domingo, 24 de julio de 2016

Advertirnos desde dentro.

La Unión de Periodistas de Cuba nació hace 53 años, y hoy continúa renaciendo bajo el mismo signo: como resultado de la voluntad de nuestros periodistas de unirse en defensa de la Revolución, iluminada por el ideario martiano y fidelista, y leal al Partido Comunista de Cuba.
Tenemos el privilegio histórico de haber compartido nuestra suerte con Fidel, y de que él, nuestro más emblemático Premio Nacional de Periodismo, se haya reconocido como uno de nosotros; así como que Raúl haya sido siempre un activo colaborador de la prensa.
En estos 53 años, hemos sido depositarios del Código de ética y de los Estatutos de la organización, consecuentes con el principio fundacional de contribuir a la formación y superación de nuestros profesionales en claustros y tribunales universitarios. Y como si fuera poco, gestamos el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, como un centro de estudios de posgrado que irradia destrezas y saberes también al seno del periodismo latinoamericano y caribeño.
La huella de la Upec transita por generaciones de periodistas y permanece vívida en las redacciones a lo largo y ancho del país, promoviendo un mejor y más digno periodismo, y bregando por el derecho ciudadano a la información.
El IX Congreso de la Upec constituyó un punto de giro trascendental en la porfía por que nuestro periodismo revolucionario deje atrás atávicos moldes, y satisfaga la sed de información y de análisis de los cubanos. Fue un acelerón y un despertar imprescindibles, en correspondencia con las complejidades que se viven hoy, en medio de los peligros que se corren, a partir de la guerra mediática de los poderosos medios, enfilada hacia la subversión interna de procesos populares en América Latina.
Y hacia Cuba, los enemigos de la Revolución nos tratan de imponer lo que no se permiten ellos mismos en sus respectivos centros de poder: sembrar en nuestro espacio público, y mediante medios privados, el desmontaje mediático del mensaje revolucionario. Intentan remover intrusamente nuestras redacciones, utilizando señuelos con periodistas de los propios medios públicos de la Revolución.
Con distintas intensidades y signos más directos o sugerentes, esos medios privados intentan desalentar a nuestros destinatarios, para alejarlos de la obra de la Revolución con no pocos recursos materiales y comunicológicos, y fabricando campañas para dar la apariencia de fisuras entre el Partido y los periodistas cubanos.
La ironía es que en esa labor de zapa han tratado de aprovechar los honestos y valientes debates profesionales que alienta la Upec, y manipularlos con sus fines subversivos.
Desde el ideario de Martí y después de Fidel, se nos viene advirtiendo sobre la necesidad de prepararnos para una guerra de pensamiento, y de estar informados para no ser confundidos.
Apuestan a la desmovilización interna. A partir del tsunami de la derecha que vive la región, quieren borrar el ejemplo de Cuba, que no ha claudicado. Y el acercamiento de Cuba y Estados Unidos, tras décadas de hostilidad, transita y transitará por caminos difíciles y complejos. Si el Gobierno de Estados Unidos reconoció que por más de 50 años el estrangulamiento feroz no resultó en Cuba, en las condiciones de hoy, más sutiles y complejas, tenemos que estar alertas y preparados para las batallas de la inteligencia y los argumentos.
No se trata de esquizofrenia política, es un natural sentido de dignidad nacional. Los problemas del periodismo cubano los discutimos entre nosotros mismos. Ningún observador distante y a veces mal intencionado podrá brindarnos la solución a nuestros problemas, que los conocemos y enfrentamos.
Luchamos a brazo partido venciendo resistencias burocráticas por un cambio para elevar la eficacia de nuestro periodismo. Porque con un mejor periodismo sí hacemos más Revolución.
Quien está liderando los cambios en la sociedad cubana, y de hecho en el periodismo, es el Partido junto al pueblo, y el conjunto de todas las organizaciones sociales y profesionales. Estamos tensando las fuerzas, los recursos expresivos y la imaginación creadora, para que nuestro pueblo reciba la información y el análisis con la calidad y la belleza que reclama.
El periodista cubano puede citar con orgullo a Martí, y decir: “Odio la pluma que no vale para clavar la verdad en los corazones y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conciencia, que está en el honor, y nunca fuera de él”.

Antonio Moltó Martorell
Instituto Internacional de Periodismo José Martí

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