miércoles, 18 de mayo de 2016

Lo posible ha de ser la Revolución misma.




Por estos días se produce un intenso debate de ideas entre aquellos que defienden la Revolución y participan activamente en el perfeccionamiento del modelo económico y social cubano, y los que pretenden destruirla a través de operaciones subversivas bajo el paraguas de la doctrina del “poder inteligente”.
A pesar de lo que dicen algunos autores, creo que en la sociedad cubana actual existe una diversidad de opiniones y criterios en torno a lo que acontece en nuestro país en el orden político, económico y social.
Recuerdo, que la Revolución Cubana ha transitado por varias etapas pero nunca se ha desviado de su objetivo cimero.
Como parte de este proceso se creó el instrumento político que garantiza la continuidad histórica de la Revolución. A finales de 1961, se fundaron las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), formadas por la unión del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Después de unos meses de vida y de los errores de sectarismo, fueron reorganizadas las ORI a partir de 1962 en el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, el cual en 1965 adoptó el nombre de Partido Comunista de Cuba, como culminación del proceso de unificación de todos los revolucionarios cubanos.
Cualquier debate que se realice hoy sobre Cuba debe tener en cuenta este contexto y el hecho de que en este período histórico el poder político se expresa como gobierno de los trabajadores, articulando todos los sectores con intereses opuestos al capitalismo.
Quien pretenda desvirtuar este principio se pone del lado de los quieren destruir la Revolución y considero que Cuba Posible, OnCuba y otros programas similares están en esa posición. En la época del imperialismo no hay terceras posiciones cuando se trata de la existencia de una Revolución que ha sido consecuencia de un proceso histórico, de la necesidad y la voluntad del pueblo cubano y por la cual muchos hombres y mujeres dieron hasta su vida. En mi opinión, esa es la esencia de lo que se ha estado discutiendo en las últimas semanas a partir del magnífico artículo de Iroel Sánchez “El corrimiento al centro”, que pone al desnudo las intenciones y planes de los ideólogos de este proyecto.
Por eso como me dijera un amigo, director de un medio de comunicación, el énfasis en la discusión no hay que hacerlo en lo que piense cada cual, sino en la conducta de los hombres en este crucial momento de la historia, signado por la ofensiva de la derecha imperial que pretende acabar con los gobiernos progresistas de América Latina, a través de la guerra económica y golpes de Estado parlamentarios con la utilización de la oligarquía de esos países, y por una guerra de los símbolos que varios intelectuales cubanos como Fernando Martínez Heredia, Graziella Pogolotti e Iroel Sánchez han revelado en su naturaleza.
Y digo que cada persona tiene derecho a pensar como considere, incluso a no tener una actitud revolucionaria ante la vida porque no está dispuesto a sacrificarse por sus semejantes y a participar en el cambio de la realidad en beneficio de los demás. Lo inadmisible son los comportamientos indecorosos y deshonestos que los colocan del lado contrario de su pueblo que sí ama y sigue a su Revolución. De lo contrario cómo se explica que millones de cubanos salieran a las calles en todas las ciudades del país de manera voluntaria el pasado Primero de mayo para respaldar la construcción del socialismo en Cuba, o que cientos de miles de personas participaran este domingo en el ejercicio Meteoro 2016 a lo largo de la geografía cubana.
La explicación a ese hecho está en que la Revolución se hizo para el pueblo. En sus históricas Palabras a los Intelectuales, en junio de 1961, Fidel diría:
“Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos: el pueblo y siempre diremos el pueblo. El pueblo en su sentido real, es decir, esa mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más cruel. Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y explotadas del pueblo. El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo, es ese: para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellas; para nosotros será noble, será bello y será útil, todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellas. Si no se piensa así, si no se piensa por el pueblo y para el pueblo, es decir, si no se piensa y no se actúa para esa gran masa explotada del pueblo, para esa gran masa a la que se desea redimir, entonces, sencillamente; no se tiene una actitud revolucionaria.”
Me pregunto, ¿ese es el prisma a través del cual los líderes de Cuba Posible conducen sus acciones? La respuesta es no. No se puede decir que tengan adeptos ni mucho menos en la población cubana, porque la gran mayoría de las personas que sondeé manifestaron desconocerlo; pero varios pronunciamientos de su directiva confirman la contestación a esa interrogante:
En entrevista para Global Voices:
“el ciberespacio ha ayudado mucho a crear sinergias positivas de entendimiento y despolarización en la sociedad cubana trasnacional. Si algo ha tipificado los últimos 10 años, es un corrimiento “al centro” en un conjunto importante de actores sociales y políticos, dentro y fuera de la Isla.”
En declaraciones a la agencia Reuters:
“Yo tengo una opinión personal a favor de una Cuba pluripartidista. Nuestro proyecto quiere facilitar esto y contribuir a la serenidad en el proceso.”
“Cuba Posible promoverá el “cambio transicional”
En entrevista al periódico berlinés TAZ:
“En Cuba no tenemos nada. Sobre todo los jóvenes no tienen ninguna motivación material para quedarse. No tienen posibilidad de trabajar en la construcción de la sociedad. No tienen ninguna posibilidad de cambiar nada. Se encuentra extraños en esta realidad donde viven y por eso escapan allí donde pueden ser más activos”.
“La experiencia de Europa del Este, donde los antiguos partidos de los diferentes gobiernos lo perdieron todo, ocasionó mucho miedo a los dirigentes del país. Pero ya están en camino de perder el poder. No entienden el país que ellos dirigen”.
“Desgraciadamente no hay nadie. Si todo continúa como hasta ahora, después de Raúl Castro, la tecnocracia irá ocupando el mando paulatinamente. Entonces sería la burocracia la que dirigiría el país pero sin criterio político, solo desde las perspectiva administrativa y financiera. Eso podría dar un poco más de libertad, pero seguirá destruyendo al país.”
Como se observa, los miembros de CP sin ningún tipo de tapujos se han enrolado en la política contra Cuba con los matices introducidos por la administración Obama: coqueteo con la gran prensa capitalista y medios anticubanos como Radio y TV Martí, con funcionarios del gobierno estadounidense y de centros de pensamiento donde se han diseñado múltiples planes para derrocar a la Revolución, con legisladores y académicos interesados en cambiar el régimen en Cuba. Es difícil que desconozcan que desde los medios donde han dado declaraciones se emiten cada semana casi 2 mil horas de información para tratar de influir, crear descontento, lanzar consignas contrarrevolucionarias y de conspiración contra la Revolución.
Los revolucionarios cubanos no podemos caer en la tentación de negarnos a nosotros mismos, sino reafirmar principios que para algunos – por cierto, son minoría – perdieron vigencia; pero que siguen presentes, en particular el antimperialismo. Nuestra meta seguirá siendo la construcción del socialismo. En ese propósito como dijera Fidel en su intervención en la jornada de clausura del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, el pueblo cubano vencerá.

Omar Pérez Salomón

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