martes, 30 de noviembre de 2021

Vacunas, vacunación y medidas sanitarias en Cuba frente a la covid-19, hoy en la Mesa Redonda


Silvio Rodríguez - Cuba va


Defiende la revolución socialista: Acción en las orillas del Main (Alemania)


Forma y contenido de las nuevas derechas según Adorno ¿Qué hay de nuevo?

A la hora de pensar la cultura y la política el marxismo ha sido particularmente fértil en el análisis de una problemática fundamental: la novedad. El principal mérito de todos esos variados aportes ha sido el de comenzar por poner en discusión su carácter de tal. Esto es empezar por responder un interrogante simple: ¿qué hay de nuevo en esto que se muestra pretendidamente novedoso? Desde la repetición con otras formas que van de la tragedia a la farsa enunciada por Marx en el 18 de Brumario, pasando por las pervivencias de lo viejo en disputa con lo nuevo esbozadas por Gramsci, como posibles marcas del cambio de época, hasta llegar al desarrollado análisis de las variaciones de las formas culturales y sus disputas entre lo arcaico, lo residual y lo emergente, postuladas por Williams, por solo mencionar algunos trabajos y autores, analizar críticamente aquello que se muestra como nuevo es un tema obligado para el pensamiento crítico. Lenin, Trotsky, Brecht, Benjamin, Jameson y otros también han puesto el foco en ello. Pero es sin dudas Adorno, en soledad o junto a Horkheimer, quien más ha insistido en reflexionar sobre la novedad en la sociedad y la cultura de masas con la dialéctica marxista como método. Desde allí el presente recupera su lugar como un modo de interpelar al pasado y la novedad su lugar de etiqueta o de nuevo ropaje -muchas veces estandarizado, planificado y armado- de lo viejo. 
 La editorial Taurus acaba de editar Rasgos del nuevo radicalismo de derecha, un pequeño libro en el cual se reproduce una conferencia dictada por Theodor Adorno en la Universidad de Viena en 1967. En ella se pone el foco en un único tema que además de ser un fenómeno interesante marcaba la necesidad política de reflexionar sobre él: el ascenso de la Nationaldemokratische Partei Deutschland (NPD) en la que era la República Federal de Alemania. La lectura de las 48 escasas páginas donde se reproduce la conferencia (el libro además cuenta con epílogo crítico a cargo Volker Weiss) produce un efecto de actualidad inquietante. Los rasgos que Adorno destaca de la NPD y que desmenuzan la forma y el contenido de las por entonces “nuevas derechas” son en gran medida los mismos de estas otras que inundan nuestro presente. Para decirlo pronto, Adorno analiza magistralmente a la NPD como parte de las “nuevas derechas europeas” de finales de los sesenta, pero parece estar hablando de las “nuevas derechas de hoy”, algunas autodenominadas libertarias, de sus figuras alocadas, de sus interpelaciones carentes de conceptos y de la responsabilidad política que implica tomarlos en serio, debatir sus posiciones y enfrentarlos por lo que son ahora y, fundamentalmente, por lo que pueden ser. 

 La permanente actualidad de un método 

A la hora de analizar el fenómeno del ascenso de las “nuevas derechas” Adorno comienza por el principio y es ponerlo en relación con las condiciones sociales que lo enmarcan, sosteniendo que son ellas las que se mantienen como condición de posibilidad de su emergencia. La tesis es clara. Para Adorno: “El radicalismo de derecha, o mejor dicho, el potencial de dicho radicalismo (…) se explica por el hecho de que en todo momento siguen vivas las condiciones sociales que determinan el fascismo”. Esta afirmación pone el foco en el método de análisis propuesto por al autor y confirma que empezar por lo concreto siempre es el mejor primer paso pero, a la vez, que debe complementarse con el análisis de la coyuntura, de la política, de lo puntual, o de lo evidente del fenómeno. “Las condiciones que determinan los movimientos fascistas, a pesar del fracaso de estos, siguen vivas en todo momento en la sociedad, aunque no necesariamente en la política”. En ese punto la presencia o no en el ámbito político de este tipo de expresiones políticas depende de varios factores que exceden a la política pero que la contienen. Fundamentalmente uno: la tendencia a la concentración económica del capital dominante que, como sostiene Adorno, es una tendencia “de la que no cabe duda alguna por mucho que se la pueda hacer desaparecer del mundo por medio de todas las artes estadísticas imaginables”. Como contracara de esa concentración del capital está “la posibilidad de desclasamiento, de degradación, de unas capas sociales que, según su conciencia subjetiva de clase, eran totalmente burguesas y deseaban mantener sus privilegios y su status social, e incluso reforzarlo en la medida de lo posible”.
 De esta manera es que el análisis liga lo objetivo de las condiciones materiales con el aspecto subjetivo de las clases sociales. Esa subjetividad es la que encuentra el reconocimiento en interpelaciones que apuntan a movilizar el “odio contra el socialismo o lo que ellos llaman socialismo, al ponerlo como responsable de su situación”. En así que el desclasamiento (real o potencial) que produce la concentración económica capitalista es explicado en una mitología que levanta al socialismo como culpable de los males de un sistema al que en realidad combate y cuyo buen funcionamiento lleva la concentración económica y a la pauperización social… En ese punto, Adorno sostiene que el espectro del socialismo, como el dueño de todos los males del sistema capitalista, se encarna muy fácilmente en grupos sociales donde pensar el paso al socialismo ha sido siempre muy difícil. Esos sectores sociales son la base de esos movimientos pero no son los únicos que los integran lo que obliga a no caer en simplismos como el de asociar directamente a la nueva derecha con la pequeña burguesía o con sectores urbanos. 
 La dificultad principal para pensar en el socialismo como alternativa radica en el papel jugado por los gobiernos que desde una posición “no ortodoxa” en lo económico se han ubicado como sostenedores del sistema económico y como contenedores de los conflictos que este genera. Adorno señala puntualmente a los gobiernos de la social democracia en Alemania. Sobre todo a las consecuencias del liberalismo keynesiano que, al mismo momento en que evita las posibilidades de un cambio en la estructura social, refuerza distintas amenazas; entre ellas, la del empobrecimiento general y fundamentalmente el de las capas sociales anteriormente mencionadas. La inflación paulatina que viene añadida a la expansión del keynesianismo y que es el modo en que la sociedad experimenta un constante deterioro de sus condiciones de vida trae consigo la siempre presente posibilidad de que lo que viene puede ser peor. El cuadro no puede ser más simple. Se apunta a mantener y a sostener una crisis permanente que lo que hace es confirmar a aquellos que se construyen como administradores de esa propia crisis. Es interesante reparar en un detalle: para la retórica, como ciencia del decir, la crisis permanente es un oxímoron. O sea, es la unión de dos términos encontrados que se oponen en una misma proposición. Si es crisis no puede ser permanente salvo para la retórica y para los intentos del mantenimiento del sistema capitalista… 
 En ese punto, lo que los movimientos de derecha hacen es montarse sobre la sensación de catástrofe social y establecer un diálogo mano a mano con ella. “Se apela al deseo inconsciente del colapso o la catástrofe”, sostiene Adorno para explicar, justamente, esa comunión de cuestiones objetivas con motivaciones psicológicas. Verdadera distorsión de la teoría marxista del colapso “que se desarrolla en esta conciencia sumamente encogida y falsa”. 

 Propaganda para todos 

Para Adorno la nueva derecha combina “una extraordinaria perfección de los medios (..) propagandísticos, en el sentido más amplio, (…) con una ceguera, con una oscuridad impenetrable de los fines que persiguen”. Por esta diferencia entre lo que se exhibe en cuanto a capacidad de visibilidad de estos movimientos con lo no mostrado de sus verdaderos intereses es que la propaganda es la base (se diría única) de su política. Adorno es claro, el hecho de carecer de sustento teórico o de exhibir casi de modo jactancioso su ínfimo nivel intelectual no debería nunca servir para subestimar a estos movimientos. Es más, ubicarlos primero como una técnica de poder es el primer paso para analizarlos y confrontarlos. 
 Esa técnica de agitación reposa en varios lugares conocidos. Primero, en la negación de una interpelación conceptual y la puesta en escena de una permanente invocación a la emoción y a la fuerza. Segundo, en la construcción de enemigos previsibles y permanentemente nombrados. Esto se hace con la perpetua invocación a “la imago, la imagen ideal subconsciente, del comunista”. De ese modo se apela a ese carácter místico que ha alcanzado el comunismo por la propaganda burguesa de ser algo tan abstracto como elástico como para contener “todo lo que a la gente no le gusta”. Tercero, en el rechazo a la intelectualidad y en la invocación a una autoridad intelectual inventada que, aunque contradictorios, son la base para terminar de conformar una ideología fragmentaria que encuentra una justificación en un recetario de frases simples y slogans recordables. Es tal que, para Adorno, la evidente propaganda no está tanto destinada a la difusión de una ideología como a “mantener ocupadas a las masas”. Lo que hace la nueva derecha es llevar al extremo la propaganda como mera “técnica de psicología de las masas”. Símbolos, trucos más o menos estandarizados que se repiten, aunque sean pobres y endebles, reponen la importancia de la repetición ritual. 
 “Soltar las mentiras más burdas”, que es toda una técnica usada por las derechas y que sigue el dictum goebbeliano de formar capas de verdades a pura mentira, se une con el “método salami” en donde la descontextualización, el tomar una parte del y por el todo se suman a cierta pedantería pretendidamente científica que busca legitimar, darle autoridad a sus líderes y propuestas. El llamamiento a lo concreto donde el anti- intelectualismo se muestra claramente se relaciona con el formalismo como modo de pensar donde el sistema se reconfirma en la negación que de él se hace en nombre de la (mala) forma que tiene hoy. Allí es que el mito de la libertad, por caso, asoma como una forma que puede condensarlo todo. 

 La obligación política y teórica del combate 

¿Qué hacer frente a estos movimientos? Adorno es claro: “la táctica del ¡Chitón!, esto es, la táctica de guardar absoluto silencio sobre estos asuntos no ha dado nunca buenos resultados”. Hay que discutir y debatir, “no hay que moralizar, sino apelar a los intereses reales de la gente”. En ese sentido, se trata de combatir en el terreno de las ideas para poder apelar a esa “escisión de conciencia” de las personas, incluso en aquellas “personalidades prejuiciosas, que han sido abiertamente autoritarias, represivas y reaccionarias desde el punto de vista político y económico y que han reaccionado de modo de distinto en los puntos en los que estaban en cuestión sus propios intereses más claros, los intereses más claros para ellas”. Otro factor es la introspección para poder desmontar esos elementos proyectivos que ponen el foco en los enemigos declarados por la extrema derecha y poner a esas derechas y a esos radicales de derecha como objeto de la reflexión y el estudio y no hacerle el caldo gordo a su odio. No es el socialismo ni somos los que luchamos por él los que tenemos que rendir cuentas por el desastre del capitalismo, por sus fechorías, ni por sus catastróficas consecuencias. Pero fundamentalmente sí es el socialismo el que está obligado políticamente a combatir a estas (no tan) nuevas derechas sin caer en la traición de la defensa del sistema y de sus instituciones y planteando que ese radicalismo lleva al extremo ese mismo sistema del cual se declama “anti”. 

