sábado, 28 de septiembre de 2013

Julian Assange en videoconferencia con blogueros cubanos




El fundador de Wikileaks, Julian Assange, se solidarizó con la causa de los Cinco, y apareció en pantalla durante la videoconferencia La Habana-Londres con una cinta amarilla enlazada en su pecho. Assange dialogó con los participantes de un taller de cibrperiodismo auspiciado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de La Habana, en el que participaron jóvenes blogueros cubanos provenientes de diferentes ciudades del país.
Envió un mensaje de gran simpatía por el pueblo cubano: "Es impresionante lo que han hecho, resistir por 50 años el bloqueo de EEUU. Nosotros solo llevamos tres año de bloqueo. Es muy duro", aseguró.

Julian Assange estuvo en La Habana y con cinta amarilla




Julian Assange durante la videoconferencia con blogueros, periodistas y estudiantes cubanos

El líder de Wikileaks, Julian Assange, -exhibiendo en su camisa una cinta amarilla en solidaridad con los cinco antiterroristas cubanos condenados en EE.UU.- estuvo durante más de una hora en una videoconferencia con blogueros, periodistas y estudiantes de periodismo cubanos.
Así concluyó un taller que impartió en La Habana el editorialista del diario mexicano La Jornada y que tuvo a su cargo la colaboración de ese diario con Wikileaks, Pedro Miguel, con quien recientemente publicamos una extensa entrevista en La pupila insomne.
Les dejo sólo algunas frases que dijo uno de los hombres más odiados por el gobierno estadounidense y sobre el que pienso escribir un texto que quizás se titule “Un fidelista llamado Julian Assange”.
“Por un momento al menos podemos romper este bloqueo que está llegando hasta Cuba. Este momento que estamos viviendo juntos refleja algo que esta pasando en el mundo, porque permite romper un bloqueo inmoral como el que está sufriendo Cuba y es algo que Wikileaks está intentando superar y traer un nuevo tipo de solidaridad y de conjunción entre las personas que están luchando por una misma causa”
“Hemos aprendido de las cosas que Cuba ha estado intentando, con determinación, con principios y con unidad pero también con inteligencia”.
“Es importante no convertirse en títere de otros países” (…) “Esta actitud de recibir dinero por publicar cosas va en contra de la credibilidad”(Preguntado sobre Yoani Sánchez)
“Creo en el derecho de Los Cinco en su lucha”(…) “Es un caso abiertamente politizado”
“Estoy altamente impresionado por cómo ustedes han resistido estos 50 años a 90 millas de Estados Unidos”
“La autenticidad de Fidel Castro se mantiene en todo lo que el país va a continuar haciendo”

Estado de derecho: Entre Cuba y el mundo*




Supongo que todos estaremos de acuerdo en que no basta con que la Constitución diga que hay Estado de Derecho para que admitamos que, en efecto, lo hay. Fundamentalmente, decimos que una sociedad está en Estado de Derecho cuando en ella hay una división de poderes, es decir, cuando el poder que legisla, el poder que juzga y el poder que gobierna son independientes entre sí, de modo que, por ejemplo, el gobierno puede ser llevado a los tribunales para ser juzgado con arreglo a unas leyes que no han hecho ni jueces ni gobernantes.
Pero esto es una cosa que decimos, igual que puede decirlo la Constitución. Lo difícil no es estar más o menos de acuerdo con esa definición. Lo difícil es averiguar lo que ponemos en juego para distinguir una sociedad que dice estar en estado de Derecho, de una sociedad que efectivamente lo esté. Así por ejemplo, en el 17 de abril de 1989, Pinochet declaró que Chile ya estaba lo suficientemente maduro para volver a ser un Estado de Derecho, que él ya había matado a suficientes marxistas, comunistas e izquierdistas y, que, por tanto, ya podían convocarse elecciones sin peligro de que ganaran las izquierdas, aunque, desde luego –advirtió-, “si gana una opción de izquierdas o se toca a uno solo de mis hombres, se acabó el Estado de Derecho”. El 17 de abril de 1989, por tanto, los medios de todo el planeta celebraron la vuelta de Chile a la democracia. Y, desde entonces, ha habido democracia y Estado de Derecho en Chile, ya que, puesto que no ha ganado las elecciones ninguna opción de izquierdas, no ha sido necesario volver a dar un golpe de Estado. En 1990 ganó Patricio Alwyn, un antiguo golpista democristiano y, cuando han ganado los socialistas, han seguido, como si tal cosa, haciendo lo que mandaba el FMI, porque durante los dieciséis años de dictadura ya aprendieron eso de que quien manda, manda, y que si no, ya se sabe, “se acabó el Estado de Derecho”.
El caso es que, puesto que se celebran elecciones y no ganan las izquierdas y por tanto no hay golpes de Estado, podemos decir que en Chile hay Estado de Derecho. Lo mismo ocurre en Colombia: durante estas últimas décadas, los paramilitares se han ocupado de matar a tiempo –a veces “justo a tiempo”, el día antes- a todos los que siendo de izquierdas podían ganar las elecciones, de modo que luego los comicios electorales se han podido celebrar sin sacar los tanques a la calle, a causa de lo cual podemos decir en nuestra prensa democrática que Colombia es una democracia y está más o menos en Estado de Derecho (al contrario, ya se sabe, que Cuba). En Haití dejó de haber Estado de Derecho en 1990, a causa de que, por abrumadora mayoría, había ganado las elecciones el peligroso cura izquierdista Aristide, que amenazó en seguida con subir el salario mínimo 20 centavos, por lo que, ante semejante fallo del sistema democrático, se hizo necesario dar un golpe de Estado, implantar una dictadura y matar a varios miles de personas, entre torturas horrorosas; como resulta que no se mató a los suficientes, en el 2000 volvió a ganar las elecciones Aristide, por lo que se hizo necesario otro golpe de Estado en julio de 2001, que, como fracasó, hizo necesario otro más, en diciembre de 2001, que fracasó también, por lo que se recurrió a bloquear todas las ayudas de Banco Interamericano de Desarrollo y todos los créditos del FMI, hundiendo la economía haitiana en un abismo sin fondo, y así hasta el golpe de Estado de este año 2004, que ha triunfado por fin, con la complicidad, por cierto de toda Europa; en cuanto se haya matado a todos los que tengan el propósito electoral de subir el salario mínimo de las Alpha Industries, en Haití se podrá restaurar, sin riesgo, el Estado de Derecho.
La historia de Latinoamérica está plagada de casos así. Pero, los paladines de la democracia y las libertades, como Mario Vargas Llosa, no ven nada raro en todo esto. Sin ir más lejos, aunque Chávez ganó en cuatro años ocho consultas electorales, a sus ojos y los de nuestra prensa democrática no ha cabido duda, en todo este tiempo, de que es un dictador -ya que es de izquierdas. Si hubiera triunfado el golpe “cívico-militar” del 2002, si se hubiera asesinado a Chávez y se hubieran exterminado a unas cuantas decenas de miles de bolivarianos, de modo que ya no se corrieran riesgos electorales, no cabe duda de que a los ojos de nuestros bienaventurados medios de comunicación se habría dejado a Venezuela bien madurita para la democracia y la división de poderes. De hecho, como se recordará, el golpe de Estado de abril del 2002 que colocó por 24 horas al jefe de la patronal en el poder, fue celebrado por El País, El mundo y todos las televisiones españolas y europeas como una “tranquila” “restauración de la democracia”.
Cuento todo esto que siempre suelo contar para que se vea que con semejantes criterios no hay manera de averiguar si las sociedades que dicen estar en Estado de Derecho realmente lo están, de modo que habrá que poner manos a la obra para buscar otro criterio, al menos si no queremos estar hablando por hablar (aunque bien es verdad que es una actividad bastante bien pagada en el Grupo PRISA, en tanto resulte eficaz para impedir que se hable de lo que hay que hablar). En España, por ejemplo, la última vez que ganó una opción electoral lo suficientemente de izquierdas como para molestar un poco a los Botín y los March, fue en 1936, y el desliz se pagó tan caro como todos sabemos. Lo mismo pasó en Grecia (1967). Y en Italia no pasó, porque EEUU ya se encargó de advertir que como pasara invadirían el país. Uno no se puede cansar de repetir que, en toda la historia del siglo XX no ha habido ni una sola vez en que una opción electoral de izquierdas haya podido intervenir en los asuntos del capital sin que el experimento no haya sido corregido por un pinochetazo.
Así ha sido nuestro tan cacareado Estado de Derecho: un Estado de Derecho en el que las izquierdas jamás han tenido derecho a ganar las elecciones. Las izquierdas han tenido derecho -como lo tienen, por ejemplo, hoy día en toda Europa- a intentar ganar las elecciones, eso sí. Pero no a ganarlas, porque entonces se monta la de Dios y “se acabó el Estado de Derecho”. Esto es una cosa que la historia del siglo XX ha grabado en el alma de los votantes con sangre y con fuego: si se quiere que haya democracia y Estado de Derecho, hay que votar a las derechas. También se puede votar a las izquierdas que hagan políticas de derechas. Pero no a las izquierdas que hagan políticas de izquierdas. Así pues, no es que las izquierdas de izquierda se hayan empeñado en ser revolucionarias. De ninguna manera. Es que no se les ha dejado, jamás, otra opción. La opción no ha sido nunca, o Castro o Allende, la opción ha sido o Castro vivo o Allende muerto.
Mirando el siglo XX a lo largo, resulta que a lo que hemos llamado Estado de Derecho no es exactamente a lo que antes definimos como tal, sino más bien a ese paréntesis entre dos golpes de Estado en el que el capital se puede permitir convocar elecciones porque no hay posibilidad de que ganen las izquierdas (suficientemente diezmadas en el golpe anterior: así por ejemplo, en España, para poder gozar de 25 años de democracia que llevamos por ahora, tuvimos que tener 40 de dictadura para purgar las malas hierbas).
Así pues, es de lo más interesante investigar qué diablos es lo que estamos diciendo cuando decimos que en España hay Estado de Derecho y en Cuba no. Porque, en efecto, algo decimos, de todos modos. ¿En dónde reside la fuente de las evidencias empíricas que convierten a los países europeos en Estados de Derecho y a Cuba, en cambio, no? Para dar con alguna evidencia empírica, pensemos, por ejemplo, en lugar de en Vargas Llosa, en ciertos izquierdistas, críticos del castrismo como el que más: “yo, en Cuba, estaría en la cárcel”, suelen argumentar. Yo no estaría tan seguro, pero, vete a saber. Lo interesante, sin embargo, es empezar por reflexionar por qué no están en la cárcel en España y por qué sí lo habrían estado en el Chile de Pinochet. ¿Será porque Chile era una dictadura y España no lo es? ¿O no será más bien al revés, invirtiendo causas y efectos? ¿No será que Chile fue una dictadura porque había que meter en la cárcel a cierta gente? ¿No será que para impedir que las izquierdistas ganaran las elecciones, era necesario que Chile fuera una dictadura y España, en cambio, donde las izquierdas no pueden ganarlas o son tan de derechas como la derecha, no es necesario recurrir a métodos tan contundentes? ¿Para qué meter en la cárcel a los cuatro imbéciles de izquierdas que quedan por ahí haciendo el payaso en Internet? Supongo que se advierte que es muy distinto plantear las cosas de una manera que de otra. En nuestros benditos Estados de Derecho no se nos mete en la cárcel no porque sean Estados de Derecho, sino porque somos inofensivos. Si algún día dejáramos de serlo, se nos arrancaría la piel a tiras. Bastaría con que tuviéramos alguna posibilidad de ganar las elecciones y cumplir, por ejemplo, con nuestra promesa electoral de nacionalizar la banca, para que acabáramos enterrados en cal viva (y no sólo nosotros sino todos los que tuvieran cara de querer subir un centavo el salario mínimo, que así se empieza y no se sabe cómo se acaba).
