lunes, 6 de diciembre de 2021

Qatar 2022, un Mundial manchado por las muertes obreras y la corrupción


Gustavo Montenegro A menos de un año de la copa, los negociados y la superexplotación. 

 En poco menos de un año, el 21 de noviembre próximo, echará a rodar el balón en el partido inaugural del mundial de Qatar. Algunos medios ya han radicado allí sus corresponsales, que empiezan a recorrer los estadios. Las eliminatorias van llegando a su fin y definen las 32 selecciones que competirán por el título, de las cuales ya hay clasificadas más de una decena, entre ellas la argentina.
 Para la realización de la competición, la corona qatarí emprendió la construcción de ocho estadios, seis de los cuales ya están terminados. En siete de ellos, habrá un sistema de refrigeración para estacionar la temperatura a 22 grados y salvar a los aficionados del sofocante clima del emirato. Todas las sedes se encuentran en la ciudad de Doha y sus alrededores y están conectadas por el subterráneo, por lo que los organizadores celebran que se podrá presenciar más de un partido por jornada. Para amenizar la estadía del millón y medio de turistas que se esperan, el gobierno les permitirá el consumo de alcohol en ciertas áreas, pese a la prohibición que pesa por motivos religiosos para los nativos. Esta masa de turistas plantea uno de los mayores interrogantes de la copa: ¿dónde se hospedarán? Equivalen a la mitad de la población local. Las autoridades recelan de la construcción de un tropel de hoteles que después queden vacíos (en Sudáfrica han sido abandonados incluso costosos estadios, tras el mundial de 2010, ante la falta de mantenimiento). Se evalúan “zonas de aficionados” en el desierto y hoteles flotantes en el puerto. Ya hay contratos establecidos con compañías de cruceros para ese fin. Toda la organización tiene estos tintes faraónicos y excéntricos.
 Pero ninguno de estos preparativos ha podido disipar las sospechas y escándalos que rondan la realización del mundial. En una reciente conferencia de prensa, Nasser Al-Khater, el CEO de la copa, intentó desmentir las denuncias sobre la superexplotación y muertes laborales de obreros en la construcción de los estadios, restringiendo esa cifra a apenas tres casos. 
 Sin embargo, son varias las organizaciones que señalan que son más de 6.500 los trabajadores muertos. La labor extenuante de migrantes de otros países asiáticos, con jornadas de entre 16 y 18 horas diarias, siete días por semana, bajo temperaturas de hasta 50 grados (para los obreros no vale el sistema de refrigeración), ha conducido a ese número luctuoso. 
 En Qatar hay 2 millones de trabajadores migrantes que conforman el 95% de la fuerza laboral. El 40% se desempeña en el sector de la construcción. Rige un sistema llamado “Kafala”, que exige a los obreros semicalificados que ingresen al país bajo un patrocinador, que suele ser la patronal. Esto genera una situación de dependencia extrema que obliga a los empleados a aceptar condiciones infernales de trabajo. Además, viven hacinados y sin condiciones adecuadas de higiene. Esta explotación descomunal está en la base del negocio del mundial 2022 y es debidamente ignorada por los sponsors internacionales. 

 Disputas

 Sobre el mundial se ciernen también las sospechas de corrupción. La prensa europea afirma que Mohammed bin Hamman, jefe de la federación de fútbol qatarí, pagó cerca de cuatro millones de dólares en sobornos a 30 integrantes de la Fifa para que eligieran como sede al país de Medio Oriente.
 En 2013, a su vez, la prensa francesa denunció un pacto secreto entre el emir de Qatar, Tamin bin Hamad al-Thani, con el presidente de la Uefa, el astro Michel Platini, y el entonces presidente galo Nicolás Sarkozy, en que estos se subían al carro de Qatar 2022 a cambio -entre otros puntos- de la compra del Paris Saint Germain (el club cuya camiseta visten hoy en día Messi, Neymar y Mbappé) para salvarlo de la quiebra. Unos años más tarde, la prensa australiana informaba de dos suntuosos pagos de la cadena qatarí Al Jazeera por los derechos de televisación de los mundiales 2018 y 2022, que podían esconder coimas. 
 ¿Por qué estallaron estas revelaciones? Una de las razones es que la elección de Qatar perjudicó a Estados Unidos, que aspiraba también a ser el organizador. Al igual que el país del Golfo, la nación de las barras y estrellas tiene escasa tradición y pergaminos futbolísticos; pero del mismo modo que aquel, viene desembolsando mucho dinero para posicionarse como un jugador de peso en el negocio de la pelota. 
 Tras quedar relegado en la elección del mundial 2022 en la Fifa (por 22 votos a 14), Washington se tomó revancha: en 2015, estalló el “Fifagate”, que puso de relieve un esquema de sobornos, lavado de dinero y fraude en el manejo de los derechos televisivos de varias competencias, con más de 40 acusados (algunos de ellos argentinos). Algunas de esas operaciones se habían hecho vía bancos norteamericanos, lo que fue usado como argumento por el FBI para intervenir. En diciembre de 2015, el entonces presidente de la Fifa, Joseph Blatter, debió renunciar a su cargo. Y Estados Unidos consiguió en 2018 que le asignaran, junto a México y Canadá, la organización de la copa de 2026. 
 El evento más importante del fútbol mundial está regenteado por camarillas mafiosas, poderosos grupos económicos y grandes potencias. La organización de los hinchas en todo el mundo tiene que salvar al deporte más popular de este latrocinio.

 Gustavo Montenegro

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