jueves, 27 de septiembre de 2012

El pensamiento crítico en la Revolución Cubana



En Diciembre del 2011 se presentó en Santiago de Cuba una antología de artículos de la revista Pensamiento Crítico. La revista fue una pieza clave de los debates que caracterizaron el primer período de la revolución cubana. Reproducimos aquí la presentación que del libro hizo Frank Josué Solar Cabrales. El valor que para nosotros tiene la revista es que representa una lucha por conquistar el marxismo revolucionario contra la burda versión estalinista del "marxismo-leninismo" que además se dió justo en un período en que la revolución cubana estaba sometida a la más feroz agresión imperialista.

Sobre el compilador…

Hay lecturas que marcan para toda la vida. Algunas de ellas incluso son decisivas en la modelación del carácter y el pensamiento. Mucho más las que se hacen en la adolescencia, esa etapa tan temprana, cuando todo el universo está tomando formas definidas y poniéndose en su lugar. Las lecturas que se realizan a esa edad te acompañan para siempre.
Mi adolescencia coincidió con una coyuntura especial, la caída del Muro de Berlín, el final bochornoso del campo mal llamado socialista y la Unión Soviética. La explicación que me daba de las causas de aquellos acontecimientos era más o menos la misma que se transmitía por medios oficiales y que hemos mantenido, con algunas variaciones, hasta hoy: la traición de los dirigentes soviéticos, la labor de zapa del imperialismo, y algunos errores internos. Pero no me parecían suficientes para haber provocado un descalabro de tamañas proporciones. Justo en esos momentos, cuando la vida cotidiana del cubano comenzaba a sufrir cambios muy profundos y yo empezaba a dejar atrás a Salgari y Verne, por obra del azar llegaron a mis manos algunos libros de pensadores marxistas que habían sido anatemizados y excomulgados por el catecismo “marxista-leninista” que tenía su Vaticano en la antigua URSS.
En ellos encontré una explicación más coherente, marxista y revolucionaria. La traición del proyecto revolucionario soviético, y su final, se habían producido mucho antes, en los años 20, cuando un grupo burocrático dominante le quitó todo el poder a los soviets y empezó a ejercerlo para sí, en función de sus propios intereses y a actuar internacionalmente alegando la representación oficial del socialismo y del leninismo. Lo que se edificó a partir de ahí muy poco tuvo que ver con el socialismo y los ideales originales de Marx, Engels y Lenin. La mejor prueba es que la generación de bolcheviques que hizo la revolución en octubre de 1917 tuvo que ser exterminada físicamente para consumar la traición.
Con esa explicación a cuestas emprendí un camino de búsqueda, de formación teórica y política que me permitiera entender el mundo y la época que me había tocado vivir. A partir de aquí comenzó una historia de descubrimientos.
En ese proceso de búsqueda encontré las primeras referencias sobre Fernando Martínez Heredia, y un libro que me resultó revelador: El corrimiento hacia el rojo, una selección de sus artículos y ensayos. En él encontré las mismas ideas que consideraba mías, pero expresadas con más belleza e ingenio. El entusiasmo que experimenté ante la comunión de pensamientos fue casi infantil. Les leía fragmentos enteros a mis padres, novia y amigos, y a uno de estos le recomendé que comprara el libro, que serían los 18 pesos mejor empleados de su vida.
En sus páginas descubrí un marxismo desencartonado, alejado de dogmatismos, reduccionismos y determinismos, fantasmas que tanto abundaban, y abundan, en las interpretaciones teóricas del marxismo. Allí estaban las claves para una comprensión revolucionaria de la historia del pensamiento marxista, la evolución de la nación cubana entendida desde la lucha de clases, los procesos de transformación en América Latina, y las complejidades del mundo actual.
Para los jóvenes que nos acercábamos a estos temas a finales de los 90 e inicios del 2000 Martínez Heredia no era un intelectual conocido. Los 20 años de silencio obligado en su producción intelectual habían dejado sus consecuencias y no eran muchos los libros y textos que se podían encontrar de él.
Un grupo de estudiantes cubanos, latinoamericanos y africanos habíamos creado en la Universidad de Oriente el Grupo Amauta, un intento por reconectar con las tradiciones más revolucionarias del marxismo latinoamericano, un empeño de estudio y formación teórica y de un activismo político novedoso entre los estudiantes para combatir una creciente despolitización que nos preocupaba. También queríamos conectar de manera espontánea y natural a la juventud cubana con los profundos movimientos de protesta que se empezaban a articular en el mundo contra la globalización neoliberal y se expresaban en los boicots a las cumbres de los poderosos y los Foros Sociales Mundiales. Fuimos al encuentro de Fernando para llevarle nuestro Manifiesto fundacional, donde explicábamos lo que éramos y lo que queríamos y la acogida que nos dio nos llenó de entusiasmo. Desde entonces tuvimos en él nuestro más ferviente colaborador e impulsor, y así ha sido en cada uno de los empeños que hemos tenido después.
Quizás por esa rebeldía inherente a la juventud, quizás porque nos hastiaba cierta enseñanza mecanicista y dogmática del marxismo, quizás por la propia esencia de lo que pretendíamos lograr con el grupo, nos atraían mucho los herejes. Y Fernando tenía toda la pinta de un hereje. Y además, de un hereje verdadero. Los que, como el Che, practican su herejía desde dentro, con todos los riesgos que entraña defender ideas distintas desde el compromiso y la fidelidad.
Ante el doloroso final que tuvo la revista Pensamiento Crítico, otros podrían haber reaccionado con desaliento, arrepentimiento, resentimiento. Pero él respondió con más compromiso, sin renunciar a las ideas en las que creía y sin renunciar a pensar con cabeza propia por ser militante y no a pesar de serlo. Siguió dando a la vida sueños, y un poco más. He aquí una lección ética y de militancia revolucionaria de incalculable valor. Junto a su valiosa y significativa obra intelectual, Fernando es admirable por una conducta personal de coherencia con lo que piensa, entre sus ideas y su actuación, de un compromiso crítico puesto a toda prueba.
La coherencia de Fernando afortunadamente ha tenido su recompensa. No me refiero sólo a los varios premios y homenajes que ha recibido o a constituir hoy uno de los intelectuales cubanos más prestigiosos y de mayor influencia en la izquierda latinoamericana, sino sobre todo a ser una de las principales referencias éticas y teóricas para una nueva generación de jóvenes revolucionarios que pretenden la profundización del socialismo en Cuba. Y lo que es más importante, todo ello no ha sido a cambio del adocenamiento. Más bien ha sido por no ceder un ápice en la reivindicación de su derecho a pensar y debatir. Los que quisieron domesticarlo, salieron trasquilados. Sigue tan rebelde y hereje como siempre. Los que cambiaron fueron otros y las circunstancias, él no.

