domingo, 16 de enero de 2011

La flor más hermosa y autóctona de la Revolución



Este 11 de enero se cumplen 31 años de la desaparición física de Celia Sánchez Manduley.
A Celia, como la conocemos los cubanos, la sentimos viva y vinculada a cada obra de la Revolución con su accionar seguro y constante, su mirada tranquila y esa dosis de firmeza y dulzura que le permitió enfrentar las tareas más peligrosas, difíciles y humanas.
Desde el golpe militar del 10 de marzo de 1952 perpetrado por Fulgencio Batista se opone Celia a la dictadura, y en muestra de su respeto inmenso a José Martí, asciende al Pico Turquino en compañía de su padre y allí, en lo más alto de nuestra geografía, coloca un busto del Maestro.
Al producirse el ataque el 26 de julio de 1953 a los Cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo –ambos en la entonces provincia oriental–, Celia se solidariza de inmediato con los jóvenes asaltantes.
Además, dentro de su accionar se destaca el trabajo desplegado con el campesinado en apoyo al posible desembarco de los expedicionarios del Granma en la zona de Niquero.
Posterior al desembarco, ocurrido el 2 de diciembre de 1956, reorganizada la pequeña tropa rebelde y tras la localización de Fidel y sus compañeros, Celia se dedica febrilmente al envío de alimentos, armas y todo lo posible para los sobrevivientes de aquel hecho.
Organizó y ayudó también al traslado hacia la Sierra Maestra del primer contingente de hombres enviados por Frank País a la guerrilla y fue la primera mujer en incorporarse al grupo de revolucionarios alzados, desde donde en múltiples ocasiones bajó al llano con el fin de cumplir peligrosas y delicadas misiones.
Con el triunfo revolucionario el pueblo cubano consideró a Celia necesaria e imprescindible pues siempre atendió las solicitudes de cualquier persona que encontraron la debida respuesta, a la vez que mantuvo su ayuda solidaria a las causas justas.
Celia Sánchez Manduley, la heroína de la Sierra y el llano, la flor más hermosa y autóctona de la Revolución, como la calificara el Dr. Armando Hart, dedicó toda su energía a la obra de la Revolución hasta el último momento de su vida.
En ella se cumple el pensamiento martiano: “La muerte no es verdad si se ha cumplido bien la obra de la vida”…

Zeny Lara
Redacción Radio Ciudad de La Habana

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