Msuya, una médica bióloga, hizo hincapié en los ataques de Israel contra hospitales y refugios y en que impide el trabajo de los socorristas que deberían sacar a los heridos y a quienes está apresados bajo los escombros. En este momento no queda ningún hospital en funcionamiento en el Norte de Gaza, sometida a un asedio feroz durante todo octubre.
“Israel atacó los hospitales y detuvo a cientos de médicos, enfermeros y trabajadores de la salud. Vaciaron los refugios y les prendieron fuego. Impidieron que los socorristas rescataran a personas que estaban debajo los escombros. Separaron las familias y se han llevado a los hombres y los niños, en camiones; a todos los obligaron a desnudarse”, apuntó.
Las declaraciones de la funcionaria se produjeron mientras las tropas israelíes culminaban un ataque mortífero contra el hospital Kamal Adwan, en Beit Lahia, que atendía al 70% de los palestinos que permanecen en una zona de la que el ejército no les permite desplazarse y a donde está prohibido ingresar alimentos, medicación o agua.
El ejército de Israel (IDF) rodeó el hospital días antes y abrió fuego el jueves y el viernes, cuando había 600 personas en el hospital, entre ellos médicos, pacientes y acompañantes. “Dos niños murieron en la UCI cuando se pararon los generadores. Tres ambulancias y vehículos de transporte quedaron destruidos, así como el panel de energía solar. Las fuerzas de ocupación están registrando el hospital y disparando dentro de varios departamentos, aumentando el estado de pánico y ansiedad. En lugar de recibir ayuda, estamos recibiendo tanques”, informó desesperado el director del hospital, Hussam Abu Safiya, que también fue luego detenido. Uno de sus hijos había sido asesinado durante el operativo.
Después de que la ocupación secuestró a todo el personal médico en el hospital Kamal Adwan, solo queda allí un pediatra. Un comunicado del Ministerio de Salud urgió “a todos los que tengan habilidades quirúrgicas a unirse al Hospital Kamal Adwan para salvar lo que se pueda salvar de los heridos y los pacientes”.
Por su parte, el director de los hospitales de campaña, Marwan Al-Hams, dijo que soldados israelíes también destruyeron medicamentos al marcharse, “impidiéndonos salvar a los heridos”. “Es una situación catastrófica, ya que los pacientes y los heridos quedan en el suelo sin ningún tipo de atención médica”, declaró Al Jazeera. “Nos enfrentamos a graves peligros, y aquí estoy una vez más enviando un SOS al mundo entero. Rogamos a Dios todopoderoso que nuestra difícil situación llegue a su fin y cesen las masacres israelíes”.
“Toda la población del norte de la Franja se encuentra ahora sin ningún servicio médico después de que todos los hospitales han sido destruidos y obligados a dejar de funcionar”, continuó.
Un día antes, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk calificó los ataques del viernes como el “momento más oscuro” de la guerra. “Las políticas y prácticas del Gobierno israelí en el norte de Gaza corren el riesgo de vaciar la zona de todos los palestinos”, dijo Türk. “Estamos ante lo que podría equivaler a crímenes atroces, crímenes contra la humanidad”.
Sin embargo, este martes, el ejército israelí volvió a bombardear, “como si fuesen espejos”, con intensos ataques en el norte de la Franja palestina y en el valle de la Beka en el Líbano, que han dejado imágenes desgarradoras y más de 150 muertos. En las últimas horas, la aviación israelí bombardeó un edificio de cinco pisos en la zona de Beit Lahia y mató otros 65 palestinos, según informes preliminares. Asimismo, decenas de civiles resultaron heridos y numerosas personas están desaparecidas bajo los escombros del inmueble bombardeado. El edificio atacado albergaba más de 100 desplazados provenientes de las zonas de Jabalia y Tel Al-Zaatar.
Simultáneamente, el Parlamento de Israel (Kneset) ha aprobado con 92 votos a favor y 10 en contra dos leyes que prohíben en el país las actividades de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA, según sus siglas en inglés) a la que el Gobierno acusa de “terrorismo” y de ser aliada de Hamás. Algunos centenares de israelíes rodearon la Knéset protestando por las leyes.
La prohibición es extensiva a Gaza, Cisjordania y Jerusalén. Por lo menos 220 empleados de la agencia han sido asesinados durante la operación militar israelí en Gaza. El segundo proyecto de ley rompe todos los lazos entre los empleados del gobierno y la UNRWA y despoja a su personal de sus inmunidades legales.
Se trata de una medida sin precedentes en forma de “castigo colectivo” contra los palestinos, además de ir contra la Carta de las Naciones Unidas y violar las obligaciones de Israel en virtud del derecho internacional, según un comunicado del jefe de la agencia, Philippe Lazzarini. “Este es el último paso de una campaña en curso para desacreditar a la UNRWA y deslegitimar su papel en la prestación de asistencia y servicios a nivel humanitario a los refugiados palestinos. Pero no van a conseguir acabar con la condición de refugiados, aclara, que depende de la Asamblea General de la ONU”, agregó. La UNRWA gestiona 96 escuelas y 47 centros de salud en Cisjordania.
La población de Gaza, de unos 2,3 millones de habitantes, depende casi por completo de la ayuda para sobrevivir. Alrededor del 90% de la población ha sido desplazada. Cientos de miles viven en tiendas de campaña y escuelas convertidas en refugios, la mayoría gestionados por la UNRWA. Los expertos afirman que el hambre es galopante. La invasión de Israel en Gaza ha matado a más de 43.000 palestinos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza; se calcular que la cifra real podría superar las 200.000 personas.
Olga Cristóbal
29/10/2024
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