Javier Palma

lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Por qué con Biden las remesas a Cuba siguen prohibidas?


Dziga Vértov: Historia de la Guerra Civil - “Al Terror Blanco responderemos con el Terror Rojo”


Se estrenó una película del gran cineasta soviético que se creía perdida.

 Luego de cumplir exactamente 100 años de su realización y puesta en escena una sola vez en el año 1921 se estrenó en Ámsterdam, Holanda, la película “Historia de la Guerra Civil” de Dziga Vértov. El cineasta y documentalista soviético fue uno de los realizadores que revolucionó la manera de hacer cine durante el siglo pasado. La película de Dziga Vértov fue restaurada durante dos años, y su estreno en el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam, el IDFA, fue nada más y nada menos que en el mayor espacio de encuentro del mundo, para seguidores y profesionales del cine documental. Se espera que luego se presente en Moscú y Venecia.

 La película (1918-1921)

 La película es una compilación de una serie de rollos que había filmado Vértov durante sus recorridas por los distintos frentes de batalla en la guerra que llevaba adelante el Ejército Rojo contra los 20 ejércitos imperialistas y contrarrevolucionarios blancos con el propósito de defender la primera revolución proletaria del mundo.
 Por eso, la película fue un encargo para la celebración del III Congreso de la Internacional Comunista. Fue un trabajo similar al que ya había realizado con motivo del Primer Aniversario de la Revolución: utilizar materia fílmico preexistente para crear una nueva película documental. El III Congreso de la Comintern se celebró entre el 22 de junio y el 12 de julio de 1921. Y según cuenta el propio director, “la película se hizo con prisas en un plazo de tres semanas. Por eso no se terminaron todas las partes. Pero recuerdo que, las mejores eran ‘Hacia Kolchak’ y ‘El terror blanco’. 
 En la película muda presentada en Ámsterdam, de 94 minutos de duración, aparecen Philip Mironov (Fundador del Ejército Rojo) y León Trotsky dando discursos en los diversos frentes de batalla, en particular, en uno de los intertítulos habla de Trostsky: “junto a la tumba con la mano alzada: 
«Al terror blanco responderemos con el terror rojo”. También, hay personajes como Kliment Voroshilov, que principios de marzo de 1918 organizó el primer partido socialista de Lugansk, y dirigió la defensa de la ciudad de Járkov de las tropas alemanas y austríacas. Asimismo, preparó y dirigió la defensa de la ciudad de Tsaritsyn, años más tarde sería un potente aliado de Stalin en durante los años de las purgas del PCUS. Otro, es Semyon Budyonny; organizador de la mítica “Caballería Roja” en la región del Don; y, Fedro Raskolnikov que fue el encargado de organizar la flota naval del Báltico y el Volga, Ivar Smilga comandante del 7° ejército que enfrentó en 1920 a la ofensiva polaca, y Sergó Ordzhonikidze, que dirigió el Ejército Rojo en la región del Cáucaso, luego también sería un aliado acérrimo de Stalin.

 "Al terror blanco responderemos con el terror rojo” 

Pero la preocupación de Vértov estuvo en mostrar al mundo desde batallas en las calles, hasta tribunales militares y trincheras. Retratando el caos en que se sumió a la naciente URSS y la resistencia del Ejército Rojo y las distintas tácticas empleadas frente a la desigualdad de recursos bélicos en los que se encontraba en aquel momento, y cómo se hizo frente a la superioridad numérica y tecnológica de las fuerzas contrarrevolucionarias blancas aliadas con los ejércitos imperialistas. Queda el interrogante de por qué esta película fuera presentada una sola vez y durante el III Congreso de la Internacional Comunista, y el politburó de aquel momento decidieran no difundirla de manera masiva en la población soviética de aquel entonces. Tal vez, alguna de las razones a seguir investigando, los motivos se encuentren en palabras de Trostky “La organización del Ejército Rojo se llevó a cabo en medio del combate, y de ahí qué frecuentemente no respondía ni de lejos, a un plan establecido, e incluso resultaba de improvisaciones bastante desordenadas” (Escritos Militares de León Trotsky, ¿Como se Armó la Revolución?). 
 El filme de Vértov, en cierto sentido, refleja aquel hecho, pero también habla de aquella lucidez con la que intentaba desarrollar sus exploraciones técnicas y conciencia política acerca del momento histórico que estaba documentando. Mucho antes que se supiera de la existencia del material filmográfico, la película se encontraba conservada en el archivo personal de Vértov, plasmado en papel, donde el propio director había trabajado la planificación del filme. 

 Cine – Ojo, Vértov y una corriente que innovó el cine 

En tal sentido, debemos recordar que Vértov y otros jóvenes cineastas, entre los que se encontraba su futura esposa Yelizaveta Svílova, crearon un grupo llamado Kinoki (Cine-Ojo). Posteriormente se les uniría también el hermano de Vértov, Mijaíll Kaufman. Entre 1922 y 1923, Vértov y Svílova publicaron varios manifiestos en publicaciones de vanguardia, desarrollando su teoría del Cine-Ojo. Vértov y los otros miembros del grupo rechazan todos los elementos del cine convencional: desde la escritura previa de un guion hasta la utilización de actores profesionales, pasando por el rodaje en estudios, los decorados, la iluminación, etc. Su propósito era captar la “verdad” cinematográfica, montando fragmentos de actualidad de forma que permitieran conocer una verdad más profunda que no puede ser percibida por el ojo. Según el propio Vértov, “fragmentos de energía real que, mediante el arte del montaje, se van acumulando hasta formar un todo global”, permitiendo “ver y mostrar el mundo desde el punto de vista de la revolución proletaria mundial”
 El estreno de la película rescatada de “Historia de la Guerra Civil” es un gran aporte a la vigencia de la revolución de octubre, y, se ve plasmada en el interés del público colmando las salas todos los días del festival. 

 Ricardo Lusso 
 28/11/2021

sábado, 27 de noviembre de 2021

Un dia sin mexicanos / Cine en 2 minutos


Chile: semana de realineamientos


La primera vuelta de las elecciones presidenciales ha empujado a toda la política chilena a una semana de realineamientos y definiciones.

 La crisis que dejó las primarias tiene dos aspectos fundamentales. Primero, ninguno de los candidatos que pasaron a segunda vuelta eran los candidatos oficiales de las grandes fuerzas políticas y económicas chilenas. Aún con la reacción positiva de los mercados el día después del triunfo de Kast, el verdadero candidato del oficialismo y del capital financiero era Sebastián Sichel, quién quedó cuarto en la primera vuelta. Kast no era el preferido de la derecha no por falta de simpatía, sino porque temían y temen que un presidente fascista provoque una respuesta en las calles de las masas movilizadas de la rebelión - y así lo señalaron grupos como la Cámara Nacional de Comercio y la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras. 
 Ahora, con el triunfo de Kast (el defensor por excelencia del régimen pinochetista), la derecha no tolera su propio triunfo. Está obligada a apoyar a un candidato que no es el suyo, y Kast está obligado a incorporar al resto de la derecha a su campaña si quiere ganarle a Boric. Y es lo que ha pasado. Ya presentaron su apoyo a Kast los principales partidos de la coalición oficial Chile Podemos+, es decir, la Unión Democrática Independiente (UDI); el Partido Regionalista Independiente (PRI); el partido de Piñera, Renovación Nacional (RN); y el partido Evópoli, el más centrista de la coalición. Este advirtió que no le interesa integrar un gobierno de coalición de derechas
 También Sichel le brindó su apoyo, y su ex asesor económico se sumó al Comando de Campaña de Kast. Otro que se integró al Comando en estos días fue Sebastián Claro, ex presidente del Banco Central. Ambos llegan para moderar las propuestas tributarias de Kast. Claro enfatizó que para ‘reducir los impuestos hasta donde quiere Kast, primero hay que estabilizar las cuentas fiscales’. 
 Aunque la suma de votos de la derecha en primera vuelta es mayor que la de los aliados potenciales o eventuales de Kast del domingo pasado, el resultado del balotaje sigue incierto. El apoyo de la ex candidata del partido Democracia Cristiana (DC), Yasna Provoste, fue seguido de posiciones diferentes. Los apoyos luego el Partido Socialista; de José Miguel Insulza, ex secretario general de la OEA; Ricardo Lagos Escobar, ex presidente de Chile; y la fundación de Michelle Bachelet, Horizonte Ciudadano, expresan la posición de un espectro amplio del ‘establishment’ chileno al candidato que apoya el partido comunista. 
 Han hecho público el apoyo a Boric la Central Unitaria de Trabajadores (CUT); el dirigente de la Federación Nacional de Trabajadores del Petróleo; y el presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre. 
 El apoyo más significativo a la campaña de Boric llegó de la mano de la presidenta del Colegio Médico (COMED), Izkia Siches, quien dejó su cargo en COLMED para asumir la dirección del Comando de Campaña del presidenciable. Siches es uno de los personajes mejor evaluados en las encuestas por su rol durante la pandemia y sus críticas a la gestión de Piñera en torno a salud. Luego de la primera vuelta, Boric negó la posibilidad de incluir en su futuro posible gobierno al ex presidenciable del PC, Daniel Jadue (a quién le ganó en la interna en la coalición Apruebo Dignidad). Y la tensión entre el PC y el Frente Amplio tuvo un nuevo episodio este viernes cuando Jadue cometió la torpeza de atacar al electorado liberal de Parisi. Boric, que busca los votos de Parisi para la segunda vuelta, salió rápidamente a repudiar a su compañero de coalición. 
 Quien sea que gane, no tendrá una base parlamentaria propia en el Congreso. Tanto el Partido Republicano (PR) de Kast como el Frente Amplio de Boric serán minorías en ambas cámaras. A ello debe sumarse, que Kast acaba de perder al diputado recién electo, Johannes Kaiser, quién renunció al PR luego de ser repudiado por dichos misóginos contra el derecho a voto de las mujeres en Chile.
 Es frecuente, en todo el mundo, hablar de una polarización política, que no existe. La fragmentación político-electoral que no tiene como contrapartida la concentración de fuerzas en dos polos con apoyos activos en la sociedad, no debe confundirse con polarización. El cuadro es de impasse. Es necesario distinguir, incluso, una polarización revolucionaria de otra contrarrevolucionaria. La primera es la de Rusia del 17, la de China desde la segunda guerra, la de Cuba a partir del progreso de la guerrilla del MLN – de la de Hitler y Mussolini, en 1933 y 1921, y de la que desarrolló en la guerra civil española, y de la que llevó al poder a Pinochet. 
 Los teóricos de la polarización son, curiosamente, electoralistas, cuando es condición necesaria de ella es el involucramiento de las masas en forma activa. Es precisamente lo que quieren evitar que ocurra los Piñera y los Biden, y por sobre todo los Boric y los Jadue. Se ha formado un corralito de vigilancia a Kast, para impedir que provoque una segunda rebelión popular, a dos años de la primera.

