domingo, 31 de enero de 2010

Un recuerdo sobre el Che.



Ante cada nuevo e importante acontecimiento llega a mi espíritu la nostalgia de no poder escuchar los comentarios del Che ni conocer las iniciativas que tendría sobre lo sucedido. Por eso hoy, con motivo del 8 de octubre, al evocar el treinta y tres aniversario de su ascenso definitivo a la inmortalidad, deseo compartir las siguientes reflexiones:
En la primera tesis sobre Feuerbach, Marx y Engels afirman:
"El defecto fundamental de todo el materialismo anterior —incluido el de Feuerbach— es que solo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo". (el subrayado es nuestro).
En El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Engels señaló que (...) "la civilización ha realizado cosas de las que distaba muchísimo de ser capaz la antigua sociedad gentilicia. Pero las ha llevado a cabo poniendo en movimiento los impulsos y pasiones más viles de los hombres y a costa de sus mejores disposiciones". (el subrayado es nuestro).
Resulta imprescindible tomar estas ideas como punto de partida para cualquier análisis científico y filosófico acerca del papel de lo subjetivo y por tanto de la formación del hombre nuevo que postuló el Che. Fue precisamente a esas "mejores disposiciones" a las que se refería el Che cuando insistió en los estímulos morales.
Lo que no tuvieron en cuenta quienes convirtieron en materialismo vulgar las ideas socialistas es que el hombre forma parte también de la naturaleza o, si se prefiere decir así, de la materia.
Fueron los que rechazaron los planteamientos del Che por subjetivos y acabaron desencadenando un proceso que destruyó dramáticamente al "socialismo" llamado paradójicamente "real". También fueron incapaces de comprender que el llamado "sistema bipolar" estaba condenado a muerte porque el desarrollo económico, científico y técnico de la humanidad conducía a superarlo bien desde la derecha o desde la izquierda.
El Che y la Revolución cubana trabajaban por superar la bipolaridad desde la izquierda, y como no se hizo desde ella, ocurrió de forma que sirvió a la reacción y nos ha conducido al hegemonismo unipolar caotizante. ¿Qué pensaría el Che de las nuevas situaciones creadas en el mundo de hoy? Siendo consecuente con su pensamiento es necesario situar la subjetividad en el más amplio plano de la cultura como lo está planteando el compañero Fidel.
Los problemas que el Che abordó en la década del 60, en relación con los aspectos subjetivos y morales, tienen que ver con lo que le faltaba al llamado socialismo real. No se trata aquí de hacer el análisis detallado, pero sí de subrayar, con la lectura de El socialismo y el hombre en Cuba y el conocimiento de las ideas esenciales de Guevara acerca de los factores subjetivos, confirmados por la experiencia histórica, que no es posible hacer una revolución socialista verdadera sin tener en cuenta los factores de la superestructura. La complejidad de este tema solo puede abordarse a partir de estudiar la cultura de cada pueblo y las ideas, de valer universal, de Carlos Marx.
Alguien me dijo una vez críticamente que yo consideraba que todo era cultura. Le respondí: ella está en todo y donde no se halla se encuentra la ignorancia, el camino de la barbarie y también, recordando a Luz y Caballero, la mediocridad carente de entusiasmo creativo.
Desde la perestroika se dijo, con intención de restarle importancia a la cultura, que en lo adelante Marx quedaría como una cuestión cultural. Yo pensé ¿y les parece poco? Por ahí precisamente empezó Marx. Para enfrentar concretamente el análisis de su importancia práctica es preciso estudiar los componentes más universales del hecho cultural en sí. Se refieren, entre otros, a los siguientes:
—al lenguaje, incluida desde luego la escritura;
—los sistemas éticos;
—los sistemas de derecho.
Ahí está el núcleo esencial inicial de la cultura. Las leyes descubiertas por Marx y Engels existen y se desarrollan a partir de estos tres factores, fuera de ellos tienen existencia real. Es metafísica hablar de leyes económicas sin tener en cuenta el lenguaje que se emplea, la ética que aspiramos aplicar y el sistema de derecho que pongamos en práctica. Las luchas ideológicas sin el estudio de estas tres formas esenciales de la conciencia social sería incompleta o inexistente. Desde luego, ellas actúan a partir del desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado en una sociedad dada y con el apoyo de las formas de hacer política y la práctica de la educación entendida esta última en su acepción más amplia.
No se entendió bien en la práctica socialista predominante en el siglo XX que las concepciones del Che concebían una relación dialéctica entre lo ético como sistema de normas de conducta social de un lado, y el análisis riguroso y científico de la realidad del otro.
La sustancia ética del Che y de lo mejor del pensamiento político latinoamericano equivale a luchar por un perfeccionamiento de la conducta humana y, a la vez, empeñarse por la liberación social. La síntesis de estos dos planos está en el trasfondo de lo más elaborado de nuestra cultura. De otra forma, llegaríamos al inmovilismo y a la negación de toda voluntad de transformación. Lo original del Che se halla en forjar un carácter capaz de combatir por un ideal de redención y de morir, si fuera necesario, en defensa de ese objetivo.
Si no podemos en nuestras vidas alcanzar esta aspiración, habrá otros que continúen con la antorcha encendida. Este es el sentido más trascendente de su expresión, cuando dijo: "En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, (...)".
De eso se trata, marchar por la vida contribuyendo, en la medida de nuestras fuerzas, a la redención universal del hombre. El Che fue de los que recorrió la vida brindando un ejemplo que ilumina el siglo XXI.

ARMANDO HART DAVALOS

7/10/2000

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