Sobre el libro…

Pensamiento Crítico fue una hija intelectual de su tiempo y de la Revolución, nacida de la necesidad de formación teórica que era sentida entonces como una urgencia. Alrededor de ella se teje una historia de creación heroica, compromiso crítico y final abrupto. Sus 53 números abarcaron desde 1966 hasta 1971, con tiradas mensuales de 15 mil ejemplares, lo que le permitió tener un impacto enorme y llegar a un amplio espectro de lectores. El objetivo de la revista quedaba declarado en el editorial de su primer número: “contribuir a la incorporación plena de la investigación científica de los problemas sociales a la Revolución”.[1]
Se dirigía al “lector interesado, que se inquieta ante los problemas que trascienden su experiencia personal, que busca análisis más que descripciones”.[2] Se definía por sus propios hacedores como “una revista definitivamente comprometida políticamente, en tanto se elabora por un grupo definidamente marxista, definidamente vinculado con la problemática cubana, de su nacionalidad y de su proyecto revolucionario.”[3]
En contraste con el empobrecimiento del pensamiento social que vino después, Pensamiento Crítico exhibía una amplia diversidad y pluralidad en la publicación del pensamiento de izquierda mundial. Su único criterio de selección era la calidad y el rigor intelectual. En sus páginas encontraron espacio lo más graneado y selecto del pensamiento revolucionario universal, incluso escuelas, tesis y teorías opuestas a las posiciones que mantenía el equipo de redacción de la revista. “Porque”, según Fernando, “si nada más existe lo que pensamos nosotros, estamos perdidos. Entre otras cosas, porque es mentira que siempre se tenga toda la razón.”[4] Era parte de la libertad de pensar que la Revolución inauguraba, de ese lee y no cree expresado como principio, de esa democratización del conocimiento y del acceso a la cultura que inauguró la Revolución Cubana.
La antología que publica la Editorial Oriente, bajo el título La crítica en tiempo de Revolución, recoge una selección de textos que, en opinión del propio compilador, no pretende ser representativa de todo lo publicado en la revista, pues sólo constituye un 4 % del total. La muestra, aunque diversa, como correspondía al espíritu de Pensamiento Crítico, presenta cierta organicidad que no responde a la casualidad ni a la intención del compilador, sino a los grandes temas que eran ejes transversales a todas las investigaciones sociales de la época: la Revolución, las luchas de liberación nacional y las resistencias populares, las estructuras económicas y de dominación, la teoría del socialismo. Está organizada en 4 secciones, atendiendo a lo que eran las líneas de prioridad de la revista: América Latina, Cuba, La Revolución en el mundo, y Pensamiento.
La extensión de la revolución latinoamericana era considerada como una necesidad vital para el proceso socialista cubano en los 60. Esa es también una verdad contemporánea: el destino de la revolución cubana se decide, en última instancia, en el desenlace de la revolución latinoamericana. Mientras la política exterior soviética se basaba en la razón de Estado y la coexistencia pacífica, la Revolución Cubana practicaba un activo y militante internacionalismo hacia América Latina. Cada uno de los hechos revolucionarios del continente eran vividos con gran intensidad en Cuba. Por eso la enorme presencia de los acontecimientos y las luchas latinoamericanas en Pensamiento Crítico.
Nos dice Fernando: “El continente se estaba pensando a sí mismo, y la revista participó de lleno en esa aventura intelectual”[5]. Por eso junto a textos de luchadores sociales como Camilo Torres, Fabricio Ojeda, Turcios Lima o Carlos Marighella, aparecen en la sección estudiosos como André Gunder Frank, Ruy Mauro Maurini, Armand Mattelart, o escritores de la talla de Mario Benedetti y Eduardo Galeano.
Quisiera llamar la atención sobre algo en el caso de los combatientes: ellos formaban parte de una nueva generación revolucionaria que, bajo la influencia de Fidel y el Che, se enfrentaban a las direcciones reformistas de la izquierda tradicional en sus países. Como Danton, pedían audacia y más audacia. Consideraban la acción armada como el medio revolucionario por excelencia.
Pensamiento Crítico fue una ventana a través de la cual América y Cuba se miraron y reconocieron mutuamente. Ella fue parte del impacto que tuvo la Revolución Cubana en América Latina en el campo de la cultura, el pensamiento y la acción.
Otra de las preocupaciones constantes de la revista fue la historia de Cuba. Entre los numerosos aportes que realizó en este campo suelen destacarse dos: su número 39, que fue dedicado monográficamente a la revolución del 30, con resultados historiográficos y analíticos relevantes; y el ensayo de Ramón de Armas, pionero en los estudios martianos, La revolución pospuesta. Como muestra de esta dedicación, en la segunda parte de la antología, que tiene como tema central a Cuba, aparecen varios de los documentos históricos publicados en Pensamiento Crítico. De Martí al Che, pasando por Barceló y Mella, entre otros.
Encuentran espacio aquí también, artículos de autores cubanos que abordaban diversos aspectos de la realidad nacional, tanto culturales como económicos. Del cine cubano hablan Julio García Espinosa, Sara Gómez Yera y Leo Brouwer, mientras que al tema de la relación entre teoría económica y propiedad estatal con el período de transición le dedican sendos trabajos teóricos Ángel Hernández y Jorge Gómez, y Homero Fuentes.
Hoy casi nadie habla de la transición socialista, a algunos le parece un concepto viejo y anticuado, pero es indispensable para nuestro proyecto que se rescate del olvido y sean retomados los debates sobre ella. La transición socialista sólo puede avanzar como resultado de una planificación, una voluntad política y una movilización enorme de los sentimientos y aspiraciones trascendentes de la gente. Al capitalismo se va solo, a través del plano inclinado de las relaciones mercantiles, diría Fernando, pero el socialismo hay que construirlo conscientemente.
La revista participaba en el medio nacional a través de la formación política de cuadros y la difusión de tesis revolucionarias que favorecían un determinado tipo de alternativa socialista en el debate cubano.
Pensamiento Crítico en su época formaba parte de un grupo bien definido que luchaba a favor de una edificación socialista para Cuba. No era neutral, era una revista comprometida con el avance de un socialismo independiente y liberador en Cuba. Frente al grupo que representaba el Departamento de Filosofía en los años 60 había otro, que pretendía ponerle límites, riendas, coyundas, enmarcar el naciente socialismo cubano, ajustarlo a esquemas y moldes, cercenándole su independencia de proyecto, política y económica.
La 3ra sección, La Revolución en el mundo, realiza un recorrido por diversas personalidades y áreas temáticas y geográficas. Comienza por el epicentro de la resistencia antimperialista mundial en esos años, el VietNam de Ho Chi Min, pasa por África con Amilcar Cabral y un análisis de la estructura social de la Guinea “portuguesa”, y concluye con Stokely Carmichael y el poder negro en Estados Unidos. Comparten también el espacio Bertrand Russell, con un Mensaje a los pueblos del Tercer Mundo, André Malraux y el historiador marxista inglés Perry Anderson. Cierra esta parte con dos evocaciones históricas: de la Comuna de París y de la Revolución de Octubre.
La antología en su cuarto tema, Pensamiento, nos asoma a un universo que por desgracia, es mayormente desconocido por los jóvenes de hoy: todo el mundo de ideas y producción de conocimiento de las ciencias sociales en la década del 60. Aunque aquí también la muestra es reducida, resulta significativa, sobre todo en cuanto a temas económicos y sociológicos. Están presentes Ernest Mandel, dirigente de la IV Internacional que ya había participado en Cuba en la gran polémica económica del año 1964, compartiendo las mismas posiciones del Che Guevara, Paul Baran, Paul Sweezy, Oscar Lewis, el estudio sobre Max Weber de Herbert Marcuse, y Paul Ricoeur.
Al concluir el libro nos enteramos que hubo un número 54 de Pensamiento Crítico que ya se encontraba preparado cuando llegó la decisión de cerrar la revista. Como ya no pudo salir con su nombre, fue publicado como la revista Referencias número 3 del año 1971. De aquí el compilador selecciona un último texto, una ponencia sobre la formación estética del educador que fue presentada en el I Congreso Nacional de Educación y Cultura, y que hace recordar los debates de los bolcheviques de la primera hora acerca de cómo debía organizarse la educación. Para las revoluciones que pretenden subvertirlo todo, incluyendo valores y cultura, la educación es asunto de importancia estratégica.
El grupo del Departamento de Filosofía y su revista, Pensamiento Crítico, eran la concreción práctica de la fórmula expresada por Fidel en Palabras a los intelectuales, cuando en Cuba “dentro de la Revolución todo” significaba que todos los grupos y sectores revolucionarios cabían dentro de la Revolución, y todos tenían derecho a expresar sus opiniones y defenderlas en el seno de la Revolución, que daba abrigo y acogía a todos. La revista operó con total independencia y libertad de criterio, no rendía cuentas a nadie, pero era considerada con razón por todos, dentro y fuera de Cuba, como una hija legítima de la Revolución Cubana. Ella era la expresión en el campo del pensamiento, de la herejía que en la práctica significaba la Revolución Cubana. Luego, su desacertado cierre coincidió con el momento del giro hacia un mayor acercamiento orgánico, en todos los sentidos, a la Unión Soviética, cuando a partir de entonces alguien decidió que “dentro de la Revolución todo” significaba que sólo cabía lo que estuviera sujeto a un estricto control burocrático.
Una Revolución sólo puede existir si es capaz de pensarse constantemente, de revisarse, de renovarse, es decir, de revolucionarse permanentemente. Debe subvertirse una y otra vez para conseguir el avance de todas las liberaciones y el retroceso de todas las dominaciones. Profundizándose, decía Pensamiento Crítico en su editorial del número 6, “es la única forma de vida posible a las revoluciones.”[6] En palabras de Fernando, el poder deberá estar siempre al servicio del proyecto. Si el poder deja de ser un instrumento para la liberación y pasa a ser un fin en sí mismo, habremos errado el rumbo al socialismo.
Quien quiera entender a profundidad la Cuba de los años 60 debe leerse esta antología, porque la lectura de Pensamiento Crítico es imprescindible para conocer aquel mundo de luchas guerrilleras en América Latina, movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo, de las protestas por los derechos civiles y contra la guerra de Viet Nam en Estados Unidos, el mundo de la contracultura, de la nueva izquierda, de la Primavera de Praga, de la masacre de Tlatelolco, del mayo francés de 1968. Si se quiere tener una mejor comprensión de ese mundo tan complejo, diverso y convulso, y en él, la circunstancia de Cuba, hay que leer a Pensamiento Crítico.
Esta antología pudiera resultar útil para estudiar el pasado, los años 60, el espíritu de la época, el pensamiento político y social de esa década, pero pudiera convertirse en sumamente útil si el arsenal teórico y de análisis de Pensamiento Crítico nos sirve para los combates del presente. Si nos sirve para la inaplazable tarea de recuperar el marxismo revolucionario y apropiarnos de toda la historia del pensamiento marxista. Existen hoy para Cuba varias alternativas, y este libro es una herramienta de combate por una de esas alternativas, es decir, la profundización del socialismo en Cuba. En la lucha sorda que se libra hoy en Cuba entre capitalismo y socialismo necesitamos una revista como Pensamiento Crítico, que se ajuste a los desafíos y necesidades del presente, y del futuro que se nos abre.
No es suficiente con regresar a ese acervo intelectual tan provechoso de los 60. Es necesario que con el mismo espíritu plural y diverso que lo hizo Pensamiento Crítico en su momento, accedamos a lo mejor del pensamiento social contemporáneo, para estar en mejores condiciones a la hora de interrogar y transformar nuestras realidades, para construir un socialismo donde el poder real radique en manos de los trabajadores y ellos controlen toda la vida económica y política del país, donde “la gente deje de regirse por el dinero, el egoísmo y el individualismo”, donde el debate libre, franco y abierto entre revolucionarios sea nuestro estado natural. Realicemos las preguntas correctas a nuestros dilemas de hoy y hallemos nuestras propias respuestas, para que, en palabras de Fernando, “triunfe el socialismo sobre el capitalismo, y también que triunfe el socialismo dentro de la transición socialista”.

[1] Martínez Heredia, Fernando: La crítica en tiempo de Revolución. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2010, p. 19
[2] Ibid, p. 501
[3] Idem.
[4] Ibid, p.14
[5] Idem.
[6] Ibid, p.245

Frank Josué Solar Cabrales

domingo, 23 de septiembre de 2012

La mujer - Carlos Puebla


Cuba perdió más de 100.000 millones de dólares en medio siglo de bloqueo económico



Según el canciller Bruno Rodríguez, el bloqueo comercial impuesto por los Estados Unidos provoca además “un daño humano invaluable”. También reveló que Obama impuso multas por más de 2.000 millones.
Cuba perdió más de 100.000 millones de dólares a causa de medio siglo de bloqueo comercial de EEUU, afirmó este jueves el canciller Bruno Rodríguez al presentar un informe sobre los daños ocasionados por esa medida.
La cifra resulta “del cálculo a precios corrientes”, adelantó desde La Habana el ministro de Relaciones Exteriores en una videoconferencia con la Misión Permanente de Cuba ante la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El funcionario aclaró que el cálculo no contempla las pérdidas que se registraron este año, sino que se extiende hasta fin de 2011.
El bloqueo comercial a Cuba, impuesto en 1962 por EEUU, cosecha cada año en la ONU numerosísimas condenas de parte de la mayor parte del mundo, pero a pesar de ello sigue vigente y, según Rodríguez, en el gobierno de Barack Obama se ha “endurecido”.
“Puede decirse con estricto apego a la verdad que el presidente Obama ha endurecido la aplicación del bloqueo, imponiendo multas a compañías y personas con relaciones con Cuba por más de 2.000 millones de dólares”, señaló.
El diplomático aseguró también que el bloqueo ha causado “un daño humano invaluable, pues provoca sufrimientos, carencias, dificultades, que alcanzan a cada familia cubana”.

http://www.librered.net/?p=21142

martes, 18 de septiembre de 2012

Celia Hart en la órbita revolucionaria de Nuestra América



Ponencia presentada en el foro: A la Memoria de Celia Hart, el día 25 de Septiembre de 2008 en la Biblioteca Manuel Cepeda Peraza de Mérida Yucatán.

