domingo, 29 de septiembre de 2019

Habana nuestra




Un recorrido por La Habana a propósito de su cumpleaños 500

Lo que merece ser defendido

Para comenzar, debo decir que la coyuntura no me ha sido especialmente hostil. Debe ser por suerte, pero siempre me ha aparecido la guagua salvadora, para sacarme de los atolladeros. Me las he arreglado para no ir tan apretado. Lo cual no quita que comprenda y me sensibilice ante la difícil situación en la que se encuentra el pueblo, en cualquier rincón del país.
Durante estos días he tenido algo de tiempo para reflexionar. Entre las cosas que me han llamado la atención se encuentra la solidaridad de los que se mueven en autos, que se detienen a recoger personas para dar botella. No se trata solo de los que paran cuando las autoridades los obligan, sino de los que lo hacen por propia voluntad. Varios funcionarios me han montado en sus carros, y allá voy yo, en la parte de atrás, sintiéndome ligeramente culpable por escribir artículos contra la burocracia.
Este martes 24 de septiembre, Donald Trump dio su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Dijo, entre otras rocambolescas frases, que en el socialismo y el comunismo no se trata de ayudar a los humiles, sino de “solo poder para la clase dirigente”. Carlos Marx, donde quiera que esté, debe estar boquiabierto de perplejidad. Escuchar eso de la boca del bufón que se sienta en el trono imperial, en verdad indignante.
Uno, que normalmente se siente decepcionado de la lentitud y del burocratismo que carcome al gobierno cubano, tiene por fuerza que preguntarse: ¿por qué lo quiere destruir Donald Trump? Si este gobierno es tan poco revolucionario, ¿por qué bloquearlo con tanto ahínco, al punto de criminalizar a los buques que llevan petróleo a la Isla?
En mis análisis he llegado a la conclusión de que en Cuba existen dos contradicciones sociales básicas importantes: Una es la vieja disputa entre el poder revolucionario socialista y las fuerzas más reaccionarias del capitalismo global, con sedes principales en Miami y Washington. La otra es la que existe entre el pueblo y la dirigencia burocratizada, la cual ha surgido como producto de la estructura política que se creó para blindar ese poder.
Ese es el resultado de mis análisis. No obstante, también comprendo que no todo el mundo puede verlo con claridad. Para muchas personas, la segunda contradicción, entre pueblo y burocracia es la única importante, por lo que no se miden en embestir contra el gobierno. Eso tiene una razón objetiva: es que, en la cotidianidad del cubano, el imperialismo es un fantasma sin rostro, algo de lo que se habla todo el tiempo, pero no se ve, mientras que el funcionario que no se baja del carro o del avión tiene rostro, nombre y apellidos. El ser humano tiende a dirigir su furia hacia lo que tiene más cerca, hacia lo que lo pincha directamente.
Hace falta ver a un Trump despotricando sobre el comunismo, y a un coronel dando botella, para darse cuenta de que hay algo que merece ser defendido. Hay algo en el fondo de nuestra realidad cubana que le quita el sueño a Trump y a los sicofantes de la nueva derecha. Porque esa es la pregunta que debemos hacernos: ¿qué es lo que quiere destruir Trump?
Lo que quieren arruinar es el acumulado cultural del socialismo cubano. Por más carcomida que esté la capacidad revolucionaria de nuestro gobierno, después de tantos palos que nos ha dado la vida, este sigue siendo el país que ha vivido una de las más osadas revoluciones anticapitalistas. Tenemos décadas de experiencias acumuladas de todo lo que se puede hacer en una sociedad que ha renunciado al egoísmo capitalista. Han sido años de independencia política y orgullo soberano, fuera del lugar que debería tocarnos en el mapa de la geopolítica capitalista.
Hacia allí van sus flechas, no hacia el gobierno solamente; su objetivo es llegar a nosotros, los ciudadanos, y presentarse como nuestros salvadores para que renunciemos y nos entreguemos al modo de vida normalizado por el capitalismo global. Nos dicen carneros y ovejas, porque lo que quieren en realidad es que regresemos a sus corrales.
Entonces, esa permanente estrategia imperialista para robar nuestros cerebros y corazones, complica todo lo que podemos hacer en Cuba como activistas contrarios al burocratismo. Debemos conservar cierto celo protector. No se trata de defender a la burocracia, a los que justamente se escudan en el bloqueo para seguir haciendo mal las cosas. Se trata de preservar el espacio de soberanía política, impensable dentro del mundo actual, que nos han legado la Revolución y el Socialismo. Es nuestra más preciada herencia.
No se puede golpear al gobierno cubano como si fuera una inmensa campana de bronce. En realidad, es una campana de vidrio, y si la rompemos, tal vez nos quedemos para siempre a la intemperie. Con esto quiero hacer una respetuosa crítica a muchos de los que también escriben, como yo, en medios alternativos, y que me parece mueren de ganas de golpear campanas.
Cuando se mira más de cerca, se ve que las dos contradicciones en realidad son dos variantes de la misma. Esto es, porque el burocratismo no es más que continuidad de la dominación en el socialismo, es como un pedazo de capitalismo que vive con nosotros, y que nace de nuestros demonios interiores, del egoísmo que no hemos logrado dominar como seres humanos. Y el imperialismo sabe eso, y lo fomenta, entra en sus cálculos. Sí, cuando los EE.UU. bloquean un país, están contando con que la crisis económica sacará lo peor de los seres humanos, incluso de los que hasta ayer eran supuestamente revolucionarios.
Los burócratas le hacen el juego al imperialismo, aunque no siempre sean conscientes de ello. Los imperialistas lo saben, y ven con buenos ojos el envilecimiento de los revolucionarios. Por eso, entre otros motivos, no se deciden a invadir con todas sus fuerzas a Venezuela y Cuba; les es más rentable apretarlas económicamente, y que sea el propio burocratismo con sus desmanes el que destruya el acumulado cultural socialista.
Por eso tampoco aceptaré las descalificaciones que nos hacen a los que nos dedicamos a la crítica. Ni los interesados llamados a la unidad abstracta. Porque en este momento, luchar contra el burocratismo y contra el envilecimiento que aflora en nosotros mismos como seres humanos sometidos a situaciones extremas, es una auténtica labor antimperialista. El acumulado cultural del socialismo cubano merece ser defendido.

Yassel A. Padrón Kunakbaeva
La Joven Cuba

La importancia de la nueva lucha

Bajo el elocuente título La importancia de la tautología, Miguel Alejandro Hayes publica los resultados de su lectura y discusión de mi reciente Carta sobre el socialismo dirigida a Juventud Rebelde, ignorada y más tarde acogida por otros medios de izquierda que por suerte dan voz a los comunistas sin prensa. Hayes observa, en un acto innecesario de relativización del término por el cual me imputa un error teórico, que la liberación de las fuerzas productivas no conduce al capitalismo. Para él liberar las fuerzas productivas es una frase de significado general e impreciso que sugiere el aprovechamiento de la potencia productiva de una sociedad. Las fuerzas productivas, dice con razón, comprenden «la capacidad productiva del hombre, la de la naturaleza, y de lo que estos en combinación crean, la capacidad de los medios de producción». Hayes saca de contexto mi análisis de las fuerzas productivas en relación con el capitalismo, lo desprende de su referencia a una Cuba en transición y lo eleva a la universalidad de la economía política de una manera muy poco marxista.
Liberar las fuerzas productivas, dicho de forma absoluta y categórica, como lo expresó el economista Antonio Romero y como yo lo utilicé en mi respuesta no tiene reducción de magnitud ni ambigüedad semántica o pragmático—discursiva: dejar libre de toda restricción y obstáculo a los actores económicos de un país en transición socialista para que produzcan riqueza, actores entre los que se encuentra la propiedad privada. No se ha dicho liberar algunas fuerzas productivas, sino liberar—las, o sea, liberarlas todas. Tal criterio de liberación en el contexto económico, político y social cubano desembocaría en el establecimiento a corto plazo de una economía mixta capitalista que pretenderá lanzar el comunismo al basurero de las utopías.
En Cuba no hay que liberar las fuerzas productivas, hay que liberar las fuerzas productivas que sirvan para basar el socialismo, liberar, en todo caso, las fuerzas productivas de la tiranía de las relaciones capitalistas de producción. Hay que pensar otra economía, otra política, otra costumbre, otro arte y otro periodismo. Miguel Alejandro Hayes elige sentar cátedra sobre ciertas perogrulladas del marxismo y elige jugar con el lenguaje con afición de sofista o de fílólogo para ignorar el cotexto y el cómo de la revolución de cuya ausencia se lamenta en mi epístola y que en realidad sí aparece esbozado. Remito al lector a ese esbozo que debería ser el verdadero centro del debate para sustituirlo o enriquecerlo.
Ida a Juventud Rebelde, ignorada y más tarde acogida por otros medios de izquierda que por suerte dan voz a los comunistas sin prensa. Hayes observa, en un acto innecesario de relativización del término por el cual me imputa un error teórico, que la liberación de las fuerzas productivas no conduce al capitalismo. Para él liberar las fuerzas productivas es una frase de significado general e impreciso que sugiere el aprovechamiento de la potencia productiva de una sociedad. Las fuerzas productivas, dice con razón, comprenden «la capacidad productiva del hombre, la de la naturaleza, y de lo que estos en combinación crean, la capacidad de los medios de producción». Hayes saca de contexto mi análisis de las fuerzas productivas en relación con el capitalismo, lo desprende de su referencia a una Cuba en transición y lo eleva a la universalidad de la economía política de una manera muy poco marxista.
Liberar las fuerzas productivas, dicho de forma absoluta y categórica, como lo expresó el economista Antonio Romero y como yo lo utilicé en mi respuesta no tiene reducción de magnitud ni ambigüedad semántica o pragmático—discursiva: dejar libre de toda restricción y obstáculo a los actores económicos de un país en transición socialista para que produzcan riqueza, actores entre los que se encuentra la propiedad privada. No se ha dicho liberar algunas fuerzas productivas, sino liberar—las, o sea, liberarlas todas. Tal criterio de liberación en el contexto económico, político y social cubano desembocaría en el establecimiento a corto plazo de una economía mixta capitalista que pretenderá lanzar el comunismo al basurero de las utopías.
En Cuba no hay que liberar las fuerzas productivas, hay que liberar las fuerzas productivas que sirvan para basar el socialismo, liberar, en todo caso, las fuerzas productivas de la tiranía de las relaciones capitalistas de producción. Hay que pensar otra economía, otra política, otra costumbre, otro arte y otro periodismo. Miguel Alejandro Hayes elige sentar cátedra sobre ciertas perogrulladas del marxismo y elige jugar con el lenguaje con afición de sofista o de fílólogo para ignorar el contexto y el cómo de la revolución de cuya ausencia se lamenta en mi epístola y que en realidad sí aparece esbozado. Remito al lector a ese esbozo que debería ser el verdadero centro del debate para sustituirlo o enriquecerlo.

