domingo, 31 de enero de 2021

"La Cuba de Tasio" (versión corta)


Cuba: liderazgo en educación


A 200 años del precursor del materialismo histórico: Friedrich Engels


Engels nació el 28 de noviembre de 1820 en Barmen el reino de Prusia (en la Alemania actual), amigo y constructor teórico junto a Marx del socialismo científico. Hay quienes observan el análisis engelsiano desde una óptica por fuera de Marx y viceversa dando a entender de manera reduccionista ciertos fallos de uno u otro bajo sus premisas teóricas, lo que en realidad corresponde es leer y estudiar tanto a Engels en combinación junto a Marx. Este ejercicio dialéctico es imprescindible para comprender el desarrollo de sus grandes aportes teórico-prácticos que cobran vigencia en la actualidad. 
 Nació en una familia de industriales textiles, y en 1843 en Manchester empieza su viraje radical y su estudio en el socialismo de Owen1 y el movimiento cartista2, allí empieza a tener una gran incidencia en su pensamiento la economía y la estructura social de los trabajadores. En 1845 Engels escribe sobre La condición de la clase obrera en Inglaterra y empieza a formular sus primeras premisas sobre lo que sería el materialismo histórico: 
 “Estos inventos, que después fueron mejorados todos los años, decidieron la victoria del trabajo mecánico sobre el trabajo manual en los principales sectores de la industria inglesa, y toda la historia reciente de esta nos muestra cómo los trabajadores manuales han sido desplazados de sus posiciones por las máquinas. Las consecuencias de ello fueron, de una parte, una rápida caída de los precios de todos los productos manufacturados, el desarrollo del comercio y de la industria, la conquista de casi todos los mercados extranjeros no protegidos, el crecimiento acelerado de los capitales y de la riqueza nacional; y, de otra parte, el incremento aún más rápido del proletariado, destrucción de toda propiedad, de toda seguridad de sostén para la clase obrera, desmoralización, agitación política…”3
 A partir de la descripción de las deplorables condiciones materiales y espirituales de la clase obrera que relataba Engels, Marx se empieza a interiorizar en el aspecto económico y político de cómo la burguesía explota el trabajo para sus propios beneficios. Cabe destacar que en 1844 en conjunto escriben La sagrada familia y en 1846 La ideología alemana. Edición que no fue publicada por la socialdemocracia alemana y se mantuvo inédita hasta 1932.
 “El proletario está desprovisto de todo; no puede vivir un solo día para sí. La burguesía se ha arrogado el monopolio de todos los medios de existencia en el sentido más amplio del término. Lo que el proletario necesita solo lo puede obtener de esa burguesía cuyo monopolio es protegido por el poder del Estado. El proletario es, por tanto, de hecho como de derecho, el esclavo de la burguesía; ella puede disponer de su vida y de su muerte. Le ofrece los medios de vida pero solamente a cambio de un ‘equivalente’, a cambio de su trabajo; llega hasta concederle la ilusión de que obra por voluntad propia, que establece contrato con ella libremente, sin coacción, como persona mayor. Linda libertad, que no deja al trabajador otra elección que la de someterse a las condiciones que le impone la burguesía, o morir de hambre, de frío, de acostarse enteramente desnudo para dormir como las bestias del bosque. ¡Lindo ‘equivalente’…”(ídem).
 La contribución práctica de Engels tuvo su salto cualitativo cuando a partir de la liga de los comunistas y las convulsiones que se venían dando en la Europa occidental por las revueltas sociales, junto a Marx y sus seguidores constituye el primer programa socialista con las diferenciaciones de clases sociales y los objetivos políticos para el proletariado y una salida obrera a las agitadas coyuntura de la época , con Marx escriben en 1848 El Manifiesto del Partido Comunista: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los Países, uníos!…” 4 
 Engels fue muy prolífico a la hora de abordar diferentes problemáticas sociales de la época. En El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, da su visión en la evolución del patriarcado desde las tribus y las gens: “El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción…”5. 
 Continúa: “En un viejo manuscrito inédito, redactado por Marx y por mí, encuentro esta frase: La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos. Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con el sexo femenino por el masculino…” (ídem) 
 De esta manera mantuvo serias críticas sobre el urbanismo y ecología en donde hacía hincapié en la mercantilización de los recursos naturales por manos de la denominación y la explotación irracional de los capitalistas. Las cuales llevaba a aglomeración de trabajadoras y trabajadores en condiciones infrahumanas en los centros de la metrópoli, por el traslado del campo a la ciudad. 
 La importancia de la concepción engelsiana es que sentó las bases de la praxis socialista marxista en su escrito Del socialismo utópico al socialismo científico y cómo superar la visión de un reflejo impresionista de los principales teóricos del socialismo como Owen, Fourier y Saint-Simón, puso en el contexto histórico el desarrollo dialéctico de las fuerzas productivas y el antagonismo de clases y la lucha por el poder político del proletariado, dejando afuera todas las visiones aventureras y que no actuaron como representantes de los intereses del proletariado sino de manera voluntarista de todas sus experiencias. Las cuales las llevó a tener limitaciones insalvables y a abortar esos proyectos socialistas: “De este modo el socialismo no aparecía ya como el descubrimiento casual de tal o cual intelecto de genio, sino como el producto necesario de la lucha entre dos clases formadas históricamente: el proletariado y la burguesía. Su misión ya no era elaborar un sistema de lo más perfecto posible de la sociedad, sino investigar el proceso histórico económico del que forzosamente tenían que brotar estas clases y sus conflictos…”6. 
 Junto a Marx y Bakunin contribuyó en la construcción de la Primera Internacional en 1864 que conglomeró a las grandes ramas de pensamientos socialistas, anarquistas para organizar al proletariado europeo sobre las bases de sus objetivos a la hora de confrontar al capitalismo y su burguesía en donde se disputaban diferentes posiciones a seguir por parte del movimiento obrero.
 En efecto luego de la muerte de Marx tuvo la titánica tarea de acumular todos los escritos inéditos del mismo para terminar con el tomo 2 y 3 de El Capital, que fueron publicados por Engels para seguir manteniendo el legado y el marco teórico en el cual Marx se asentó para criticar de manera erudita al modo de producción capitalista y su relación ante la sociedad. 
 “Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no hacía caso de ello; solo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde las minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que, si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra…”7.
 En este sentido continuando, Engels funda de manera directa la Segunda Internacional a partir de 1889, en este marco la socialdemocracia alemana es el gran partido que representa a los y las trabajadoras alemanas junto con sus millones de afiliados y lo catapulta hacia otros países europeos. En este momento es donde las ideas marxistas tienen un auge en la influencia del movimiento obrero y la socialdemocracia es quien más divulgación le va a dar a inicios del siglo XX. 
 Dos grandes tendencias se empiezan a formar en el seno de la socialdemocracia alemana la ortodoxa por parte de Kautsky y la revisionista (reformista) por parte de Bernstein, triunfa la ortodoxia marxista y se constituye el programa de Erfurt en 1891 la cual Engels responderá en su Contribución a la crítica del proyecto de programa socialdemócrata: 
 “Quieren convencerse a sí mismos y al partido de que ‘la sociedad actual se integra en el socialismo’, sin preguntarse si con ello no está obligada a rebasar el viejo orden social; si no debe hacer saltar esta vieja envoltura con la misma violencia con que un cangrejo rompe la suya…”8. 
 “Este olvido de las grandes consideraciones esenciales a cambio de intereses pasajeros del día, este afán de éxitos efímeros y la lucha en torno de ellos sin tener en cuenta las consecuencias ulteriores, este abandono del porvenir del movimiento, que se sacrifica en aras del presente, todo eso puede tener móviles ‘honestos’. Pero eso es y sigue siendo oportunismo, y el oportunismo ‘honesto’ es, quizá, más peligroso que todos los demás…” (sic).
 La crítica citada anteriormente hacia el programa socialdemócrata se mantendrá por 10 años oculta pasando la misma, por la muerte de Engels en 1895 y será publicada posmortem. En este contexto podemos observar cómo la socialdemocracia tergiversó y mostró a un Engels democratizante a favor de la adaptación al parlamentarismo burgués en el Reichstag alemán.
 “Está absolutamente fuera de duda que nuestro partido y la clase obrera solo pueden llegar a la dominación bajo la forma de la república democrática. Esta última es incluso la forma específica de la dictadura del proletariado, como lo ha mostrado ya la Gran Revolución francesa…” (sic). 
 El derrotero político socialdemócrata abandonará para siempre todo su bagaje marxista al votar en 1914 los créditos de guerra y así dar comienzo a la Primera Guerra Mundial donde millones de obreros fueron empujados a su muerte bajo una guerra imperialista.
 Trotsky en Terrorismo y comunismo vuelve a Engels al citar su postura a favor de la dictadura del proletariado y contra las tergiversaciones de Kautsky y el SPD (sigla de la socialdemocracia alemana):
 “En 1891, esto es, poco antes de su muerte, Engels defendía tenazmente –según acaba de decírsenos- la dictadura del proletariado como única forma para su poder gubernamental. Esta definición la ha repetido muchas veces Kautsky. Esto, entre paréntesis, toda la indignidad de sus actuales tentativas encaminadas a falsificar la dictadura del proletariado hasta el punto de hacer de ella una invención rusa…”9. 
 Por consiguiente, los aportes teóricos y prácticos de Engels a la concepción de la teoría marxista y al socialismo científico son fundamentales, volver a su obra abre una gran caja de herramientas a la hora de construir partidos revolucionarios de combate, en donde nos marca claramente la diferencia entre el oportunismo y la praxis revolucionaria de las masas y el proletariado para la toma del poder político, como su gran amigo Marx sostuvo la lucha de clases es el motor de la historia. A 200 años de su nacimiento el precursor del materialismo histórico cobra más vigencia que nunca. Viva Engels y el internacionalismo obrero.

 Juliano Wexler 

 · (1) Robert Owen era uno de los llamados socialistas utópicos de los siglos XVIII y XIX 
 · (2) El cartismo fue un movimiento propio de la primera etapa del movimiento obrero. El término procede de la “Carta del Pueblo”, documento enviado al Parlamento Británico en 1838, en el que se reivindicaba el sufragio universal masculino y la participación de los obreros en dicha institución.