 Javiera Sarraz
 26/11/2021

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Masacre que no se filtra no existe


“Si las guerras pueden comenzar con mentiras, la paz bien puede comenzar con la verdad” -Julian Assange 

 El 8 de marzo de 2019 los analistas de un comando militar estadounidense localizado en la millonaria península de Catar, se encontraban observando una calle de un pueblo pobre en Siria a través de imágenes de alta definición captadas por un dron inteligente. En la conversación que quedó grabada, los analistas reconocieron que la multitud estaba compuesta mayormente por niños y mujeres. A un costado, un hombre portaba un arma, pero todo parecía desarrollarse de forma tranquila. Hasta que una bomba de 220 kilogramos fue arrojada desde un poderoso F-15E, justo sobre la multitud. Doce minutos más tarde, cuando los sobrevivientes de la primera bomba comenzaban a correr o a arrastrarse, el mismo avión arrojó dos bombas más, esta vez de una tonelada de explosivos cada una y a un costo de un millón de dólares por explosión. 
 A 1870 kilómetros, en el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas del ejército estadounidense en la base de Al Udeid en Catar, los oficiales observaron la masacre en vivo. Alguien en la sala preguntó, sorprendido, de dónde había partido la orden. 
 Al día siguiente, los observadores civiles que llegaron al área encontraron casi un centenar de cuerpos destrozados de niños y mujeres. La organización de derechos humanos Raqqa Is Being Slaughtered publicó algunas fotos de los cuerpos, pero las imágenes satelitales sólo mostraron que donde cuatro días atrás había un barrio modesto sobre el río Eufrates y en un área bajo el control de la “coalición democrática”, ahora no quedaba nada. La Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de estados Unidos se negó a explicar el misterio.
 Luego se supo que la orden del bombardeo había procedido de un grupo especial llamado “Task Force 9”, el cual solía operar en Siria sin esperar confirmaciones del comando. El abogado de la Fuerza Aérea, teniente coronel Dean W. Korsak, informó que muy probablemente se había tratado de un “crimen de guerra”. Al no encontrar eco entre sus colegas, el coronel Korsak filtró la información secreta y las medidas de encubrimiento de los hechos a un comité del Senado estadounidense, reconociendo que, al hacerlo, se estaba “poniendo en un serio riesgo de represalia militar”. Según Korsak, sus superiores se negaron a cualquier investigación. “La investigación sobre los bombardeos había muerto antes de iniciarse”, escribió. “Mi supervisor se negó a discutir el asunto conmigo”.
 Cuando The New York Times realizó una investigación sobre los hechos y la envió al comando de la Fuerza Aérea, éste confirmó los hechos pero se justificó afirmando que habían sido ataques necesarios. El gobierno del presidente Trump se refirió a la guerra aérea contra el Estado Islámico en Siria como la campaña de bombardeo más precisa y humana de la historia. 
 El 13 de noviembre el The New York Times (NYT) publicó su extensa investigación sobre el bombardeo de Baghuz. De la misma forma que esta masacre no fue reportada ni alcanzó la indignación de la gran prensa mundial, así también será olvidada como fueron olvidadas otras masacres de las fuerzas de la libertad y la civilización en países lejanos. 
 El mismo diario recordó que el ejército admitió la matanza de diez civiles inocentes (siete de ellos niños) el 10 de agosto en Kabul, Afganistán, pero este tipo de reconocimiento público es algo inusual. Más a menudo, las muertes de civiles no se cuentan incluso en informes clasificados. Casi mil ataques alcanzaron objetivos en Siria e Irak solo en 2019, utilizando 4.729 bombas. Sin embargo, el recuento oficial de civiles muertos por parte del ejército durante todo el año es de solo 22. En cinco años, se reportaron 35.000 ataques pero, por ejemplo, los bombardeos del 18 de marzo que costaron la vida a casi un centenar de inocentes no aparecen por ninguna parte. 
 En estos ataques, varias ciudades sirias, incluida la capital regional, Raqqa, quedaron reducidas escombros. Las organizaciones de derechos humanos informaron que la coalición causó miles de muertes de civiles durante la guerra, pero en los informes oficiales y en la prensa influyente del mundo no se encuentran, salvo excepciones como el de este informe del NYT. Mucho menos en los informes militares que evalúan e investigan sus propias acciones. 
 Según el NYT del 13 de noviembre, la CIA informó que las acciones se realizaban con pleno conocimiento de que los bombardeos podrían matar personas, descubrimiento que podría hacerlos merecedores del próximo Premio Nobel de Física. 
 En Baghuz se libró una de las últimas batallas contra el dominio territorial de ISIS, otro grupo surgido del caos promovido por Washington en Medio Oriente, en este caso, a partir de la invasión a Irak lanzada en 2003 por la santísima trinidad Bush-Blair-Aznar y en base a las ya célebres mentiras que luego vendieron como errores de inteligencia. Guerra que dejó más de un millón de muertos como si nada. 
 Desde entonces, cada vez que se sabe de alguna matanza de las fuerzas civilizadoras, es por alguna filtración. Basta con recordar otra investigación, la del USA Today que hace dos años reveló los hechos acontecidos en Afganistán el 22 de agosto de 2008. Luego del bombardeo de Azizabad, los oficiales del ejército estadounidense (incluido Oliver North, convicto y perdonado por mentirle al Congreso en el escándalo Irán-Contras) informaron que todo había salido a la perfección, que la aldea los había recibido con aplausos, que se había matado a un líder talibán y que los daños colaterales habían sido mínimos. No se informó que habían los habían recibido a pedradas, que habían muerto decenas de personas, entre ellos 60 niños. Un detalle.
 Mientras tanto, Julian Assange continúa secuestrado por cometer el delito de informar sobre crímenes de guerra semejantes. Mientras tanto los semidioses continúan decidiendo desde el cielo quiénes viven y quiénes mueren, ya sea desde drones inteligentes o por su policía ideológica, la CIA. Este mismo mes, la respetable cadena de radio estatal de Estados Unidos, NPR (no puedo decir lo mismo de la mafia de las grandes cadenas privadas), ha reportado que hace un año la CIA debatió entre matar o secuestrar a Julian Assange. 
 La conveniente, cobarde y recurrente justificación de que estos ataques se tratan de actos de “defensa propia” es una broma de muy mal gusto. No existe ningún acto de defensa propia cuando un país está ocupando otro país y bombardeando inocentes que luego son etiquetados como “efectos colaterales”. 
 Está de más decir que ninguna investigación culminará nunca con una condena efectiva a los responsables de semejantes atrocidades que nunca conmueve a las almas religiosas. Si así ocurriese, sólo sería cuestión de esperar un perdón presidencial, como cada mes de noviembre, para Acción de Gracias, el presidente estadounidense perdona a un pavo blanco, justo en medio de una masacre de millones de pavos negros. 
 Nadie sabe y seguramente nadie sabrá nunca los nombres de los responsables de esta masacre. Lo que sí sabemos es que en unos años volverán a su país y lucirán orgullosas medallas en el pecho que sólo ellos saben qué significa. Sabemos, también, que al verlas muchos patriotas les agradecerán “por luchar por nuestra libertad” y les darán las gracias “por su sacrificio protegiendo este país”. Muchos de estos agradecidos patriotas son los mismos que flamean la bandera de la Confederación en sus 4×4, el único grupo que estuvo a punto de destruir la existencia de este país en el siglo XIX para mantener “la sagrada institución de la esclavitud”. 
 Tradición que nunca murió. Sólo cambió de forma.

 Jorge Majfud | 17/11/2021

martes, 23 de noviembre de 2021

Pueblo de Cuba respalda su Revolución y condena actos desestabilizadores


Noticiero de Cuba despide de las cámaras al locutor Rafael Serrano


Chile: un primer balance de las elecciones presidenciales


Gabriel Boric (izq) y José Kast (der) 

 Cómo enfrentamos el primer lugar obtenido por la ultraderecha, un debate fundamental para la vanguardia de la lucha de masas. 

 José Antonio Kast, el candidato del ultraderechista Partido Republicano en el Frente Social Cristiano, se impone en la primera vuelta presidencial con un 27,91% contra el 25,73% con que se alza Gabriel Boric por el conglomerado centroizquierdista “Apruebo Dignidad”. Con un 12,81%, en tercer lugar, se ubica Franco Parisi del Partido de la Gente que, valiéndose de un discurso “antipolítica” y con un programa derechista, logra canalizar el malestar de un sector que, votando a un “outsider”, expresa su rechazo a “la política” responsable de la negación sistemática de derechos. Sebastián Sichel de la coalición oficialista “Chile Podemos Más” queda en cuarto lugar con un 12,69% y Yasna Provoste de “Nuevo Pacto Social” -ex Concertación- relegada al quinto lugar con un 11,66% de los votos, con lo cual los sectores políticos que representan directamente a los que que gobernaron el país en las últimas décadas quedan fuera de la carrera presidencial, que se dirimirá en segunda vuelta, el 19 de diciembre, entre el ultraderechista Kast y el centroizquierdista Boric. 
 Con poco más de 6 millones y medio de electorxs que concurrieron a emitir su voto, esto es, un 43,62% del padrón habilitado para sufragar, el abstencionismo marca nuevamente la elección. Este dato es el primero que miran las coaliciones que pasaron a segunda vuelta con menos del 30%, ya que buscarán movilizar a ese electorado para definir a su favor la elección ya que los alineamientos de las coaliciones que quedaron fuera no garantizan el traspaso automático de los votos que obtuvieron. 
 En la Cámara de Diputadxs ninguna de las listas que respaldaron a Kast y Boric logra la mayoría simple: Apruebo Dignidad se alza con 37 escaños (al igual que la ex Concertación) y el Frente Social Cristiano irrumpe con bloque propio al conquistar 15 bancas, al igual que el Partido de la Gente de Parisi que logra meter 7 diputadxs. En el Senado ingresan 4 senadores de Apruebo Dignidad, 8 de Nuevo Pacto Social, 12 de Chile Podemos Más, 1 del Frente Social Cristiano y 2 independientes, destacándose la elección que hizo Fabiola Campillai, luchadora social víctima de la represión estatal, quien obtiene el 15,8% de los votos en la Región Metropolitana como independiente, logrando ingresar al Senado con una de las votaciones más altas del país. Así, el senado queda bajo la hegemonía de la derecha oficialista y la ex Concertación.