Yunier Mena
La Trinchera

sábado, 28 de septiembre de 2019

Silvio Rodriguez - Tonada del albedrío


Conversando con… Ignacio Ramonet




La Mesa Redonda dialogará este martes con el reconocido periodista, teórico de la comunicación y politólogo Ignacio Ramonet. Su reciente visita a Lula en la prisión de Curitiba, el asedio político y mediático a Venezuela, los retos de Europa y los desafíos globales, el imperio de la vigilancia y el valor de la información estarán entre los temas de la conversación.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Entrevista a Abel Prieto, realizada por H. Calvo Ospina




Entrevista al diputado, asesor del presidente de Cuba y ex ministro de Cultura; Abel Prieto Jimenez. Nos habla de Cuba, Venezuela y la política agresiva de Estados Unidos. También de la actual geoestrategia mundial.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

La primera vez que EE.UU. quiso dejar sin combustible a Cuba ... y fracasó




«Si no tan grave como el imperialismo económico, que succiona la sangre del pueblo cubano, es también disolvente el imperialismo ideológico que le sigue. Aquel le rompe su independencia económica; éste le destroza su vida moral. El uno le quita el sostén; el otro el alma».
Así, con Don Fernando Ortiz iluminándonos con su sabiduría comienza nuestro tiempo juntos en #LaPupilaTV

martes, 24 de septiembre de 2019

Cuba más allá de la coyuntura, mirar al sol




Nuestra dependencia del petróleo es estructural y ha constituido desde hace mucho tiempo una de las debilidades mayores de nuestra economía

Hubo un tiempo en que los habitantes de la villa de San Cristóbal de la Habana reconocían las épocas de bonanza o penuria por la cantidad de veleros anclados en la bahía. Ese tiempo, todavía y a pesar de que las principales actividades comerciales marítimas del país se han desplazado hacia el puerto del Mariel, aún no ha pasado del todo.
Hoy las épocas de bonanza o penuria pueden ser de alguna manera diagnosticadas por la entrada o no de un carguero con petróleo en la bahía de la Habana o en la de Cienfuegos o en la de Matanzas. Así, pues, nuestra secular dependencia del petróleo nos devuelve aquella misma imagen, esta vez modernizando con barcos sin velas y con porte mucho mayor. Pero el barco en la bahía sigue siendo el ícono de nuestra dependencia, ya sea del de aceite de comer, de pollo, harina de trigo o de petróleo.
Habría también que reconocer que el acceso de todos los ciudadanos a la energía es un elemento de equidad social indiscutible. A la vez también hay que reconocer que fue una preocupación de la dirección del país desde los inicios de la Revolución Cubana de 1959 facilitar que la mayoría de la población pudiera alcanzarlo, primero con la reducción de las tarifas eléctricas, y luego con la expansión de las capacidades de generación, durante los años 60 y 80. Hoy la penetración eléctrica en Cuba es significativamente alta.
Adelantaré algunas ideas sobre este tema de nuestra dependencia energética ahora muy actual por la “coyuntura” de un contrato no conseguido:
1. Nuestra dependencia del petróleo es estructural y ha constituido desde hace mucho tiempo una de las debilidades mayores de nuestra economía desde que el petróleo se convirtiera en el combustible por excelencia a escala mundial.
2. Esa debilidad fue uno de los primeros recursos que el gobierno del presidente Eisenhower quiso aprovechar desde el propio año 1959.
3. La relación con la URSS permitió eliminar la amenaza del corte energético estadounidense, pero a la vez consolidó nuestra dependencia energética, teniendo como “daño” colateral cierta laxitud en adoptar políticas industriales y de precios hacia el consumo de petróleo y sus derivados y hacia el consumo de energía eléctrica, así como incentivos que contribuyeran a la eficiencia energética y a una cultura de ahorro, más bien se produjo un efecto contrario.
4. Ha existido una asimetría significativa entre la “preocupación” por nuestra dependencia energética y las políticas adoptadas para reducirlas.
5. Esa asimetría se ha manifestado también en el hecho del carácter reactivo de muchas medidas, casi siempre tomadas para paliar crisis producidas por escasez de petróleo. Así fue cuando el Período Especial, o cuando los apagones del 2004 debido a los problemas en una de las termoeléctricas del sistema energético nacional y que nos llevó a la Revolución energética, de la cual lo más revolucionario fue la generación distribuida, también en base a combustible fósil importado.
6. En los documentos rectores hasta el 2030 aparece la decisión de cambiar la matriz energética y alcanzar hasta un 24% de energía a partir de fuentes renovables, liderado por la generación a partir de la biomasa cañera y el marabú. Sin embargo, aparece muy poco o nada sobre el fomento del uso de la energía renovable, especialmente de la energía solar para aplicaciones específicas, como el transporte o el calentamiento de agua, etc. o para el consumo individual de los ciudadanos. Digamos que no existe una política para fomentar el consumo de energía solar en los hogares cubanos y esa es también una fuente principal de ahorro de combustible fósil si tenemos en cuenta la estructura del consumo actual de la energía eléctrica.
Es muy probable que me haya saltado algunos asuntos de relevancia para este tema pero cierto es que nuestra estrategia energética hasta el año 2030 centra el esfuerzo en la energía eléctrica producida a partir de la biomasa cañera y forestal principalmente, aunque también impulsa el desarrollo de los parques fotovoltaicos pero en mucha menor proporción.
Según el texto Energía fotovoltaica para Cuba, publicado en el 2019 por la Editorial Cubasolar, del Dr.C. y profesor de la Universidad de la Habana, Daniel Stolik –de donde he tomado esta gráfica–, la energía potencial del sol en nuestro país es de doscientos millones de GW al año y se traduce en unos 5KWh/m2: mucho más que el consumo promedio de cualquier hogar cubano.

Ahora vayamos a los hechos concretos:

1. Del 2004 a al 2017 el consumo de electricidad promedio (KWh/cliente) se incrementó en 3,6%.
2. En ese mismo período el consumo del sector residencial se incrementó en 35,5% KWh.
3. La estructura del consumo ha variado de 2004 a 2017. Hoy la población consume el 67% del total mientras solo era el 46% en el 2004.
4. Los esfuerzos de crecimiento y desarrollo y el propósito de ser un país más próspero solo son posibles de alcanzar elevando el consumo de energía de forma absoluta, aunque podamos disminuir el consumo en relación con el crecimiento del PIB.
5. No parece razonable esperar una disminución sustancial de los precios del petróleo, mas bien todo lo contrario.
6. Tampoco lo es esperar en el corto plazo una recuperación sustancial de la producción de petróleo de Venezuela.
7. Lo mismo puede decirse de la política de Trump hacia Cuba y Venezuela. Hay que considerer, además, la posible reelección de Mr. Trump.
8. Esperar un incremento decisivo de la producción nacional de petróleo y gas en el corto y mediano plazo que cubra sustancialmente nuestras necesidades actuales no parece tener fundamento real.
9. Existe también un cierto límite físico a la producción de energía eléctrica basada en bagazo y marabú; de una parte propia disponibilidad de bagazo y el posible agotamiento de nuestros “yacimientos” de marabú con el incremento de su consumo para la producción de energía. Pero es cierto que a pesar de ello, la producción de electricidad vía bioenergéticas de bagazo y marabú son una buena alternativa.
Sin embargo, aun así nos sigue quedando un recurso casi ilimitado en el plazo de unos miles de años: el sol, que sin llegar a ser “la solución” si pudiera ser esa aspirina grande que alivie, en parte, este dolor de cabeza.

La energía fotovoltaica y sus aplicaciones: “to be or no to be”

Es cierto que Cuba tiene una estrategia de cambio de matriz energética donde la energía solar es la segunda de las fuentes renovables que utilizaremos, al menos hasta 2030. Es cierto también que en esa estrategia la participación de la generación desde hogares e instituciones no es lo prioritario ni aparece como decisivo, tampoco el uso de las aplicaciones.
En Cuba muchas instituciones han investigado desde hace mucho tiempo estos temas. Conocimiento no nos ha faltado, es otra cosa de la que no hemos carecido.
La primera celda solar de silicio se hizo en 1975, cuando comenzaba las investigaciones en la temática FV en la UH que perduran hasta hoy. A finales de los 80 comenzaron en la industria a hacer los primeros módulos FV, que posteriormente continuaron mas establecidamente en lo que hoy es el CCE de Pinar del Río. En la década del 90 el CIPEL incursionaba en la obtención de inversores con la electrónica de la época. El CIES en Santiago de Cuba comenzaba a instalar sistemas remotos. El Comité Estatal de Energía hacia sus primeras promociones de la FV. Se creaba el CETER en la CUJAE y el Laboratorio de Investigaciones FV en el IMRE-UH. La empresa ECOSOL desarrollaba las instalaciones FV en el país y después en otros países. En 1992 se elevó la proposición de Programa FV para Cuba. Pero la línea energética en el país continuaba sobre las base de combustibles. Se creo el Grupo de GNESFV que trabajo varios años. CUBASOLAR promovía las FER. Se realizaron otros estudios sobre la necesidad del programa FV en 2005, 2007, 2009, 2012. y la actual actualizada en diciembre del 2012.
Importantes estudios integrales sobre energía FV se realizaron y se han publicado por más de 25 años en el marco de la Facultad de Física-UH y el IMRE UH.
En Cuba el asunto de la energía fotovoltaica ha tenido de todo, desde muchísimas instituciones investigando el tema hasta grandes detractores de su utilización, pasando, lógicamente por aquellos menos entendidos que piensan que porque tenemos ¡muuuuucho sol! y pasamos un calor de infierno casi todo el año, pues sería muy fácil utilizar el sol para producir energía.
Hoy es posible, gracias a la reducción drástica de los costos de las celdas solares, al aumento de la eficiencia de la mismas, al aumento de la calidad y la eficiencia de las baterías (especialmente las de ión litio) y la reducción en picada de sus costos respecto a unos años atrás, pensar en expandir la utilización de la energía fotovoltaica y no solo basar el cambio de nuestra matriz en la utilización de los grandes parques solares que la política del país está promoviendo.
Prácticamente existen aplicaciones para la utilización de la energía fotovoltaica en todo. Si fomentáramos la generación en el sector residencial, para la propia generación eléctrica y para el calentamiento de agua y el bombeo de agua a los edificios y casas desde las cisternas, podríamos ahorrar mucho fuel, si lo hacemos en el transporte igual de importante sería el ahorro de diésel y de piezas de repuesto y mantenimiento, ni que decir si lo empleáramos en los hoteles, para los sistemas de aire acondicionado, bombeo de agua, etc. Es cierto que todo esto requeriría de estudios específicos. Pero también es cierto que de la muestra un botón.
Por suerte ya hoy al menos tenemos una muestra de sus aplicaciones en el transporte, en especial para sustituir vehículos que prestan servicios decisivos en el bienestar de la población tal es el caso de la iniciativa de una empresa mixta, Aguas de la Habana, que incorporó veintidós vehículos eléctricos a su flota, haciendo poco caso de los escépticos y que hoy podemos ver circulando por La Habana con el consiguiente ahorro de combustible, además de piezas de repuesto, etc. y que hoy son los únicos autos en Cuba se libran de la nueva coyuntura y pueden dar el servicio a la ciudad.

¿Pensar como país?

Es cierto que en el documento de los ejes estratégicos está el cambio de matriz energética, pero pregunto, ¿cuántos de los sectores y empresas actuales tienen incorporado de manera concreta su aporte a este propósito utilizando el recurso más abundante que tiene Cuba? ¿Cuántos de los actuales hoteles que se construyen tiene incorporado en sus proyectos el uso de energía fotovoltaica con fines específicos, o la desalinización de agua de mar para disminuir el bombeo de agua dulce a veces desde centenares de kilómetros de distancia? ¿Cuántas de nuestras empresas han pensado en abandonar radicalmente los autos y algunos camiones de bajo porte de combustión interna y cambiarlo por eléctricos alimentados con paneles solares en sus estaciones de carga?
¿Acaso no es coherente con la urgencia y la estrategia emitir nuevas regulaciones para facilitar que los ciudadanos importen paneles solares para la generación sin inyección a red (o con ella) y para calentamiento de agua dado que es el sector residencial el mayor consumidor?
¿Por qué no se modifican los aranceles a la importación de carros eléctricos y a la de paneles solares para nuestras empresas e instituciones?
¿Cuánto más podemos ahorrar si pensamos como país, cuanto más independientes podemos ser?
Por lo pronto me seguiré leyendo el libro de Stolik pues tengo el privilegio de tener una copia dura de él, solo recomiendo que fuera de lectura generalizada para todos los que tienen que ver con esto tremendo problema que es la energía y esos realmente somos casi todos.

Juan Triana Cordoví
OnCuba

¿Hacia una crisis económica mundial?

