jueves, 3 de noviembre de 2022

Ucrania: un otoño más que caliente


En Ucrania el otoño está dando paso al invierno, las temperaturas están bajando, hay lluvias y el suelo está cada vez más embarrado. Con pocas semanas antes de las primeras nevadas en Ucrania, todo indica que estamos próximos a un nuevo recrudecimiento de la guerra. 
 Desde finales de agosto, Ucrania se jugó todas las fichas y pasó a un contraataque general contra los rusos. Lo hizo apoyada en la movilización en masa y el equipamiento transferido por la OTAN. Después de dos meses, el potencial ofensivo de este nuevo ejército parece estar agotándose.
 En Jersón, los ucranianos lograron liberar una franja de territorio bastante magra en la ribera occidental del Dnieper, lejos al norte de la ciudad de Jersón, comprendida entre los pueblos de Vysokopilya, Dudchany y Davidiv Brod. Sufrieron enormes pérdidas en ello. Luego del avance exitoso por el sureste de la región de Járkov, habiendo recuperado Balakliya, Izyum y Limán, la ofensiva ucraniana se estancó en las líneas defensivas al oeste de la carretera que une a Kreminna y Svatove, un importante centro logístico para los rusos. Decididos a no volver a cometer errores previos, los rusos se dedicaron a fortificar estas líneas y desde hace más de un mes que están aguantando la constante presión ucraniana. Para sostener ambas ofensivas, los ucranianos tuvieron que recurrir a unidades que estaban desplegadas en el Donbass, lo que posibilitó nuevos avances rusos allí, en la línea que va desde las afueras de Bajmut hasta Vugledar, ambas muy cercanas a la ciudad de Donetsk. 
 Por más que las ofensivas ucranianas en las direcciones de Jersón y Svatove se encuentren estancadas, todavía los ucranianos tienen una “ventana de oportunidad” si decidieran renovarlas, antes de que las primeras nevadas y la masa de reservistas rusos vuelvan a alterar el balance en el campo de batalla (New York Times, 20/10). Obviamente, esta “ventana” se está cerrando, poniendo más presión sobre Kiev. El éxito en Jersón o en Svatove -que está en la región de Lugansk, al norte del Río Siverski-Donetsk- va a posicionar a los ucranianos mucho mejor de cara a las posibles nuevas ofensivas rusas. De poder tomar toda la ribera occidental de Jersón, incluída la ciudad, los rusos se quedarían sin puentes a través del Dnieper, complicando significativamente cualquier intento de volver a avanzar sobre Nikolaev hacia Odessa. Los rusos se toman muy en serio las posibilidades de los ucranianos de reforzar su ofensiva hacia Jersón y en las últimas semanas han decretado una evacuación obligatoria de los civiles residentes de la ciudad. 
 Para los rusos, su progreso militar se ha convertido en una carrera contra el tiempo para generar más fuerzas, tanto para suplantar las numerosas bajas después de nueve meses de combate intenso como para aumentar el número neto de unidades. A pesar de mantener una superioridad en casi todas las categorías (aviación, blindados, artillería, etcétera), en algunos lugares del frente los soldados rusos se encuentran superados en número varias veces. Hace pocos días, el Ministerio de Defensa ruso declaró la concreción exitosa de la movilización de 300.000 reservistas. De estos, 80.000 ya han sido enviados a Ucrania (lo cual puede explicar en buena parte el estancamiento ucraniano) mientras que el resto sigue entrenando. También han sido avistadas nuevas fuerzas rusas que se estacionaron en Bielorrusia, cerca de la frontera con Ucrania. Allí establecieron un comando militar conjunto con el ejército bielorruso, cuyos soldados se encuentran en entrenamientos intensivos desde febrero. 