 Bibliografía 

 · (3) Engels, Friedrich. 1845. La situación de la clase obrera en Inglaterra. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/situacion.pdf 
 · (4) Heller, Pablo. Guerrero, Alejandro. Chiviló, Matías (Coordinadores). Programas del Movimiento Obrero y Socialista. Buenos Aires, Rumbos, 2017. 
 · (5) Engels, Friedrich. 1884. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. La Plata, De la Campana, 2012. 
 · (6) Engels, Friedrich. 1880. Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico. Buenos Aires, Ediciones Luxemburg, 2012. 
 · (7) Engels, Friedrich. 1883. Discurso ante la tumba de Marx. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/83-tumba.htm
 · (8) Heller, Pablo. Guerrero, Alejandro. Chiviló, Matías (Coordinadores). Programas del Movimiento Obrero y Socialista. Buenos Aires, Rumbos, 2017. 
 · (9) Trotsky, León. 1920. Terrorismo y Comunismo. España, Akal, 2016.

sábado, 30 de enero de 2021

Capitalismo, pandemia y vacunas


La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que “el mundo está al borde de un modelo moral catastrófico y el precio se pagará con la muerte y el sustento de los más pobres” (BBC, 19/01); esta aseveración tiene que ver con la enorme desigualdad en la distribución de vacunas. Los estudios de seroprevalencia sugieren que en la mayoría de los países el Covid19 ha infectado al menos el 10% de la población mundial. Las dificultades para cerrar acuerdos directos con las farmacéuticas, junto a los problemas logísticos para la aplicación de las vacunas y el resquebrajamiento detrás del programa COVAX (Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid), da un panorama sombrío al futuro próximo de la vacunación ya que la finalización de la pandemia estaría asegurada por el acceso equitativo a las vacunas en todo el mundo. 
 Forman parte del COVAX nueve vacunas apoyadas por la CEPI y otras nueve que están en proceso de evaluación. Los 80 países interesados, que se pueden autofinanciar, se suman a los 92 países de ingreso bajo y mediano que van a recibir el compromiso anticipado del mercado. COVAX está codirigido por la coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante la Epidemia (CEPI), la Alianza para las Vacunas (Gavi) y la OMS, en colaboración con fabricantes de vacunas de países pobres. Dicho organismo asegura que “el acceso en pie de igualdad a una vacuna es la clave para vencer el virus y allanar el camino hacia la recuperación de la pandemia”. 
 Para el sarampión -cuyo desarrollo de la vacuna duró 20 años- se necesita que el 95% de la población esté vacunada; para la polio, el 80%; para este nuevo virus, con un 60% sería suficiente, aunque no está demostrado si una persona puede reinfectarse aún recibiendo la vacuna ni está clara su eficacia ante eventuales mutaciones del virus. Todo esto imposibilita hacer un pronóstico adecuado sobre la eficacia de la vacunación ante el Covid19 (El País, 16/11/20). 

 Guerra comercial y vacunas 

En la historia contemporánea, la lucha por obtener vacunas con el objetivo de prevenir las enfermedades infectocontagiosas desecha totalmente la teoría de “la inmunidad de rebaño” que países desarrollados como Suecia y Gran Bretaña promocionaban, claramente, en defensa de sus “economías”. La Declaración de Barrington pide un regreso a la vida normal para las personas con menor riesgo para contraer la enfermedad y lograr la inmunidad colectiva. The Lancet calificó este enfoque como “peligrosa falacia no respaldada por evidencia científica”. La ONU expresó que son algunos de los obstáculos que enfrentan las naciones de la región (FRANCE 24). 
 Los estudios de seroprevalencia sugieren que en la mayoría de los países el Covid19 ha infectado al menos el 10% de la población. Según el CDC, Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, se producen en escala las siguientes vacunas de primera línea disponibles: Moderna (podría ser efectiva para cepa sudafricana) con una inmunidad del 94,5%; Pfizer/BioNTetch inmunidad del 95%; Oxford/Astra Zeneca (Gran Bretaña) 62% y Sputnik V (Rusia), 95%. 
 La vacuna Sputnik V fue desarrollada por el Instituto Gamaleya. En Argentina, los estudios de la Sputnik enviados por el Fondo de Inversión Rusa, fueron analizados por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología), para poder ser aplicados también en mayores de 60 años. 
 Según The Lancet la vacuna contra el Covid de la farmacéutica China Sinovac tiene una efectividad del 50% que no supera el mínimo de eficacia global exigido por la OMS, (BBC News, 14/01/2021). Las vacunas ARNm (Pfizer, Moderna) contienen material del virus que causa Covid 19 generando en nuestro organismo una proteína inocua pero que a su vez el sistema inmunitario no reconoce como propia, y así genera anticuerpos, entre ellos células inmunitarias que tienen memoria, y reaccionan ante una infección por dicho virus. Oxford /AstraZeneca utiliza virus atenuados que causan resfrío en los chimpancés. 
 Pfizer acumula retardos en la entrega de la vacuna, porque, argumenta, producir el ARN mensajero en cantidades industriales no es sencillo, y no previeron que deben ampliar su fábrica en Bélgica. Mientras tanto, Sanofi anunció su acuerdo con Pfizer, pero sin abandonar la producción de su propia vacuna que compite con la de Pfizer. En Alemania, con gran cantidad de contagios, Pfizer no entregó las vacunas prometidas y no están vacunando según lo que se había prometido, y afrontan cierre de comercios y escuelas. “Berlín es una ciudad desértica” comentó una periodista para A24. 
 AstraZeneca anunció el 22 de enero que no podrá cumplir con la entrega de 31 millones de dosis de las 80 prometidas para el primer trimestre de 2021 para la UE. En agosto había recibido 336 millones de euros de compra de las vacunas. UE compró 400 millones de dosis pero no llegaron. Por eso la UE presiona a AstraZeneca cuyas principales fábricas están en Bélgica, para que no le vendan más a Gran Bretaña, pionera por ahora en la aplicación de la vacuna, a esta altura con más de 1.000 muertos por día. Gran Bretaña es el país de Europa que vacuna a mayor velocidad y cantidad, mientras que la UE amenaza con retener las dosis. Las vacunas no son bienes sociales sino mercancías. Las empresas defienden sus secretos comerciales, científicos y patentes. 
 La revista The Science, en su editorial, Jon Cohen, titulado “Inyecciones de esperanza”, destaca que el desarrollo de estas vacunas ha sentado un precedente histórico en la humanidad” (17/12/2020). El desarrollo de vacunas costó varias décadas a la ciencia y ahora en un año se desarrollan vacunas para un virus nuevo. El impedimento a que se llegue a la protección de la totalidad de la población reside en el sistema capitalista. Ningún país realizó una cuarentena estricta en pos de conservar las economías en diferentes países. La gestión capitalista de la crisis sanitaria y de la vacunación está costando millones de muertes y profundiza la crisis sanitaria más importante de la historia reciente de la humanidad. 

 Silvia Carranza 
 29/01/2021

viernes, 29 de enero de 2021

José Martí: Arte soy entre las artes


La crisis internacional en torno al aprovisionamiento de la vacuna


Los laboratorios informan que la producción se halla muy por debajo de los compromisos asumidos.

 Luego de más de un año de iniciada la pandemia de Covid-19, todos los Estados apuestan a la vacunación masiva para intentar reactivar sus economías. Sin embargo, la provisión de esta tiene varios problemas. En este momento, más allá de las cuestiones de logística y planificación de las campañas de vacunación, el eje está puesto en que las principales farmacéuticas, las que poseen las vacunas aprobadas y con las que los países centrales están comerciando, se encuentran atrasadas en su ritmo de producción. Eso significa que van a entregar la mitad o menos de las dosis prometidas. 
 Esta situación causó la ira de la Unión Europea con el laboratorio anglosuizo AztraZeneca, el cual anunció la semana pasada que no iba a cumplir con el cronograma de entrega de vacunas para el primer trimestre del año. El bloque europeo le compró 300 millones de vacunas, con opción en el contrato de sumar otras 100 millones, pero ahora la entrega se reducirá en un 60%. El conflicto se desató porque para Reino Unido (primer Estado en cerrar el contrato con el laboratorio), las dos millones por semana que estaban previstas fueron provistas en tiempo y forma. 
 Lo mismo sucedió con la vacuna rusa Sputnik V, que también anunció que no iba a poder entregar las vacunas por problemas en su producción. Esto fue lo que originó que arribaran a nuestro país apenas el 10% de las dosis anunciadas para enero. Luego de ello, Alberto Fernández salió a declarar que «la Argentina no apostó por la vacuna rusa Sputnik, lo que ocurrió fue que la vacuna rusa Sputnik V fue la primera que tuvo disponible Argentina», lo que es una confirmación del relegamiento de nuestro país, que se profundiza por el rumbo colonial del gobierno. 
 Esto grafica que aquella ilusión de que la pandemia estaba terminada, es falsa. La especulación capitalista en torno a la comercialización de la vacuna y la carrera imperialista para conseguirla están en la raíz de estos incumplimientos. De esta demora en el aprovisionamiento surgirá un recrudecimiento de la crisis sanitaria, ya que los gobiernos evitan todo lo posible tomar medidas de prevención para la población y destinar mayores presupuestos a los sistemas de salud. Las alzas especulativas de las bolsas del mundo -sin correlación real con la marcha de la economía- amenaza con pincharse al calor de la crisis del abastecimiento de las dosis. 
 Es una situación que no sucedería con la centralización de los recursos, y por lo tanto de la producción y distribución de las vacunas en base a las prioridades que fije la deliberación de los trabajadores con el horizonte puesto en sus necesidades y no en las ganancias de los laboratorios y los reclamos patronales de reactivación. En suma, sería el control obrero del manejo de la pandemia lo que puede ofrecer una salida. La gestión capitalista ha demostrado que pone a los trabajadores y su salud en el último lugar.

 Lucía Cope

jueves, 28 de enero de 2021

EE.UU: Se fue Trump, empieza Biden


BlackRock desarrolla el mercado “privado” de la vacuna contra el Covid


En los últimos días, el diario brasileño Folha de Sao Paulo ha divulgado unas informaciones por demás significativas en relación a las tratativas entre el laboratorio Astra Zeneca, el gobierno Bolsonaro y diversos grupos capitalistas que operan en ese país. El objetivo de estas negociaciones es articular un abastecimiento “directo” (privado) de la vacuna contra el Covid 19 entre ese laboratorio y empresas brasileñas, que así podrían inmunizar a su personal sin esperar el turno de los listados oficiales. El acuerdo, según Folha, tendría la bendición y el interés del gobierno Bolsonaro. De la cifra que estaría en danza -33 millones de vacunas- la mitad sería entregada gratuitamente al Sistema Único de Salud de ese país. Para Astra Zeneca, ese “regalo” sería generosamente recompensado por la colocación de la otra mitad de las vacunas a empresas privadas, y al exorbitante valor de 24 dólares la dosis. 
 A pesar de la profusión de datos tan precisos sobre los términos del acuerdo, un comunicado de Astra Zeneca negó la versión. La desmentida se limita a señalar que “por el momento, todas las vacunas están disponibles a través de acuerdos con gobiernos y organizaciones multilaterales”. El laboratorio no rechaza la posibilidad de acuerdo privado, sólo señala que por ahora debería priorizar los contratos ya firmados. Pero en estas mismas horas, ese laboratorio está bajo la picota de todas las potencias europeas (con la excepción de su “cuna” inglesa), justamente por el incumplimiento de sus acuerdos de abastecimiento. Las prioridades de entrega de vacunas por parte de los laboratorios internacionales son un secreto celosamente guardado por ellos. 
 Mientras Astra “desmentía”, en Brasil se está gestando un lobby feroz en favor de este acuerdo público-privado de vacunas. La misma “Folha” nos informa de una reunión de 120 empresarios de la construcción pidiendo la provisión privada de la vacuna, y lo mismo ocurrió con la Asociación de las patronales textiles. 

