europea en cuanto al análisis, las concepciones y los temas de debate acerca de las sociedades, y por las revoluciones contra el antiguo régimen en cuanto a sus prácticas. Veían la relación entre teoría y práctica de manera simple, reducida a pensar acertadamente y obrar en consecuencia. Sus actos intelectuales estaban regidos o animados por las ideas de perfectibilidad y de racionalidad respecto al orden existente, más que por las de conflicto antagónico y subversión completa del sistema, que deben ser inherentes a una actitud comunista.
El marxismo era la concepción que obraba como base y como aparente unificadora de numerosas organizaciones opuestas al capitalismo europeo creadas a partir de los años setenta del siglo XIX. En ellas, todos se referían al fundador, Carlos Marx, como guía superior del pensamiento y de la actuación. Pero al constituir y desarrollar su práctica política, habían subordinado sus ideas a un canon ideológico principal del conocimiento dentro del sistema de dominación europeo, el cientificismo, y le atribuyeron al marxismo un carácter científico. Creían que eso le otorgaba infalibilidad a sus axiomas y acierto a sus estrategias, y aunque eso no era cierto, fortalecía la confianza de los seguidores en sus organizaciones. Es natural que asumieran también otra base principal ideal del sistema capitalista, el evolucionismo.
El contenido de la teoría, las tesis fundamentales y la propuesta de Marx tenían un ámbito universal, y el presupuesto universal era central en su comprensión de las relaciones e instituciones esenciales del capitalismo, su expansión a escala planetaria, la contradicción antagónica que se desarrollaría, las características principales de la conciencia y la organización de clase proletarias y la revolución proletaria mundial que ellas debían desencadenar. Si se quiere conocer bien el marxismo de Marx y su trascendencia, es imprescindible manejar esto, que aquí tengo que limitarme a mencionar.
Pero las prácticas políticas marxistas fueron cada vez más particulares, y se sujetaron al nacionalismo y los Estados nacionales, lo que conllevó un alejamiento de los ideales originarios del socialismo europeo. Organizados en partidos legales y en federaciones sindicales, la mayoría abandonó los principios revolucionarios, se subordinó al dominio de la burguesía y sus Estados, practicó el reformismo y fue cómplice del colonialismo europeo. El marxismo fue despojado de su esencia y expuesto en formas políticamente correctas. Unos entendían la teoría marxista como fundamento ideal del reformismo y la convertían en un corolario perfeccionista de la cultura y la sociedad capitalistas; otros simplemente la usaban como unificador ideológico de sus actuaciones inmediatas políticas y sociales. Suprimido el enfrentamiento, el constitucionalismo socialista estaba en desventaja respecto al nuevo constitucionalismo liberal.
La base de las ideas y los movimientos socialistas había estado en las resistencias y las rebeldías de gente del pueblo, explotadas o excluidas, que aprendieron en la terrible escuela de la modernidad que la esperanza no estaba en el pasado, sino en el futuro. A lo largo del siglo XIX aspiraron a acabar con la propiedad privada, la opresión estatal, la religión como opio para el pueblo, el desvalimiento y la ignorancia, y a construir un socialismo de autoadministración comunal, soberanía local, feminismo, acción democrática popular, federaciones y sufragismo. Los socialdemócratas renegaron de la utopía, y dejaron en pie solamente frases y rituales vacíos. Hasta 1917, sentirse socialista en Europa se limitaba a practicar el activismo sindical y algunas actividades políticas, movilizarse por “demandas inmediatas” y mejoras en la calidad de la vida –por ejemplo, el urbanismo de la época aportó el barrio obrero–, y buscar satisfacciones desde la pertenencia a un ideal organizado. O admirar al socialismo como ideal de los trabajadores y los pobres, acicate para adquirir educación y algún ascenso social, y creencia que aseguraba que el progreso llevaría a un mundo futuro sin capitalismo.
El joven Ulianov se unió a la corriente marxista rusa seguidora de la formulación universalizante de Marx, que postulaba que el país estaba desarrollando el capitalismo y la contradicción fundamental pronto sería la de la clase obrera contra la burguesía, pese al predominio evidente del campesinado en el país. Sin dudas, Ulianov tuvo que valerse del paradigma marxiano frente al legado revolucionario tremendo de su hermano Alejandro, que caló en él tan profundamente, y frente al mundo que vivía, el de la cultura rusa. Después de doce años de activismo, militancia, prisión y destierro, al salir de Siberia en 1900 era un gran conocedor de la teoría de Marx y tenía alguna relevancia, como autor de un libro de título expresivo: El desarrollo del capitalismo en Rusia. Pero fue su práctica política la que lo impulsó a criticar tanto al populismo como a las variantes legal y economista dentro del marxismo ruso. Y a inventar una forma nueva de paso de la propaganda a la agitación revolucionaria: Iskra, un periódico organizador de células clandestinas y orientador ideológico proletario.
El aporte decisivo de Lenin respecto a la teoría de Marx en esa etapa no fue desarrollarla, sino interpretarla en un sentido revolucionario. Es cierto que la fase capitalista es inevitable, pensaba, pero hay que introducir en la clase proletaria que crece la conciencia y la organización que los comience a capacitar, desde el inicio, para llegar a derrocar al capitalismo, no a convertirse en su ayudante de izquierda. Rusia tiene un régimen autocrático y un retraso enorme en su sistema capitalista; de acuerdo, pero el movimiento revolucionario debe llegar a ser dirigido por la organización proletaria, aunque la revolución que triunfe tenga que realizar todavía las tareas del desarrollo capitalista. Para resolver tales paradojas no se puede depender de las llamadas leyes objetivas, hay que crear órganos que las enfrenten y las subviertan. Ese es el sentido último del partido bolchevique: convertir lo imposible en posible y hacerlo realidad, forzar la realidad y obligarla a parir hechos, conductas y visiones revolucionarias de verdadera liberación humana y social.
Desde su origen, el partido revolucionario de Lenin encarnó la unión entre la utopía del socialismo liberador y las tareas más inmediatas, entre la determinación personal del militante que enfrenta eterno trabajo, riesgos y sacrificios a partir de los grandes ideales, y la organización y la disciplina que sirven como vehículos para que esa determinación del individuo y esos ideales del colectivo sean eficaces. Una revolucionaria de la talla de Rosa Luxemburgo hizo aportes al advertirle a Lenin los riesgos implícitos en aquel modo de ser y operar, pero aquella organización que él creó no tiene nada que ver con el partido en que degeneró, instrumento político y de mando de una nueva dominación de grupos erigida en nombre del socialismo, con un sistema ideológico basado en imposiciones y obediencia. Un joven clandestino georgiano de escasa instrucción escribió en diciembre de 1901, feliz en su fervor por el nuevo partido que le permitirá pelear con organización y conciencia: “Solo un gran objetivo puede engendrar una gran energía”.
Lenin reiteraba la necesidad de una vinculación íntima entre la política y la teoría. Pero no fue en esas declaraciones donde estuvo su acierto, sino en haberse convertido en un maestro permanente de la práctica política, que velaba por las personas, los detalles, la estrategia y la táctica y lo esencial de cada coyuntura, y que analizaba siempre las situaciones concretas, sin perder jamás de vista al movimiento en su conjunto y sus objetivos mediatos y trascendentes, y sin ceder jamás en las cuestiones de principios y en los ideales revolucionarios.
No he encontrado mejor elogio de aquella falange revolucionaria que un tributo de profesional que le hace un enemigo, este fragmento de un informe interno de la policía zarista: “Los elementos, las organizaciones y los hombres que rodean a Lenin son los más enérgicos, los más audaces y los más capacitados para la lucha sin desmayo, la resistencia y la organización permanentes”.
Quince años median entre ¿Qué hacer? y 1917, y no pueden entenderse la obra ni la vida de Lenin en ese lapso si se las estudia separadas. Permítanme recordar un intento modesto, pero lúcido: el seminario “El pensamiento de Lenin y las revoluciones”, que celebramos en el Departamento de Filosofía de la calle K hace casi medio siglo. Todas las semanas durante dos años discutimos los materiales que estudiábamos y nuestros criterios, los escritos y los actos de Lenin, pero también escritos y actos de los demás implicados en la historia de Rusia del primer cuarto del siglo XX; las ideas y las pasiones, los conflictos, los intereses, los ideales, los grupos, al mismo tiempo que los acontecimientos, los procesos y las etapas discernibles.
El bolchevismo no tuvo parte en la caída del zarismo, pero su líder marchó raudo a Rusia, a tratar de enseñarle algo a la Revolución. Ayer comentamos el modo tan radicalmente revolucionario como Lenin unió la práctica política y la teoría en sus Tesis de Abril, un verdadero escándalo para los cuadros bolcheviques que no lograban quitarse la camisa sucia de la socialdemocracia. Y a lo largo del taller hemos venido presentando y debatiendo al Lenin de aquel año diecisiete. Vimos al líder entregado como nunca antes a las urgencias de la práctica política revolucionaria. Entonces, me pregunto: ¿por qué escribe, oculto en Finlandia, El Estado y la Revolución?, ¿qué pretendió con aquel ensayo inconcluso?, ¿qué lugar quería que tuviera respecto a la quemante práctica política del momento? ¿Por qué, en esta precisa circunstancia, rescatar en detalle la teoría del Estado de Marx, ponerla en el centro de la polémica y defender su carácter revolucionario comunista? ¿Es que Lenin desconfiaba de un exceso inmediatista? ¿Para qué abordar el programa máximo cuando dentro de su propia dirección le están reprochando que su política es aventurerista? ¿Les sube la parada? ¿O es mucho más que eso?
Dejo esas preguntas como un insumo más para debates, porque mi tiempo pronto se acabará. Y me conformo con un breve comentario acerca de una de las aproximaciones que se pueden hacer a esta obra.
El prefacio brevísimo de El Estado y la revolución comienza afirmando que “la guerra imperialista ha acelerado y agudizado… el proceso de transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado”. Pero en la situación creada, añade, “se gesta, a todas luces, la revolución proletaria internacional”. La actualidad, en sentido histórico, ligará ambos términos y, por consiguiente, es vital plantearse qué hará la revolución proletaria con el Estado, para que su poder sea realmente proletario anticapitalista –Lenin reitera que la cuestión del poder es la central en la política–, y para que el proceso liberador avance realmente hacia el logro de sus fines últimos.

