sábado, 29 de febrero de 2020

Símbolo imperecedero de la lucha independendista




Con los pronunciamientos en esta fecha se produjo el reinicio de la guerra emancipadora, que alcanzaría un impulso decisivo con la llegada al país de los principales dirigentes en el venidero abril

Una misma fecha puede estar marcada por disimiles acontecimientos que la hacen importante y significativa. Dentro de ese grupo de momentos gloriosos para la historia patria que guardan en sí sucesos notables, encontramos al 24 de febrero de 1895, celebrado como el reinicio de las guerras de independencia o, de acuerdo con la historiografía tradicional, Grito de Baire.
Después del fracaso de la Guerra de los Diez Años, los intentos de volver a la manigua por parte de los mambises fueron varios, corriendo diferentes suertes. Viejas contradicciones y diferencias entre los hombres llamados a liderar la contienda hacían que organizar el movimiento independentista fuera una tarea titánica. Pero a ello se dispuso el más grande de los cubanos, José Martí, que, sobreponiéndose a mil y más dificultades, le dio continuidad al proceso iniciado en Demajagua. La búsqueda incansable de la unidad por parte del Apóstol, permitió asegurar las condiciones que permitirían lanzarse en 1895 otra vez a la lucha.
Para el comienzo otra vez de la gesta independentista, Martí había ideado un plan que agrupara tanto los factores internos con los externos, es decir, el alzamiento simultáneo con la llegada de los principales líderes. Esto obligaría a la dispersión de las fuerzas españolas y ponía el factor sorpresa del lado de los cubanos.
Un primer plan de alzamiento, conocido con el nombre de Fernandina pues de ese puerto iban a partir las tres expediciones programadas, fue frustrado en enero de 1895. Esto constituyó un duro golpe para los independentistas, pero no disminuyó la disposición de lanzarse otra vez al combate. La acción decidida del Maestro le imprimió nuevas fuerzas a la conspiración y ya el 29 de enero de 1895, ordenaba efectuar el alzamiento no antes de la segunda quincena de febrero. Acordada la fecha del domingo 24 de ese mes por los dirigentes en Cuba, Juan Gualberto Gómez se lo comunicaba a Martí en un telegrama que rezaba: Giros Aceptados.
No se desarrolló según lo previsto
Como resultaba imposible la presencia en Cuba de los principales jefes de la revolución (Maceo, Gómez, el propio Apóstol) para esa fecha, el nuevo plan ideado por Martí tenía en la simultaneidad del alzamiento una de sus cartas de triunfo fundamentales. El 24 de febrero había sido escogido por coincidir con el comienzo del carnaval. Esto permitiría dar tiempo a hacer las coordinaciones pertinentes, y llegado el día, el desplazamiento de grupos de personas armados sin llamar demasiado la atención. Pero a pesar de la idea martiana de alzamiento al unísono en las diferentes regiones del país, la realidad fue mucho más compleja, y no se desarrolló como estaba previsto.
Los alzamientos en la región occidental del país fueron, en sentido general, un fracaso, ya que no se lograron los objetivos propuestos. El principal líder del movimiento en La Habana, el general Julio Sanguily –quien había combatido bajo las órdenes de Ignacio Agramonte–, a última hora vaciló en lanzarse a la manigua y fue sorprendido y apresado.
Otro de los líderes del oeste cubano, el entonces coronel José María Aguirre fue detenido y encarcelado cuando se proponía tomar el tren Habana-Matanzas. En Pinar del Río no estaba previsto ningún hecho significativo, pues no había nadie con experiencia combativa para que actuara de líder, por lo que los patriotas de esa provincia no recibieron la orden de alzamiento, y quedaron prestos a actuar llegado el momento. Camagüey tampoco participaría del alzamiento, pues Salvador Cisneros Betancourt, líder de la región, le había informado con anterioridad a Juan Gualberto Gómez que no se hallaban en condiciones de hacerlo, pero sí manifestó que se sumarian a la insurrección en poco tiempo.
La acción más importante en occidente fue la realizada por Juan Gualberto Gómez en la localidad de Ibarra, perteneciente al actual municipio de Unión de Reyes. Pero la no llegada de la mayoría de los complotados dio al traste con el éxito y terminó con Juan Gualberto Gómez apresado. Otras acciones realizadas en la región fueron los organizados por Martín Marrero, cerca de Jagüey Grande, y por un grupo de patriotas matanceros y habaneros, encabezados por el capitalino Alfredo Arango, luego coronel del Ejército Libertador, cerca de Aguada de Pasajeros.
En la región oriental sí se logró mayor coordinación y fuerza en los alzamientos al contar con la experiencia de las guerras anteriores y el liderazgo decidido de Bartolomé Masó y Guillermón Moncada. Para evitar delaciones e imprevistos de última hora, ambos amanecieron con sus hombres en el monte, a los cuales se unirían otros grupos independentistas.
Guillermón Moncada, enfermo de tuberculosis, se alzó con sus hombres en La Lombriz, región de Alto Songo. Dando cumplimiento a sus orientaciones, además hubo pronunciamientos independentistas dirigidos por el coronel Victoriano Garzón, cerca de El Caney; Quintín Bandera en San Luis; y Alfonso Goulet con Rafael Portuondo Tamayo en las cercanías de El Cobre; Pedro Agustín Pérez, Periquito, en Guantánamo. En la misma región, Enrique Tudela asaltó y tomó el puesto español de Hatibonico.
Bartolomé Masó coordinó una serie de levantamientos en la región del Cauto. Conocedor del peligro que significaba recomenzar la guerra, dictó testamento el día 20 de febrero. Por órdenes suyas partieron hacia diferentes localidades jefes mambises para lograr mayores alzamientos el día 24.
Masó dio el grito de independencia en Bayate, cercano a Manzanillo. Saturnino Lora y sus hermanos en Baire, que fue replicado con fuerza en la prensa de la época, desconociendo los demás alzamientos y confundiendo el grito independentista con algún movimiento autonomista.
De acuerdo con instrucciones de Bartolomé Masó, Enrique Céspedes se alzó en Calicito, cerca de Bayate. Amador Guerra haría lo mismo en Cayo Espino, donde atacó el destacamento de la Guardia Civil. En los alrededores de Bayamo se dieron diferentes levantamientos: Esteban Tamayo y José Manuel Capote, por un lado, y ya día 25, los coroneles Joaquín y Francisco Estrada, en el poblado de Barrancas. En las inmediaciones de Jiguaní, tropas comandadas por José Reyes asaltaron a las tropas allí acuarteladas y luego, al igual que los efectivos de Baire liderados por Saturnino Lora, se pusieron bajo las órdenes de Jesús Rabí y Florencio Salcedo. José Miró Argenter, Rafael Manduley y los hermanos Sartorio se lanzaron a la lucha en Holguín.
Aunque el plan de alzamiento no salió exactamente como lo había planeado Martí, se comenzó otra vez a luchar por el sueño frustrado de la independencia. La multiplicidad de alzamientos, fundamentalmente en las regiones de Matanzas y Oriente, dirigidos por Juan Gualberto Gómez, Bartolomé Masó y Guillermón Moncada, permitió el reinicio de la lucha armada, que alcanzaría un impulso decisivo con la llegada al país de los principales dirigentes en el venidero abril.
Y aunque el sueño martiano de la República nueva no se cumplió con el cese de la dominación española, el 24 de febrero de 1895 devino fecha fundamental en la historia nacional, símbolo imperecedero de las luchas por la independencia de Cuba.

Ernesto Ustariz Ramírez
Investigador y profesor universitario

viernes, 28 de febrero de 2020

Bacardí: la guerra no tan «oculta» contra Cuba




El siguiente texto fue publicado en el diario cubano Juventud Rebelde. Es un fragmento de la nueva edición, revisada y actualizada, del libro Ron Bacardí: la guerra «oculta», de Hernando Calvo Ospina, obra coeditada por la Casa Editora Abril y Resumen Latinoamericano, que se presentó en la pasada Feria Internacional del Libro de La Habana, febrero 2020.

La Bacardí ha estado detrás de buena parte de los planes concebidos o apoyados por el Gobierno de Estados Unidos para destruir la Revolución cubana. En el libro aparecen muchos de ellos y se revelan, además, las claves que permiten comprender esta afirmación.
Un lector familiarizado con los temas abordados o que tenga referencia de ellos debe saber que esta «guerra» de la Bacardí, que ha continuado hasta hoy, en realidad ya no es tan oculta como pudiera haberlo sido cuando se terminó, hace casi veinte años, la primera edición de esta obra —lo que justificó entonces su título: Ron Bacardí: la guerra oculta—, a lo que modestamente contribuyó su publicación.
Las causas del enfrentamiento tampoco son un secreto y pueden resumirse fácilmente.
La transnacional no abandonará el obcecado sueño de recuperar las propiedades que le fueron nacionalizadas por el Gobierno cubano —según considera este, con toda razón, en un acto legítimo, soberano y conforme al Derecho Internacional— ni a desempeñar un rol de primer orden en una Cuba restructurada como neocolonia a la medida de los intereses del Gobierno estadounidense, lo que le garantizaría su acceso al poder.
Si existieran dudas, pongo a consideración del lector las palabras de Eduardo Sardina, primer ejecutivo de Bacardí U.S.A. Inc. hasta 2006: «Si Estados Unidos reconoce a Cuba, y las condiciones para los negocios son favorables, entonces Bacardí puede considerar seriamente el volver a Cuba»1. Sin comentarios. Los cubanos, por su parte, harán hasta lo imposible por impedir que el sueño de la Bacardí se haga realidad, como lo dejaron claro, una vez más, el 24 de febrero de este 2019, al aprobar mayoritariamente (el 78,3 por ciento de quienes tenían derecho al voto), en referendo, la nueva Constitución de la República, que en su primer artículo establece que «Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano», y en el cuarto, que «los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución».
Bacardí-Martini tampoco renunciará al mercado estadounidense, pero el levantamiento del bloqueo a la Isla podría poner en riesgo su absoluto control del mismo, si esta última pudiera vender allí su mundialmente reconocido Havana Club.
Es por ello que, probablemente, seguirá apostando por la línea «dura» de la política exterior estadounidense hacia Cuba, que viene de la mano con la rigurosa aplicación de la ley Helms-Burton, la cual contribuyó decisivamente a elaborar y aprobar, con lo cual garantiza ambos objetivos.
Debe haber causado regocijo entre los directivos y accionistas de la Bacardí-Martini la activación, en mayo de 2019, por Donald Trump, del controvertido Título III de la ley, cuya aplicación fuera suspendida por sucesivos presidentes estadounidenses. «Respaldamos el derecho y la capacidad de los afectados para buscar justicia y evitar un mayor tráfico de propiedades robadas», expresa un comunicado de la compañía al conocer la decisión.2
De algo sí hay absoluta certeza: en correspondencia con sus intereses, la transnacional continuará procurando despojar a Cuba de la marca Havana Club, y si no pudiera, no cejará en su empeño de obstaculizar su registro en territorio de Estados Unidos por parte de alguna empresa mixta con participación cubana y extranjera, como es hoy Havana Club Holding, o por alguna empresa de la Isla.
La Bacardí pudo lograr una vez más su propósito en 2006, cuando la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro denegó la licencia a Cubaexport para realizar el pago del registro de la marca. Posteriormente, en el proceso judicial promovido por la empresa cubana no fue posible lograr un fallo favorable, que reconociera su legítimo derecho a hacerlo, porque tanto la OFAC como las cortes estadounidenses se parapetaron tras lo establecido en la Sección 211 de la «Ley para la Aprobación del Presupuesto y las Asignaciones Suplementarias de Emergencia para el Año Fiscal 1999, y otros propósitos» (División A, Sección II, de la Ley Omnibus de Asignaciones Consolidadas Suplementarias y de Emergencia de los Estados Unidos de 1999).
Sin embargo, en 2016, cuando correspondía la renovación del registro de la marca Havana Club en Estados Unidos, Cubaexport sí logró obtener una licencia específica de la OFAC para hacerlo, a pesar de cuanto recurso empleó la Bacardí para impedirlo. El organismo de control financiero había consultado al Departamento de Estado al respecto, y este recomendó su otorgamiento,3 en un contexto en que ya se habían restablecido las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, y se habían dado algunos otros pasos en el camino de la normalización de los vínculos bilaterales, muchos de ellos revertidos a partir de que Donald Trump asumiera la presidencia en enero de 2017.
Bacardí reaccionó de inmediato y solicitó a la Oficina de Control de Activos Extranjeros que diera marcha atrás al otorgamiento de la licencia. Eduardo Sánchez, vicepresidente sénior y asesor legal principal de Bacardí Limited, señaló que la OFAC al revocar su decisión anterior de negar esa misma licencia «contradice su propia defensa de esa decisión en varias cortes de Estados Unidos».4 La compañía también solicitó a la Oficina de Patentes y Marcas que cancelara el registro.
Es solo el comienzo de otro capítulo de final impredecible. En febrero de 2016, Anayansi Rodríguez, en aquel momento embajadora de Cuba ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra y otros Organismos Internacionales con sede en Suiza, señaló que el peligro de cancelación del registro de la marca seguía latente, ya que la Sección 211 se mantenía vigente, sin cambio alguno.5 Y esto sucede, a pesar de que en 2002, al finalizar en el Órgano de Solución de Diferencias (OSD) de la OMC el proceso para conocer de la reclamación presentada por las Comunidades Europeas6 en representación de los intereses de la empresa mixta Havana Club Holding, este órgano constató que la Sección infringía diferentes disposiciones establecidas en el Acuerdo sobre los ADPIC y en el Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial, y en correspondencia, solicitó que Estados Unidos reformara la misma para adecuarla a las obligaciones jurídicas derivadas de los mencionados acuerdos internacionales.
El peligro de que el registro de la marca pueda ser cancelado es real, no solo porque Estados Unidos mantenga intacta la Sección 211, lo que ha sido sistemáticamente denunciado por Cuba en las reuniones del OSD, sino, al menos, por otros dos motivos: primero, el contexto actual no es el mismo que aquel en que la OFAC otorgó la licencia autorizando que se efectuara el pago del mismo, y segundo, la transnacional nunca va a aceptar que la marca quede en poder de la empresa cubana, pues esta sería, según su lógica, una puerta que habría que cerrar, en previsión de un posible levantamiento del bloqueo, máxime cuando conoce que hay significativas fuerzas al interior del imperio que consideran que este no ha sido eficaz para conseguir sus propósitos, y otras que consideran que perjudica sus intereses. De hecho, Facundo Bacardí, quien dirige la transnacional desde 2005, en una entrevista concedida en 2014 a la revista Cigar Aficionado, admitió que algunos miembros de la familia estaban a favor del «embargo» —en realidad bloqueo— y otros en contra.7
Ahora bien, puede ser que la Bacardí en su «guerra» con la Cuba revolucionaria emplee, para lograr sus objetivos, métodos más o menos sutiles, más o menos agresivos, en dependencia de los contextos y las coyunturas, pero las contradicciones entre las partes en conflicto son, en esencia, antagónicas. Es por ello que esa confrontación tendrá, con seguridad, nuevos capítulos, muchos más, en una saga que parece ser interminable…