 BlackRock 

En el escenario de estas negociaciones en Brasil, tiene un papel protagónico el fondo internacional BlackRock, el segundo accionista de Astra Zeneca (y también de Pfizer). Las empresas privadas interesadas en el abastecimiento “directo” informaron al diario brasileño que “los 33 millones de dosis pertenecían a BlackRock y no a Astra” (26/1). Por esa razón, las negociaciones por el abastecimiento de la vacuna tienen lugar con el fondo de inversión, y sin intervención del laboratorio. Ocurre que “el fondo arregló con la farmacéutica que recibiría lotes (de la vacuna) a cambio de sus inversiones para producción” (id). O sea que BlackRock seguiría con Astra (y seguramente también con Pfizer) la misma conducta de los Estados capitalistas que cedieron recursos públicos a los laboratorios, y que hoy se encuentran acaparando el 90% de las vacunas producidas. Entre las empresas mencionadas por Folha en la “lista de BlackRock”, o sea, de receptores privilegiados de la vacuna, se encuentra el Banco Santander de Brasil, que también tiene a BlackRock inserto en su grilla de accionistas. La lógica del abastecimiento “directo” o privado pude adivinarse fácilmente: las empresas con personal vacunado podrían presentar un horizonte inmediato sin ausentismo ni interrupciones productivas, y por esa vía ganar terreno frente a sus competidores, al menos, en los paneles de la especulación bursátil. 

 Vacuna privada, barbarie social 

Cuando Astra Zeneca anunció el desarrollo comercial de su vacuna, informó también que ofrecería precios promocionales a los Estados “mientras dure la pandemia”. Pero al mismo tiempo, el laboratorio se autoatribuyó la facultad de decretar el fin de la pandemia para julio de 2021. A la luz de los alevosos retrasos en que está incurriendo Astra –incluso para la provisión en la Unión Europea, es evidente que julio está “a la vuelta de la esquina”. Mientras la llegada de la vacuna a las grandes masas se dilata, los laboratorios –y los fondos de inversión que los controlan- preparan el desarrollo de un lucrativo mercado privado, donde la provisión selectiva será un arma de lucha feroz entre las potencias y corporaciones capitalistas. 
 La sobrevivencia de BlackRock, Vanguard, Fidelity y otros exigen la indefensión y la muerte para la mayoría de la población mundial. La declaración de todas las vacunas como bien público, la abolición del derecho de patentes y el derecho de todos los países a acceder a sus fórmulas y procedimientos de fabricación es una lucha crucial para poner fin a la barbarie que están perpetrando los estados y sus monopolios asociados. 

 Marcelo Ramal 
 27/01/2021

sábado, 23 de enero de 2021

Sobre los nuevos términos y condiciones de WhatsApp


Un avance contra la privacidad 

 El lunes 8 de enero WhatsApp anunció una actualización de su política de privacidad y términos. Esta actualización (que excluye a los residentes europeos) amplía la forma en la que la plataforma compartirá los datos de los usuarios con Facebook y con el resto de las aplicaciones de su propiedad, como Instagram o Messenger. 
 En los términos y condiciones, se habla de una nueva forma de usar WhatsApp para que tus datos, mensajes, contactos, ubicación (y un largo etcétera que veremos más abajo) puedan ser usados para mejorar el algoritmo del que Facebook se vale para comercializar productos. 
 «Exploraremos maneras para que tú y diferentes empresas puedan comunicarse usando WhatsApp, por ejemplo con información de pedidos, transacciones y citas; notificaciones de entrega y envío; actualizaciones de producto y servicio; y marketing en general… 
Es posible que recibas información sobre el estado de un vuelo próximo, un recibo de un artículo que compraste o una notificación sobre una entrega realizada. Los mensajes que posiblemente recibas con contenido de marketing pueden incluir ofertas sobre productos o servicios que podrían interesarte». 
 Para esto, la plataforma empezará a recopilar información que se distingue entre datos que se proporcionan desde tu cuenta, los datos de tu actividad que se recopilan automáticamente e información de terceros. 
 Entre los datos de la cuenta que «aceptamos compartir» se incluyen nuestro número de teléfono, nuestros grupos, historial de conexiones, listas de difusión, nombres y fotos de perfil también de nuestros contactos. 
 En cuanto a la información que WhatsApp recopila automáticamente de nuestra actividad se incluye: información sobre la forma en que se usa y se interactúa con otros usuarios a través de los servicios de Facebook, información sobre transacciones como recibos de pagos, incluidos los de las tiendas de aplicaciones o terceros que procesen tu pago; información sobre tu dispositivo como el modelo, el sistema operativo, navegador, red móvil y la IP (y con esto tu ubicación); información sobre las «Cookies», que es la información que se guarda en tu dispositivo al navegar en internet; información sobre tu estado, es decir, cuando estás en línea, tu última conexión o incluso cuándo modificaste por última vez tu mensaje de estado. 
 Sobre la información de terceros, hay 3 puntos: la información que otros usuarios proporcionan sobre nosotros cuando utilizan los servicios de Facebook. La información que proporcionamos a sus «proveedores externos» para recopilar información de mapas o procesos de pagos. «Estos proveedores externos pueden proporcionarnos información sobre ti en ciertas circunstancias; por ejemplo, las tiendas de aplicaciones pueden enviarnos informes que nos ayudan a diagnosticar y solucionar problemas con el servicio.». Y por último, la información que reciben de nosotros los llamados Servicios de terceros: «si usas el botón de Compartir en WhatsApp en un servicio de noticias para compartir un artículo con tus contactos, grupos o listas de difusión de WhatsApp en nuestros Servicios, o si decides acceder a nuestros Servicios por medio de la promoción de un operador de telefonía móvil o de un proveedor de dispositivos móviles.» O por ejemplo «si usas un servicio de copia de seguridad de datos integrado con nuestros Servicios (como iCloud o Google Drive), recibirán información sobre lo que compartes con ellos». 
 Con respecto a la privacidad de los chats, si bien se aclara que mantienen el llamado cifrado de extremo a extremo (desde que salen hasta que llegan), la plataforma guarda en sus servidores todos los mensajes hasta el momento en que son recibidos, luego de eso se eliminan. Aún así, en sus términos dicen que «Facebook no usará tus mensajes de WhatsApp para ningún otro propósito que no sea el de asistirnos en operar y proveer nuestros Servicios». 
 Muchas voces se levantaron en críticas contra esta decisión de la app. Personalidades como el fundador de Tesla, Elon Musk, y Jack Dorsey, cofundador de Twitter salieron al cruce y respaldaron abiertamente a Signal. De hecho, tras los dichos de Musk las acciones de Signal se dispararon un 500%. Incluso, la compañía de análisis de datos Sensor Tower reportó que más de 100.000 usuarios instalaron Signal, mientras que Telegram registró casi 2,2 millones de descargas, según la agencia de noticias británica Reuters. Mientras que las descargas de WhatsApp cayeron un 11% en los primeros siete días de 2021 en comparación con la semana anterior, de acuerdo a Sensor Tower. 
 El éxodo hacia aplicaciones alternativas gira en torno a un concepto que empieza a ponerse de moda: el cifrado o encriptación de los mensajes, que es un método que convierte los datos en una forma ininteligible. Pero en términos generales, la diferencia entre WhatsApp y sus competidores es que tanto Signal como Telegram no pertenecen (por ahora) a ninguna corporación, es decir que cualquier información que pueda obtener no interactúa con Messenger, Facebook o Instagram.

 ¿Qué es Signal? 

Fundada por Moxie Marlinspike y Brian Acton (cofundador de Whatsapp) en 2018, el objetivo de Signal es proporcionar a sus usuarios una aplicación de mensajería completamente encriptada. La aplicación es de código abierto y, de hecho, WhatsApp actualmente utiliza el protocolo de cifrado de extremo a extremo de Signal. 
 El historial de chat de la aplicación se almacena en el dispositivo del usuario en lugar de, como con WhatsApp, en un servidor en la nube específico de la aplicación.
 Signal también permite establecer un PIN de bloqueo de registro, que ayuda a los usuarios a proteger la información de perfil privado. Este número también se puede utilizar para recuperar perfiles, configuraciones, contactos si un usuario pierde el dispositivo o cambia a uno nuevo. 
 Además de cifrar los mensajes, el servicio de Signal oculta otra pieza importante de metadatos: quién envía mensajes a quién. A través de la función de ‘remitente sellado’, la aplicación oculta los detalles del remitente y el destinatario.

 ¿Y Telegram? 

La aplicación de mensajería consta de dos capas de cifrado seguro. El cifrado servidor-cliente se utiliza en los chats en la nube (chats privados y grupales), mientras que los chats secretos de la plataforma utilizan una capa adicional de cifrado cliente-cliente.
 Telegram usa una combinación de AES de 256 bits, RSA de 2048 bits e intercambio de claves Diffie-Hellman y además introdujo hace poco la posibilidad de borrar unilateralmente todo el historial de mensajes que se tiene con una persona sin dejar rastro. Estos «chats secretos» que utilizan cifrado extremo atraen a cada vez más usuarios a la aplicación. Tampoco pueden ser reenviados a otro chat y se puede activar la autodestrucción de mensajes. 

¿Nuestros datos y mensajes están realmente seguros en las empresas capitalistas?

 Está claro que los términos y condiciones de las empresas se actualizan en función de intereses privados y de ésto tampoco están exentas Telegram, Signal ni ninguna empresa capitalista. El desarrollo tecnológico de las plataformas bajo el capitalismo puede encontrar formas ingeniosas de proteger nuestra privacidad frente a los casos como WhatsApp, pero aún así, cuanto más seguras son las plataformas de mensajería, más tienden a monopolizar la oferta de medios de comunicación y el valor de la información que pueda almacenar se eleva y cae en la venta de datos debido a la presión ejercida por los mercados bajo la necesidad del capitalismo de mercantilizar nuestros gustos y preferencias y datos privados para el lucro privado.
 Para navegar o comunicarnos con privacidad real, sin que nuestra actividad sea vigilada y comercializada, no basta con encontrar una alternativa temporal sino con expropiar los medios bajo el control popular y bajo una economía planificada en función de los intereses populares. 