A pocos meses de que la Revolución Cubana celebre su cincuenta aniversario el huracán Ike a tratado de derrotarla descargando toda su furia, como si se tratara de un enviado del imperialismo para llevar acabo su más intimo sueño de las últimas cinco décadas. No ha podido realizar esa tarea, aunque los estragos dejados han lastimado a la población y dañado la economía, ¡Cuba sigue en Pie! eludiendo cada una de las embestidas que ha enfrentado desde su liberación. Asido un camino sinuoso, con altibajos, con errores y fallas, con pérdidas materiales y humanas en manos de la voracidad capitalista, pero siempre se ha seguido con el convencimiento que es el camino correcto, que es el camino de la realización del ser humano, y por tanto la tarea más imprescindible de nuestros tiempos.
Una de esas vidas perdidas en la larga batalla, es la que nos reúne hoy, no fue vencida por el genocidio del capital, en esta ocasión nos fue arrancada por las fuerzas incontrolables de la naturaleza. Nuestra comunión esta noche, no es para llorar lo que se fue y lamentar lo que no se hizo, muy al contrario, nos hemos reunido para celebrar una vida en libertad, una vida constructora, y continuar el camino a la liberación.
Hija literal de la Revolución Cubana debido a las circunstancias históricas que solo el movimiento emancipador pudo crear para la unión de sus padres -Armando Hart y Haydée Santamaría-. Celia Hart es sin duda una de las más destacadas intelectuales cubanas de los últimos años.
Conocedora de las contradicciones que el socialismo real albergó en el seno de la RDA y de la URSS, asumió una postura crítica frente a la realidad cubana, sin dar cabida en ningún momento aposturas contrarrevolucionarias, ni a traiciones de corte estalinista que dieron origen a la destrucción de la Revolución Bolchevique. Agobiada por la burocracia inerte y parasitaria de los organismos institucionales y de los Partidos Comunistas del “Bloque del Este”, comprendió de forma cabal la inviabilidad de la política del socialismo en un solo país, y a esta le ante puso el internacionalismo revolucionario como única forma de mantener las conquistas sociales conseguidas a través de la lucha en cualquier parte, y como el ejercicio para extender “ese otro mundo posible” (que solo tiene un nombre, y este es socialismo) a todos los rincones del mundo devastados por el capitalismo.
Dedicó sus últimos años al estudio profundo de los clásicos del marxismo, Comprendió en tiempos del voluntarismo y del pesimismo, las palabras de Lenin cuando dijo que “sin teoría revolucionaria no hay revolución”. Enriqueció su comprensión de la lucha de clases y se comprometió con todas las causas humanas, viajo a diversos lugares de Nuestra América, para conocer las diferentes realidades y aprender de las diversas formas de resistencia empleadas. Se solidarizo con los indígenas, los campesinos, los maestros, las mujeres, los obreros y los estudiantes que mantienen viva la llama de la dignidad ante la destrucción burguesa de la humanidad.
Ante la desilusión y retracción de diversos sectores de la izquierda mundial a raíz de la difusión sin limites del llamado pensamiento hegemónico después de la desintegración del campo socialista, y frente a los desvíos reformistas cargados de ilusiones infundamentadas, Celia ayudo a reactivar el debate sobre la vitalidad del pensamiento marxista, y muy particularmente sobre el de León Trostky. Acusada de “terrorista” por los intelectuales más reaccionarios del capital, etiquetada como “ultraizquierdista” por los progresistas bien pagados, se mantuvo firme en su apoyo incondicional a la revolución de su país y a su máximo comandante Fidel Castro, para quienes siempre conservó una posición crítica y propositiva.
Apoyó el proceso Bolivariano de Venezuela, por concebirlo como un elemento fundamental para la integración y la extensión del socialismo en toda Latinoamérica, pero siempre lo hizo con la mirada en duda, celebró cada uno de los avances de la revolución, así como enjuicio cada paso en falso emprendido por su dirigente Hugo Chávez. Justamente una de sus últimas críticas a este mandatario fue por las lamentables declaraciones en las que afirma que la guerrilla esta pasada de moda y que las FARC deberían entregar las armas y a los prisioneros unilateralmente a las manos del imperialismo yanqui. Además de las infames exclamaciones de amistad y hermandad entre el fascista Uribe y el presidente venezolano. Lo que Celia Hart pretendió con estas críticas, no es mostrar su cara “terrorista y ultraizquierdista” como sus detractores afirman, sino simplemente dejar en claro que nunca ha sido posible y nuca será posible la coexistencia pacífica propuesta por Stalin, entre una potencia imperial y un proceso revolucionario aun que este se mantenga localizado en un país determinado. Esta imposible coexistencia no es solo entre las naciones, sino también al interior de los países, pues las clases permanecen en contradicción mientras existan, y dar un solo beneficio de duda a los empresarios y terratenientes latinoamericanos, puede significar poner los cimientos para la contrarrevolución imperialista.
Frente al riesgo latente que día a día amenaza a la Revolución Cubana en parte por sus deformaciones internas, y externamente por el bloqueo genocida y el acecho imperialista, Celia propone siguiendo a Trostky y al Che, la extensión del socialismo en toda América Latina. Pero sobretodo, hace hincapié en el carácter permanente de la revolución. Consiente de la necesidad de profundizar su revolución, de eliminar la burocracia y de extender la democracia, Celia dice en su polémico artículo titulado “El Socialismo en un solo país” y la Revolución cubana; “Nuestra única salida es ser cada vez más radicales, más consecuentes con nuestra savia que ha sido el internacionalismo y la justicia social” (Rebelión: 11-05-2004). La mejor defensa es el ataque y la supervivencia del socialismo radica en profundizarse y extenderse.
Para Celia Hart el carácter permanente de la revolución socialista radia en tres aspectos que menciona en su artículo El magnetismo de la Revolución Permanente;
“Primero: en países atrasados el camino de la democracia pasa necesariamente por la dictadura del proletariado y no al revés, como se venía pensando. Segundo: una vez en el poder la sociedad, a lo largo de un período indefinido, se va trasformando. Las múltiples revoluciones tales como las económicas, las científicas las educacionales, se desenvuelven de tal manera que la revolución socialista nunca llega al equilibrio. Y tercero es su carácter internacional, es decir: una revolución socialista no termina con la dictadura del proletariado y no termina en las fronteras nacionales” (Rebelión: 12-09-2004).
En la praxis de la revolucionaria cubana el internacionalismo resalta a la vista, pero este no es concebido como un sentimiento de bondad o complacencia misericordiosa. Sino como la única vía para hacer perdurar a una revolución.
Sus controversias con intelectuales burgueses, reformistas, estalinistas y sectarios son la muestra del convencimiento que tiene por enzima de todo, de que el socialismo triunfará. Sus innumerables llamados a la unidad de Nuestra América, a la unidad de todos los revolucionarios socialistas, se vieron reflejados cuando en el 2006 escribió pronunciando su apoyo y exhortando a todos a manifestarse a favor de los maestros oaxaqueños pertenecientes a la APPO, que se enfrentaban al asesino Ulises Ruiz, “de nada nos serviría los intentos de unidad en Latinoamérica si no nos pronunciamos en contra del asesinato que en estos instantes se realiza en Oaxaca” exclamaba en su artículo Oaxaca …¡A plena Luz! (Aporrea.org: 30-10-06).
Celia puso su mirada en el México de abajo, difundiendo y analizando las luchas emprendidas, los maestros oaxaqueños no fueron los únicos que recibieron su apoyo. Los ejidatarios de San Salvador Atenco reprimidos brutamente por el gobierno federal en mayo de 2006, y principalmente las mujeres también contaron con sus palabras de aliento y su llamado a la solidaridad internacional a favor suyo. En su momento recordó la matanza de Tlatelolco -que ahora cumple cuarenta años-, denuncio el fraude electoral realizado por la burguesía fascista de México y siguió los pasos de la Otra Campaña zapatista.
Pero México y Venezuela no fueron los únicos países en los que siguió el curso de la lucha de clases, sino que encada frente de batalla estaban sus reflexiones y su solidaridad (Ecuador, Bolivia, Panamá, Brasil, Haití, Colombia, Nicaragua, etc.), pues estaba convencida de que América Latina no se quedará quieta ante los embates que sufre por el imperialismo.
A Celia le parecía incomprensible que los movimientos de izquierda renunciaran la mayoría de las veces a hablar de marxismo, de revolución, de socialismo, cuando es este el único camino para perpetuar a la humanidad en base aun verdadero desarrollo armonioso del ser.
Ella estaba conciente de que el capitalismo ha fracasado como proyecto humano debido a que; los niveles de hambruna se incrementan convirtiéndose en incalculables; la pauperización producto de la explotación y el desempleo no puede ser reducida por las políticas burguesas; las migraciones masivas en busca de una mejor condición de vida aumentan cada día; la destrucción de la naturaleza por su explotación irracional sigue causando estragos en la vida humana; la opresión y discriminación, racial, étnica y de genero siguen presentes lacerando al ser humano. La disputa por los recursos naturales trae consigo invasiones e imposiciones que violan la autodeternimación de los pueblos y destruyen culturas milenarias. El terrorismo de Estado con olor a droga se incrementa, junto al terrorismo fanático que sacrifica a diario vidas de inocentes.
Por eso es necesario volver a la historia, no como retroceso, si como adelanto. Comprender los orígenes de las derrotas sociales y de sus traiciones es necesario, más aun, ahora que el imperialismo lleva acabo un golpe fascista en Bolivia, con grandes similitudes del efectuado hace 35 contra el gobierno socialista de Salvador Allende. Alguna vez Rosa Luxemburgo planteo que la sociedad burguesa tendrá que enfrentar el dilema de construir el socialismo o dar marcha a través y regresar a la barbarie. ¿Capitalismo o socialismo? es la disyuntiva de nuestra época. Celia lo sabía, y también sabía que la solución no es una ley natural de carácter positivista, sino que es una necesidad y esta en nuestras manos. Retomemos el camino que ella emprendió al retornar a lo más puro del marxismo y del pensamiento de nuestras libertario latinoamericano, caminemos construyendo la sociedad socialista a lo largo de la orbita revolucionaria de Nuestra América, y demos así el mejor homenaje a la memoria de Celia Hart.

Cristobal León Campos

sábado, 15 de septiembre de 2012

Un reto al periodismo.



Hoy 12 de septiembre de 2012 se cumplen 14 años desde que “Los Cinco” fueron encarcelados en EEUU. En este artículo, Ricardo Alarcón de Quesada, Doctor en Filosofía y Letras, escritor y político cubano, analiza el caso de los 5 cubanos presos en EE.UU acusados de terrorismo y, principalmente, el papel que tuvieron los medios masivos de comunicación en su demonización y juzgamiento. Por Antiterroristas.cu

Por ANRED - C (redaccion@anred.org)