Varios factores se han unido en las últimas semanas para que los analistas y medios de comunicación especializados insistan en que se avecina una crisis económica mundial a semejanza de la ocurrida en 2008.
Entre las cuestiones más álgidas aparecen la disminución de la producción industrial mundial, la caída de la confianza de las empresas, algunos importantes países al borde de la recesión, el desmedido aumento de la deuda global, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como la incapacidad de los bancos centrales del orbe en tomar las medidas adecuadas para estabilizar la situación.
En un artículo publicado en el portal SHTFplan, el analista Max Slavo señala que según un informe del Instituto de Finanzas Internacionales, la deuda global aumentó en 3,3 billones de dólares en 2018 y asciende actualmente a 243 billones de dólares. Asegura el articulista que se trata de una cifra tres veces mayor que el Producto Interno Bruto (PIB) total del mundo, es decir, superior al valor de todos los productos y servicios del planeta. Estados Unidos es el más endeudado con alrededor de 72 billones de dólares.
Para Slavo, el sistema esta basado en la deuda e “irremediablemente quebrado pero aún está siendo respaldado por las mentiras de los banqueros centrales que otorgan créditos y los gobiernos que desean mantener su poder sobre otros”.
Es un mecanismo que utiliza constantes emisiones de dólares, mientras los bancos otorgan créditos lo cual impulsa una abundante deuda mundial con la consecuente quiebra de empresas, caídas de gobiernos y empobrecimiento de los habitantes.
Si hace un año la mayoría de las economías se hallaban en una cierta prosperidad, en estos momentos parecen acercarse al borde de otra crisis.
Organismos financieros internacionales rebajaron los pronósticos de crecimiento mundial a 2,7 % en 2019 y 2020 en comparación con 3,2 % en los dos años anteriores.
El proteccionismo impulsado por Estados Unidos también hace mella en el comercio global, afirma Moody's Investors Service al asegurar que solo crecerá 2,5 % la tasa más baja de los últimos tres años.
Los aranceles y extorsiones impuestos por la administración de Donald Trump a China y a otras dos decenas de países crean gran incertidumbre sobre la economía internacional y al poder adquisitivo de los estadounidenses, que tendrán que pagar más por las mercancías que adquieran sin que a la par sus sueldos se eleven.
Algunas naciones ya se encuentran en embarazosos problemas y al borde de la recesión como ocurre con Brasil, la mayor economía de América Latina que ya esta en recesión al tener su Producto Interno Bruto (PIB) cifras negativas durante dos trimestres consecutivos, afectada por la baja producción industrial, el alto desempleo y las políticas contra los sectores públicos encaminadas por el actual presidente Jair Bolsonaro.
Alemania, la cuarta economía más grande del orbe, con dos trimestres seguidos de contracción, un descenso en las exportaciones sobre todo de automóviles, equipos y maquinarias se enfrenta a nuevos retos por la casi segura salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y la posibilidad de que Washington aplique nuevos aranceles a las exportaciones de las industrias automotrices de la Unión. Los analistas estiman que la economía alemana ya esta al borde de la recesión.
Otro país europeo que desde hace años da visos de inestabilidad política y económica, con baja productividad, el alto desempleo juvenil, elevados niveles de endeudamiento, es Italia, que se mantienen con un debilitado PIB.
Los revuelos producidos por el brexit ya motivaron que el PIB del Reino Unido disminuyera en el segundo trimestre, lo que significó la primera reducción desde el 2012.
A esto se une el temor a un posible caos después de la salida del país sin un acuerdo equilibrado con el bloqueo europeo (denominado "brexit duro") lo que podría tener un fuerte impacto en su economía y que según los analistas lo llevaría a una inevitable recesión.
En caos económico total se encuentra Argentina, con vaticinios de caer en default al no poder pagar su abultada deuda adquirida con el Fondo Monetario Internacional, sin divisas en las arcas del Banco Central y poca liquidez. Durante los años de presidencia del neoliberal Mauricio Macri, la quiebra de pequeñas y medianas empresas ha sido cotidiana, la pobreza alcanza al 38 % de la población con una galopante inflación en alimentos, electricidad, transporte, gas y combustible.
China, aunque su PIB se prevé este año en 6,2 % su economía se mantiene entre las más fuertes del mundo pero la guerra de aranceles lanzada desde Washington podría afectar algunas de sus producciones e importaciones con el consecuente daño a países como Chile y Australia que exportan cobre y hierro, respectivamente, hacia el gigante asiático.
A grandes rasgos se percibe un panorama no muy halagüeño para la economía mundial.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Guillermo Almeyra 1928-2019




Un militante de cuatro continentes y un amigo entrañable

Apenas un recuerdo muy personal

No por no esperado el desenlace dejó de golpearme. Pasada la mañana de este domingo me llega la noticia de que Guillermo Almeyra Casares (Manuel) no pudo con lo que el mismo llamó días atrás su última batalla. No se equivocó, su físico, no su capacidad intelectual que seguía intacta, no resistió el último esfuerzo.
Lo conocí hace tantas décadas que ya no recuerdo cuando ni dónde. Lo frecuenté más seguido a su regreso del exilio de la última dictadura, cuando juntos con Adolfo Gilly, Alberto J. Plá y Carlos A. Brocatto lanzamos el proyecto de Cuadernos del Sur. Con el tiempo las relaciones políticas se hicieron más fraternales y personales y construimos una profunda amistad.
Nos reuníamos periódicamente en su casa del barrio de Floresta primero y luego en la de Boedo, en las dos lo que impactaba era el aire mediterráneo impuesto por Anaté en su decorado y los miles de volúmenes que poblaban sus bibliotecas que viajaron de un país a otro. Como me impactó, ya en sus últimos días en baires, ver las estanterías vacías. Había donado todo su contenido al CEDINCI, hoy una sala de este Centro de Documentación de la Ideas de Izquierda lleva su nombre.
Internacionalista consecuente, militó en numerosos países de cuatro continentes, solía decir que era “Un argentino no practicante”. Un socialista revolucionario, un “militante crítico” como el mismo se autodenominara, que no se ataba a ningún dogma ni ejercitaba ningún culto de personalidad. Portador de una cultura exuberante, que excedía largamente sus conocimientos y formación política, también de una memoria prodigiosa que cultivó hasta los últimos momentos. Periodista reconocido internacionalmente. Muy generoso y amigo de los amigos. Pero también un polemista inclaudicable y sin concesiones. Son conocidas sus tenidas con, entre otros, Atilio Borón y el Sub. Comandante Marcos. Algunas veces no muchas me enviaba sus borradores, que yo trataba de sugerir limara los puntos más ásperos, no siempre lo conseguía, alguna vez Anaté, su compañera de décadas, me lo agradeció, no le gustaba que se empeñara una y otra vez en polémicas sin fin, que incluso rozaban lo personal. En una oportunidad le pregunté porque era tan duro, sin darme tiempo a argumentar me contestó “Yo no tomo prisioneros”…
En sus últimos años en Buenos Aires hablábamos por teléfono diariamente. Sabiendo que soy tempranero y que a las 7hs. ya tengo leído el diario, llamaba por las mañanas entre las 7 y la 8 y pasábamos revista a las noticias nacionales e internacionales. La diferencia era que yo tenía leído un diario de aquí pero a eso él le agregaba que ya se había anoticiado con periódicos de México, Italia y Francia… también siempre tenía novedades de Cuba, incluso muchas veces noticias que se harían públicas días o semanas después. Nunca supe cual era ese hilo rojo que cultivaba con La Habana.
Lo ayudé en varios trámites, ante la ANSES y otros organismos, previos a su viaje definitivo a Marsella para estar junto con su único hijo. Por su ya crítico estado de salud no pudo viajar en avión debió hacerlo en barco, pero la empresa no lo aceptaba como pasajero si no llevaba su propio respirador artificial, un grupo de amigos le regaló un equipo portátil y así pudo viajar. Como la internet en el barco es muy cara, en las semanas previas preparó varios artículos sobre cuestiones atemporales para cubrir sus columnas dominicales en La Jornada de México mientras durara el viaje.
El día anterior a su partida almorzamos juntos y allí me confesó que tenía temores de no llegar vivo a destino. Finalmente sí lo hizo y peleó varios años más. Cuando llegó a Marsella, después de 23 días de navegación me llamó para darme sus nuevas coordenadas y me dijo que estuvo a punto de tirarse al agua varias veces, que el viaje le había resultado interminable.
Una vez acomodado en su destino final reanudamos el ritual de las conversaciones telefónicas, claro ya no diarias sino quincenales, y volvimos a pasar revista a las situaciones, a comentarme mucho más en detalle de Europa y a cambiar ideas sobre lo que fuera. En los últimos meses tuvieron un nieto, semanas después de nacer ya Guillermo comenzó a pedirnos libros en castellano para niños. Seguro pensaba que a él ya no le quedaba tiempo para leérselos pero por las dudas quería tenerlos…
A partir de hoy se que ya no espero ningún llamado. No tendré más a quién consultar sobre algunas propuestas, sobre algún acontecimiento histórico o sobre algún borrador de artículo. O sobre el futuro, algún futuro. En este plano a partir de hoy me siento más solo.
Querido compañero y amigo Guillermo, no te olvidaremos. Hasta la Victoria Siempre.

Eduardo Lucita

sábado, 21 de septiembre de 2019

El Comandante y el rojo Vietnam




Fidel ondea, en Tri Thien, la bandera vietnamita.

En Cam Lo, en el frente de batalla Fidel arengó a los combatientes vietnamitas: “¡Lleven y coloquen esta bandera invicta en Saigón!” (VNA)
Rojo, para mi Vietnam es rojo. Si alguien me pidiera que identificara a la nación indochina con un color sin titubear diría que se ubica en los tonos escarlatas. Semejante criterio me lo formé a partir de mis primeras impresiones infantiles, porque llegué en 1971 a Hanói, durante una de esas infinitas crecidas del río, el que cada tanto se “rebela” contra el ingenio popular, que logra “semidomarlo” a través de una barrera natural a su alrededor, o dique. El mismo que contó con la colaboración de manos cubanas en una cadena humana ejemplar de nuestro amor a los vietnamitas, episodio que fuera filmado por el genial documentalista Santiago Álvarez.
Procedente de Moscú, en una húmeda mañana aterricé en el aeropuerto internacional de Nội Bài, junto con mi familia, ya que papá había sido designado embajador en la República Democrática de Vietnam (en el norte). Recuerdo que era verano porque en la capital de la entonces Unión Soviética hacía calor, algo que me sorprendió, pues de ella recordaba sus gruesas capas de nieve, apreciadas en viajes anteriores.
Pero al llegar a Hanói nos sorprendió un intenso sopor, acompañado de una sensación de ahogo, porque en el trayecto hasta la embajada nuestro carro marca Volga era cubierto de agua muy por encima de sus cuatro ruedas. Pensé que iba a tener que nadar en el turbio líquido que lo rodeaba todo en una altura de 1,3 metros y que había roto tres diques. Por esa causa, cómputos oficiales posteriores informaron sobre la muerte de cien mil personas.
Sin embargo, papi estaba confiado en la pericia del chofer vietnamita. Cada cierto tiempo la fuerza del nombrado Río Rojo (Song Hong) arrasa los muros de tierra dando lugar a una penetración marrón, debido a los muchos sedimentos que contienen sus aguas, que en ciertos tramos han alcanzando incluso los 14 metros. Durante la estación de lluvias (de mayo a octubre) tiene un caudal de 30 mil mililitros por segundo. Su corriente brota en la provincia china de Yunnan y desemboca, tras atravesar Hanói, en el golfo de Tonkín (Vinh Bac Bo).
Con ese susto recorrí la ciudad y precisamente por el impacto me fijé en todo: en los árboles que bordeaban los caminos anegados, en el revoloteo de los pájaros, en las típicas vendedoras ambulantes con sus canastas grandes a ambos lados de los brazos, que se movían por las partes secas del terreno. También llamó mi atención la profusión de niños que corrían con cientos de banderitas. Ahí se me presentó otra huella rojiza, porque era finales de agosto y los capitalinos engalanaban la ciudad para conmemorar el 2 de septiembre, el día en que Ho Chi Minh declaró, en 1945, la independencia y el surgimiento del socialismo en la naciente república.
Lo hizo en la plaza de Ba Dinh, a donde nuestro carro consiguió llegar “sano y salvo” de la furia del Río Rojo. Ya más tranquilos en esa amplia explanada, el “viejo” aprovechó para irnos contando un poco de historia local. Nos habló sobre la casa-museo del Tío Ho, y de la pagoda de una sola columna. Estábamos acostumbrados a esas charlas, obsequio paterno en cada uno de los puntos de nuestra itinerante vida por Asia. Confieso que andaba algo mareada y por eso mami debió darme a oler un poco de perfume, para sacarme del letargo.
Minutos después rebasamos la reja de entrada de la embajada, que mi memoria ha guardado como enorme. Una vez dentro tuvimos muchas muestras de simpatía en el salón de actos. Entonces el rojo volvió a deslumbrarme, y en esa oportunidad de un modo más emocional. Nuestras dos banderas compartían un mismo escenario y similar sentimiento de patriotismo: uno me llegaba del triángulo de la cubana y el otro desde la plenitud vietnamita, perfeccionada por su solitaria estrella, igual que la mía. Aprendí a amarlas mucho más porque ambas nos acompañaron, en los refugios, en las horas difíciles de 1972, durante los bombardeos yanquis contra Hanói.
Magníficas, ellas también escoltaron a Fidel en 1973 en su legendario recorrido por la tierra de los anamitas: rojo patria; rojo fuego; rojo Vietnam.