Igual que Bolívar, Martí o Fidel, Lenin pudo parecerles un iluso a sus contemporáneos, y puede parecerle ilógico o chocante al que hoy se queda en la superficie al leerlo, cuando, encontrándose en condiciones sumamente desventajosas, planteaba los rasgos y los problemas del gran escenario futuro, y aseguraba así que ese tiempo vendría. En realidad, este libro es un ejemplo señero de la unión entre la utopía y las tareas más inmediatas, entre la política y la teoría, y del valor y la procedencia prácticos y teóricos que ella posee. Me recuerda al Carlos Marx de 1875, de la Crítica del Programa de Gotha, apenas al inicio del largo camino de la socialdemocracia, advirtiéndoles a los marxistas que de ahora en adelante su enemigo principal será la república democrática capitalista, y dejándoles un esbozo singular del proceso que podría llevar a la humanidad hacia el comunismo.
Tendremos que vérnosla con el Estado, les dice Lenin a sus compañeros y a los que vendrán, cuando el poder parece algo muy lejano: el Estado de la nueva era, la era del imperialismo y las revoluciones socialistas. Con el Estado nos veremos y sin el poder sobre él no sobreviviremos; pero tendremos que aprender a usarlo como instrumento de liberación o naufragaremos en él; desde el inicio ya el Estado no podrá ser lo que fue, o al final formará parte de la liquidación de la revolución.
Casi cincuenta años después, Ernesto Che Guevara, oculto en Praga, volverá a estudiar y anotará El Estado y la Revolución. Está entregado a la misión que ha asumido respecto a la necesidad urgente de hacer la crítica y emprender el desarrollo de la teoría revolucionaria, al mismo tiempo que, con el arma en la mano, intenta impulsar la revolución en el mundo para ayudar a forzar la situación a favor del campo popular y de la causa cubana. Che había publicado su síntesis de la utopía y la práctica política, su manifiesto comunista, El socialismo y el hombre en Cuba, veinte días antes de partir. Al fin se han puesto al alcance de todos estos apuntes suyos, hace cuatro años. Invito a tener en cuenta el tema que estoy abordando al leerles el comentario final que hizo el Che a aquella lectura suya:
Este libro es como una Biblia de bolsillo para los revolucionarios. La última y más importante obra teórica de Lenin donde aparece el revolucionario integral y ortodoxo. Algunas de las recetas marxistas no las pudo cumplir en su país y debió hacer concesiones que todavía hoy pesan sobre la URSS. Pero los tiempos no estaban para experimentar a largo plazo: había que dar de comer a un pueblo y organizar la defensa contra posibles ataques. Frente a la realidad de hoy, El Estado y la Revolución es la fuente teórico-práctica más clara y fecunda de la literatura marxista.
Lenin y el bolchevismo triunfante, realmente subversivos y creadores, inauguraron la recuperación del legado político y teórico de Marx, la etapa del apogeo del comunismo dentro del movimiento y las ideas anticapitalistas y de liberación humana y social, y la primera ola de revoluciones socialistas del siglo XX. Considerados en su conjunto, los movimientos revolucionarios socialistas y de liberación nacional del siglo pasado ampliaron a escala mundial y desplegaron a fondo los modos singulares de asumir y utilizar la teoría revolucionaria marxiana y, en muchos casos, el conjunto resultante de ella y del complejo de ideas y experiencias del marxismo bolchevique. Pero para realmente ser, pensar y actuar como revolucionarios, sus puntos de partida y sus elementos fundamentales tuvieron que ser los de la propia cultura, sus modos de sentir y entender y la actuación autónoma de cada uno. Desde perspectivas que ya no eran la de Marx ni la de los marxistas europeos del medio siglo que siguió a su muerte, los revolucionarios combinaron la práctica política y la teoría.
La desastrosa fase final del siglo XX incluyó un retroceso general de las luchas de clases y de liberación nacional anticapitalistas, y una conservatización de la política y de aspectos de la vida cotidiana, entre otras pérdidas importantes. Pero no pudo borrar todo lo avanzado por la humanidad. En lo que va de este siglo, en América Latina se ha seguido manteniendo la Cuba socialista, como realidad concretada, factor influyente y ejemplo, y en buena parte del continente se ha desarrollado la autonomización de países respecto al control de Estados Unidos, procesos políticos con grandes avances en cuanto a promoción de los intereses de las mayorías y su participación política –en algunos casos francamente revolucionarios–, y un amplio movimiento de coordinaciones estatales que busca avanzar hacia integraciones económicas y políticas. Ha aumentado el papel de los Estados en la región. Pero hoy está en marcha una gran contraofensiva de Estados Unidos y sectores burgueses de América Latina, que pretende derrotar y desmontar esos procesos y restablecer el dominio completo del imperialismo y el capitalismo.
En un plano más general y más funesto, el imperialismo apela a los inmensos recursos y las múltiples maneras de actuar de su sistema –desde las finanzas hasta los bombardeos– para imponerse a escala planetaria. El arma privilegiada entre tantas es el dominio cultural, dirigido a obtener el consenso de las mayorías, sometidas a sistemas de idiotización en sus consumos, informaciones, necesidades y deseos. Se aspira a desaparecer el futuro y el pasado, reducir a todos a un mezquino y eterno presente, anular los potenciales de resistencia y de rebeldía y controlar férreamente la vida cotidiana y la vida ciudadana. Un corolario de ese sistema es la exclusión de la utopía. Los medios no deben aludir a ella, y ningún político serio la menciona. Se supone que la práctica política debe limitarse a una ingeniería de la gobernabilidad, el facilitamiento de un curso económico determinado mediante las políticas económicas que correspondan, el funcionamiento de estructuras administrativas y más o menos estado de derecho, el aparato tradicional de poderes del Estado –muy disminuido en la práctica– y sistemas electorales llenos de eventos periódicos, publicidad, corrupción, promesas, recambios, pactos, pugnas y otros detalles.
La pérdida del horizonte utópico sería letal para el campo popular y tendría consecuencias funestas, tanto para el pensamiento como para la práctica política. Renunciar a la política de los hechos, lúcida, creadora, valiente y atractiva, para cumplir con los requisitos del orden burgués y parecerles respetable a los que nunca han respetado a los pueblos ni a las personas dóciles, es suicida. En nuestro continente, el enfrentamiento práctico y decidido hasta derrotar a los enemigos es lo fundamental, y ningún tipo de actuación debe ser excluido para lograrlo. Pero también será indispensable un salto hacia adelante en el terreno de las ideas. La acumulación cultural de experiencias, conciencia, valores y pensamiento estructurado que tiene el campo revolucionario es enorme, pero hoy es muy poco conocida, y muchos ni siquiera saben que existe. Habrá que recuperar y divulgar, compartir y discutir, y será imprescindible crear, como tuvieron que hacerlo los de las generaciones anteriores.
Lenin nos invita a volver a escribir El Estado y la Revolución. Sería un homenaje digno del centenario de Octubre, un tributo grande y útil. Aquí está Lenin, con su vieja gorra, que en la victoria o en la peor situación no cesa de pensar y pelear, continúa señalando el camino e iluminando el futuro.

