La causa palestina fue una causa de Fidel. Y a ella dedicó, desde el principio mismo de la Revolución triunfante, esfuerzos y solidaridad, que expresó en Cuba, en foros internacionales, y al más alto nivel en el que nuestro país levantó su voz.
El 12 de octubre de 1979, el Comandante en Jefe pronunció un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que informó sobre los acuerdos adoptados en la Sexta Conferencia de Jefes de Estado y Gobierno del Movimiento de Países No Alineados, celebrada por esos días en la capital cubana.
Tanto en la citada cumbre como en otros espacios de la e, la situación palestina ocupó tiempo y reflexiones, principalmente en las denuncias contra el Gobierno de Israel, por sus agresiones, el expansionismo y la ocupación ilegal de tierra palestina, todo con el apoyo de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
Fidel expresó entonces: «Para los Países No Alineados, la cuestión de Palestina es la médula del problema del Oriente Medio. Ambos forman un todo integral, que no puede solucionarse separadamente».
Y argumentó: «La base de la paz justa en la región comienza por la retirada total e incondicional de Israel de todos los territorios árabes ocupados, y supone para el pueblo palestino, la devolución de todos sus territorios ocupados y la recuperación de sus derechos nacionales inalienables, incluido el derecho del retorno a su patria, a la libre determinación y al establecimiento de un Estado independiente en Palestina, de conformidad con la Resolución 3236 de la Asamblea General».
Luego, el líder cubano dijo: «Repudiamos con todas nuestras fuerzas la despiadada persecución y el genocidio que en su tiempo desató el nazismo contra el pueblo hebreo. Pero no puedo recordar nada más parecido en nuestra historia contemporánea que el desalojo, persecución y genocidio que hoy realizan el imperialismo y el sionismo contra el pueblo palestino. Despojados de sus tierras, expulsados de su propia patria, dispersados por el mundo, perseguidos y asesinados, los heroicos palestinos constituyen un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo, y son el símbolo vivo del crimen más grande de nuestra época».
Y preguntó Fidel a los asistentes: «¿Puede alguien extrañarse de que la Conferencia (del Movimiento de Países No Alineados), se viera obligada, por razones que no surgen de ningún prejuicio político sino del análisis objetivo de los hechos, a señalar que la política de Estados Unidos desempeña un papel fundamental para impedir el establecimiento de una paz justa y completa en la región, al alinearse con Israel, apoyarlo y trabajar por obtener soluciones parciales favorables a los objetivos sionistas y garantizar los frutos de la agresión israelí a costa del pueblo árabe de Palestina y de toda la nación árabe?».
El compromiso del Comandante en Jefe con esa causa no quedó solo en discursos, sino que, como hombre consecuente en el decir y el hacer, estableció, además, relaciones solidarias con el líder palestino Yasser Arafat, a quien invitó a visitar Cuba, recorrer parte del país y llevar a cabo encuentros amistosos, que sirvieron como cimientos de una gran relación que los trascendió, hasta unir también a sus pueblos.
Fueron ocho las ocasiones en que Arafat visitó la Isla. El 16 de junio de 2001 envió un mensaje a Fidel, cuyo contenido es expresión de una consolidada amistad.
En sus palabras, el líder palestino expresaba: «Con profunda emoción pudimos observar ayer por las agencias noticiosas internacionales, la imagen de Vuestra Excelencia con la hatta palestina sobre sus hombros, al frente de una manifestación popular de solidaridad con la lucha de nuestro heroico pueblo».
Y argumentaba: «Yo considero, Excelentísimo Presidente Fidel Castro, esta demostración de firmeza e inquebrantable amistad que ha tenido lugar en La Habana, como un mensaje fuerte y efectivo, por parte de un líder mundial querido, que goza de gran prestigio internacional entre todos los pueblos y países del mundo, con el objetivo de movilizarlos rápidamente, para poner fin al sufrimiento del pueblo palestino como consecuencia de la ocupación israelí de su patria, y del recrudecimiento de las acciones y el bloqueo militar, económico y financiero contra nuestras ciudades, aldeas, pueblos, granjas y pozos de agua y el cierre de los pasos fronterizos internacionales por tierra, aire y agua».
Y concluía la misiva: «cada palestino conserva hoy en su corazón y en su conciencia esta gloriosa imagen de Vuestra Excelencia con la hatta palestina en sus hombros, lo cual es evidencia irrebatible de la justeza de nuestra causa, y de la magnitud de la injusticia cometida por parte de los agresores israelíes contra nuestro pueblo. Tenga plena confianza, Excelentísimo Presidente Castro, tan querido por nuestro pueblo y por todos los pueblos, que el nuestro, resistente como las montañas palestinas, toma de su posición y ejemplo que nos enorgullece, más ánimo y decisión para continuar la lucha, la resistencia y la Intifada para sacar a los ocupantes israelíes de nuestro país, Palestina».
Ahora, 46 años después del memorable discurso de Fidel en la ONU, la realidad nos presenta un mismo Israel: ocupante, agresor y genocida, y a un Gobierno de Estados Unidos cada vez más implicado con ese crimen, mientras la población palestina muere, sufre, y sigue esperando por la actuación de los organismos internacionales. También, una comunidad mundial más comprometida con la paz en Palestina. Y un pueblo cubano firme en su postura de apoyar a los hijos de la tierra de Yasser Arafat, amigo de Fidel y de la Mayor de las Antillas.
Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu
6 de agosto de 2025 19:08:18
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