martes, 25 de diciembre de 2012

Las Pascuas Sangrientas, un crimen horrendo



Cada diciembre se recuerda un crimen horrendo perpetrado por la tiranía de Fulgencio Batista en diciembre de 1956, en territorio de las actuales provincias de Las Tunas y Holguín, hecho que la historia registra como las Pascuas Sangrientas.
En represalia por dos hechos relevantes contra el régimen de turno, el levantamiento del 30 de noviembre de ese año en Santiago de Cuba, organizado por Frank País en apoyo al desembarco del yate Granma, y la llegada a las costas cubanas de esa embarcación el dos de diciembre, con Fidel Castro al frente de los expedicionarios, la tiranía se propuso asestar un duro golpe al movimiento revolucionario.
Fue así como se organizó el plan denominado Regalo de Navidad, cuyo principal ejecutor sería el sanguinario Coronel Fermín Cowley Gallego, jefe del Regimiento Militar Número Siete de Holguín, responsable de la masacre que arrancó la vida a 23 valientes jóvenes entre los días del 23 al 26 de ese fatídico diciembre.
En su mayoría se trataba de dirigentes y militantes del Movimiento 26 de Julio y el Partido Socialista Popular, pues la intención era descabezar las fuerzas opositoras al régimen tiránico, y amedrentar a los simpatizantes con los expedicionarios que procedentes de México habían venido a luchar por la libertad de Cuba.
Rafael Orejón Forment, a la sazón jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en Nicaro, fue el primer asesinado cuando los sicarios lo balearon mortalmente el día 23, y luego durante los días 24, 25 y 26 consumaron la matanza de otros 22 revolucionarios, cuyos cadáveres aparecieron dispersos en el norte de la antigua provincia de Oriente.
El saldo criminal segó las vidas de Rafael Orejón Forment, Pedro Díaz Coello, Jesús Feliú Leyva, Loynaz Hechavarría Cordovés, Armando Guzmán Guides, William Aguilera Ochoa, José Marcial Pérez Cruz, Héctor Infante Pérez, Thelmo Esperance Levielle y Alejo Tomás López.
Completan la relación de las víctimas Enrique Casals Villarreal, Antonio Concepción Perodín, Manuel Aquiles Espinosa, Isaac Hernández Oliver, Gilberto González Rojas, Pelayo Cusidó Torres, Ángel Valerio Consuegra, Luis Sera Moreno, José Mendoza García, Silverio Núñez Hernández, Enrique Morgan Nicolaus, Ramón Téllez Peña y Luis Peña Martínez.
Ciertamente el vil asesinato de esos valientes significó un duro golpe para el movimiento revolucionario, pero logró reponerse y apenas transcurridos unos meses, en mayo de 1957, jóvenes seguidores de los ideales de los caídos se incorporaron al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, donde flameaba la llama de la libertad con la guerra de guerrillas en ese macizo montañoso de la antigua provincia de Oriente.
El triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959, traería para Cuba su ansiada libertad, y significó el mejor homenaje a los mártires de las Pascuas Sangrientas, aquel alevoso crimen que inscribió el nombre de los caídos en el martirologio de la Patria.

Roberto Ortiz del Toro

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