UN RETO AL PERIODISMO I

El Gobierno de Estados Unidos incurrió en flagrante violación de la Constitución y las leyes para asegurar las injustas condenas a los Cinco patriotas cubanos que pronto cumplirán 14 años de castigo arbitrario e ilegal. No fue un hecho aislado sino un empeño sistemático que abarcó todo el tiempo del proceso contra los Cinco y en el que invirtió muchos millones de dinero público. Acerca de su duración, las personas involucradas, el volumen de recursos utilizados y otros aspectos importantes de esta operación sólo se tiene una información muy parcial.
Comoquiera que esa conducta obligaría a las autoridades - tanto a los tribunales como al Ejecutivo - a disponer la inmediata liberación de nuestros compañeros, Washington ha conspirado también para ocultar lo que hizo, incurriendo en un delito adicional, el del encubrimiento.
Tal es la esencia del Afidávit (Declaración Jurada) que Martin Garbus, abogado de Gerardo Hernández Nordelo, acaba de presentar a Joan Lenard, jueza del Distrito Sur de la Florida. Es un texto que respalda su solicitud anterior en la que demandó la anulación de la condena de Gerardo o, como alternativa, que la jueza ordene el descubrimiento de todas las pruebas que el gobierno esconde y le conceda una audiencia oral.
Aunque hay muchas otras violaciones referidas en el proceso de apelación – ahora en su última, extraordinaria, etapa – este documento se concentra en la conjura del Gobierno con los medios locales de Miami para sancionar de antemano a los acusados y hacer imposible un juicio justo.
La sustancia de esa conspiración consistió en usar esos medios para desatar una campaña propagandística de odio y hostilidad sin precedentes. Emplearon para ello a un numeroso grupo de “periodistas”- en realidad agentes encubiertos del Gobierno- que publicaron artículos y comentarios repetidos día y noche hasta producir un auténtico vendaval desinformativo. Entre el 27 de noviembre de 2000 – día en que empezó el juicio – y el 8 de junio de 2001 – cuando fueron declarados culpables – sólo en The Miami Herald y El Nuevo Herald aparecieron 1111 artículos, un promedio de más de 5 por día. Algo semejante ocurrió con el Diario de Las Américas saturando completamente la prensa escrita.
Los “periodistas” cobraban de Radio y TV Martí, o sea, del presupuesto federal norteamericano. Dichos individuos hacían trabajos adicionales en esos dos medios y los diseminaban en el área de Miami donde ambas señales anticubanas tenían entonces y tienen todavía hoy difusión directa, por sí mismas, y son reproducidas además a través de medios locales (esta es otra violación de la ley norteamericana que prohíbe la propaganda oficial dentro del territorio estadounidense).
No se trata solamente de Radio y TV Martí y de los diarios impresos. Los llamados “periodistas” actuaron también en emisoras locales de radio y televisión, en español y en inglés, y usaron otras publicaciones, algunas gratuitas, que allá circulan.
Era imposible escapar a esa incesante propaganda en ningún rincón del sur de la Florida.
Pero la acción delictiva de los “periodistas”-y del gobierno que les pagaba- fue más allá de la propaganda. Durante el juicio la defensa denunció varias veces que buscaban influir sobre los miembros del jurado divulgando incluso materiales que la propia jueza había prohibido presentar, los cuales, obviamente, sólo pudo entregarles la Fiscalía.
Como si fuera poco, los “periodistas” se dedicaron, asimismo, a hostigar a los testigos y a los jurados. Éstos últimos se quejaron a la Jueza alegando que sentían temor, que eran perseguidos con cámaras y micrófonos, algo reconocido, varias veces, por la señora Lenard, quien pidió al gobierno, evidentemente sin éxito, la ayudase a evitar situaciones que manchaban la imagen del sistema judicial norteamericano. (Por ejemplo, Transcripción Oficial del juicio, páginas 22, 23, 111, 112, 625, 14644-14646).
En agosto de 2005 los tres jueces de la Corte de Apelaciones decidieron unánimemente declarar nulo el juicio de Miami porque se había realizado bajo lo que ellos describieron como “una tormenta perfecta de prejuicios y hostilidad” creada precisamente por los medios locales. Cuando dictaron el histórico fallo los tres jueces no sabían, no podían saberlo ellos ni nadie, que el responsable de esa “tormenta perfecta” era la Fiscalía que prevaricó abiertamente incumpliendo su obligación constitucional de preservar la legalidad y garantizar un juicio justo.
La primera noticia de la conspiración del Gobierno con sus “periodistas” pagados surgió un año después, en septiembre de 2006.Desde entonces el Gobierno ha resistido los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil norteamericana para que muestre el alcance de esos pagos y sus contratos en conformidad con la Ley de Libertad de Información (FOIA). La Fiscalía también se ha opuesto a la demanda incluida en las apelaciones extraordinarias de nuestros compatriotas y ha amenazado con recurrir a los “privilegios ejecutivos” y a razones de seguridad nacional para perpetuar el ocultamiento.
EL caso de los Cinco tiene una extraña relación con la prensa y la profesión periodística. En Miami los medios fueron un instrumento decisivo para condenarlos. Fuera de Miami los castigan con el silencio.
La irrefutable denuncia de Martin Garbus plantea un reto a los profesionales del periodismo. ¿La ocultarán otra vez haciéndose así cómplices de quienes mancillaron su noble oficio? ¿O tratarán de salvar la honra de su profesión reclamando que los farsantes sean desenmascarados y que la verdad y la justicia prevalezcan?

UN RETO AL PERIODISMO II

La gran ironía del caso de los Cinco parece ser su relación con los medios de comunicación.
En Miami el caso tuvo una cobertura desmesurada y los “periodistas” y medios locales fueron instrumentos claves para crear un ambiente de odio irracional que condicionaría un resultado preestablecido por el Gobierno. Los supuestos profesionales de la prensa distorsionaron los hechos, mintieron y fabricaron una imagen que mostraba a los acusados como amenazas inminentes para la comunidad. En su condición de asalariados encubiertos del Gobierno los tales “periodistas” cumplieron con lo que orientó quien les pagaba.
Coordinaron su actividad con la Fiscalía y con los grupos terroristas desde la fase de selección del jurado y lo hicieron especialmente para introducir, más de siete meses después del arresto, una nueva y totalmente inventada acusación de “conspiración para cometer asesinato”. Alrededor de esta infame calumnia giró la mayor parte del juicio y de la atención mediática. El jurado se vio asediado constantemente por entrevistas y conferencias de prensa de colegas y familiares de las víctimas, realizadas ante ellos a la entrada y a la salida del tribunal. Después volverían a encontrarlos en sus casas por la radio y la televisión. En sus propios hogares podían además verse a sí mismos perseguidos por cámaras y micrófonos cuando abandonaban la sede de la Corte.
Más allá de Miami el proceso de los Cinco no atrajo el interés de las grandes corporaciones de la información. Del caso no se habló en los despachos de las agencias cablegráficas, no apareció en las publicaciones impresas ni en la radio y la televisión fuera de la Florida. No encontró espacio una sola vez ni en los canales de televisión dedicados exclusivamente a los tribunales que transmiten veinticuatro horas diarias en Estados Unidos.
¿Cómo explicar ese desinterés? Era, entonces, el juicio más prolongado en la historia de Estados Unidos; en él comparecieron, como testigos, generales, coroneles y altos oficiales y expertos militares, un almirante y un asesor del Presidente de la República; desfilaron ante la Corte connotados terroristas, que se identificaron como tales, algunos ostentando indumentaria guerrera¸ se trataba de un pleito que implicaba las relaciones internacionales y cuestiones vinculadas, real o supuestamente, con la seguridad nacional y el terrorismo, tópicos predilectos de los grandes medios. Pero nadie dijo nada más allá de la prensa local, para el resto de la gente el juicio sencillamente no existió.
Ignoraron el tema fuera de Miami, aunque sus corresponsales y emisoras filiales en ese lugar lo reportaron todos los días y participaron con entusiasmo en el frenesí mediático que inundó la ciudad.
La férrea censura impuesta a este caso permitió la asombrosa impunidad con la que las autoridades protegieron a los terroristas y castigaron injusta y cruelmente a cinco hombres que los enfrentaron heroicamente, desarmados, sin emplear la violencia, sin hacer daño a nadie. La Fiscalía nunca escondió que ese era su propósito. Lo dijo con todas las letras, muchas veces, como consta en las actas del proceso, sin preocupación alguna porque confiaba en el riguroso silencio de los grandes medios, porque sabía que el público normalmente no lee las transcripciones oficiales ni asiste a las sesiones del tribunal y se entera de lo que allí ocurre por las versiones periodísticas. Los jurados, por su parte, veían cada día, durante más de medio año, cómo en la sala del tribunal los fiscales charlaban amistosamente con testigos que alardeaban de su militancia violenta y su trayectoria terrorista, escuchaban las encendidas arengas de unos y las amenazantes peroratas de los otros. Al regresar a casa con sus familias y sus vecinos, las mismas imágenes los acosaban. Eran rostros y voces conocidas.
Poco antes habían surgido por los mismos medios cuando secuestraron a un niño de seis años, Elián González, desafiaron al Gobierno federal y a sus jueces, crearon el caos en la ciudad y amenazaron con incendiarla. Recordaban que nadie fue castigado ni enviado ante ningún tribunal. Los jurados, habían sido testigos de aquella insólita impunidad y temían que se repitiese y se volviera ahora contra ellos si no entregaban el veredicto exigido por la turba y así lo habían confesado muchas veces cuando se les entrevistó durante el proceso de selección del jurado. Tenían miedo. Y el miedo aumentó después, según pasaban aquellos largos meses y crecía, cada vez más, cuando los “periodistas” los perseguían con sus luces y sus micrófonos. Muchas veces se quejaron y la Jueza les dio la razón. Pero todo siguió igual.
Los fiscales, por su parte, les repetían hasta el cansancio que ellos, los jurados, tenían una grave responsabilidad, de ellos dependía, nada más y nada menos, que la supervivencia de los Estados Unidos y de esa comunidad que los estaba mirando.
Tenían miedo y se sentían abandonados. Ni una sola voz se alzó en los medios locales para defenderlos y llamar al sosiego y la prudencia. Querían sobre todo terminar con aquel maldito juicio, regresar a casa y ser olvidados. Les tomó poco tiempo decidirse. El juicio más largo de la Historia concluyó con el veredicto más rápido. Pero eso, tampoco fue noticia.

UN RETO AL PERIODISMO III

Las peticiones de Habeas Corpus a favor de los Cinco cubanos condenados injustamente en Estados Unidos y especialmente la declaración jurada de Martin Garbus, abogado de Gerardo, tienen como foco central el papel desempeñado por “periodistas” que, pagados por el Gobierno norteamericano, crearon un ambiente de histeria y odio irracional que atemorizó al jurado hasta declararlos culpables pese a que la Fiscalía no presentó prueba alguna y, peor aún, reconoció que no podía sostener su principal acusación.
No se trata, sin embargo, de un enfrentamiento de los Cinco y sus defensores con el periodismo y los periodistas. Es más bien todo lo contrario. La operación montada en Miami por la Fiscalía, además de violar la Constitución y las reglas del debido proceso, fue también un insulto a un oficio que merece respeto. Fue un diario de Miami – The Miami Herald – quien primero reveló la existencia de esa operación secreta en la que participaron algunos de sus redactores a quienes, por cierto, despidió por lo que su editor consideró una violación de la ética periodística.
El autor de la revelación, Oscar Corral, pagó caro su apego a las normas de la profesión. En vez de recibir un premio por su labor investigativa fue objeto, según sus propias palabras, de “una campaña orquestada para intimidar, hostigar y silenciar. Fue un fuego artillero concentrado. Algunas amenazas fueron muy específicas y mencionaban a mi familia” lo cual hizo que sus editores los mudaran a vivir a un lugar seguro.
El periodismo verdadero fue también víctima de la prevaricación gubernamental
Pero ¿quiénes eran los “periodistas” pagados por el Gobierno y por qué fueron contratados para hacer lo que hicieron?.
Todos, sin excepción, eran miembros o estaban estrechamente vinculados a organizaciones que en Miami cultivan la violencia y el terrorismo y algunos son, ellos mismos, terroristas convictos y confesos; algunos habían ejercido funciones periodísticas con anterioridad y son capaces de redactar, más o menos, un par de cuartillas, otros no habrían pasado el examen de admisión a ninguna escuela de periodismo; todos tienen larga experiencia como provocadores y participan asiduamente en programas radiales y televisivos caracterizados por la procacidad y la estridencia en los que se aboga, sin tapujos, por el uso de la fuerza contra Cuba. Todos reunían las cualidades para ser contratados por Washington para el cumplimiento de una labor clandestina. En otras palabras, eran gente de confianza y por eso les encargaron el trabajo y les pagaron generosamente, pues, después de todo, no usaron el dinero de sus bolsillos sino el de los contribuyentes.
Todo se pagó con cargo a los presupuestos de radio y TV Martí, que son empresas del Gobierno, financiadas por el presupuesto federal que se nutre de los impuestos y otros aportes que hace el público, o sea, los ciudadanos y los residentes en Estados Unidos. Pero estos, quienes, sin saberlo, la pagaban, nada supieron de esta operación encubierta.
Por eso la declaración de Garbus destaca que estamos ante un asunto de importancia excepcional. Ante todo para los Cinco compatriotas que pronto cumplirán catorce años privados de su libertad. Pero es importante también, y mucho, para quienes no están encarcelados.
Lo es, especialmente, para los periodistas verdaderos, sin comillas, los que ejercen honestamente una profesión que otros prostituyeron y la convirtieron en instrumento para secuestrar a cinco inocentes.
Al final de su declaración Garbus menciona al Fiscal General de Estados Unidos: “El Fiscal General Eric Holder Jr. no fue responsable por este caso cuando comenzó. Pero lo es ahora.”
Los profesionales del periodismo y los medios de prensa más allá de Miami no fueron responsables de este crimen cuando se produjo. Pero ahora que ya saben lo que ocurrió no pueden evadir su responsabilidad. El silencio ahora sería complicidad.