 ¿Cómo pasamos de la rebelión y el 80% del “Apruebo”, al triunfo parcial de la ultraderecha?

 El 18 de octubre del 2019 se inicia el fuerte levantamiento de las masas chilenas reclamando por “Fuera Piñera” y el fin del régimen de los últimos 30 años. Ello fue enfrentado por el gobierno con una brutal represión (que nunca cesó) y un operativo orquestado con la oposición cómplice que estableció la posibilidad de reforma de la Constitución de Pinochet y un apretado calendario electoral, para viabilizar el recambio del personal político, a llevarse a cabo con Piñera en el poder. La reforma constitucional se inicia con el plebiscito de noviembre del 2020 donde la opción “Apruebo”, es decir, a favor de la reforma, se impone con un 80% contra el 20% que votó “Rechazo”. Este “plan” donde la centroizquierda y en particular Boric tiene un gran protagonismo nunca logró el abandono total de las movilizaciones (por los retiros de las AFP, por asistencia social para afrontar la crisis agravada por la pandemia, por la libertad de lxs presxs políticxs, etc). En las sucesivas elecciones el voto popular le asestó duras derrotas a la derecha incluida la elección de convencionales donde ésta no logra siquiera el tercio con el que pretendía resguardarse la posibilidad de veto a las reformas de fondo exigidas. 
 La respuesta al gran interrogante de cómo ahora la llamada ultraderecha logra el primer lugar en las elecciones del domingo 21 de noviembre, debemos buscarla en este gigantesco operativo de desgaste, consensuado por la “oposición” centroizquierdista con el gobierno de Piñera para desviar la movilización de las masas. La Convención Constituyente -donde irrumpen sorpresivamente lxs independientes que se presentaban como representantes de las masas en lucha- fue la frutilla que culminó el postre de la desmovilización. En la primera oportunidad que se presentó en relación a lxs presxs políticxs, la Convención renunció a ejercer la soberanía popular, entregando en los hechos el poder a la institucionalidad pinochetista, dedicándose a debates “metodológicos” ajenos a los reclamos populares. 
 Ha jugado un papel en esta “transición” desmovilizadora el Frente Amplio de Boric, como artífice del pacto del 15 de noviembre (de 2019) y conductor del derrotero de una Convención que prometía cambiarlo todo pero que en los meses que lleva sesionando se sometió a los poderes constituidos dominados por los partidos del orden de los 30 años.
 Hemos sido testigos de un monumental proceso de desgaste del escenario político abierto por las y los chilenos en las calles, donde la centroizquierda guardiana del statu quo se jugó por sostener al gobierno de Piñera, a darle aire apoyando su agenda represiva, a encorsetar el accionar de la Convención y, sobre todo, a darle la espalda a las demandas populares, brindándole la oportunidad a la derecha de levantar cabeza luego de estar acorralada por el pueblo trabajador movilizado. 
 Luego de sucesivas y profundas derrotas electorales, presentándose dividida y cambiando de candidato en medio de la campaña, con un gobierno repudiado por las enormes mayorías, el repunte de la derecha de la mano del ultraconservador Kast es responsabilidad de la política pusilánime de la “izquierda” representada por Apruebo Dignidad, que lejos de representar la posibilidad de cambios reales se presenta con un programa que se centra en dar garantías a la burguesía. El gran porcentaje de chilenos y chilenas que se abstuvo de concurrir a votar demuestra el poco entusiasmo que suscitó la opción “neoconcertacionista” representada por Boric, quien evitó como a la peste una campaña de movilización de las mayorías populares. El “revival” de la democracia “en la medida de lo posible” no convence y se transforma en terreno fértil del avance de una derecha fascistoide. 

 La alternativa de la clase trabajadora 

Que la política de dar garantías al gran capital sea el camino para lograr el apoyo de las mayorías y así llegar al gobierno, es desmentido por la fenomenal elección que hizo una luchadora independiente como Fabiola Campillai, que llega al Senado como una representante de la rebelión de octubre del 2019. Lo único que garantiza la política de conciliación de clases es que la burguesía opere con mayor comodidad para reconfigurar su estrategia para mantenerse en el poder. Con una derecha empoderada queda totalmente condicionada la idea de que la Convención sea el vehículo de las transformaciones radicales que requiere dar respuesta a las reivindicaciones motoras de la revuelta. Solo nuevas irrupciones masivas de las y los trabajadores modificarán este panorama.
 Las y los trabajadores tenemos que retomar el hilo de la rebelión popular para afrontar el avance de la ultraderecha conservadora y oscurantista, ya que lejos de cerrarse la crisis abierta por el pueblo movilizado nos adentramos a una etapa de agudización de la misma. 
 La constitución del Frente por la Unidad de la clase Trabajadora representa una tentativa por poner en pie una alternativa independiente y la valoramos como una herramienta para plantear la unidad de las y los trabajadores en las luchas que debemos afrontar como clase en la etapa que viene. Con resultados marginales en el terreno electoral rescatamos su potencialidad al plantearse como una alternativa de independencia política frente a los partidos tributarios del régimen político de los 30 años. 

Olivia Campos

lunes, 22 de noviembre de 2021

Antonio Guiteras: El espíritu más puro del movimiento revolucionario en Cuba


Para el Che, Guiteras representa el más puro luchador antimperialista.

 Antonio Guiteras fue el espíritu más puro del movimiento revolucionario en Cuba, así definieron especialistas al joven destacado en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado y cuyo aniversario del natalicio evoca hoy ideas antiimperialistas. Nacido el 22 de noviembre de 1906 en la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos, fue el segundo hijo del cubano Calixto Guiteras Gener, y la norteamericana Marie Theresse Holmes Walsh. 
 Según fuentes documentales, por problemas de enfermedad del padre, la familia decidió viajar a la isla en el año 1913 e instalarse en Matanzas y luego en Pinar del Río, actuales provincias situadas en el occidente del país; más tarde estudiaría Farmacia en la Universidad de La Habana. 
 Fue en esa sede académica donde, en 1927, Guiteras apoyó la fundación del Directorio Estudiantil Universitario, que estaba contra la prolongación en el poder de Machado (1925-1933), y después formaría parte de un grupo de acción que realizaba acciones contra el dictador desde la zona oriental del país. 

 Manifiesto al pueblo de Cuba

 En 1932 creó Unión Revolucionaria (UR), organización de carácter insurreccional con el objetivo de agrupar las fuerzas que luchaban en oriente contra el régimen. 
 Desde UR, el joven lanzó el Manifiesto al pueblo de Cuba, que expuso un programa centrado en la unidad de todas las fuerzas, más allá de las diferentes tendencias políticas, para el triunfo de una verdadera Revolución, en lo cual era la lucha armada la vía más práctica para derrocar la dictadura.
 Guiteras rechazó la negociación del embajador de Estados Unidos en Cuba, Benjamín Sumner Welles, que aspiraba a un entendimiento entre los partidos del Gobierno y de la oposición burguesa con miras a neutralizar la acción del pueblo contra el régimen. 
 Cuando recibió la noticia de la huida de Machado el 12 de agosto de 1933, pronunció un discurso contra la injerencia de Washington en la isla y llamó a consolidar la Revolución. 
 Luego del derrocamiento llegó el breve Gobierno de Carlos Manuel de Céspedes impuesto por el embajador norteamericano, defenestrado con un golpe de Estado encabezado por el entonces sargento Fulgencio Batista el 4 de septiembre de 1933, precisa un artículo del periodista Ciro Bianchi. 

 Gobierno de los Cien Días

 La Revolución parecía haber llegado al poder y Ramón Grau San Martín presidió el llamado Gobierno de los Cien Días, que tuvo en Guiteras a su secretario (ministro) de Gobernación. 
 La administración tomó un grupo de medidas de carácter popular y antiimperialista que le ganaron el respaldo del pueblo, como el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, y la rebaja de las tarifas eléctricas. 
 Sin embargo, el Gobierno no fue reconocido por Estados Unidos en momentos en que este quería mantener su hegemonía sobre el destino de Cuba, y Washington finalmente apoyó a Fulgencio Batista (ahora jefe del Ejército), a forzar la renuncia de Grau. 
 El exministro en la clandestinidad fundó la organización revolucionaria Joven Cuba, para combatir mediante la lucha armada al régimen imperante y, una vez tomado el poder, estructurar el Estado cubano conforme a los postulados del socialismo. 
 Después del fracaso de una huelga de marzo de 1935, Antonio Guiteras comprendió que para desencadenar la insurrección popular era necesario crear un foco guerrillero en las montañas orientales, y para ello proyectó un viaje a México, donde pensaba organizar una expedición. 
 Sin embargo, la delación de oficiales de la Marina de Guerra en los que había confiado, hizo que una bala alcanzara el corazón del joven en el viejo fortín conocido como El Morrillo, en Matanzas, el 8 de mayo de 1935. 
 Cuentan que el internacionalista venezolano Carlos Aponte, quien estaba a su lado, dijo a Guiteras: “Compay, antes de rendirse, nos morimos”. Y este contestó: “Nos morimos”.
 “Así se perdió la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario”, escribió sobre él Raúl Roa, quien sería canciller de Cuba. 