Nudo de amistad

En junio de 1969, con motivo de la visita a Cuba de Tran Buu Kiem (dirigente vietnamita que formó parte de la delegación negociadora en las conversaciones de paz en París), se convocó a un acto de masas en la Plaza de la Revolución donde habló el Comandante en Jefe. En su discurso afirmó que “(…) Vietnam ha sido además ejemplo, ha sido estímulo, ha sido prueba. ¡Y cualquier pueblo que haya estado dispuesto a resistir y a luchar —como lo ha estado siempre nuestro pueblo— sabe ahora, después de la experiencia de Vietnam, que se puede no solo resistir, no solo luchar hasta morir, sino que se puede resistir y luchar hasta vencer! (…)” los vietnamitas nos recuerdan lo mejor de la humanidad. Nos recuerdan lo más digno, lo más glorioso, lo más abnegado, lo más heroico que pueda albergar el corazón humano (…)”.
Bordó con emocionadas palabras el respaldo de la Isla al Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur (FNLV) y a las autoridades del norte socialista. Y en una lección magistral se aproximó a la autenticidad de la postura vietnamita en las conversaciones de paz, efectuadas un mes antes de la visita del dirigente asiático a La Habana.
El 8 de mayo de 1969, en las negociaciones en la capital francesa, la representación del Frente presentó una declaración de 10 puntos para una solución global de la agresión de Estados Unidos. El congreso yanqui había aprobado, en 1964, la incursión norteamericana a partir de los supuestos sucesos del Golfo de Tonkín.
El líder de la Mayor de las Antillas sentía un enorme respeto y admiración por los combatientes de “ojos de almendra”, como poéticamente apuntara José Martí en La Edad de Oro. También sentía una honda consideración hacia “El Venerable” Ho Chi Minh, fundador y primer presidente de la República Democrática de Vietnam (RDV).
Con esa carga entusiasta y comprometida fue que concibió su viaje, a pesar de la reticencia inicial de las autoridades vietnamitas, dado el peligro que suponía ir hasta allá. No obstante, el afecto y la solidaridad de Fidel pudieron más que el temor de los amigos.
A Raúl Valdés Vivó (mi padre) -embajador en Hanói, y años antes en plena selva- (en marzo de 1967 Cuba fue el primer país en reconocer al Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam del Sur) le correspondió persuadir a Pham Van Dong, primer ministro de la nación indochina. De manera informal este le confesó sobre sus ansias de visitar a la Isla de la Libertad, pero que, de momento, era irrealizable por el crudo escenario de la invasión yanqui. A lo que Valdés Vivó contestó: -Así que Fidel tiene dos motivos de queja. Ustedes no pueden ir a Cuba, lo que él comprende. Y él tampoco puede venir a Vietnam, lo que no comprende”. -¿Cómo?- le replicó el dirigente asiático- : Hanói es su casa. Viene hasta sin avisar”. -Es que para Fidel Vietnam es ahora el Sur. ¿Cómo llegar hasta aquí y no bajar? -le inquirió el diplomático caribeño.
En el libro El Gran Secreto: Cubanos en el Camino Ho Chi Minh, de la Editora Política, 1990, papá cuenta que Pham Van Dong “bajó la guardia” de las preocupaciones por la seguridad del Comandante para dar paso a la posibilidad: “Debemos pensar la idea de Fidel. Desde luego será nuestro gran secreto. A él menos que a nadie, compañero embajador. Le creo capaz de venir la semana próxima”. La conversación tuvo lugar en 1972 y en solo algunos meses se preparó el histórico desplazamiento, que se produciría el 12 de septiembre de 1973.

Hermanados en el frente de guerra

Ir de Hanói a Quang Binh, en la central provincia de Quang Tri, fue siempre un recorrido imaginado, pero los obstáculos eran disímiles. Este anhelo debe de haber latido en el corazón del patriota cubano mientras le daba la bienvenida a Tran Buu Kiem en la Plaza de la Revolución. Por esa época Quang Binh era la puerta del sur a la RDV y punto esencial de la resistencia del FNLV, de ahí la relevancia de batir concienzudamente y sin tregua al agresor.
El arrojo compartido le permitió a Fidel poder llegar a la “capital” del Gobierno Revolucionario Provisional de la República de Vietnam del Sur. Tiempo después el propio líder cubano evocó repetidamente ese inolvidable acontecimiento, tanto en sus discursos como en sus conocidas Reflexiones.
La cifra de soldados yanquis sobrepasó los 500 mil en Vietnam en 1969, momento considerado por los expertos como el más álgido de la guerra. Ya para esa fecha Fidel en La Habana confiaba ciegamente en la victoria, seguro de que la superioridad imperial iba a chocar con la superioridad del “río” heroico de hombres, mujeres y hasta niños, en torrente desbordado por la libertad.
En Cam Lo, en la colina 241, le fue regalada la enseña nacional de Vietnam, repleta de medallas; Fidel la devolvió, pero no por rechazarla, sino por sus convicciones. “¡Lleven y coloquen esta bandera invicta en Saigón!”, arengó a una tropa deslumbrada por la presencia del único mandatario del planeta que los visitó. El campo grana de ese estandarte simboliza la revolución y la sangre ofrendada por ella. Similar significado tiene el triángulo de nuestra bandera. Rojo-sangre que no dudaríamos en derramar por Vietnam Heroico: Fidel entre los primeros.
Pasarían muchos años para que pudiera volver. Al hacerlo en 1995 (y también en 2003) regresó al Sur. Caminó de nuevo por una Hanói renovada en imagen y planes aunque con similar afecto. Palpó con orgullo los agigantados avances de los hermanos. Pero no pudo sustraerse de sus narraciones de guerra. Visitó los túneles de Cu chí, y allí imaginó cómo la valerosa tropa vietnamita esperaba pacientemente la oportunidad idónea para lanzarse al combate llevando la bandera en alto. Cientos fueron a la lucha: por el rojo Vietnam; por Cuba y su eterno amigo, Fidel.

María Victoria Valdés Rodda

Historia de Adolfito, héroe del trabajo de la República de Cuba

La existencia de los seres humanos jalona una historia que el recuerdo salva especialmente cuando la nostalgia brota de lo más recóndito.
El tiempo pasa y unos acontecimientos son sucedidos interminablemente por otros, y las personas protagonistas directos de algunos de ellos, los llevan a cuestas como parte de sus vidas, ya sea en lo físico o lo psíquico.
Esta historia es una de las miles similares, pero en este caso sobre un personaje singular. Es narrada por un condiscípulo que movido por esa nostalgia quiso revelarla y tratar de que llegara a Adolfito en momentos en que, este libraba una batalla contra la enfermedad. El intento de reencuentro a distancias, después de más de 50 años sin intercambios al final no pudo ser.
Ernesto Chang Morejón, ingeniero mecánico, es ese condiscípulo de Adolfito en una etapa temprana de los años juveniles. Me contó entonces: “En los días de fin de año, buscando entre recuerdos, documentos y fotos, encontré un hago constar de identificación de la Escuela “Héroes de Yaguajay”, en el reparto Siboney de La Habana. Después de la campaña de alfabetización y del primer año como becados, salíamos para la primera recogida de café en el Oriente del país. Dicho documento para la identificación del portador como militante de la UJC, está firmado por Adolfito, entonces Secretario General de la UJC de la Escuela “Héroes de Yaguajay”, que fuera una de las primeras escuelas en la que se materializó el proceso de creación de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba en 1962.
En 1963 -continúa su relato Chang- pasamos a estudiar el pre-universitario en Tarará, perteneciendo al grupo 2 del Bloque 8. En esos momentos ocurrió un cambio extraño en Adolfito, que sorprendió a todos sus compañeros, y por sus indisciplinas y otras actitudes y problemas, fue separado de la organización juvenil.
Pasó el tiempo y posterior a una operación realizada por la Seguridad del Estado y otras fuerzas en las zonas de los alrededores de las áreas de los becados, en la cual se desarticuló una red contrarrevolucionaria existente en las poblaciones de clases media y alta que allí convivían.
Una noche nos sorprendió una reunión urgente en una de lass edificaciones múltiples del Bloque 3 de Tarará que pertenecía a los estudiantes de Pedagogía, conocidos como el Destacamento Makarenco. En ella participaron dirigentes de la juventud, militantes y docentes. La sorpresa fue grande cuando vimos sentado a Adolfito junto a otros compañeros en la mesa que presidía la reunión.
Fue entonces que uno de los funcionarios explicó los detalles de aquel compañero infiltrado en los grupos enemigos y la petición del mismo de que se le permitiera seguir estudiando para graduarse en la Universidad.”
¿Quién era Adolfito? ¿Qué ha sido de Adolfito? “Ya eso es mucho más conocido”, señala Chang.
Se trata de Adolfo Arnaldo Rodriguez Nodals, Doctor en Ciencias Agrícolas, que siguió siendo conocido por Adolfito, y que fuera diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y cuya amplia trayectoria política, científica y laboral como ingeniero agrónomo y dirigente en esa rama y, en particular, de la Agricultura Urbana y Suburbana, es conocida por el pueblo cubano. En 1992 el Consejo de Estado le confirió el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Había nacido el 17 de julio de 1945 y fallecido el 5 de agosto de 2017.
A dos años de su partida, y acompañado siempre por el recuerdo de sus compatriotas, sirva este pasaje de su vida, rescatado por la memoria y el propósito de su condiscípulo Ernesto Chang, un homenaje al hombre modesto y sobresaliente que supo enriquecer con su trabajo y trayectoria la historia mayor de nuestra patria.

Wilkie Delgado Correa

Carta sobre el socialismo

A Rebelión, trinchera de pensamiento;
Al señor Antonio Romero, Decano de la Facultad de Economía y Ciencias Empresariales de la Universidad de La Habana;
Al señor Yoerky Sánchez, Director de Juventud Rebelde:

El objetivo de estas líneas es expresar una posición poco habitual en los medios nacionales a pesar de su existencia en numerosos cubanos a los cuales se nos debe el restablecimiento de la palabra comunismo en la recientemente aprobada Constitución de la República. Seré breve por razones de espacio. En la Mesa Redonda de ayer viernes 13 de septiembre, retransmitida hace unas horas, se trataron temas actuales y muy preocupantes de la actualidad nacional.
Antonio Romero, usted planteó allí, como respuesta al pedido de la dirección del país de pensar Cuba, la necesidad de liberar las fuerzas productivas. Usted debe saber, puesto que es economista, que eso nos llevaría al capitalismo o a un capitalismo con nombre de socialismo. ¿Usted sugiere que el capitalismo soluciona los problemas de Cuba? Es común que se asocie el capitalismo con rascacielos, automóviles y supermercados llenos de los más útiles e inútiles dispositivos. Es común que se pase por alto que la pobreza del África, los millones de muertos de las guerras mundiales y el desastre ecológico del planeta son obras del capitalismo. Este sistema no representa ya ninguna ventaja para la humanidad, y más que una solución a los problemas de Cuba es el origen de los problemas de Cuba.
En nuestro país hay dos sistemas en lucha. ¿Cuál vencerá? ¿Que haremos para que venza el socialismo? El país no solo necesita riqueza, sino precisa producirla de forma socialista. El gran problema de Cuba es que estamos haciendo mal el socialismo. El socialismo posible no es un socialismo que por la tiranía de la civilización del capital o por la tiranía del capital en la civilización se somete a la propiedad privada, la burocratización y el grosero interés individual mercantil. Se trata de avanzar en sentido contrario. ¿Es ser creativo, como se pide y pondera, aplicar el modo de producción capitalista? ¿Qué creatividad hay en operar como ha operado el hombre en cientos de años, en repetir el egoísmo y subestimar las capacidades del humano para actuar conducido por la solidaridad y la razón?
Las claves del socialismo están en el encadenamiento de la propiedad social, la gestión de la propiedad social por los mismos trabajadores, la producción para la sociedad salvada del lucro y el crecimiento cultural. No debemos pensar como país, sino pensar como comunistas. Las soluciones diarias que se generan en la nación para afrontar los más disímiles asuntos nos alejan del mejor futuro y del mejor presente.
Señor Yoerky Sánchez, le confío estas palabras para que Juventud Rebelde las acoja en sus páginas y le propongo al diario de la juventud cubana que organice un debate sobre cómo hacer un socialismo posible más anticapitalista, radical, productivo e internacionalista para Cuba. Transformar el mundo, y no el comercio, es la tarea central. Ser creativos es ser revolucionarios, no burgueses. Es hora de profundizar la Revolución Cubana, hora de no ceder frente a la fuerza del imperialismo.