Si aquí no se mete en la cárcel a ese tal Fulano de tal que siendo tan izquierdista está tan convencido de que “en la dictadura castrista” estaría en la cárcel, seguro que no es porque en España haya libertad de expresión, sino porque seguro que ese Fulano de tal no tiene aquí ninguna posibilidad de hacerse oír ni de influir en nada que tenga importancia. Si un directivo loco pusiera en las manos de ese Fulano la sección de economía del Telediario, le despedirían al día siguiente. Y si entonces bajara un dios de los cielos para hacerle director vitalicio de los Informativos, y él pretendiera seguir siendo tan izquierdista como siempre había sido en esta bendita democracia, a las veinticuatro horas le habrían pegado un tiro en la nuca. Pero nunca es necesario llegar a esos extremos. Normalmente ni siquiera es necesaria la censura. Pero no porque haya libertad de expresión, no. Nadie niega que haya libertad de expresión, pero si no hay censura no es porque haya libertad de expresión: es, más bien, porque todos los periodistas a los que habría que censurar (con la consiguiente merma de la libertad de expresión) están en el puto paro. Es como una vez que me decía un periodista de El País que a él jamás le habían censurado ni le habían llamado de dirección para indicarle lo que tenía que decir. Resultará increíble, pero ni por un momento se le pasaba por la cabeza que era precisamente por eso, por lo muy espontáneamente que su libertad de expresión encajaba con la línea editorial de El País (que ni había que llamarle la atención, oye), por lo que había sido contratado y por lo que no se le ponía de patitas en la calle. Más cómicos aún son los periodistas en paro que siguen creyendo en la libertad de expresión porque nada ni nadie les impide decir lo que quieran en la página web que leen sus amigos.
¿Alguna vez nos hemos preguntado en serio por qué en las democracias europeas o en los EEUU no hay (casi) presos políticos? No hay presos políticos no porque haya libertades políticas, sino porque la política no tiene la menor posibilidad de intervenir en el curso de la realidad. Vivimos en una sociedad hasta tal punto chantajeada por sus estructuras económicas, que se puede permitir el lujo de ser todo lo democrática que quiera, ya que, de todos modos, ninguna intervención democrática tiene ninguna posibilidad de prosperar (2 ). Ahí donde la palabra no tiene ninguna posibilidad de intervenir en el curso de las cosas, ¿por qué no decretar la libertad de expresión más absoluta? Ahí donde las asociaciones que no tengan un millón de euros de capital son absolutamente impotentes, ¿por qué no decretar la libertad de asociación y de reunión, el pluripartidismo y su puta madre? Está bien eso de decretar la libertad de prensa en una sociedad como ésta; al noventa y cinco por ciento de los ciudadanos nos tranquiliza de la hostia saber que si tuviéramos tanto dinero como Polanco nada nos impediría decir lo que nos diera la gana en El País o en El Mundo o en El AntiGlobo que decidiéramos fundar. ¿Pero de veras creemos que es así? ¿De verdad pensamos que si tuviéramos tanto dinero como Polanco podríamos ser comunistas en un medio de comunicación que no fuera irrelevante? ¡Vamos, hombre, nada de eso! Si eso fuera así, si los comunistas pudieran tener un imperio mediático (porque, por ejemplo, Georges Soros hubiera tenido el capricho de nombrarles herederos), se prohibiría la libertad de prensa de inmediato, se metería en la cárcel a todos los que abrieran la boca y se les arrancaría con alicates las uñas de los pies. Nunca ha sido de otra forma; eso es lo que ha ocurrido sin excepción cada vez que la izquierda ha tenido, además de la libertad de palabra, la posibilidad de hacerse oír.
De todos modos, su actitud siempre será admirable, comparada con la que pusieron en práctica en las legislaturas del PSOE cuando, al ver que no podían hacer la política de izquierdas para la que habían sido votados, se pusieron, sin más a hacerla de derechas, como Dios manda.
Perra vida ésta en la que nunca ha habido libertades políticas más que bajo la condición de que esas libertades fueran impotentes. En Cuba, por ejemplo, hay, eso es verdad, pocas libertades políticas. Es obvio por qué es así: porque en Cuba las libertades políticas no serían impotentes; por el contrario tendrían unos efectos espectaculares y algunos de ellos, por cierto –como suele pasar en los países en guerra y Cuba lo está-, corrosivos y suicidas.
Así pues, conviene ordenar la cuestión para ver cómo se pueden hacer las comparaciones de manera que tengan sentido. Mientras no se haga este esfuerzo, todas las conversaciones y discusiones sobre Cuba están destinadas a dar vueltas sobre tópicos, estupideces y supercherías. Lo que se suele decir es que en los países capitalistas, así de media, hay muchas libertades (y poca Sanidad y Educación), mientras que en Cuba hay mucha Sanidad y Educación, pero pocas libertades. Pues no, se trata de una simetría mal montada. Lo que tenemos, por un lado, es que, bajo el capitalismo, hay muchas libertades porque el capitalismo mismo garantiza que no será posible hacer nada de importancia con ellas: las libertades no cotizan en Bolsa y, por tanto, el Ministro de Economía no tiene por qué tenerlas muy en cuenta a la hora de explicar al consejo de ministros lo que se puede y no se puede hacer. Y, por el otro lado, en Cuba, hay pocas libertades porque incluso las pocas que hay tienen efectos muy relevantes de los que sería largo hablar.
Pero que conste que no hemos entrado para nada en el tema de si en Cuba hay o no algo parecido a un Estado de Derecho y que soy muy consciente de ello. Me limito a señalar que, si no queremos decir tonterías, a la hora de explicar por qué no hay Estado de Derecho en Cuba conviene que dejemos claro qué es lo que estamos diciendo cuando decimos que sí lo hay, por ejemplo, en España. O mejor, la cuestión resulta aún más llamativa en abstracto: ¿cómo consideramos que una realidad social está “en Estado de Derecho”? ¿Qué entendemos por eso? Existen, al menos, dos posibilidades:
Una. Constatando que se da una coincidencia entre la realidad y el Derecho que es obra del Derecho. (Las cosas “pasan así” porque el derecho exige que pasen así)
Dos. Constatando que se da una coincidencia entre la realidad y el Derecho que es obra de la realidad. (Las cosas “pasan así” y a veces coinciden con lo que exige el Derecho y a veces no, así es que, a la parte en la que se da la coincidencia, la llamamos Estado de Derecho y a la otra la consideramos, por ejemplo, en “vías de desarrollo o de madurez”)
Es importante reparar en el hecho de que sólo la primera posibilidad tiene algo que ver con lo que la Ilustración llamó Estado de Derecho. Y lo más importante es reparar en que nosotros, los que decimos que representamos la punta de lanza del Estado de Derecho en este mundo, desde Bush y Aznar a Uribe y Blair, consistimos en estar siempre en la posibilidad Dos y decir que estamos en la Uno. Esta es nuestra gran mentira, en la que colaboran a diario todos nuestros periodistas (que no están en paro) y la mayor parte de nuestros intelectuales.
La cosa se entenderá rápidamente con un ejemplo. Uno puede hacer un recorrido turístico por los barrios residenciales del norte de Madrid, sin sentir en ningún momento que el curso de las cosas se estrelle o se dé de bofetadas contra el Derecho. Son barrios habitados por gente culta y de clase media alta o alta a secas; en ellos nadie encuentra ningún motivo para violar la ley si por violar la ley se entienden cosas como robar en un supermercado, atracar un banco, trapichear con heroína, en fin, ese tipo de cosas por el que la gente acaba en la cárcel (3 ). En estos barrios, los policías son unos señores que, más que nada, cuando se te pierde el niño te lo traen de la mano con una piruleta para que no llore. Los policías son la instancia que vela por esa milagrosa coincidencia entre cotidianeidad y derecho a la que llamamos ciudadanía. Es en sitios así donde se respira eso a lo que llamamos “Estado de Derecho”; la mejor prueba de ello es que todo el mundo tiene la sensación de que la Ley no está ahí para reprimir su libertad, sino para garantizar sus derechos. Las cosas se mueven con arreglo a derecho, y el derecho se lleva bien con el moverse de las cosas, de tal modo que no tiene que estar todo el tiempo vigilando, reprimiendo, castigando, disciplinando, regañando, interviniendo, en fin, en los asuntos humanos. ¿Cómo no considerar entonces que esos “asuntos humanos” han alcanzado un estatus al que hay que llamar, como quiso siempre el pensamiento ilustrado, mayoría de edad, madurez ciudadana, civilización e Ilustración?
Más o menos, el 15 % de la población mundial es mayor de edad en este sentido. Se trata de un 15 % para el que el curso de sus asuntos no entra en conflicto, sino todo lo contrario, con las exigencias de la razón y del derecho.
Ahora bien, lo verdaderamente ilustrado sería que esta coincidencia entre realidad y derecho se debiera a la capacidad del derecho para actuar sobre la realidad, para educar y enderezar el curso de los asuntos humanos y que, por tanto, el milagro por el que en La Moraleja nadie atraca bancos ni trafica con heroína ni roba en los supermercados (ni los policías pegan palizas si no que llevan piruletas), que todo eso se debiera a la exquisita educación racional de sus ciudadanos o a las virtudes incontestables del régimen político español, y no, como es obvio, a que es absurdo robar un banco del que eres propietario o dar instrucciones a tu criada para que te robe el desodorante al hacer la compra en el supermercado. En La Moraleja, la realidad y el derecho coinciden por la sencilla razón de que ahí no hay motivo alguno para violar la ley. Es una tontería robar cuando te puedes permitir el lujo de pagar. Pero, claro, sería chocante que los vecinos de La Moraleja argumentaran que si a los vecinos de San Blas o del Piti se les suele pillar más a menudo que a ellos robando coches y atracando bancos es porque han recibido peor educación o porque han asumido más torpemente las virtudes de la división de poderes plasmada en el ordenamiento constitucional español.