Hernando Calvo Ospina

Notas:

1 Benes, Alejandro: «The Spirit of the Bat», Cigar Aficionado, Washington, 1996.
2 Alonso Falcón, Randy, y Edilberto Carmona Tamayo. «El Título III y el amargo trago de Bacardí», Cuba, Cubadebate, 26 de junio de 2019.
3 Gámez Torres, Nora. «Departamento de Estado recomendó permitir a Cuba registro de Havana Club», El Nuevo Herald, 12 de febrero de 2016.
4 Ídem.
5 «Cuba denuncia incumplimiento de EE. UU. de resoluciones de OMC», Prensa Latina, 26 de febrero de 2016, en CubaSí.cu.
6 Las Comunidades Europeas son dos organizaciones internacionales (fueron tres con la extinta Comunidad Europea del Carbón y del Acero) de cooperación económica, infraestructura jurídica y funcional de la Unión Europea: la Comunidad Europea (antigua Comunidad Económica Europea) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica. Estas comunidades surgieron para crear una fuerte unión económica entre sus países miembros.
7 Shanken, Marvin R. «A Conversation with Facundo Bacardí», Cigar Aficionado. julio/agosto 2014.

El capitalismo nunca viene solo, sino mal acompañado…

Veo dos grandes obstáculos al avance de los cambios imprescindibles hoy en nuestra sociedad: el inveterado y recrudecido bloqueo económico de los EEUU contra Cuba y las trabas que frenan el desarrollo de la producción de bienes y servicios de calidad, entre ellos con un lugar fundamental el que implica la desmotivación para actuar con ánimo y creatividad.
Al bloqueo no lo podemos quitar a voluntad, solo podemos resistir sus destructivos embates, pero aun con lo demoledor de su impacto en todos los órdenes de la vida del país, es imperativo encontrar el modo de crecer y desarrollarnos y para ello debemos pensar cómo motivar a los colectivos y a cada trabajador en todos los ámbitos del metabolismo socioeconómico nacional.

¿Socialismo o capitalismo?

Las crecientes dificultades para hacer avanzar más rápidamente la producción y los servicios, y en momentos en que es notable la escasez, hacen que algunos viren los ojos hacia la bases del sistema socioeconómico del país y soslayando las desventajas de partida de una economía golpeada por el bloqueo y su recrudecimiento y los inevitables avatares del aprendizaje, así como tomando como naturales los logros de la revolución, piensen en el fracaso del socialismo y consiguientemente en el capitalismo como solución, los más -muy probablemente- vislumbren un capitalismo que produzca más y distribuya más o menos como el socialismo, o sea, la cuadratura del círculo.
Este razonamiento no tiene en cuenta otros elementos decisivos, entre ellos que el bienestar no radica solamente en cómo se distribuye lo que se produce, lo cual per se es un dilema a resolver, sino que olvida por completo la importancia que tiene cómo se produce lo que se distribuye.
El capitalismo –en particular en su fase neoliberal y altamente depredadora- no tiene interés alguno en la salud de las personas, en la regulación justa del trabajo, en la solidaridad, en las políticas sociales, en el cuidado del medio ambiente, en la preservación de la naturaleza, acelera y ensancha al máximo las diferencias sociales, genera la inseguridad ciudadana, incrementa la criminalidad, instala un mecanismo que cultiva el consumismo y obliga a trabajar largas horas para terminar endeudando y manipulando de ese modo al trabajador, mientras aquel que no tiene trabajo, no lo tiene por culpa del sistema, sino porque carece de capacidad competitiva, porque es vago, porque no tiene suerte, etc. Esta realidad es visible en la constante lucha entre los derechos del mundo del trabajo y la tendencia a la que está condenado el capitalismo de acumular ganancias a cualquier costo social. En nuestro entorno se ve en Chile, Argentina, Ecuador, Colombia, Brasil…
Las ventajas sociales que se produjeron en la Europa socialdemócrata y que se enarbolan a menudo como la prueba del éxito de un capitalismo bueno, olvida dos circunstancias decisivas: la primera, que el desarrollo de Europa fue financiado en su despegue por la explotación inicua de sus colonias en Asia, África y América; la segunda, que los avances sociales no lo fueron por las bondades del sistema, sino por las luchas obreras unidas a la necesidad del enfrentamiento al socialismo en el Este del continente, avances que han retrocedido abruptamente tras la desaparición del socialismo en esa parte del mundo y la profundización de las fórmulas neoliberales. Quedaron con un mejor blindaje económico algunos países nórdicos, que suelen presentarse como modelos del futuro esperado cuando son solamente excepciones. Mientras, el capitalismo no es el mismo para los países del “centro” y para los de la “periferia”.
Puede ser que en Cuba con una economía capitalista dependiente y a un costo social y ecológico impredecible, las cifras del PIB del país acusen un crecimiento incluso notable. Pero es sabido que el comportamiento del PIB no revela toda la verdad de una economía, ni es posible afirmar que crece el PIB y todo mejora para todos. En cualquier caso, de preguntarse de quién sería ese crecimiento, a quién pertenecería, la respuesta no será la que podemos dar ahora cuando hablamos del producto social de nuestro país: a todos nosotros, sino a un rosario de intereses foráneos y nacionales que no tendrán vocación alguna para redistribuirlo con justicia social mientras lo que antes nos pertenecía a todos estará fragmentado y repartido como propiedad privada entre esos intereses.
Ese crecimiento saldrá del sudor de los trabajadores, de la riqueza de nuestras tierras cultivables, de la gigantesca inversión durante décadas en el sistema hidráulico del país, de la potencialidad del sistema de producción de energía, de las riquezas minerales del subsuelo, pero se repartirá con el criterio que reparte el capitalismo habitualmente. Sí, naturalmente, se llenarían las vidrieras de los más disímiles artículos, tanto necesarios como suntuarios, la publicidad se afanará en hacer necesitar a la gente lo que no les hace falta, y el comercio funcionará para una muy estratificada demanda solvente que irá en una relación piramidal desde el lujo obsceno hasta los que quedarán totalmente marginados. Se trasladarían a nuestra realidad las enormes desigualdades que el capitalismo ha generado en el planeta, ante las cuales las que tenemos hoy en Cuba palidecerían.
Puede argumentarse con razón que el crecimiento del PIB, casi cero el pasado año y esperado muy discreto el presente, demora en verse satisfactoriamente en la mesa del cubano y que no todos pueden acceder a la oferta de mayor calidad que hay en el mercado, pero eso no significa que no haya justicia social en Cuba ni que una economía capitalista dependiente nos asegurará un país mejor para todos.
Lo cierto es que en una hipotética restauración del capitalismo, en la que grandes sectores de la población quedarán sin empleo y desprotegidos, crecerán vertiginosamente las diferencias sociales, cerrarán muchas escuelas y universidades porque al mercado no le interesan tantos graduados, empobrecerán ciudades y las zonas agrícolas que no tengan interés para las ganancias, y las políticas sociales se irán a bolina, el país será finalmente repartido alegremente entre las transnacionales y los intereses que se hayan creado en Cuba: una historia conocida.
El crecimiento de la desocupación, de la desigualdad, de la pobreza traerá el crecimiento de la delincuencia, la drogadicción, la violencia, la inseguridad ciudadana, que entonces ya no serán explicadas por el mundo simbólico dominado por esos intereses como algo causado por el sistema social, sino por la incapacidad de salir delante de los pobres y por la maldad de la naturaleza humana. Los patrones del modo de vida del capitalismo tardío, el consumismo, la insolidaridad, el individualismo y el egoísmo empobrecerán nuestra cultura. Volverán el pluripartidismo estéril y demagógico, la politiquería, el clientelismo, la corruptela que vivió el país en el pasado pre-revolucionario, que serán glorificados como democracia y libertad. La gran prensa dominada por las transnacionales de la información hablará maravillas de “la nueva Cuba”, de las libertades conquistadas, de lo mejor que marcha todo, etc.
El cambio que traería el capitalismo no es simplemente económico. Del mismo modo que la revolución socialista produjo una transformación integral que abarcó la economía, la política, la cultura, la comunicación, la ética, las relaciones entre las personas, de las personas con el gobierno, el cuidado de la naturaleza y del medio ambiente, etc., una eventual restauración capitalista retrotraería esas transformaciones hacia el pasado, pero en un presente aún más desastroso para el pueblo cubano, en el que se culparía de todos los males a la “pesada y perversa herencia socialista” escondiendo de ese modo sus propias calamidades, mientras se depredará sistemáticamente al país.
No existirá plan alguno que responda a los intereses del pueblo. Lo que ocurra en materia económica dependerá exclusivamente de la ganancia y de los intereses de quienes invertirán su capital en Cuba. La prensa escrita ampliará sus páginas y reducirá su tirada, ampliará su publicidad y empobrecerá la información. La publicidad comercial invadirá la programación radial y televisiva, el cine y las calles. La agenda la pondrán quienes se apropien de los medios que hoy son de propiedad social. Se glorificará la libertad de prensa pero los comunicadores cobrarán si no se salen de las pautas que pongan los dueños. Los medios dejarán de estar al servicio de la obra común de construcción social y cultural y pasarán al servicio de los intereses corporativos El país se fragmentará, al ciudadano común no le quedará más que refugiarse en el entorno familiar, en el grupo de amigos y en la divina providencia.
Asumir un metabolismo socioeconómico capitalista suponiendo que nuestra pequeña economía podrá resistir los embates del capital foráneo, particularmente los de las transnacionales, bajo el supuesto que la superestructura política que tenemos hoy sustentada en la unidad nacional se logre mantener y resistir sin la base económica del predominio de la propiedad social que es sustento de la planificación en la distribución del producto social, es pura ingenuidad.
Vemos hoy ejemplos de cómo el capital transnacional trata a los países de la “periferia”, la pelea que se puede observar en ellos es una y otra vez el regreso de fórmulas neoliberales subordinantes y esclavizadoras a las que los pueblos se resisten a costa de enormes sacrificios de las grandes mayorías afectadas, constantes luchas sociales y pérdida de vidas humanas. En esa nos veríamos los cubanos de asumir la utopía de una salvación capitalista.