Yunier Mena. Militante de la Unión de Jóvenes Comunistas. Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

Frente a las agresiones, Cuba responde Patria o Muerte

Con fines provocadores el gobierno de los Estados Unidos, expulso ayer día 19 de septiembre a dos miembros de la misión diplomática de Cuba ante la Organización de las Naciones Unidas, por supuestamente “desarrollar actividades contra la seguridad nacional de Estados Unidos”, una calumniosa acusación e injustificada medida, como bien lo señalo el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla desde su cuenta de Twitter y aseverando que esta decisión se “inscribe en la escalada agresiva de los últimos meses contra la isla”.
Mientras que la vocera del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, anunciaba en su cuenta de Twitter, que se restringía al cuerpo diplomático cubano acreditado ante la ONU a permanecer en Manhattan, Nueva York zona donde esta ubicada la sede de este organismo internacional, una medida injustificada y que recuerda los negros años de la guerra fría.
La decisión de Washington, con estas inexplicables e irracionales acciones, muestra el grado de desesperación al no contar con éxito en su política exterior hacia Cuba y la que viene aplicando contra Venezuela y Nicaragua, los tres países que según declaraciones del presidente Trump, “sus gobiernos tienen que desaparecer de nuestra región porque en América Latina, no hay espacio para regímenes socialistas”.
También tiene el interés de crear este escandalo diplomático, con personal de la representación cubana en la ONU, en víspera de la presentación del informe del gobierno cubano ante ese organismo, sobre la injustificada política de cerca de 60 años de bloqueo económico y ahora con nuevas medidas y sanciones de la administración Trump, como la aplicación del título III de la ilegal ley Helms Burton y cuyos resultados no han arrojado éxitos por el rechazo recibido de Tribunales europeos, que alegan la imposibilidad de aplicar leyes extraterritoriales a Estados soberanos, que no reconocen su legitimidad.
La intención es crear dudas en el imaginario de la opinión pública, de que Cuba, representa un peligro para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, y que sus funcionarios diplomáticos atentan contra ellas, todo en el mundo de la especulación y suposiciones y en la fabricación de las Fase Neus (Falsas Noticias), que los medios al servicio del gobierno estadounidense, se encargan de difundir, llenar hojas y toneladas de tinta en los periódicos y miles de horas en medios radiales y televisivas, hasta convertir la mentira, en una “verdad para la razón pública”.
Cuba no es y no será nunca un peligro para el gobierno de los Estados Unidos, pero mucho menos para su pueblo, hacia el cual el gobierno y el pueblo cubano siempre ha profesado respeto y solidaridad en los momentos que los ha necesitado, como cuando el huracán Katrina atacó el Estado de Luisiana, hace unos años atrás, ofreciendo apoyo con la brigada médica “Henry Reeve” e increíblemente rechazada por el gobierno estadounidense.
No es ni será jamás Cuba una amenaza para los Estados Unidos, es todo lo contrario, ha sido y fueron los gobiernos estadounidenses los que antes del año 1959, fueron un peligro para nuestro pueblo, al que sometieron a la más cruel explotación por parte de sus grandes empresas, humillaciones y fueron el apoyo de gobiernos corruptos y dictatoriales, los cuales subordinados a Washington, sumieron al país, en la miseria, el vicio, juego y la prostitución y las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, bañaron de sangre y luto al pueblo cubano.
A partir del triunfo de la Revolución Cubana y con la aplicación de las leyes que soberanamente el gobierno, con el apoyo mayoritario del pueblo, se inició la verdadera independencia de nuestro país y con ella se ha logrado grandes avances en educación, salud, deportes, cultura, desarrollo industrial y científico técnico.
Si hoy Cuba tiene grandes dificultades económicas, ello no es precisamente porque el modelo socialista sea errado, no, ello es consecuencia de 60 años de bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba, y ahora acrecentado por el gobierno de Donald Trump, y cuyo objetivo es provocar descontento interno e insatisfacciones en la población, considerando que con ello podrán derrotar a la revolución e imponer un gobierno a fines a su políticas neoliberales y subordinado a Estados Unidos, objetivo que jamás lograran, a diferencia de lo que piensan, con esas medidas imperiales, harán más fuerte y unido al pueblo cubano en defensa de su Revolución y frente a las agresiones, Cuba y su pueblo responderá Patria o Muerte.

Tony López R. Periodista, politólogo y analista internacional.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Acciones para enfrentar la contingencia energética


Engels, ciencia y socialismo




A cuatro años de su fallecimiento y en el Día del Profesor, compartimos este artículo de Pablo Rieznik que fue publicado en la revista En Defensa del Marxismo N° 8 (septiembre 1995).

Federico Engels, de quien se cumple este año el centenario de su nacimiento, fue posiblemente el primero que comparó a Marx con Darwin. Lo hizo en circunstancias que le otorgan especial significación, puesto que creyó oportuno incluir tal analogía en el breve discurso que pronunciara en los funerales del propio Marx, el 17 de marzo de 1883. Engels señaló, entonces, que así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el simple hecho, hasta entonces oculto por el excesivo desarrollo de la ideología, de que la humanidad debe antes que nada comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder dedicarse a la política, al arte, a la religión, etc.; que por lo tanto, la producción de los medios materiales de subsistencia y, en consecuencia, el grado de desarrollo económico alcanzado por una época dada, son la base sobre la cual han surgido las instituciones del Estado, las concepciones legales, el arte e inclusive las ideas sobre la religión del pueblo en cuestión, y a cuya luz deben ser, pues, explicados, en vez de a la inversa, como había sido el caso hasta el momento.
Luego de agregar que Marx descubrió también la ley particular del movimiento que rige el mundo de producción capitalista -y valorar el significado de ambos descubrimientos-, Engels concluyó: “éste era el hombre de ciencia”... (aunque) “no fuera ni la mitad el hombre”; Marx “era ante todo un revolucionario y la lucha su elemento”. Es indudable que para Engels la ciencia y “la lucha” constituyen, en este caso, una unidad indivisible. Sus palabras son un recuerdo oportuno para reflexionar sobre el marxismo como ciencia, es decir, como teoría de la revolución social contemporánea y como instrumento indispensable de la misma.
El título de un célebre trabajo de Engels plantea inequívocamente que el "socialismo científico” es la dimensión específica y fundacional del marxismo como movimiento emancipador, lo que equivale a decir como expresión consciente de los intereses históricos del proletariado moderno. Una evidencia de lo que acabamos de señalar es el habitualmente poco considerado capítulo del Manifiesto Comunista que distingue al socialismo contemporáneo, reivindicando su carácter de apreciación rigurosa de la sociedad burguesa, como aspecto esencial que lo diferencia ante los “socialismos” preexistentes. El Manifiesto, como documento de una organización internacional de trabajadores, es, en sí mismo, una prueba de que la estructuración del movimiento obrero representaba para Marx y Engels la tarea práctica que corresponde a la teoría del socialismo “como ciencia”. No había en esto nada de arbitrario. Ambos arribaron a esta conclusión luego de examinar críticamente sus opiniones y puntos de vista en el campo de la filosofía y del movimiento de los "jóvenes hegelianos”. Su adhesión militante al comunismo constituye, entonces, la estación final del trabajo de “arreglo de cuentas” con el pasado — y con su pasado—, conforme su propia definición. Se trata de la tarea que acometieron en común cuando Marx y Engels se conocieron en 1844.
La originalidad propia de los jóvenes comunistas Marx y Engels no es, en consecuencia, su aspiración igualitaria ni, tampoco, la voluntad de suprimir la explotación clasista. La novedad es, precisamente, su fundamento, que ya no es los deseos ni la voluntad, tampoco el prejuicio, la ideología o la especulación filosófica sino la ... ciencia. Dicho de otro modo, las nuevas “premisas son la historia y la vida real, como se indica en las frecuentemente citadas páginas de "La ideología alemana Engels puso un énfasis especial en destacar que la labor emprendida con Marx había consistido, en lo esencial, en sacar al socialismo del limbo de la utopía. En contrapartida, más de cien años después, izquierdistas que se pretenden "aggiornados” consideran que, en el umbral del siglo XXI, lo apropiado es hablar del socialismo como una legítima... utopía. Es nótale que semejante declaración de fe pulule con especial insistencia entre la intelectualidad pseudo-progresista, que sabe mejor que nadie que la reiterada palabra significa lo que no existe en ningún lugar. No menos significativo es que la reunión de la izquierda latinoamericana en el denominado ‘Foro de San Pablo”, que agrupa en reuniones periódicas a sus partidos de todo el continente, haya convenido en hacer de su "esperanza en la utopía socialista” una declaración de principios. Habrá que reivindicar a Engels y al marxismo, al socialismo científico, contra esta verdadera bancarrota teórica y política.

Tendencia del conocimiento científico

La crítica al marxismo está frecuentemente dirigida, entre otros aspectos, a este rasgo clave, a su naturaleza científica, lo que equivale a decir a su tendencia a establecer una apreciación de conjunto y totalizadora, es decir, a avanzar hacia una comprensión sintética y unitaria de la realidad social.
Es una crítica, sin embargo, que excede el marco del propio marxismo para proyectarse como un cuestionamiento, en realidad, al propósito de todo conocimiento científico. El fin de la ciencia es, naturalmente, el de comprender el movimiento del mundo y de las cosas, el de dar cuenta de la íntima conexión entre objetos y procesos en su dinámica real. De este modo, el científico busca unir lo que parecía separado y aislado, avanza en explicaciones de conjunto para comprender vínculos y relaciones entre los fenómenos de la vida y del universo. La física moderna, de hecho, ha empeñado sus mejores esfuerzos en las últimas décadas en la búsqueda de una "fuerza unitaria” que relacione las cuatro fuerzas fundamentales que determinan, hasta donde se conoce en la actualidad, la existencia y la dinámica de la materia. Un principio en la evolución del conocimiento científico consiste, exactamente, en el progreso que evidencia mediante el descubrimiento de leyes de más amplio alcance, que integren y superen las formuladas con anterioridad, con un dominio menos vasto y profundo.
Esto último no quiere decir que el propósito de la ciencia sea consagrar un saber absoluto, un conocimiento acabado; como si tal finalidad de una ciencia definitiva y total pudiera ser posible. Al contrario, la pretensión de que el marxismo represente la búsqueda de una "verdad absoluta” es lo primero que liquidaron como pretensión Marx y Engels en el mismo momento en que accedieron a definir al socialismo como ciencia. El mismo Engels lo definió del siguiente modo: “apenas conseguimos comprender (...) que la tarea que así se coloca la filosofía no quiere decir sino que un filósofo individual debe realizar lo que sólo puede ser realizado por el género humano entero en su desenvolvimiento gradual; apenas comprendimos eso, toda la filosofía, en el sentido que hasta entonces se dio a esta palabra, está terminada. Se abandona la verdad absoluta que no puede ser alcanzada por ese camino ni por cualquier individuo aisladamente y se pasa a buscar, al contrario, las verdades relativas, accesibles a través de las ciencia positivas y de la síntesis de sus resultados por medio del pensamiento dialéctico”.
Cuando se ataca al marxismo de un modo vulgar por su supuesta pretensión de representar una "verdad absoluta” lo que se revela, en consecuencia, es ignorancia o, simplemente, mala fe. Lo que es más importante es que, bajo esta forma de ataque al supuesto “absolutismo” del conocimiento científico, se contrabandea un planteo inadmisible, ya que se impugna a la ciencia su propia naturaleza, esto es, su tendencia a ser crecientemente abarcativa y comprensiva, "totalizadora”.
Es obvio que en la evolución del saber, aquello que se estimaba como cierto en un tiempo determinado puede luego ser revisto, negado y/o superado por la visión más amplia que surge de nuevos desarrollos en la investigación, del avance del conocimiento, en definitiva, de una mejor aproximación a la dilucidación de lo real y su movimiento. Pero en cualquier caso, nadie puede cuestionar el valor científico de una determinada proposición apelando, en general, al argumento anterior; es decir, negar la afirmación X porque la historia ha probado que, en definitiva, en algún momento futuro, se comprobará la insuficiencia y la limitación o, inclusive, el error de la tesis respectiva. La búsqueda de la verdad es, naturalmente, una tarea infinita. Pero es una vulgaridad cuestionar todo conocimiento por el hecho de que es seguramente provisorio, está históricamente condicionado y que, por lo tanto, en este sentido revista la característica de lo relativo. Sin embargo, es mediante la apelación a argumentos iguales o similares a los que se acaba de señalar, que se presenta la reacción y el oscurantismo contemporáneo o "postmoderno”. El planteo central es que las verdades científicas no deben tener un carácter doctrinario, a riesgo de caer en el "totalitarismo”.