Sin embargo, por ridículo que resulte ese argumento es exactamente el mismo que utilizamos para considerar que los países europeos o los EEUU están en Estado de Derecho. Es, sin duda, cierto que, entre nosotros, el curso de la realidad no viola demasiado las exigencias de la ley. Pero eso no ocurre en absoluto porque la ley haya encontrado, a través de nuestros inigualables ordenamientos constitucionales, procedimientos adultos y liberales para hacerse respetar y obedecer, sino porque, en una situación económicamente bastante privilegiada, la realidad no tiene mucha necesidad de contradecir lo exigido legalmente. Es el curso de la realidad ─tres siglos de colonialismo, dos guerras mundiales, instituciones económicas y militares tan poderosas como el Banco Mundial o la OTAN, etc.─ el que nos ha puesto en la situación de una casual coincidencia con las exigencias racionales; en absoluto se ha debido a un procedimiento exitoso de la razón o a la eficacia de un modelo político recomendable. Si tuviéramos que explicar a un ama de casa venezolana cómo se llega a ser ciudadana de la Moraleja, o del Estado de Derecho, sería absurdo proponerle un estudio concienzudo de las Constituciones europeas. En la Moraleja, simplemente, se nace con menos ganas de violar la ley que en un suburbio de Caracas. O al menos, se tienen muchas menos posibilidades de que el arte de ganarse el pan de cada día entre en conflicto con el Derecho, es decir, con la policía.
Tras la guerra del Golfo de 1991, Arabia Saudí entregó a Egipto, en concepto de “ayuda humanitaria”, un millón de coranes. Era obvio: si los egipcios querían ser tan ricos como los sauditas, lo que tenían que hacer era respetar tanto como ellos los preceptos del Islam, así es que, en lugar de mandarles pan o petróleo, les mandaron coranes. Igualito igualito es lo que hacemos nosotros cuando nos paseamos por el mundo dando lecciones de Democracia y Estado de Derecho desde nuestras tribunas de opinión. Si los habitantes de las favelas de Río y de los suburbios de Bogotá quieren sentirse ciudadanos, si quieren sentir tan vivamente como si estuvieran en La Moraleja que la policía está ahí para proteger los derechos de la gente y para traer a casa a los niños que se pierden en los centros comerciales, lo que tienen que hacer es aprender de nuestros sistemas constitucionales. ¡No de nuestra historia de genocidios, matanzas y expolios, no! ¡No de nuestros privilegios económicos! ¡De nuestras constituciones, que dan un resultado bárbaro, y gracias a las cuales no cabe duda de que somos todo lo que somos!
Es repugnante la manera en que, en una especie de ritual supersticioso, celebramos todos los días como obra del Derecho lo que en realidad nos han regalado el Mercado y la Historia. Repugnante, pero eficaz. Porque así, utilizando esa misma confusión, podemos recomendar a los demás que, si quieren Derecho, dejen pasar a la Historia y obrar al Mercado. Así es este mundo, en el que el Estado de Derecho no lo trae el Derecho, sino el capital. Flexibilizar el mundo para las necesidades del capital tiene que ser, forzosamente, la mejor manera de extender el Derecho. No importa que toda la historia del siglo XX haya demostrado lo contrario. Los capitalistas de los países capitalistas no se llevan mal con el Derecho, viven en Estado de Derecho, como prueba el hecho de que nunca van a parar a la cárcel. Es más, cuanto más capitalista eres, menos problemas tienes con el Derecho ¿o alguien se imagina a Georges Soros atracando un estanco? Claro que a algunos se nos ocurren siempre maneras de exprimir el Derecho mediante el desarrollo legislativo de ciertos artículos capaces de meter en la cárcel a gente como ésa; pero no hay cuidado, no estamos a punto de ganar las elecciones y si lo estuviéramos, sería tonto pensar que serían ellos y no nosotros los primeros en visitar la cárcel. En tales condiciones, extender el capitalismo o extender el Derecho es prácticamente lo mismo, y si en el reparto final, algunos países en Estado de Derecho, como, por ejemplo, Guatemala, acaban siendo pobres como ratas, pues será, por tanto, porque no tenían derecho a ser ricos. Quizás les faltó iniciativa, trabajo, ahorro, quizás fue debido a la corrupción, o quizás esas gentes no se estudiaron bien nuestros ordenamientos constitucionales y cometieron algún fallo al aplicarlos. ¡Así razona hasta sus ultimas consecuencias una intelectualidad que ha sido capaz nada menos que de soportar a un Rorty!
La cruda verdad es que como nuestra sociedad “en estado de derecho” no ha sido obra ni de la razón ni de la ley, es inútil pretender extenderla por el mundo a base de leyes y de razones. Sin embargo, igual que los pastores de Belén debieron sentirse la mar de satisfechos al contemplar que la razón y la carne –según dicen- coincidían en un recién nacido (cuando pasó eso de que “el logos se hizo carne” que contaba San Juan), la satisfacción que nos produce a nosotros asistir a ese milagro sin igual de la democracia constitucional y la división de poderes, la enorme satisfacción que nos produce el contemplar cómo, día tras día, el curso cotidiano de las cosas y las exigencias del derecho coinciden en La Moraleja, en el Club de Golf del Pardo y en la punta de la polla de Emilio Botín, toda esa satisfacción ante tamaña buena nueva, nos empuja a predicarla por el mundo, cantando las alabanzas de la democracia y la libertad. Resulta un poco ingenuo pensar que eso vaya a levantar las monedas de Argentina, México, Egipto o Senegal, pero qué más da. Nosotros a lo nuestro: mientras se predica en el desierto la buena nueva, lo que efectivamente hacemos es cerrar las fronteras, legislar extranjerías, edificar murallas y fortalezas en las que conservar inmaculada nuestra feliz coincidencia con las exigencias del Derecho. Puesto que es en La Moraleja y no en San Blas o en Getafe donde coinciden de natural la realidad y el derecho, lo lógico es preservar ese bendito lugar de toda contaminación exterior. De este modo, La Moraleja que representa el 15 % de la población mundial se ha encerrado en una fortaleza inexpugnable, a la espera de que los 4.000 millones de personas que, en el exterior, subsisten con menos de dos dólares diarios, terminen de estudiarse la Constitución y aprendan a ser ciudadanos mayores de edad respetuosos de la división de poderes, la libertad de expresión, el pluripartidismo y todo eso. Aunque Oriana Fallaci ya nos ha advertido que esa gente, por mucho que estudie, no tiene remedio… Quizás algún día haya que seguir su consejo (y el de Gabriel Albiac), convertir al 80 % del planeta en un campo de exterminio y gasear a toda esa gentuza. Al fin y al cabo, teniendo en cuenta las proporciones de la tarea, sale más barato encerrarnos nosotros en La Moraleja y gasear el resto del planeta que llenarlo todo de prisiones y cámaras de gas. La verdad es que la tarea hace ya tiempo que se inició utilizando el arma de destrucción masiva más potente que haya conocido la humanidad: la economía capitalista. Hace ya mucho tiempo que –sin necesidad de leer a Hannah Arendt- dejó de ser un misterio cómo fue eso de que la población alemana conviviera normalmente con Auschwitz , sin hacerse demasiadas preguntas o sin que aflorara escrúpulo alguno que turbara su conciencia ciudadana: probablemente había, entre ellos, periodistas parecidos a los nuestros e intelectuales que cumplían el mismo papel que la plantilla de PRISA. Si esto es posible, nada tiene de extraño que fuera posible aquello.
El que haya una coincidencia entre cómo van las cosas y cómo exige el derecho que vayan no indica para nada que la cosa en cuestión esté en “estado de derecho”. Para que haya Estado de Derecho hace falta que las cosas estén en “estado de derecho” por obra del derecho (y no, por ejemplo, a consecuencia de haber construido un club de golf sobre el campo de una sangrienta batalla). A causa de todas las carnicerías de la historia, se han venido a constituir algunos recintos tan privilegiados que en ellos no queda ya motivo alguno para meterse en líos con la Ley, de tal modo que, siendo la Ley casi superflua no hay ningún problema en configurarla según todas las florituras de la división de poderes, las libertades, la seguridad jurídica y todo el resto de la cantinela. Pero, para que haya derecho a llamar Estado de Derecho a una realidad política, hace falta algo más; hace falta que el sistema político consista, precisamente, en conferir a las leyes la capacidad de modificar, influir o coartar el curso de las cosas. Y no vale decir, cada vez que el curso de las cosas coincide con lo que dicen las leyes que es porque las leyes han obrado o legislado así. En las condiciones capitalistas de producción el gobierno no está atado de pies y manos por la legislación vigente (como exigiría una sana mentalidad ilustrada que, además, remitiría esa legislación, en último término y a través de tribunales competentes, a la Declaración de los Derechos del Hombre); más bien está vendido e hipotecado de por vida a las necesidades de un sistema económico que respira a sus espaldas según designios propios, enfriándose y calentándose según ritmos febriles para los que no hay medicina política, para los que –como dicen siempre en Chicago- la política es muchas veces peor remedio que la propia enfermedad. En esas condiciones el poder económico es el que decide sobre el curso de las cosas y no lo hace precisamente consultando a políticos y jueces, sino, más bien al contrario, haciéndose consultar por ellos sobre el margen de actuación que les queda. El bienintencionado gobierno de Zapatero, por ejemplo, no ha podido aún ni bajar el IVA de los libros de texto y si logra legislar sobre el matrimonio de los homosexuales, será sólo en la medida en que el ministro de economía certifique que eso no será malo para la Bolsa. Resulta patético, pero de lo más esclarecedor, comprobar cómo algunas promesas electorales que parecían anecdóticas han sido ya declaradas imposibles de cumplir por el Ministro de Economía. Nuestro flamante Parlamento, nuestro poderoso gobierno constitucional, democrático y de derecho, respaldado por la soberanía popular y con el tajante veredicto de las urnas aún caliente ¡no ha podido reducir de doce a ocho el número de domingos que abren las Grandes Superficies Comerciales! Según parece, aunque eso sería obviamente muy bueno para los pequeños comerciantes que han hecho esa reivindicación (y a los que se les prometió contemplarla a cambio de su voto) y aunque nadie puede creer que eso fuera terrible para unas Multinacionales forradas hasta los dientes, Solbes ya ha advertido que sería muy malo para la Economía (1). Más claro el agua. Lo mismo pasó con el intento de reformar el impuesto sobre las plusvalías. ¿Y alguien espera alguna Ley que aborde de cara el problema de la vivienda? ¿Sería posible –no digo si conveniente o no, digo si sería posible- una Ley que expropiara todas las segundas viviendas, o al menos las terceras, o al menos las quintas? ¿O que, al menos, obligara a venderlas a un precio justo consensuado en un Parlamento? No, el ministerio de economía dicta lo que es posible y lo que no. Un precio justo tendría que ser un precio legislado y eso es incompatible con los precios de mercado que son la salud de nuestro sistema económico. Ya se ha dicho que, en el asunto de la vivienda, habrá que jugar con el difícil equilibrio de la oferta y la demanda. Quizás, por ejemplo, si se suben las hipotecas, haya menos demanda y bajen los precios… o algo de ese tipo.
Dos palabras, aún, para evitar posibles equívocos, que ya me sé lo que alguno estará pensando. Lo que no estoy pretendiendo decir es algo así como “¿que en Cuba no hay Estado de Derecho? ¿y dónde hay Estado de Derecho?”. No es que esté mal esa línea argumental, pero no es la que viene al caso. Estoy, más bien, intentando llamar la atención sobre el tipo de experimento teórico que sería pertinente para juzgar cuándo una realidad está en Estado de Derecho y cuándo no. Lo que no vale es pasearse por el mundo como hacen nuestros periodistas y comentaristas políticos plantando la medalla del Estado de Derecho, por una parte, a todas las realidades lo suficientemente privilegiadas para no tener que darse de bofetadas con la ley y, por otra parte, a todos los rincones del planeta en los que las libertades políticas son tan impotentes que ni siquiera hace falta reprimirlas. El experimento correcto para decidir sobre el nivel de Derecho en el que está una realidad social tiene que venir a preguntarse si las cosas estarían en otro estado sin el concurso del Derecho. Haría falta, en suma, algún experimento que pudiera mostrarnos en qué medida la Ley ha sido algo más que un papel mojado, en qué medida, en efecto, ha sido un límite del poder ejecutivo y un modelo capaz de conformar la realidad y corregir el curso histórico de las cosas.
Cuba es uno de esos experimentos. Una de las cosas que más llama la atención en Cuba es hasta qué punto –para nosotros insospechado- las leyes son ahí responsables de cómo van las cosas. No hay problema que en Cuba no pudieran remediar las leyes. Es precisamente por esa responsabilidad de la ley en la marcha de las cosas por lo que hay a quienes Cuba les parece una dictadura. Eso ocurre porque nosotros estamos acostumbrados a que la realidad coincida con la ley no por eficacia de la ley, sino por privilegio de la realidad. Es por lo que nosotros tampoco solemos pensar que las malas leyes sean responsables de cómo nos van las cosas y solemos confiar más en otros indicadores, como el estado de la Bolsa o el índice de inflación. No reconocemos ni certificamos un “estado de derecho” más que ahí donde el Derecho es superfluo. Lo mismo pasa con la Política. No reconocemos que haya libertades políticas más que ahí donde la política es impotente. De lo contrario, la política nos parece sospechosa, y su misteriosa eficacia síntoma de oscuras posibilidades totalitarias. Nos negamos a ver que la eficacia de la política (es verdad que característica del fascismo y el totalitarismo, pero, precisamente, porque el fascismo y el nacionalsocialismo fueron la opción política del capital para salvarse del capitalismo ahí donde el capitalismo ya no respetaba ni al capitalismo) es, antes que nada, el presupuesto elemental del pensamiento ilustrado y la base de todo sistema republicano y que es a partir de ahí y no antes desde donde cobra sentido la distinción entre dictadura y libertad. Es solamente ahí donde se ha vencido el totalitarismo de lo económico, donde se abre la posibilidad política de optar entre fascismo o democracia. Pero el gran truco ideológico del siglo XX ha sido el de poner por un lado lo político y lo estatal, presentándolo como lo potencialmente totalitario, y contraponerlo al mundo sin ley de la economía, ahí donde la política es impotente, como el espacio propio de la libertad. Es de este modo como se ha llegado a considerar evidente que no hay libertades políticas más que ahí donde no hay en absoluto política.
En Cuba no ocurre nada de esto. Ocurre más bien todo lo contrario. Una mala ley o una mala decisión política es capaz de hacer adelgazar a la gente a ojos vistas. Hasta tal punto Cuba depende de su Derecho y de su Política que una decisión legislativa o política llega a marcar la estatura de las personas. “Es que ésos son los que nacieron durante el período especial, por eso son bajitos”, se oye decir. En el período especial de principios de los noventa comenzó a faltar de todo en Cuba, no, desde luego, a causa de un error político o legislativo, sino a causa de que, al hundirse la URSS, Cuba vio desaparecer, de golpe, el 85 % de su comercio exterior y evaporarse la única línea de crédito de la que disponía. Pero frente a ese terremoto internacional, Cuba no tuvo, como en tantas otras ocasiones desde el 59, más que un arma disponible: las leyes y la política. Ni las leyes ni la política son todopoderosas; no son capaces, desde luego, de impedir los terremotos, los ciclones o los hecatombes históricas, pero es muy diferente, llegados a estos casos, tenerlas o no tenerlas a mano. Demasiado sabemos lo que ocurre en Haití, o en Guatemala, o en Argentina ante hecatombes bastante menos espectaculares que la desaparición del 85 % de su comercio exterior. Las venas de Latinoamérica se han abierto hasta desangrarse por un derrumbe de un punto en el precio del café o por la desaparición de un arancel del 0,1 %, mientras que, ante semejantes fatalidades, la Ley y la Política no podían hacer otra cosa que cruzarse de brazos rumiando su impotencia. Ya lo dicen el FMI y el BM: lo mejor que puede hacer política y legislativamente el Tercermundo en general es no hacer nada políticamente, suprimir todas sus inoportunas legislaciones y abrirse de piernas frente a los planes de ajuste estructural, que son los buenos y, quién sabe por qué, los legítimos (como demuestra el hecho de que quien no los cumple acaba siendo acusado de terrorismo). Primero la Economía, que después ya habrá tiempo para la Polis. Esos planes de ajuste, por supuesto, no son decididos en la Asamblea general de la ONU, ni en Parlamento alguno del planeta, sino en reuniones herméticas celebradas en búnkeres policiales, en cumbres de altas montañas o, si se llega a terciar, en plataformas submarinas, donde no haya que lidiar con los movimientos antiglobalización. Así se lleva siglos reprimiendo toda intervención política o legislativa y aguardando a que las vías económicas del desarrollo conduzcan a otro sitio que al basurero.
