sábado, 10 de febrero de 2018

Un conflicto que era evitable

Cuba produce, consume y exporta sustanciales cantidades de puros habanos y ron, productos que disfrutan de mucho prestigio y demanda en el mercado internacional.
Es algo contrastante que una nación que según organismos especializados de Naciones Unidas aporta fuertemente a la prevención y curación de dolencias con la asistencia médica que prestan sus científicos en muchos países, sea así mismo un importante proveedor de productos nocivos a la salud en el mercado internacional, como el alcohol y el tabaco
Pero lo cierto es que, cuando los habitantes de las islas que componen el archipiélago cubano consiguieron tras cruenta lucha de liberación adueñarse de las riendas de su destino, sus humildes y explotados agricultores y obreros habían logrado desarrollar con sudor y lágrimas por la extenuante explotación capitalista, técnicas de cultivo, procedimientos artesanales y técnicas manufactureras que, aprovechando condiciones climáticas y agrícolas específicas de las diversas áreas del archipiélago cubano, habían situado a Cuba a la cabeza del mundo en estas producciones de las que hoy se enorgullece.
La independencia de Cuba se tuvo que lograr en la década de los años 50 del pasado siglo por medio de la lucha armada librada por una vanguardia rebelde al costo de miles de muertes, porque le habían sido siempre vedados los caminos democráticos.
Pero cuando la revolución popular obtuvo la victoria y el pueblo se hizo dueño de los destinos del país, el nuevo gobierno se vio obligado a limitar el alcance de sus objetivos de bienestar social por la necesidad de defenderse de la acción contrarrevolucionaria de la oligarquía, ya desplazada del gobierno pero respaldada por la superpotencia estadounidense que desde la proclamación de la independencia de Cuba del poder colonial español ejerció el papel hegemónico que antes tenía España.
No todas las grandes compañías que fueron nacionalizadas por la revolución reaccionaron de la misma manera. Prácticamente la totalidad de las empresas extranjeras no estadounidense, aceptaron la vía de la negociación y resolvieron de manera sensata el asunto, sin mayor conflicto. Varias de ellas, al paso de los años han vuelto a tener inversiones en Cuba, incluso a niveles muy superiores.
Por más de sesenta años, a las compañías estadounidenses nacionalizadas en Cuba no les fue permitido por las leyes del bloqueo a Cuba (eufemísticamente llamado “embargo”) sentarse a discutir normalmente temas de compensación.
Todo debía hacerse de manera organizada y las afectaciones inevitables debían tratarse de manera cuidadosa para minimizar los efectos violentos, aspirando siempre a la comprensión y tolerancia.
En el caso de Bacardí, los antiguos propietarios de la firma optaron por hacer una guerra jurídica contra Cuba y poco después del triunfo de la revolución acreditaron la compañía Bacardí en Bermudas y libraron una confrontación legal en la Corte internacional de La Haya por la posesión de la firma. Lograron mantener el derecho al nombre Bacardí y al murciélago como su símbolo, aunque les fue denegado el derecho de identificar a la firma como cubana o acreditar el origen del ron en La Habana.
En 1999, gracias a sus vínculos políticos y al bloqueo, Bacardí logró que el Congreso estadounidense aprobara una disposición que le permitió apoderarse de la marca Havana Club en el territorio de Estados Unidos. La Organización Mundial del Comercio condenó la acción pero le permitió a Bacardí comercializar en el interior de Estados Unido un falso ron Havana Club fabricado en Puerto Rico.
Mediante extraños manejos jurídicos, Bacardí supuestamente adquirió de un industrial nombrado José Arechabala, la propiedad de una pequeña fábrica de un ron llamado Havana Club, que había sido de su propiedad desde 1934 hasta su nacionalización en 1960. En verdad esos derechos eran inexistentes dado que pertenecían al Estado cubano.
Pese al bloqueo, Cuba renovó regularmente la marca Havana Club en la Oficina de Patentes de EEUU desde 1976, se lo adjudicó al ron que antes se nombró Bacardí y ha continuado produciéndolo con total respaldo legal internacional. Obviamente, a causa del bloqueo estadounidense, la firma Havana Club no pudo ser registrada en todos los países del mundo excepto Estados Unidos.
Desde 1994, la producción del Havana Club y su distribución mundial, exceptuando Estados Unidos, se ha venido haciendo por una empresa conjunta de la francesa Pernod Ricard y la cubana Ron Cuba, en defensa del intenso acoso del bloqueo contra la Isla.
En poco tiempo, el Ron Havana Club ha captado la preferencia de los tomadores de ron de todo el mundo que, por motivos de calidad, dejaron de consumir Bacardí (fabricado en Puerto Rico) ya que los degustadores estadounidenses del mejor ron del mundo no se conforman con la falsificación que es hoy Bacardí.

Manuel E. Yepe

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