Ni siquiera en Miami, donde supuestamente opera, conocen mucho del Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami (MSI), su nombre completo.
Recientemente, el canal multinacional Telesur dio a conocer su existencia, presentándolo como un tanque pensante o think tank, como se dice en inglés. Lo cierto es que la institución ha sido diseñada para otorgarle un ropaje académico a la política agresiva que despliega el secretario de Estado, Marco Rubio, contra los países al sur del Río Bravo, con énfasis en Venezuela y Cuba, y allende los mares, la República Popular China o Rusia.
En el sistema político estadounidense es muy común la operatoria de los tanques pensantes. Se calcula que hay por lo menos 1 500, entre los que destacan los «especializados» en temas geopolíticos, de inteligencia o militares, razón por la que, la mayoría, tiene su sede en la capital federal.
Las estructuras del poder en ee. uu., incluido el Gobierno federal, recurren o se sirven de los estudios de los think tank, presentados como más serios, a veces apartidarios, y algunos presumen de mostrar la «verdad revelada», solo por detentar esa carrocería neutral y académica.
En el caso que nos ocupa, podría pensarse que el MSI es un think tank más, o de poca monta; ni siquiera está en Washington, por ejemplo.
Sin embargo, su peligrosidad, al menos por ahora, se deriva de que es un «invento» del secretario de Estado, Marco Rubio, para mostrar el lado supuestamente no partidario ni politizado de su cruzada contra los países mencionados.
Y claro, Rubio tiene suficiente poder para encumbrar al MSI, estableciendo una suerte de relación mutuamente ventajosa, como se aprecia fácilmente.
Algunos aspectos del MSI conducen a asociarlo directamente con el jefe de turno de la Cancillería estadounidense. Se presentó en público este mismo año; digamos que fue formalmente fundado cuando Rubio ya estaba en el Departamento de Estado.
Podría decirse que, una vez en su altísimo cargo, el flamante secretario para el exterior le dio la luz verde al MSI, sin que importara demasiado el cuándo fue concebida la idea.
Pero son los temas que tratan en el MSI los que mejor exponen su simbiosis con Rubio: narcotráfico, la influencia –amenaza le llaman– de China y Rusia en la región, el terrorismo –desde luego, no el que ee. uu. promueve y practica contra Cuba desde 1959–, y obvio, el de mayor interés de Trump: la inmigración.
Como se ve, no hay nada más parecido a este glosario temático que la agenda personal del secretario Rubio.
Para muestra un botón. El MSI realizó, recientemente, una «oportuna» publicación de un informe que sostiene que Venezuela estaría «muy vulnerable» ante una intervención militar estadounidense, previendo una expedita caída del «régimen» chavista. Este pronóstico –¿coincidentemente?– respalda el siniestro objetivo del canciller Rubio, no importa cómo lo vende.
El Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami está integrado por algunas figuras y expertos del «mundo académico»; por caso, el que aparece formalmente como fundador y director ejecutivo: el economista Rafael Marrero.
Participan, además, algunos que fueron militares, como el excomandante de marines, Jesús Romero –por cierto, íntimo amigo de Rubio–, o Alexis Torres, quien formó parte de la tristemente célebre 82 División, destinada a invadir allí donde los líderes estadounidenses necesitaran «restituir» el orden imperial.
Romero, el amigo del Secretario, presentó en mayo pasado un libro en el cual asegura, sin presentar ninguna evidencia, que Cuba está vinculada al tráfico de drogas, desde 1980. Habla de opacidad en la continuidad de ese vínculo, sin advertir que es esa, precisamente, una forma de admitir que no tiene ni una sola prueba, de que lo suyo es pura manipulación, ajena a cualquier investigación que se precie de científica.
Es fácil imaginar el revuelo artificial que se montó en Miami con este libro. De inmediato, organizaciones del clúster contrarrevolucionario local lo convirtieron en best seller, según trascendidos en ese microuniverso.