Muy distinta es la cosa en Cuba. Frente a un terremoto natural o histórico, los ojos en Cuba no se vuelven hacia la Bolsa, para leer ahí el destino, sino hacia la legislación y la política. En estas ocasiones, algunos opinan que Cuba entera se convierte en un inmenso Parlamento, en lo que se ha llamado “la parlamentarización” de la sociedad; otros opinan que toda esa hirviente actividad democrática no es sino aparente y que, al final, será desde arriba desde donde se decidirá la política a aplicar. Ahora bien, los cubanos que nacieron en el periodo especial están muy seguros o bien de que son más bajitos de lo normal porque algo no se hizo bien políticamente, o bien de que, habida cuenta de lo que se venía encima, tienen que agradecer a la política el simple hecho de continuar vivos. Quizás había que haber prohibido más eficazmente el sacrificio de reses, quizás, por el contrario, había que haber liberalizado el mercado de vacuno; quizás había que haberse dado más prisa en levantar las prohibiciones sobre el pequeño comercio de subsistencia, quizás había que haber hecho esto o lo otro. Los problemas de Cuba podían y pudieron en todo momento ser discutidos, argumentados, explicados y reflexionados en el Parlamento, en lo que es su Parlamento.
Sea lo que sea a lo que podamos llamar Parlamento en Cuba (5 ), lo más curioso es que siempre se asemejará más que nuestros Parlamentos a lo que nuestros Parlamentos pretenden ser: un lugar en el que la política, la argumentación y la contrargumentación, el consenso, el uso público de la palabra, en suma, puede aspirar a tomar las riendas del curso de las cosas mediante una actividad legisladora. La actividad parlamentaria cubana puede presentar muchas deficiencias. Fundamentalmente, es enteramente deficiente debido no a una escasez de democracia, sino a causa de una carencia de división de poderes. En general, en Cuba no falta democracia, sino Derecho. Ya hemos visto antes que eso no es porque los cubanos no tengan el privilegio de vivir en un Estado de Derecho como el nuestro, sino porque en Cuba, al contrario que entre nosotros, el Derecho no es ni impotente ni superfluo. Nosotros nos podemos permitir el lujo de una actividad parlamentaria intachable, pero sólo mientras la actividad parlamentaria no pretenda meterse donde no le llaman, es decir, en cualquier cosa de importancia. Nuestros políticamente intachables Parlamentos sólo tienen un problema: que no están situados en el lugar de la política; que, bajo condiciones capitalistas de producción, la política no está al alcance de la actividad parlamentaria, sino de la negociación de las grandes corporaciones económicas. Protegidos por su superfluidad, nuestros Parlamentos se pueden permitir la casi completa perfección formal y, en cualquier caso, los defectos pasan desapercibidos; en Cuba, por el contrario, no hay déficit del Derecho que no resalte hasta dañar la vista. Pero, no nos engañemos: si en Cuba se ven muchos defectos es porque en Cuba los defectos son importantes.
Ocurre con estos asuntos algo parecido a lo que pasa cuando se están corrigiendo exámenes de filosofía, o mejor aún, cuando se está intentando explicar a un alumno las razones de un suspenso. La mayor parte de los exámenes que merecen suspender no es porque estén mal. Al contrario, algunos, cuando nos encontramos un examen que está mal le ponemos casi siempre notable alto, o por lo menos, aprobado. Los exámenes que merecen el suspenso son aquellos que no logran siquiera alcanzar ese nivel en el que las cosas pueden estar mal. Para que un argumento esté mal hecho tiene que ser un argumento o, como mínimo, parecerlo. Los exámenes suspensos no están ni bien ni mal, sencillamente no tienen la forma en el que las cosas pueden ser verdaderas o falsas. Las equivocaciones, los errores, en filosofía, como en general ha ocurrido en la historia de la ciencia, son siempre fecundos y, a veces, tremendamente difíciles. Lo que para la teoría es impresentable no es el error, sino la ambigüedad, la falta de rigor, la opinión subjetiva, el cambio de tema, la divagación. Por eso es tan difícil explicar a un alumno que ha suspendido por qué ni siquiera merecía suspender, por qué ni siquiera alcanza ese nivel en el cual el aprobado o el suspenso tienen sentido.
Pues bien, a mí no me cabe duda de que en cuestiones de Estado de Derecho, la humanidad en general está suspendida sin vacilación. Pero mientras que Cuba representa un suspenso de esos merecidos, de los que –a la luz de las circunstancias atenuantes- uno acaba por archivar como notables, la realidad parlamentaria española, por ejemplo, representa uno de esos otros suspensos que ni siquiera merecen suspender. Nuestro Estado de Derecho, en efecto, ni siquiera llega a ese nivel en el cual es posible equivocarse.
Así pues, en lugar de pasarse el día, con tanta suficiencia, señalando con el dedo los defectos del régimen político cubano, la humanidad del siglo XX debería haber tenido la decencia de admirar con asombro, perplejidad y respeto, el espectáculo inigualable de una realidad social que dependía a vida o muerte de sus buenas o de sus malas leyes. Nunca como en Cuba se había hecho carne este milagro que condensa el conjunto de aspiraciones de todo el Proyecto Ilustrado desde Sócrates hasta nosotros.
Al declarar la guerra a Cuba, mediante el bloqueo y el terrorismo, lo que se hacía era ponerla en una situación en la que, en general, las leyes tenían que ser bastante malas, o mejor dicho, una situación lo suficientemente inestable como para que las leyes no pudieran nunca asentarse y tuvieran que ser suplidas por caprichosos decretos ejecutivos. Todavía hoy se hacen demasiadas leyes en Cuba como para que puedan ser vividas como leyes. El curso histórico mundial ha obligado a Cuba a acomodarse, defenderse y transigir constantemente mediante revoluciones legislativas continuas. Eso naturalmente es una calamidad para cualquier pretensión de estado de derecho. Las leyes no pueden cambiar a diario, de tal manera que haya que estar muy al tanto leyendo el Granma para ver si hoy es legal esto o lo otro. De hecho, como bien advirtió con contundencia desde el primer momento el lado reaccionario de la Ilustración, una mala ley que dura es siempre mejor que una buena ley reciente. Cuba no se ha podido permitir jamás el lujo de dar tiempo a sus leyes. Y así, desde el principio (y tal y como ocurre invariablemente en todos las situaciones de guerra), los decretos han ocupado el lugar de las leyes y el poder ejecutivo ha sepultado la división de poderes.
Es lo mismo que ocurrió con las jóvenes repúblicas soviéticas, que nacieron en el seno de una guerra mundial y pasaron sus primeros años combatiendo en una guerra mal llamada civil en la que se volcaron todas las potencias del capitalismo internacional. El experimento soviético navegó en realidad, desde entonces, en una guerra permanente, hasta su rendición final con Gorbachov, cuando este creyó tan ingenuamente que al fin se le iba a permitir al Derecho estacionarse sobre la fabricación de mantequilla en lugar de convulsionarse bajo la fabricación de misiles. Ningún país en guerra puede permitirse la división de poderes. El experimento soviético duró, en realidad, un abrir y cerrar de ojos, setenta años, marcados por tres guerras mundiales y decenas de millones de muertos. Es hacer gala de un sorprendente cinismo pretender que en esas condiciones el socialismo podría haber sido compatible con un Estado de Derecho. Pero el verdadero y más rebuscado cinismo se oculta tras la famosa alegación de que los países capitalistas sí lograron, en cambio, funcionar como Estados de Derecho en las mismas condiciones de guerra permanente. El capitalismo se puede permitir el Derecho –cuando se lo puede permitir y donde se lo puede permitir, que suele ser en un 10 % de las ocasiones y de los lugares- porque, normalmente, bajo sus condiciones –y siempre en el aludido 10 %-, el totalitarismo económico que garantiza los privilegios económicos que hacen innecesario violar la ley, convierte, a su vez, en innecesarias a las dictaduras de corte político. La sociedad capitalista no depende de sus leyes, sino de su capitalismo. En el socialismo, en cambio, la sociedad depende por entero de sus leyes. Nada tiene de extraño, así pues, que los países capitalistas más privilegiados se hayan podido permitir el disfrute de una intachable división de poderes, pues lo han hecho en unas condiciones en las que lo que se dividía no era el poder, sino una apariencia de poder. Aquí reside el mito tribal más persistente de lo que llamamos Occidente. Está bien eso de inventar toda suerte de dispositivos para dividir un poder imaginario, mientras el poder real circula de forma salvaje por otros cauces indomeñables. Lo que mueve al vómito es constatar la gran cantidad de buenos cerebros que de Habermas a Enzensberger o Savater se han aplicado en hacer pasar por filosofía la justificación tribal de este mito.
La tarea ilustrada de la división de poderes es bastante más difícil de lo que uno puede llegar a creer leyendo a esos señores. La humanidad no se ha enfrentado en serio a la dificultad real de ese problema más que bajo el experimento de lo que se llamó “socialismo real”. Y el fracaso fue, desde luego, estrepitoso. Y por supuesto que no se reparó en gastos para provocar que lo fuera. Pensemos por ejemplo en la Nicaragua sandinista. Para poner al ejecutivo sandinista en condiciones en las que se viera obligado a censurar unos cuantos artículos de prensa, dañando así la consistencia del Estado de Derecho, fue necesario poner el mundo entero patas arriba, montando una guerra con Irangate incluido y volcando todas los malas artes del Imperio sobre un país pobre y pequeño, en el que no había un solo ascensor que funcionara. Demasiados ejemplos parecidos se podrían poner, pero bastará en los próximos meses con estar atentos a lo que ocurra en Venezuela, en donde todavía no se ha censurado nunca la prensa ni se ha puesto jamás en cuestión la división de poderes, pese a que, en efecto, el mundo entero se ha confabulado para forzar a Chávez a cometer algún desliz de este tipo.
La humanidad no tiene todavía la menor idea de lo difícil que es la división de poderes, ni tampoco de lo apasionante que puede llegar a ser esa aventura a la que llamamos Ilustración. Cuba es pionera en este campo de experimentación política. En Cuba no hay Estado de Derecho, pero a lo mejor algún día nos veremos obligados a reconocer –cuando la historia del siglo XX empiece a contarse bien de una vez- que con ella comenzó para este mundo miserable y mentiroso, la aventura de una vida política conforme a derecho. Para que haya la posibilidad de un espacio político en el que vivir es, ante todo, necesario que la totalidad de las posibilidades humanas no se gasten o se consuman en la aventura de la supervivencia. Hasta el momento, y aunque resulte increíble a la luz del desarrollo tecnológico que hemos alcanzado los seres humanos, supervivir nos ha impedido vivir. No existen posibilidades políticas sin tiempo libre, como se sabe bien desde los tiempos de Pericles. La revolución tecnológica ininterrumpida en la que vivimos tendría que tener por efecto una reducción de la jornada laboral que liberara más y más tiempo para actividades políticas. Pero eso es imposible bajo condiciones capitalistas de producción, como bien demostró Marx hace ya tiempo. El capitalismo ha condenado a la humanidad a la aventura de la supervivencia en condiciones tecnológicas crecientemente más y más privilegiadas. La vida política es incompatible con un sistema económico como el capitalista que se caracteriza por mantener constantemente a los hombres en condiciones mínimas de supervivencia, para concentrar así cualquier adelanto tecnológico en la producción de más adelantos tecnológicos, de modo que la revolución de las condiciones de producción sea siempre máxima. Como decía Wallerstein, el capitalismo produce más para poder producir más. El hambre económica del capitalismo por el máximo de producción ha acogotado a la humanidad con más eficacia que antes lo hiciera el hambre biológica, obligando a la vida social a conformarse con la supervivencia y denigrando toda posibilidad de descanso y tiempo libre bajo la figura abyecta del parado.
El socialismo real fue la punta de lanza de una nueva época para la humanidad, en la que la Política y el Derecho tenían la posibilidad de reinar sobre la Economía y, por tanto, legislar y decidir sobre todos los asuntos humanos de importancia. El socialismo no fue, en este sentido, sino la propia Ilustración, una vez que se había reparado en el imprevisto de un capitalismo al que nadie había invitado y al que no se podía simplemente guillotinar en una plaza pública. Se trata de la aventura más heroica y la causa más verdadera que la humanidad haya emprendido desde que Sócrates, Platón y Aristóteles lanzaran al mundo el reto de una vida política a todos los seres racionales del futuro. La Ilustración que recogió ese guante sólo tuvo una verdadera posibilidad histórica de triunfar bajo el proyecto de las economías socialistas y ya hemos visto lo mal que salió la cosa y la mucha voluntad que se puso en que saliera así de mal. Así, fue como si, bajo el socialismo, la humanidad se hubiera empeñado en demostrar hasta qué punto podía liberarse del chantaje económico a costa de sujetarse a malas leyes y malas políticas. Pero la pura verdad es que, en las ocasiones en que se intentaron hacer las cosas mejor, como con Allende en Chile o con el sandinismo en Nicaragua, los esfuerzos de la política tuvieron que consumirse en la tarea de resistir al sabotaje, el bloqueo y la guerra, en una correlación de fuerzas desigual y condenada de antemano.
Hoy, Cuba es el único testigo que queda de todo aquello por lo que lucharon los esfuerzos de la Ilustración desde la muerte de Sócrates. Cuba es el único testigo de esa posibilidad humana que es el Estado de Derecho. Naturalmente que eso no la convierte ni mucho menos en un Estado de Derecho. Pero, aunque Cuba no es un Estado de Derecho, se sostiene constantemente en esa posibilidad y bastaría con que la dejaran en paz para que las leyes fueran corrigiendo a las leyes hasta instituir un verdadero régimen constitucional. Cuba no es un Estado de Derecho, pero podría serlo, y, además, no dice que lo sea, lo que siempre es un buen comienzo para el Derecho. Cuba es más bien la prueba de hasta qué punto es difícil en este jodido mundo capitalista arrancar una mísera isla de las garras de la Historia, para que la Ley y la Política puedan tomar por una vez la palabra. Cuba es la prueba de la dificultad de introducir una obra de la libertad en el curso fatal de las cosas.
Mucho peor es, desde luego, lo que nos ocurre a nosotros, que no sólo no somos un Estado Derecho sino que tampoco sabemos que no lo somos y, antes bien, nos creemos la encarnación misma del Derecho sobre la tierra, así sea protegidos tras el muro de Sharon. En Cuba tienen la posibilidad de tener malas leyes. Por eso no tienen ninguna necesidad de llamar Ley a la ausencia de Ley, como ocurre entre nosotros. Por lo menos en Cuba no se llama Estado de Derecho a los rincones más privilegiados de esa salvaje carnicería en la que veinticinco multinacionales se arrancan a mordiscos la carne de sus ciudadanos.
1 Acabo de escuchar en la radio que se acaba de iniciar un anteproyecto de revolución legislativa que permitirá a cada Comunidad autónoma pedir permiso por separado a las respectivas multinacionales que operen en su territorio para hacer realidad tan asombrosa utopía.