Fernando Martínez Heredia

[1] Intervención en el Taller “Lenin: de las Tesis de Abril a El Estado y la Revolución”, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 21 de abril de 2016.

viernes, 22 de abril de 2016

Cuba: No retornar al capitalismo jamás




El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba finalizó a 55 años de la derrota de la invasión lanzada por Estados Unidos en Playa Girón. Simbólico, ya que quienes combatieron allí y los cientos de miles que entonces empuñábamos las armas en cualquier parte de Cuba, lo hicimos defendiendo conscientemente ya no solo la patria, sino el socialismo, proclamado por Fidel tres días antes en el sepelio de los compañeros caídos en los bombardeos de la víspera.
Y ha sido la preservación y perfeccionamiento del socialismo, de la democracia que lo oxigena, y la decisión de no retornar jamás al capitalismo lo que ha pautado al congreso desde el informe de Raúl como primer secretario del Comité Central -una brillante reflexión-, hasta las breves pero sustanciosas palabras con que lo clausuró.
Con esa perspectiva se desarrollaron los críticos y enriquecedores debates, donde los mil delegados y los 280 invitados se consagraron a trasmitir a la reunión los anhelos, críticas, inconformidades e ideas de los cubanos. Algo que estos pudieron constatar en los medios de información, que en esta oportunidad resplandecieron como pocas veces para hacer sentir a sus audiencias que estaban dentro del recinto congresional.
Ojalá este hecho marque un hito en el dilatado proceso de construcción de una agresiva y renovadora política de comunicación cubana, cuya maduración es urgente en una coyuntura en que el poderoso vecino del norte transita con Cuba de la táctica del terror de Estado a la de la seducción, sin renunciar a su objetivo histórico de destruir el socialismo. Aunque todavía mantiene el bloqueo casi intacto.
Sobre estos peligros alerta el informe, como sobre la contraofensiva imperialista-oligárquica contra los gobiernos populares de la región y reitera que, en las relaciones con Washington, La Habana no aceptará condicionamiento alguno a su política interior o exterior socialista e internacionalista. Rechaza los proyectos de utilizar al nuevo sector no estatal de la economía como base contrarrevolucionaria.
En poco tiempo vendrán de las bases del partido, de las organizaciones juveniles, estudiantiles, sociales y de amplios sectores de la nación las opiniones y propuestas de sus integrantes sobre las resoluciones del congreso referidas a la conceptualización teórica del nuevo modelo económico-social socialista y las bases del plan de desarrollo económico y social hasta 2030, cuyos resultados debe valorar el Comité Central para su aprobación definitiva.
Todo ello con sus implicaciones, como es de suponer, en la vida interna del partido y el sistema político, llamados a ser cada vez más democráticos sin renunciar, eso sí, al partido único, pues como muy acertadamente expresó Raúl: Si lograran algún día fragmentarnos, sería el comienzo del fin… en nuestra patria, de la Revolución, el socialismo y la independencia nacional.
Añado, como partícipe activo de la revolución y lector voraz de la historia, que no puedo imaginar, al menos en las condiciones geopolíticas de la isla, alternativa alguna al partido único como instrumento idóneo para conservar, perfeccionar y conquistar a plenitud lo que han sido los sueños libertarios del pueblo cubano desde el siglo XIX.
El congreso incorporó la propiedad privada en la forma de micro, pequeña y mediana empresa, regulada, sin posibilidad de concentración de propiedad ni de riqueza, en un socialismo donde continuará siendo hegemónica la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, expresada en la empresa estatal socialista. Cabe añadir que, además se acordó estimular y fortalecer la propiedad cooperativa.
Raúl enfatiza en que la planificación de la economía por el Estado y la acción regulada de la ley de la oferta y la demanda pueden convivir en beneficio de país.
Una economía autosostenida y próspera sigue siendo la asignatura pendiente del socialismo cubano. Hacia allí se dirige la actualización, vocablo adoptado para denominar los cambios hacia un modelo donde se acepta la función indispensable del mercado. Su implementación marcha, según palabras de Raúl, sin prisa pero sin pausa, y su ritmo está determinado, entre otras variables fundamentales tanto endógenas como exógenas -la crisis sistémica del capitalismo y el bloqueo estadounidense entre las más importantes-, por la rotunda negativa a tomar medidas de “ajuste” y la decisión de no dejar a nadie desamparado.
El momento más conmovedor, la lectura por Fidel de su discurso, sabio, emotivo, imperdible.