La gran mayoría es consciente

Es precisamente la conciencia del significado del regreso al capitalismo lo que condujo el pasado año a la aprobación notoriamente mayoritaria de la nueva constitución de la República Socialista de Cuba porque implica su no aceptación, a la vez que reconoce la necesidad de lidiar con las relaciones mercantiles para salir del bache económico aun en medio del recrudecido bloqueo económico de los EEUU.
Por ello el proceso revolucionario en esta etapa de reinstitucionalización continúa dando importantes pasos hacia cambios trascendentales en el metabolismo socioeconómico. Hoy tenemos una economía mixta, ha crecido sustancialmente el sector privado y hay una mayor apertura responsable al capital extranjero, mientras se mantienen aun jaqueadas por las carencias materiales las tradicionales políticas sociales de la revolución y en algunos casos, como el de la vivienda acusan un insuficiente aún, pero notable crecimiento. Prueba de la capacidad de lo alcanzado hasta hoy es precisamente que a pesar de la ingente guerra económica de los EEUU contra el país, el pasado año el PIB no decreció y para este se proyecta una situación similar, probablemente algo mejor que el pasado año en materia de crecimiento. Nada para festejar, pero sí para cobrar conciencia de nuestras potencialidades.
Están pendientes otros cambios estructurales, organizativos y normativos de mayor envergadura y cada vez más urgentes que logren sintonizar mejor la interrelación de los diferentes factores que intervienen en el metabolismo socioeconómico. Entre ellos resolver el problema de la doble circulación monetaria instaurada a finales del pasado siglo y ya sobrepasada por la realidad, una más amplia reforma salarial, medidas más eficientes en la seguridad social, la ampliación de las facultades de las empresas que faciliten la creatividad y la iniciativa, alcanzar la eficiencia en la planificación desde abajo.
No se saldrá del enorme desafío socioeconómico sin la mayor disciplina y el mayor rigor en la exigencia del cumplimiento de las leyes que han emanado y emanarán de la nueva Constitución, no se saldrá sin el enfrentamiento decidido a la corrupción ni sin una participación activa en el proceso de transformaciones que hoy tiene lugar en Cuba. Debemos asumirnos no como simples ejecutores en la sociedad socialista que implica y postula nuestra constitución, sino sintiéndonos parte de las soluciones, exigiendo y practicando su participación en las decisiones a las que tenemos pleno derecho, a la vez que desplegando su creatividad e iniciativa en el lugar en el que desempeñamos nuestra vida laboral y social. Eso significa luchar contra las trabas burocráticas, contra la vieja mentalidad de esperar las orientaciones de arriba, contra la corrupción de cualquier tamaño, contra el soborno, contra las justificaciones engañosas, contra la inercia.
Los cambios en curso, dirigidos a empoderar a los municipios, a los colectivos laborales, a las bases de la sociedad implican una mayor responsabilidad y participación de la ciudadanía y que ejerza su derecho a que su opinión y voto se oigan y consideren.
Los desafíos que en el orden económico, institucional y cultural tiene hoy la sociedad cubana en su empeño de avanzar hacia un país mejor exige un ciudadano que no solo esté comprometido con ese futuro, sino que sea un activo participante del proceso, eso significa no solo que sea cabal cumplidor de sus deberes sino también que exija que se respete su papel participativo, que no lo sustituyan en su derecho a decidir, así como a criticar y a vetar lo que considere deba ser criticado o vetado.

Tenemos los mismos derechos, pero no las mismas capacidades

La experiencia histórica de la revolución socialista cubana ha demostrado que en las actuales realidades culturales y psicosociales, el igualitarismo solo es admisible en terrenos indiscutibles como el de la educación, la salud pública y la seguridad social básica, lo que podríamos llamar un igualitarismo positivo, ya que responde a los principios humanistas del socialismo cubano a la vez que asegura el desarrollo sano del conjunto de la población y con ello el aseguramiento de sus potencialidades para el crecimiento y el desarrollo. Esas correctas políticas sociales el socialismo no las ve nunca como un gasto sino como un derecho universal del pueblo, como justicia social y de últimas como una inversión a largo plazo.
Pero hay un igualitarismo negativo, el que desconoce las diferentes capacidades individuales y conduce a la desmotivación.
La aceptación de las relaciones mercantiles expondrá con mayor nitidez –ya lo hace- las diferentes capacidades que revelan los ciudadanos, pero hay una gran diferencia entre la motivación al emprendimiento y el esfuerzo individual en una sociedad con una orientación socialista de la construcción social que privilegia la cooperación, y la motivación que genera el capitalismo, que conduce al egoísmo, al afán de lucro, a la competencia desleal, y que termina con los que más tienen dando las espaldas al país y asociándose con los intereses del capital internacional.
Para que tal cosa no suceda, tiene que existir un Estado al servicio de la sociedad en su conjunto, que base su economía en el predominio de la propiedad social socialista y en la planificación, dotado de leyes que den contención a las proyecciones nocivas del mercado, cuyo sistema político esté el servicio de todo el pueblo trabajador, un Estado nada permisivo con las conductas antisociales, la indisciplina social, cuya exigencia y vigilancia del cumplimiento de las normativas legales represente a toda la sociedad, que dirija su accionar hacia el empoderamiento creciente de la sociedad en todos sus planos. En otras palabras, el Estado que fue codificado en la ley de leyes aprobada el pasado año. Pero también se requiere una ciudadanía proactiva, consciente de sus deberes y derechos.
Está en marcha un proceso general de reordenamiento estructural que procura la articulación eficiente de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídico-normativa e ideológica política a partir de la cual se deberá normalizar el metabolismo social. Un proceso que muchos quisieran que se realizara a mayor velocidad, pero que requiere su tiempo y sobre todo la participación activa de toda la ciudadanía.
Este es un año particularmente retador. Abordar el desafío que presenta al país requiere además prever eventuales contingencias climatológicas frecuentes en nuestras latitudes caribeñas. Nunca como hoy la nación cubana necesita mantener la unidad necesaria para garantizar los cambios estructurales estratégicos imprescindibles preservando la independencia, la soberanía nacional y la justicia social.

Darío Machado Rodríguez

miércoles, 26 de febrero de 2020

La agresiva política de EE.UU. contra Cuba.




Los hilos principales de la campaña anticubana de Washington, los principales actores detrás de esta política, las medidas más recientes y otros temas de interés serán analizados este miércoles en la Mesa Redonda la agresiva política de EE.UU contra Cuba, con la participación de académicos y analistas.

Terminó la Feria del Libro de La Habana




Josué Pérez Rodríguez, director del programa literario de #FILCuba2020 resume esta edición de la Feria Internacional del Libro en La Habana

