No importó para nada que fuera la celebración del día de Navidad; tampoco lo que una vez, hace mucho tiempo, declaró en un mitin en Carolina del Norte, cuando era solo un aspirante a la presidencia: «Me gustaría pensar que Dios me salvó con un propósito, que es hacer que nuestro país sea más grande que nunca».
Así ha sido Donald Trump, el mismo que en 2011, en una entrevista para el programa 700Club, enfatizó: «creo que la mía es una religión maravillosa». Y lo ha cumplido, por cuanto en sus campañas electorales, en sus negocios y en su vida ha lidiado con católicos, protestantes, evangélicos o de otras nominaciones religiosas que puedan aportarle votos de sus fieles, o influir en sus objetivos políticos o financieros.
Incluso, en 2020, mientras todavía era presidente, se describió a sí mismo como «cristiano no denominacional». Vaya usted a saber qué ha querido decir con todas esas definiciones.
Con ese antecedente, el que será presidente de Estados Unidos en unos días, Donald Trump, no esperó llegar a la Oficina Oval de la Casa Blanca para proferir amenazas y arrogantes anuncios, no importa si con ello deteriora relaciones diplomáticas o se busca «enemigos» entre sus seguidores.
Volvió a su maniática idea de «comprar» la isla de Groenlandia, perteneciente a Dinamarca, algo que quiso, pero no pudo obtener en su primer mandato, y que ahora quiere reciclar con la misma filosofía de que con ello «Estados Unidos sería un país más seguro, más grande y más maravilloso».
De comprar Groenlandia, podría ser la mayor adquisición territorial del país en la historia, argumentó el diario New York Post.
La isla, controlada por Dinamarca desde hace casi 300 años, tiene una superficie de 2,1 millones de kilómetros cuadrados, algo mayor que la de Luisiana, comprada a Francia en 1803, que casi duplicaba el territorio estadounidense de entonces.
La posible adquisición de la región supondría más del doble del tamaño de Texas,
anexada en 1845. Groenlandia tiene también una superficie mucho mayor que Alaska, que fue comprada en 1867.
Reportes de Russia Today citaron a Trump refiriéndose a sus planes de tomar el control de la Isla. Había afirmado «que, para los objetivos en seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Washington considera que la posesión y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta».
Tales declaraciones fueron rechazadas por las autoridades de la isla, que respondieron de manera tajante: «No estamos a la venta y nunca lo estaremos».
¿DE VUELTA A LA COLONIZACIÓN?
El otro «regalito» que el magnate pretende darse en su segundo mandato es apoderarse nuevamente del Canal de Panamá.
Exactamente en la fecha de Navidad acusó a la nación istmeña de «estafar a Estados Unidos», y calificó de «sueños salvajes» los intereses nacionales que los panameños defienden con la explotación de la vía interoceánica, de los mayores sustentos económicos del país.
Trump esgrimió esos ridículos argumentos al anunciar la designación de Kevin Marino Cabrera como embajador yanqui en la nación centroamericana.
Ante tal desafuero, el presidente de la nación istmeña, José Raúl Mulino, respondió: «quiero expresar de manera precisa que cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá, y lo seguirá siendo»; a lo que Donald Trump respondió: «Ya lo veremos», en tanto publicaba una foto de la bandera de EE. UU. ondeando sobre el agua con la inscripción: «Bienvenido al canal de Estados Unidos».
Sobran los comentarios. En el mundo loco en que vivimos pocas cosas nos sorprenden; cualquier cosa se puede leer, oír y también creer. Los años transcurren sin que una gran parte de la humanidad llegue a entender los porqués de muchos de los absurdos que vemos.
No se complique, por ejemplo, en tratar de entender cómo, con la nefasta experiencia de su tránsito por la Casa Blanca y su caótica salida del poder en su primer mandato, Donald Trump, quien ha sido el más votado de los aspirantes a presidente en las últimas décadas en Estados Unidos, vuelve a serlo, por encima de cualquier pronóstico.
Lo cierto es que, aún distantes de ese 20 de enero en que será oficializado como mandatario, ya suman casi una decena las declaraciones incomprensibles, por absurdas. El multimillonario republicano habla y actúa como si procurara siempre ganar más dinero.
Y, por supuesto, arrastra compañía en sus exabruptos. rt reseñó cómo el hijo, Eric Trump, publicó el martes una foto de su padre añadiendo a Canadá, a Groenlandia y al canal de Panamá a su cesta de compra en Amazon.
Por muy increíble que parezca, son ejemplos preocupantes que tipifican la forma de pensar y actuar de quien tomará las riendas de Estados Unidos el mes siguiente.
Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu
27 de diciembre de 2024 22:12:35
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