Ángel Guerra Cabrera

miércoles, 20 de abril de 2016

El pueblo cubano vencerá




Discurso del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en la clausura del 7º Congreso del Partido Comunista de Cuba

Constituye un esfuerzo sobrehumano dirigir cualquier pueblo en tiempos de crisis. Sin ellos, los cambios serían imposibles. En una reunión como esta, en la que se congregan más de mil representantes escogidos por el propio pueblo revolucionario, que en ellos delegó su autoridad, significa para todos el honor más grande que han recibido en la vida, a este se suma el privilegio de ser revolucionario que es fruto de nuestra propia conciencia.
¿Por qué me hice socialista, más claramente, por qué me convertí en comunista? Esa palabra que expresa el concepto más distorsionado y calumniado de la historia por parte de aquellos que tuvieron el privilegio de explotar a los pobres, despojados desde que fueron privados de todos los bienes materiales que proveen el trabajo, el talento y la energía humana. Desde cuándo el hombre vive en ese dilema, a lo largo del tiempo sin límite. Sé que ustedes no necesitan esta explicación pero sí tal vez algunos oyentes.
Simplemente hablo para que se comprenda mejor que no soy ignorante, extremista, ni ciego, ni adquirí mi ideología por mi propia cuenta estudiando economía.
No tuve preceptor cuando era un estudiante de leyes y ciencias políticas, en las que aquella tiene un gran peso. Desde luego que entonces tenía alrededor de 20 años y era aficionado al deporte y a escalar montañas. Sin preceptor que me ayudara en el estudio del marxismo-leninismo; no era más que un teórico y, desde luego, tenía una confianza total en la Unión Soviética. La obra de Lenin ultrajada tras 70 años de Revolución. ¡Que lección histórica! Se puede afirmar que no deberán transcurrir otros 70 años para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución Rusa, para que la humanidad tenga otro ejemplo de una grandiosa Revolución Social que significó un enorme paso en la lucha contra el colonialismo y su inseparable compañero, el imperialismo.
Quizás, sin embargo, el peligro mayor que hoy se cierne sobre la tierra deriva del poder destructivo del armamento moderno que podría socavar la paz del planeta y hacer imposible la vida humana sobre la superficie terrestre.
Desaparecería la especie como desaparecieron los dinosaurios, tal vez habría tiempo para nuevas formas de vida inteligente o tal vez el calor del sol crezca hasta fundir todos los planetas del sistema solar y sus satélites, como gran número de científicos reconocen. De ser ciertas las teorías de varios de ellos, las cuales los legos no ignoramos, el hombre práctico debe conocer más y adaptarse a la realidad. Si la especie sobrevive un espacio de tiempo mucho mayor las futuras generaciones conocerán mucho más que nosotros, aunque primero tendrán que resolver un gran problema. ¿Cómo alimentar los miles de millones de seres humanos cuyas realidades chocarían irremisiblemente con los límites de agua potable y recursos naturales que necesitan?
Algunos o tal vez muchos de ustedes se pregunten dónde está la política en este discurso. Créanme que me apena decirlo, pero la política está aquí en estas moderadas palabras. Ojalá muchos seres humanos nos preocupemos por estas realidades y no sigamos como en los tiempos de Adán y Eva comiendo manzanas prohibidas. ¿Quién va a alimentar a los pueblos sedientos de África sin tecnologías a su alcance, ni lluvias, ni embalses, ni más depósitos subterráneos que los cubiertos por arenas? Veremos que dicen los gobiernos que casi en su totalidad suscribieron los compromisos climáticos.
Hay que martillar constantemente sobre estos temas y no quiero extenderme más allá de lo imprescindible.
Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo, fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá.
Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala. He votado por todos los candidatos sometidos a consulta por el Congreso y agradezco la invitación y el honor de escucharme. Los felicito a todos, y en primer lugar, al compañero Raúl Castro por su magnífico esfuerzo.
Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida, como Martí, Maceo y Gómez, en marcha indetenible.

martes, 19 de abril de 2016

Díaz Canel presenta en plenaria proyecto de resolución sobre Informe Central




Miguel Díaz Canel Bermudez presenta en plenaria proyecto de resolución sobre el Informe Central al VII Congreso del PCC

lunes, 18 de abril de 2016

El futuro de Cuba a debate en un congreso blindado




Entre este 16 y 19 de abril sesiona en La Habana el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). La reunión partidista tiene entre sus tareas fiscalizar la aplicación del programa de cambios económicos y sociales, aprobados hace algo más de 4 años, así como ponerle nombres y apellidos a quienes sustituirán a la denominada generación histórica que ha dirigido la revolución desde sus inicios.

Habana. En tiempos de cambios económicos y re-adecuaciones sociales incluso las fechas elegidas para la magna cita partidista tienen significados: el 16 de abril de 1961 la Revolución cubana declaró su carácter socialista, y apenas 3 días más tarde, el 19, las fuerzas revolucionarias derrotaban la invasión mercenaria de Playa Girón o Bahía de Cochinos, organizada, armada y dirigida por el Departamento de Defensa de los EE.UU y la CIA. Las fechas por lo tanto indican que la continuidad del socialismo es parte esencial de este trascendente encuentro político que debe aprobar las líneas maestras de la política nacional para los próximos años.

Un Partido único y dirigente, pero también amplio y diverso

El PCC es por definición constitucional único, dirigente y de vanguardia, y se rige, según la más pura tradición marxista-leninista, por mecanismos propios del centralismo democrático; sin embargo, a pesar de que inicialmente estas afirmaciones puedan pre-juiciar a los lectores poco conocedores de las realidades cubanas, también es necesario subrayar que el Partido cuenta con una militancia de casi medio millón de personas, a las que hay que sumar los algo más de cuatrocientos mil miembros que forman su organización juvenil, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). En total la cifra de casi un millón de personas involucradas sobre una población de un poco más de 11 millones de habitantes habla de su extensión e implantación social.
Tradicionalmente, tanto en la preparación de sus congresos como en los momentos decisivos relativos a temas constitucionales, económico-sociales y políticos, está agrupación se ha basado en asambleas abiertas en centros laborales, de estudio y barriales donde se recogían propuestas, opiniones y críticas que influían en los documentos finalmente aprobados, por lo tanto, más allá de los déficits democráticos que se le pueden achacan al sistema imperante en Cuba, la realidad es que el PCC ha echado sus raíces sobre la base de construir consensos sociales lo más amplios posibles, dentro de la realidad cubana de cada momento.
Rompiendo con la práctica precedente este Congreso muestra todos los síntomas de una cita blindada y prevista de antemano desde las más altas esferas político-administrativas del país.

