lunes, 21 de julio de 2025

La OTAN emplaza a Rusia


Trump no ha renunciado a un pacto con Putin para descuartizar a Ucrania. 

 Tras anunciar una oleada de suministros de armas a Ucrania, Trump disparó un ultimátum a Rusia. Si en 50 días no arriba a un acuerdo de paz establecerá aranceles del 100 %. Sin dar más detalles, afirmó que se implementarían en forma de "aranceles secundarios". “El presidente estadounidense ha utilizado este término anteriormente para describir los aranceles impuestos a países por comerciar con adversarios” (Bloomberg). China e India compran el petróleo ruso. Reseña Reuters que un Putín “impasible” probablemente responda a la amenaza con demandas territoriales ampliadas, “a medida que las fuerzas rusas avanzan, dijeron tres fuentes cercanas al Kremlin” (15/7). 
 Las condiciones de Putín para la paz establecen el compromiso legal de que la OTAN no se expandirá hacia el este. Según la agencia de noticias estatal ucraniana Ukrinform, “El presidente Volodymyr Zelensky ha anunciado un cambio en la postura de Alemania sobre las aspiraciones de Ucrania a la OTAN, afirmando que Berlín ahora apoya la futura membresía de Ucrania en la Alianza” (30/6). Este apoyo no ha sido desmentido por ninguna autoridad. A su vez, Alemania desempeña el principal papel entre el grupo de países que sirven de puente para el suministro de armamento a Ucrania. Estos transferirán las armas de sus arsenales (en particular, los sistemas Patriot) y, a cambio, comprarán armas modernas a Estados Unidos, "pagándolas al 100 %”. “Significará que Ucrania podrá tener en sus manos cantidades realmente enormes de equipo militar”, se ufanó el titular de la OTAN, Mark Rutte, según recoge el NYTimes (15/7). 
 Trump ha eludido su responsabilidad en el desencadenamiento de la guerra, una malversación grosera de la realidad, para responsabilizar exclusivamente a su predecesor, Joe Biden: “Esta es una guerra Demócrata”, llegó a definir. El enjambre de blogueros rusos salió a meter el dedo en la llaga al denunciar la “bidenización” del presidente estadounidense. A contrapelo, los aliados europeos de la OTAN, así como representantes demócratas y republicanos, han deslizado que un plazo de 50 días significa darle tiempo a Putin para apoderarse de más territorio. Esta narrativa infiere que la declaración de Trump le da a Moscú una ventaja en lugar de establecer un verdadero ultimátum, aunque el envío de armas ha comenzado de inmediato. 
 Varios medios estadounidenses, por ejemplo, The Washington Post, citan fuentes que aseguran que los envíos incluirán misiles ATACMS con capacidad para atacar territorio ruso. El periódico también afirma que Trump supuestamente planeaba transferir misiles Tomahawk a Ucrania para alcanzar a Moscú. El presidente sugirió que podría actuar con mayor rapidez si no ve señales de que Putín esté tomando medidas para poner fin al conflicto. "No creo que 50 días sea mucho tiempo y podría ser más corto que eso", dijo (TWP, 15/7). Este plazo formulado en condicional entraña una amenaza entre líneas. Es el procedimiento que Trump ha aplicado para bombardear las instalaciones nucleares de Irán con los B2. 