 Bohemia

Europa ante su enésima ola de coronavirus


El centro y el este de Europa se están viendo sacudidos por una nueva ola de coronavirus. En algunos países, se registran los récords de casos diarios desde el comienzo de la pandemia. La canciller alemana, Angela Merkel, calificó la situación como “dramática”, en tanto que Lothar Wieler, presidente del Instituto Robert Koch, pronosticó una Navidad “muy dura” para su país. El viejo continente se encuentra en vísperas del invierno, por lo que todo indica que la situación se irá agravando en el curso de las próximas semanas. 
 Son varios los factores que influyen en esta nueva escalada. Por un lado, el mapa de la disparada de infecciones coincide con los países con las tasas de vacunación más bajas de la región. Es el caso de naciones del este como Bulgaria y Rumania, dos de las más pobres de la Unión Europea, con niveles de inmunización de su población adulta de entre el 20 y el 30%. Otros países, como Croacia, Eslovenia, o la República Checa, también severamente afectados, tienen tasas que abarcan a casi la mitad o más de los mayores. Alemania logra un porcentaje aún más alto, próximo al 70%, pero hay un sector que se resiste a las inyecciones. Allí, el 90% de los nuevos infectados no están inmunizados, por lo que se ha hablado de una “pandemia de los no vacunados” (El País, 9/11). 
 Las cifras insuficientes de vacunación revelan un doble problema. En primer lugar, la desigualdad en el acceso a la vacuna entre los diferentes países, como fruto de su mercantilización y el acaparamiento por parte de las potencias. Entre los altos niveles de Portugal y España, que avanzan ya en una tercera dosis del calendario, y los rezagados países del este (ni hablar de algunas regiones de Africa o Asia), hay un abismo. En segundo lugar, está la cuestión del desarrollo de movimientos antivacunas, hostiles también a las medidas de protección. Estos han sido alimentados desde la cúspide del poder político, empezando por el expresidente estadounidense Donald Trump. 
 La existencia de una parte estructural de la población que resiste la vacunación impide avanzar en la inmunidad de rebaño, que los especialistas calculan que requiere de más del 90% de la población inmunizada. Los dos asuntos ya señalados contribuyen a la prolongación de la pandemia, en el curso de la cual se van produciendo mutaciones más resistentes.
 Otro factor que influye en la nueva oleada es el abandono de las medidas de protección (uso de barbijos, distancia, adecuada ventilación). Ya había ocurrido en otras ocasiones: los Estados europeos levantaron todas las restricciones, en una ansiosa vuelta a la «normalidad» reclamada por los conglomerados empresarios, y se volvió a recaer en brotes.
 La nueva ola está tensionando a los sistemas sanitarios, a punto tal que el centro de salud de la alemana Frisinga, ciudad próxima a Munich, ha debido trasladar pacientes al exterior. En el país más poderoso de Europa, además, falta personal de salud y hay 6 mil camas menos de terapia intensiva que el año pasado (El País, 18/11).
 Otro territorio donde la situación es grave es en Rusia, donde es muy baja la tasa de vacunación. Allí las cifras de muertes diarias son las más elevadas desde que empezó el Covid.
 El salto en la cantidad de casos ha llevado a distintos países a tomar medidas, que van desde nuevos confinamientos (Austria) al retorno al teletrabajo, el pase sanitario para ingresar en los comercios, y un horario más acotado de atención en los mismos (Alemania, Países Bajos). Otra vez, los Estados europeos van detrás de los acontecimientos. 
 El rebrote europeo muestra los límites de la gestión capitalista en el abordaje de la pandemia. Se necesita otro enfoque, que parta de la centralización del sistema de salud, la abolición de patentes y la estatización de la industria farmacéutica, bajo control obrero, y la formación de comisiones de seguridad e higiene en barrios y lugares de trabajo, para discutir y abordar las medidas de protección necesarias. 

 Gustavo Montenegro

"El presidente Bukele está enfrentado a 22 sectores sociales de El Salvador... "


 

 Hoy hablaremos sobre la situación en El Salvador, con César Villalona y Lety Méndez, que nos visitan. El actual presidente de dicho país, Nayib Bukele, ganó las elecciones en 2019 con una millonaria campaña mediática y el apoyo de un sector de la oligarquía salvadoreña y de EEUU. Desde hace meses se han encendido todas las alarmas por su intervención directa sobre los poderes judicial y legislativo.

domingo, 21 de noviembre de 2021

Inflación mundial: un salto en la crisis capitalista


La inflación mundial se ha disparado. 

En Estados Unidos, escaló, en términos interanuales, al 6,2% en el mes de octubre, el peor dato registrado en 30 años. Pero esta situación se reproduce en los países industrializados. El incremento de los precios de la energía y la alimentación han estado a la cabeza de esta escalada, abriendo paso a una crisis energética y catástrofe alimentaria de grandes dimensiones. 
 El mensaje de las autoridades de Estados Unidos de que la inflación que acompañó las primeras etapas del rebote económico pospandémico sería de carácter transitorio ya no puede sostenerse a la vista de los datos de octubre.
 ¿Qué está provocando este salto de la inflación? Según la interpretación dominante en los círculos oficiales y del mundo financiero y de los negocios, es que existe “un exceso de demanda”. Durante el coronavirus, los consumidores se vieron obligados a interrumpir consumos tradicionales y han acumulado ahorros que no podían gastar. Pero ahora que la economía empieza a salir de las restricciones del Covid, la población ha acelerado el gasto y los volúmenes de compra. Según este punto de vista, la situación se normalizará una vez que se acomode la oferta y se restablezca las cadenas de suministros globales interrumpidas por la pandemia. 

 Huelga de inversiones 

Este optimismo encubre la crisis de fondo reinante en la economía mundial que se deriva de contradicciones cada vez más explosivas del orden social capitalista. La inflación actual no viene por el lado de la demanda sino de la oferta. La caída de la oferta se constata en que con anterioridad al estallido del Covid ya se venía registrando una curva descendente del comercio internacional y de la producción, en primer lugar la industrial. Antes de la pandemia, el mundo ya estaba entrando en recesión. Venimos asistiendo a una huelga de inversiones, lo que explica la anemia en que se encuentra la economía mundial. Esto tiene como telón de fondo una enorme crisis de sobreproducción y sobreacumulación de capitales que ha ido de la mano de una caída de la tasa de beneficio, que se ha derrumbado. Esto frena la inversión -y por consiguiente el crecimiento económico- cuyo motor y factor de impulso principal es el lucro capitalista.
 Esto se ve claramente en el caso de la energía. Estamos frente a fuertes reducciones en la inversión, exploración y producción de combustibles fósiles, que está poniendo en jaque a muchas economías, que han llegado al extremo de paralizar su actividad por la escasez de combustibles, a lo que se agrega una brutal encarecimiento. La baja de la producción es una reacción de los capitalistas al hecho de que se fueron estrechando las oportunidades de una explotación redituable. Recordemos que los precios de los combustibles venían declinando y con la pandemia pasaron a ser negativos, lo cual empujó a la quiebra a una serie de petroleras mas débiles.
 El semanario inglés The Economist (25/9) afirma, en el caso del petróleo, que “el gasto de capital anual de la industria ha caído de $ 750 mil millones en 2014 (cuando los precios del petróleo excedieron los $ 100 el barril) a un estimado de $ 350 mil millones este año” (donde dice $, se refiere a dólares). Ahora mismo, en Estados Unidos, “los perforadores de no convencionales estadounidenses son reacios a impulsar la producción porque creen que perjudica su rentabilidad y desanima a los inversores” (Ámbito, 4/10, extraído de Prensa Obrera, 7/10).
 Las medidas para enfrentar el cambio climático y el calentamiento global actuaron como un factor adicional pues el aumento de impuestos, restricciones y sanciones a las explotaciones convencionales (entre las cuales, hay que incluir también la industria del carbón) echaron más leña al fuego a la retracción de la explotación capitalista, reacia a asumir el costo de una reconversión energética. La guerra comercial mete también su cola como lo revela el creciente conflicto en Europa respecto al abastecimiento del gas ruso, cuando el continente soporta serias penurias en la materia y los precios se han disparado, lo cual contribuye a caotizar un escenario ya de por sí agitado. La resultante es que enfrentamos una merma de la energía tradicional sin que exista un remplazo por energías alternativas. No se vislumbra que esto se revierta en el corto plazo con lo cual todo indica que el encarecimiento de la energía está lejos de ser una cuestión transitoria.

 Cadena de suministros en colapso 

La ruptura de la cadena de suministros global es señalada como otro de los motores principales de la inflación. La lectura más usual es que esto es provocado por el Covid. Lo cual nuevamente abona la idea de que se trata de un fenómeno pasajero. Sin embargo, esto oculta más de lo que esclarece. La proliferación del virus en los países que constituyen la principal fuente de abastecimiento de productos e insumos, en primer lugar de los países asiáticos, ha retraído su producción. Asimismo, el contagio en los principales puertos que afecta a los trabajadores de ese ámbito (el 80% del comercio internacional se hace por transporte marítimo) ha obligado a interrumpir la carga en las embarcaciones provocando retrasos y aglomeraciones en los puertos de salida de la mercadería que luego se replican en los puertos del destino. 
 Pero lo que no se dice es que esto está asociado a la enorme desigualdad en el acceso a la vacunas. Mientras que en los países industrializados, la inmunidad supera el 60%, los porcentajes son dos o tres veces menores en los países emergentes. La distribución masiva de la vacuna choca con el monopolio de las patentes en manos de la los grandes laboratorios y su acaparamiento por parte de las metrópolis capitalistas, que vienen librando una verdadera guerra entre sí y buscan sacar el mayor provecho en detrimento de sus rivales de la crisis sanitaria. El capitalismo no sólo está en el origen de la pandemia (no estamos frente a una catástrofe natural sino ante el producto de la acción humana a expensas de la vida y la salud de la población y del hábitat y el medioambiente) sino que se ha revelado como un escollo fundamental para la salida de ella. En un mundo globalizado, es imposible que una nación aislada se libere de del flagelo del coronavirus. Más aún, está expuesto en forma recurrente a un recrudecimiento del mismo con la aparición de nuevas cepas más peligrosas como lo ocurrido la variante delta, lo que ahora ya viene ocurriendo en los principales países europeos con lo que ha pasado a denominarse como una «cuarta ola». 
 En el análisis, es necesario incorporar que las cadenas de abastecimientos funcionan en forma cada vez más generalizada bajo la premisa del «just in time”. Este principio no solo rige para el mercado interno sino que se ha impuesto a escala mundial. En este marco, las cadenas han bajado sus costos, han logrado mayores ahorros y se han vuelto más rentables pero contradictoriamente son más vulnerables a las interrupciones. Esto es lo que explica la escasez de productos básicos pero también de insumos, provocando una parálisis del proceso de producción. Al mismo tiempo, está provocando un encarecimiento sin precedentes de los fletes al multiplicar los precios de los containers por diez, echando mas leña al fuego a las tendencias inflacionarias. Es necesario no perder de vista que en los cuellos de botella en la cadena de abastecimiento lo que va tomando relevancia es la escasez masiva de conductores de camiones en los EEUU y el Reino Unido. Esta escasez no sólo es producto de la pandemia sino que proviene de años de trabajo flexibilizado y salarios bajos que vienen sometiendo a los trabajadores a una superexplotación. Pese a que todos esos sistemas han revelado su enorme fragilidad y que dista mucho de la racionalidad que reivindica su defensor, el capital no está dispuesto a abandonarlo, pese a que pone en peligro el funcionamiento económico mundial.