 Fede Eiguer, Juan Vigs 
Equipo de desarrollo web

jueves, 21 de enero de 2021

La asunción de Biden y las últimas medidas de Trump


Entre la demagogia del nuevo gobierno y las bravuconadas del magnate. 

 Este miércoles 20 asumió la presidencia de los Estados Unidos Joe Biden, en el marco de un enorme despliegue que incluyó a más de 20 mil efectivos de la Guardia Nacional. El nuevo mandatario brindó un discurso con críticas implícitas a su predecesor en el cargo y cuestionó el ataque fascista contra el Capitolio del 6 de enero, haciendo un llamado a la “unidad”, flanqueado por expresidentes demócratas (Obama, Clinton) y republicanos (Bush jr.), así como por el vice de Trump, Mike Pence. Este llamado a la reconciliación es una señal que la investigación del asalto al Capitolio no se va a profundizar ni avanzar en develar quiénes estuvieron detrás en la organización de esta acción. Ni hay una acusación penal contra Trump y el juicio político está condenado a desvanecerse. Franjas de los propios demócratas son partidarias de archivarlo. Mientras Biden exaltaba en su discurso que los valores democráticos habían logrado imponerse frente a la asonada fallida, lo cierto es que la democracia yanqui bajo la nueva gestión demócrata debuta con la impunidad y apañamiento de los fascistas. 
 El discurso de Biden fue un discurso con referencias críticas al racismo, el cambio climático, a la necesidad de “reconstruir la clase media”, y una artera comparación entre la lucha de las mujeres por el derecho al voto y la llegada a la vicepresidencia de Kamala Harris. Biden toma nota de las masivas movilizaciones de mujeres de hace algunos años y de la rebelión popular de 2020 tras el crimen de George Floyd, pero no para cumplir sus demandas, sino para neutralizarlas desde el poder. 
 La “unidad” que pregonó Biden en su discurso es un intento de lograr el apoyo de un ala del Partido Republicano y de la clase capitalista en su conjunto para afrontar un cuadro calamitoso marcado por la pandemia (que ayer superó los 400 mil muertos en el país) y la crisis económica. 
 Tras cuatro años de misoginia, racismo y prédica fascistoide trumpista, el discurso de Biden-Harris busca también recuperar algo de la imagen deteriorada del imperialismo yanqui en el planeta. El mandatario dijo, además, que buscará “hacer que EE.UU. sea otra vez la fuerza de bien en el mundo”. Bien leído, esto es una confirmación de la continuidad del injerencismo imperialista, que suele disfrazarse bajo los ropajes del “bien” y de la “libertad” y de los «derechos humanos». No hay que olvidar que Biden fue presidente de la comisión de asuntos exteriores del Senado, desde la que apoyó la invasión de Afganistán e Irak. Por lo pronto, es oportuno señalar que en la asunción estuvo presente la delegación diplomática designada por Juan Guaidó. Esto ya nos da una pauta que la intervención norteamericana dirigida a destituir el régimen bolivariano van a continuar. 

 Fascismo y antifascismo

 Los mítines convocados por la ultraderecha para esta jornada no tuvieron repercusión. Seguidores de QAnon (algunos de los cuales participaron del golpe del 6) habían planteado por las redes una “marcha miliciana del millón” en Washington para evitar la asunción de Biden. Pero otros sectores promovieron acciones locales. Algunos grupos (Boogalloo Boys) realizaron en los días previos movidas de milicianos armados de algunas decenas frente a los capitolios estatales (It’s Going Down). 
 Aunque no se trata de grandes convocatorias, no hay que perder de vista que Trump mantiene el amparo a estos grupos (se despidió del poder con un indulto a Steve Bannon, uno de los promotores de esta clase de agrupamientos) y que cada día salen a relucir más las conexiones que tienen con el poder político y empresario y el aparato de seguridad -recordemos que en la acción del 6 de enero hubo varios policías involucrados. 
 En contra de estos sectores, se están desarrollando algunas contramanifestaciones. Este 20, hubo una concentración en Denver. “¡Estamos diciendo que aborrecemos a la extrema derecha más de lo que les tememos! ¡No confrontar a los fascistas es más peligroso que enfrentarlos! ¡No protestar es más peligroso que protestar!”, dicen los convocantes. También hubo una acción en San Francisco, alentada por organizaciones de izquierda (UFCLP, WWW, FSP). 

 Anuncios

 Biden anunció, en su día inaugural, una batería de medidas. Algunas de ellas remueven decisiones de Trump, como los decretos de regreso al Acuerdo de París (compromiso global para reducir emisiones) y a la Organización Mundial de la Salud. Otros son concesiones a grandes movimientos de lucha, como la suspensión del oleoducto Keystone, o la ampliación de las moratorias para los desalojos y el pago de préstamos estudiantiles y el aumento del salario mínimo a 15 dólares. La gestión demócrata inaugura su mandato echando lastre, lo cual habla del escenario convulsivo al que deberá hacer frente condicionado por la sombra de la rebelión popular. 
 En materia migratoria, se presentan algunas medidas que merecen un análisis específico. Si bien flexibilizarían algunas de las restricciones impuestas por Trump, los funcionarios que Biden ha nombrado para el área son cuestionados por haber participado del gobierno de Obama, que ostenta el récord de deportación de migrantes. Toda reforma, además, debería pasar por un largo trámite preliminar en el Congreso. La decisión de congelar el muro con México es puramente simbólica, dado que ya existen vallas en la frontera entre ambos países y acuerdos con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para detener las caravanas migratorias. 
 La situación norteamericana plantea la necesidad de la movilización masiva de los trabajadores y las organizaciones de lucha para derrotar al fascismo. Al mismo tiempo, los trabajadores necesitan poner en pie una fuerza independiente que desarrolle un programa propio de salida a la crisis, rompiendo toda subordinación con Biden y el Partido Demócrata. 

 Gustavo Montenegro

martes, 19 de enero de 2021

China en su laberinto


Entre la apertura, la intervención estatal y el default empresario. 

 La esperanza de una recuperación de la economía mundial se concentra crecientemente en China. Algunos pronósticos hablan de que en 2021 podría crecer hasta un 9 por ciento, pero esto es vidrioso y tiende a ocultar los escollos y contradicciones que se vienen abriendo paso en el país asiático. Recordemos que en la crisis financiera de 2008, China ofició de locomotora, contrarrestando la recesión mundial cuyo corazón estaba en las grandes metrópolis imperialistas, empezando por Estados Unidos. Hubo grandes expectativas de que incluso China tenía la capacidad de sacar la economía mundial de la crisis. En lugar de ello, el gigante asiático terminó siendo arrastrado por ella. Ya antes de que estallara el coronavirus, China venía sufriendo una brusca desaceleración. Habían quedado atrás las tasas de dos dígitos y el país asiático estaba creciendo por debajo del 6%, habiendo quienes sostenían que la tasa real era más baja. E incluso este crecimiento más débil había sido sostenido por un endeudamiento de carácter explosivo. La deuda china asciende en la actualidad a casi el 300 por ciento del PBI. De modo tal que China ingresa en esta nueva crisis en una situación más endeble y con menor margen de maniobra que en el pasado y en esa medida, no está en condiciones de cumplir el mismo rol que jugó doce años antes. 

 Incumplimientos

 Los medios de comunicación no le han dado la transcendencia que se merecía a una sucesión de incumplimientos de pago al final del año en los préstamos de empresas que se pensaba que tenían el respaldo del Estado. Esto que pasó relativamente inadvertido; sin embargo, estremeció el mercado financiero chino y disparó la inquietud de los grandes operadores internacionales.
.Según la consultora Mitch Ratings, las empresas estatales incumplieron un récord de 6.100 millones de yuanes en bonos entre enero y octubre, una cantidad igual a la de los dos años anteriores juntos. Pero en noviembre, los problemas empeoraron significativamente, con incumplimientos de tres grandes empresas.
 La primera señal de problemas más profundos apareció el mes pasado, cuando la empresa estatal de carbón Yongcheng Coal and Electricity Holding Group, ubicada en el centro de China, dejó de pagar un bono por valor de 152 millones de yuanes. 
 Dos semanas después, el grupo estatal de tecnología de alto perfil, Tsinghua Unigroup, dijo que no cumpliría con un bono nacional por el equivalente a 199 millones de yuanes. 
La semana pasada la compañía anunció que no esperaba pagar intereses o capital en bonos de 450 millones de yuanes. Esto también provocaría incumplimientos cruzados en otros 2.000 millones de yuanes en bonos que vencen entre 2021 y 2028. Tsinghua Unigroup es una firma importante en la fabricación local de semiconductores, una de las apuestas de China, que busca desembarazarse de la dependencia que tiene en el área con las metrópolis capitalistas. Es propiedad mayoritaria de la Universidad de Tsinghua, una de las instituciones académicas más prestigiosas de China y cuenta con el respaldo del gobierno. Otro incumplimiento ocurrido en el cierre de 2020 corresponde a la firma respaldada por el Estado Brilliance Auto Holdings, que está ligada a la gran empresa alemana de automóviles BMW.  Esto representa un giro en la política del gobierno chino, que venía socorriendo a las empresas en apuro, en particular, aquellas más vinculadas al Estado. El interrogante que se ha abierto es hasta qué punto el Estado chino está dispuesto a dejar abandonadas a su suerte a las empresas con dificultades. La necesidad de cerrar el grifo es una cuestión que en particular en los últimos años está en la agenda de discusión de las autoridades chinas ante el hecho del crecimiento monumental de la deuda y el riesgo que esto representa en el sistema financiero, que viene otorgando préstamos de dudosa cobrabilidad. El temor fundado del gobierno, para dar ese paso, era el escenario de cierres y quiebras que este corte podría desencadenar y sus efectos sociales, con cierres y despidos masivos.
 Tras los impagos nombrados, el viceprimer ministro chino Lie He advirtió a las empresas que Pekín adoptaría un enfoque de «tolerancia cero» frente a la falta de cumplimiento de los compromisos asumidos. Importa señalar las repercusiones que la nueva política oficial podría tener, con más razón si tenemos presente que del total del endeudamiento corporativo las empresas estatales representan más de la mitad. Por lo pronto, una veintena de empresas chinas suspendieron los planes de nuevas emisiones de deuda por un total de 2.400 millones de yuanes. 
 El remedio, sin embargo, puede terminar siendo peor que la enfermedad. El hecho de que las empresas pierdan las garantías del Estado aumentará muy probablemente las dificultades para conseguir préstamos o un sensible encarecimiento de su costo, hasta el extremo de hacerlos prohibitivos. Incrementará la reticencia de las propias entidades crediticias a prestar a sus antiguos clientes. Este escenario potencia los riesgos de default, no solo de las empresas afectadas sino del propio sistema financiero, cuya cartera de préstamos está compuesta de este universo de firmas estatales. Es oportuno tener presente que un parte creciente de los préstamos tienen como propósito cancelar viejas deudas. 

