El principal sospechoso, detenido poco después del crimen, en Pennsylvania, fue reconocido con el nombre de Luigi Mangione. un joven ingeniero de 26 años recibido con honores y perteneciente a una influyente familia empresarial de Baltimore. New York Times (09/12) informa que “(...) las autoridades dicen haber encontrado garabateadas con rotulador permanente en los casquillos de bala hallados en el lugar del crimen: “retrasar”, “negar”, “defender” (...)”. Ocurre que esas tres palabras sintetizan la estrategia legal-comercial de los pulpos de la salud privada, que significa retrasar pagos, negar reintegros y justificar sus acciones.
Los diarios y las redes sociales se han inundado de denuncias sobre la situación de millones de personas que han quedado desamparadas ante los retrasos y rechazos de sus compañías de salud a diversos tratamientos que en los Estados Unidos consumen millones de dólares de las familias trabajadoras. El apoyo popular a Mangione surge como un síntoma de un malestar generalizado en la sociedad estadounidense.
Las empresas de salud privada son consideradas “chupasangres” por los trabajadores estadounidenses. Sus ingresos se van en pagar una cuota de salud que luego no cubre sus necesidades en caso de enfermedad, lo que equivale a asumir una deuda a perpetuidad para poder tratar una enfermedad crónica u oncológica, no hablemos ya de operaciones complejas o con riesgos evidentes para la vida. Mangione mismo, a pesar de su acomodado origen, se vió en complicaciones para realizarse una operación por dolencias en su espalda, algo que lo aquejaba desde hace años según comentaron allegados y amigos.
Las empresas implementaron inteligencia artificial a la hora de autorizar o rechazar solicitudes de sus afiliados, lo que ha hecho aumentar la tasa de rechazos (WSWS, 10/12). El aumento exponencial de las tasas de rechazo, la tasa de muertes completamente desproporcionadas por el COVID-19 y el aumento sideral en los costos de la salud han llevado a obtener ganancias extraordinarias a las empresas estadounidenses.
El asesinato de Thomson ha vuelto a colocar en primera instancia lo que hace años se viene comentando como el temor a una “guerra de clases”, según recupera el informe de Network Contagion Research Institute, o un extrañamiento de la vida cotidiana. Los CEOS y directores de diversas empresas han comenzado a manifestar un temor por réplicas a las acciones de Mangione, manifiestan temer por sus vidas. Estados Unidos vive una guerra civil ´de baja intensidad´.
Fue el propio Marx quién en sus Manuscritos de 1844 señaló: “la desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”; ahora, los representantes de ese orden exigen un valor por la vida.
El crimen de Mangione ha sacado nuevamente a la luz el carácter usurario y parasitario del capital para la defensa de lo más elemental: la vida humana. La mejor conclusión del caso es reconocer la necesidad de una acción histórica de la clase obrera contra el capital y sus gobiernos, organizadores de matanzas en las trincheras y en las salas de espera.
Joaquín Antúnez
13/12/2024
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