Carlos Fernández Liria

*Fragmento del libro A quien corresponda. Sobre Cuba, la Ilustración y el socialismo, publicado en 2005. Texto íntegro en La Jiribilla

Finalmente, ¿quién engaña a quien?




Les confieso que desde que he vuelto a tener noticias de Yoani me siento preocupado. Publicaron una foto suya con un señor vestido de naranja. Unos dicen que es el Dalai Lama, algunos que Dominic Purcell en Prison Break y otros que es el nuevo receptor que sustituye a Pestano en el equipo de Villa Clara. Total, si casi todo lo relacionado a Yoani ha resultado mentira. Todo, menos los pagos.
Eran mentiras sus razones ciudadanas, sus millones de seguidores en internet, su influencia en el mundo, su entrevista al presidente Obama, su solicitud de entrevista al Presidente Raúl, su diente perdido en batalla, el rapto policial en La Habana con el consecuente y confesado apretón testicular, el disparo al auto del diplomático venezolano en Cuba y sus “desinteresados” cursos sobre el uso de internet.
Antúnez convocó a un paro nacional el mes que viene. Y Rodiles ha protestado porque precisamente por esa fecha él ha llamado a otro cine debate y no lo puede parar. Y Eliecer Ávila está citando a una reunión de su partido político, el PP de Puerto Padre. Y mientras tanto se presagia un milagro en Taguayabón, según está anunciando en Miami desde hace unos días un Pastor y su esposa, quien se declara abierta y liberalmente “feisbusera” (por favor, pronuncie con cuidado). La verdad que todo esto “tá guayabón”.
Pienso en la relación de los llamados disidentes y opositores entre sí, y entre ellos y la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Entre dicha Oficina y el gobierno norteamericano, y entre este gobierno y todo lo anterior. En el vínculo de los llamados opositores y las organizaciones anticubanas de Miami; entre estas organizaciones y la prensa, y entre esta prensa y los residentes del sur de la Florida y otras partes del mundo.
Después de repasar este laberinto no me queda más remedio que concluir que para mantener el negocio de difamar a Cuba, estos llamados opositores no hacen otra cosa que caerse a tupes unos a los otros. Pero finalmente siempre me pregunto: en esta farsa gigantesca, ¿quién engaña a quien? Les comparto mis interrogantes junto a algunos casos.
A principios de febrero de este 2013 medios de prensa comunicaron que los días 23 y 28 de enero se habían celebrado gestiones para unificar al grupo FANTU o Fantoche, cuyo portavoz y probable único miembro es el Coco “Maravilla” Fariñas, y la UNPACU de José Daniel Ferrer, el Marajá de Palmarito de Cauto, quien ya debe tener un barrio con las casas que le tumba a quienes viajan a los EEUU.
Lo soltaron en Miami como si se tratara de una cumbre entre dos Generales al mando de ejércitos en el occidente y el oriente de Cuba. Pero el Coco Fariñas sabe muy bien que el Marajá no tiene seguidores y su preocupación fundamental es cuidarse del sol con crema y sombrilla. Y por otra parte el Marajá conoce que a Fariñas no lo apoya ni el más solitario paseante trasnochado del Parque Leoncio Vidal de Santa Clara. A pesar de las evidencias, desde el día 2 de enero de 2013, no más comenzar el año, Radio Martí empezó a promover la llamada fusión de mandos entre FANTU y UNPACU.
Sobre este llamado pacto el reportero Adriel Reyes entrevistó para Radio Martí, una emisora del gobierno federal, al propio José Daniel Ferrer, quien despachó el cuento sin ruborizarse. Como Ferrer es un invitado a actividades de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, allí seguramente llevó la misma bola sobre la unión entre opositores para lograr un cambio de régimen en Cuba.
Quizás el señor John Caulfield, Jefe de la SINA en La Habana, felicitó tanto a Ferrer como a Fariñas. Pero Caulfield sabe, por experiencia propia y por informes de antecesores en el cargo como Michael Parmly y Jonathan Farrar, que la llamada oposición cubana no tiene arraigo en la sociedad y está desarticulada y auto marginada de los principales procesos de cambio y reforma que se producen en la isla. Así que los diplomáticos norteamericanos no son engañados, sino que más bien son ellos quienes les toman el pelo a los opositores.
Pero igual el Departamento de Estado se gasta millones de dólares en dar publicidad, pagar público, jabitas, hoteles y viajes a esta supuesta oposición política cubana. Hasta al mismo Presidente se le ha recomendado firmar declaraciones de apoyo a algo que saben es una farsa, por lo que no dejan más alternativa que pensar que los americanos le están corriendo una máquina a los llamados opositores.
Como algunos recordarán en noviembre del 2009 se dio a conocer una entrevista que Yoani Sánchez le habría hecho al presidente Obama. En la entrevista el presidente elogia al blog de Yoani como si fuera un gran lector de sus escritos y la felicita por el premio María Moore Cabot que la Universidad de Columbia le dio a Yoani como periodista. Todo el mundo sabe que ni el presidente Obama ni su mascota Bob han entrado al blog de Yoani y que la bloguera no tenía méritos profesionales para tal reconocimiento. Y lo sabía la propia Yoani también. Sin embargo, cada cual representó su personaje en el show, y luego del desprestigio de algunos académicos y periodistas cómplices en la comedia, siguieron adelante con la misma cara.
Hace poco el periódico español ABC calificó al titulado Estado de Sats de Antonio Rodiles como un “tanque de pensamiento” (“think tank”), y la pasada semana Antúnez ofreció una “conferencia” en la Universidad de Georgetown. Por supuesto que la CIA, el Comando Sur y La Casa Blanca jamás le pedirían a Rodiles o Antúnez información para trazar estrategias serias sobre Cuba, pero a la gente se les quiere hacer creer lo contrario. Miente el que los infla ante la opinión y se mienten ellos mismos durante sus “conferencias” y viajes.
Mintieron los periodistas que presagiaron la muerte de Martha Beatriz Roque en su huelga del aguacate. Mintió la huelguista al posar ojerosa y desahuciada ante la cámara fotográfica de un subordinado. Mintió el fotógrafo que maquilló a la “mártir”. Mintieron los canales de televisión de Miami que pasaron las imágenes.
Mienten la Fundación Nacional Cubano Americana de Jorge Mas Santos y el Directorio de Orlando Gutiérrez cuando dicen que lo único que les interesa es la libertad de Cuba y venden con amarillismo las supuestas “muertes inminentes” de huelguistas. Miente Bertha Soler cuando dice que a las Damas de Blanco se les prohíbe manifestarse en Cuba, y ellas le mienten a Bertha Soler cuando posan para hacer expedientes y obtener visas al extranjero. Y de paso miente la SINA cuando les otorga el visado; y mienten las declaraciones de los legisladores cubanoamericanos cuando se hacen eco de estas mentiras.
Finalmente, me vuelvo a preguntar: Si todos mienten, entonces, ¿quién resulta el engañado? Podría pensarse que el televidente, el radioescucha, el lector. Pero, ¿es que la gente es tan tonta que se le puede manipular de esa forma descarada? Claro que no, aunque hay un pequeño sector que también miente al decir que comparte esas mentiras mediáticas.

Edmundo García

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Fidel Castro: La Internet parece inventada para nosotros




Fidel durante una visita la Universidad de las Ciencias Informáticas en La Habana

Varios hechos acontecidos recientemente, relacionados con la red de redes, me motivaron a releer un artículo publicado por la periodista Rosa Miriam Elizalde en el sitio Cubadebate y replicado en Cubaperiodistas hace 5 años, el 1 de diciembre de 2006, con el título de Fidel y el infinito.
Resulta que Radio Nederland, la emisora internacional holandesa, por cierto que en nada partidaria de la Revolución cubana, reconoció en su página digital el pasado 10 de diciembre que, “cada vez más cubanos utilizan Facebook o Twitter como ventana de comunicación con el mundo”. En ese mismo espacio se informa que, “el ministro holandés de Relaciones Exteriores, Uri Rosenthal, instó a la comunidad internacional a apoyar a los blogueros disidentes. El ministro considera que un libre acceso a Internet forma parte de la libertad de expresión, y es por ende un derecho humano. En su discurso mencionó principalmente a Egipto, Siria, Vietnam, Tailandia y también a Cuba”.
Al parecer el ministro Rosenthal no se ha enterado que hace menos de 15 días su homólogo cubano Bruno Rodríguez, al intervenir en el Taller “Los medios alternativos y las redes sociales”, que sesionó en La Habana los días 29 y 30 de noviembre con la participación de representantes de 12 países, sostuvo que “estamos frente a la dicotomía entre el uso individual y social de la tecnología, frente a la dominación y la liberación, y siento que vivimos una oportunidad con estas tecnologías. Se empieza a acumular en Cuba una experiencia en las redes sociales y el MINREX tiene conciencia de que es un instrumento inevitable. Aseguró que su Ministerio aboga no solo por nuestra presencia en Twitter sino en otras redes, algo que en otros organismos también se articula. Cuba apuesta por el uso social, masivo, de la Internet, pero no mediante el mercado por su carácter excluyente. Tenemos que tomar en cuenta de manera realista los elementos objetivos”.
El ministro europeo desconoce la paliza recibida por los tuiteros al servicio del gobierno de Estados Unidos, que pretendieron respaldar en esta red social, las peligrosas provocaciones organizadas por ciudadanos norteamericanos de origen cubano con vínculos con el terrorismo, en aguas próximas a las costas cubanas, en víspera del día de los Derechos Humanos.
Mientras el canciller holandés aboga por apoyar a blogueros y tuiteros “disidentes”, excepto los del movimiento de los Indignados en todo el orbe, la Revolución cubana recibe el apoyo solidario de tuiteros de todo el mundo, que ponen estas tecnologías en función de los ideales más nobles y revolucionarios.
En el artículo citado al inicio, Rosa Miriam refiere:
“La Internet parece inventada para nosotros, repetía un Fidel consciente de que la tecnología no es ni buena ni mala, sino poder en las manos de quienes la tienen, un poder que nunca es neutral.
“Quienes se asoman al pensamiento de Fidel distinguen, por encima de otras muchas cualidades, su obsesión por la igualdad. Con la Internet vio una posibilidad extraordinaria de poner a todos los seres humanos en una ribera común para el conocimiento. Él asumió el estudio de la Red desde una perspectiva de inclusión, de generalización del uso de esa tecnología y de extensión de la obra cultural cubana. Basta revisar sus discursos de los últimos diez años para confirmar cuán tempranamente Fidel entendió que un mundo estructurado en torno a las relaciones de acceso produciría un tipo muy diferente de ser humano, y que sus valores dependerían de la diversidad de recursos y experiencias culturales que este pudiera adquirir. Estados Unidos tiene más de 68 millones de kilómetros de fibra óptica, y nosotros con mucho menos, vamos a hacer diez mil veces más, porque lo que tienen lo subutilizan. Nosotros podemos darle un uso más inteligente y colectivo”.
Ojalá que los representantes del imperialismo norteamericano y de sus aliados europeos aprendan de una vez y por todas las lecciones de Fidel.