Martín Guzmán y la reestructuración de la deuda en Puerto Rico




Dentro de los antecedentes del actual ministro de Economía, Martín Guzmán, figura su intervención como asesor en la restructuración de la deuda de Puerto Rico. Efectivamente, el organismo encargado de monitorear la reestructuración de la deuda que entró en default en 2016, la Junta de Supervisión fiscal designada por el Congreso norteamericano (Puerto Rico es un estado asociado a EE.UU.), le comisionó la confección de un análisis de sustentabilidad de la deuda, que elaboró en coautoría -entre otros- con el premio nobel de Economía Joseph Stiglitz.
La cuestión ha despertado la atención de algunos analistas porque Guzmán ha sido colocado por el gobierno argentino al frente de la reestructuración de la deuda local, pero además porque Puerto Rico viene de anunciar un acuerdo de renegociación de una parte de la deuda pública por alrededor de 35 mil millones de dólares.
El análisis publicado en 2018 por Guzmán concluyó que para que Puerto Rico pueda enfrentar un pago de deuda sustentable, debía recortar su nivel de deuda de 72.200 millones aproximadamente entre el 80 y el 90%, de tal modo que su valor final después de la reestructuración oscilara entre los 7.300 millones y los 14.400 millones de dólares. En términos generales, había una coincidencia en la comunidad académica local e internacional sobre la necesidad de un recorte sustancial de la deuda de la isla. Recordemos que la isla caribeña entró en default en 2016, en lo que fue definido como “el caso de bancarrota más grande en la historia del mercado estadounidense de bonos públicos” (The Intercept, 9/5/17). La deuda pública portorriqueña supera los 70 mil millones de dólares y hay además una deuda de 50 mil millones con el sistema previsional. La recomendación de Guzmán era que se dejase de pagar dos o tres años y dedicar esos recursos a la inversión en infraestructura.
Este esquema no se llevó adelante pero la quita que finalmente se terminó practicando vino como anillo al dedo para hacer pasar medidas de austeridad. Lo cierto es que las vicisitudes alrededor de la renegociación de la deuda estuvieron acompañadas por grandes privaciones de la población, sometida a recortes drásticos en jubilaciones, salud y educación. Esto en un país donde la pobreza abarca a más del 40% de la población. El brutal deterioro en las condiciones de vida estuvo en la base de la rebelión que el año pasado echó del poder al gobernador Ricky Rosselló (Partido Nuevo Progresista) y que reclamó también que se vaya la Junta de Supervisión nombrada por el Congreso norteamericano. Rosselló fue relevado en el cargo por la actual gobernadora Wanda Vázquez (también del PNP).
La Junta de Supervision ha presentado el acuerdo que acaba de cerrar con los acreedores como “una victoria de Puerto Rico”, dado que se establecería una quita de aproximadamente el 70% (la deuda cae de 35 a 11 mil millones). El plazo de pago, en tanto, se acorta de 30 a 20 años.
La quita ha terminado teniendo como principales perjudicados a bonistas individuales, contratistas y proveedores del Estado. No así los fondos de inversión que compraron los bonos a precios de remate. A un grupo selecto de inversores (bonos GO) se le asigna prioridad de pago y se le reconocen entre 72 y 75 centavos por dólar cuando los pudieron comprar a 20 o 30 centavos durante la crisis. A estos bonistas se les canjea la mitad de sus bonos por otros (Cofina, una de las cinco entidades que se acogió al proceso de quiebra) que tienen como garantía un porcentaje de un impuesto a las ventas. El pato de la boda son sectores de la burguesía boricua y ahorristas individuales (en que la quita, porcentualmente, incluso es muy superior a la practicada a los fondos de inversión) y agreguemos los jubilados, que sufrirán, según reza el nuevo acuerdo, una rebaja del 8,5 % de sus haberes. En relación a este último punto, dejamos en libertad a los lectores para que saquen sus conclusiones. Hay ciertas organizaciones del arco progresista en Puerto Rico que denuncian que se distorsionaron las recomendaciones de Guzmán pero está a la vista la semejanza con la poda sufrida aquí por las jubilaciones con la suspensión de la movilidad. Quienes confían en que la reestructuración argentina en curso, comandada por Guzmán, será un antídoto contra un ajuste, es mejor que vayan poniendo las barbas en remojo.
El acuerdo tiene parecidos con el realizado el año pasado por otra porción de la deuda pública, la de Cofina, por 17 mil millones de dólares. Esa deuda supuso una reducción del monto a cerca de 12 mil millones de dólares a pagar en un plazo de 40 años, con la garantía de un porcentaje de la recaudación impositiva. Pero aquí también, el acuerdo se hizo con bonistas que compraron los títulos a precios de remate. Los bonistas senior sólo tuvieron una quita del 7% y los titulares de bonos subordinados de alrededor del 46%.
La reestructuración de le deuda de Puerto Rico ha terminado siendo un rescate e incluso un gran negociado para los fondos buitre. Esto debería servir de advertencia y lección a la hora de caracterizar la restructuración de la deuda en Argentina. En Puerto Rico, los especuladores no se privaron de aprovechar las quitas que se fueron anunciando para apropiarse de los bonos a valores de liquidación. Un peligro similar sobrevuela en la Argentina, en la que una renegociación mas dura podría acelerar el desembarco de fondos buitre, aprovechando una caída más pronunciada de los títulos de la deuda.
El nuevo acuerdo en la isla que engloba deuda de la administración central y de la Autoridad de Edificios Públicos, ha nacido con fuertes cuestionamientos y aún debe ser aprobado por la jueza de la quiebra y la legislatura boricua. La gobernadora Vázquez, que le había dado el visto bueno a un acuerdo preliminar semejante el año pasado, viró de posición ante el acercamiento de las elecciones primarias y de gobernador que deben desarrollarse este año. Planteó su rechazo al recorte de las jubilaciones y de un modo general, apunta a congraciarse con el descontento que ha provocado en las capas medias y en la burguesía portorriqueña.
Agreguemos que además de estos cuestionamientos, aún está pendiente la deuda de la empresa estatal eléctrica, de más de 10 mil millones de dólares (un aumento brutal de las tarifas podría formar parte de un eventual acuerdo).
En definitiva, Puerto Rico no ha salido de la bancarrota. La deuda externa es un mecanismo de saqueo y sometimiento al que hay que ponerle fin. En ocasión de las protestas que depusieron a Rosselló el año pasado, se cantaba “Ricky renuncia y llévate a la Junta”. Las masas boricuas ya lograron lo primero. La isla se encuentra sometida a una dominación colonial por parte de Estados Unidos, bajo la figura de “estado libre asociado”. El planteo de la independencia de Puerto Rico tiene una importancia continental, como parte de la lucha contra el imperialismo en toda la región y por la unidad socialista de América Latina.

Pablo Heller y Gustavo Montenegro

martes, 25 de febrero de 2020

Donald Trump: el mundo debe encender ya todas las alarmas




La guerra comercial contra China. La política de bloqueo, sanciones y asfixia total a Cuba y Venezuela. Son algunas pinceladas de la política exterior de Donald Trump.

LCB2: la otra guerra




Si en la primera temporada de la serie las acciones se concentraron en el Escambray, en esta tuvieron por escenario la provincia de Matanzas

Contar la Historia y saber contar historias. No es un juego de palabras. Se puede tener pleno dominio de los acontecimientos históricos, de las coordenadas que influyen y gravitan en una situación y su desenlace, de los factores desencadenantes y conclusivos, pero a la hora de comunicarlos, de hacerlos sustancia y alma en la visión y la conciencia de los destinatarios del relato, no basta con el dato, ni la línea conductora entre causas y consecuencias, ni siquiera con la razón. La emoción pesa, la subjetividad cuenta, la memoria incita, la actualización determina.
Los realizadores de LCB2: la otra guerra conocen la Historia y supieron contarla: llegar al televidente, mover resortes emocionales, ser convincentes. Aprovecharon el arsenal de los códigos de la narración épica, interpretaron cabalmente las claves de los sucesos, desplegaron los recursos de la ficción al servicio de la realidad histórica y optaron por presentar al espectador conflictos humanos que en buena medida explican no solo lo que sucedió, sino también lo que en otro orden y de diferente manera se viene manifestando hoy, cuando los enemigos de la Patria –están ahí, cambian de método y ropaje pero siguen invariablemente un libreto predeterminado– persiguen.
Si en la primera temporada de la serie las acciones se concentraron en el Escambray, en esta tuvieron por escenario la provincia de Matanzas. En el primer lustro posterior al triunfo de enero de 1959, el bandidismo se extendió a otras zonas del país más allá del macizo montañoso del centro de la Isla.
De las 300 bandas con más de 4 000 implicados a lo largo de la geografía nacional entre 1959 y 1965, alrededor del 25 % se ubicaron en Matanzas. El teatro de operaciones abarcó la Ciénaga de Zapata, Calimete, Jagüey Grande, Canasí y San José de los Ramos.
Terrenos llanos, escasamente poblados, con núcleos poblacionales dispersos; cadenas de clientelismo político prerrevolucionario y relaciones familiares; niveles ínfimos de instrucción, propaganda anticomunista y pobreza heredada; y la penetración de los servicios de inteligencia estadounidenses y el apoyo logístico de estos: todo ello convergió en Matanzas para que, después del Escambray, fuera el foco más acentuado del bandidismo.
La serie aborda el texto y contextos correspondientes, pero lo trascienden. Una primera lectura opone la violencia revolucionaria a la violencia contrarrevolucionaria. Otra lectura va más al fondo: la escalada demencial de esta última, la infame catadura de sus ejecutores en contraste con los valores que nutren y mueven a los combatientes de Lucha contra Bandidos y, por encima de todo, el cisma humano que recorre el enfrentamiento bélico. Nada es en blanco y negro. lcb2 dista de ser una disputa entre buenos y malos, entre héroes y villanos, como hemos visto en tantas producciones audiovisuales consagradas por la industria hegemónica del entretenimiento. La lucha ideológica queda expuesta en términos de conductas y toma de partido, caídas y remontadas. Familias fracturadas y sueños rotos; rudos aprendizajes y ciclos vitales cumplidos. No hay lugar para la consigna ni el panfleto.
En una obra de resonancias corales –muchos los combatientes, otros tantos los bandidos y sus colaboradores–, no se desdibujan las motivaciones y los rasgos individuales. Roly Peña y Miguel Sosa desde la dirección y el guionista Eduardo Vázquez pulsaron, a la par de la pintura grupal, las cuotas de protagonismo de cada personaje. Nadie es igual a otro, ni en uno ni otro bando. Cada quien lleva su cruz y destino, su ángel y demonio. Incluso en las subtramas más complejas y tremendas, como la del asesinato de familias y niños.
La carga dramática de excelencia la llevan actores de probadísimo profesionalismo como Fernando Echevarría, Osvaldo Doimeadiós y Jorge Martínez –singulares y humanísimos en sus perfiles heroicos, pero también el atávico cabecilla de la contra que encarna Aramís Delgado y el que estelariza Jorge Treto. Pero también valen destacar los perfiles de Yeyo el Gordo (Rolando Rodríguez) que nos recuerda uno de los más vitales personajes de la narrativa épica de Eduardo Heras León, el camaleónico histrionismo de Carlos Gonzalvo, y en el otro bando, la enrevesada personalidad del Sheriff aportada por un muy maduro Luis Ángel Batista.
La única duda que me asalta sobre esta serie pasa por la eficacia de la recepción pública. Cómo hacerla visible y aprovechable para los jóvenes en horarios nocturnos de sábado y martes –horarios de improbable audiencia juvenil– y de qué modo insertarla en los circuitos complementarios de la educación cubana son aún preguntas sin respuesta.

Pedro de la Hoz | pedro@granma.cu
24 de febrero de 2020 22:02:25

lunes, 24 de febrero de 2020

Atacar la figura de Salvador Allende: ¿por qué sigue siendo tan peligroso?




En medio de las protestas en Chile, de la represión y la tortura, la derecha de aquel país ataca a uno de los referentes históricos de la izquierda mundial: Salvador Allende.

domingo, 23 de febrero de 2020

Cuando hasta la empresa Meliá es "comunista"




Esta tertulia de TV es, a su vez, un fragmento del programa semanal de Cubainformación Radio: Artistas de Cuba bajo el fuego y otros temas.

Comandante Juan Almeida en el recuerdo de Díaz-Canel




En su aniversario 93

'Revolucionario consecuente, hombre valiente y honesto, sensible y creativo, cualidades que lo hicieron muy querido por el pueblo cubano', publicó el mandatario en su cuenta oficial de la red social Twitter.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, recordó hoy el aniversario 93 del natalicio del Comandante de la Revolución Juan Almeida, uno de los líderes del proceso de cambios sociales y económicos, iniciado en enero de 1959.
‘Revolucionario consecuente, hombre valiente y honesto, sensible y creativo, cualidades que lo hicieron muy querido por el pueblo cubano’, publicó el mandatario en su cuenta oficial de la red social Twitter.
Desde su origen humilde en La Habana, Almeida se formó en los valores patrióticos y de lucha por la conquista de los derechos que les eran negados a los negros de la Cuba de 1927.
Su biografía refleja que tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, se sumó a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959), y fue cuando se vinculó con el líder Fidel Castro.
Participó en el asalto al cuartel Moncada en el oriente del país en 1953, formó parte del exilio en México, expedicionario del yate Granma, uno de los fundadores del Ejército Rebelde, y se destacó por su astucia militar en combates como el del Uvero (1957).
Comandó el Tercer Frente guerrillero de la antigua provincia de Oriente y ocupó numerosas responsabilidades después del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959.
Almeida integró el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, fue diputado y vicepresidente del Consejo de Estado, entre otros altos cargos.
Ostentó además una valiosa y amplia obra artística con más de 300 canciones y una docena de libros.
Presidió la Asociación de Combatientes de la Revolución cubana desde donde trabajó para garantizar la solidez de la entidad.
El Comandante de la Revolución Juan Almeida recibió múltiples condecoraciones y órdenes nacionales e internacionales, como por ejemplo, el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de primer grado.
Falleció a los 82 años el 11 de septiembre de 2009.