Un congreso blindado

La afirmación anterior tiene que ver con el poco tiempo de preparación y organización, un debate escaso y “dirigido”, y la muy poca divulgación tanto de documentos como de información general al país. En este extraño contexto, los mil delegados que asisten deben aprobar apresuradamente ni más ni menos que las líneas maestras en lo que refiere a la economía y la sociedad cubana del futuro cercano, un futuro que de hecho ya está en presente, y la fundamental decisión, pues será la mirilla de las noticias de los grandes medios, de quienes serán las personas encargadas de dirigir este proceso, es decir los sucesores públicos de Fidel y Raúl Castro.
Las razones de tanta premura, que no implica ninguna improvisación, parecen evidentes a simple vista: Por un lado están los cambios sociológicos que ha sufrido Cuba en las dos últimas décadas, en muy numerosos aspectos, con el consiguiente distanciamiento, apatía y descontento social, que afecta muy especialmente a la juventud y que de alguna manera ha roto definitivamente antiguos “consensos”, en la misma medida en que los cambios económicos siguen sin dar los resultados previstos, alimentando así descontentos sin fin.
Al mismo tiempo, frente a lo “interno” se vislumbra la clara amenaza que representa la filosofía del discurso, televisado a todo el país en directo, de Barack Obama durante su reciente visita a La Habana. Un mensaje claro y explicito precisamente dirigido a la juventud, muy contemporáneo y de aspecto moderno, que les propone la reinstauración paulatina de un capitalismo democrático e incluyente, aparentemente virginal pero que no existe en ningún lugar del mundo conocido si no es en su actual versión cruda neo-liberal. Pero los espejismos y la “ingenuidad” social pueden llegar en este caso a ser mortal, es decir empeñar la soberanía nacional en un incierto camino, un camino que por demás ya recorrió Cuba desde fines del XIX hasta mediado del XX, pero que la gran mayoría de jóvenes cubanos “desconocen” a pesar de la sobresaturación mediática oficial en este fundamental aspecto histórico, seguramente por eso mismo Obama llamó en su discurso muy intencionadamente a “olvidar” el pasado, incluso el más reciente.

Un presente complicado, un futuro abierto

La nación cubana vive un presente complicado que va más allá de sucesiones nominales, su futuro se muestra abierto y aun pendiente de escribir con resultados sociales y económicos en el día a día.
Obama declaró en La Habana que los EE.UU respetarán la soberanía cubana, pero eso puede no ser cierto dado los antecedentes en otros lugares y geografías, esas declaraciones efímeras dependerán siempre de circunstancias y contextos, en este caso también latinoamericanos.
Mientras el VII Congreso del PCC tomará algunas decisiones importantes en estos días, y habrá tiempo para desentrañar lo que de manera planificada acordaron antes los líderes históricos de la Revolución cubana, y los compromisarios del Congreso sin duda ratificarán, no hay que esperar ahora cambios políticos o institucionales, pues aunque se derive de un marxismo puro, no es tiempo ni momento, pero de cualquier manera los acuerdos de este Congreso no se pueden quedar solo en textos, el riesgo es demasiado grande, habrá que verificarlos en práctica y resultados.
Los nombres, y las posiciones correlativas, de la nueva generación de dirigentes a los que ya se les ha “encargado”, evidentemente antes del Congreso, la tarea de modernizar y hacer viable una continuidad socio-económica de la Revolución cubana, son bastante previsibles, ya están muy presentes en el Gobierno, el Partido y el Parlamento. No hay duda de que la nueva Dirección será colegiada, los nombres ya conocidos, las líneas políticas las ya acordadas de antemano, pero a diferencia de otros momentos el tiempo para mostrar resultados y transformaciones en esta ocasión es limitado, cada vez más limitado.

JM Arrugaeta/Orsola Casagrande

domingo, 17 de abril de 2016

Abel Prieto - Encuentro de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad


Lo estratégico de defender teleSUR, la mayor herramienta contra el poder mediático hegemónico




La `doctrina del poder inteligente´ de Obama para Cuba y el control de los medios




Basado en un texto de Jesús Arboleya – Progreso Semanal.-Obama, recordemos, es un firme partidario de la llamada “doctrina del poder inteligente”. Es el uso combinado de todos los recursos para la política exterior de EEUU: la fuerza militar, la diplomacia, la penetración económica o la influencia cultural serán adaptadas a las condiciones de cada momento y país.
Edición: Javier Borja.

El VII Congreso del Partido




Detalles sobre el proceso desarrollado desde la base hasta el Congreso del Partido Comunista de Cuba, la composición de los delegados, los temas que discutirá el evento y otros temas de interés serán informados este jueves en la Mesa Redonda, con la participación de organizadores y delegados al magno evento de los comunistas cubanos

sábado, 16 de abril de 2016

Haydée Santamaría: mujer torrente




Esta mujer es un torrente, un ser insondable hasta en el último momento de su muerte, por ello la trasciende y se mantiene cercana susurrándonos poéticamente dónde puede estar la grandeza del más mínimo gesto, de la expresión criollísima trastocada en ocurrencia en el medio del abismo. «Llegó la dictadura, y ella sin pensarlo dos veces se ofreció a abrir la puerta. Vilma, en tanto, "vuela" por el techo y cae en un patio de los Luis Bravo. Haydée no solo convida a entrar, sino que brinda café y se comporta como la criada de la casa, y se adelanta a los guardias con la iniciativa de una revisión... por supuesto no muestra los bajos de las cortinas, allí están las cartas... allí están parte de las pruebas, las otras la lleva a salvo Vilma, intrépida y audaz como su compañera de lucha».

Develan pintura mural de Fidel en escuela namibia




Con un sencillo pero emotivo acto se develó en el mural de la entrada de la escuela primaria “Fidel Castro” una pintura del Comandante en Jefe de cinco metros de altura por cinco de ancho realizada por el pintor cubano radicado en Windhoek, Yasiel Palomino, que sustituyó a la que se deterioró por el clima y el viento.
La pintura reproduce una foto de Fidel con la boina que utilizó similar a la que portaban los milicianos que derrotaron en menos de 72 horas la invasión de Girón.
Grupos danzarios de los alumnos en sus cantos en inglés y oshivambo decían “somos hijos de Fidel”.
La escuela primaria, radicada en el barrio de la capital namibia donde el régimen racista del Apartheid segregó a los negros, cuenta con excelentes instalaciones inconcebibles en aquella época y alberga a 1,238 alumnos.
En el acto, la Vice-Presidenta de la Asociación Patria de Cubanos Residentes en Namibia, ingeniera Mercedes Rosell, entregó a la directora de la escuela Martha Shilyomunhu un cheque por 29 mil 250 dólares namibios (unos 2100 USD), resultado de una contribución voluntaria de sus miembros, para seguir mejorando la instalación.
El embajador cubano Giraldo Mazola, recordó que un día como hoy hace 55 años se inició aquella artera agresión con el bombardeo de nuestros aeropuertos y que al día siguiente Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución bajo cuya consigna nuestros combatientes pelearon para defender la patria y el socialismo, infringiendo la primera derrota militar al imperialismo en América.
El diplomático cubano expresó además que “las fotos de esta actividad serán enviadas a Fidel con el compromiso de ustedes de ser cada día mejores estudiantes como saludo anticipado a su próximo 90 aniversario y con seguridad le alegrará al comprobar que los nietos de los bravos combatientes namibios que conjuntamente con las tropas internacionalistas cubanas cambiaron el mapa político de África Austral, se preparan para consolidar la independencia conquistada con tantos sacrificios.”