Omar Pérez Salomón | La pupila insomne

domingo, 22 de septiembre de 2013

“El hombre nuevo crece y evoluciona”




La médica alergóloga y pediatra cubana, que disertará el martes en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, llegó a la Argentina para motorizar una campaña sanitaria junto a médicos argentinos recibidos en Cuba.

De su padre heredó la mirada encendida y la sonrisa amplia. Aleida Guevara March viajó a la Argentina para motorizar una campaña sanitaria. Junto a médicos argentinos graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana participó ayer de una actividad en Gan Gan, Chubut, casa por casa, para relevar cataratas y pterigium (otra enfermedad ocular) entre sus habitantes. El objetivo es declarar a esa localidad “zona libre de ceguera evitable”. La iniciativa se complementa con análisis de hipertensión y diabetes, en el marco del aniversario de Gan Gan. La médica alergóloga y pediatra cubana disertará el martes en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Guevara March dialogó con Página/12 antes de viajar al sur del país.
–Usted llegó a la Argentina para impulsar una campaña de salud.
–Me invitó la fundación Un mundo mejor es posible. Ellos trabajan mucho con las misiones cubanas y del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). “Yo sí puedo” es un método desarrollado por Cuba para aprender a leer y escribir en pocos meses. Cuando lo estábamos implementando en distintas partes de América nos dimos cuenta de que había personas que no podían leer ni escribir porque tenían pequeñas lesiones oculares. Entonces comenzó la Operación Milagro para devolver la visión a todas esas personas y que eso no fuera limitante para aprender. Operamos gratuitamente a los pacientes de cataratas y se les dan sus lentes graduados. Hicimos dos hospitales, en la frontera con Bolivia, donde fueron operados alrededor de 36 mil argentinos. Operación Milagro funciona hace diez años.
–También apoya la campaña de solidaridad con Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort, Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar y René González Sehwerert, cubanos detenidos por Estados Unidos por espionaje.
–En el juicio de estos compañeros los oficiales de inteligencia de Estados Unidos demostraron, fehacientemente, que ninguno de ellos tenía secretos que pudieran perjudicar al gobierno de Estados Unidos. El juicio es totalmente falso. El único interés que tiene Cuba es saber lo que intentan hacer las organizaciones terroristas, formadas por cubanos, que viven en el sur de la Florida. Sostenidos por el gobierno norteamericano y la CIA, han cometido actos atroces contra la vida del pueblo cubano. Si ellos cumplen con sus leyes, los cinco están de vuelta en Cuba ya, sin un día más de demora.
–Hablemos de su familia. Una anécdota recuerda que su madre estaba embarazada de usted. Su padre, que se encontraba en un viaje protocolar por China, difundiendo el mensaje de la Revolución Cubana, esperaba un varón.
–Ya tenía una hija de su primer matrimonio y quería un varón, por esas cosas de los latinos, para preservar el apellido. Para su desgracia fue mujer. Entonces le mandó una nota a mi mamá diciéndole: “Si es hembra, tírala por el balcón” (risas). Mi mamá había estado once horas de parto y terminó en una cesárea porque yo venía de cara y no dilaté. ¡Imagínate cómo se sintió la mujer! ¡Puf! Dicen que lloró horrores. Cuando él llegó a la casa, enseguida subió a verme. Al principio mi mamá no lo dejaba entrar, le decía que me había tirado por el balcón. Después todo quedó en familia.
–En el segundo embarazo de su madre, el Che estaba desesperado.
–El estaba en el (Museo del) Louvre, vio la imagen de la Mona Lisa. Compró una postal y le escribió a mi mamá: “Me paré delante de la Gioconda y le pregunté ‘¿Qué traerá mi mujer en el magno vientre?”.
–Cuando nació su hermano, su padre estaba en Cuba.
–Camilo pesó 5 kilos. Era bien grandote y hermosísimo. El médico salió con el bebé en las manos y lo felicitó. Una de las mejores amigas de mi mamá, que estaba a su lado, fue a felicitarlo. Se levanta antes que ella, la sienta, la felicita y le regala un tabaco. Estaba tan entusiasmado que hizo todo eso en un segundo. Decidió ponerle el nombre de un gran amigo. Así estarían juntos dos guerrilleros: Camilo Cienfuegos y Guevara.
–Para compartir más tiempo, el Che, que sostenía interminables jornadas laborales, la invitaba a usted al Círculo Infantil o a pasar con él un fin de semana durante el trabajo voluntario.
–Yo iba en el auto con nuestro perro Muralla, en el asiento trasero. Tengo flashes en la memoria de bajar por una rampa del Ministerio del Interior, que en ese momento era el de Industria. No me gustaba nada el círculo, quería estar en mi casa.
–¿Qué otros momentos recuerda junto a su padre?
–Lo recuerdo vestido de militar, en su habitación, tocando la cabecita de Ernesto, mi hermano menor, con su manota grande. Siempre pienso que de alguna manera había una ternura extraordinaria en él. Se fue de Cuba para el Congo cuando Ernesto tenía un mes.
–Al regresar del Congo, mientras se preparaba para viajar a Bolivia, pide ver a sus hijos.
–Entró clandestino al país, no podíamos saber que era él. Si no, al otro día, estaría diciéndoles a mis compañeros de escuela que lo había visto. Ya estaba disfrazado del viejo Ramón.
–En la cena usted retó a ese hombre misterioso que llegaba a su casa como amigo de su padre. El Che solía agregarle agua al vino que bebía.
–(Ramón) se sirvió el vino tinto puro y le dije: “¡Tú no eres amigo de mi papá! ¡El toma el vino con agua y así es rico!”. Fui y le eché agua en el vino. Para dos niños chiquitos los amigos de los padres tienen que ser como ellos. Era una niña de cinco años que defendía con toda la pasión del mundo los gustos de su padre.
–¿Cuándo comenzó a extrañarlo, a sentir su ausencia?
–En la adolescencia. De una manera extraordinaria, mi mamá logra que querramos a mi papá aunque no esté presente. Pasa el amor que sentía por él a sus hijos. Nos mostró sus escritos, las cosas que iba haciendo o diciendo.
–Los amigos del Che también le mostraron el afecto y la admiración que sentían por su padre.
–A Estefanía, mi primera hija, la tuve por cesárea. Cuando me recobré veo a dos hombres vestidos con ropa de salón quirúrgico al lado mío: Ramiro Valdés y Oscar Fernández Mel. Ellos me dijeron: “Como tu papá no está, estamos nosotros”. Esos son los amigos con los cuales me eduqué y me crié. Desde muy pequeña estoy llena de ese afecto, de ese calor.
–En Evocación. Mi vida al lado del Che, su madre cuenta el amor que vivió al lado de su padre.
–No tengo recuerdos de mi mamá y mi papá besándose. Ella siempre fue muy cuidadosa de su intimidad. A partir del libro todo se hace más claro, más hermoso para mí. Siempre supe que se habían amado intensamente, pero el libro lo confirma. Es muy lindo para un ser humano saber que eres fruto de un verdadero amor.
–La pérdida de su padre aparece como un momento desgarrador en el libro.
–Tremendo. Sobre todo para ella. Nosotros éramos muy pequeñitos. Lo más duro fue que mi mamá me leyera la carta de despedida de mi padre llorando.
–Treinta años después llegaron los restos de su papá a Cuba.
–Habíamos acordado con mi mamá que iríamos un rato al lugar. Era una cuestión más bien formal. A las 7 abría la Plaza de la Revolución, a la 1 se cerraba. Mi mamá estaba allí todo ese tiempo y nosotros con ella. El mismo día que se llevan sus restos, nos fuimos para Santa Clara. Y estuvimos en la biblioteca provincial donde los expusieron. En el último momento, mi mamá, que se había portado estoicamente, comenzó a llorar desgarradoramente. Le pregunté que quería hacer.
–Entonces, ella le contó la historia del pañuelo. ¿La recuerda?
–Antes de la toma de Santa Clara, mi papá se cayó y se rompió el brazo. Y hubo que ponerle un pañuelo de cabestrillo. Cuando papi se va al Congo, ella le regala un pañuelo. El pañuelo nunca apareció en Bolivia. Mi mamá tenía la réplica del pañuelo y quería ponerlo en sus restos pero no sabía cómo. Cuando nos contó la historia del pañuelo, pedimos permiso, mi hermana levantó la tapa del cajón y puso el pañuelo con los restos. Es la conclusión de esa historia de amor que nos dio la vida a todos nosotros. Muchos años después ese amor está ahí. Ojalá todos pudiéramos amar y ser amados con esa intensidad. No todos tenemos ese privilegio.
–Su madre ocupó un lugar fundamental en la Dirección de la Federación de Mujeres Cubanas y fue una apasionada de la historia.
–Se licenció como maestra. Mi papá la estimuló mucho a que siguiera estudiando. Como siempre le gustó mucho la historia, hizo la licenciatura en la Universidad de La Habana. Ayudó a escribir un libro sobre movimientos sociales y la historia de América latina para nuestros niños.
–¿Cómo está ella?
–Está muy bien. No reconoce que tiene 80 años y si se entera de que te lo he dicho me mata. Ahora está al frente del Centro de Estudios Che Guevara. Es muy cuidadosa con su aspecto. Sigue siendo nuestra jefa. Es bueno tenerla.
–¿Dónde se inscribe el hombre nuevo en la coyuntura internacional actual?
–El hombre nuevo es ese hombre, esa mujer que evoluciona para cambiar una sociedad y cuando la transforma tiene que seguir creciendo para continuar mejorándola. Sinceridad, sencillez, honradez, respeto al ser humano sobre todas las cosas, solidaridad hasta las últimas consecuencias van conformando al hombre nuevo. Ese es el concepto que he visto en la vida de mi papá, que para mí es el mejor hombre nuevo, el más completo.