Bohemia

Destaca Díaz-Canel que el mérito del año es que no se detuvo nada y se continuó el desarrollo

Refirió la resistencia, el crecimiento, la creación y el avance, pero también cómo se ha luchado, y esto ayudará a encontrar nuevos caminos de emancipación, y subrayó que BioCubaFarma se vio afectada ante el recrudecimiento del bloqueo estadounidense contra Cuba y una insistencia brutal para que no llegara combustible al país

El mérito de este año de trabajo es que no se detuvo nada y se continuó el desarrollo y ese empeño es también una expresión de victoria, dijo hoy en esta capital Miguel Díaz-Canel, Presidente de la República, al intervenir en el balance anual del grupo empresarial BioCubaFarma.
Se ha resistido creciendo, creando y avanzando, pero también se ha luchado, y esto ayudará a encontrar nuevos caminos de emancipación, dijo el mandatario quien subrayó que la entidad se vio afectada ante el recrudecimiento del bloqueo estadounidense contra Cuba y una insistencia brutal para que no llegara combustible al país.
Díaz-Canel destacó que con mucho esfuerzo e inteligencia los trabajadores del grupo superaron varias limitaciones y en medio de las carencias lograron resultados favorables.
El Presidente exhortó a seguir librando la batalla económica, y para ello será necesario que los directivos no solo cumplan con las tareas, sino que dirijan efectivamente a través de la valoración, comparaciones y propuestas inteligentes que lleven a un mejor desempeño empresarial.
La falta de insumos, medicamentos y piezas de repuesto fue un incentivo para que los trabajadores buscaran alternativas y se avanzó en los proyectos de investigación, se pensaron nuevos productos, se abrieron nuevos ensayos clínicos y se continuaron los que ya venían haciéndose, y también se desarrollaron nuevas negociaciones, refirió.
En sus palabras el Presidente cubano destacó el modesto aporte cubano a la lucha de cura contra el coronavirus y también se refirió el intenso trabajo de los jóvenes que laboran en la industria biofarmacéutica.
BioCubaFarma, constituye una organización empresarial que investiga, desarrolla, produce y comercializa medicamentos, sistemas de diagnósticos, equipos médicos y servicios de alta tecnología.

Saimi Reyes Cardona

1960. Coordenadas de un año esencial




El año 1960 resultó un escenario de definiciones para la Revolución cubana. La línea radical en curso, esbozada desde el triunfo de los barbudos en enero de 1959 y consolidada por ese Rubicón que fue la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, alcanzó en él su consumación absoluta. El camino irreverente de la Isla no tenía ya marcha atrás. La destrucción de la república burguesa y con ella del capitalismo implicó un desafío mayúsculo que el liderazgo revolucionario y la inmensa mayoría del pueblo cubano asumieron con galanura.
Tres aristas definieron el ser del Año II. La demolición de la estructura capitalista insular y del predominio en la economía nacional del capital yanqui, el progresivo acercamiento de la Revolución a la Unión Soviética y la construcción de una nueva sociedad civil se erigieron como soportes del parteaguas que conmovió a la mayor de las Antillas. Debe subrayarse la complejidad que presenta el análisis esos 365 días telúricos que vivió nuestro país. Cualquier segmentación para el examen de los procesos acaecidos en el lapso señalado constituye una mera estrategia metodológica, pues el decurso de esos meses de convulsión resultó una abigarrada sucesión de hechos superpuestos e interconectados.
La muerte del capitalismo cubano llegó de la mano de la confrontación con la administración republicana del general Dwight Eisenhower. Aunque la evolución del nacionalismo radical que sostenía a la Revolución implicaba el choque, más temprano que tarde, entre esta y el sistema capitalista vigente en la Isla, no ha desconocerse que la hostilidad norteamericana aceleró el tiempo histórico. El afianzamiento de una opción anticapitalista en Cuba fue hijo de los procesos ideológicos internos, pero también de la incapacidad de los círculos de poder estadounidenses para modelar una relación relativamente armónica con la nación que comenzaba a defender un camino propio, alejado de la fatalidad del traspatio a la que parecía haber sido condenada. La prepotencia norteña le pasó factura a los propios intereses imperiales. El desafío de Cuba no pudo, no puede, no podrá, ser digerido.
Tras la aprobación de la Reforma Agraria se hizo evidente para Washington que no había arreglo con Fidel Castro. Ello derivó en la aceleración de los planes agresivos que cruzaron con singular fuerza la frontera entre los años 1959 y 1960. En este último, dos caminos fueron validados como rutas hacia esa Roma añorada que era la destrucción de la Revolución.
De un lado se promovieron planes violentos de contenido militar, que avanzaron del impulso a la lucha guerrillera contra el gobierno a la organización de la Operación Pluto, regalo –a la postre envenenado– que le legaron la CIA y la administración Eisenhower al equipo gubernamental demócrata encabezado por John Fitzgerald Kennedy. Del otro, cobró vida la apuesta por la guerra económica que debía estrangular al pueblo y al gobierno cubanos. El embargo petrolero y la suspensión de la cuota azucarera constituyeron las piedras angulares de una estrategia que era vista como infalible. Sin acceso al combustible y cerrado el mayor mercado para el principal rubro exportable de la Isla solo eran posibles dos senderos: la claudicación del liderazgo o la generación de condiciones para un estallido popular.
Empero, la realidad no se configuró según los deseos norteamericanos. Las acciones violentas –a pesar de su gran costo humano– fueron repelidas, mientras la agresión económica logró ser sorteada a partir del anudamiento de nexos crecientes con la URSS. Para colmo de pesares, Washington vio cómo su política hostil brindó combustible a la llama radical de la Revolución, lo cual se verificó en el arco temporal que inauguró la intervención de las refinerías estadounidenses en junio y cerró la nacionalización de las últimas compañías yanquis en octubre. En todo este contexto, el apoyo mayoritario de la ciudadanía a la Revolución se mantuvo incólume.
Otra variable de imprescindible atención en el examen de la muerte del capitalismo cubano es el conflicto dirimido a lo largo del año 1960 entre la burguesía insular y el proyecto revolucionario. La debilidad estructural de la primera le impidió alcanzar la hegemonía dentro del proceso inaugurado tras el colapso del batistato. La Revolución fue la oportunidad fallida, más bien desaprovechada, del grueso de la burguesía para intentar erigirse como clase nacional. De hecho resulta evidente la existencia de vías y espacios para que este proceso se consumara y la incapacidad del núcleo burgués para capitalizarlos. Fuera de la oligarquía azucarera y de los sectores conectados con el gran comercio de importación, el resto de los grupos burgueses y fundamentalmente la burguesía industrial-manufacturera tuvo el chance de sumarse al proceso en curso, o al menos de apostar con fuerza por la posibilidad de su inclusión en el mismo. Sin embargo, otro fue el camino. Cual tragedia griega, varios factores se conjugaron para dinamitar esta posible ruta. La subordinación de todo el universo burgués a los dictados del imperialismo y la oligarquía, los propios intereses de clase, la dinámica ideológica de la Guerra Fría y la mentalidad de la dependencia –el famoso «esto los americanos no lo van a permitir»– derivaron en la asunción por la burguesía en su conjunto de una actitud hostil hacia la Revolución. El boicot económico, la promoción de las actividades violentas de la contrarrevolución, la guerra ideológica a través de los medios de comunicación y la masiva incorporación burguesa al exilio afincado en Estados Unidos catalizaron el conflicto entre esta clase y el proceso revolucionario. Es casi seguro que el destino último de la Revolución era chocar con los intereses de la burguesía, más no caben dudas de que la actitud de esta forzó la colisión.
Antes de cerrar el análisis del colapso del capitalismo cubano en 1960, vale la pena reflexionar en torno a un elemento que hasta la actualidad mantiene validez como problemática. El Año II puso en ejecución y nos legó un proyecto de socialización de los medios de producción que era sinónimo de estatización. En 1960 socializar fue entendido como estatizar, fenómeno comprensible desde las coordenadas de aquel contexto. Empero, hoy podemos hacernos esa pregunta que para el contemporáneo de las épicas nacionalizaciones del «se ñamaba» era impensable. ¿Estatizar es equivalente a socializar? Hace seis décadas la respuesta parecía clara y se movía en una cuerda afirmativa. En el presente –y ante las palabras de un obrero que sin ambages sostiene que trabaja no en su fábrica sino en la del Estado– responder se torna mucho más complejo. Expresión de un escenario histórico-concreto, la destrucción del régimen capitalista en Cuba se sustentó en la construcción de un modelo de sello estatista, que progresivamente expresó las limitaciones prácticas del concepto de socialización asumido. La necesaria liberación de las fuerzas productivas que hoy demanda nuestra economía pasa por dialogar con la interrogante aquí planteada.
La segunda arista definitoria del acontecer cubano en 1960 fue el sostenido acercamiento a la URSS. Este proceso se insertó dentro de la lógica de la Guerra Fría, donde si uno de los grandes polos se tornaba amenazante para una determinada nación, las leyes de gravitación política –y robo la expresión a Quincy Adams– potenciaban el acercamiento del país en cuestión al otro gran centro de poder existente, más si este último le sonreía con afecto. Sin duda alguna, tras examen de la evolución cubana en 1959 la dirigencia soviética decidió apostar progresivamente por la Isla, como expresión de un coherente cálculo geopolítico. En paralelo, el liderazgo cubano consideró prudente explorar las ventajas de un acercamiento con Moscú, en el marco de la creciente hostilidad norteamericana. Al sustento geopolítico de esta relación en ciernes se sumó la ascendente cercanía ideológica derivada de la radicalización de la Revolución. En una interacción biunívoca, los nexos con la URSS viabilizaron, a su vez, la consolidación en el país de una ideología anticapitalista.
La sinergia cubano-soviética tuvo como punto de partida la visita en febrero del viceprimer ministro de la URSS Anastás Mikoyán, quien arribó a la Isla al frente de una exposición dedicada a los éxitos de la ciencia y la técnica de la nación euroasiática. De las conversaciones sostenidas entre el dirigente soviético y altos cargos cubanos emanó el primer acuerdo comercial rubricado por ambos país, el cual estaba centrado en la compraventa de azúcar y petróleo. La firma del convenio fue la coartada esgrimida desde Washington para el reforzamiento de su hostilidad hacia la Isla y, paradójicamente, la base para la conformación del vínculo político que permitió la subsistencia cubana en el marco de la guerra económica declarada por la administración Eisenhower. La sintonía entre Cuba y la URSS quedó reforzada con el restablecimiento en mayo de las relaciones diplomáticas y a través de las acciones de Moscú destinadas a paliar los efectos de la agresión norteamericana en el ámbito del suministro de combustible y de la compra de azúcar.
El acercamiento a la Unión Soviética implicó, asimismo, una modificación en el equilibrio de fuerzas al interior del liderazgo revolucionario. De la mano de los vínculos con la URSS, encontró mayores espacios para la promoción de su línea política el Partido Socialista Popular, quien se benefició de su condición como histórico interlocutor con Moscú, justo en el contexto cuando la radicalización anticapitalista de la Revolución también los aupaba. La posición dominante de cuadros del PSP dentro del Buró de Coordinación de Actividades Revolucionarias creado en el mes de septiembre se explica a partir de la convergencia de los factores apuntados. Una variable externa, el nexo con URSS, alcanzó correlato interno a través del empoderamiento de una fuerza política que con rapidez buscó convertir a la Revolución en manifestación de su estrecho concepto de socialismo. El sectarismo y su cohorte de conflictos se filtraban hacia tejido del proceso revolucionario.
Como tercer eje para entender el devenir del año 1960 se alza el proceso de conformación de una nueva sociedad civil en la Isla. La renovada civilidad de la que era portadora la Revolución corporizó a plenitud al calor de los grandes procesos que aquí han sido esbozados. Si 1959 muestra al analista el contradictorio escenario generado por la confluencia de la sociedad civil burguesa y la revolucionaria –el choque entre la crónica social del Diario Marina y la organización de milicias populares para defender el proceso en curso– 1960 expresa la victoria de las fuerzas del cambio sobre el Antiguo Régimen.
Durante el Año II, el universo asociativo burgués comenzó a languidecer. A la salida del país de la clase que le daba vida, se sumó la cada vez más visible inserción del Estado en los más disímiles espacios de la vida social. Problemas y preocupaciones que antes se discutían y enfrentaban a través del asociacionismo privado eran asumidos como prioridad por instituciones del entramado estatal, al tiempo que el poder revolucionario promovía la aparición de un campo asociativo que le resultaba afín. Los nexos entre la sociedad política y la sociedad civil encontraban vías de confluencia en las nuevas organizaciones que surgían. La Asociación de Jóvenes Rebeldes, la Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución, por citar ejemplos muy ilustrativos, se acoplaron y dieron voz a las ansias de participación de la ciudadanía, al tiempo que canalizaban la agenda gubernamental.
El ciudadano –que desde 1959 había roto con la condición de ente pasivo, apático e indiferente tan arraigada en el marco de la república burguesa– veía reforzase las condiciones que validaban su transformación. Paso a paso, la riqueza del país se convertía –según el espíritu de la época– en su riqueza, justo cuando la patria se tornaba más soberana. La asunción del paradigma heroico se reforzaba junto con la convicción de que había un destino nacional de bienestar para los más que debía ser alcanzado. En busca de un sueño y en defensa de la dignidad convertida en certeza, un vecino cualquiera de un barrio de La Habana o de Santiago de Cuba se alistaba como maestro voluntario o se iba, vestido de miliciano, a combatir a los alzados del Escambray.
La nueva civilidad en construcción gritaba Patria o Muerte tras los atentados de La Coubre y modelaba de conjunto con el liderazgo político los resortes de una democracia de concepción y práctica plebiscitarias. La gente se sentía parte pues notaba su incidencia en el curso de los acontecimientos. El sujeto colectivo popular era el protagonista, el hacedor del cambio radical.
Por supuesto que este proceso no escapó a las complejidades. Las tensiones entre dos amigos por la asunción de opciones políticas antagónicas, el yo me quedo y tú te vas, los cismas familiares, el exilio interior de aquellos como el Sergio retratado por Desnoes y Titón y la frecuente rispidez del choque entre los propios revolucionarios dieron color a un año en el que la refundación nacional emergió de un terremoto. Las placas tectónicas de la Isla se movieron con la suficiente contundencia para que las réplicas nos persigan y nos acompañen, valgan las dos opciones, hasta hoy.
Quizás ningún hecho resuma mejor que la Primera Declaración de La Habana la dimensión del cambio que vivió la mayor de las Antillas hace sesenta años. Más de un millón de hombres y mujeres se fundieron en una voz tronante que convertía en palabras el desafío ya consumado a través de los hechos. En la presencia de la efervescente multitud y en el discurso que esta aupó se condensa el sentido telúrico de un año que todavía nos convoca. Resuene pues como cierre de estos apuntes valorativos el verbo de un pueblo que, a través de la condena a las sombras de la opresión, proclamaba su voluntad de conquistar toda la justicia:
La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba: condena el latifundio, fuente de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena las oligarquías militares y políticas que mantienen a nuestros pueblos en la miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía; condena las concesiones de los recursos naturales de nuestros países a los monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para acatar los mandatos de Washington; condena el engaño sistemático a los pueblos por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la política del imperialismo opresor; condena el monopolio de las noticias por agencias yankis, instrumentos de los trusts norteamericanos y agentes de Washington; condena las leyes represivas que impiden a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales, a las grandes mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente nuestras riquezas, explotan a nuestros obreros y campesinos, desangran y mantienen en retraso nuestras economías, y someten la política de la América Latina a sus designios e intereses. La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.[1]

