sábado, 31 de agosto de 2024

La culpa no es del mono


Existe una vacuna contra la llamada viruela símica, pero la mayoría de los países africanos carecen de ella. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la enfermedad emergencia sanitaria internacional 

 Lamentablemente el mundo vuelve a voltear la mirada hacia el continente Madre a partir de un suceso nefasto, porque las buenas noticias de esa zona planetaria suelen ser tergiversadas o minimizadas. Sobre el apoyo de Cuba se han dicho horrores, para denigrar la incidencia del aporte solidario que en la actualidad, entre otras cosas, cuenta con colaboradores de la Salud en 29 naciones africanas. Presencia de vital importancia para inmunizar a la población en caso de que el virus de la viruela símica se extienda. La OMS considera que por cada 10 000 habitantes se necesitan alrededor de 23 médicos y enfermeras, personal del que el continente carece, de ahí la relevancia del vilipendiado internacionalismo cubano. 

 Cuestiones puntuales 

África le aporta al orbe el 18 por ciento de la población, eso hace 1 300 millones de habitantes, aunque padece la cuarta carga mundial de enfermedades (el 25 por ciento), devenidas muchas epidemias, como el ébola, el zika o la viruela símica, cuya última gran emergencia ocurrió en 2022 y que retorna. Una de las razones del incompleto afrontamiento a esos sufrimientos es su escasísima cobertura médica, sanitaria y de medicamentos.
 En lo que respecta a los fármacos, los africanos dependen de la importación de los mismos en cerca del 80 por ciento; las investigaciones médicas son casi nulas, apenas dos por ciento. Además, y para mayor mal, de los 375 fabricantes farmacéuticos que operan en África, sólo el 15 por ciento es de propiedad local. Un dato interesante sobre ese particular es que la mayoría de las empresas se dedican a formulaciones, no a los ingredientes activos, decisivos para la producción. En el continente, Sudáfrica, Kenia, Marruecos y Egipto son los productores netos de medicinas; el asunto es hacerlo lo más extendido posible. 
 Aun con ese fardo de obstáculos fue notorio durante la COVID-19 la profesional actitud de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades, reconocida por la OMS, pues estos “reforzaron respuestas regionales colectivas en condiciones sumamente difíciles, y al hacerlo, sentaron las bases para la cooperación intergubernamental”. Y el pasado año, la Fundación Africana de Tecnología Farmacéutica, con sede en Kigali, Ruanda, en comunión con el Banco Africano de Desarrollo, invertirá 3000 millones de dólares para, de aquí en una década, impulsar la fabricación de vacunas y productos farmacéuticos en el continente. Urge el altruismo y el desprendimiento de todos, duelen las exhortaciones en las redes sociales de internautas africanos. La cuestión es evitar confundir contingencia con responsabilidad histórica.

 ¿Por qué los africanos emigran? 

 Esta pregunta ha sido lanzada y respondida innumerables veces. Sin embargo, es oportuno recalcar que, al margen de percepciones subjetivas sobre el tema, los países del ahora llamado Sur Global requieren cimentar condiciones económicas y sociales que los acaben de colocar en la senda de oportunidades decentes de vida. Es verdad de Perogrullo que la pobreza africana es fermento para lanzarse al mar en inestables pateras o emprender largas caminatas por parajes desérticos y peligrosos con el objetivo de llegar a tierras más promisorias. 
 Los que pueden pagarse un boleto de avión, como los médicos y los científicos, se asientan en Canadá, Reino Unido, o los Estados Unidos. Sobre estos “privilegiados”, dicen los propagandistas del “mundo libre y seguro” que pocas veces son acosados por el racismo. Argumento falso, porque es el típico “robo de cerebros”, de talentos que aceptan pagos menores que los de sus colegas occidentales. No lo decimos nosotros, que somos de izquierda; hasta el conservador medio de derechas El País lo reconoce. 

 Mal que se extiende

La viruela símica (Mpox) golpea a 12 naciones africanas. La Agencia de Salud de la Unión Africana (África CDC) informó que a causa de ella en lo que va de 2024 se han confirmado 18 737 casos, y que hay miles de sospechosos y alrededor de 600 fallecidos. Hoy en la República Democrática del Congo, epicentro de propagación, la falta de profesionales para llevar adelante la inmunización será una dificultad cierta, asociada a otra crucial: África apenas dispone del cuatro por ciento de las vacunas necesarias para tratar de frenar la expansión del Mpox, lo que sitúa en el horizonte un incremento del rechazo contra el inmigrante africano, dada una cierta presencia ya en Europa de la Viruela Símica, y también porque se sigue obviando lo evidentemente esencial. 
 El meollo de la cuestión es asumir responsabilidades a largo plazo. Y aquí es cuando reflota un problema de vieja data: salvo contadas excepciones, a África se le debe sensibilidad, la cual debería materializarse en acciones impulsoras de su desarrollo, que no pasa únicamente por la voluntad de sus gobernantes. El problema más bien recae en la desigual distribución de las riquezas y de la apropiación de recursos locales sin justa retribución. ¡Ni tan siquiera Occidente ha pagado sus deudas por la esclavitud! 

 María Victoria Valdés Rodda 
agosto 22, 2024
Bohemia, Cuba

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