 Fracaso de los rescates 

Un lugar central en el análisis que no queda relegado a un segundo plano es el gigantesco rescate del capital. Los recursos destinados al salvataje del capital no tienen antecedentes en la historia del capitalismo. Basta señalar que la compra de activos por parte de la Reserva Federal ha pasado de un billón a 8 billones de dólares entre el 2008 y el momento actual. El principal salto tuvo lugar en los últimos dos años. La emisión ha ido de la mano del endeudamiento. Los principales países industrializados han seguido este mismo camino. Se ha revelado que esto está lejos de ser inocuo y es lo que ha terminado por disparar la actual escalada inflacionaria. Estamos en presencia de una creciente desvalorización del dólar -agreguemos, el euro y el yen- que abre la perspectiva de un abandono del dólar y de los principales medios de pagos aceptados internacionalmente y un refugio en el oro o en otros activos que funcionen como reservas de valor. En caso de afirmarse esta tendencia, provocaría una dislocación del mercado y la economía mundial y un salto en la crisis capitalista. La inflación en forma inmediata ya está provocando una caída de la cotización de los títulos públicos de la deuda, haciendo cada vez más difícil el financiamiento de los Estados. Esta situación ha colocado en la agenda de debate el aumento de la tasa de interés. Si bien la Reserva Federal ha desmentido que vaya a hacerse un ajuste, se han encendido las luces de alarma de que esto se termine abriendo paso, lo que ha acentuado la inestabilidad y el nerviosismo de los mercados. 
 Pero un incremento de la tasa de interés terminaría por echar por tierra el repunte económico actual (más que una recuperación, hay que hablar de un rebote). A lo sumo, las naciones están volviendo a los niveles prepandemia que ya se caracterizaban por la entrada a una recesión. Ese escenario se está acentuando porque asistimos, en la actualidad, a una desaceleración del crecimiento de Estados Unidos, al 2% en el tercer trimestre, la tasa más baja luego de la recuperación de la pandemia. En China, a su turno, el crecimiento cayó al 4,9% interanual, en tanto el gobierno alemán rebajó en un punto su pronóstico de crecimiento, que cayó al 2,6%. De conjunto, el FMI revisó a la baja las previsiones de crecimiento mundial. 
 La inflación coexiste con una desaceleración económica. Estamos, por lo tanto, frente a un escenario de estagnfaltion (recesión con inflación). Lejos de expresar un proceso de repunte y revitalización capitalista, la inflación está expresando el fenómeno contrario: su falta de vitalidad, y el fracaso en hacerlo reaccionar a través del rescate multimillonario y los planes de estímulo puestos en marcha por el Estado. Lejos de estimular la producción, la ayuda estatal ha ido a la esfera especulativa, incluida la recompra de sus acciones por parte de las empresas beneficiadas. 
 Por supuesto, no nos debemos olvidar que el aumento de la tasa de interés podría llevarse puesto a un sinfín de empresas altamente endeudadas y que han pasado a la categoría de «zombis». Del mismo modo, provocaría un terremoto en las bolsas pues gran parte de las inversiones se encuentran apalancadas. El remedio podría resultar peor que la enfermedad y consolidar un cuadro de depresión mundial -que es lo que explica el creciente inmovilismo de los gobiernos y de sus bancos centrales que no saben para dónde patear, aumentando el riesgo de que cualquier reacción termine siendo tardía. 

 Polvorín social 

La inflación, por lo pronto, alimenta un cuadro social cada vez más explosivo. En EEUU, la carestía que se da en los alimentos tuvo un salto en lo que va del año del 5,4%, pero hay rubros como carnes vacunas, aves, pescado y huevo que se acercan al 12% de aumento. El costo de un tanque de nafta aumentó casi un 50 % en los últimos doce meses. Los precios de la energía subieron un promedio del 30%. Los autos usados aumentaron 26% y los nuevos casi un 10% mientras los alquileres sufrieron aumentos también en forma significativa por encima de los dos dígitos. La Reserva Federal anunció que la deuda de los hogares estadounidenses alcanzó un máximo de 15 billones. Esto hace estragos en los bolsillos de los estadounidenses, donde el salario medio gira alrededor de los 20 dólares. 
 Esto es lo que está en la base de la ola de huelgas que se está registrando en EEUU (John Deere, Volvo, Dana, Kellogs, enfermeros y docentes de diferentes condados, etc.). El aumento de la conflictividad laboral en 2021 ya venía precedido por el incremento de 2020, que se entrecruza con la rebelión que estremeció la vida política norteamericana. El escenario actual está aumentando el malhumor social y la decepción con el gobierno de Biden que ya viene a los tumbos tanto en el frente interno como externo, luego de la retirada ignominiosa de Afganistán. En EEUU, se están creando las condiciones para una nueva irrupción popular. 
 El aumento de los precios de los alimentos aumenta el hambre en todo el mundo. La aceleración de la inflación y la ruptura de las cadenas de abastecimiento están incrementando los productos básicos de consumo. El índice Alimentarios de la FAO, que mide las variaciones de la canasta básica, señala que los precios son 30% mayores que hace un año. Esto se combina con la crisis energética, haciendo prohibitivos el precio de combustibles y de energía, que, a su vez, incide en el costo de los demás productos. De modo tal que a las penurias ya existentes por la pandemia y la recesión se le une el flagelo de la inflación. Crece, en este marco, el número de pobres a escala global, categoría en la que cada vez se incorporan más asalariados y trabajadores formales, cuyos ingresos se han licuado con la inflación. 
 En este contexto, Latinoamérica es la región con inflación más alta del mundo en 2021, superando el 9%. Esto convierte a nuestra región en un polvorín social más de lo que ha sido hasta ahora y augura una nueva ola de levantamientos. Argentina obviamente no escapa a esta tendencia, con más razón si tenemos en cuenta los estragos que está provocando la inflación, licuando los salarios y provocando un salto en los niveles de pobreza. Ni qué hablar que un aumento de la tasa de interés que asoma cada vez con más fuerza hace todavía más agobiante y oneroso el peso de la deuda externa de las naciones latinoamericanas que estarán sometidas a condicionamientos y presiones mayores para su pago por parte del FMI, bonistas y acreedores. La necesidad de una acción y salida política, a escala continental, de los trabajadores de la región, adquiere más actualidad que nunca.

 Pablo Heller

viernes, 19 de noviembre de 2021

El globo de la no marcha en Cuba


¡Cuba va!


 

 Cincuenta años de una canción clásica y del documental que la lanzó al mundo.

jueves, 18 de noviembre de 2021

Preparativos de guerra en Europa del Este


En las vísperas del primer encuentro (virtual) entre Biden y Xi, el clima en Europa oriental se ha enrarecido. Hay en curso dos situaciones que están desencadenando escaladas militares paralelas. Por un lado, una crisis migratoria en la frontera entre Bielorusia y Polonia y por el otro una concentración de tropas de varios ejércitos tanto en la frontera entre Ucrania y Rusia como en el Mar Negro. 
 Bastó con que unos pocos miles de refugiados de países que han sido blanco de las guerras de la OTAN en el Medio Oriente se aglomeraran en las fronteras de un país miembro (Polonia) para que se desatara una crisis sin precedentes. El gobierno de Polonia, de orientación anti-inmigrante, aun sabiendo que el destino de los refugiados son otros países, ha resuelto no dejarlos pasar. La muchedumbre de refugiados (entre los que hay familias enteras con niños) se halla estancada en un descampado, imposibilitada de avanzar o retroceder por soldados polacos y bielorrusos, con los que ya se han dado varios choques (BBC, 10/11). Aprovechando las bajísimas temperaturas, los polacos han empleado camiones hidrantes. Hasta ahora ya han muerto más de diez refugiados y la situación, con las temperaturas descendiendo rápidamente, ya es desesperada. 
 No muy lejos, geográficamente, otro proceso de creciente concentración de tropas está causando preocupación. Durante las últimas semanas, Ucrania ha pasado a emplear nuevos drones para bombardear posiciones separatistas (UK Defence Journal, 28/10) mientras que buques de guerra norteamericanos han ingresado en el Mar Negro (Military.com, 2/11). Al mismo tiempo, Rusia está volviendo a concentrar alrededor de 100.000 soldados cerca de la frontera con Ucrania (CNN, 11/10), de manera similar a como ocurrió en abril de este año. En aquella oportunidad la situación se distendió con una llamada de Biden a Putin que finalmente llevó al levantamiento de sanciones sobre el gasoducto Nord Stream 2. A diferencia de aquella ocasión, en la que el movimiento de tropas se hizo a la luz del día y de la manera más llamativa posible, esta vez los rusos han utilizado métodos típicos para mantener el movimiento en relativo secreto. 
 Han sido los servicios de inteligencia occidentales los que han advertido a Kiev de la posibilidad de una escalada militar por parte de Rusia para este invierno (Financial Times, 14/11). Rusia insiste en que no tiene planes de invadir Ucrania (Associated Press, 12/11), pero de los países de la OTAN sólo han salido advertencias y amenazas acerca de esta posibilidad. El Reino Unido se ha comprometido a enviar 600 paracaidistas y fuerzas especiales en ayuda de Ucrania, que no obstante aún no se encuentra bajo la protección que otorga la membresía a la alianza (The Mirror, 13/11). Todo indica que la situación tarde o temprano será resuelta por la vía de los hechos. El desenlace catastrófico que se vislumbra sacudirá el mapa político Europeo y mundial, ya que pondrá a prueba la capacidad de los miembros de la OTAN de poder respaldar sus declaraciones con hechos. 

 Leib Erlej 
 18/11/2021

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Kast y Boric, y la encrucijada de ser el sucesor de Piñera


Este domingo 21 de noviembre se llevará a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile. Los principales candidatos que disputan La Moneda, la casa presidencial, son el ultraderechista José Kast y el frenteamplista Gabriel Boric. 