 Sobreproducción 

 Pero mas allá de ello, una cuestión tanto o más importante es que las medidas de estímulo no están generando los incrementos del PBI como lo hicieron en el pasado, por lo que la carga de la deuda en la economía se hace cada vez mayor. China tropieza con la crisis de sobreproducción que atraviesa al conjunto de la economía capitalista, empezando en primer lugar por las grandes potencias. El país asiático enfrenta una capacidad sobrante en franjas enteras de la actividad económica, como la producción de acero, carbón o aluminio. Este sobrante se ha acentuado con la recesión en curso y la paralización económica provocada por la pandemia. El gigante asiático no puede escapar a las tendencias disolventes de la bancarrota capitalista y no cuenta con los mismos recursos que en el pasado puso para contrarrestarla.
 Los problemas de deuda no se limitan a las grandes empresas. Moody’s Investor Services, que hace un seguimiento de la deuda de gobiernos locales en China, emitió un informe a principios de este mes poniendo una «perspectiva negativa» para la deuda del gobierno local y regional para el próximo año. Tengamos presente que los gobiernos han debido recurrir a un mercado paralelo de financiamiento, los llamados bancos en la sombra y todo indicaría que las tensiones e incluso la amenaza de default estarían creciendo, pues los gobiernos locales no estarían en condiciones de generar suficientes ingresos para cubrir los reembolsos de la deuda. 

 Idas y vueltas 

 La crisis mundial ha acentuado las contradicciones de la burocracia dirigente china, que oscila entre adaptarse a las exigencias de una mayor apertura económica y a las leyes de mercado, por un lado, y recurrir al intervencionismo estatal para pilotear un descalabro económico y evitar que la situación social se desmadre, por el otro. Sin ir más lejos, estas idas y vueltas han quedado expuestas esta última semana en que China acaba de suscribir un acuerdo de libre comercio con Europa en que flexibiliza el proteccionismo económico reinante, permitiendo la radicación de empresas europeas, reconociéndoles una participación mayoritaria en esferas de la economía (hasta ahora solo se podía poseer hasta un 49 por ciento del paquete accionario). 
 Pero, simultáneamente con ello, se han reforzado los controles y el intervencionismo sobre la actividad privada. La desaparición del fundador de una de las corporaciones líderes (Alibaba, una réplica china de Amazon), Jack Ma, de la vista pública en los últimos dos meses, provocó una catarata de especulaciones en las redes sociales sobre su paradero, que se da en medio de una nueva legislación de regulación de los monopolios e injerencia del PCCh en la vida y funcionamiento de las empresas privadas. Otras grandes empresas, como JD Digits, Tencent, Baidu y Lufax reestructuraron y restringieron su operatoria para evitar represalias. Las tensiones con la burguesía china han ido en aumento. 
 El PC chino ha buscado tener una intervención más activa en las decisiones de negocios. Que podrían llegar hasta el extremo de una disolución de grupos económicos y el traspaso de su patrimonio al Estado. Lo de Jack Ma no es un caso aislado. El gobierno chino viene apelando a la persecución directa, encarcelamiento y a la desaparición de prominentes hombres de negocios de la floreciente burguesía china. 
 Esto corrobora que la burguesía todavía no ha logrado consolidarse como clase dirigente. Sigue oficiando de segundo violín en un escenario en que el Estado chino sigue concentrando las principales decisiones del país. Este hecho da cuenta -como venimos sosteniendo desde las páginas de Prensa Obrera y en los análisis que el Partido Obrero viene realizando- del carácter inconcluso de la restauración capitalista. La intervención creciente del Estado chino, que como vimos, coexiste con la apertura de la economía, tiene como propósito salvar la restauración capitalista -de ningún modo está dirigida a suprimirla. Pero ese arbitraje excepcional del Estado, contradictoriamente, es una fuente de choques con el gran capital internacional y con la propia burguesía china que creció a la sombra y bajo la protección de la élite dirigente oficial. La crisis china es un componente cada vez más gravitante de la crisis mundial capitalista. A las contradicciones explosivas de la economía mundial capitalista se le unen las propias del gigante asiático. Ingresamos en un escenario convulsivo de la historia china, cuyo desenlace estará signado, como ya ocurrió en el pasado, por la lucha de clases nacional e internacional. 

 Pablo Heller

domingo, 17 de enero de 2021

El mundo en peligro


En Alemania, sobre todo en Berlín, desde 1930 las bandas nazis de las SA, lideradas por un hombre con sobrepeso y despiadado, recorrían las calles moliendo a palos a los comunistas y a los judíos. El hombre era Ernest Röhm. Hitler, por el momento, confiaba en él. Los comunistas se les enfrentaban y estallaban unas bataholas sanguinarias, descontroladas, llenas de odio. El Partido Nacional Socialista, con la complicidad del Parlamento y el anciano Mariscal Hindenburg, héroe de la Primera Guerra, marchaba hacia el poder parlamentario. Por fin, en 1933 ganan las elecciones. Dirán que fueron elecciones limpias, democráticas. Falso. Las cárceles estaban llenas de opositores Y las SA habían amedrentado a mucha, demasiada gente. También es cierto que Hitler había fascinado a los alemanes son sus vehementes discursos y había despertado un revanchismo feroz por el Tratado de Versalles. Los políticos social-demócratas habían traicionado a la nación por débiles, por cobardes. Alemania había llegado a 30 kilómetros de Francia cuando recibe la orden de retirarse, rindiéndose. Los soldados regresan furiosos y sólo hace falta exacerbar ese odio para crear un partido de la nación, de la patria. Es lo que hace Hitler. 
 Pero la batalla de las SA en las calles es central en este trabajo. Hitler lo sabía bien. El que piensa en otra cosa es Röhm. Quiere llevar el partido hacia una radicalidad de izquierda. Von Papen, un nazi ilustre, dice: “No vamos a hacer una revolución para llevar el país al socialismo”. A las SA. las comparan con un bife: marrones por afuera, rojas por dentro. Hitler no va a permitir eso. Ya tiene demasiados compromisos con los banqueros, con los Krupp, la Siemmens, la Ford y la ITT. Hitler es el resultado de una aceptación y un apoyo total del capitalismo de Occidente. Pero vale insistir en esto. La toma del poder empezó en la lucha callejera. Había que terminar con el incómodo de Röhm. Así se produce la noche de los cuchillos largos. Hitler llama a sus fieles Himmler y Göring y los SS. Invaden el campamento de las SA., que estaban de fiesta todos desnudos, gozando del sexo dionisíaco a lo griego. Eran, como se dice hoy, empederninos gays. Los SS llevan a cabo una matanza. A Röhm lo fusilan. Y Hitler sigue gobernando con el apoyo de casi todo el mundo. Es el hombre llamado a frenar la ola roja. Así lo cree el primer ministro inglés Neville Chamberlain y personajes como el héroe del aire Charles Lindbergh, un fervoroso nazi norteamericano, tal como Henry Ford, autor del panfleto antisemita El judío internacional. 
 Hoy el peligro de un asalto al poder por medio de la ultraderecha prosigue. Pensemos en la invasión al Capitolio en EEUU. Hay fotos que lo dicen todo. Por ejemplo: un tipo entra en el Capitolio portando una bandera del Sur confederado. La guerra de Secesión (1861-1865) no ha terminado. El país del Norte está lleno de banderas confederadas. Tienen estados que les responden fiel y ferozmente: Mississippi (ver el film Mississippi Burning), Texas, Indiana, Tennessy y otros. El Sur siempre quiso seguir peleando. Y ahora lo hace por medio de estas bandas que retoman la tradición de la SA. Odian a los indios, a los negros, a los judíos y a todos los hispánicos, los detestados inmigrantes. Son violentos, brutales. Y durante cuatro años han creído en un presidente que ahora los alentó para la insurgencia. Donald Trump debiera ser juzgado por atentar contra el orden constitucional. Les dijo a los suyos: “Sé que están furiosos, ofendidos. Y tienen razón porque nos robaron las elecciones. Sin embargo, vayan a casa”. Eso era alentarlos a seguir con los disturbios. 
 Muchos se han sorprendido. Hace cuatro años que gobierna Donald Trump, ¿no lo conocían? ¿Recién ahora lo descubren? EEUU no es un país democrático, como tanto pregonan. Mataron a Lincoln, a Kennedy, a Luther King, invadieron países, mantienen la infame cárcel de Guantánamo, van de guerra en guerra y cada una es más cruel que la otra. Hay gente muy valiosa en ese dilatado territorio. Howard Zinn, Chomsky y tantos otros. Pero el peligro de la ultraderecha late siempre en sus entrañas. 
 Y aquí estamos mal. También la derecha violenta toma las calles. Los señores de la tierra siguen amenazando con sus tractores y sus rifles. Ya lo han dicho: hay que matar, hay que apuntar a la cabeza. Este es un país muy peligroso. Como en la Alemania de Hitler, como en Guantánamo, aquí hubo campos de concentración. De eso no se vuelve. Ahora la toma del Capitolio les indica el camino que más les gusta. Tomar por asalto el Congreso. Ya lo intentaron. Ya la policía rodeó con sus autos la Quinta de Olivos. Cuidado. En medio de una pandemia que ya se tomó dos millones de vidas en todo el mundo, la ultraderecha sale a la calle. No le importa morir. Vive y ha vivido en un mundo de muerte. Quieren destruir lo que odian. El odio es la antesala de la muerte del Otro. Es arduo salir de esto. Hablar del amor y la solidaridad en estos tiempos condena a la falta de temperamento o vehemencia para enfrentar a los que vienen degollando.