Fabio E. Fernández Batista | 22/02/2020

[1] http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/09/primera_declaracion_habana_2-09-1960.pdf

viernes, 21 de febrero de 2020

El extraño comportamiento de la prensa española ante la Ley Helms-Burton




Cubainformación TV – Basado en datos aparecidos en El País.- Impedir toda inversión en Cuba es el objetivo de la administración de Donald Trump al aplicar, de manera íntegra, la Ley Helms-Burton.

jueves, 20 de febrero de 2020

Puerto Rico: otro caso de acuerdo ruinoso con los buitres




La reestructuración de la deuda en la isla

En estos días en que el gobierno de Alberto Fernández negocia una reestructuración de la deuda argentina con el FMI y los bonistas, algunos analistas han posado sus miradas sobre Puerto Rico, donde se anunció recientemente un acuerdo de renegociación de una parte de la deuda pública por alrededor de 35 mil millones de dólares.
Recordemos que la isla caribeña entró en default en 2016, en lo que fue definido como “el caso de bancarrota más grande en la historia del mercado estadounidense de bonos públicos” (The Intercept, 9/5/17). En ese contexto, el Congreso norteamericano votó la formación de una Junta de Supervisión Fiscal que digita los movimientos económicos del país para garantizar el pago a los acreedores y que está encargada de negociar con ellos un acuerdo. La deuda pública portorriqueña asciende a 70 mil millones de dólares y hay además una deuda de 50 mil millones con el sistema previsional.
El proceso se ha caracterizado por la especulación de fondos de inversión y fondos buitre, que compraron bonos a precios de remate para obtener grandes ganancias con su renegociación. Para garantizar los negociados de los especuladores, se somete a las masas a grandes privaciones. La Junta impuso recortes drásticos en jubilaciones, salud y educación. Esto en un país donde la pobreza concentra a más del 40% de la población.
El ajuste estuvo en la base de la rebelión que el año pasado echó del poder al gobernador Ricky Rosselló (Partido Nuevo Progresista) y que reclamó también que se vaya la Junta. El detonante de aquella revuelta fue la difusión de una serie de chats telefónicos del gobernador con sus ministros, llenos de referencias misóginas y homofóbicas y en que se mofaban de las víctimas del huracán María, que dejó más de 3 mil muertos en 2017 y pérdidas por 100 mil millones de dólares. Rosselló fue relevado en el cargo por la actual gobernadora Wanda Vázquez (también del PNP), quien se asentó en el cargo a raíz de la impugnación del segundo en la línea de sucesión, Pedro Pierluisi, por parte del Tribunal Supremo.
El acuerdo recientemente anunciado por 35 mil millones de dólares, que engloba deuda de la administración central y de la Autoridad de Edificios Públicos, sellado con un puñado de fondos de inversión, ha nacido con fuertes cuestionamientos y aún debe ser aprobado por la jueza de la quiebra y la legislatura boricua. La gobernadora Vázquez, que le había dado el visto bueno a un acuerdo preliminar semejante el año pasado, viró de posición ante el acercamiento de las elecciones primarias y de gobernador que deben desarrollarse este año. Planteó, así, su rechazo al recorte de 8,5% a las jubilaciones de más de 1200 dólares que se establece como parte del acuerdo.
La Junta ha presentado los hechos como “una victoria de Puerto Rico”, dado que se establecería una quita de aproximadamente el 70% (la deuda cae de 35 a 11 mil millones). El plazo de pago, en tanto, se acorta de 30 a 20 años.
Pero al revés de lo que dice el organismo colonial, se trata de un acuerdo ruinoso. La quita es puramente nominal. A un grupo selecto de inversores (bonos GO) se le asigna prioridad de pago y se le reconocen entre 72 y 75 centavos por dólar cuando los pudieron comprar a 20 o 30 centavos durante la crisis. A estos bonistas se les canjea la mitad de sus bonos por otros (Cofina, una de las cinco entidades que se acogió al proceso de quiebra) que tienen como garantía un porcentaje de un impuesto a las ventas. Otros bonistas –individuales y algunas contratistas- tienen una quita muy superior. Referentes de organizaciones promotoras de una auditoría calculan un recorte promedio del 27%. A su vez, el acuerdo reconoce 6 mil millones de dólares de deuda que hasta ahora se consideraba ilegal.
El acuerdo tiene parecidos con el realizado el año pasado por otra porción de la deuda pública, la de Cofina, por 17 mil millones de dólares. Esa deuda supuso una reducción del monto a cerca de 12 mil millones de dólares a pagar en un plazo de 40 años, con la garantía de un porcentaje de la recaudación impositiva. Pero aquí también, el acuerdo se hizo con bonistas que compraron los títulos a precios de remate. Los bonistas senior sólo tuvieron una quita del 7% y los titulares de bonos subordinados de alrededor del 46%.
Pasando en limpio, sólo una pequeña parte de la deuda pública ha sido reestructurada. El último acuerdo por 35 mil millones se encuentra cuestionado y aún está pendiente la deuda de la empresa estatal eléctrica, de más de 10 mil millones de dólares (un aumento brutal de las tarifas podría formar parte de un eventual acuerdo).
En definitiva, Puerto Rico no ha salido de la bancarrota.
La deuda externa es un mecanismo de saqueo y sometimiento al que hay que ponerle fin. En ocasión de las protestas que depusieron a Rosselló el año pasado, se cantaba “Ricky renuncia y llévate a la Junta”. Las masas boricuas ya lograron lo primero.
La isla se encuentra sometida a una dominación colonial por parte de Estados Unidos, bajo la figura de “estado libre asociado”. El planteo de la independencia de Puerto Rico tiene una importancia continental, como parte de la lucha contra el imperialismo en toda la región y por la unidad socialista de América Latina.

Gustavo Montenegro

miércoles, 19 de febrero de 2020

Silvio Rodríguez, Ojalá | Documental Biográfico de Silvio Rodríguez


¿Estanterías… o cabezas vacías?




Un popular youtuber estadounidense visitó Cuba y centró su video en los estantes vacíos de un supermercado. Espacio "Contratuit", en Cubainformación TV.
Fuente original en Cubainformación TV