Información de la Embajada Cubana en Namibia

viernes, 15 de abril de 2016

En el 55 aniversario del intento de invasión de Playa Girón: Muerte al invasor




Noticiero Icaic sobre la invasión mercenaria de Estados Unidos por Playa Girón en 1961

jueves, 14 de abril de 2016

Leonard Peltier: 40 años de prisión política en EEUU… y de olvido informativo




Basado en un texto del blog “Isla mía”.- “No olvidemos a Leonard Peltier" pedía recientemente Ricardo Alarcón de Quesada, quien fue, durante 20 años, presidente de la Asamblea Nacional de Cuba.
Edición: Javier Borja.

miércoles, 13 de abril de 2016

Presidenta de teleSUR responde a Macri: No van a desaparecer la verdad




El ministro de Medios de Argentina, Hernán Lombardi, y del secretario de Comunicación Pública del país suramericano, Jorge Grecco, confirmaron este domingo que el gobierno de Mauricio Macri resolvió abandonar la señal multiestatal teleSUR integrada por Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Uruguay.

Sobre las 5 y pico lecciones de Obama ante la sociedad civil cubana




La historia del futuro

La intervención del presidente Obama ante una representación de la sociedad civil cubana, especialmente seleccionada e invitada, que vimos por televisión, es una joya de orfebrería política, que debería estudiarse en las facultades de comunicación y las escuelas del Partido. Sus frases no parecen haber sido bordadas por expertos y hábilmente leídas en unteleprompter, sino estar saliendo de su corazón. Esta pieza de oratoria, su puesta en escena y su perfecta interpretación la hacen parecer realmente una conversación, no un documento cargado de tesis de principio a fin.
Comento algunas de estas tesis y su brillante manejo discursivo, a partir de la lógica con que el Presidente ha construido la visión de nuestra realidad y la de los Estados Unidos, así como de su tono directo. Mis modestos comentarios no pretenden ser el espejo de la sociedad civil cubana, sino apenas una reflexión crítica sobre el sentido común, el de Obama y el de esa sociedad, reconociéndola en su heterogeneidad, vibrante y politizada, no satisfecha con monólogos, por muy bien armados y carismáticos, sino con el diálogo real entre una diversidad de ciudadanos, ya que son mucho más que dos. Lo hago en un espíritu de debate, no solo por la invitación del presidente Obama a una discusión que “es buena y saludable”, sino porque ese debate se ha legitimado entre nosotros desde hace tiempo, como parte de una libertad de expresión que la sociedad civil se ha ganado por sí misma, más allá de estridencias y chancleteo, sin esperar dones de lo alto o de benefactores poderosos de afuera.

1. “Debemos dejarlo todo atrás”
Desde su primer discurso, en la Cumbre de Puerto España (2009), el presidente Obama ha insistido en no ser responsable de la guerra que los Estados Unidos han mantenido contra Cuba, porque todo eso pasó “antes de nacer” él. Con ese giro personal, soslaya lidiar con el legado en el uso de la fuerza de los Estados Unidos hacia Cuba en los últimos 150 años. Hoy nos dice que su mensaje es “un saludo de paz”, y que mejor sellamos ese pasado. Siempre que se trate de mirar adelante, hagámoslo. Sin embargo, a renglón seguido de este introito con rosa blanca, le pasa la cuenta a la revolución por el dolor y el sufrimiento del pueblo cubano, y despacha ese período como “una aberración” en la historia de las relaciones bilaterales.
Si en lugar de dejar atrás el pasado, queremos reexaminarlo de manera ecuánime, y verlo en toda su complejidad, sin espejuelos ideológicos ni frases diplomáticas, no ayuda evocarlo como si fuera The Pérez Family, aquella película con Alfred Molina y Marisa Tomei. La normalización se inicia del lado de los Estados Unidos, no por su infinita benevolencia, sino porque es en sus manos donde ha estado la decisión de cambiar las cosas. Mirándola de cerca, la recapacitación de Obama y su desacuerdo con la política de los EE.UU. durante todo ese mismo período “aberrante” consiste en que “no estaba funcionando”, porque no logró su objetivo: derrocar el socialismo cubano por la fuerza y el aislamiento. Su mérito consiste en haberlo declarado desde Puerto España, y proclamar ahora “el coraje de reconocerlo”, aunque se trate de una política que el resto del mundo comparte hace más de veinte años.
En ese discurso caracterizado por la franqueza, sin embargo, no dice ni una sola vez que además de errónea, esa política fue contraproducente, porque no solo atropelló el bienestar del pueblo y la soberanía cubanas, sino impuso la necesidad de armarse hasta los dientes, y condujo a la maldita situación de una fortaleza sitiada, y de un estado de seguridad nacional cuyas consecuencias económicas y políticas aún estamos pagando. No es posible desconocer que ese ciudadano norteamericano elocuente y sin pelos en la lengua que reclama decirnos lo que piensa, es también el Presidente de los Estados Unidos. Con esa misma franqueza, podría haberle entrado al tema con la manga al codo, reconociendo el papel del Estado norteamericano no solo en los costos del pueblo, sino en nuestros problemas actuales, y dándonos un ejemplo de voluntad para decirlo todo, sin cortapisas, si queremos llegar realmente al fondo de las cosas, ahora mismo y en el futuro.

2. “Gracias a las virtudes de un sistema democrático y respetuoso de la libertad de los individuos, EE.UU. es el país de las oportunidades, donde el hijo de un inmigrante africano y una blanca madre soltera pudo llegar a ser presidente”
Este notable discurso nos conduce a menudo por caminos clásicos como el del sueño americano, con una maestría narrativa propia de Steven Spielberg, que habría envidiado entre nosotros el gran Félix B. Caignet. Aunque se niega, con razón, a quedar atrapado por la historia, Obama termina dándonos su propio relato de las cosas que han pasado no solo aquí, sino allá. En una de sus tesis centrales, afirma que la justicia social alcanzada por ellos se debe precisamente al sistema democrático adoptado por los padres fundadores.
El año pasado se cumplieron 150 años del fin de la Guerra civil, que dividió el Norte y el Sur de esa gran nación, en el enfrentamiento más terrible, en términos materiales y humanos, que hayan sufrido los Estados Unidos, sumando todas las guerras en que ha participado. Si la democracia hubiera bastado para resolver el problema de la esclavitud, no hubiera sido necesaria aquella guerra atroz, provocada por el alzamiento de la tercera parte del país en contra del poder legítimo, democráticamente electo, y que costó 750 mil muertos, medio millón de heridos, 40% del Sur destruido, propiedades perdidas para siempre por los sureños derrotados, un presidente Lincoln vilipendiado y finalmente asesinado, solo para abolirla.
Un siglo después de esa terrible Guerra civil, al lado de la cual nuestra revolución, con todos sus costos humanos y familiares, es un paseo por el campo, todavía la mamá de Obama tuvo que irse con su familia a criarlo en un estado tan próximo como Hawai, donde su hijo mulato pudo crecer rodeado de menos discriminación rampante que en los Estados Unidos continentales —como él mismo nos recuerda en su discurso. Todavía hoy, como demuestran historiadores y sociólogos norteamericanos, las heridas de aquella conflagración no han cerrado del todo, y las causas estructurales de la desigualdad racial y la violencia asociada no logran rebasarse. Si Martin Luther King Jr. y muchos norteamericanos, de todos los colores, así como nosotros en Cuba, celebramos el triunfo de un candidato negro en las elecciones de 2008, también sabemos que con eso no basta para que un sistema político se haga más democrático —ni allá ni en ninguna parte.
En cuanto al pluralismo del sistema, suena como un wishful thinking, o una buena idea, que un candidato socialdemócrata hiciera campaña y llegara hasta el final con alguna visibilidad, como una tercera vía en el marco de hierro bipartidista de los Estados Unidos, en lugar de verse forzado a un Partido Demócrata que abomina, para tener algún chance de participar, en ese bicentenario sistema político estadounidense, al cual José Martí le dedicó cientos de páginas, que leemos poco y conocemos menos de lo que deberíamos.

