domingo, 1 de febrero de 2009

Mi México lindo y querido



"La civilización en México no decae, sino que empieza!”
José Martí

Todos mis dorados otoños daría por haber participado en aquella misa del padre Hidalgo el 16 de Septiembre de 1810. Nuca se tuvo más fe en Dios que en aquel día. Aquel sacerdote brillante y culto, no fue una excepción de la regla: El talento, la virtud y el compromiso se dieron la mano para saber querer más que ningún otro hombre a México y a la Revolución. Estas dos palabras no debieron jamás separarse (México y Revolución) Sí, porque es imposible que la independencia de un pueblo se gane sin dosis elevada de revolución.
El siglo de las luces cayó en mis tierras americanas como música para la libertad. Hidalgo ya era bastante viejo para la lucha, pero ¿quién dice que para amar y construir se es demasiado viejo jamás? Con Allende y Abasolo y un grupo de jóvenes valientes decidió que la Patria Mexicana tiene demasiado empeño para no ser libre. Que ya en Francia se habían librado del Rey y de su cabeza y México era de los mexicanos y no de España, que fue incapaz de liberarse de su propio rey. Así nació aquella mañanita de septiembre el camino de la revolución en el México irredento .
Si existe un país autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes, México está a punto de estallar.
Empezó desde el inicio a dar batalla en la misma conquista. Al llegar Cortés se encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los soldados españoles.
El grito de Dolores le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía entupida y sórdida, sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de sus mujeres.
La historia de México es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez la sigue necesitando para siempre.
En México el color es protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del lenguaje musical y de sus albures. Tengo la premonición que no logro explicar bien, que cuando México despierte vamos a despertar todos. México es la Frontera de Nuestra América con los Estados Unidos, frontera que el gobierno norteamericano establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de robar más de la mitad de su territorio deberían los Estados Unidos ser más tolerantes con esa nación que levanta con sus manos y su sudor el País del Norte.
¡José Martí no se cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre frases gloriosas y sentidas que “ya los mexicanos sabrían amar cuando los europeos se desplomaban en las guerras” y “que ya hablaban de la Vía Láctea como del camino al espíritu” y “ya decían que a diferencia de lo que dijeron los hebreos, hombre y mujer nacieron juntos y no uno del barro y la otra de un hueso”. “El doblegamiento de la América prehispánica fue robarle una página al Universo”, sentenció
Y entonces, ahora ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate? No, esta vez no está en Los Pinos Está en el alma de mestizos y en el rebozo sus mujeres. Porque México es un país de revolución. Pertenece a la elite de pueblos revolucionarios. Con Francia, Haití, Cuba Estados Unidos y otros pocos más. El actual gobierno mexicano le está extirpando el aire a México con un servilismo a los yankees que ofende los recuerdos sagrados de Don Benito y Don Lázaro que no se contuvieron hasta devolver los tesoros a sus dueños auténticos.
Los últimos incidentes con Cuba, la ruptura de relaciones diplomáticas fue protagonizada por cualquier otro, pero nunca por un auténtico mexicano. Fox podrá andar a caballo en su rancho millonario, podrá ponerse sombrero de ala ancha o podrá beber el inconfundible tequila, pero nunca será un mexicano. México no toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró a los dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo gubernamental. ¡Esperad que los volcanes hablen! . Una sola chispa de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario Zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre.
Refiriéndose a los apuntes que un pintor norteamericano hiciese en un viaje por México subrayó el Apóstol cubano: “No se paró a ver lo que México ha vencido ni a medir el esfuerzo por los obstáculos que se le ponían, ni a calcular lo que va a vencer con el empuje acumulado. No vio el trabajo titánico de sus hombres nuevos para sacar los brazos con la libertad en salvo, por encima de las torres de las iglesias; ni la fatiga heroica de la generación liberal que lleva a cuestas el país resucitado, sin detenerse más que para apartar de sí las manos que se asen desde la sombra a la chaqueta de cuero”
Desde siempre, los del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que elevará su vuelo para la resurrección de América.
Como cubana revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor amigo de José Martí, al cual le confió sus documentos invaluables. México dio espacio para la brillante carrera política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese país con fervor total y donde escribió sus más hermosos trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo internacional dijo “Muero por la revolución”. México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma sólo podía salir de México. Y además en México he amado como no creo que lo vuelva a hacer.
Los últimos acontecimientos, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el dolor de las actitudes del que por horror a la corrupción de sus partidos, sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial. Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo comienza a exigir altura de pecho a sus gobernantes. Y por ahí anda su alcalde que puede convertirse en un verdadero líder de América o en su defecto, el peor de los hombres. Su valentía, su compromiso y decoro decidirán a última instancia si merece o no participar con México en su porvenir.
Pero México renovará. Por más telenovelas de niñas ricas engomadas o comerciales banales, no podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor. Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible.
Esa leyenda de México no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más, gritar el 15, el 16 el 17 y todos los días. El grito del padre Hidalgo fue el grito del pueblo del bellísimo Guanajuato. ¡Fue nuestro grito! Y desde ahora en adelante México girará a la izquierda para no enderezarse jamás. Y que Moctezuma, Hidalgo, Don Benito, Madero, Zapata, Villa, los cadetes de Chapultepec, Don Lázaro, los invencibles estudiantes del 68 y tantos y tantos que no nos alcanzan las palabras, empiecen a gritar desde sus siglos y sus tumbas. América gritará junto a ellos.
Y la ¿revolución mundial? La revolución le debe a México su propia supervivencia. La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo recuperó la vergüenza que parecía se perdía en México, sino que le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran revolucionario ruso.
Si algún día salimos de la estupidez de los sectarismos y la atomización de nuestros partidos, propondría que allí en México, en el pintoresco Coyoacán, se hiciera el primer consenso de los comunistas del mundo, para el cual hemos tardado mucho en reaccionar. Allí donde único no dejó de ondear esa bandera roja que cargan mis hermanos mexicanos cada 2 de Octubre.. En México comenzará pues la revolución.
Los revolucionarios mexicanos tienen ante sí una gran responsabilidad. Hay que fundirse con el pueblo y gritar con él sus consignas, ya que allí encontraremos la verdad que nos ha ido faltando en los últimas décadas.
El premio Internacional Benito Juárez se le otorgó al líder venezolano Hugo Chávez por “haber sido ratificado en su cargo por su pueblo varias veces y por sus programas de acciones revolucionarias en el campo de la educación , la cultura , la educación, salud y vivienda. Y por haber recuperado los bienes de su pueblo” En unos años deberíamos tener a un mexicano con este premio internacional.
Nos dice Martí:
“La han levantado de sobre un cesto de hidras, con brazos que esplenderán en el futuro como columnas de luz, un puñado de hombres gloriosos...” (...) “ ¿Qué civilización heredó México, cuando ya tenía el brío necesario para declararse libre?”
“¡Más ha hecho México en subir donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron!”
Así será Y cuando esto ocurra volverán a llenarse los campos y cerros mexicanos de sus hombres y mujeres Y será el inicio de la gran revolución que tantos esperamos.
En ese momento compañeros, no duden de que estaré a vuestro lado alzando vuestra bandera que será la bandera del mundo como el más feroz de los guerreros o incluso como la más ardiente soldadera.
¡Viva la independencia revolucionaria del México lindo y querido que todos los americanos estamos necesitando!

Celia Hart
Rebelión

21-09-2004

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