Ricardo Alarcón de Quesada (Doctor en Filosofía y Letras, escritor y político cubano. Desde 1993 preside la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento cubano)

Fuente: http://www.antiterroristas.cu

Silvio Rodríguez - Documental - De mi alma recuerdos


Entrevista a Fidel Catro y Salvador Allende






Emisión de la TV Pública (Argentina) a 39 años del golpe de estado a Salvador Allende (Chile).

lunes, 10 de septiembre de 2012

Noel Nícola, Silvio Rodriguez y Vicente Feliú en Casa de las Americas. 1979.



Recital en casa de las Americas de los tres trovadores.

Por La Vida [Por la Vida Juntos] - Noel Nicola.
Ay No Sabes - Noel Nicola.
Johnny No Sabe Por que - Noel Nicola.
De Cierto Modo - Noel Nicola.
Que Hay [Que hay delante, Detrás al lado] - Noel Nicola.

Sonrisas de Papel - Silvio Rodriguez.
Yo te Invito a Caminar Conmigo - Silvio Rodriguez.
La era Esta Pariendo Un Corazón - Silvio Rodriguez.
Y Nada Mas - Silvio Rodriguez.
Fusil Contra Fusil - Silvio Rodriguez.

El Mono Gris - Vicente Feliu.
No es Fácil - Vicente Feliu.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Cuatro años sin Celia Hart.



A cuatro años de su desaparición física, reproducimos este artículo de Ida Garberi a modo de homenaje a la gran revolucionaria cubana

Celia Hart, la mariposa de la cultura cubana

Nosotros los italianos no estamos acostumbrados a muchas solemnidades, en cambio aprendí viviendo en Cuba que es muy estimulante que casi cada día del año sea dedicado a una profesión, a un oficio, en fin, que cada ciudadano pueda sentirse orgulloso y gratificado de su obra al menos un día en el año, es como si todos tuvieran un cumpleaños adicional.
El 20 de octubre es el día de la Cultura cubana y las manifestaciones son tantas, que se necesita utilizar también las fechas cercanas.
El 16 de octubre de 2008 tuve el gran honor de ser una de las personas encargadas de contar mi experiencia de vida junto a la gran revolucionaria desaparecida Celia Hart Santamaría.
El homenaje, íntimo y tierno, fue organizado por dos intelectuales cubanos, escritores, periodistas, historiadores, investigadores pero sobre todo una pareja muy identificada que tiene una familia maravillosa, que prácticamente me adoptó, que son Froilán González y Adys Cupull.
El Museo Abel Santamaría, casa consagrada a la Revolución cubana dónde nació el proyecto del asalto al Moncada, fue el marco más apropiado para conversar sobre Celia, recordarla como fue y como seguirá acompáñdonos y luchando con todos los revolucionarios del mundo.
Froilán empezó con algunas palabras tan tiernas que me llenaron los ojos de lágrimas, recordando un comentario de Compay Segundo, el gran músico cubano del tres desaparecido hace pocos años, que en una entrevista con ellos le afirmó que nadie muere en este mundo, sólo se transforma, pasa a ser una mariposa.
Por esta razón el difunto cantante siempre incitó a no matar nunca una mariposa, porque indudablemente es un alma que continúa siguiéndonos y a aconsejándonos, dando aliento a nuestro corazón.
“Así tenemos que seguir pensando en Celia, como una mariposa, que no morirá nunca y que seguirá volando alrededor de nosotros, para inspirarnos e infundirnos ánimo por las batallas futuras de esta Revolución cubana, de la Revolución mundial que tanto quiso y que está en continuo movimiento”, afirmó Froilán.
Después, continuó con la lectura del artículo “Celia Hart Santamaría. Intelectual de su tiempo” escrito con Adys, que es el comentario, de los dos conocidos literatos, sobre la obra de la escritora cubana.
A continuación Adys explicó por qué no habían escrito nada sobre este trágico acontecimiento, pues la conmoción y el dolor no se los habían permitido.
“Celia no merecía ninguna nota triste, más bien, su fuerza y su honestidad política merecían una reflexíon fuerte y militante, exactamente como ella afrontó siempre todas sus batallas, siempre consecuente con su pensamiento.”
Las ideas de Celia siempre fueron revolucionarias, y como tal martiana, con su gran conocimiento sobre los escritos de Julio Antonio Mella, del Che Guevara y de León Trotsky, trató de explicar y fundamentar que los tres grandes personajes lucharon por la misma causa: la Revolución Permanente y el Internacionalismo.
Siempre manifestó en cada instante su gran amor para Fidel Castro, porque nadie podrá nunca acusarla de no ser una verdadera cubana, completamente “fidelista” y comprometida con el proceso revolucionario en continuo movimiento que se desarrolla en esta isla caribeña.
Adys continuó afirmando que la obra teórica de Celia vivió en la sombra editorial e indudablemente no tuvo el reconocimiento y la comprensión que merecía. Invitó a los presentes a divulgarla, a estudiarla y a dibatirla y darle voz y lugares donde poder recordar su precioso legado.
Después de Adys, la investigadora María Aguilera del Museo Abel Santamaría leyó una entrevista inédita hecha a Celia, que ella misma escribió en 1990, donde la desaparecida joven intelectual cubana habló pricipalmente de su madre, Haydée Santamaría y de su tío Abel.
Contó las grandes enseñanzas de la revolucionaria incansable, que fundó la Casa de las Américas con su gran empeño, donde dio apoyo a músicos incomprendidos en aquella época, como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, que están entre los más aclamados de la Nueva Trova cubana a la luz de hoy.
Celia de su madre aprendió a no perder el coraje delante de algunos obstáculos que a veces tuvo que superar, si se sabe que se lucha por lo justo y con principios válidos no tenemos que parar ante las ideas diferentes, pero como dijo su querido Che Guevara, Hasta la Victoria Siempre!
Al concluir este encuentro, yo conté a los asistentes nuestra gran amistad en el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco cubanos, donde militamos codo a codo, listas para todo por tratar de romper el muro de silencio que los grandes medios de comunicación construyeron sobre este encarcelamiento de una injusticia sin fin.
Hablé de su sentido del humor, muy alegre e inteligente, de nuestras discusiones amigables sobre los procesos revolucionarios en Bolivia, en Venezuela y en Ecuador: Celia fue seguidora del presidente Hugo Chávez y yo, sigo más de cerca la Revolución Ciudadana de Rafael Correa, con mucha pasión y convicción tan fuerte, que me gané, por Celia, el calificativo de “primera dama del Ecuador.”
Luego, leí la entrevista que escribí en el 2007, y que la misma Celia me había pedido, para recordar el 80° aniversario del nacimiento de su tío Abel Santamaría.
Entre el público se encontraba Esteban Llorach, premio nacional de edición, que colabora con muchas editoriales del país y miembro como Adys y Froilán, del UNEAC, (Unión Nacional de los Escritores y Artistas de Cuba): se ofreció a ayudar en el trabajo de difusión, para elegir el perfil editorial más apropiado para la obra de Celia y empezar a publicar sus artículos en revistas cubanas.
Nos acompañóTeresa Villasante, revolucionaria peruana, residente en Cuba, gran amiga de Celia y militante en el Comité Internacional de Libertad por los Cinco cubanos y Graciela Rodríguez “Chela”, colaboradora incansable del padre de Celia, (el gran revolucionario Armando Hart) y coordinadora del despacho del Programa Martiano.
Por la familia estuvo presente el hijo mayor de Celia, José Julián y su prima Norma María Ruiz, hija de la revolucionaria Ada Santamaría, hermana de Haydée.
Froilán y Adys, con el apoyo de otros intelectuales cubanos, sugirieron al Museo Abel Santamaría preparar una exposición de fotografías de Celia por el 4 de enero de 2009, el día de su cumpleaños.
Siempre con Froilán y Adys, yo también propuse que se pueda crear una página web cubana que recoja toda la producción de Celia; ella nos regaló páginas inolvidables en pocos años, con las reflexiones revolucionarias verdaderamente innovadoras.
En este momento de crisis mundial no podemos olvidar el mensaje de amor revolucionario que “la mariposa” de la cultura cubana nos dejó.

Ida Garberi

27-10-2008

“El hombre que amaba a los perros”



"El hombre que amaba a los perros" es una novela cuyo autor es Leonardo Padura, cubano que a través de una ficción enclavada en la historia quiere dar cuenta de como se pervierte la principal utopía del siglo xx.
Por fin una novela sin la levedad posmoderna, al fin un texto de verdadera calidad literaria, el texto de Leonardo Padura nos obliga a repensar uno de los grandes dramas histórico del siglo XX.
La novela se ajusta a la teoría planteada por el Premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, con quien discrepamos totalmente de sus posiciones políticas, ya que como buen neoliberal posmoderno ha tomado la noble tarea humanizadora de defender los intereses de los más poderosos, incluso encontrando ciertos elementos liberales progresivos en los planteamiento del Tea Party norteamericano. Con todo su tesis de: “la verdad de las mentiras” en literatura, paradoja dialéctica que define a gran parte del quehacer novelístico, es aplicable a la novela de Padura, es decir, a través de una ficción muy bien articulada con la historia podemos penetrar en los entresijos de un drama colosal que echó por los suelos la gran utopía del siglo XX, dejando sumidos a muchos en las más aterradora de las desesperanzas.
Cuando uno piensa en esa tesis, también dialéctica, en la cual, lo uno se vuelve en su contrario, esta fórmula abstracta encuentra su expresión concreta en lo ocurrido con el ideal del socialismo marxista en Rusia que expresaba un gran paradigma liberador; y de proceso de liberación es convertido por obra de poderosas fuerzas sociales, el atraso de la formación social rusa, en la peor pesadilla totalitaria y burocrática, que pasó a llamarse “Socialismo real”. Stalin y el stalinismo actuaron como portadores y sepultureros del gran ideal humano y humanista del socialismo. La represión burocrática suprimió totalmente todas formas de la nueva democracia socialista (los soviets) que son consubstanciales al proyecto socialista.
Aún hay gente de izquierda que le cuesta entender que el triunfo de Stalin fue el triunfo de la contrarrevolución, no es ninguna casualidad, ni ninguna coincidencia que quien más eliminó físicamente a revolucionarios comunistas sea Stalin, ni los peores fascistas pueden igualar el record sangriento de la dictadura bonapartista de Stalin. Una parte de ese proceso que va desde la liberación, la primera república de los soviets, a la más terrible dictadura opresiva de los trabajadores esta descrito en esta magnífica novela.
¿Qué pasó con el socialismo del siglo XX?
En realidad no pretendemos contestar acabadamente en este espacio una pregunta tan compleja como esa, solo queremos plantear una reflexión general sobre esta cuestión,
Los principales intentos de construcción socialista se dieron en países de un bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, cuestión que también determinó elementos subjetivos culturales, como niveles de conciencia y cultura política cuyo acumulado en el caso ruso se extinguieron o desgastaron en la guerra civil. Un ejemplo de este tipo de factores es cuando Lenin ve tardíamente tendencias al despotismo en Stalin que provenían de lo profundo de las características de los regímenes de dominación de la historia rusa. El “déspota oriental”. Este tipo de condiciones objetivas y subjetivas fueron las que en última instancia determinaron los procesos de burocratización y de restauración finalmente del capitalismo.
El planteamiento anterior resultaría demasiado mecánico y determinista sino lo matizamos con la ley del desarrollo desigual y combinado que explica los desarrollos de países como Rusia, China y otros en que se produce una combinación explosiva entre desarrollo y atraso. Quizás algunos países de Europa del Este escapen relativamente a esta determinación, decimos relativamente porque Alemania estaba dividida y Checoeslovaquia unida artificialmente, además fueron sometidas coercitivamente a la aplicación de un modelo. No tengo respuestas definitivas este es un problema abierto al análisis y la discusión, pero hay que reconocer que el peso del factor político es decisivo ya que una conducción política revolucionaria, habría orientado a la única salida viable al problema, que es la extensión y triunfo de la revolución sobre todo a la Europa occidental. Como esto no ocurrió surgió la “teoría” stalinista del “socialismo en un solo país” y posteriormente en un solo bloque y con eso el socialismo ya tenía los días contados, ya que empezaron a operar las determinaciones del atraso, el socialismo será “histórico universal o no será”, la cuestión de la liberación, es una cuestión del conjunto de la humanidad.
Volviendo a la novela el hecho de reconocer sus virtudes no significa compartir todo lo que allí se dice, me parece que le faltó al autor una comprensión cabal de las propuestas políticas de León Trotsky, lo que si queda claro es que quien quiera adentrarse en el problema hay dos libros que están mencionados en la novela que son de indispensable lectura. La famosa trilogía de los Profetas de Isaac Deutscher y la Revolución traicionada del propio Trotsky. Estos libros, confiesa Iván el personaje cubano de la novela le resultaron muy útiles a la hora de entender tan complejas y dramáticas situaciones. Celia Hart la revolucionaria cubana también confesaba lo útil que le significaron a ella ambos libros en la comprensión del fenómeno de la degeneración burocrática.
Ahora el drama individual de un tipo como Ramón Mercader del Rio, que de creyente y abnegado militante comunista es convertido por la KGB en un asesino fanático, es también el drama de muchos militantes comunistas que creyeron ciegamente en las directrices stalinistas.
Pero en realidad el mayor crimen de Stalin fue echar por tierra el proyecto de liberación social de la humanidad, haciendo un daño incalculable al proyecto socialista.
Por último tampoco comparto con la novela el pesimismo final y la tendencia a la igualación entre trotskismo y stalinismo, según el desesperanzado protagonista de la novela hubiera resultado lo mismo. Iván termina suicidándose. Creo que la humanidad, los revolucionarios encontrarán una salida progresiva.