Oscurantismo

Ahora bien, siguiendo la misma línea de argumentación podría cuestionarse, para tomar un caso, la ley de la gravedad, por dar, en determinado contexto, una explicación "única” del movimiento de los cuerpos en el espacio. Con idéntico criterio podría impugnarse la "dictatorial” teoría de la relatividad, que establece que ningún cuerpo puede superar la velocidad de la luz, violando el libre albedrío universal. Entonces, en nombre de la democracia o del pluralismo y, por lo tanto, del "derecho” a una explicación alternativa, podría exigirse que se incluya en la educación de nuestros niños cualquier fantasía, mito o invención al respecto.
El problema merece examinarse con cuidado porque los planteos que acabamos de indicar, en una variante más sofisticada, se cultivan muchas veces con denodada devoción entre algunos académicos y profesionales de las ciencias sociales, que realizan la apología del supuesto saber fragmentario, del conocimiento de lo particular en oposición y hasta en negación de lo general y que, por lo tanto, han hecho una suerte de profesión de fe del rechazo a una comprensión de conjunto, unitaria, "totalizante” de los principales problemas del mundo moderno.
Un ejemplo de semejante barbarie son los planteamientos de Ernesto Laclau, enfermizamente antimarxistas, que para no dejar dudas al respecto repudian la pretensión científica del marxismo y... el conocimiento científico en general. A este último se lo impugna, precisamente, por su aspiración a la generalidad, a las explicaciones unitarias y "monistas”. Laclau repudia el Renacimiento, el Iluminismo y, en definitiva, la piedra basal de todo el desarrollo mismo de la ciencia moderna, cuando le adjudica el "pecado” de pretender entender y "representar” lo real. La novedad "postmoderna” sería, al contrario, renunciar a comprender la historia como totalidad. En oposición a este planteamiento, se debería afirmar, laclausianamente, “el carácter de eventos aislados” como la sustancia del proceso histórico. En verdad esto equivale a decir que no hay proceso ni hay historia.
Es necesario no despreciar el nivel de barbarie epistemológica de tales "contribuciones” que, a pesar de todo, pretenden el fuero de ser reivindicadas como la última palabra en materia de ciencia política y social. Lo que se pone en duda y se critica es el fundamento mismo del mundo moderno y los alcances revolucionarios que tuvo la irrupción del capitalismo, liquidando los modos de producción preexistentes. Para esto se expone la cuestión de la siguiente manera: a) en la Edad Media, dios y los depositarios de su fe son los encargados de brindar, revelación mediante, el destino general de todo y de todos, que al fin y al cabo, son el resultado de una creación única; b) los hombres de ciencia, pensadores y filósofos que, destronado el poder de la Iglesia y sus mitos, pusieron desde el siglo XVI los cimientos de la cultura moderna cometieron, no obstante, el terrible error de intentar sustituir aquella cosmovisión "divina” por una contrapartida terrenal. Esto significa que "se equivocaron”, precisamente porque se propusieron, en consecuencia, penetrar la realidad, avanzar en la comprensión racional de su universo y su circunstancia. Textualmente, según el mencionado Ernesto Laclau: “en los comienzos de los tiempos modernos, la razón va a ser llamada a cumplir un nuevo rol totalitario, radical, mucho más fuerte que nada que hayamos visto en el pensamiento (religioso) anterior (...) éste es el proceso que vamos a ver desarrollándose desde Descartes hasta Marx; es decir que en todos los casos se va a ir reafirmando la radical racionalidad de lo real”. Así, la barbarie se presenta en la actualidad, en el ámbito académico, bajo el disfraz del progreso de lo “post-moderno”.
La pertinencia de estos comentarios vale cuando recordamos los cien años de la muerte de quien tanto hiciera en la lucha contra el agnosticismo, cuyas armas más nuevas de combate acabamos de denunciar. Sucede que cuestionar la posibilidad de “representar lo real” y cuestionar, también, la verdad del pensamiento en términos de su verificación práctica y terrenal, es una reiteración dé los muy viejos discursos sobre "lo incognoscible", la imposibilidad de acceder a la "cosa en sí”, lo inasible de la confrontación experimental de la teoría, etc. Al respecto, podemos citar aquellas palabras de un contemporáneo y, al mismo tiempo, discípulo de Engels. Fue el italiano Labriola, quien indicó que cuando los agnósticos insisten en la imposibilidad de conocer la cosa en sí, lo más íntimo de la naturaleza, la causa última y el fondo de los fenómenos, llegan por otra vía al mismo resultado "nuestro”; o sea, al hecho de que no se puede pensar sino en lo que podemos experimentar y... conocer. El mismo Labriola formuló una suerte de ley al respecto: todo lo cognoscible puede ser conocido, y todo lo cognoscible será realmente conocido en el infinito; y más allá de lo cognoscible no hay nada que pueda importarnos en el campo del conocimiento, puesto que es mera fantasía admitir como existente una diferencia entre lo limitado que puede ser conocido y el campo de lo incognoscible— que al menos habría que declarar como conocido en cuanto incognoscible. En otras palabras: lo real que no puede ser "representado”, conforme los que quieren fundar una suerte de nueva sociología del siglo XXI, es irreal, escapa al campo de la tierra y se nutre sólo del eventual imaginario onírico y celestial de los sociólogos postmodemos.

Predicción, sujeto y objeto

La vigencia de Engels y del marxismo en general se vincula a la esencia científica de sus planteamientos y, en consecuencia, a la enorme capacidad predictiva de sus análisis y caracterizaciones teóricas. En otro texto ya tuve la oportunidad de desenvolver este concepto, explicando el acierto sin precedentes del marxismo, cuando desde mediados del siglo pasado trazó los grandes lineamientos de la dinámica de la sociedad capitalista y, más tarde, de su fase imperialista en el siglo XX. No es menos notable el anticipo sobre el derrumbe de la URSS, o más rigurosamente, sobre la inviabilidad del socialismo en "un solo país”. Se trata de una caracterización compartida en su momento por la totalidad de los líderes de la primera revolución obrera en 1917 y que, después, fuera rigurosamente desarrollada como tesis por la llamada Oposición de Izquierda, fundada por León Trotsky en los años 20 al interior del Partido Comunista de la Unión Soviética. Que sirva lo que acabamos de afirmar para distinguir al marxismo de esa deformación contrarrevolucionaria y burocrática que se sitúa en las antípodas, denominada stalinismo.
El comentario es también pertinente para recordar otra de las características del marxismo como ciencia: su capacidad de prever. En este sentido no es posible compartir el criterio de algunos marxistas -como es el caso de Holloway-, que le niegan al propio marxismo los atributos de toda ciencia, el de establecer leyes objetivas del movimiento de la sociedad capitalista. Cabe precisar, de cualquier modo, que la existencia de tales leyes objetivas no implica que los hombres estén condenados a ser meros espectadores pasivos de su propia historia. Al revés; aunque en "determinadas condiciones", son los hombres quienes “hacen la historia”. Un “hacer" que puede materializarse, o no, conociendo y dominando las “leyes objetivas” que nos ha legado la propia historia.
Toda la clave en este asunto parece consistir en no introducir de contrabando la división mecánica y propia del materialismo pre-marxista entre lo objetivo y lo subjetivo. Como si el hombre no fuera objeto, naturaleza y como si la naturaleza y el hombre como tal no fueran, en su interacción, el sujeto mismo de la civilización. Toda la ciencia del marxismo tiene este punto de partida que tan bellamente elaboraran Marx y Engels en su juventud y que encabeza las célebres "Tesis sobre Feuerbach", escritas como apuntes por el primero y editadas por el segundo. Allí se dice que “el defecto fundamental de todo el materialismo anterior —incluido el de Feuerbach— es que sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo... (Feuerbach) sólo considera la actitud teórica como auténticamente humana, mientras que concibe la práctica en su forma suciamente judaica de manifestarse... no comprende la importancia de la actuación ‘revolucionaria’, 'práctico-crítica’.
Como puede verse, el concepto de ciencia en el marxismo supone no sólo una radical “objetividad” sino también la concepción de teoría y práctica como proceso y “unidad”. Por eso, otra de las célebres “Tesis...”, la inmediatamente siguiente, proclama que “el problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino ún problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrena-lidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. Parece evidente que estas afirmaciones corresponden al conocimiento científico como tal, es decir que vale para las ciencias denominadas “duras” o exactas como para la propia ciencia social que, en este punto, contra la pretensión de muchos metodólogos y también marxistas, no revisten diferencia alguna. En este aspecto, los trabajos de Engels como el «Anti-Duhring» y el propio «Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana», son profundamente esclarecedores. Los detractores del marxismo y del socialismo científico han desenvuelto una muy extendida tarea de descalificación del compañero de Marx, lo han presentado como esquemático e inclusive antimarxista en sus escritos de orden filosófico y epistemológico. Lo cierto es que Adam Schaff recordó algunos años atrás que tales escritos son prácticamente una coproducción y que, en particular, el manuscrito completo del Anti-Duhring fue “enteramente” leído por Marx, con anterioridad a su publicación.
Es precisamente en estos trabajos donde Engels dice de un modo muy claro que la historia de la sociedad difiere de la historia del desarrollo de la naturaleza. En la historia social actúan hombres con su propia pasión, sus intereses, su conciencia y voluntad. Dicho de otro modo, se trata de una historia humana, por oposición a la pura y estrechamente “natural”. “Pero esta distinción, por muy importante que ella sea para la investigación histórica, sobre todo la de épocas y acontecimientos aislados, no altera para nada el hecho de que el curso de la historia se rige por leyes generales de orden interno”. El marxismo, como crítica y superación de la llamada filosofía clásica alemana, constituye una suerte de estación terminal, puesto que proclama el reino de la ciencia positiva en todos los dominios, liquidando la filosofía preexistente que, en las palabras de Engels ya citadas, “queda terminada”. Toda la conclusión de sus trabajos sobre el punto se resume en esto: “esta interpretación pone fin a la filosofía en el campo de la historia, exactamente lo mismo que la concepción dialéctica de la naturaleza hace la filosofía de la naturaleza tan innecesaria como imposible (...) de la filosofía desahuciada queda en pie sólo la teoría de las leyes del proceso de pensar, la lógica y la dialéctica”. Una formulación que quedaría incompleta si no se comprende que la "terminación” de la filosofía es la asimilación de lo mejor de toda la evolución filosófica del pasado, e inclusive su conversión en “práctica”. Esto explica la última frase del “Ludwig Feuerbach...”, a modo de sentencia, cuando dice que “el movimiento obrero de Alemania es el heredero de la filosofía clásica alemana”.
En consecuencia, el concepto de ciencia “positiva” del marxismo es completamente ajeno a la filosofía positivista, en el sentido de una supremacía de la ciencia concebida de un modo abstracto, no histórico ni social e, indudablemente, ajeno al movimiento obrero y a la lucha de clases. En este punto, el positivismo y sus “alrededores” conciben la ciencia al modo “feuerbachiano”. El marxismo, en cambio, concibe la actividad revolucionaria práctica como la realización indispensable de una parte de la ciencia, que se abre paso “humanamente” en la propia revolución social. Una ciencia que se consuma en la dictadura del proletariado, es decir, en la condición práctica —una vez más— para la abolición del dominio del capital y para abrir paso a una sociedad verdaderamente humana, donde no exista ya la explotación del hombre por el hombre, donde se acaba con el “reino de la necesidad para pasar al reino de la libertad”.
En momentos en que vuelve a establecerse una terrible confusión entre la dictadura del proletariado y la dictadura burocrática y contrarrevolucionaria que imperó en la ex-URSS, conviene precisar que fue el Marx “humanista”, esto es, el que habló de que el hombre debe “construir” humanamente su circunstancia, fue ese Marx, entonces, quien se preocupó en señalar que el aporte “nuevo” en materia de inteligencia de la historia moderna fue justamente la conclusión de que la dictadura del proletariado era el punto de llegada necesario del desarrollo de la sociedad contemporánea; esto como tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases (las clases sociales y aún la lucha de clases son un descubrimiento premarxista).

