El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un memorándum ordenando al Pentágono y al Departamento de Seguridad Nacional ampliar las instalaciones de un centro para detener migrantes que está ubicado en la base militar de Guantánamo, en Cuba. Quiere enviar 30.000 migrantes allí.
La prisión de Guantánamo, famosa por la violación sistemática de los derechos humanos, fue construida en 2002 por orden de George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas. Llegó a albergar a casi 800 detenidos, en su gran mayoría de origen musulmán. Más de veinte años después, a pesar de las promesas por cerrarlo, aún quedan 30 reclusos, muchos de los cuales ni siquiera están acusados de un delito.
Por las vejaciones barbáricas que se cometieron contra los reclusos, Guantánamo puede ser considerada como todo un símbolo del terror imperialista. Su existencia muestra también el papel de Estados Unidos como opresor y explotador de naciones, en tanto implica la usurpación de una parte del territorio de Cuba.
En Guantánamo, además de la tortura en los interrogatorios, se ha denunciado que los detenidos no pueden recibir visitas de abogados y familiares. Hubo decenas de prisioneros que no fueron juzgados ni condenados en 20 años. A los detenidos que llevan más de una década en la cárcel se los conoce como “presos eternos”.
Los métodos aplicados por los soldados, matones y espías de la burguesía yanqui van desde ahogamientos simulados, pasando por el uso de técnicas de privación del sueño, violaciones y la exposición a temperaturas extremas, hasta la tortura y la desaparición forzosa. Majid Khan, al relatar su experiencia –denuncia que fue violado por médicos de la CIA–, dijo que sus primeros años en Guantánamo fueron de “muerte lenta”.
En 2013, cuando Estados Unidos se encontraba bajo el imperio del demócrata Barack Obama, los reos llevaron adelante una huelga de hambre. Varios de sus protagonistas fueron obligados por los esbirros de Guantánamo a alimentarse a través de tubos. A la par de ese proceso tuvieron lugar, al interior de EE.UU., movilizaciones que reclamaron el cierre de la base y la libertad de todos sus presos. Se trata de reivindicaciones que son levantadas actualmente por organizaciones de derechos humanos.
Obama prometió cerrar Guantánamo, pero bajo su gobierno no solo continuó funcionando sino que murieron allí más presos que bajo el mandato de Bush. Biden hizo la misma promesa. Trump directamente parece esforzarse por aparecer como un fanático de la base militar.
Intentando reforzar su campaña represiva, Trump busca presentar a los migrantes como criminales. Pero Trump no será el primero en deportarlos a Guantánamo: la mayoría de los migrantes que ya están confinados allí desde gobiernos anteriores proviene de Haití o Cuba. Permanecen allí “detenidos de manera indefinida en condiciones similares a las de una prisión, sin acceso al mundo exterior y atrapados en un sistema punitivo” (El País, 30/1).
Un informe publicado por la ONG Proyecto Internacional para la Asistencia a los Refugiados (Irap, por sus siglas en inglés) señala que los edificios están repletos de moho y tienen problemas en las cañerías, y denuncia que las familias con niños se alojan junto a adultos solteros. Además, no hay allí servicios educativos ni tratamiento psiquiátrico especializado. Los detenidos no pueden realizar llamadas telefónicas confidenciales, ni siquiera para hablar con sus abogados, y a menudo se los somete a crueles castigos.
El gobierno norteamericano mantiene un estricto hermetismo sobre el funcionamiento del centro, por lo que la vulneración de los derechos humanos debe tener magnitudes mucho más grandes.
Este 7 y 8 de febrero habrá, en Buenos Aires y otras ciudades del mundo, jornadas de acción contra el racismo y en defensa de los migrantes, que fueron aprobadas en una reunión internacional virtual con la participación de referentes de numerosos países, a raíz de una iniciativa del Comité de Frente Unico del Partido Laborista de los Estados Unidos (UFCLP, por sus siglas en inglés). Citas de honor para todo trabajador.
Nazareno Suozzi
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