Leonardo Gabriel Ogaz Arce

lunes, 3 de septiembre de 2012

Silvio Rodríguez en Casa de las Américas - 1979




01. Sonrisa de papel
02. Yo te invito a caminar conmigo
03. La era está pariendo un corazón
04. Y nada más
05. Fusil contra fusil

www.lapaginadesilviorodriguez.com

domingo, 2 de septiembre de 2012

Silvio Rodríguez - Sólo el amor


La transición socialista desde la perspectiva del Che



Comentario de Fernando Martínez Heredia, Las ideas y la batalla del Che, Editorial de Ciencias Sociales-Ruth Casa Editorial, La Habana, 2010.

El rescate de Ernesto Che Guevara es una necesidad imperiosa no solo para Cuba que se encuentra de nuevo en una encrucijada al tratar de aclarar la relación entre la política y la economía. También se presenta como una urgencia para los países periféricos, desde América Latina hasta Oriente próximo, pasando por España, en los que el capitalismo está encontrando importantes resistencias en la movilización social y en donde cada vez resulta más palmaria la imposibilidad del capitalismo si es que se pretende resolver las necesidades sociales y garantizar una vida digna para la humanidad.
Años de dominación asentada en la naturalización de la economía y la cancelación de lo político parecen estar resquebrajándose en los países capitalistas. El modelo no funciona para los pobres ni para la naturaleza, de modo que Cuba, al debatir sobre la «actualización» de su economía, tiene un doble reto hacia el interior pero también hacia el exterior. La recuperación del pensamiento y la práctica política del Che es una de las batallas más importantes y seguramente más fructíferas en el momento actual.
Toda la obra de Fernando Martínez Heredia se inspira, de una u otra forma, en el pensamiento y en la práctica política del Che, y en la situación actual que atraviesa la Isla no existe —creo— ningún autor cuya obra intelectual y compromiso sea más útil para pensar el futuro de la Revolución cubana. En la introducción a la edición de 2010 de Las ideas y la batalla del Che,* el autor dice: «Mi propósito es llamar la atención sobre el provecho que puede sacarse al pensamiento del Che para encarar la situación, los caminos y el futuro de Cuba». También Néstor Kohan, en un reciente artículo, actualiza la propuesta económica del Che para abordar el análisis de la situación actual de Cuba, y afirma que es necesario rescatar en el país el «debate olvidado» que enfrentó al Che con posiciones que defendían un «socialismo mercantil» y apelaban al «uso inteligente de la ley del valor».1
Cuando, históricamente, el capitalismo ha entrado en crisis, ha necesitado aumentar las tasas de explotación y expolio —en las metrópolis, desposeyendo a la clase trabajadora; y en las colonias, actualizando las formas de colonización—, y, en paralelo, ha aumentado la guerra cultural. Desde la caída del socialismo en los países del Este, las arremetidas contra el socialismo, lejos de disminuir, se han acrecentado en la literatura, los filmes, las noticias tendenciosas, todo lo que pudiera contribuir a desprestigiar y eliminar cualquiera de sus logros. La historia es una de las armas más potentes contra el capitalismo, por eso, ante la imposibilidad de arrancarla de cuajo ha sido habitual el vaciamiento de las experiencias revolucionarias, su conversión en fetiches huecos, sin sustancia. La reproducción del capitalismo necesita de la dominación ideológica; solo puede sobrevivir si, además de los cuerpos, controla las conciencias, es decir, si tiene la hegemonía —forma de dominación conceptualizada por Antonio Gramsci—, necesita de la desconexión y la disolución de las experiencias que permitirían salir de la colonización y el subdesarrollo. Por eso, ningún revolucionario puede desprenderse de los recursos teóricos y prácticos que hicieron posible las victorias. Entre ellos, ocupa un lugar fundamental el pensamiento del Che, porque la guerra que libra Cuba sigue siendo la misma que ganó en el año 59 solo que en distintas condiciones.
Este libro de Martínez Heredia es una actualización de materiales que aparecieron en 1989 con el título La concepción del Che que ya entonces recogían el trabajo del autor por más de veinte años y que ahora se ven ordenados y enriquecidos. Hablar de la actualidad del Che treinta o cuarenta y cinco años después no es decir gran cosa si no se fija el eje articulador que coloca su pensamiento en contexto haciendo que ideas y práctica se potencien mutuamente. De ahí que Martínez Heredia emprenda una interpretación que resulta plenamente actual. Un rescate que no pretende ser una guía abstracta, ni colocar a Guevara en el cómodo papel de referente ético ya casi beatificado; se trata más bien de volver a colocarlo en el espacio impertinente en el que el propio Che se situó siempre. Pensamiento y obra que constituyeron un revulsivo para la sociedad cubana en el momento en que se iniciaba la construcción del socialismo, y que ahora actualiza Fernando para plantearse cómo hacer para seguir construyendo una sociedad justa, solidaria y revolucionaria.
En este libro, las ideas del Che aparecen como guía de la «acción organizada» que trata de movilizar todos los medios disponibles para combatir: las relaciones mercantiles, el subdesarrollo y el capitalismo mundial. Los mismos monstruos de entonces acosan nuevamente a Cuba, abocada a «revisar su modelo» y a plantearse otra vez la gran pregunta: ¿cómo se transita hacia el socialismo? En la delgada línea que separa la supervivencia y la construcción del socialismo está la clave que, desde mi punto de vista, nos propone Fernando. Los tres parámetros anteriores constituyen el núcleo alrededor del cual se construye esta obra.
Martínez Heredia habla poco de la vida del Che, de su práctica guerrillera, de sus hazañas; habla poco, en definitiva, del mito. Pero tampoco se afana en reconstruir solo un hombre de pensamiento. Las ideas y la batalla del Che subsana la constante fragmentación desarticulada: por un lado, el hombre de acción; por otro, el de pensamiento. El Che de Fernando es una unidad. Sus conceptos, sus reflexiones, sus propuestas teóricas fueron elaboradas a modo de instrumentos para analizar y proyectar la sociedad futura; y son desarrollados y sometidos a constantes revisiones y desarrollos según evoluciona el proyecto revolucionario. También en el ámbito del pensamiento ha sido habitual esta compartimentación. De una parte, sus aportaciones sobre el papel de la educación, el deber social, la conciencia, la emulación, el trabajo voluntario, el hombre nuevo; de otra, la planificación, el trabajo, la ley del valor, los precios, la economía. Este descuartizamiento no ha sido sino una de las múltiples formas en las que se ha neutralizado la potencia revolucionaria del Che.
Decía Bertrand Russell que el conocimiento es una parte infinitesimal del universo, un elemento sin importancia; sin embargo, señala el epistemólogo Rolando García, para nosotros es la más importante porque
el conocimiento se ha convertido (más de lo que históricamente ha sido) en la base del poder […] Conocer es organizar los datos de la realidad, darles un sentido, lo cual significa construir una lógica, no la lógica de los textos, sino una lógica de la acción, porque organizar es estructurar, es decir, hacer inferencias, establecer relaciones.2
No debería haber otra posibilidad que aproximarse al Che desde esta visión completa y compleja, sin distinguir entre su producción intelectual y su práctica. En la concepción filosófica del Che, Fernando expone lo que considera sus conceptos fundamentales. En ellos, la política tiene un sentido más próximo al pensamiento clásico, se trata de una filosofía práctica; y la economía no se explica por sí misma pues es sobre todo economía política. Hablar de un Che que guía la transición al socialismo es hablar de economía política; de la batalla que dio en ese campo, resistiendo parcialmente los envites del economicismo de la época. Casi parece una premonición del momento actual. El economicismo permea el presente de Cuba con una dramática diferencia, hoy apenas tiene oposición; no hay quien guíe una batalla contra el economicismo que trata de imponerse como un dogma renovado.
El Che se enfrentó al determinismo economicista desde su amplio conocimiento del marxismo y desde un posicionamiento ético profundamente revolucionario: puso al hombre en el centro (p. 71). Esto le permitió ser consecuente y contribuir a armar la revolución cubana blindando en cierto modo sus fisuras economicistas y preparándola, sin saberlo, para sortear la debacle de la caída del bloque soviético. Pero, como señala Fernando, rescatando una intervención del Che en una asamblea de obreros ejemplares: «El socialismo no es una sociedad de beneficencia, no es un régimen utópico, basado en la bondad del hombre como hombre. El socialismo es un régimen al que se llega históricamente» (p. 74). No hay pues que confundir la primacía de la conciencia y la subjetividad tan presentes en las ideas del Che con un humanismo ramplón. Siguiendo al Che afirma el autor:
La conciencia no es —no queda otro remedio que insistir— la antítesis de la economía, ni de la «materia». Para el Che la conciencia es la palanca fundamental, el arma para lograr que las fuerzas productivas y las relaciones de producción sociales dejen de ser medios para perpetuar las dominaciones. (p. 79)
La economía, la gestión y la administración han de estar al servicio de la política y no al contrario.
La categoría económica separada de la política está en la génesis de la dominación racional del sistema capitalista. Tal separación es la que permitirá, a partir del siglo XVII, la objetivación de las relaciones sociales y con la naturaleza —a través del contrato—, haciendo posible, a su vez, anteponer las relaciones de los hombres con las cosas a las de los hombres entre sí. La ideología liberal es la ideología de la neutralidad de la economía; su objetivización, la del equilibrio entre la oferta y la demanda; una ideología que, aparentemente, se desprende de consideraciones morales, se rige por «la mano invisible»; una nueva religión basada en principios teológicos.3 Tras la Segunda guerra mundial, la socialdemocracia pretendió dirigir-gestionar esa mano invisible del mercado para evitar la revolución proletaria; pero la lógica de la acumulación capitalista no tiene límites, es parte de su naturaleza.4 Las crisis de los gobiernos socialdemócratas europeos muestran claramente que es la lógica de la acumulación de capital quien establece las reglas del juego político. La objetivación de la economía, su desgajamiento de los principios éticos, son el inicio del fin de todo proyecto emancipador.
Como alternativa al capitalismo, en el socialismo la economía es, sobre todo, metas y objetivos, o sea, economía política. Lo demás, lo que se nos presenta como economía, no es sino técnicas concretas sacralizadas para, en el mejor de los casos, obviar el debate político; en el peor, garantizar la acumulación. Bajo la piel de la eficacia, la productividad y el crecimiento, se oculta la reproducción del capital cabalgando a lomos de explotación. Fernando referencia dos veces una cita del Che que me parece fundamental: «Impedir que se repita una y otra vez, que se arraigue en nosotros, el error de pretender construir el socialismo tomando prestadas las armas del capitalismo». Dice Fernando:
La economía de la transición socialista tiene un lugar cardinal en la concepción del Che del socialismo y del comunismo, pero no posee un lugar independiente […] Yerran los que piensan que sustituyó el realismo de la economía por el idealismo de la conciencia: Che comprendió la máxima importancia de los hechos económicos en las sociedades y la urgencia ineludible de lograr un desarrollo económico de tipo radicalmente nuevo, socialista. Lo comprendió tanto, y vio tan bien lo que el socialismo se juega en ello, que pensó, argumentó defendió y practicó la tesis de que, para avanzar al socialismo y al comunismo, la economía debe ser gobernada conscientemente. (p. 191)
Más allá de las apariencias y de los relatos casi místicos, también la economía en un sistema capitalista es gobernada conscientemente. El nerviosismo, el pánico, la desconfianza, los ataques de los mercados son en realidad objetivaciones que emplean los grupos de poder, corporaciones y Estados que realizan distintas operaciones financieras. Esta terminología se utiliza para ocultar la toma de decisiones consciente y programada de los agentes económicos y políticos. La famosa mano invisible del liberalismo se inscribe en la construcción del dogma económico de modo que, como dijera Pierre Bourdieu, «mientras la ley es ignorada, el resultado del laissez faire, cómplice de lo probable, aparece como un destino; cuando ella es conocida, este aparece como una violencia».5 Con sus responsables y ejecutores, añadimos.
La política moderna, en el capitalismo, pivota sobre el eje del orden, la racionalidad, el cumplimiento de las máximas económicas: crecimiento, reducción del déficit, equilibrio. El mundo, fuera de ese orden, se nos muestra como un escenario de luchas e irracionalidad; es el campo de lo ético en el que no se puede fundamentar un orden duradero. En el capitalismo, el poder oculto bajo la economía dirige la política. La economía y sus leyes inexorables son la máxima representación de ese orden moderno, ordenado, aparentemente ajeno a cualquier principio moral; es la única representación que se nos devela como incuestionable y aceptable. En estos momentos, el orden político aparece como reflejo de la economía, a su servicio. Es esta —entendida casi como destino— la que define y establece los objetivos de la política en el capitalismo.
Cualquier orden político basado en principios se presenta como caótico, irracional y autoritario. De ahí que se acuse al gobierno de Venezuela o al de Bolivia de autoritarios y que esta haya sido una de las acusaciones más repetidas para el caso de Cuba, mientras que en otros países con economías abiertamente liberales y con sistemas políticos claramente autoritarios no se utilicen estos términos. La reflexión de Fernando Martínez Heredia, al hilo con las ideas económicas del Che, coloca en primer plano el necesario debate sobre economía y política en la Isla.6
