sábado, 2 de abril de 2016

Cobertura, olvido y ocultamiento mediático durante la visita de Obama a Cuba




Cientos de periodistas extranjeros cubrieron esta visita, incluída una buena veintena de ellos representando a los medios de Miami.

Todos -asi como la totalidad de los programas radiales y televisivos de Miami- destacaron y enfatizaron que, por primera vez, el pueblo cubano tenía acceso a los valores y verdades de que era portador el presidente de los EEUU: democracia, elecciones libres, derechos humanos y otros del mismo orden. Por primera vez -de acuerdo a todos los corresponsales y panelistas de los medios en Miami- la verdad revelada llegaba a los oídos del pueblo cubano. Las consecuencias deben acercar -coinciden casi todos los panelistas- enormemente el colapso final del régimen.
Ningún corresponsal aludió, mencionó, citó ni comparó los pronunciamientos del Presidente Obama con los de otro presidente -no en ejercicio en ése momento- también demócrata a quien las autoridades cubanas le brindaron la oportunidad de hablar públicamente desde el Aula Magna de la Universidad de La Habana y de divulgar textualmente, sin alterar ni una coma, en toda la prensa y medios oficiales, su discurso.
Me refiero al Presidente James Carter. Todo el mundo habló de Coolidge y nadie de Carter. Y esto fue apenas -al decir de Gardel- 20 años atrás. ¿Habrá sido un caso de ignorancia colectiva? ¿De olvido generalizado? ¿De muy corta memoria? ¿No era elemental comparar y contrastar ambos ¿O acaso ocultamiento con premeditación, nocturnidad y alevosía? Como la ingenuidad no es componente integrante del ejercicio político, entonces no me queda más remedio que inclinarme por la última hipótesis, la del ocultamiento. ¿Finalidad? La de intentar demostrar que “el pueblo cubano” vivió, hasta la llegada de Obama, envuelto en un manto de aislamiento absoluto con respecto a semejantes mensajes y valores, y de aquí la trascendencia de la verdad revelada por Obama.
En su muy extenso discurso de entonces, Carter defendió los mismos valores que Obama, no vaciló en criticar lo que entendía criticable de la experiencia cubana y fue portador de un mensaje bien explícito de apoyo al Proyecto Varela y a su promotor, Osvaldo Payá, precedente que evitó repetir en sus presentaciones el Presidente Obama. ¿No había algo en esto susceptible de compararse o apuntar como referencia? Difícil de asimilar tanto silencio premeditado.
¿Y por qué no recordar, también en los 90 cuando casi todo el mundo esperaba el inevitable colapso cubano, como un nutrido grupo de importantes figuras norteamericanas de las administraciones Kennedy y Johnson encabezado por el más importante Secretario de Defensa, Robert MacNamara, discutieron no menos públicamente con los dirigentes cubanos todo el conflicto antes, durante y después de la Crisis de Octubre de 1962 (una memoria textual de este debate se publicó en Cuba, en el 2012), donde ambas partes explicaron sus razones, valores, acciones y reflexiones?
Todo el mundo pasó por alto que desde 1960 “el pueblo cubano” ha estado sujeto y saturado, dia tras dia, a los mensajes y valores que EEUU ha buscado imponer por la fuerza y la penetración mediática. Desde las emisiones de la VOA y Radio Swan pasando por todas las emisoras de Miami, encabezadas por Radio Mambí además de Radio y TV Martí. Pero, no sólo esto. En cualquier radiecito baratico de factura soviética podía cualquier cubano acceder, sin peligro para su vida o libertad individual, a las mejores transmisiones en castellano de las más importantes emisoras de Europa Occidental, desde la BBC hasta Radio Nethterlands o Francia Internacional.
El cubano promedio durante los 56 años del triunfo revolucionario ha estado expuesto además a lo mejor de la cine norteamericano, debiendo consignarse que alrededor del 70% de todas las películas que se ven en Cuba, en cines y TV, son producciones norteamericanas. Muchas de las mejores obras de su literatura se reproducen en Cuba, además del uso reciente del afamado “Paquete.” Y el Internet -con todos sus costos, pasados bloqueos y limitaciones- avanza por dia desde hace años ya, con más de 2 000 blogs, creciente conectividad y más de cuatro millones de usuarios de telefonía cibernética, pero nunca pensando en igualarnos ni superar a la Yuma (término que nace de un oeste norteamericano de los 50 que se volvió a popularizar en los 70).
Con semejante carga mediática durante décadas, ¿cómo es posible referirse a los contenidos del discurso de Obama como si fueran novedades excepcionales y en primicia? Una cobertura tal deviene tramposa y manipuladora, más allá de cualquier posible mérito de los pronunciamientos del Presidente Obama.
Algo muy parecido ocurrió con la exaltación de Miami como un monumento al ingenio cubano-americano del exilio llamado histórico. ¿Alguien hizo el más mínimo cuestionamiento, expresó dudas sobre lo pertinente o no del ejemplo utilizado por Obama? Nadie. ¿Es o no cierto en la historia de las migraciones a EEUU, que jamás hubo una comunidad exiliada como los cubanos del 59 que recibiera la suma de beneficios, apoyos y privilegios federales, estatales y locales, sin olvidar las no pocas fortunas sacadas de Cuba cuando se comenzó a advertir la inminencia de la derrota de Batista? ¿Por qué no se toma alguna cita del conocido sociólogo Alejandro Portes al respecto? ¿O algunos ángulos reveladores de Back Channel to Cuba, de Kornbluh y LeoGrande? ¿Acaso están tan ocupados que no tienen tiempo para informarse?
No se quién le habrá sugerido al Presidente Obama el Miami como monumento de los exiliados cubanos, pero nadie pudo mencionar o intercalar las enormes contribuciones de la comunidad judía, de los colombianos -con o sin droga-, de peruanos y brasileños, de mexicanos y centroamericanos; de los flujos de enormes capitales del “sur” hacia Miami, que desde hace décadas ya empequeñecen la mayoría de las fortunas cubanas. Innecesario es acudir a la Mafia, a Miami Vice, los narcos y sus miles de millones, la violencia y los odios, los asesinatos y actos terroristas no esclarecidos, las conexiones sucias de todo tipo hasta “los plomeros” de Watergate. Junto al trabajo honrado y personalidades auténticamente emprendedoras, está todo esto. Todo esto es Miami. Un amigo cercano a la administración me decía con buen tino lo siguiente: Es un disparate comparar Cuba con Miami. Sus componentes y niveles no se corresponden. Cualquier comparación con Cuba debe ser con relación a la de sus vecinos en escala y contexto como República Dominicana, Honduras, Guatemala y otros similares. ¿Y por qué no decirlo cuando se produce un pronunciamiento tan unilateral? No pretendo restar “méritos,” pero sí reclamo cobertura amplia, documentada, balanceada y sin ocultamientos.

Domingo Amuchastegui

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