 José Pablo Feinmann

Absolución política del golpe de Trump y militarización del país


Los diarios de hoy dan cuenta de investigaciones del FBI que aseguran que los asaltantes del Capitolio de EEUU, el pasado 6 de enero, tenían entre sus propósitos el secuestro y/o asesinato de legisladores, incluso del vicepresidente Pence. El asalto en cuestión, recordemos, fue patrocinado por el presidente en ejercicio, Donald Trump. Concluir de estas revelaciones que la finalidad de la operación era postergar la certificación de la victoria de Biden, por parte del Congreso, se ha convertido en un eufemismo. En el golpe de hace seis días están involucrados sectores de la Policía, de las Guardias Nacionales y de las Fuerzas Armadas; las instalaciones del Congreso se convirtieron, en forma premeditada, en tierra de nadie. La trama de la acción golpista nunca se conocerá en profundidad en razón del involucramiento de una parte nada intrascendente del aparato estatal. El toque de queda en la capital del país, Washington, tuvo que ser declarado por la intendenta del distrito, ante la vacancia de cualquier otra autoridad. Es claro, en definitiva, que Trump no perdió el tiempo, en sus cuatro años de mandato, para organizar una fuerza de milicia. Cuando se votó en la Cámara de Representantes la apertura del juicio político a Trump, sólo desertaron diez sobre 150 diputados del bloque republicano. En la composición actual del Senado, no se reúnen los dos tercios para destituir al presidente golpista. Trump terminará su mandato – constitucionalmente.
 Lo que emerge de aquí es esto: con independencia del destino político-personal de Trump, su mantenimiento en el cargo es una absolución política del golpe. La responsabilidad de esta absolución corre enteramente por cuenta del partido demócrata, el poder judicial y la Corte Suprema, y el alto mando militar que se había pronunciado contra Trump en varias ocasiones. En nombre del pasaje ‘pacífico’ y ‘ordenado’ del mando, se ha evitado una cirujía mayor en el aparato del estado, y naturalmente un llamado a la movilización de masas. En esto consiste el éxito de un golpe que ha fracasado. La izquierda norteamericana no aprovechó la ocasión para ocupar el escenario político con llamados a la calle y a huelgas, incluso después de las grandes movilizaciones del movimiento Black Life Matters. Cuando una caracterización política, en este caso la que asegura que no hubo golpe, no desprende una línea de acción, ello significa que, concretamente, es equivocada. El partido demócrata, quienes en la izquierda van a su rastra y la izquierda neutral (“gracias, no fumo”) se han valido del golpe de Trump, que sin embargo niegan que sea tal, para asestar un golpe a las masas, a las que convocan a no arruinar el cambio ‘civilizado’ del mando presidencial. 
 Pero ese cambio no será ni tan civilizado, ni menos aún pacifico. Trump no asistirá a la ceremonia correspondiente, lo que deja plantada una posición de beligerancia y potencialmente de guerra civil, donde no importa si él será quien la encabece, porque después de todo ya es un hombre grande y con morbilidades. Washington ha sido militarizada – una tropa de 20 mil soldados se hará cargo del cuidado del Congreso. Pero otro tanto ocurrirá en los otros 51 estados. En algunos casos bajo el toque de queda fomal, en otros de hecho. No ha habido golpe, se dice, pero se ha recurrido a la institución más clásica del estado de excepción, que es el estado de sitio. ¿Existe alguna evidencia más concreta que esta de debilidad política? Hace cuatro años, Trump se jactó, mentirosamente, de que habría reunido a la mayor multitud de la historia en el acto público de celebración de asunción de la Presidencia. Biden, suponemos, no renunciará a su propio acto público, pero no lo hace en un marco de libertad sino de intimidación. Si se produjera una asistencia extraordinaria de gente, estaríamos ante una movilización popular tardía, bajo la tutela política del jefe del imperialismo mundial. La izquierda habría perdido su momento, como de costumbre. 
 El planteo de que no hubo golpe porque no se encuentran reunidas las condiciones para su éxito -uno de los argumentos democratizantes -, es una falacia histórica y lógica. De ser cierta esa tesis no habría habido nunca golpes fracasados, que en realidad son cien veces más numerosos que los exitosos. De otro lado, la madurez de las condiciones para un golpe deben verificarse en la práctica, por eso los golpes y las revoluciones también, tienen sus respectivos “ensayos generales”.
 El otro planteo, vinculado a este, de que la burguesía está unida en torno a Biden, es redondamente falso. Se trata de un frente único ocasional y contradictorio. La burguesía se encuentra en un impasse sin precedentes, como la sociedad de la que abreva; atribuirle a Biden ‘un plan maestro’ y un retorno a ‘la normalidad’, sólo puede ser producto de la ignorancia. El escenario internacional del ‘fin de la historia’, después de la disolución de la URSS, no existe más. Desde las crisis que arrancaron en 1997 (precedidas por el gran derrumbe de Wall Street, en 1987 – 25% de caída en un día), cada ciclo capitalista es más severo en su fase de derrumbe, y nunca alcanza un nivel de desarrollo más alto de las fuerzas productivas, como lo demuestra el abismo creciente entre ‘ahorro’ e ‘inversión’, de un lado, y la formación consecuente de una capital ficticio descomunal, del otro. Incluso en una formación capitalista ‘sui generis’ como China, ha habido un desarrollo fenomenal del capital ficticio (endeudamiento), históricamente prematuro. La izquierda democratizante ha pasado del cretinismo anti-catástrófico a la tesis del retorno a ‘la normalidad’. 
 El llamado a la lucha contra el golpe, desde un posición obrera y socialista, ha sido sustuido por la izquierda, en esta crisis, por la convocatoria a formar un partido independiente del bi-partidismo. Mirado con atención, estamos ante un planteo de rescate del régimen político norteamericano en desintegración. Ocurre que está dirigido a un movimiento de izquierda que protagoniza la pequeña burguesía, que en parte se ha metido en el partido demócrata y ha conquistado numerosos legisladores, y en parte hace seguidismo desde afuera del aparato demócrata oficial. En estos términos, el palnteo de una alternativa independiente no constituye una transición política al partido obrero y al partido revolucionario. Las filas de la izquierda pequeño burguesa se inflan y desinflan con llamativa facilidad – es lo que ha ocurrido con los Socialistas Democŕaticos, cuando impulsó la candidatura del indepediente Bernie Sanders, quien acabo apoyando a Biden. Lex, el columnista ‘premium’ del Financial Times, acaba de advertir un proceso de sindicalización en Estados Unidos y Gran Bretaña, incluida la formación de sindicatos nuevos en los servicios y en las grandes empresas de tecnología. Es necesario dirigirse a este ‘auditorio’ que lucha y se organiza, para conseguir plantar un partido obrero en los Estados Unidos. 

 Jorge Altamira 
 16/01/2021

sábado, 16 de enero de 2021

El periodismo y la CIA


La situación epidemiológica del país.


Imperativos categóricos burgueses


De por qué el habla petulante de los oligarcas y el origen de su violencia léxica 

 No se requiere un gran esfuerzo para identificar al autoritarismo ideológico burgués. Basta y sobra con exhibirles sus contradicciones y aparecerá, volcánica, una verborrea pagada de sí y exultante en argumentos de baja estofa pero escupidos con gran confianza y seguridad. Todo ello con tonito didáctico y cierta benevolencia dulzona propia de aquellos que se compadecen de los seres inferiores y los conducen con “mano firme”, y generosa, por el sendero de sus “razonamientos” univalentes, frecuentemente improbables y siempre autoritarios. Infernal y nauseabundo producto ideológico burgués que nos acecha a diario. Hay que oír a Claudio X. González y sus secuaces empresarios travestidos como “políticos” (dicen). Es metástasis de la corrupción, el perfil demagógico de empresarios que, “metidos en política”, adoptan vociferaciones mesiánicas. Y las propagan por todos sus “medios”. 
 Operan como “predicadores” dispuestos a dar por verdad categórica los eslóganes que memorizan en cualquier almanaque de ferretería. Y a fuerza de repetir, con aires de grandeza, su colección de palabrerío inflamado, llegan a creerse “inteligentes”. Algunos, incluso, secuestran academias y organizaciones donde se hacen acompañar por trotamundos demagogos iguales a ellos. Ostentan títulos académicos y se premian entre sí y con frecuencia. Se creen “autoridades”. 
 Uno reconoce esos soberbios cuando los mira manotear, desesperadamente, cualquier sofisma que sirva para no admitir sus equivocaciones. Encaramados en el reino de las verdades auto-conferidas, no conciben un milímetro de autocrítica y menos aún la posibilidad de pensar cómo piensan “los otros”. Dan por válidas sus consignas más escleróticas y tiemblan de terror si hubieren de admitir sus torpezas. Entonces redoblan la “superioridad” de sus “certezas”. Como si no conociesen la duda, decía Borges. Derrochan “imperativos categóricos” confiados en vencer al oponente a fuerza de imponerle necedades histriónicas antes que admitir yerros. No hay peor cosa que un ignorante soberbio decía Lope de Vega. Y razón le asiste. 
 También la vida burguesa, cuando se infiltra en la cabeza del proletariado, suele producir engendros ideológicos patéticos. Produce, por ejemplo, víctimas reverenciales cuya libido se explaya repitiendo frases hechas y consignas prefabricadas para anestesiar la realidad propia en contextos y épocas muy diversos. Las víctimas aprenden las reglas del opresor: Todo antes que interrogar sus premisas y sus conclusiones. Todo antes que reconocer las diferencias y las diversidades. Todo para incensar sus preceptos y sus egos infectados de mediocridad leguleya. De eso viven las palestras burguesas y de eso aprenden mucho (a sabiendas o no) sus discípulos. Son ejércitos de la ideología de la clase dominante en acción cotidiana. Metidos aquí y allá, infiltrados en los medios y en los modos. Todos van armados, y armadas, con espadas lenguaraces convencidos de que deben convencernos. Imponernos su autoritarismo de egos histéricos y vendernos su mediocridad maquillada como si fuese un logro civilizatorio. 
 Son incapaces de razonar con evidencias (de hecho las excluyen o las tergiversan). Son incapaces (literalmente) de pensar de manera “compleja”, considerando la integración dinámica de cinco o más variables, cada una de ellas portadora de vectores de clase en pugna, de historia, de matices y de identidades no subordinadas a la estrechez de la ideología mercantil, lineal y rígida como los intereses de la acumulación del capital. Sus razonamientos más humanos son refritos del vocabulario filantrópico más banal, difundido en seminarios de auto-ayuda o “coaching” empresarial. Mediocridad sublimada. Piensan que el centro del mundo son ellos. “Entre esos tipos y yo hay algo personal” Serrat dixit. 
 En algunos “informativos” los “periodistas”, arrodillados ante la burguesía, aprendieron a leer en público “noticias” (manipuladas desde las oficinas -gubernamentales o privadas- de espionaje e inteligencia) pero con tono patronal. Asimilaron como “estilo exitoso” la locución “categórica” y a los gritos, como si eso construyera verosimilitud y confianza en las audiencias, (cada día más hartas de falacias y exageraciones mercantiles). Hablan como “patrones de estancia”, terratenientes o señores feudales; hablan como hablan los gerentes a sus vendedores, como hablan los generales a sus soldados, como se le habla a quienes se piensa ignorantes, infradotados, tontos o simplemente incapaces de producir los “méritos” necesarios para vivir con éxito burgués. Hablan como el jefe le habla a sus asalariados. Hablan con autoridad burguesa. Como habla Trump, ídolo de mercachifles. 
 Nos urge una Guerrilla Semiótica de acción directa, por todos los medios, para producir los anticuerpos culturales indispensables que exterminen, en plazos cortos, las influencias tóxicas de los medios y los modos burgueses para manipular consciencias. Al pie de la letra, palabra por palabra. Y además de las «vacunas culturales emancipadoras», necesitamos organizar las ideas y los valores producidos en las luchas por liberarnos de la explotación laboral, la sujeción al Estado que ha servido para reprimirnos, la pandemia de los anti valores que nos acomplejan, que nos excluyen estigmatizan… Guerrilla Semiótica contra las humillaciones burguesas proferidas, por ejemplo, en forma de iglesias, entretenimientos y chistes. Contra la estulticia bajo palabra. No somos lo mismo. 