Fue Carlos Marx quien dinamitó el constructo ideológico del liberalismo que pretende la neutralidad del intercambio capital-trabajo. Develó el carácter político del hecho económico. Sin duda el Che, ávido lector de Marx, reconoció sin dificultad la potencia revolucionaria de este develamiento. El sueño de la razón de un mundo sin política, regido por la «racionalidad económica», no es sino el sueño del fin de la historia, el Matrix que nos hace desaparecer como humanos, mientras la máquina extrae de nosotros la energía necesaria para seguir funcionando eternamente. Guevara supo ver que la economía no puede ser una ciencia que se impone ni mucho menos una técnica en manos de profesionales.
El socialismo se construye como alternativa solo en la medida en que recompone esta relación rota; se restaura la unidad política-economía y se antepone al hombre por encima de las cosas. En esta reconstrucción resulta imprescindible la «construcción de un hombre nuevo», el hombre político que hará desaparecer al hombre económico. La discusión y el debate incorporan a todo el pueblo cubano, lo que genera el consenso necesario o la legitimidad, para emprender el angosto camino lleno de dificultades, pero en el que el pueblo está implicado tanto en el tipo de medidas adoptadas como en el debate sobre sus posibles consecuencias.
En la transición socialista, individuo y sociedad tampoco son entes autónomos ni antagónicos. Así, democracia y economía, legitimidad y gestión, dibujan el eje de coordenadas de la construcción económica socialista. Decía el Che: «Con las armas melladas del capitalismo no se puede realizar el socialismo». En su última contribución al debate económico, «La planificación socialista», Fernando reconoce el cúmulo de conocimientos en que el Che basa su oposición al «tipo de socialismo que fortalece el mercado, el interés material y el auge de la ley del valor» (p. 221).
El Che entró en el debate sobre la economía política del socialismo porque, en cierto sentido, la Revolución cubana supuso un cuestionamiento a la dirección de los proyectos socialistas —una herejía, dice Fernando—, porque desde el punto de vista político (los sujetos revolucionarios) y socioeconómico (una isla subdesarrollada), ese debate era crucial para la propia viabilidad de la Revolución cubana y para la viabilidad del socialismo. También el pensamiento del Che, fuertemente armado por la práctica, suponía una herejía hasta el punto de que sus métodos fueron acusados de «voluntaristas y administrativos» al mismo tiempo.
En los apartados «Conciencia y plan en la transición socialista» y «La economía socialista debe ser dirigida conscientemente», Fernando deja claro que en el pensamiento económico del Che está la clave de la transición socialista y en la cita que reproduce de una entrevista para L’Express está toda la fuerza con la que luchaba por esta concepción:
El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación […] Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria. (p. 83)
Para el Che, el Plan —dice Martínez Heredia— es muy diferente a lo que se entendía en ese momento por Dirección centralizada y planificada de la economía (quizá también es diferente a lo que se entiende ahora por economía planificada);
es el producto de la conciencia organizada, que tiene el poder y conoce los límites de la voluntad, los datos de la realidad y las fuerzas que tiene a favor y en contra. Conciencia es también, por consiguiente, la comprensión que los individuos van alcanzando de los hechos económicos y el grado en que los dominan mediante el plan. (p. 82)
Los debates que surgieron en Cuba, en los años 60, sobre la asignación de precios, el trabajo voluntario, los estímulos morales y los económicos, han de ser reformulados ya que, aunque las propuestas del Che fueran en parte derrotadas, en estos momentos existe ya una trayectoria en relación con todos estos temas que permite una evaluación enriquecedora en la nueva coyuntura. No para hacer borrón y cuenta nueva, actitud muy propia del subdesarrollo —y a la que también los españoles somos muy dados—, sino para que la evaluación de lo que fue nutra el futuro.
En este sentido, la crisis que vivió Cuba en los 90, a pesar de su significado en términos de sacrificios, también puede ser leída en cuanto a qué es lo que permitió la supervivencia de una sociedad sometida a un derrumbe económico de tal magnitud. Es probable que en ese análisis aparezca la potencialidad de las propuestas del Che. Fernando lo cita en lo que mejor resume su concepción sobre la relación dialéctica entre el plan y la ley del valor. Por un lado, la acción consciente en la que todo el pueblo está implicado; por otro, la dirección política de la economía:
El plan es al socialismo como la anarquía de la producción es al capitalismo […] La dirección centralizada del plan es importante, aunque es el trabajo de todos […] El plan tiene vigor y tiene vida en el momento en que llega a las masas […] Es decir, el plan también, como una característica de la época socialista, junta a las personas […] Esa es la diferencia entre el cálculo económico que puede hacerse de lo que va pasar en un país, conociendo la cifra, y lo que tiene que pasar en un país cuando se está en revolución […] obra creadora del pueblo […] acción de la voluntad del hombre, sobre las posibilidades o sobre la economía, para transformarla y cambiarle su ritmo. (p. 94)
Fernando afirma categóricamente que la posición del Che es inequívoca: la ley del valor en el socialismo no opera a través del plan. Acabar con la ley del valor, que convierte toda producción en mercancía, incluida la fuerza de trabajo, es requisito fundamental del camino hacia el socialismo. La complejidad de su pensamiento permite a Fernando proponer la necesidad de una reactualización de sus propuestas acompañada de una valoración del sistema que acabó por implementarse en Cuba porque, a su juicio, basándose en informaciones de compañeros del Ministerio de Industrias, el sistema implantado por el Che «era mucho más eficaz para la producción, el control, la agilidad en la gestión, la adecuada descentralización de responsabilidades —y otros aspectos— que el sistema que rigió después» (p. 119). Así, según este autor, el Sistema presupuestario de financiamiento es una herramienta valiosa que ha de ser recuperada en toda su extensión y señala que la mayor fuerza de la revolución socialista cubana reside en la participación popular en la «dirección y el control de todo el proceso»:
La dirección será centralizada, pero el plan tiene que ser obra de todos, o no será […] El plan no es un simple diagnóstico de la economía y una previsión del comportamiento económico en los años venideros. Para eso no es necesario el pueblo. (p. 130).
Si algo ha caracterizado a la Revolución cubana hasta el momento ha sido el consenso sobre los principios de igualdad y justicia social. Estos son la férula imprescindible para guiar el Plan.
Es en otra obra de Martínez Heredia, El ejercicio de pensar, donde encontramos la mejor definición del pensamiento del Che, cuando dice que el pensamiento para ser crítico ha de estar en la frontera, en el borde, entre lo constituido y lo constituyente, incapaz de acomodarse. Un pensamiento en el margen (no marginal), en los bordes. Pero, nos dice, ha de tener un horizonte, un proyecto, una brújula que señale siempre el norte. En este caso, el norte trazado por el Che abarcó todos los planos necesarios, en las condiciones de la Cuba de los años 60 y su inserción internacional para construir el socialismo. Por eso, no descuidó la relación entre la transición socialista cubana y las luchas del mundo; también entre el «modelo cubano» si es que existe, y sus condicionantes externos. Ningún país es una isla. De la inserción de Cuba en el mundo, de su comprensión de la evolución y las lógicas del capitalismo, de su propia historia como país subdesarrollado es de donde se puede extraer las mejores enseñanzas en el diseño del futuro socialista. Tomás Gutiérrez Alea, en Memorias del subdesarrollo, diagnosticó con precisión el significado del subdesarrollo en Cuba: desarticulación, desconexión, desmemoria, incapacidad para acumular conocimientos.
La Revolución cubana deshizo las relaciones mercantiles al priorizar las necesidades sociales sobre los intereses económicos, al tiempo que rompía la ideología liberal que identifica mundo «no mercantilizado» con miseria, y crecimiento económico con bienestar. Los datos objetivos sobre mortalidad infantil, educación, niveles de salud, biodiversidad, calidad de vida, etc. durante estos años han sido el mal ejemplo cubano hacia los países pobres y la constatación de que es posible el desarrollo social y el ético proporcional. Estos son aspectos urgentes que incorporar en la reflexión sobre la transición socialista y la actualización del «modelo económico» cubano.
La Revolución cubana fue, según Fernando, la base de la concepción del Che, pero también este cambió la Revolución cubana que sin él no hubiera sido como la conocemos hoy. El Che la marcó desde su florecimiento en 1959 y, sin duda, marcará el futuro inmediato. Todavía no sabemos de qué manera. Se me ocurre una: en forma de resistencia a las fuerzas que dentro y fuera de la Isla se han ido alejando del proyecto de justicia social que significó la Revolución cubana. El poder revolucionario es popular y estatal y en esas dos dimensiones es en las que el Che pensó y analizó los problemas del socialismo en Cuba, nos dice Fernando.
Las potencialidades del presente se encuentran en el pasado, en el rescate de lo que no fue y pudo llegar a ser. El futuro se construye sobre el pasado. Frente a la probabilidad de un futuro determinado por la necesidad del presente Walter Benjamin propondría uno posible aunque todavía no probable; es decir, la construcción de la posibilidad de un futuro socialista para Cuba solo puede estar en la recuperación de las potencialidades de la historia. Luchar por el pensamiento del Che es luchar por la historia de Cuba, encontrar en ella la redención del presente. La revolución de 1959 recuperó las luchas anteriores de las que extrajo el humus que alimentó las nuevas semillas. En la nueva coyuntura, la transición socialista no puede sino partir de su historia, de las luchas dentro de la Revolución, para construir un futuro cierto. Este ha de reconocerse en el pasado; si no lo hace, corre el riesgo de perderse definitivamente al arriesgar una de las claves de su éxito: la independencia.
El socialismo cubano fue bloqueado desde que dejó claro que el proyecto pasaba por construir una alternativa al capitalismo asegurando la soberanía (independencia nacional) y un sistema basado en la solidaridad. Lo alternativo no es —como pudiera pensarse y como insistía el Che al despreciar las herramientas del capitalismo— una opción más; por el contrario, es lo radicalmente opuesto. La alternativa al capitalismo —según Martínez Heredia— solo es el socialismo. Dentro del capitalismo no puede haber alternativas porque su naturaleza es tan destructiva que los daños que produce son irreversibles. Si estalla una plataforma petrolífera y se derrama petróleo al mar, solo se pueden cuantificar los daños y hacer que alguien «pague la factura», pero los peces y el ecosistema que rodea al desastre habrán muerto. Una de las características esenciales de dicho sistema y que lo distingue de su alternativa socialista es la irreversibilidad de los daños que produce, la explotación hasta el exterminio del hombre convertido en mercancía —fuerza de trabajo—, y la destrucción de la naturaleza convertida en recurso económico. El investigador de la CEPAL Roberto Guimaraes definió de manera contundente el capitalismo como socialmente injusto, ecológicamente depredador y políticamente perverso.7
Si para el Che fue un reto «pensar un tiempo de revolución» en un momento en el que esta tenía lugar, también supuso la fragua de su pensamiento sobre la transición socialista; las fuerzas estaban desatadas, sin duda era un momento complejo y vital. En la actualidad, Cuba no está en tiempo de revolución, pero puede que el testigo esté en otros países. La experiencia y la trayectoria de la Isla será uno de los activos fundamentales para las revoluciones presentes y futuras. Entre ellos, el «modo de ser marxista del Che» que apunta Fernando Martínez Heredia: anticapitalista, antiimperialista y con vocación de entrega. Entonces en Cuba, «las fuerzas productivas fundamentales, las estructuras organizativas, las relaciones sociales decisivas, el Estado, el poder, el consenso y la iniciativa quedaron del lado de la Revolución» (pp. 45-6). En el momento en que el Che escribía, el «mundo político y espiritual» de la nación cubana estaban de parte de la Revolución. ¿Pero, y ahora? ¿Siguen existiendo esas fuerzas revolucionarias incontenibles, esos humildes para los que se hizo y que hicieron la Revolución? ¿De qué lado están las fuerzas políticas y espirituales?
Quiero finalizar con las palabras de Fernando en otro de sus textos: «El socialismo va a emerger otra vez como propuesta para este mundo, y eso lo hará avanzar como promesa y volver a presentarse como política y como profecía». Para ello, «deberá ganarse la conducción de la esperanza», o lo que es lo mismo deberá volver a discutir su teoría y «radicalizar y transformar sus proyectos desde la realidad de los datos favorables y desfavorables del presente». Es perfectamente coherente afirmar que Cuba siempre ha estado en transición y en ese camino hacia el socialismo ha sido capaz de subordinar el poder al proyecto político. Esta subordinación forma parte de la batalla que emprendió el Che y sigue siendo la que hoy se abre, aunque, por desgracia, no existe una figura de la categoría de aquel capaz de poner en la agenda la hoja de ruta cubana. Tendrá que ser la tarea, como dice Martínez Heredia, de una nueva revolución de los humildes, que reactive la voluntad y la fuerza que haga retroceder de nuevo «los límites de lo posible». Cuba tiene que seguir mostrando que puede producir los bienes necesarios para satisfacer las necesidades básicas de su población, que puede, a su vez, definir correctamente cuáles son esos bienes, y que no lo hará a costa de la naturaleza ni de la explotación del hombre.
Las claves para hacerlo pueden ser rescatadas en el pensamiento del Che. En último término, encontramos en él las pautas que podrían hacer que la política revolucionaria tome de nuevo el mando de la economía para realizar lo objetivamente necesario. Nada de esto puede ser una tarea de expertos, ni de economistas, ni de historiadores, ni de sociólogos. El rearme ideológico corre por cuenta de la población cubana en su conjunto y de todos los revolucionarios estén donde estén.