Antimecanicismo

Otra moda académica aún vigente, aunque de vieja data, consiste en atribuir al socialismo científico las características propias de la ciencia del siglo XIX, dominada por los avances y descubrimientos de la mecánica y de la física newtoniana. En el mejor de los casos se trata de ignorancia, y nuevamente es Engels el encargado de desasnar al respecto al estudioso que obra sin rigor. El mecanicismo es precisamente el defecto del materialismo pre-marxista, con su tendencia mediocre a reducir la condición del hombre al de la máquina. Es lo que Marx y Engels rechazan: el lado conservador, quietista, pasivo del viejo materialismo, para quien el hombre estaba determinado en su "trayectoria” por las circunstancias que lo dominan. Si en la historia el "lado activo” del hombre había sido impulsado por el idealismo, los marxistas pueden declararse legítimamente herederos de este impulso a la acción, de la confianza en modelar el mundo a su imagen y semejanza. Fue, entonces, cuando el propio Marx indicó que si las circunstancias formaban al hombre, se trataba ahora, ciencia mediante, transformación revolucionaria mediante, de formar las circunstancias "humanamente”
En los límites de la mecánica y de la visión del mundo que se le atribuye al genio de Newton, todo el universo concluyó por ser aprehendido como una suerte de robot. El universo autómata, el universo reloj, en las palabras de Prigogine, era de conjunto la máquina inerte y perfecta. Aquí, la trayectoria y la posición de todos los cuerpos estaban predeterminadas para siempre. En la cumbre de su aprehensión del universo, el hombre, en lugar de ser "uno” con la naturaleza de la cual provenía, parecía una suerte de excepción, algo esencialmente distinto e irreductible, puesto que no podía ser aprehendido él mismo, como máquina, como robot o como reloj. Después de haber desalojado a dios para comprender el funcionamiento de la naturaleza, él mismo parecía un dios ante el universo que descubría, como si se hubiera roto la "alianza” entre el hombre y la naturaleza. Reaparece así la idea de alienación o enajenación del hombre respecto al medio natural y a sí mismo. A partir de aquí, el propio Prigogine plantea que la posibilidad de una "nueva alianza” entre el hombre y la naturaleza dependerá de los también nuevos y últimos desarrollos de la propia ciencia, entendida en el sentido más restrictivo de ciencia de la naturaleza. Se refiere a las investigaciones sobre la segunda ley de la termodinámica y la entropía, a los descubrimientos de la física cuan tica, a la incorporación del tiempo en la evolución de la materia y sus procesos, etc., y a su capacidad para brindar una explicación más completa y rica del cosmos que la heredada del pasado.
Lo que importa subrayar en este caso es una cuestión, que puede denominarse metodológica, de este intento que abarca a una corriente muy amplia del pensamiento contemporáneo. Esto es, la tentativa de superar la enajenación del hombre por la vía exclusiva o privilegiada de una adecuada comprensión de los descubrimientos y desarrollos de ciencias como la física, la química, la biología, etc. En este planteamiento no se contempla a la ciencia social, al marxismo y, consecuentemente, a la modificación de la sociedad por una vía revolucionaria, como una tarea "científica” en la dimensión que en este trabajo se plantea. Omitir semejante dimensión al problema implica, por lo tanto, plantearse una búsqueda errada, extraviada, puesto que la alienación del hombre en relación a la naturaleza y, entonces, también en relación a sí mismo, que es naturaleza, sólo puede ser resuelta en la práctica por la revolución social, es decir, por la “actuación revolucionaria, práctico crítica”.
Se trata de un extravío similar, aunque formalmente aparezca como la contrapartida, de aquel otro que en los años 60 presentaba a Marx como un "humanista”, cuyo objetivo sería descubrir la "esencia” del hombre en el reino de la especulación filosófica y de la teoría "pura” del trabajo enajenado, pero ciertamente al margen de la lucha revolucionaria. Por esto mismo ganó el favor de cierta audiencia intelectual, atrapada entonces con algunas de las obras de Erich Fromm. Fromm presentaba a Marx como una suerte de profeta ateo, no como integrante de las filas del movimiento proletario revolucionario. En este caso, como en el anterior, asistimos, en tiempos distintos, a una reacción a la barbarie stalinista, basada en la incomprensión del fenómeno de la degeneración del Estado que surgiera de la primera revolución obrera triunfante en 1917. Por eso tienen en común la omisión de la revolución social, como si el "comunismo” oficial de la vieja URSS obligara a evitar abordarla o a eliminarla de la “agenda” de los problemas del mundo que nos toca vivir.
La conclusión de todo esto es la siguiente: el planteo de que la ciencia es instrumento de liberación del hombre sólo puede ser aceptado si se acepta, como parte del propio conocimiento científico, la tarea revolucionaria de transformación social que se ejecuta a partir de hipótesis y caracterizaciones teóricas sobre la propia sociedad moderna. En este sentido, el marxismo es la síntesis y superación de las mejores tradiciones del pensamiento humano, en la definición ya clásica dada por Lenin de sus "partes integrantes" que incluyen a la mencionada filosofía clásica alemana, al socialismo francés y a la economía política inglesa.

Continuidad

El marxismo -ciencia y práctica de la revolución social- se mantuvo vivo en el movimiento de oposición a la burocracia staliniana que liderara Trotsky. Es sintomático que, poco antes de ser asesinado por Stalin, el propio Trotsky consagrara sus últimos escritos a defender irrestrictamente la base científica del marxismo y al materialismo dialéctico como la cumbre actual de la evolución del pensamiento humano. El rigor por la teoría y el desprecio por toda actitud negligente en la materia en un hombre que apenas años atrás había dirigido el formidable Ejército Rojo (que él mismo construyera de la nada para defender las conquistas del proletariado revolucionario), pinta de cuerpo entero al último y más grande representante del socialismo científico en el siglo XX. Fue el mismo Trotsky quien, al culminar una conferencia a estudiantes dinamarqueses en 1924, pronunció las palabras que aquí cierran este pequeño trabajo:
«La antropología, la biología, la fisiología, la psicología, han reunido verdaderas montañas de materiales para erigir ante el hombre, en toda su amplitud, las tareas de su propio perfeccionamiento corporal y espiritual y de su desarrollo ulterior. Por la mano genial de Sigmund Freud, el psicoanálisis levantó la tapadera del pozo que, poéticamente, se llama el alma del hombre. Y ¿qué nos ha revelado? Nuestro pensamiento consciente no constituye más que una pequeña parte de las oscuras fuerzas psíquicas. Buzos sabios descienden al fondo del océano y fotografían la fauna misteriosa de las aguas. Para que el pensamiento humano descienda al fondo de su propio océano psíquico debe iluminar las fuerzas motrices misteriosas del alma y someterlas a la razón y a la voluntad. Cuando haya terminado con las fuerzas anárquicas de su propia sociedad, el hombre se integrará en los morteros, en las retortas del químico. Por primera vez la Humanidad se considerará a sí misma como una materia prima y, en el mejor de los casos, como una semifabricación física y psíquica. El socialismo significará un salto del reino de la necesidad al reino de la libertad en el sentido de que el hombre de hoy, plagado de contradicciones y sin armonía, franqueará la vida hacia una especie más feliz”.

Pablo Rieznik
Dirigente del Partido Obrero
Instituto de Investigaciones - Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Agosto 1995

Nota: este trabajo ha sido preparado para su presentación en el Encuentro sobre el «Centenario de Federico Engels - El Socialismo: Presente y Futuro», a realizarse en el Centro Cultural General San Martín, organizado por la Fundación Juan B. Justo y el Instituto de Filosofía de la Universidad de La Habana (28/8, 30/8 y 1/9), y en el Seminario Internacional sobre «El socialismo como pensamiento y perspectiva», organizado por la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (19 al 21 de octubre).

La Helms-Burton también abarca obras de arte y otras propiedades

Existe la percepción de que la Ley Helms-Burton, cuya aplicación plena fue activada meses atrás por el gobierno de Donald Trump, concierne apenas los inmuebles o negocios nacionalizados en Cuba en los albores de la Revolución Cubana. Nada más apartado de la realidad.
La ley apenas hace dos excepciones: no pueden ser objeto de reclamación los inmuebles actualmente ocupados como residencias familiares o que se encuentren en manos de una misión diplomática. Pero más nada, porque la ley, exceptuando estos dos casos, no especifica otra cosa ni hace una definición precisa del concepto de propiedad. Apenas dice que una propiedad objeto de reclamación de compensación debía valer 50.000 dólares o más al momento de la nacionalización.
Esto abre la posibilidad a muchas interpretaciones porque «propiedad» es todo lo que le perteneció a alguien y en la isla del Caribe a principios de los años 60 del siglo pasado el Estado nacionalizó una serie de propiedades que no son necesariamente inmuebles. También objetos como, por ejemplo, obras de arte. Algunas de las cuales conforman las colecciones de varios museos de arte.
Después de que la aplicación del título III de la ley fue descongelado por la Administración Trump comenzaron a circular muy discretamente en las redes sociales del ámbito cultural dudas sobre qué pasaría con las obras de arte, cuadros, esculturas, objetos o grabados de importantes autores del mundo que las familias pudientes dejaron atrás cuando salieron del país después de la Revolución.
Es una discusión intrincada que todavía se mantiene entre bambalinas porque, entre otras razones, el asunto de las reclamaciones por la confiscación de los inmuebles ha tomado la delantera y el tema de lo demás ha quedado rezagado.
No obstante, es algo que ha comenzado a salir a flote aunque muy discretamente, y pocos quieren comentarlo de manera pública como ha constatado OnCuba en las últimas dos semanas.
“La verdad es que no se me había ocurrido pero es una posibilidad. Esta ley americana no coloca el arte fuera de su alcance”, comentó a OnCuba un marchand ibérico que trabaja en una casa de subastas multinacional. El problema, enfatiza, es que será “muy difícil” lograr que un país como Cuba acepte entregar obras tan solo por la decisión de un tribunal extranjero.
Tanto este marchand como otros analistas, que siguen de cerca los vericuetos de la saga de las reclamaciones de propiedades nacionalizadas apuntan que en el caso cubano de las propiedades, al contrario de lo que sucedió en los países europeos tras la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, donde los museos como el Louvre y colecciones privadas fueron saqueadas por las tropas de ocupación, en la Isla sencillamente fueron abandonadas por sus propietarios.
Esto establece una diferencia entre los dos casos. En primer lugar porque las potencias occidentales no reconocían al gobierno nazi que practicó esos saqueos de obras de arte. En el caso de Cuba, es muy diferente.
Según un estudio presentado por Mari-Claudia Jiménez, hace una década en una conferencia de la Asociación Cubana de Economistas, el marco legal es lo que define todo. Tomemos, por ejemplo, el caso de los países de Europa Oriental y la ex Unión Soviética cuando los gobiernos comunistas desaparecieron.
“El cambio de régimen es un requerimiento clave para una eventual restitución de patrimonio cultural en lo que se refiere a Cuba. Y por eso es que las restituciones del arte confiscada por los nazis es abordada de una forma diferente a las obras de arte nacionalizadas por regímenes comunistas”, indica el estudio.
Cuba considera todas las obras de arte que se encontraban en el país en 1959 como parte del patrimonio nacional, lo cual cambió totalmente el régimen legal de la propiedad de esas obras. Lo mismo sucedió en la ex Unión Soviética después de la revolución de 1917, explica la autora.
“¿Qué pueden hacer los cubanos si encuentran una obra de arte que les perteneció en Cuba? ¿Pueden demandar al dueño actual para que la devuelva? De nuevo, aquí la clave en relación a Cuba es que no ha habido un cambio de régimen (político), por ende las opciones son limitadas. Si esta obra es encontrada en Estados Unidos, las posibilidades de ganar una demanda contra el dueño actual son cuestionables porque, en la situación actual (…) el gobierno de Estados Unidos reconoce oficialmente al cubano. A consecuencia de ello, toda expropiación de propiedades o nacionalizaciones en contra de sus propios ciudadanos pueden ser actos de Estado oficiales lo cual, teniendo en cuenta el concepto de la soberanía individual, los tribunales extranjeros no suelen colocar en causa”, subraya el estudio de Jiménez.
En octubre de 1962, cuando las nacionalizaciones sucedían en Cuba, el gobierno de Estados Unidos las aceptó como un hecho precisamente amparado en la doctrina del Acto de Estado. En un discurso ante un grupo de empresarios, el secretario de Estado, Dean Rusk subrayó que “todo Estado soberano tiene el derecho de expropiar propiedades, independientemente si los dueños son nacionales o extranjeros. (…) Sin embargo, el dueño debe ser adecuadamente indemnizado por su propiedad”.
Hasta ahora solo hay un ejemplo de obra de arte incautada en Cuba y posteriormente recuperada por sus propietarios. Según un artículo de la revista The Art Newspaper, el caso emblemático es el de la familia Fanjul, pero fue posible porque el cuadro que recuperaron se encontraba fuera de Cuba.
Sucedió el año 2005 cuando la familia Fanjul, grandes industriales azucareros en Cuba que residían en lo que es ahora el Museo de Artes Decorativas en La Habana, lograron que se les devolviera un cuadro del pintor español Joaquín Sorolla llamado “Vista de Málaga”, aunque inicialmente no se identificó la obra.
Todo comenzó cuando la casa de subastas Sotheby’s en Londres le pidió a una bisnieta de la familia Fanjul-Gómez Mena que identificara un cuadro que iba a ser sometido a subasta. Alertada la familia comenzaron las gestiones para recuperarla. Lo lograron, tras un acuerdo que hasta hoy permanece confidencial pero fue un desenlace muy raro y difícil de repetir.
De hecho, los Fanjul tienen conciencia de eso. No se oponen a que sus obras sean exhibidas públicamente, lo dijeron durante el caso de la “Vista de Málaga”. Lo que aspiran es a una compensación porque han cambiado de manos en contra de su voluntad.
Hasta ahora ninguna demanda relacionada con la Helms-Burton tiene que ver con obras de arte. No quieren decir que no lo intenten. Pero lo más difícil, apuntan especialistas, es lograr que un tribunal en Estados Unidos define exactamente qué es una propiedad a la luz de esta ley y si tiene derecho jurídico de reclamar una propiedad artística en manos del Estado cubano.

Rui Ferreira
OnCuba

Sin Bolton, ¿cambiará la política exterior de EE.UU.?

