El bloqueo militar, con un despliegue nunca visto en el mar Caribe, por parte de la Armada estadounidense y el Comando Sur se ha reforzado mediante la habilitación a la CIA, a mediados de esta semana, para la realización de “operaciones especiales” en territorio venezolano. La prensa acreditada en la Casa Blanca le consultó al presidente Donald Trump si esto incluía acciones contra la persona de Nicolás Maduro. La respuesta fue contundente: “Sería muy estúpido de mi parte responder eso”.
Al justificar esta decisión, Trump hizo alusión al control total que se mantiene en las costas venezolanas. Ha instaurado un bloqueo de hecho. En las últimas horas, un improvisado submarino fue alcanzado por las fuerzas norteamericanas, dejando como saldo dos muertos. El Comando Sur resolvió identificar a los dos sobrevivientes del ataque y deportarlos a sus respectivos países, Colombia y Ecuador. Este ataque es el sexto en menos de un mes. El saldo total de asesinados por la flota norteamericana asciende a 31 personas. Al mismo tiempo que el imperialismo ha reforzado su presencia militar en el Caribe, aumenta las presiones sobre Maduro para que entregue el poder “o pague las consecuencias”.
La presión militar, incluida la amenaza de intervención sobre el territorio, ha puesto de manifiesto una línea de abandono completo de toda negociación con el régimen, luego de varios pactos sotto voce alcanzados en el pasado reciente. El propio magnate estadounidense dejó caer que “Maduro nos ha ofrecido de todo porque no quiere joder con Estados Unidos”. Según pública el Financial Times, en su edición del sábado 18 de octubre, el imperialismo ha rechazado la alternativa de un “madurismo sin Maduro” y reclama su extirpación completa.
De todos modos, la cuestión de Venezuela ha creado fuertes tensiones internas en Whashington, tanto en el gabinete como en las Fuerzas Armadas. Alvin Holsey, almirante y máxima autoridad del Comando Sur, abandonó su cargo apenas a nueve meses de haber asumido. Holsey ha manifestado su disconformidad con la táctica seguida en el mar Caribe, a pesar de los elogios que le prodigó el secretario de Guerra Pete Hegseth. Su salida, de todos modos, ha servido para despejar el camino al curso de acción adoptado por Trump. Otro de los desplazados ha sido un hombre de íntima confianza de Trump, Richard Grenell, quien había tomado a su cargo las relaciones directas con Maduro, que incluyó una visita al palacio de Miraflores a comienzos de este año. El quiebre de las relaciones diplomáticas fue confirmado por el propio Trump.
El imperialismo estadounidense ha decidido jugarse entero a un cambio de régimen en Venezuela. Los gobiernos latinoamericanos, que tienden sus propias negociaciones con Trump, se han apartado de cualquier apoyo a Maduro.
Hace tan sólo algunos días atrás, tres bombarderos B-52 fueron vistos sobrevolando las costas venezolanas con sus balizas de reconocimiento activas. También se observaron helicópteros Black Hawk equipados con armamento de punta.
El gobierno venezolano sabe que no podría responder a una acción militar, lo que ocasionaría su derrumbe político. La movilización de milicianos es menos que escasa y los ejercicios militares no han hecho otra cosa que poner de manifiesto la falta de materiales militares, su inutilidad u obsolescencia. El stock de repuestos con el que cuentan las fuerzas armadas venezolanas es casi nulo. El embargo económico ha golpeado fuertemente a todo el entramado y el tejido social y económico, incluidos los militares.
Otras posturas alientan un menor despliegue y proponen un ataque focalizado a los principales jerarcas militares y políticos de Venezuela, vinculados, según Trump y sin ofrecer pruebas, al narcotráfico y el terrorismo.
De todos modos, no es el aspecto militar el más debatido, sino cómo lograr una transición que otorgue gobernabilidad y evite los fallidos ocurridos en Irak o Libia, donde se desataron guerras civiles sangrientas. La oposición venezolana, encabezada por María Corina Machado -galardonada con el Nobel de la Paz- exige ser ungida presidenta mediante un golpe militar. Sus convocatorias a las fuerzas armadas, sistemáticas, incluyen promesas de indultos a mandos intermedios y superiores que avalen el cambio de gobierno.
Venezuela se ha convertido en la puerta de entrada de la guerra imperialista en toda su magnitud al territorio latinoamericano. En la mira del imperialismo también están Nicaragua y, naturalmente, Cuba. La confrontación con China y, en menor medida, Rusia, por los recursos naturales y estratégicos del continente unifica el escenario bélico mundial y convierte a América Latina en el cuarto frente de la guerra imperialista.
Los "planes de paz" que Trump proclama son la marca del bonapartismo, con la novedad histórica de su pretensión de alcance mundial. La agresión contra Venezuela es una agresión a la clase obrera y los explotados de todo el mundo.
La lucha contra el imperialismo yanqui ha vuelto a ser la gran consigna de toda América Latina.
Joaquín Antúnez
20/10/2025
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