Adrián Pérez

Declaración del Movimiento Estudiantil Latinoamericano




A 40 años del cruento golpe de estado contra el gobierno revolucionario de Allende, su recuerdo está latente y vivo, recorriendo las alamedas de la vida y la esperanza, con la memoria que escriben los lápices de los jóvenes argentinos siempre vivos desde el eterno 16 de septiembre de 1976 , con el amor por la educación pública , donde la alegría y la esperanza se unan por un mundo que recree la educación para los humildes y la patria de los pobres, es que desde la tierra Bolivariana de Colombia, nación aromada por el café de la utopía, por el bálsamo de sus montañas, el rebelde rostro de sus campesinos envueltos en la ruana del caminar hacia el sendero de la dignidad, en este terruño mágico de García Márquez, donde las rebeldías se juntan por un nuevo mundo, por una Latinoamérica, unida , soberana , en paz y con justicia social, los estudiantes latinoamericanos y caribeños, constructores de anhelos y hermandad , por esa patria grande soñada por nuestros pueblos, desde la cálida Bogotá del 9 al 14 de septiembre de 2013, en su secretariado general, máxima expresión entre congreso y congreso declaramos:
Ratificarnos que el capitalismo atraviesa una profunda crisis, y este sistema es el más injusto, inhumano, de oprobio e ignominia. Frente a la crisis planteamos: que la misma la paguen los ricos y no los pueblos y sus trabajadores.
Denunciamos las guerras de agresión y ocupación contra los pueblos del mundo por parte del imperialismo.
De manera tajante rechazamos la posible intervención del imperialismo norteamericano con sus secuaces europeosen contra del pueblo Sirio. Nuestra solidaridad y apoyo a la lucha de Siria.
Exigimos que se le quite el premio nobel de la paz al presidente guerrerista de EEUU.
Respaldamos la lucha del pueblo palestino por su independencia en contra de sionismo israelí.
A 40 años del golpe de estado en Chile saludamos a su pueblo y recordamos a Allende con profunda admiración y abogamos por la recuperación de la memoria histórica, no olvidando los crímenes de la dictadura.
Las Malvinas son argentinas. Por lo tanto llamamos a la ONU a reconocer la propiedad sobre estas islas del pueblo argentino y rechazamos la actitud guerrerista del imperialismo británico al desconocer el derecho que tiene esta nación sudamericana.
Exigimos explicaciones al gobierno norteamericano sobre el espionaje ejercido en contra de los gobierno del continente
Rechazamos los procesos de desestabilización y militarización en el continente, ¡No a las bases gringas imperialistas en nuestra América!
Exigimos se reconozca el derecho soberano que tiene Bolivia por su salida hacia el mar.
Denunciamos la injerencia y proceso de desestabilización al proceso bolivariano de Venezuela por parte del imperialismo y la oligarquía venezolana; apoyamos la Revolución y exhortamos al pueblo a seguir construyendo el legado del Comandante Hugo Chávez bajo el liderazgo del Presidente Nicolás Maduro que garantice la continuidad del único camino que permitirá la mantención de la independencia y soberanía nacional.
Exigimos de manera inmediata la liberación de nuestros 5 héroes cubanos detenidos injustamente15 años en las cárceles del imperio.
Exigimos el fin al bloqueo genocida a nuestra Cuba revolucionaria.
Queremos y tendremos un Puerto Rico libre, sin la bota del imperio gringo, por eso la libertad de Oscar López es parte de nuestra lucha.
Abrazamos y nos solidarizamos con nuestra Colombia y su movimiento social. Su paro agrario nacional y popular es digno ejemplo de lucha, en el camino por la segunda y definitiva independencia. Reafirmamos nuestro compromiso con el proceso de paz con justicia social en el marco de la solución política al conflicto social y armado, entre la insurgencia armada y el gobierno colombiano. La solución política en Colombia es la paz de América, y una paz verdadera solo se logra con la consecución de la soberanía, la democracia y la justicia social para nuestro pueblo. Así mismo, respaldamos e impulsamos a la MESA AMPLIA NACIONAL ESTUDIANTIL MANE. Su apuesta unitaria, y su propuesta de ley alternativa sancionada en encuentro con el secretariado de la OCLAE, son ejemplo de una educación emancipadora para la liberación, la recomposición de lo público, y el logro certero de la educación como derecho fundamental y bien común.
Estamos convencidos de la necesidad de avanzar en los derechos de los pueblos y trabajadores a través de procesos constituyentes para alcanzar los cambios que necesita nuestra América.
Respaldamos firmemente la unidad latinoamericana y caribeña, y creemos en los distintos bloques de integración, pero esa verdadera integración pasa por la vinculación de los pueblos y sin que estos nos estén integrados no podemos hablar de la verdadera Unidad.
Nos ratificamos la lucha poreducaciónpública gratuita y de calidad. Nos reafirmamos en la defensa de los principios de la reforma de Córdoba de 1918.
Con el pensamiento del Che, Chávez, Fefel, Morazán, Sandino, Alfaro, Martí, Bolívar, juramos defender su legado y construir una América Latina más justa donde el sol brille para los humildes y la educación sea para la emancipación.

¡Viva la OCLAE!

¡Vivan los estudiantes!

Dado en Bogotá, República de Colombia. A los 13 días del mes de septiembre de 2013.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Periódico Combate: Un arma de la Revolución




De la historia del periódico Combate, que nació el 15 de marzo de 1959 y existió hasta finales de 1961, no se ha escrito aún lo suficiente. Es una asignatura pendiente.

Salvo unas pinceladas deslizadas en una tesis del 2007 de dos estudiantes de periodismo de la Universidad de La Habana –Leyanis Infante y Yessika Zoe Abreu- y un acercamiento al tema de Ivette Villaescusa, del Instituto de Historia, publicado en el sitio digital Librínsula, de este medio de prensa revolucionario no se ha hecho aún una investigación y estudio profundos.
Lo que en esta nota expondremos se basará en esas fuentes citadas y en algunas experiencias que tuve en ese diario vespertino, en el cual trabajé en los meses finales de su existencia.
Este periódico se editó en los talleres del periódico Avance, en la calle Consulado, que eran bastante anticuados. Se imprimía en azul y negro. En su cabezal se identificaba como “un arma de la Revolución al servicio del pueblo”.
Era órgano del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, y su primer director fue el comandante Julio García Oliveras. Más tarde lo dirigió el también comandante Guillermo Jiménez.
Al salir el primer número de Combate, el diario Revolución escribió: “Con una tónica vibrante y combativa, como corresponde a todo periódico revolucionario, en esta hora de reivindicaciones trascendentales en nuestra patria, acaba de aparecer en la palestra pública Combate, un diario novedoso cuyo mensaje de fe en los destinos de Cuba se sustenta gallardamente en las ansias transformadoras de la joven generación cubana…” (16 de marzo, 1959).
Noticias de Hoy, a su vez, escribió: “Una trinchera más junto a Hoy y Revolución en la defensa del programa revolucionario” (17 de marzo, 1959).
El primer editorial de Combate no dejó ninguna duda de qué defendería en sus páginas:
“Al combate es el grito y nos lanza a la lucha. Al combate salimos hoy en defensa de la Revolución Cubana, en defensa del pueblo…” (15 de marzo, 1959).
Gabriel Molina Franchossi, fundador de Combate y su primer jefe de información y redacción, ha dicho sobre su aparición: “El Directorio gozaba de prestigio y el cariño popular ganados por José Antonio Echeverría y otros mártires surgidos en la Universidad de La Habana, era depositario de la mística de la FEU (Federación Estudiantil Univesitaria), que permitía darle más realce a las posiciones de Combate. Éramos jóvenes, contábamos con jóvenes periodistas y con inquietudes políticas, con mucho dinamismo que nos daba la juventud, y eso significó un factor importante”.
Meses después, Combate hace público que está por la unidad del pueblo y las fuerzas políticas, aunque reconoce discrepancias ideológicas con el PSP, pero aclara: “El Directorio sólo combate a los que hoy se enfrentan a nuestro proceso de reivindicación nacional. Si los comunistas apoyan la revolución, bienvenido sea el apoyo comunista”. (20 de septiembre, 1959).
El antecedente de Combate fue Al Combate, una publicación que nació en Nueva York y Miami el 13 de julio de 1957, dado que después del asalto al Palacio Presidencial muchos de los integrantes del Directorio Revolucionario debieron exiliarse hacia territorio de Estados Unidos. Se distribuyó clandestinamente en Cuba. En su número inicial escribió: “Al Combate! No hay nombre mejor para un periódico, más esperanzador y lleno de fe (…) Así empieza también nuestro Himno. ¡Al Combate!, órgano oficial del Directorio Revolucionario”.
En los años de revolución apoyó la Operación Verdad y el reclamo de justicia contra los criminales de guerra de la dictadura, respaldó la ley de reforma agraria y otras medidas revolucionarias en beneficio de las masas populares, así como la decisión de nuestro pueblo de mantener su independencia, soberanía y libertades conquistas. Denunció día tras día las políticas de agresión de Estados Unidos contra nuestro pueblo, y saludó “la actitud contrapuesta y de sincera amistad y respeto de parte de los países socialistas” hacia Cuba. “El restablecimiento de las relaciones con la URSS –escribió—es, pues, un nuevo factor de importancia para el logro pleno de nuestra independencia económica” (10 de mayo, 1960).
Durante el desembarco mercenario, apoyado por Estados Unidos, en abril de 1961, Combate tuvo un fotógrafo y reportero como corresponsal de guerra, Pepín Ortiz, quien años después fuera director de Prensa Latina y subdirector de Granma. Guillermo Jiménez, director de Combate, integró el panel de periodistas que interrogó a algunos de los mercenarios capturados y que se transmitió a todo el país por la televisión.
Junto a Molina el cuerpo de redactores y fotógrafos del periódico estaba integrado, al menos en sus meses finales, por Ricardo Sáenz, Lázara Rodríguez Alemán, Mario Rodríguez Alemán, Esther Ayala, Omar Mendoza, Rafael Pérez Pereira, Armando Entralgo, Ramón Sánchez Parodi, Rodolfo Casals y Juan Marrero. Faltan otros valiosos compañeros, y por eso dije al principio que era una asignatura pendiente el hacer necesaria una investigación más profunda sobre este vespertino. Con Entralgo y Parodi trabajé en un suplemento semanal del periódico que se llamó Combate Internacional, y del cual salieron varios números.
En noviembre de 1961, como parte de un proceso de racionalización de los medios de prensa, Combate se fusiona con los periódicos La Calle y Prensa Libre. Recuerdo que César Escalante reunió al personal del periódico y comunicó la decisión de la dirección del país. Está unión dio lugar a La Tarde, cuyo primer director fue Ernesto Vera. El 25 de noviembre salió el número inicial de La Tarde. Una buena parte del personal de Combate pasó a trabajar al periódico Hoy y, posteriormente, en 1965, al fusionarse Hoy y Revolución, integró el equipo fundador del diario Granma.

Juan Marrero

50 verdades sobre la Revolución Cubana




Símbolo de los anhelos de independencia de América Latina y del Tercer Mundo, la Revolución Cubana marcó la historia del siglo XX.

1. El triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 es el acontecimiento más relevante de la Historia de América Latina del siglo XX.

2. Las raíces de la Revolución Cubana se remontan al siglo XIX y a las guerras de independencia.

3. Durante la primera guerra de independencia, de 1868 a 1878, el ejército español derrotó a los insurrectos cubanos sumidos en profundas divisiones internas. Estados Unidos brindó su apoyo a España vendiéndole las armas más modernas y se opuso a los independentistas persiguiendo a los exilados cubanos que intentaban aportar su contribución a la lucha armada. El 29 de octubre de 1872, el secretario de Estado Hamilton Fish hizo partícipe a Sickles, entonces embajador estadounidense en Madrid, de sus “deseos de éxito para España en la supresión de la rebelión”. Washington, opuesto a la independencia de Cuba, deseaba tomar posesión de la isla.

4. Cuba es efectivamente una de las más antiguas inquietudes de la política exterior de Estados Unidos. En 1805, Thomas Jefferson señaló la importancia de la isla, subrayando que su “posesión [era] necesaria para asegurar la defensa de Luisiana y de la Florida pues [era] la llave del Golfo de México. Para Estados Unidos, la conquista sería fácil”. En 1823, John Quincy Adams, entonces Secretario de Estado y futuro presidente de Estados Unidos, aludió al tema de la anexión de Cuba y elaboró la teoría de la “fruta madura”: “Cuba, separada por la fuerza de su propia conexión desnaturalizada con España, e incapaz de sobrevivir por ella misma, tendrá necesariamente que gravitar alrededor de la Unión norteamericana, y únicamente alrededor de ella”. Así, durante el siglo XIX, Estados Unidos intentó seis veces comprar Cuba a España.

5. Durante la segunda guerra de independencia, entre 1895 y 1898, los revolucionarios cubanos, unidos alrededor de su líder José Martí, tuvieron que hacer frente otra vez a la hostilidad de Estados Unidos que brindó su concurso a España vendiéndole armas y arrestando a los exilados cubanos que intentaban apoyar a los independentistas.

6. José Martí, en una carta profética a su amigo Gonzalo de Quesada escrita el 14 de diciembre de 1889, advirtió de la posibilidad de una intervención estadounidense: “Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso […]: e l inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella”.

7. En 1898, a pesar de su superioridad material, España se encontraba al borde del abismo, vencida en el campo de batalla por los independentistas cubanos. En una carta al presidente estadounidense William McKinley, de fecha 9 de marzo de 1898, el embajador Woodford, ubicado en Madrid, señaló que “la derrota” de España era “segura”. “[Los españoles] saben que Cuba está perdida”. Según él, “si Estados Unidos desea Cuba, debe conseguirla mediante la conquista”.

8. En abril de 1898, tras la explosión misteriosa del buque de guerra estadounidense The Maine en la bahía de La Habana, el Presidente McKinley solicitó autorización del Congreso para intervenir militarmente en Cuba e impedir que la isla consiguiera su independencia.

9. Varios congresistas denunciaron una guerra de conquista. John W. Daniel, senador demócrata de Virginia, acusó al Gobierno de intervenir para evitar una derrota de los españoles: “Cuando llegó la hora más favorable para un éxito revolucionario y la más desventajosa para España, […] se exige al Congreso de Estados Unidos entregar el ejército de Estados Unidos al Presidente para ir a imponer un armisticio por la fuerza a las dos partes, mientras que una de ellas ya depuso las armas”.