No faltan los ilusos que piensen que con la salida de John Bolton la belicista política exterior de Donald Trump daría paso a otra de carácter menos virulenta, tanto en sus gestos como en su contenido, y por lo tanto menos peligrosa para la paz y la seguridad internacionales. Grave error.
Es cierto que había diferencias entre lo que proponía el ex Consejero de Seguridad Nacional y el presidente en varios temas clave. Mientras en las páginas editoriales del New York Times aquél aconsejaba bombardear Irán para evitar que este país accediera a la bomba atómica (que ya EE.UU. le concedió a Israel hace décadas), Trump albergaba dudas sobre la eficacia de esa política, más no de su inmoralidad.[1]
Los expertos del Pentágono seguramente le advirtieron al ocupante de la Casa Blanca que al igual de lo que Jorge Luis Borges dijera una vez de los militares argentinos, Bolton tampoco “había oído en su vida silbar una sola bala” rasgando el aire sobre su cabeza y que sus bravatas eran el peligroso disparate de alguien que desconocía por completo el arte de la guerra. El halcón racista y xenófobo, hoy “involuntariamente desocupado” (como acotaría burlonamente J. M. Keynes) era tan estúpido que inclusive proponía bombardear también a Corea del Norte, sin percatarse que Seúl y Tokio, las dos principales ciudades de esos cruciales aliados de Estados Unidos en Asia: Corea del Sur y Japón, podrían ser reducidas a cenizas por la represalia norcoreana ni bien comenzara el ataque estadounidense.
La tecnología moderna hace que cualquier ataque nuclear, por sorpresivo que sea, nunca será suficientemente destructivo como para evitar la retaliación del agredido. Esto fue lo que el bruto de Bolton nunca entendió y lo que los militares del Pentágono le dijeron a Trump. Aquél también era partidario de escalar la agresión en contra de la República Bolivariana de Venezuela, no descartando una intervención militar que, como se dice a cada rato, es "una opción que siempre está sobre la mesa". Esta amenaza no se materializó aunque en las últimas semanas la Casa Blanca ha movido a su rastrero peón en Bogotá ordenándole crear una situación muy tirante en la frontera colombo-venezolana. Si estos escarceos llegaran a culminar en un violento desenlace Estados Unidos podría invocar al TIAR -que por algo lo ha venido reactivando estos días- para reunir fuerzas con su peonada y acudir en ayuda de Colombia "agredida" por Venezuela. Poco probable que alguien le crea, pero las aviesas intenciones son innegables.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que no son las personas (Trump, Bolton, Pompeo) ni los partidos quienes hacen la política de Estados Unidos, ni en lo doméstico ni en el ámbito internacional. El poder de decisión fundamental reposa en las manos del “complejo militar-industrial-financiero” o, como algunos lo denominan, "el Estado profundo". Este núcleo duro del poder que nadie ha elegido y que es responsable ante nadie es quien, desde finales de la Administración Eisenhower (1953.1961), elabora e impone las grandes directivas que luego, con un inevitable “toque personal”, llevan adelante los presidentes y los jerarcas de la administración de turno. Es obvio que los gobernantes le imprimen un sello personal que no debe ser desdeñado, pero no es allí donde hay que buscar los fundamentos de las políticas de estado que adopta el imperio.
Al fin y al cabo no fue otro que el "progresista" Barack Obama quien “legalizó” la infame agresión a Venezuela con su execrable orden ejecutiva del 9 de marzo del 2015 en la cual “declaraba la emergencia nacional debido a la amenaza inusual y extraordinaria que la situación de Venezuela planteaba para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos.” Los ominosos términos de este decreto: "emergencia nacional", "amenaza inusual y extraordinaria" a la "seguridad nacional" de su país hunden al afroamericano en las ciénagas más malolientes de la política internacional.
Por consiguiente Trump no hizo más que avanzar por el camino trazado por su predecesor, claro está que tiñéndolo con las estridencias de sus extravagancias personales y la grosería de sus modales de ricachón prepotente. ¿Ataques con drones? Obama hizo uso y abuso de ellos, y Trump siguió la curva ascendente de esas agresiones. ¿Operaciones de “cambio de régimen” contra Venezuela, Nicaragua, Irán y ahora Hong Kong? Salvo la última, las otras tres comenzaron con Obama. ¿Extraterritorialidad de las sanciones económicas norteamericanas? Una vieja política del imperio que cultivaron con empeño todos los presidentes de Estados Unidos desde Eisenhower en adelante. Sanciones económicas a diestra y siniestra aplicadas a gobiernos de países reputados como “enemigos”, a bancos y empresas que efectúen transacciones comerciales o financieras con ellos y a personas físicas o jurídicas involucradas en las mismas.
No sólo eso: también bloqueos comerciales, de puertos (en la Nicaragua sandinista), sabotajes, ataques informáticos, linchamientos mediáticos, la sólo enumeración detallada sería interminable. Un ejemplo basta y sobra: en 2014 la Administración Obama impuso una escalofriante multa de 8.834 millones de dólares al banco francés BNP Paribas por "desobedecer las sanciones económicas impuestas contra Sudán, Irán y Cuba." La ley norteamericana fue admitida sin chistar nada menos que por el gobierno "socialista" de Francia, convalidando de este modo una monstruosidad jurídica que corroe las bases legales del orden mundial, a saber: las leyes que apruebe el Congreso de EEUU son edictos imperiales que deben ser obedecidos en todo el mundo. Solícito con ese talante colonial Laurent Fabius, el canciller del presidente François Hollande se limitó a decir que esa sanción aplicada a un banco francés por operaciones realizadas no con Estados Unidos sino con terceros países era una "decisión injusta y unilateral y no razonable". Tomando en cuenta todos estos hechos es fácil concluir que Estados Unidos se ha convertido, con la complicidad de las potencias europeas, en el más peligroso y beligerante “estado canalla” del mundo, que viola la legalidad internacional con absoluta impunidad.
El recrudecimiento de las sanciones económicas contra Cuba y Venezuela fue sin duda potenciado por Bolton, pero comenzaron antes de que asumiera sus funciones como Consejero de Seguridad Nacional y sin duda continuarán después de su intempestivo despido. Habla con elocuencia de los límites con que tropiezan las iniciativas imperialistas el hecho que este siniestro personaje fue eyectado del gobierno sin poder anotarse un solo éxito en materia de política exterior. Mordió el polvo de la derrota en Siria, en Irán, en Afganistán, en Medio Oriente, en Corea del Norte, en China y corrió la misma suerte con Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyos “regímenes” pugnó por derrocar logrando tan sólo su fortalecimiento debido a la repulsa generalizada que el descarado intervencionismo norteamericano -que llegó a niveles insólitos en el caso de Venezuela con un "presidente encargado" bendecido por los tuits de Trump- suscitaba en poblaciones afectadas por el bloqueo dispuesto por Washington. Esto significaba, en términos prácticos, falta de insumos básicos para la vida cotidiana, desde comida a medicamentos e inclusive agua, además de apagones, ataques informáticos y atentados de todo tipo.
En el caso particular de la República Bolivariana de Venezuela el legado de Bolton es particularmente gravoso para Trump porque la Casa Blanca quedó empantanada en un callejón sin salida. Esto porque mientras el presidente Nicolás Maduro ha declarado insistentemente su predisposición a reunirse con Donald Trump -pese a la brutal guerra económica de que es objeto, las amenazas militares y la fantochada de Juan Guaidó- la Casa Blanca pasa a la defensiva y debe guardar un absurdo silencio ante la propuesta de Caracas. Producto de las políticas de Bolton a Trump le quedan sólo dos opciones: (a) continuar con una estrategia de “cambio violento de régimen” que ha fracasado en toda la línea y que ha enfriado las relaciones con algunos de sus aliados en la región, diluyendo aún más la ya de por si menguada eficacia del deshilachado Grupo de Lima; o, (b) abandonar el papel rector que la Casa Blanca ha jugado en la oposición venezolana moviendo a su antojo a figuras tan funestas como Leopoldo López, Julio Borges, María Corina Machado, Lilian Tintori, Antonio Ledezma, Henrique Capriles y otros de su ralea y admitir que una salida pacífica de la crisis sólo puede lograrse mediante un diálogo entre el gobierno y una oposición que no sea un conjunto de marionetas que responden dócilmente a la voluntad de la Casa Blanca.
Los diálogos de Santo Domingo, conducidos a lo largo del 2017 por José Luis Rodríguez Zapatero, estuvieron a punto de sellar un acuerdo que hubiera posibilitado una gradual normalización política de Venezuela. Pero el 18 de enero del 2018, cinco minutos antes de la firma según cuenta el ex presidente del gobierno español, llegó un mensaje desde Washington (retransmitido por el presidente de Colombia Iván Duque) ordenando a los negociadores de la oposición retirarse del recinto y no firmar el documento ya acordado. Obviamente que la Casa Blanca optó en ese momento por sabotear cualquier salida política y apostar a la violencia y a la asfixia económica y social como método para derrocar al gobierno de Maduro. Resultado: exasperación del bloqueo y aplicación de todas las técnicas de la "guerra de quinta generación" con un costo mínimo estimado por lo menos en 40.000 vidas humanas tronchadas según un informe del Centro de Investigación en Economía y Políticas (CEPR, por su sigla en inglés) de Washington.[2] O sea, un genocidio, un crimen de lesa humanidad.
Otro tanto está ocurriendo en relación a Cuba, en donde con Bolton o sin él parece difícil que por el momento Donald Trump dé marcha atrás con la suspensión del capítulo III de la Ley Helms-Burton, pieza legal decisiva que organiza el bloqueo a la isla rebelde. Respondiendo a los ya mencionados criterios de extraterritorialidad la ley establece duras sanciones para las empresas extranjeras que mantengan relaciones comerciales o financieras con Cuba y la suspensión del capítulo III de dicha ley abre la posibilidad de entablar demandas contra personas o compañías que utilicen bienes expropiados por la Revolución a personas o empresas estadounidenses. Esto podría traducirse en un aluvión de demandas por parte de ciudadanos de ese país contra quienes negocien con -u obtengan beneficios de- propiedades que fueron expropiadas por la revolución.
No es un dato menor que esas demandas pueden dirigirse en contra del gobierno cubano, una empresa o un ciudadano de ese país. A lo anterior se agrega la enmienda en lo relativo a las remesas que familiares o amigos pueden enviar desde Estados Unidos, que no podrán los 1.000 dólares cada tres meses siempre y cuando el destinatario no sea un funcionario del gobierno cubano, un miembro del Partido Comunista o familiares cercanos a éste. La prohibición a las compañías navieras que organizan cruceros en el Caribe de incluir en sus itinerarios puertos cubanos agrega nuevas agresiones económicas a la Cuba revolucionaria. Y, por supuesto, nuevos padecimientos a su población en la vana esperanza que de este modo se producirá un estallido popular que acabará con el gobierno cubano y logrará el tan ansiado como postergado "cambio de régimen" en la isla.[3]
Pero Estados Unidos no se detiene ante sus crímenes. Su historia como nación es una larguísima secuencia de horrores y agresiones en donde, como recordara recientemente el ex presidente Jimmy Carter, sólo durante 16 de los 242 años de historia independiente su país se abstuvo de entrometerse en otras naciones y guerrear con ellas. [4] Por lo tanto, la beligerancia y el guerrerismo están en el adn del imperio y la salida de Bolton en nada modificará este dato constitutivo de una nación que se autoproclama como la elegida por Dios para sembrar la libertad y la justicia en todo el mundo. A cualquier precio.

Atilio A. Boron

Notas:

[1] Ver su nota en el Op-Ed de ese diario el 26 de marzo del 2015: "To Stop Iran’s Bomb, Bomb Iran", en
https://www.nytimes.com/2015/03/26/opinion/to-stop-irans-bomb-bomb-iran.html
[2] Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs, "Economic Sanctions as Collective Punishment: The Case of Venezuela" (CEPR, Abril 2019). Puede leerse en: http://cepr.net/publications/reports/economic-sanctions-as-collective-punishment-the-case-of-venezuela
[3] No es un dato menor el hecho de que John Bolton presentara estas nuevas sanciones económicas contra Cuba en un hotel de Coral Gables, sur de la Florida y que en el presidium ondeara el estandarte de la criminal Brigada 2506. Este fue un grupo de exiliados cubanos anticastristas entrenado y equipado por la CIA y formado en 1960 para intentar derrocar al gobierno de la revolución. Fueron ellos los principales protagonistas de la invasión a Playa Girón en abril de 1961, sólo para ser derrotados por los patriotas cubanos. Pero el hecho de que casi sesenta años después esa organización presida, como se ve en la foto que acompaña esta nota, un anuncio del Consejero de Seguridad Nacional sobre nuevas sanciones a Cuba y Venezuela habla claramente de la naturaleza insanablemente criminal de la dominación imperialista.
Ver http://www.radiotelevisionmarti.com/a/eeuu-anuncia-nuevas-sanciones-cuba-viajes-remesas/236718.html
[4] Discurso en la Iglesia Bautista de Plains, Georgia, 15 Abril 2019, disponible en: http://www.presstv.com/Detail/2019/04/15/593525/Former-US-President-Jimmy-Carter-Trump-China