martes, 18 de febrero de 2020

Activismo resulta clave para éxito de programa cubano contra racismo

Activistas e intelectuales de Cuba apoyan el anunciado programa gubernamental para enfrentar la discriminación por el color de la piel, aunque opinan que su éxito dependerá de un diálogo directo con la población afrodescendiente y mayor participación ciudadana.
Pocos detalles han trascendido hasta ahora sobre la implementación del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, aprobado por el Consejo de Ministros en noviembre de 2019.
Sí se sabe por la información oficial que “contendrá planes, objetivos y tareas en cada esfera económica y social, territorio y localidad del país”.
La estrategia es calificada como “un traje a la medida”, pues las segregaciones, incluidas el regionalismo, “no se presentan por igual en cada espacio de Cuba ni en todas las ramas de la economía y la sociedad”.
“El anuncio muestra la existencia de una voluntad política para enfrentar y legislar sobre esas cuestiones; entrarle con profundidad al tema”, dijo Sarahí García, responsable de la Iglesia Presbiteriana Reformada Juan G. Hall, en la ciudad de Cárdenas, a 150 kilómetros al este de La Habana.
La presbítera aclaró a IPS que, de todos modos, “uno de los retos está en no desconocer el trabajo de numerosos proyectos de la sociedad civil; gente que se ha buscado miles de problemas por impulsar ese tema y que a veces ha sido invisibilizada”.
Desde noviembre de 2019, el centro religioso organiza la iniciativa Azabache, un espacio de educación, reflexión, sensibilización e intercambio de experiencias, a fin de ayudar a desterrar expresiones concretas o subjetivas del racismo.
Cuba fue uno de los últimos países de América Latina en abolir oficialmente la esclavitud, en 1886, luego de tres siglos de persistencia de la trata de personas desde África para apuntalar una economía de plantación con base en la industria azucarera y cafetalera, principalmente.
El rápido aumento de la población esclava en la isla suscitó el denominado “miedo al negro” en la clase aristocrática y esclavista blanca del siglo XIX, temerosa de una posible revolución como la de Haití (1791-1804) que eliminara sus privilegios.
Por ello, a juicio de no pocos estudiosos, el racismo antinegro es el más visible en este país insular caribeño de 11,2 millones de habitantes y una población mestiza y negra que según el Censo de Población de 2012, ronda 35 por ciento.
“En la historia de Cuba, ningún proceso social como la Revolución de 1959 ha enfocado la cuestión de las personas negras; a nadie le miran el color de la piel para tratarlo en un hospital o acceder a las escuelas”, reconoció a IPS la activista Maritza López, coordinadora de la Red Barrial Afrodescendiente.
Dicho proyecto comunitario, nacido en 2012, destaca por incluir el enfoque racial en el trabajo en zonas desfavorecidas de la capital cubana. Su labor se une a la de otros grupos antirracistas en todo el arco de la sociedad civil cubana, aunque nunca un proyecto de este tipo ha recibido el registro legal como oenegé en el país.
En marzo de 1959, el líder Fidel Castro (1926-2016) llamó a eliminar el racismo en el país, dentro del proceso revolucionario. Pero en octubre de 1963, aseguró que la discriminación racial era uno de los problemas “barridos por la Revolución”, tras lo cual el tema devino tabú desde el discurso oficial.
Autoridades alegaron que el debate racial podría dividir la nación frente a agresiones externas, que referirse al tema equivalía a tener “problemas ideológicos” y se debía ser muy inteligente para abordarlo, pues la sociedad no estaba preparada, entre otros clichés.
Ello explica por qué la lucha contra el racismo y la discriminación racial en Cuba se mantiene a la saga con respecto al activismo para frenar otras segregaciones, como la de género o por orientación sexual, reflexionan analistas.
Un mayor acceso a las redes sociales en Internet visibilizó manifestaciones de racismo en la isla caribeña, como ofertas laborales del emergente sector privado donde se exige como requisito ser una persona blanca para aspirar a una plaza.
Incluso, la Fiscalía General de la República se pronunció sobre el caso de una joven habanera que en julio de 2017, fue obligada a bajar de un taxi privado debido al color de su piel.
Para la abogada y coordinadora del proyecto ciudadano Alianza Unidad Racial, Deyni Terry, resulta esencial que la comisión analice y revise los criterios de especialistas.
“Ello aporta un basamento científico para entender por qué en las calles cubanas son detenidas con más frecuencia las personas negras, los mejores empleos suelen ser para las personas blancas y en las universidades la proporción de negras y negros es mucho menor”, argumentó Terry al conversar con IPS.
El 30 de enero, más de una treintena de intelectuales y activistas se reunieron en La Habana y acordaron enviar una carta al presidente, Miguel Díaz-Canel, quien preside la comisión, en la cual solicitan incluir en el grupo de trabajo gubernamental a personas reconocidas por su lucha contra el racismo.
La misiva pide además conocer la argumentación del programa, incluir el enfoque de género dada la doble discriminación que sufren las mujeres negras, y fomentar espacios de diálogo con las y los afrodescendientes para conocer directamente sus necesidades e intereses, entre otras preocupaciones y sugerencias.
Durante el encuentro convocado por el capítulo cubano de la Red de Mujeres Afrodescendientes y la sección Seres de la Sociedad Cubana de Psicología se presentó el libro Apuntes para un debate racial en Cuba, elaborado por la oficina de IPS – Inter Press Service en La Habana y la editorial Acuario, de la oenegé Centro Félix Varela.
El volumen compila reportajes, análisis de investigadores y activistas, así como reflexiones sobre este problema desde múltiples aristas y con diversas fuentes.
“La comisión ha generado expectativas, pero debemos seguir trabajando desde el activismo, fortalecido en los últimos años con nuevas alianzas entre grupos y un discurso más coherente con impacto en determinadas comunidades”, manifestó a IPS el investigador Alberto Abreu.
La comisión se apresta a dar los primeros pasos luego que documentos programáticos proscribieron toda discriminación por el color de la piel, como la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (2012); los Lineamientos, como se denomina oficialmente al programa de reformas iniciadas en 2011 y actualizados en 2016, al igual que la nueva Constitución de la República, vigente desde abril de 2019.
Durante su gestión, el expresidente Raúl Castro (2008-2018) impulsó como política la promoción de personas afrodescendientes a cargos políticos y públicos.
Ello ha influido en que hoy el parlamento esté compuesto en 45,2 por ciento por personas negras y mestizas, mientras se aprecia un número mayor de ellas como locutores y presentadores de televisión.
En marzo de 2018, Cuba reiteró su compromiso con el cumplimiento de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, adoptados en esa ciudad sudafricana en 2001 y que proponen medidas concretas para combatir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Anayansi Rodríguez, entonces embajadora de Cuba ante las Naciones Unidas, aseguró que el país continuaría implementando el Programa de Actividades por el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024), y respaldaría las labores del Grupo de Trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes y del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial.

Luis Brizuela
IPS

lunes, 17 de febrero de 2020

Gambianos y cubanos juntos de la mano por la salud




En un reciente recorrido por las regiones de Basse y Bansang, las más lejanas de Gambia, quedamos impresionados por la profunda amistad y la cooperación que reinan entre los trabajadores de la salud de esta nación de África Occidental, y sus colegas de la Brigada Médica Cubana (BMC), quienes juntos brindan atención sanitaria a alrededor de 850 mil habitantes.
En los principales hospitales de ambas ciudades, galenos y personal técnico de los dos países unen sus manos con ternura y altruismo para curar y salvar vidas, en medio de las conocidas dificultades materiales enfrentan los llamados estados del Tercer Mundo.
Tanto en Basse como en Bansang tuvimos la oportunidad de conversar con los directivos de los respectivos centros asistenciales, quienes reiteraron una y otra vez su gratitud al gobierno y pueblo cubanos por la ayuda solidaria que reciben en la esfera de la salud desde hace más de 20 años.
Nos manifestaron que los integrantes de la BMC que laboran en esas regiones son muy queridos por todos los pobladores, por sus valores humanos y su siempre disposición, a cualquier hora del día o de la noche de atender a un paciente, como igual ocurre a lo largo de esta agradecida tierra africana.
Encontramos en Basse a un joven gambiano, Modou Alieu Jallow, graduado de medicina en Venezuela por profesores cubanos y de esa hermana nación latinoamericana, quien emocionó con sus palabras de reconocimiento a sus maestros.
Entre los doctores de la mayor de las Antillas pasa como uno más por sus características físicas, su jocosidad, y su profesionalidad, según resaltaron de él sus colegas caribeños.
Sus compatriotas le llaman el gambiano-cubano porque habla perfectamente el español, lo cual lo hace sentir muy feliz y se enorgullece de ello.
El extenso recorrido por Basse y Bansang, unos 700 kilómetros por carretera entre ida y vuelta de Banjul, valió la pena porque constatamos, como casi todos los días, cuanto afecto y cariño persisten entre nuestros pueblos hermanos.
Viajamos a esas regiones unas horas antes del 14 de febrero, Día de la Amistad y el Amor, y comprobamos cuanto de ello hay y habrá eternamente entre las dos naciones.
Nos unen lazos sanguíneos, culturales, la historia, pero sobre todas las cosas sobrada solidaridad mutua.
Cuando Gambia cumpla este 18 de febrero el 55 aniversario de su Independencia, los cubanos nos sumaremos a esa histórica celebración, y nuestra mayor felicitación será: siempre estaremos unidos y seguiremos siendo solidarios.

Rubén G. Abelenda. Embajador de Cuba en Gambia

domingo, 16 de febrero de 2020

Faustino Pérez Hernández, en una sola pieza, revolucionario y patriota




Centenario de su nacimiento

Así calificaba Armando Hart a este extraordinario combatiente, de quien ahora conmemoramos el centenario de su nacimiento
Faustino con Fidel

Para Armando Hart, era “un hombre hecho de una sola pieza, revolucionaria y patriótica. Limpio, auténtico, sagaz. Poseía serenidad al hablar y sabía escuchar a los demás. Guardaba el fuego de un temperamento rebelde e intransigente frente a toda injusticia” por su parte el Che lo consideraba “un compañero honesto a carta cabal y arriesgado hasta el extremo… De su calidad revolucionaria da cuenta toda su trayectoria”.
Cuentan que una avioneta, cargada de armas, pertrechos y medicinas para el Ejército Rebelde, tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en un claro de monte, en plena Sierra Maestra. Ya la habían detectado las naves aéreas de combate de la tiranía batistiana, que se aproximaban amenazadoramente, más preocupadas en impactar sobre los guerrilleros que se desplazaban en la maleza que en la avioneta averiada. Para colmo, una tropa enemiga avanzaba hacia el lugar.
Faustino no dudó ni un minuto. Bajo la metralla, extrajo las últimas cajas y, como contara luego el Che, testigo presencial, “realizó la operación necesaria para evitar que cayera en manos del ejército (batistiano), dándole candela mediante la gasolina que se vertía por las perforaciones de los impactos”.

Soñaba con ser médico

Hijo de campesinos precaristas oriundos de Islas Canarias, nació el 15 de febrero de 1920 en la finca La Larga de Zaza del Medio, en la hoy provincia de Sancti Spíritus. Su niñez y adolescencia transcurrieron en una extrema pobreza. Para cursar la primaria tenía que trasladarse a lejanas escuelas rurales a lomo de un caballo. Luego, alternó el surco con viajes de noche a Cabaiguán para culminar estudios en la preparatoria, lo que le permitió graduarse de bachillerato en Sancti Spíritus. En 1942 matriculó Medicina en la Universidad de La Habana.
Sus primeros años en la capital fueron de privaciones, porque los 20 pesos mensuales que podía girarle la familia solo le alcanzaban para la casa de huéspedes donde le ofrecieron albergue y tres comidas. Algunos buenos amigos, con dinero para pagarlos, compartieron con él libros y textos de conferencia (el joven espirituano solo tenía derecho al examen final). Cero cines. Cero bailables. La ropa, limpia, pero sin posibilidad de renovarla.
En 1946 al fin consiguió un empleo en un laboratorio clínico. No era mucho salario, pero al menos eximió a los padres de los 20 pesos que buena falta les hacían. A finales de 1951 aprobó las últimas asignaturas de la carrera. Había demorado nueve años en hacerlo, cuando muchos de sus condiscípulos lo habían logrado en seis. Ya solo le quedaba la tesis, pero el 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista perpetró un golpe de Estado y Faustino, ya militante ortodoxo, no quería manchar su título con la firma de un ministro golpista. Y postergó su graduación hasta 1959, con la Revolución en el poder.
Se incorporó al Movimiento Nacional Revolucionario del profesor Rafael García-Bárcena, organización insurreccionalista que sufre un duro golpe con la detención de su máximo dirigente, el 5 de abril de 1953.
Faustino no se amilanó y junto con Armando y enrique Hart, Pepe Prieto y los hermanos Alonso y Mario Hidalgo, procedió a la reactivación del MNR. A la vez contactó con Haydée y Melba, quienes ya habían sido excarceladas, y organizó el rescate del moncadista Gustavo Arcos (luego traidor a la Revolución), además de coordinar con Frank País y el grupo de combatietes que este nucleaba en un proyecto de sabotajes contra la farsa electoral del 1º de noviembre de 1954. Solo la detención, enjuiciamiento y prisión del espirituano hizo colapsar este plan en La Habana. Amnistiado a mediados de mayo de 1955, junto con otros revolucionarios, como los asaltantes al Moncada, una vez en la calle reinició su lucha contra la tiranía.
Ya Faustino estaba alineado en la estrategia de Fidel y se incorporó al Movimiento 26 de Julio donde integró la Dirección Nacional. El líder de la Revolución lo seleccionó para la expedición del Granma y fue uno de los 82 combatientes que partieron de Tuxpan el 25 de noviembre de 1956.