Más allá de su alcance, resulta una alerta, pues devela claramente que ahora, otra vez, se intentan reflotar viejas calumnias anticubanas asociadas al narcotráfico y que, en perspectiva, Rubio está trabajando por «el capítulo cubano», en esta falsa guerra contra el flagelo de los estupefacientes.
El MSI está dotado de su propia estructura editorial, la Bravo Zulu Publishers, dirigida por Lina Marrero, la esposa de Rafael Marrero. Tiene una salida comunicacional mediante la revista Overwatch, y también lo que denominan segmento mediático El misil de la verdad.
Este andamiaje, en particular el Bravo Zulu Publishers, presumiblemente sirve de mampara ante el fisco estadounidense, a fin de justificar o encubrir los orígenes de los fondos financieros que utiliza el MSI.
Como no podía ser de otra manera, el MSI mantiene alianzas con medios del sur de la Florida, cuyo público meta es el de habla hispana, como Diario Las Américas, que tienen una línea editorial francamente agresiva y sistemática contra Cuba y Venezuela, así como contra cualquier cosa cercana al progresismo en la región, sea México, el Presidente colombiano, o Brasil.
De tal modo, el MSI cumple las generales de la ley. Rubio les orienta sobre qué «investigar», ellos lo empapelan con lenguaje seudocientífico, presuntamente irrebatible, y con el paquete finamente terminado, intentan convencer al presidente Trump, o peor, a la opinión pública local e internacional; no importa lo peligroso o repudiable que sea la propuesta, como esta misma de la inminencia de un zarpazo bélico contra Venezuela.
Como Poncio Pilatos, el célebre personaje bíblico, Rubio se lava las manos, convirtiendo un asunto estrictamente político, ideológico y de torcido interés personal, en algo que aspira a ser fruto de investigaciones bien fundamentadas.
A propósito de Venezuela, mezclan el asunto migratorio con el narcotráfico y con cualquier otro mal, de los tantos que agobian a la sociedad estadounidense; pero esto es inherente al relato de la ultraderecha nacional, y del propio Trump en particular.
Por el entorno en que el MSI se mueve, es decir, Miami, es evidente que procura generar estados de opinión que favorezcan las ambiciones políticas de Rubio. No es descartable, incluso, que el día de mañana, el MSI esté en primera línea de asistencia si este sujeto desencadena alguna dinámica aspiracionista a la Presidencia del país. Otros potenciales interesados, como el vicepresidente Vance, deberían prestar un poco de atención al susodicho Instituto.
En cuanto a Cuba, aunque es un tema que merece su propia exposición, bien sabido es el empeño con que la Revolución Cubana, sus autoridades, se enfrentan al narcotráfico; no por contentar a ee. uu., sino por lo dañino que es para la sociedad. Aunque aquí sabemos bien que es este, precisamente, uno de los más viejos pretextos que ha buscado el enemigo para agredir a la Mayor de las Antillas.
Vienen al caso las opiniones emitidas recientemente por el vicecanciller cubano, Carlos Fernández de Cossío, quien calificó de «activistas políticos» a «investigadores neutrales», como el tal Romero, el amigo de Rubio.
Añadió que este tipo de acusaciones «responden al propósito macabro de usar y abusar de la mentira, con el fin de fabricar pretextos para acciones agresivas contra Cuba».
Algo está pasando en el imperio y hasta generan suspicacia la impericia y lo predecible que resulta su comportamiento, tal como lo demuestra la existencia y los propósitos del MSI; pero la denuncia oportuna y viril es insustituible, con independencia de la mediocridad de un enemigo que sigue siendo muy peligroso y despiadado.
A los expertos del MSI, cuando redacten sus valoraciones, conviene recordarles lo que escribió José Martí, como si fuera para hoy, en el contexto del despliegue aeronaval enviado por Rubio: «No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados».
Francisco Delgado Rodríguez | internet@granma.cu
2 de octubre de 2025 23:10:45
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