10. En tres meses, Estados Unidos tomó el control del país. En diciembre de 1898, Estados Unidos y España firmaron un tratado de paz en París sin la presencia de los cubanos, destrozando así su sueño de independencia.

11. De 1898 a 1902, Estados Unidos ocupó Cuba y obligó a la Asamblea Constituyente a que integrara la enmienda Platt en la nueva Constitución, so pena de prorrogar la ocupación militar.

12. La enmienda Platt prohibía que Cuba firmara cualquier acuerdo con un tercer país o que contratara una deuda con otra nación. También daba derecho a Estados Unidos a intervenir en cualquier momento en los asuntos internos de Cuba y obligaba a la isla a arrendar indefinidamente a Washington la base naval de Guantánamo.

13. En una carta de 1901, el general Wood, entonces gobernador militar de Cuba, felicitó al Presidente McKinley: “Desde luego hay poca o ninguna independencia para Cuba bajo la enmienda Platt y la única cosa importante ahora es buscar la anexión”.

14. De 1902 a 1958, Cuba tenía el estatus de república neocolonial, política y económicamente dependiente, a pesar de la abrogación de la enmienda Platt en 1934, entonces obsoleta.

15. Estados Unidos intervino militarmente en Cuba en 1906, 1912, 1917 y 1933 tras la caída del dictador Gerardo Machado, cada vez que un movimiento revolucionario amenazaba el estatu quo.

16. La Revolución de 1933, liderada por Antonio Guiteras, fue frustrada por la traición de un sargento llamado Fulgencio Batista, que se convirtió general y colaboró con la embajada de Estados Unidos para mantener el orden establecido. Dirigió el país entre bambalinas hasta su elección como presidente en 1940.

17. Tras las presidencias de Ramón Grau San Martín (1944-1948) y Carlos Prío Socarrás (1948-1952), gangrenadas por la violencia y la corrupción, Fulgencio Batista puso fin al orden constitucional el 10 de marzo de 1952 orquestando un golpe de Estado militar.

18. El 26 de julio de 1953, un joven abogado llamado Fidel Castro, miembro del Partido Ortodoxo fundado por Eduardo Chibás, se puso al frente de una expedición de 131 hombres y atacó el cuartel Moncada en la ciudad de Santiago, segunda fortaleza militar del país, así como el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en la ciudad de Bayamo. El objetivo era tomar el control de la ciudad –cuna histórica de todas las revoluciones– y lanzar un llamado a la rebelión en todo el país para derrocar al dictador Batista.

19. La operación fue un fracaso y numerosos combatientes –55 en total– fueron asesinados tras ser brutalmente torturados por el ejército. En efecto, sólo seis de ellos murieron en combate. Algunos lograron escapar gracias al apoyo de la población.

20. Fidel Castro, capturado unos días después, le debió la vida al sargento Pedro Sarría, quien se negó a seguir las órdenes de sus superiores y ejecutar al líder de Moncada. “¡No disparen! ¡No disparen! ¡Las ideas no se matan!”, exclamó frente a sus soldados.

21. Durante su histórico alegato titulado “La Historia me absolverá”, Fidel Castro, quien se encargó de su propia defensa, denunció los crímenes de Batista y la miseria en la cual se encontraba el pueblo cubano y presentó su programa para una Cuba libre.

22. Condenado a 15 años de prisión, Fidel Castro fue liberado en 1955 después de la amnistía que le concedió el régimen de Batista y se exiló en México donde organizó la expedición del Granma, con un médico argentino llamado Ernesto Guevara.

23. El 2 de diciembre de 1956, Fidel Castro desembarcó en la provincia oriental de Cuba a la cabeza de 81 revolucionarios con el objetivo de desatar una guerra de guerrillas en las montañas de la Sierra Maestra.

24. Contrariamente a una idea preconcebida, Estados Unidos jamás brindó su apoyo al Movimiento 26 de Julio, organización político-militar dirigida por Fidel Castro, durante toda la guerra insurreccional del 2 de diciembre de 1956 al 1 de enero de 1959.

25. Al revés, Washington persiguió con saña a todos los simpatizantes del Movimiento 26 de Julio exilados en Estados Unidos, quienes intentaban suministrar armas a los rebeldes.

26. Al mismo tiempo, el Presidente Dwight D. Eisenhower siguió suministrando armas al ejército de Batista, incluso después de la instauración de un embargo de fachada en marzo de 1958.

27. El 23 de diciembre de 1958, a una semana del triunfo de la Revolución, mientras el ejército de Fulgencio Batista se encontraba en plena desbandada a pesar su superioridad en armas y hombres, tuvo lugar la 392 reunión del Consejo de Seguridad Nacional, con la presencia del Presidente Eisenhower. Allen Dulles, entonces director de la CIA, expresó claramente la posición de Estados Unidos: “Tenemos que impedir la victoria de Castro”.

28. Como en 1898, el Presidente Eisenhower estaba a favor de una intervención armada para impedir el triunfo de Fidel Castro. Preguntó si el Departamento de Defensa había pensado en “una acción militar que podría ser necesaria en Cuba”. Sus asesores lograron disuadirlo de ello.

29. Así, la hostilidad de Estados Unidos hacia la Revolución Cubana no tiene nada que ver con el contexto de la Guerra Fría. Empezó antes de la llegada al poder de Fidel Castro, antes de la alianza con Moscú en mayo de 1960, y siguió después de la desaparición del bloque soviético en 1991.

30. El 1 de enero de 1959, cinco años, cinco meses y cinco días después del asalto al cuartel Moncada del 26 de julio de 1953, triunfó la Revolución Cubana.

31. En enero de 1959, Estados Unidos acogió con los brazos abiertos a los partidarios del antiguo régimen, incluso a los criminales de guerra, quienes habían robado 424 millones de dólares al Tesoro cubano.

32. Desde el inicio, la Revolución Cubana tuvo que edificar su proyecto de sociedad en un contexto de estado de sitio permanente, frente a la creciente hostilidad de Estados Unidos. Desde 1959, Cuba nunca ha disfrutado de un clima de paz para construir su futuro. En abril de 1961, Cuba tuvo que enfrentar la invasión armada de Bahía de Cochinos que organizó la CIA, y en octubre de 1962 la isla fue amenazada de desintegración nuclear durante la crisis de los misiles.

33. Desde 1959, Estados Unidos, decidido a derrocar a Fidel Castro, ha llevado una campaña de terrorismo contra Cuba con más de 6.000 atentados, que costaron la vida a 3.478 civiles e incapacitaron de por vida a 2.099 personas. Los daños materiales se evalúan en varios miles de millones de dólares y Cuba ha tenido que gastar sumas astronómicas para su seguridad nacional, lo que limitó el desarrollo de los programas sociales. El propio líder de la Revolución fue víctima de 637 tentativas de asesinato.

34. Desde 1960, Washington impone sanciones económicas sumamente severas, ilegales según el Derecho Internacional, que afectan a las categorías más vulnerables de la población, o sea las mujeres, los niños y los ancianos. Este estado de sitio, condenado por la inmensa mayoría de la comunidad internacional (188 países de 192), que constituye el principal obstáculo al desarrollo de la isla, ha costado más de un billón de dólares a Cuba.

35. A pesar de todos estos obstáculos, la Revolución Cubana es un innegable éxito social. Al dar la prioridad a los más desheredados con la reforma agraria y la reforma urbana, al erradicar el analfabetismo, al desarrollar la educación, la salud, la cultura y el deporte, Cuba ha creado la sociedad más igualitaria del continente latinoamericano y del Tercer Mundo.

36. Según la UNESCO, Cuba dispone de la tasa de analfabetismo más baja y de la tasa de escolarización más alta de América Latina. El organismo de las Naciones Unidas señala que “la educación ha sido la prioridad en Cuba desde hace [más de] 40 años. Es una verdadera sociedad de educación”. Su informe sobre la educación en 13 países de América Latina clasifica a Cuba como primera en todas las asignaturas. Según la UNESCO, Cuba es la nación del mundo que consagra la parte más elevada del presupuesto a la educación, con cerca del 13% del PIB.

37. Cuba tiene una tasa de mortalidad infantil de 4,6 por mil, o sea la más baja del continente americano, más baja que la de Canadá o Estados Unidos.

38. Cuba es la nación que dispone del mayor número de médicos per cápita del mundo, con 85.000 profesionales para 11,1 millones de habitantes. Según el New England Journal of Medecine, la revista médica más prestigiosa del planeta, “el sistema de salud [de Cuba] ha resuelto problemas que el nuestro [el de Estados Unidos] todavía no ha logrado resolver”. La revista subraya que “Cuba dispone ahora del doble de médicos por habitante que Estados Unidos”.

39. Según la UNICEF, “Cuba es un ejemplo en la protección de la infancia” y un “paraíso de la infancia en América Latina”, y enfatiza que Cuba es el único país de América Latina y del Tercer Mundo que ha erradicado la desnutrición infantil.

40. Según el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), Cuba es el único país de América Latina y del Tercer Mundo que se encuentra entre las diez naciones del mundo con el mejor Índice de Desarrollo Humano sobre los tres criterios “esperanza de vida, educación y nivel de vida” durante la última década.

41. La Revolución Cubana ha hecho de la solidaridad internacionalista un pilar esencial de su política exterior. Cuba acoge a decenas de miles de estudiantes procedentes de los países pobres, les ofrece formación universitaria gratuita de alto nivel y se encarga de todos los gastos. La Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana es una de las más famosas del continente americano y ha formado a varios miles de profesionales de la salud procedentes de más de 123 países.

42. Desde 1963 y la primera misión internacionalista en Argelia, cerca de 132.000 médicos cubanos y otro personal sanitario trabajaron voluntariamente en 102 países. Actualmente, 38.868 colaboradores médicos, entre ellos 15.407 médicos, ofrecen sus servicios en 66 naciones del Tercer Mundo.

43. Gracias a la Operación Milagro que lanzó Cuba en 2004, que consiste en operar gratuitamente a poblaciones pobres víctimas de enfermedades oculares, cerca de 2,5 millones de personas de 28 países recobraron la vista.

44. El programa de alfabetización cubano “Yo, sí puedo”, lanzado en 2003, permitió que 7 millones de personas de los cinco continentes aprendieran a leer, escribir y sumar.

45. Según el World Wild Fund for Nature (WWF), la organización más importante de defensa de la naturaleza, Cuba es el único país del mundo que ha alcanzado un desarrollo sostenible.

46. Cuba desempeñó un papel clave en la lucha contra el apartheid, con la participación de 300.000 soldados en Angola entre 1975 y 1988 para hacer frente a la agresión del ejército supremacista surafricano. El elemento decisivo que puso fin al apartheid fue la estrepitosa derrota militar que las tropas cubanas infligieron al ejército surafricano en Cuito Cuanavale, en el sureste de Angola, en enero de 1988. En un discurso, Nelson Mandela rindió homenaje a Cuba: “¡Sin la derrota infligida en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones no habrían sido legalizadas! ¡La derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy yo pueda estar aquí con ustedes! ¡Cuito Cuanavale marca un hito en la historia de la lucha por la liberación del África austral!”

47. Contrariamente a una idea preconcebida, la Revolución Cubana ha tenido cuatro presidentes distintos: Manuel Urrutia de enero de 1959 a julio de 1959 y Oswaldo Dorticós de julio de 1959 a enero de 1976 bajo el antiguo régimen de la Constitución de 1940, y Fidel Castro de febrero de 1976 a julio de 2006 y Raúl Castro desde 2006 tras la adopción de la Constitución de 1976.

48. Los medios informativos occidentales, propiedad de conglomerados económicos y financieros, vilipendian a la Revolución Cubana por una razón muy precisa que no tiene nada que ver con la democracia y los derechos humanos: el proceso de transformación social iniciado en 1959 sacudió el orden y las estructuras establecidos, puso en tela de juicio el poder de los dominantes y propone una alternativa social donde los recursos se destinan a la mayoría y no a una minoría.

49. La principal conquista de la Revolución es haber hecho de Cuba una nación soberana e independiente.

50. La Revolución Cubana, edificada por varias generaciones de cubanos, posee todas las virtudes y defectos de la condición humana y nunca ha tenido la pretensión de erigirse en modelo. Sigue siendo, a pesar de sus dificultades, un símbolo de dignidad y de resistencia en el mundo.

Salim Lamrani
Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba. Les médias face au défi de l’impartialité , Paris, Editions Estrella, 2013, con un prólogo de Eduardo Galeano. http://www.amazon.fr/Cuba-m%C3%A9dias-face-d%C3%A9fi-limpartialit%C3%A9/dp/2953128433/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1376731937&sr=1-1

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Fuente: http://operamundi.uol.com.br/conteudo/babel/31245/50+verdades+sobre+la+revolucion+cubana.shtml