 Dr. Fernando Buen Abad Domínguez Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride Universidad Nacional de Lanús. Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad. Miembro de Red Verdad. Miembro de la Internacional Progresista. Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social)

viernes, 15 de enero de 2021

Colombia: 2020 registró el mayor número de crímenes políticos para/estatales


En 2020, al menos 73 ex guerrilleros y más de 300 líderes sociales fueron asesinados en Colombia, cerrando uno de los años más de mayores crímenes políticos.
 Desde la firma del Acuerdo de Paz, en septiembre de 2016, las cifras de asesinatos suman más de 1.100 líderes sociales y 252 exguerrilleros, aunque los números probablemente sean mayores, pues las muertes se entremezclan con decenas de secuestros, desapariciones y crímenes silenciosos que muchas veces no trascienden a la opinión pública. Estos números dejan una media de casi un asesinato político diario (contrainformación, 8/1). 

 Asesinatos políticos

 La Misión de Verificación de la ONU en Colombia, que monitorea la implementación del Acuerdo de Paz, contabiliza 73 asesinatos de excombatientes en 2020, luego de 2019, cuando ocurrieron 77 homicidios. Además de los asesinatos, la misión registró, el año pasado, 55 intentos de homicidios y 20 desapariciones. “Es preocupante que siga habiendo más de 1.000 solicitudes de protección pendientes de evaluación e implementación”, dice el informe. 
 En los primeros siete días de 2021, han sido asesinadas tres personas que se encontraban en proceso de ´reincorporación´ a la vida civil. Desde la firma del acuerdo, según cifras de la ONU, 25 excombatientes han sido asesinados mientras esperaban una respuesta a sus solicitudes de protección. El programa de “reinserción” ha servido para masacrar a los excombatientes. Los asesinatos son perpetrados por “sicarios paramilitares vinculados a terratenientes, políticos de la derecha o narcotraficantes” (lavanguardia, 5/1). 
 En otro informe, del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), se señala, además, que “más de 300 líderes sociales fueron asesinados en el 2020, y que más de 90 masacres se perpetraron en el territorio nacional” (El País, 5/1). En total, cerca de 400 asesinatos políticos fueron cometidos en Colombia en 2020. 
 Por otra parte, la Defensoría del Pueblo de Colombia asegura que, en 2020, más de 28.500 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido al incremento de la violencia derechista. Se han constatado 90 eventos de desplazamientos masivos en todo el país, fundamentalmente a causa de enfrentamientos de paramilitares, intimidaciones y asesinatos de líderes sociales. La situación más grave se vive en los departamentos de Nariño, Chocó, Antioquia, Norte de Santander y Córdoba. El 85% de las personas que se movilizaron pertenecen a poblaciones afro e indígenas. 
 El mismo informe alerta que la situación ha empeorado considerablemente debido al impacto de la pandemia. “A la crisis humanitaria se sumó el impacto de la covid-19 y las demoras en la atención a las víctimas, restricciones de los grupos armados ilegales en los territorios y el riesgo de propagación del virus en las comunidades, especialmente por los confinamientos en sitios hacinados y por la falta de acceso a servicios de salud” (caraotadigital, 8/1). 

 Emiliano Monge 
 11/01/2021

jueves, 14 de enero de 2021

La Comandancia de Fidel en la Sierra Maestra


Trump completa mandato


La expectativa que promovieron los líderes del partido Demócrata de destituir a Trump se ha desvanecido como un suspiro. El vicepresidente Mike Pence les avisó con tiempo que no acompañaría la propuesta de aplicar la enmienda 25 de la Constitución, que habilita a una mayoría del gabinete a declarar la “incapacidad” del Presidente y sustituirlo en sus funciones. Antes que recurrir a este procedimiento, varios secretarios de Estado prefirieron la vía menos confrontativa de abandonar el gobierno. El jefe del Senado, un republicano, Mitch McConnell, se declaró reconfortado con el inicio de un juicio político (impeachment) a Trump, pero no dijo que votaría a favor y anunció, de paso, que no piensa convocar a esa Cámara antes del 19 de enero – un día antes de la asunción de Biden. La idea de esta gente es destituir a Trump, si es que fuera a ocurrir, a partir de 2024, para inhabilitarlo en las presidenciales de ese año. La realización del juicio político y la destitución eventual del Presidente depende constitucionalmente del Senado, como también ocurre en Argentina, donde los republicanos tienen la mayoría hasta el recambio parlamentario de la semana que viene. Se estima, hasta ahora, que siete republicanos votarían a favor de echar a Trump, sobre el total de 52 senadores de la bancada. La posibilidad de que el ‘impeachment’ continúe después de que Trump deje la Presidencia, no es vista con buenos ojos por Biden, quien teme que de ese modo el Senado no se pueda ocupar de su agenda de subsidios aún mayores a las grandes firmas y a la Bolsa, ni de mover la campaña de vacunación, que no ha logrado arrancar, y que enfrenta problemas de suministros, de logística, de desorganización federal y de una crisis hospitalaria nunca vista. Las autoridades de California han dado la orden de no trasladar a los centros de salud a aquellas personas con evidencia de pocas posibilidades de sobrevivir. Implementa una eutanasia forzada, sin proveer la certeza jurídica de que el personal de salud que proceda en consecuencia no ha cometido un delito criminal. En resumen, el régimen político ha encontrado la forma de unificarse en el propósito de que Trump complete el mandato y el golpe del 6 de enero quede políticamente impune. 
 Liz Cheney, republicana, hija del ex vice de Bush padre, líder de la bancada trumpista, denunció que el asalto al Congreso fue propiciado por Trump, y por eso ha votado a favor del juicio político en Diputados; declaró, textualmente, que el ataque al Congreso fue “convocado” por Trump, y que Trump “reunió” a la turba y “encendió el fuego”. Kevin McCarthy, trumpista furiosa, dijo lo mismo, aunque votará en contra del impeachment, porque rechaza responder a un golpe contra otro golpe – un argumento singular. No es cierto, entonces, de que la caracterización de que el asalto al Capitolio haya sido un golpe de estado es patrimonio exclusivo de los liberales que pretenderían unir a la burguesía detrás de Biden. Es la caracterización de la mayoría de los trumpistas y de los republicanos en general. El asalto tuvo el objetivo de retrasar la certificación del triunfo electoral de Biden, por parte de la Asamblea Legislativa, lo cual habría suscitado una crisis de poder, como buscaba Trump. En coordinación con Trump, 140 diputados y 12 senadores acompañaron la embestida. La advertencia de los servicios de inteligencia fueron desoídos, como lo revela ahora, tardíamente, el FBI. El mismo Trump había convocado a la asonada en un acto público en Georgia, dos días antes. Las investigaciones del atropello se limitan hasta ahora a quienes fueron registrados en esa acción – nada indica que se quiera revelar la trama entera del complot., que demostraría una gigantesca red golpista. Pondría en evidencia la complicidad activa de diversas Guardias Nacional, de las policías de la capital y del Congreso, y de numeroso personal militar. La advertencia de los jefes del Estado Mayor Conjunto, a los militares que incurran en acciones anti-constitucionales, muestra que el alto mando sabe muy bien lo que ocurre en sus filas. 
 Ahora hay un estado de alerta para lo que pudiera ocurrir el miércoles 20, cuando Biden debe jurar en la Casa Blanca, asistir al gran acto público habitual en esta ceremonia y luego presentarse ante la Asamblea Legislativa. Donald Trump, por de pronto, no se hará presente, porque mantiene la impugnación constitucional contra Biden, por fraude electoral. El trumpismo tiene al respecto una idea muy clara, lejos de la charlatanería que le atribuyen sus rivales ‘democráticos’ – pretende restringir el derecho del voto, de modo de asegurar un padrón de mayoría blanca. Es lo que se desprende de un artículo en el Financial Times, que denuncia una parálisis en el censo de población de 2020 debido a la orden dada a los censistas de registrar los nombres de los censados e informarse acerca de las relaciones de familias con inmigrantes, documentados o no. Hay en la cabeza el diseño de un estado policial. Dicho esto, la jornada del próximo 20 se replicará en todos los estados, de modo que las milicias golpistas pueden elegir el blanco a discreción. No hay que olvidar que ha habido un intento, comprobado, de secuestrar y eventualmente asesinar, a la gobernadora de Michigan – una mujer que se distingue, dicen, por sus agallas.
 En todo este desarrollo se destaca la ausencia de la izquierda y de las direcciones de los movimientos contra el racismo y la brutalidad policial. Una parte de la izquierda, en la que figuran al menos los seguidores de Izquierda Socialista y el PTS de Argentina, dice que no hubo golpe y que quien sostiene lo contrario hace el juego de Biden. Algo así como “el que no salta es del Ciclón”. Esta izquierda no llama a manifestar ni a la huelga – prefiere el distanciamiento social y político. Confunde independencia política con neutralidad política. Quien lucha contra el fascismo sin arriar la bandera del gobierno de los trabajadores y el socialismo es mucho más independiente políticamente, que quien se declara neutral en nombre de la “alternativa de izquierda”. Como el fascismo es la declaración de guerra civil contra la clase obrera, los socialistas deben ocupar “la primera línea”, no solamente contra el fascismo, sino contra todo el movimiento político que lo precede. La izquierda pasiva, lamentablemente, ha llevado su ‘combate’ contra lo que denomina ‘catastrofismo’ hasta el extremo de la auto liquidación política. La ‘nueva generación’ que reivindica, ha nacido prematuramente ‘sabia’ y ‘vieja’. A medida que la crisis entra en nuevas etapas, se pone más de manifiesto la colusión entre todas las tendencias de la burguesía imperialista norteamericana. Hay otra izquierda, que con la misma premisa, saca la conclusión inversa. Los seguidistas de izquierda del partido demócrata convocan a no salir a la calle, para “no hacerle el juego a Trump”. ‘Matemos al fascismo o al golpe de estado con la indiferencia’, ¡no les demos pretextos para provocar! Con una izquierda de este tipo la derecha tiene más de medio trabajo hecho – inmovilizar a la democracia y a los explotados. A quienes se consideran aún trotskistas, recomendamos la lectura de la posición de Trotsky ante el golpe militar del general Sanjurjo, contra la flamante República española, donde denuncia la pasividad de la izquierda, amparada en que el gobierno de Azaña era burgués, y que reprimía a obreros y campesinos.
 Cualquier observador de afuera de EEUU debe suponer que la clase obrera y los sindicatos norteamericanos están dibujados, o por lo menos que tienen la vista en la nuca. Esta caracterización queda desmentida por el comunicado que acaba de emitir la central AFL-CIO, que amenaza con la expulsión a los sindicatos que anuncian huelgas regionales contra el golpe, y reclaman al secretario general nacional, Trumka, una huelga general. Es lo que cuenta un boletín PayDay.
 La prensa capitalista del mundo entero, aunque de Europa en particular, ha recibido el asalto al Capitolio como una suerte de golpe de estado internacional. Está ansiosa para que Biden restablezca el status quo anterior, incluso cuando está convencida de que pide peras al olmo y de que se trata de algo imposible. Un socialista que no lucha contra el golpe trumpista está renunciando a su compromiso internacionalista. Se ha desenvuelto un golpe de estado en el país que por supuesto es la principal potencia capitalista, pero que por sobre todo está en el tope de la crisis de la pandemia; o sea una crisis política sin antecedentes de esta envergadura, que está rodeada de centenares de miles de muertos. Como descubrió Lenin, en 1915, un cambio de época.