Alegría de Pío

Después del desembarco del Granma en Las Coloradas, los expedicionarios emprendieron una fatigosa marcha. El 5 de diciembre acamparon en Alegría de Pío y junto con el Che, algo más repuesto de las crisis de asma de la travesía, se dedicaron a curar las llagas de los pies de sus compañeros. Uno de sus pacientes, Manuel Hechevarría, recordaría años después la atención que le prestara el espirituano mientras el argentino examinaba a otros compañeros. De pronto se generalizó el tiroteo. El Che cayó herido. Faustino asumió como médico y malamente, carente de recursos, ligó el brazo de Raúl Suárez (luego asesinado por la soldadesca) con un pañuelo para detener la hemorragia e improvisó con otro pañuelo un cabestrillo.
En la retirada el espirituano perdió contacto con sus compañeros y para su fortuna se topó con Fidel y Universo. Los tres emprendieron la marcha hacia la Sierra y en Cinco Palmas se reencontraron una veintena de combatientes. Según testimonio del propio Faustino, el líder de la Revolución le asignó la misión de bajar al llano con tres propósitos fundamentales: dar fe de la existencia del destacamento guerrillero y recabar ayuda en las ciudades para su fortalecimiento; reorganizar el Movimiento en donde sea necesario; y gestionar el traslado de periodistas a las montañas con el fin de que testimonien públicamente la presencia de Fidel y la vigencia de la lucha armada en la Sierra Maestra.

Coordinador en La Habana

Faustino regresó a la Sierra el 15 de febrero de 1957 para asistir a una reunión de la Dirección Nacional del Movimiento, convocada por Fidel. A la vez, cumplía una de las misiones encomendadas por el líder de la Revolución: la presencia en el territorio de la guerrilla de uno de los periodistas más destacados de The New York Times, Herbert Mathews, cuya entrevista con el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde no solo significó “el palo periodístico del año” en la prensa estadounidense, sino también la primera gran victoria mediática sobre la tiranía en la etapa insurreccional.
De regreso al llano, Faustino se dedicó a reorganizar el Movimiento en la capital. Según el destacado combatiente Arnol Rodríguez, “con él alcanzan un gran desarrollo e impulso integral todos los frentes de la clandestinidad y la Resistencia Cívica”. Tal labor no estuvo exenta de tropiezos. En marzo de 1957 cayó en manos de la policía batistiana la casa de 5ª y A, en el Vedado, donde se pierden el medio centenar de armas que iban a emplearse para iniciar un frente guerrillero en el Es­cambray, uno de sus más queridos proyectos. Y unos días después, el propio Faustino fue detenido.
En la prisión organizó una huelga de hambre en protesta por el maltrato a los reclusos. La tiranía le concedió libertad provisional, lo que aprovechó para sumirse en la clandestinidad. “No hay día que no ocurra una acción importante en La Habana; la Huelga del 5 de agosto de 1957, la noche de las 100 bombas, el secuestro de Fangio…”, recordaría años después Arnol Rodríguez ante un periodista.
Tras el revés de la huelga del 9 de abril de 1958, Fidel ordenó a Faustino marchar a la Sierra y le asignó la jefatura de la administración civil del territorio libre. Creó entonces escuelas y hospitales en intrincados parajes, fomentó organizaciones campesinas, pequeñas industrias y talleres, reglamentó el comercio, la vida en los campamentos, los sistemas judicial y penitenciario; adoptó las primeras medidas prácticas para la aplica­ción de la Ley No. 3 del Ejército Rebelde (10 de octubre de 1958) que concedía a los campesinos el derecho a la tierra que trabajan.

Después del triunfo

Cumplió cabalmente todas las tareas que les encomendaron Fidel y la Dirección Revolucionaria. Asumió como titular del Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados y luego se fue a la Sierra Maestra, al frente del Servicio Médico Social, un viejo sueño que compartía con el también comandante René Vallejo desde la etapa insurreccional; organizó el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, dirigió el Partido en su Sancti Spíritus natal, trabajó con el Poder Popular y se desempeñó como diputado a la Asamblea Nacional, representó diplomáticamente a Cuba en Bulgaria, puso todo su corazón y energía en el desarrollo integral de la Ciénaga de Zapata. En esta última responsabilidad le sorprendió la muerte, el 24 de diciembre de 1992
Cuando un periodista venezolano que fue a entrevistarlo, se extrañó de no verlo en una oficina de La Habana con aire acondicionado y todas las demás comodidades propias de su significación histórica, sino en uno de los municipios más despoblados de Cuba. Faustino le respondió simplemente: “Me siento más cómodo en este medio donde puedo hacer más de manera más directa, aunque sea modestamente, algo por los que necesitan que se haga algo. Esa es la razón… Esta no es de una responsabilidad tan alta pero nos sentimos bien; es útil y con eso basta. Lo importante es que seguimos teniendo el espíritu de pelea de cuando vinimos en el Granma”, y tras sonreír como un niño travieso, bromeó. “Aunque por cuestiones de edad, no las mismas fuerzas ni las mismas energías”.

Pedro Antonio García

Fuentes consultadas: Testimonios y datos ofrecidos en el año 2000 al autor de este trabajo por Arnol Rodríguez y Pepe Díaz. Los libros Pasajes de la guerra revolucionaria, de Ernesto Che Guevara, y Perfiles, de Armando Hart. Los textos periodísticos La última entrevista del comandante Faustino (Superguía Dominical, marzo de 1993) y Faustino: Un hombre de la Revolución Faustino: Un hombre de la Revolución, de Mario Mencía (Cubadebate, 2017)

Gerardo Abreu Fontán, en permanente vigilia




Este sábado 8 de febrero se cumplen 62 años del asesinato en La Habana de Gerardo Abreu, Fontán.

Su cuerpo con 57 punzonazos, la lengua cortada, sus órganos genitales destrozados y 15 balazos para rematar el su sadismo, apareció en el lado del entonces edificio del Tribunal Supremo de Justicia, (hoy sede del Consejo de Estado, del Consejo de Ministros y el Comité Central del Partido Comunista de Cuba) demostrando así sus asesinos, su irrespeto total por la justicia.
No me agrada describir tales detalles de sus torturas y su muerte, pero lo hago para que los que han nacido en la patria libre que anheló sepan cuantos sacrificios y valor la están en sus bases.
Concebían esos sicarios que quienes conocieran el castigo reservado a los que como él pretendían cambiar la situación caótica creada por la tiranía, flaquearían al ver tales mutilaciones.
No se daban cuenta que, junto con el dolor por la pérdida de un hijo valiente de la patria, estaban dejando un mensaje que ellos mismos no eran capaces de entender. Ese fue un mensaje de coraje y convicciones pues ni aun así lograron arrancarle un dato, una dirección, o el nombre de los muchos que como él o junto con él luchaban por lo mismo.
Tenía solo 26 años y sin dudas de haber sobrevivido hubiera sido un pilar en la aún más compleja obra que tuvimos que hacer y continuamos haciendo para consolidar sus sueños ya hechos realidad.
Es triste pensar que no pudo ver esas ilusiones, ya parte de nuestra vida cotidiana, pero consuela constatar que no murió en balde y que su ejemplo es parte del arsenal político e ideológico para los que biológicamente pudieran ser hoy sus hijos o nietos.
Con apenas 20 años al producirse el golpe de estado del del 10 de marzo, decide buscar como luchar contra la tiranía. Se vincula al Partido Ortodoxo y dentro de sus filas llega se un prestigioso dirigente de base Un año más tarde, después del asalto el Moncada, participó en la campaña para lograr la amnistía de los moncadistas encarcelados. Conoce y se une a Ñico López, participante al asalto al cuartel de Bayamo que logró no ser detenido y quien por orientación de Fidel, comenzó a organizar las brigadas nacionales del 26 de julio, en la capital. Ñico le encarga responsabilidades relacionadas con la labor de propaganda. y logra que aparezcan en las calles letreros con consignas revolucionarias, algunas de las cuales todavía han sobrevivido en viejos muros.
Tiene una disciplina, honradez, inteligencia natural, valentía y sentido de la organización natos y particularmente una comprensión poco común entonces, -yo la adquirí mucho después en la prisión-, de la importancia de la unidad con otras fuerzas políticas como el Partido Socialista Popular muy estigmatizado por las campañas anticomunistas y por errores de esa organización que se magnificaban con ese propósito.
Cuando Ñico parte hacia México para enrolarse en la expedición del Granma, Fontán asume la dirección de las brigadas del 26 de julio en La Habana. Su actividad tan intensa atrae la atención de la tiranía, que empieza a perseguirlo tenazmente.
Tiene que sumergirse en la más absoluta clandestinidad y va conquistando la admiración, respeto y el cariño de los restantes dirigentes del Movimiento y de los hombres que combatían bajo sus órdenes.
Participa en la acción organizada por Sergio González, El Curita, jefe de los grupos de acción del MR-26-7, que el pueblo calificó como la noche de las cien bombas el 7 de noviembre de 1957.
Tuve la suerte de conocerlo en “la farmacia de Isa”, radicada en L entre 23 y 21 que fue el centro de contacto con el coordinador del MR-26-7 en la capital, Faustino Pérez y de los jefes de acción René Rodríguez y El Curita y una vez en el apartamento de Isa en la propia calle de L donde yo iba con mucha frecuencia porque no fue hasta finales del 57 que tuve que pasar a vida clandestina.
Él sabía no porque se lo dijeran sino por su instinto conspirativo que mis relaciones estrechas con Isa se basaban en los mismos objetivos que él defendía.
No sabía su nombre ni él el mío. Me decía “doctor” por mi habitual bata blanca y porque así me llamaba Isa. Un día le pregunté a Isa por él. Me dijo su apodo, Fontán y que era de los nuestros y no me dijo más.
No era necesario ni prudente detallar lo que cada cual hacía. Por eso allí y en la farmacia y en la casa de isa hablamos de distintos temas. Yo solía relatar mis “andanzas” en la sala Gálvez de ortopedia del Calixto García y se reía de mis anécdotas y hasta me vaticinó que sería un gran ortopédico. Pensé que era un joven universitario como yo pues evidenciaba naturalmente cultura y educación y me sorprendí y admiré años después del triunfo cuando supe que solo había cursado hasta el 4 grado.
También, después del triunfo, ya con más madurez me convencí de que tuvo que tener cualidades sobresalientes pues acaudillar a numerosos jóvenes habaneros en aquellos tiempos, siendo negro, lo que requería condiciones que no pude aquilatar entonces.
En el MINREX es particularmente recordado porque algunos compañeros suyos, cuando se constituyó la milicia en el organismo, la denominaron con su nombre.
Participaré este sábado en el sitio en el cementerio donde reposan sus restos, diría yo en permanente vigilia, para acompañarnos desde allí en los nuevos combates y luchas.
Estoy seguro que habrá algunos de los que lo conocimos, pero siempre asistirán un centenar de jóvenes que escucharán allí un recuento de su vida y ese relato les servirá para dar continuidad a la obra que el emprendió y no pudo ver.
Isa: Dra. Isabel Rico Arango. Después del triunfo se incorporó a trabajar en un laboratorio farmacéutico donde fue elegida como “Heroína Nacional del Trabajo” Jubilada fue delegada de circunscripción y elegida diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular por 10 años. Siempre acudió al cementerio en los aniversarios de la muerte de Fontán
Ñico López. Fue asesinado después del desembarco del Granma. La Escuela Superior del Comité Central del Partido lleva su nombre.

Giraldo Mazola, Embajador de Cuba en Namibia.