domingo, 1 de junio de 2014

Lo que sin dudas es y lo que sin dudas no es Leonardo Padura


La primera lisonja partió de Padura, quien dijo de Ambrosio Fornet que era “el mejor lector de la literatura cubana”.
¿Qué quiere decir eso? ¿Que lee de forma “corrida”, sin “trabarse”, “de carretilla”, como celebran los maestros de primaria?
Da igual, porque aún cuando sepamos qué es “mejor”, queda todavía otra ignorancia: ¿Qué es “leer”?
Ahora mismo los panameños acaban de contratar a Mario Alberto Kempes para las transmisiones del Mundial de Fútbol Brasil 2014; no solo porque “ escribió páginas inolvidables en el Mundial de 1978”, sino “porque Kempes lee los juegos tan bien como Valdano”.
No obstante las indefiniciones, Fornet le correspondió… Y mientras los elogios a Padura quedaban por debajo de su nivel real, y también cuando coincidieron justo con su altura, Fornet siguió surtiendo adjetivos favorables a su amigo.
Pero cuando el periodismo cultural empezó a exagerar sobre la calidad literaria del hispanocubano, entonces, Ambrosio, debió decidir que no iba a participar en la farsa.
Porque no apostaba sin más el título de “El Lukács cubano” que le adjudicó un teórico norteamericano de la costa este.
Decente que es, Fornet no lo dijo en la peña del Ambia ni en los cenáculos del Ministerio de Cultura; esperó un momento propicio, como fue una invitación a Santa Clara y justamente allí, sin demasiada discusión, dijo lo que sin dudas sí es Padura: “es el autor más popular en Cuba”.
La periodista Daniela Hernández Rojas, que estaba en el lugar, grabó literalmente el descabello de Fornet: “del único que se pueden vender miles de ejemplares”.
Eso “son tú” Padura: “popular” y “autor”.
Terrible Fornet: no alcanzó a decirle “escritor” sino “autor”. O sea: Alguien cuyo nombre aparece legítimamente en el cabezal de un documento. Una cuestión más jurídica que artística. Cosa de notarios sin turnos de oficio.
Ya sabemos lo que es. Ahora corresponde precisar lo que sin dudas no es Padura. Y esto es más fácil.
El atributo menos sostenible de todos los que ha manejado el marketing de Padura, es el de “sacerdote de la literatura” o el de “la literatura como sacerdocio”.
Una persona que no baja de un avión para montarse en otro; que no sale de cocteles y jurados; que tiene ahorita más premios que… que aparece dando entrevistas en cuanto blog, web y sitio online existe; que lo mismo aflora en Cubadebate, Granma, Clarín, La Nación que en Ria Novosti, poco tiene que ver con la sencilla artesanía que supone el oficio (misterioso) de Sacerdote.

Emilio Ichikawa

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