 Jorge Altamira 
 14/01/2021

miércoles, 13 de enero de 2021

El segundo golpe de Estado de Donald Trump


Un memorando interno del FBI, que advierte acerca de la preparación de cincuenta manifestaciones armadas en las vísperas de la asunción del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, pone de manifiesto que la crisis política desatada por el asalto al congreso norteamericano no ha amainado. Revelaciones de la prensa, en este caso del Washington Post, que muestran la complicidad entre la custodia policial del Congreso, la Guardia Nacional e incluso personajes de alta responsabilidad en el Pentágono, con las bandas de asalto, ilustran la naturaleza golpista de ese asalto y al mismo tiempo el grado de fragmentación del aparato del estado. 
 Otras informaciones dan cuenta del bloqueo que sufrieron las autoridades de los estados de Virginia y Maryland para movilizar a sus Guardias Nacionales, ante el pedido urgente de las jefaturas parlamentarias del partido demócrata, en la etapa más dramática de la ocupación de las instalaciones del Capitolio. Ninguna corriente política desmiente que los acontecimientos tuvieron lugar por inspiración de Trump, el presidente de EEUU, y que el asalto fue planificado con semanas de antelación. En las mismas vísperas, incluso, en un discurso de campaña para la segunda vuelta senatorial en el estado de Georgia, Trump llamó a marchar a Washington para enfrentar la sesión del parlamento encargada de certificar la victoria de Biden. La presencia de un golpista en el Ejecutivo norteamericano no es poca cosa, cuando se tiene en cuenta que está a cargo del botón nuclear. Cuando apenas habían pasado horas del asalto fascista en Washington, Trump dictó una orden ejecutiva que vuelve a poner a Cuba en la lista de estados terroristas, algo que lo autorizaría para emprender un ataque militar. El partido Republicano acaba de reelegir por otro período de dos años a su binomio dirigente, de cuño trumpista.

 Ni incapacidad, ni ‘impeachment’ 

Las dos medidas constitucionales para destituir a Trump no dan señales de prosperar. El vice-presidente, Mike Pence, se niega a usar la enmienda 25, que permitiría declarar “la incapacidad” de Trump para continuar en su cargo. Aunque Pence se negó a impulsar un impasse en la certificación de Biden, para lo cual no está tampoco autorizado, como pedía Trump, su negativa a facilitar su destitución es objetivamente golpista. Poder completar el mandato constituiría una enorme victoria política de Trump y su séquito fascista. Tampoco prosperaría el juicio político que ha puesto en marcha la mayoría demócrata en Diputados, porque no hay señal de que pueda reunir los dos tercios que se necesitan para destituir a Trump, en el Senado. Los cinco muertos que ocasionó el asalto en el Congreso coloca a Trump como el autor intelectual de un delito penal – un equivalente a José Pedraza, el fallecido responsable del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra. O en el lugar de Luna, Schiavi y De Vido, por ese mismo delito o por las 53 muertes en Once. Trump seguiría en la Presidencia sin desarmar tampoco ninguno de los complots que denuncia la prensa. Aunque Biden jure el 20 de enero, el cumplimiento entero de su mandato sería una victoria estratégica para Trump y un aliciente para el desarrollo de un movimiento fascista. 
 La dimensión política de esta crisis ha sido mucho mejor comprendida en las filas de la burguesía liberal que en la izquierda. En efecto, el liberalismo señaló enseguida el carácter golpista del asalto y el padrinazgo de Trump, y es ella la que ventila las conspiraciones que siguen en marcha. Teme una potencial fractura institucional, inclusive en las fuerzas armadas y los servicios de seguridad, que se encuentra en desarrollo desde los ‘hackeos’ y guerras de servicios de la elección anterior, en 2016. Trump extorsionó al gobierno de Ucrania para conspirar contra Biden, condicionando una “ayuda militar” a ese país, ya votada por el Congreso. Desde la renuncia de John Mattis quedó expuesta la fractura con el Pentágono y la OTAN. Pero la burguesía liberal ha quedado en una posición minoritaria frente al bloque de los trumpistas y de quienes quieren llegar al pase de mando sin hacer ruido. No ha habido siquiera la insinuación de una movilización de masas anti-golpista y anti-fascista, ni de parte del liberalismo ni de la izquierda. 
 Dos publicaciones de la izquierda norteamericana, The Nation y Jacobin, rechazan la tesis de un golpe, con el argumento de que la burguesía en su conjunto no está dispuesta a sacrificar los instrumentos históricos de explotación de la democracia, para ir atrás de una aventura. Izquierda Socialista caracteriza “una crisis política del imperialismo”, pero rechaza que haya habido un golpe. El asalto al parlamento en medio de una crisis política, nada menos que del imperialismo, es seguramente algo más que una travesura, en especial cuando la instiga el Presidente, al que muchos responsabilizan incluso de “la crisis política”. Para que llamar a movilizarse, se auto justifican las publicaciones norteamericanas. La propuesta inédita de Izquierda Socialista, frente al asalto al parlamento organizado por Trump, es “avanzar en la construcción de una alternativa política de izquierda independiente”. Una fuerza democratizante, ni demócrata ni republicana. 

 Fracturas 

La torpeza de todo este planteo es antológica – porque una corriente de derecha y supremacista con más de 70 millones de votos, que no tendría el apoyo de la mayoría de la gran burguesía, deja ver un fenómeno fascista en algún grado de desarrollo – una razón mayor para impulsar la movilización. Una fractura política de esta envergadura señala una transición política, donde las posiciones establecidas se agotan, y aquellas aún inmaduras ganan fuerza. Hay un cambio estratégico del escenario y un salto cualitativo en la agudeza de la crisis en su conjunto. 
 Biden, de otro lado, ha ganado las elecciones con el voto de un electorado que en forma creciente se moviliza contra el racismo, la desigualdad social y la precariedad laboral y de la vida. El asalto al parlamento se produce cuando crecen las movilizaciones extra parlamentarias, y cuando millones de indiferentes se acercan a los locales de votación. Cuando la base electoral del fascismo se debilita, como lo insinúa la votación en Georgia, donde el supremacismo pierde por primera vez en décadas. Según las encuestas, además, más de la mitad de la ciudadanía apoya la destitución de Trump, en claro contraste con las idas y vueltas de los políticos. 
 Cuando Trump debiera estar alojado en una celda común; sus conexiones golpistas investigadas; y declarada su incapacidad constitucional de por vida; la derecha liberal se insurge porque las redes digitales han privado a Trump de sus cuentas. Este desatino, que linda en la idiotez, es revelador por la confusión que muestra. En primer lugar, porque los golpes de estado, las guerras civiles, las guerras internacionales y las revoluciones son la expresión de la inviabilidad de la organización social y política pre-existente a ellas, incluida la libertad de expresión. Pretender el rescate de la libertad de expresión cuando las contradicciones históricas arriban a un punto de explosión, es como "jugar en el bosque mientras el lobo no está”.

 Juguemos en el bosque 

La derecha liberal quiere imaginar que su mundo sigue intacto, en medio de los cascotes. Esto vale especialmente cuando la libertad de expresión ya ha sido abolida en la práctica, antes de las crisis, por el monopolio capitalista de la desinformación. Los medios de comunicación son una máquina gigantesca de desinformación y manipulación, y no solamente en China, Rusia o Corea del Norte, sino especialmente en los regímenes democráticos. Twitter ha sido el gran canal de agitación fascista de Trump. El retiro de su cuenta hizo caer sus acciones de inmediato en un 15%, porque los casi cien millones de seguidores de este individuo era una fuente de renta fenomenal para los accionistas.
 Cualquiera sabe que las redes sociales son un instrumento de desinformación gigantesco, punteado aquí o allá por las opiniones de usuarios individuales. Las empresas digitales venden una masa de información privada gigantesca, ejerciendo un control o seguimiento sin precedentes de los individuos y la vida cotidiana. La socialización de estos medios por parte de una sociedad basada en la gestión colectiva de los medios de producción, de vida y de información, es un imperativo de supervivencia. La industria informática ocupa un lugar central en la crisis capitalista. Lo deja en claro la persecución vengativa contra Assange. Assange, quien reveló lo que todos los estados esconden, se encuentra preso por los titanes de la libertad de expresión. Los trabajadores de las IT se están poniendo a la cabeza, por medio de repetidas huelgas, de las rebeliones populares.
 La asonada golpista del 6 de enero pasado ha acelerado la crisis política en Estados Unidos y en el mundo entero. Ha mostrado el extremo de la incapacidad de los regímenes en presencia para lidiar con la crisis de salud. Si de desinformación se trata, las manipulaciones acerca de las vacunas son impresionantes. La pandemia podría convertirse, en estas condiciones, en un detonante poderoso adicional de la crisis política norteamericana – y en el mundo entero. 

 Jorge Altamira 
 12/01/2021