3. “El socialismo tiene sus cosas buenas, como la salud y la educación (aunque le falta los derechos ciudadanos y las libertades que tienen los EE.UU.)”
Gracias. Pero es que eso de la salud y la educación lo dice todo el mundo. En rigor, la cuestión de contrastar los atributos de nuestros dos sistemas requiere ponerlos en un contexto mayor. Antes de compararlo con Cuba, habría que poner al sistema norteamericano al lado de otras economías de mercado y democracias liberales del mundo. ¿Alguien más tiene uno igual? Lo que hay que explicar es por qué esa democracia basada en valores universales, donde todo se alcanza, no ha podido conseguir un sistema nacional de salud, ni siquiera uno tan incompleto como el proyecto original del Obamacare. ¿Cómo se explica que la educación pública, que no es un invento comunista, ha funcionado en muchos países europeos, mientras en los Estados Unidos tiene índices tan pobres?
A propósito de la medida del socialismo cubano, me pregunto si esta se contiene en dos servicios públicos gratuitos, como salud y educación, igual que tienen los canadienses y los finlandeses. Ya sé que muchos cubanos piensan así. Desde mi punto de vista, sin embargo, el mayor logro del socialismo cubano (incluyendo no solo al gobierno, sino a todos los cubanos que lo hacen posible) ha sido la reivindicación del sentido de la dignidad de las personas y la práctica de la justicia social, al margen de su origen de clase, su color o su género. Eso explica, por cierto, que los cubanos estemos alarmados hoy ante el crecimiento de la desigualdad y la pobreza, y no la aceptemos como un hecho natural, sino como la erosión de una condición ciudadana fundamental. ¿O es que el costo del retroceso de los perdedores se equilibra con la prosperidad de los ganadores, y la mayor polarización social es el costo fijo de una mayor libertad? ¿Se resuelve con impuestos y un supuesto efecto de derrame hacia abajo? ¿Dónde es que pasa eso? Cuando digo igualdad —no uniformidad ni igualitarismo— me refiero a a la práctica real de ese derecho, no a la letra de una constitución.
Los cubanos debemos recordar que nuestro huésped, el Dr. Barack Obama, es graduado de la Escuela de Derecho de Harvard, y enseñó en la Universidad de Chicago esa materia, Derecho constitucional, antes de ser organizador comunitario en esa ciudad, y luego político local, así que tiene plena conciencia de lo que estamos tratando. Una cosa es la ley y las instituciones del sistema, y otra la justicia social. Decir que la práctica de esa justicia en Cuba consiste en “el papel y los derechos del Estado”, en oposición a los del individuo, revela, en el mejor caso, ignorancia, y en el peor, mala fe. Tratándose de él, seguramente se trata solo de lo primero.
Claro que tenemos mucho que avanzar en materia de derechos ciudadanos efectivos, refuerzo de la ley, empoderamiento y representación de todos los grupos sociales, y no solo de nuestros emprendedores privados, en el camino hacia una democracia ciudadana plena. Hacerlo sobre la base de nuestra propia cultura política, y tomando en cuenta otras experiencias de descentralización y participación local en América Latina, más que las de nuestros amigos asiáticos, es una tarea que no se debe dejar para más adelante. Con sincera admiración hacia los luchadores por los derechos civiles en los Estados Unidos, decenas de ellos asesinados por la ultraderecha y acosados por el FBI, nuestro horizonte de derechos ciudadanos queda mucho más allá.

4. “El cambio en Cuba es cosa de los cubanos”
Naturalmente, todos aplaudimos. Pero en ese mismo párrafo, el Presidente toma cartas en el asunto, para defender los derechos de “sus cubanos”, es decir, los exiliados de Miami y los disidentes en Cuba, precisamente aquellos que se reconocen como aliados de los Estados Unidos. Aunque sabemos que la mayoría de los emigrados de los años 80, 90 y actuales, no se han ido por las mismas razones políticas que los emigrados en los 60 y los 70, sino económicas y familiares; aunque los que se han ido desde 1949-1995 no son considerados refugiados políticos por la ley norteamericana, sino simplemente inmigrantes; que 300 mil de ellos visitan Cuba pacíficamente cada año; que esos inmigrantes más recientes representan la mitad de todos los cubanos residentes en los EE.UU., y son los que mandan 1,7 mil millones de dólares a sus parientes en la Isla, con los que mantienen estrechos vínculos, pues no se fueron peleados; que la mitad del resto nacieron en los EE.UU., y por tanto tampoco son refugiados políticos, e incluso visitan la Isla con pasaporte norteamericano, el presidente Obama habla de dos millones de “exiliados” cubanos, con los cuales él promueve algo llamado la “reconciliación”. ¿Será posible que tampoco sepa del creciente número de los repatriados, desde la ley migratoria de enero de 2013? ¿De los cubanoamericanos que no hacen negocios con Cuba porque la ley del bloqueo se los impide? Y si no es así, entonces, ¿entre quiénes es la “reconciliación” por la que aboga? ¿Serán los políticos del lobby archiconservador cubanoamericano, opuesto a la normalización? ¿Sus aliados en Cuba? ¿Los batistianos sobrevivientes?
Cuando él habla, por cierto, de nuestras relaciones, las de todos los cubanos de Cuba con los norteamericanos, dice que somos exactamente “dos hermanos de la misma sangre” que nos hemos visto “separados por muchos años” debido a la fatalidad de esta “aberración” que tenemos aquí. Dicho sea en honor a la verdad, desde hace más de un siglo, los cubanos hemos sido vistos (y para muchos seguimos siéndolo), como una raza inferior, porque somos un pueblo de color, nada de consaguinidad. En cuanto a nuestro código genético compartido con afronorteamericanos y latinos, sería conveniente que sus asesores le contaran al presidente que a esos cubanos exiliados de Miami , donde no abundan los negros, pero sí el racismo rampante de la clase alta cubana, no les gusta que los llamen latinos, porque se sienten superiores —como bien saben los demás latinos y negros norteamericanos. Esos exiliados de pura cepa le hicieron un acto de repudio al mismísimo Nelson Mandela, cuando visitó los Estados Unidos, y quiso ir a Miami; y suelen llamarle al presidente Obama, desde que fue elegido, “el negrito de la Caridad” (lo que no es exactamente un trato cariñoso, aunque lo parezca). Ahora que ha hecho todo esto con Cuba, lo llaman simplemente “el traidor”. Seguramente él entiende por qué no nos es fácil reconciliarnos con ellos.