 Gabinete de crisis 

A todo esto, Zelensky ha producido las modificaciones más significativas de su gabinete desde el comienzo de la guerra en 2022. Ucrania tiene un sistema político semipresidencial, donde presidente y primer ministro se reparten roles claves de gobierno. El primero nombra al segundo con la aprobación del Parlamento (la Rada). La designación de Yulia Svyrydenko como primer ministro le asigna ese rol. Actualmente Zelensky reúne, ley marcial mediante, una serie de atribuciones que le dan un control más directo sobre decisiones estratégicas, a expensas de sus ministros, convertidos en un séquito. 
 La designada ha ocupado diversos cargos y era hasta la fecha ministra de Economía. El anterior primer ministro, Shmyhal, ha sido reubicado como titular de Defensa en lugar de un hombre fuerte del régimen, Rustem Umerov, quien sería designado en la estratégica embajada en EE. UU. “Encuestas recientes sugieren un creciente pesimismo en Ucrania sobre la guerra con Rusia, un cambio con respecto a las primeras etapas del conflicto, cuando la mayoría de los ucranianos expresaban optimismo sobre la victoria de su país sobre los rusos” (Clarín, 15/7). 
 La nueva primer ministro jugó un rol esencial para arribar a un convenio con Estados Unidos sobre minerales raros. Desde la firma del acuerdo sobre esos recursos, la administración Trump ha eliminado de la agenda el tema de las elecciones en Ucrania y la renuncia de Zelenski. Y ya no lo plantea públicamente, como solía hacerlo con regularidad. 
 Estos cambios se producen cuando el ejército ruso avanza en el sureste y las grandes ciudades son asediadas por ataques aéreos. El gobierno de Zelensky ha sido señalado insistentemente por Putín como ilegítimo, por haber caducado su mandato y suspendido las elecciones de 2024. 

 Encrucijada 

Los frentes defensivos de Ucrania se han debilitado lentamente y se han derrumbado progresivamente durante el último año. Los observadores especializados concuerdan en que es inminente un colapso a lo largo de toda o casi toda la línea de batalla. La triangulación del abastecimiento de armas pesadas a Ucrania, por medio de Estados Unidos a la OTAN, equivale a una integración no declarada de Ucrania a la coalición imperialista. La Inteligencia de EE.UU. y Gran Bretaña está integrada en las operaciones ucranianas. Los países de la UE entrenan a las fuerzas ucranianas y planean ataques conjuntos. Trump ha convertido a la Unión Europea en un “proxy’ (delegada) de Estados Unidos, para hacerla responsable de la guerra mediante el otro “proxy”: Ucrania. 
 En este escenario internacional mencionar la guerra mundial como algo eventual constituye un error cruel. Francia acaba de actualizar su doctrina militar donde pronostica un conflicto armado a gran escala en Europa para 2030. 
 Los ataques a instalaciones nucleares ya no están prohibidos. Los asesinatos de negociadores y científicos, incluso sus familias, ya no son, desde la guerra contra Irán, daños colaterales, sino objetivos declarados. El uso de armamento nuclear es evaluado en forma diaria.
 Hay que combatir la ilusión de un posible retorno a la situación anterior por medio de un arreglo. Para el capitalismo en declive la guerra es el horizonte inexorable. Trump, no obstante esto, ha comprometido a Estados Unidos a reconocer a los territorios ocupados por Putin como parte de Rusia. La maniobra de convertir a la OTAN en un ‘proxy’, que maneja a otro ‘proxy’, procura mantener una distancia de la guerra y cobrar, de paso, el armamento que ofrece a la Unión Europea. Esto deja abierta la alternativa de un arreglo entre Trump y Putin a costa del alemán Merz, el francés Macron, el inglés Starmer y la italiana Meloni. El objetivo estratégico del imperialismo norteamericano no es Rusia, sino China; no sería sensato que se desgaste en una confrontación secundaria, o que elija dos guerras al mismo tiempo. Las amenazas de Trump a Putin conservan un margen de presión diplomática. Trump, por otro lado, pelea una guerra de sometimiento de la UE, no ya por medio de aranceles recíprocos, sino en torno al régimen impositivo para las compañías estadounidenses y la ampliación de la cuota de mercado de industrias estratégicas y de armamento, así como el acceso al mercado de compras estatales. El acaparamiento de la mayor parte de Ucrania, por medio de un acuerdo con Putin, reduciría a la nada al imperialismo europeo, sin por eso fortalecer a Rusia, que quedaría como un socio menor impotente, porque la ocupación de una parte de Ucrania representaría, a término, una carga para Rusia, no un activo económico o geopolítico. Este cruce de variantes es completamente natural en toda guerra imperialista, donde de lo que se trata es de una pelea por un nuevo reparto del poder mundial. Ni qué decir que esta ‘paz’ de piratas serviría al designio de aislar a China, como condición para una explotación de sus explosivas contradicciones económicas y nacionales. 

 Camilo Márquez y Jorge Altamira 
 16/07/2025

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