 Aunque parezca sorprendente, recién ahora los rusos han formado un comando unificado para las unidades en Ucrania. Es decir, durante todo este tiempo, las unidades (que vienen desde todos los rincones de Rusia) siguieron reportando a su cadena de mando existente. Bien podía pasar que una unidad proveniente de Kaliningrado no podía coordinarse con otra de, por ejemplo, Buriatia, por más que estuviese una al lado de la otra. Al frente del comando unificado los rusos nombraron al Gral. Sergei Surovikin, que ya tuvo experiencia como comandante en Siria y en la guerra de Ucrania al comandar a las fuerzas del frente sur -la campaña más exitosa que tuvieron los rusos hasta ahora- que tomaron prácticamente la totalidad de Jersón, 3/4 de Zaporizhia y la parte de Donetsk que es costa del mar de Azov (incluida la ciudad de Mariupol). Surovikin sirvió como oficial de la 4° División de Tanques durante la crisis constitucional a principios de los 90 y posteriormente siguió su carrera dentro de las fuerzas aeroespaciales. Se lo considera uno de los mejores generales y candidato a reemplazar al Gral. Valeri Guerásimov, actual Jefe del Estado Mayor. Su nombramiento fue festejado por personalidades como Prigozhin (CEO de Wagner Group) y Kadírov, quienes habían criticado públicamente a ciertos generales y funcionarios del Ministerio de Defensa en oportunidad de la derrota en Balaklyia-Izyum. El Gral. Surovikin usa el nombre código de “Caníbal” y entre los soldados es conocido como “General Armagedón”. 
 La movilización de reservistas y de la industria militar, junto con la formación de un comando unificado, marcan un cambio fundamental en el enfoque ruso de esta guerra. Al día siguiente del nombramiento de Surovikin, los rusos comenzaron una campaña sistemática de destrucción de la infraestructura civil crítica de Ucrania. El objetivo inmediato de esta campaña es la neutralización de la red de electricidad, de la cual las fuerzas ucranianas dependen, entre otras cosas, para transportarse en ferrocarril entre diferentes frentes. Al día de hoy, se estima que han reducido la generación y distribución de electricidad ucraniana en un 30-40 por ciento, forzando a Kiev a implementar cortes de luz rotativos a lo largo de todo el país. En esta campaña están jugando un papel destacado los drones kamikaze Shaheed-132, comprados por miles a Irán hace pocos meses. Por el éxito de estas armas -mucho más económicas que los sofisticados misiles crucero o balísticos- convencieron a los rusos de aumentar las compras a los iraníes tanto de estos drones como de otros tipos de armas. El aumento del volumen de las compras coincidió con el inicio de las protestas en Irán. 
 La expansión de la campaña de bombardeo estratégica, la movilización de personal y material nuevo coinciden en el calendario con el período electoral en EE. UU. Putin está calculando que una victoria republicana forzará una considerable reducción de la asistencia de EE. UU. a Ucrania. No obstante, ni la victoria republicana está asegurada ni los republicanos han demostrado ser menos entusiastas que los demócratas a la hora de armar a los ucranianos, para que estos puedan pelear “hasta el último hombre”. La alternativa que les queda a los rusos frente al escenario optimista es renovar su ofensiva en una escala superior durante o después del invierno. 
 La OTAN ha decidido responder a la escalada rusa en curso con un involucramiento mayor en el conflicto. Polonia y los países bálticos comenzaron a concentrar tropas en sus fronteras con Bielorrusia, mientras que EE. UU. adelantó los planes para desplegar nuevas bombas nucleares en Europa para este diciembre (Político, 26/10). Al mismo tiempo, los rusos están acusando directamente a los ingleses como responsables del sabotaje a los gasoductos Nord Stream y de estar detrás de un reciente ataque de drones aéreos y navales contra la base naval de Sebastopol en Crimea. En una reciente entrevista con la CBS, un comandante de la 101 División Aerotransportada de EE. UU., desplegada en Rumania -próximos a Odessa- declaró que se encuentran listos para entrar en Ucrania “en caso de ser necesario”. 

 Leib Erlej
 02/11/2022

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