5. “La normalización con los EE.UU. está abriendo las puertas de los cambios en Cuba”
Según este diagnóstico, aquí no ha estado pasando nada en estos últimos años. O sea, el gobierno cubano “se ha abierto al mundo” gracias al 17 de diciembre de 2014; y le falta todavía descubrir que la mayor riqueza de este país es su capital humano. Con todo respeto por el sector privado que tenemos, imaginar que nuestro potencial de desarrollo e inventiva se cifra en rentar habitaciones, fundar paladares, y mantener rodando los almendrones es ignorar a nuestro mayor capital humano, formado por lo que hacen nuestros médicos, profesores universitarios, artistas, agricultores, científicos, profesionales. Olvidar que los periodistas, oficiales de las instituciones armadas, diplomáticos, maestros primarios y secundarios, dirigentes, muchos de ellos jóvenes y bien preparados, son parte principal de la riqueza de la nación, aunque no sean ni vayan a convertirse en “sector privado”. No hay que confundir a la sociedad civil con los negocios. ¿O alguien piensa que estos barberos y dueñas de pequeños negocios tan justamente celebrados estos días han brotado en las calles por generación espontánea, en vez de haber sido creados por la ley cubana, y mantenerse ligados a las instituciones locales, con las que colaboran?
Esta visión excluyente privado-estatal parece acompañar la imagen de un país que se representa como paralizado, donde nada cambia, y no lo hará hasta que los cubanos no conozcan otros puntos de vista diferentes a los prevalecientes, gracias a una comunicación con el mundo exterior, de la que carecen. Cuando tengan una conexión ADSL en sus casas, y descubran internet, despertarán, como cuando la princesa fue besada por el príncipe. Mientras, seguirán en otro mundo, sin ninguna modalidad de acceso a internet, ni correo electrónico ni celulares. No es ni siquiera el vaso medio vacío, sino la idea de que no hay vaso alguno.
Finalmente, en el espejo del discurso del Presidente no se refleja nada parecido a un programa de reformas en curso, ni una sociedad cubana capaz de debatir sus problemas públicamente. Claro que la normalización puede ser un factor favorable a ese cambio; aunque también un factor negativo. De lado de allá, depende de la capacidad de la política norteamericana en tratar a Cuba como a otros países con los que colabora, a pesar de diferencias y problemas internos. Los casos de China y Viet Nam, evocados en el discurso del día de San Lázaro, podrían ser una pauta constructiva a seguir. Del lado de acá, depende de la capacidad de nuestra política para evitar adherencias ideológicas, como las que ocurren cada vez que los Estados Unidos deciden favorecer a un sector, trátese de internet, los trabajadores del sector no estatal o los jóvenes. Para decirlo como Nitza Villapol, ahora que la política con los EE.UU. es la tarea de muchos, habría que aprender a cocinarla en una olla de teflón, donde las cosas no se le peguen, o se amarguen sin necesidad.
La milimetrada puesta en escena de Obama durante toda la visita, cuyo punto culminante, en términos dramatúrgicos, fue el discurso ante la sociedad civil, el 22 de marzo, se anticipaba en el blog del Departamento de Estado, titulado Engaging the Cuban People, cuatro días antes, por su encargado, el Vice Asesor de Seguridad Nacional para Comunicaciones y Discursos Estratégicos, Ben Rodhes.
En su discurso, el presidente Obama reconoció afinidades culturales cubanas con los Estados Unidos en el béisbol, el cha-cha-cha, los “valores familiares”. También llamó la atención sobre las capacidades de los cubanos, especialmente los jóvenes, para funcionar en el contexto de la cultura de mercado de los Estados Unidos. A lo largo de este documento hizo exhibición de familiaridad con lo cubano, y su cultura popular.
No estoy seguro de que los asesores de Obama entiendan que la familiaridad cubana con lo norteamericano no es solo una razón para apreciar sus productos y sentido del espectáculo, sino una capacidad para entender sus usos y manejos. En efecto, sin haber puesto nunca antes los pies en la Isla ni haberse criado con cubanos, en su discurso del día de San Lázaro de 2014, dijo “No es fácil” en español; cuando aterrizó en La Habana y en su conversación telefónica con Pánfilo, sin venir mucho al caso, suelta “Qué bolá”, igual que cuando el Air Force One toca suelo cubano; fue capaz de citar a José Martí una y otra vez (ninguna de ellas hablando de los EE.UU.). El empaquetamiento cultural del mensaje no parece haberse ahorrado nada, ni a la Ermita de la Caridad de Miami.
Según este guion, la reunión procuraba demostrar su apoyo a “los valores y derechos humanos universales, incluyendo el respeto por el derecho a la libertad de expresión y reunión.” Y su “profundo desacuerdo con el Gobierno cubano” en torno a estos temas, y su creencia en que el encuentro pone a los Estados Unidos en posición mejor para suscitar estas diferencias directamente con el gobierno cubano, y seguir escuchando a la sociedad civil”. Finalmente, “este guion anuncia que sus planteamientos subrayarán el continuo espíritu de Amistad, y proyectarán su visión sobre el futuro de la relación entre los dos países”. En resumen, una de cal y otra de arena, como era de esperar.
Me gustó ver a Raúl, desde su balcón, sonriendo después de escuchar la tirada de Obama, saludando y haciéndoles señas a los asistentes, en lugar de asumir una expresión adusta o contrariada. Unas horas después, con un elegante saco azul de sport, acompañó a un presidente Obama en mangas de camisa, en los primeros innings de un juego de pelota, que perdimos sin remedio. Sportmanship es una vieja palabra, que puede resumir de manera muy simple el nuevo estilo que demandan las relaciones políticas entre Cuba y los Estados Unidos.
A mi juicio, los cubanos tenemos mucho camino por delante en materia de fortalecimiento de prácticas de participación y de democracia ciudadanas, no meramente multipartidistas. Y más vale que tomemos ese toro por los cuernos, en lugar de asumir la postura vergonzante de que a nuestro socialismo lo único que le falta es eficiencia económica y recuperación de bienestar social, de manera que no hay que tocar el funcionamiento del sistema político, los medios de comunicación, el papel de los sindicatos y las organizaciones sociales, el propio Partido Comunista y el poder omnímodo de la burocracia –eso que Rául llama “la vieja mentalidad”. No basta con citarlo a él, hay que llevar ese guion, que no es precisamente el de un espectáculo, a una nueva puesta en escena, a la altura que piden los tiempos y la gente.
En cuanto al significado de la visita para los cubanos, esta cumplió su cometido, más allá de la escena, pues permitió que ambos presidentes conversaran directamente sobre los próximos diez meses acerca de nuestros intereses comunes, la etapa decisiva en la construcción de ese puente que la próxima administración debe encontrar tan avanzado como para que sea demasiado costoso dinamitarlo.
Irónicamente, cuando Barack Hussein Obama salga del cargo como presidente # 44 de los Estados Unidos, adonde llegó ocho años antes envuelto en las mayores esperanzas de las últimas décadas, entre su puñado de realizaciones estará la normalización con Cuba. Quizás dentro de unos años no se recuerden las frases bordadas por su talentoso equipo de especialistas en comunicación, ni lo que dicen sobre nosotros y ellos. Pero muchos cubanos y norteamericanos no olvidaremos su mensaje de paz, y muy especialmente, su determinación como primer presidente, después de tantos años de guerra, en atravesar este camino distante y cercano, para hacernos la visita en La Habana.

Rafael Hernández
Revista Temas