Notas

1. Néstor Kohan, «La “manzana prohibida” del comunismo. Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento hoy», Rebelión, 14 de marzo de 2011, disponible en www.rebelion.org/noticia.php?id=124197.
2. Véase Rolando García, «Epistemología y teoría del conocimiento», Salud Colectiva, n. 2, Buenos Aires, mayo-agosto de 2006, pp. 114 y 119.
3. Andrés Bilbao, Principios teológicos de la lógica económica, UNAM, México, DF, 1999.
4. Hace tres años escribí sobre este tema, planteando que la separación entre «economía» y política favorecía, en el capitalismo, la dominación, al ocultar las relaciones de poder inscritas en la lógica económica. Véase Ángeles Diez Rodríguez, «Sobre el capitalismo, la economía y los pretextos», Rebelión, 26 de noviembre de 2008, disponible en www.rebelion.org/noticia.php?id=76518.
5. Pierre Bourdieu, Poder, derecho y clases sociales, Descleé de Brower, Bilbao, 2000, p. 10.
6. Entiendo este debate como una necesidad de que se produzca un intercambio ideológico y conceptual que vaya más allá de las disquisiciones de orden técnico, por ejemplo, fijar las medidas concretas para recaudar impuestos, aumentar la productividad, etc. No considero que estos sean debates estrictu sensu pues no abordan la raíz de los problemas, sino aspectos puramente técnicos.
7. Roberto Guimaraes, «El desarrollo sostenible en América Latina», La cooperación internacional y el desarrollo sostenible en América Latina, Sociedad Editorial Síntesis, Madrid, 1993, p. 17.

Ángeles Díez
Revista Temas

¿Preludio del Socialismo en Cuba?



Hace más de 50 años, en la Primera Declaración de La Habana se condenó, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista
Para mediados del año 1960, en Cuba prácticamente era realidad palpable el cumplimiento del Programa del Moncada, La Historia me absolverá. Justo en ese contexto, tuvo lugar la VII Conferencia de Cancilleres de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Costa Rica entre el 22 y el 29 de agosto, ocasión devenida Declaración de San José de Costa Rica vs. la Revolución Cubana.
Es decir, para esa época se estaba conformando una “herejía” imperdonable para el pensamiento Made in USA. ¿Cuánto podía asombrar, pues, que Washington activara su ministerio de colonias del Sur del Río Bravo —entiéndase, la OEA— para la cofradía contra la Mayor de las Antillas?
La respuesta de la Isla no se hizo esperar: el 2 de septiembre del propio año, en la actual Plaza de la Revolución de La Habana, más de un millón de personas provenientes de todos los confines del Caimán Verde escenificaron la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba para repudiar la confabulación Águila Imperial-títeres de Latinoamérica. Emergía la Primera Declaración de La Habana en cuyas primeras palabras consta:
“PRIMERO: Condena en todos sus términos la denominada Declaración de San José de Costa Rica, documento dictado por el Imperialismo Norteamericano, y atentatorio a la autodeterminación nacional, la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos del Continente”.
También, en la histórica Declaración se significó que en aquellos años la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba en caso de que nuestro país fuera atacado por fuerzas militares imperialistas, no podía ser considerada jamás como un acto de intromisión, sino que constituía un evidente acto de solidaridad ante un inminente ataque del Pentágono yanki.
Llegado a este punto, vale un vistazo a los Recuerdos de la invasión por Bahía de Cochinos, acontecimiento conocido en Cuba como Playa Girón: la primera gran derrota del “Norte revuelto y brutal” en Nuestra América, toda vez que el triunfo se concretó 66 horas después que los mercenarios de la fuerza invasora pisaran nuestras costas y constituyó una muestra de con qué vigor se realizó el fulminante contraataque a que fueron sometidos los agresores.
Es que —a contrapelo de la invasión mediática— a través de sus entonces bisoñas Fuerzas Armadas Revolucionarias y Milicias Nacionales Revolucionarias, nuestro pueblo luchó incesantemente día y noche, sin un solo minuto de tregua, muy a pesar que una fuerte escuadra norteamericana, que incluía un portaaviones e infantería de marina lista para intervenir, situada solo a tres millas de la costa, acechaba para amparar un pretendido gobierno títere.
Además, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba expresó la convicción cubana de que la democracia no puede consistir sólo en el ejercicio de un voto electoral, que casi siempre es ficticio y está manejado por latifundistas y políticos profesionales, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir, como en aquel momento lo hizo la Asamblea de marras.
Igualmente, condenó el latifundio, fuente de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados intereses; el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que impera en los países de América; la discriminación del negro y del indio; la desigualdad y la explotación de la mujer; y, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista —las negritas son mías.
¿Cómo dejar de entender, por tanto, que la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba proclamara ante América el derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la “dignidad plena del hombre”; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho …?
He aquí elementos que me permiten asumir la Primera Declaración de La Habana como preludio del Socialismo en Cuba.

Noel Manzanares Blanco