 Un fascista en la segunda vuelta

 Las encuestas colocan a Kast peleando muy estrechamente la presidencia contra Boric en la segunda vuelta. José Antonio Kast Rist es hijo de un oficial nazi refugiado en Chile e integrante de una familia colaboradora de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de la dictadura de Pinochet. Comenzó su carrera política como militante del partido Unión Democrática Independiente (UDI) -partido derechista fundado por Jaime Guzmán, el ideólogo y redactor de la Constitución de Pinochet. Fue cuatro años concejal y catorce años diputado. Entre 2016 y 2018 se convirtió en independiente, y en 2019 fundó el Partido Republicano desde el cual se postula a presidente. 
 La propaganda presidencial de Kast se centra en "el órden", por un lado, "la mano dura" contra la delincuencia, por el otro, y el combate al "terrorismo mapuche" y la inmigración, por sobre todo. Es así que propone construir una zanja en la frontera del norte de Chile para impedir la llegada de migrantes; retirar a Chile de la ONU; derogar las leyes de unión civil entre parejas del mismo sexo; mantener la penalización contra el aborto; cerrar el Ministerio de la Mujer; y profundizar la militarización tanto contra el Wallmapu como contra las movilizaciones sociales. Kast representa principalmente al electorado pinochetista, conservador, ultra católico o evangelista. Un fascista sin aditamentos. 
 Ejerce una defensa irrestricta de las AFP - el sistema de capitalización individual - aunque con un "esquema subsidiario" por parte del Estado para aquellos que no tuvieran suficientes años de aporte. En cuanto a la Convención Constitucional, espera que "Chile cierre ese capítulo (...) para recuperar las certezas jurídicas". 

 Sichel: debut y despedida 

Kast no se presentó en el mes de julio en las primarias no obligatorias (ni para candidatos ni para electores), en las que el candidato Sebastián Sichel había ganado la interna entre la derecha. Sichel, aunque "independiente", obtuvo por esto rápidamente el apoyo de Chile Vamos, la coalición de Piñera. Pero el apoyo del oficialismo, así como el del electorado (encuestas), sufrió un revés cuando se revivió un viejo escándalo por el financiamiento irregular de su campaña a diputado en 2009. Chile Vamos deberá volver a discutir el apoyo a un candidato que está por fuera de su coalición, es decir por Kast.

 Boric y el Frente Amplio

 Gabriel Boric Font es el otro preferido de los electores. Líder de Convergencia Social, partido del Frente Amplio, es el candidato de la coalición Pacto Apruebo Dignidad que le ganó la interna al PC en la primarias no obligatorias. En estas elecciones abroquela a una parte de la ex Concertación, la coalición demócratacristiana-socialista que gobernó la mayor parte del período que siguió a la dictadura. Apruebo Dignidad es la segunda mayoría al interior de la Convención Constituyente después de la Lista del Pueblo. 
 Boric comenzó su carrera política como presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH); y aunque sus posiciones siempre fueron moderadas, supo capitalizar políticamente la lucha por la educación. Durante la rebelión de octubre firmó el Acuerdo por la Paz junto al oficialismo y la ex Concertación, lo que llevó a un quiebre del Frente Amplio. 
 Boric pasó de integrar el movimiento NO+AFP a proponer durante la campaña electoral un sistema previsional mixto, es decir, estatal y también privado, que funcionaría, igualmente, a través de cuentas individuales. Este sistema mixto no pareciera ser una opción satisfactoria ni para la población ni para los dueños de las AFP. Por una parte, los privados perderían aportistas ante el Estado y podrían ver reducidas sus comisiones; por otro lado, el sistema de capitalización es incompatible con jubilaciones dignas para quienes ganan salarios bajos. Los voceros de Boric han insinuado que la plata del fondo estatal podría usarse para bicicletear la asistencia social. La cuestión preivisional se encuentra en el centro de la crisis política. 
 Boric procura dar expresión a los movimientos pro-derechos, como el feminismo y los medioambientalistas, aunque también recoge a los desilusionados de la ex Concertación. Boric no representa a los sectores más radicalizados y activos de la rebelión como el movimiento de pobladores o el movimiento secundario, así como tampoco al movimiento mapuche.
 La semana pasada, a diez días de las elecciones, salió a la luz una antigua denuncia contra él por acoso sexual durante su periodo como presidente de la FECH. Boric cruza los dedos para no correr la misma suerte que Sichel con un escándalo de último momento. 

 El abstencionismo y la convención 

La clave de porqué un fascista puede llegar a La Moneda en un país en rebelión, está en el porcentaje y composición de los votantes que acuden a la urnas. Desde que se estableció en 2012 el voto voluntario, la tendencia a la abstención fue del 57% en los distintos comicios a nivel nacional [https://www.servel.cl/estadisticas-de-participacion], llegando a un 77% en la última primaria presidencial no obligatoria de julio de este año. 
 Según las encuestas oficiales, se estima que se abstendrá de votar, este domingo 21, el electorado adulto-joven y joven de los sectores populares, es decir, quienes protagonizaron las jornadas del 18 de octubre. Por su parte, la Convención (cuya mayoría, la Lista del Pueblo se encuentra fragmentada) debe trabajar a contrarreloj porque si al cabo de los 9 meses establecidos para redactar la nueva Constitución no cumple su cometido, será disuelta.
 El sucesor de Piñera, incluso si gana Boric, no va a representar los intereses de la mayoría del pueblo chileno. Tanto el fascista como el centroizquierdista quieren cerrar rápido el ciclo de rebelión popular, aunque con seguridad la atizarán todavía más.

 Javiera Sarraz 
 16/11/2021

Derrotado, el gobierno busca el respaldo del FMI y la derecha


Contra lo que sostiene el relato oficialista, la derrota del gobierno en las elecciones del domingo tiene un alcance igual o mayor al que había sufrido en las Paso de setiembre. En esta oportunidad no solo perdió por casi 10 puntos con la derecha macrista (41.89% contra 33%). Además, cayó en 14 de los 23 distritos y perdió la mayoría propia que detentaba en la Cámara de Senadores, algo que no sucede desde 1983. En su reducto de Santa Cruz, el kirchnerismo quedó relegado a un humillante tercer lugar. Que este revés haya sido definido como “triunfo” por el presidente de la Nación, y que haya convocado a festejarlo en las calles el próximo miércoles, solo prueba que el gobierno no solo perdió las elecciones; sino también el sentido del ridículo. 
 ¿Cómo se explica una celebración triunfalista en el marco de una derrota electoral? Bien mirado, este festejo tiene otro sentido político. Es el de haber evitado una caída incluso peor, en la cual Juntos por el Cambio se hiciera con la primera minoría en la Cámara de Diputados. En la previa a las elecciones, Vidal sostuvo que en ese caso irían por la presidencia de la Cámara. Macri, en el cierre, dijo que la elección abriría una transición política, siendo acusado de golpista por los voceros del oficialismo. El gobierno «habría conseguido» evitar este escenario con el triunfo en Chaco, de donde venía derrotado en las Paso; en Formosa, donde la oposición unificó fuerzas para ganar la elección; en Tierra del Fuego, y, fundamentalmente, achicando la diferencia en la provincia de Buenos Aires. 
 Pero el “aire” que el gobierno dice haber tomado es, en todo caso, de cortísimo plazo: ha pasado a depender de un pacto con la oposición para sostenerse. Y deberá abordar, luego de una derrota electoral y sumido en una crisis interna, un pacto con el Fondo Monetario en el marco de una corrida cambiaria y una situación social crítica. La catástrofe política que dicen haber evitado está a la vuelta de la esquina. El pacto no está asegurado, y en todo caso su viabilidad política dependerá de la capacidad de imponer medidas excepcionales contra las masas. 
 La derrota del oficialismo mostró el fracaso del “plan platita” anunciado luego de las Paso, así como también de los cambios operados en el gabinete nacional. En lo referente al primero, prácticamente no existió. Lejos de revertir el ajuste admitido hasta por la propia Cristina Kirchner, el mismo se profundizó. No hubo ni nuevo IFE ni bono para los jubilados, porque eso hubiera contradicho los intentos de Guzmán y Alberto Fernández de cerrar lo más rápido posible un acuerdo con el FMI. Lo que sí hubo, sin embargo, fue un salto inflacionario que siguió licuando los ingresos de los trabajadores. Por su lado, Manzur, que había sido designado como jefe de Gabinete con el propósito de revertir la derrota y relanzar al gobierno, retrocedió en Tucumán, donde el oficialismo triunfó por un margen ajustado. La doble derrota sufrida debiera alcanzar para eyectarlo del gabinete, en el que solo puede permanecer en tanto prime el inmovilismo del gobierno.
 Dentro del elenco oficialista la derrota afectó de un modo aún más severo al kirchnerismo que a las otras fracciones del peronismo. Sucede que los pocos cambios de tendencia que se operaron en su favor entre las Paso y las generales fueron de los sectores que lo tienen como adversario en la disputa por el control del gobierno. La reversión de los resultados en algunas provincias y municipios del conurbano bonaerense reforzará la tendencia de que una liga de gobernadores e intendentes ocupe la centralidad dentro del gobierno nacional. La propia movilización convocada para el miércoles próximo muestra que la burocracia sindical se inscribe en la misma perspectiva, así como también la mayoría de los llamados “movimientos sociales” cooptados por el Estado. 
 Una mirada más amplia de lo sucedido el domingo muestra que la derrota del gobierno es solo un capítulo de un proceso de alcance mayor, de declinación del peronismo en todo el país y especialmente en sus bastiones populares. Si se pone en números, la misma se expresa en que esta ha sido la peor elección del peronismo desde 1983 a la fecha, tanto en cifras absolutas como en provincias donde fue derrotado. En esta oportunidad tampoco se puede recurrir a la explicación clásica de las “divisiones internas” que permitían el triunfo de la derecha. El peronismo fue unido a las elecciones, y la derrota fue inapelable. 
 Antes que electoral, el retroceso histórico del peronismo es un proceso de larga data que encuentra su gestación en las barriadas obreras, en las fábricas y lugares de trabajo. Allí donde el puntero fue desplazado por la luchadora del movimiento piquetero, el peronismo sufre un golpe en su esencia misma, que es la de ofrecerle a la clase capitalista su capacidad de contención social. Otro tanto ocurre en los lugares de trabajo y en los sindicatos, donde el proceso aún no tiene el ritmo de las barriadas más pobres, pero sí la misma dirección. Este retroceso se evidencia en que en las provincias donde tiene su epicentro el proletariado industrial, la derrota del peronismo ha sido categórica, y en algunos casos adquiere ya un carácter estructural -como es el caso de Córdoba. 
 Si se quiere, la derrota adquiere una mayor dimensión cuando se analiza al ganador. Después de todo, no es lo mismo perder un partido de fútbol contra Brasil que hacerlo contra Bolivia o Venezuela. La comparación viene a cuento porque quienes triunfaron en la elección son la misma fuerza política que gobernó hasta hace dos años con Macri como presidente, agudizando la crisis de fondo y la decadencia de la Argentina. El electorado parece haber tomado nota de la situación. La coalición de Juntos por el Cambio perdió en relación con el 2019 casi 1.700.000 votos, de los cuales medio millón son de la provincia de Buenos Aires. Si así y todo resultó triunfadora fue porque el peronismo perdió mucho más: casi 6 millones de votos. En un cuadro de retroceso de las fuerzas políticas que han gobernado el país en las últimas décadas, resulta ganadora la coalición no que más avanza, sino la que menos retrocede.
 Así las cosas, la derrota del gobierno debe integrarse a una crisis que envuelve al conjunto del régimen político, de sus partidos e instituciones del Estado. El llamado de Alberto Fernández a la oposición a un acuerdo político para aprobar en el Congreso un plan económico que permita firmar un acuerdo con el FMI muestra que, más allá de las palabras de circunstancia, anida en el gobierno una compresión de la crisis de fondo que atraviesa la Argentina capitalista. Si los Larreta y Vidal afirman que “sin el peronismo no se puede”, parece que del lado del peronismo opinan igual: sin el macrismo no se puede. Que Cristina Kirchner no es ajena a estas tribulaciones lo prueba el discurso que pronunció hace días atrás en un acto de La Cámpora: allí también llamó a la unidad nacional con la oposición derechista.
 ¿Cuál es el temor de fondo que abarca a ambos bloques políticos? La conciencia plena que la salida capitalista a la crisis capitalista implica una ofensiva sobre la población laboriosa, que puede poner en jaque la gobernabilidad. Quien no quiera verlo tiene los procesos de América Latina para recordárselo. Sin embargo, la propia naturaleza capitalista de la crisis bloquea los acuerdos que todos de palabra quieren sellar. Y esto por un motivo sencillo: un pacto con el FMI plantea un rediseño económico que agudiza los choques entre los distintos intereses de sectores capitalistas. Por lo pronto, el superávit fiscal que reclaman el FMI y los acreedores internacionales para que sus bonos se revaloricen en el mercado choca con las aspiraciones de sectores capitalistas de que se reduzcan impuestos y retenciones. 
 Otro tanto sucede con el tipo de cambio: una devaluación beneficiará a sectores que producen bienes transables, pero reclamará un tarifazo y un naftazo aún mayor para mantener los beneficios de estas empresas en moneda dura. Una devaluación puede permitir licuar la deuda en pesos, incluida la deuda estatal; pero revaloriza la deuda en dólares y hace irremontable e imposible de pagar la deuda pública y privada, y podría llevarse puesto a un universo de empresas altamente endeudadas. Ni que hablar de que echa leña al fuego del aumento de los precios, y podría terminar provocando una disparada hiperinflacionaria. Las devaluaciones hechas en el pasado, incluidas las que realizó el propio kirchnerismo, fracasaron en permitir un repunte de la economía, y terminaron acelerando la desorganización y el descalabro económico. Con más razón, ahora hemos entrado en un escenario internacional de recesión con inflación, que constituye un salto de la crisis capitalista mundial. 
 Estos choques colocan un signo de interrogación sobre el destino que tendrá la convocatoria del gobierno a la oposición derechista. El triunfo de esta no ha despejado las diferencias internas, ni mucho menos la lucha despiadada por el liderazgo de cara a las elecciones presidenciales. En este cuadro, es probable que como intento de autopreservación, esta oposición busque que sea el oficialismo quien pague el costo del acuerdo con el FMI y del ajuste que este supone para la población trabajadora. Habrá que ver, sin embargo, hasta dónde la crisis le permitirá una actitud prescindente y en qué momento la misma empezará a crearle un costo político ante la población, por un lado, y la clase capitalista, por el otro. Este escenario pondrá también a prueba a los Milei – Espert, que ya se anotaron en el tramo final de la campaña electoral como una colectora del ala Macri – Bullrich de Juntos por el Cambio. 
 En este cuadro de derrota del gobierno, de crisis de régimen y de retroceso histórico del peronismo, la votación del Frente de Izquierda – Unidad adquiere un significado especial. No solo por lo que implica cuantitativamente, ya que es la elección más importante de la izquierda en la última década con casi 1.400.000 votos en todo el país. Lo más destacable es lo cualitativo. El apoyo recogido en las barriadas populares de la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires, Jujuy desde ya y varias provincias del país son la expresión no ya de un voto bronca contra un ajuste, sino de una transición política de fondo que apunta a sustituir al peronismo por la izquierda que defiende las banderas socialistas. La invocación al trotskismo que hacen muchos analistas es correcta, en tanto el trotskismo es la única fuerza política que defiende en la actualidad la perspectiva del gobierno de los trabajadores y el socialismo. 
 Esta transición política tiene una expresión multitudinaria en la militancia del Polo Obrero -y la adhesión de otros sectores del movimiento piquetero-, que asumió el papel protagónico de la campaña recorriendo las barriadas, repartiendo los volantes, convenciendo a sus vecinos y fiscalizando la elección con miles y miles de compañeras y compañeros. Para ser exactos, con más de 20 mil fiscales en todo el país aportados por el Partido Obrero y el Polo Obrero al Frente de Izquierda – Unidad; algo sin precedentes en la izquierda argentina. El ingreso a los concejos deliberantes en varios municipios claves de la provincia, empezando por La Matanza, es el resultado de este proceso y a la vez está llamado a dinamizarlo. El distrito matancero, llamado “capital del peronismo”, se convirtió en uno de los baluartes de la votación del trotskismo. Transición política a full. En otro plano más incipiente, pero en la misma dirección, no podemos disociar este salto de la izquierda obrera y socialista de los avances recientes del clasismo en el Sutna, en Aten y en innumerables cuerpos de delegados fabriles y listas seccionales y sindicales en general.
 Este proceso político está lejos de tener una asimilación homogénea al interior del Frente de Izquierda – Unidad. El rechazo al movimiento piquetero y la política de autoconstrucción en el movimiento obrero por parte de los partidos que lo integran es la señal más clara de que abordan este proceso de modo superficial, es decir, como un fenómeno puramente electoral. Debiera servir como advertencia que en el pasado el FIT-U ya tuvo votaciones importantes en varias provincias, sea Salta, Mendoza u otras. Pero en tanto ese proceso no caló en movimientos de masas con planteamientos de independencia de clase, estuvieron condenados a retroceder. Ahora tenemos una nueva oportunidad, y el aprovechamiento de la misma parte de la condición de superar las limitaciones del pasado. No se nos pueden escapar las tendencias reinantes en el Frente de Izquierda – Unidad a una ampliación y a una convergencia con la centroizquierda, desnaturalizando el campo de independencia de clase que el FIT representa; o a confinar exclusivamente el FIT-U a un acuerdo electoral sin proyectarlo a todos los escenarios de la lucha de clases. Es necesario (o más aún, imprescindible) desenvolver este debate y superar estos escollos en el marco del frente único conquistado y de cara a los desafíos planteados. 
 Estas tareas, desde ya, deben resolverse en el cuadro concreto de la situación política que enfrentaremos en el período que se inicia. La profundidad de la bancarrota económica, la búsqueda de un mayor ajuste dictado por la necesidad de arribar a un compromiso con el FMI, las tendencias a los pactos y divisiones dentro de las fuerzas del régimen, y lo más importante, la situación insoportable que sufre nuestro pueblo, plantean para el Frente de Izquierda – Unidad una oportunidad histórica. Nuestra propuesta de un Congreso del FIT-U convocante de los luchadores populares tiene hoy, luego de los resultados electorales positivos, más vigencia que en el pasado. Colocamos esta propuesta a debate de toda la militancia del Frente de Izquierda – Unidad y de todos los luchadores obreros y populares de la Argentina. 

 Gabriel Solano

¿Por qué ya no se oye el SOS Cuba de julio?


sábado, 13 de noviembre de 2021

México: confirman el espionaje del Ejército contra los alumnos de Ayotzinapa


Desde tres años antes de las desapariciones. 

 En su último número, la revista mexicana Proceso (N°2349, 6/11) releva información desclasificada por la Secretaría de Defensa (Sedena) que confirma que las fuerzas armadas espiaron a los estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa, víctimas de un operativo conjunto de varias fuerzas de seguridad que culminó en la desaparición de 43 alumnos en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. Es una nueva prueba del involucramiento castrense y de la responsabilidad estatal en el caso.
 Tres años antes de las desapariciones, las actividades del combativo liceo rural ya eran monitoreadas por el Ejército. De acuerdo al informe de la revista, el servicio de inteligencia de la institución infiltró el colegio a través de alumnos “fachada”, o sea, espías que se inscribieron a los meros efectos de realizar tareas de espionaje. 
 Los documentos constatan que días antes de la fatídica noche de Iguala, en base a la información de uno de esos agentes, el Pelotón de Información de la 35 Zona Militar en Chilpancingo (capital de Guerrero) reportó a la Sección Segunda de Inteligencia Militar las acciones que preparaban los estudiantes. En efecto, el Comité Estudiantil Ricardo Flores Magón había resuelto una campaña de recolección de fondos para poder asistir a la movilización anual que recuerda la masacre de Tlateloco, en 1968, en el Distrito Federal, en el mes de octubre. En función de ello, acordó la retención de colectivos para poder desplazarse. 
 Lo demás es historia conocida: el 26 de septiembre, los alumnos de Ayotzinapa arribaron a Iguala en tres colectivos, pero fueron atacados, algunos de ellos asesinados, y 43 desaparecidos (solo se hallaron restos de tres de ellos). O no tan conocida: debido al encubrimiento del caso por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto, que montó una falsa versión de los hechos en base a confesiones arrancadas bajo tortura, todavía hay muchas cosas que permanecen en la oscuridad. 
 La revista Proceso afirma que “las actividades de los normalistas eran vigiladas por todas las agencias gubernamentales de inteligencia”. Este seguimiento muestra cómo el aparato de espionaje del Estado capitalista se usa conspirativamente contra la propia población trabajadora que se organiza por sus derechos. 
 Los documentos de la Sedena se conocieron por una orden de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, el mandatario es cuestionado por los familiares de las víctimas, ante la falta de avances sustantivos. El gobierno no puede ir a fondo en el caso debido al papel central que ha asignado al Ejército, que lleva a cabo inclusive tareas de seguridad interior. 
 Mientras luchan por la aparición con vida de sus compañeros, los estudiantes de las normales rurales enfrentan las políticas de desfinanciamiento presupuestario. En los últimos días, los alumnos de la Isidro Burgos, de donde eran oriundos los desaparecidos, llevaron a cabo un corte de ruta en reclamo de la rehabilitación de un plantel de la localidad de Tixla y de apoyo a algunos proyectos productivos, entre otros reclamos (Latinus, 4/11). 
 El esclarecimiento de los hechos de Iguala y la condena a los responsables solo podrá venir de la mano de la movilización popular. A más de siete años de las desapariciones, como cantan los estudiantes mexicanos, “Ayotzi vive, la lucha sigue”.

 Gustavo Montenegro