Una pieza clave de la geoestrategia del Comando Sur contra América Latina y el Caribe encabeza continuas giras por países de la región, en el empeño del emperador de reconquistar el patio trasero con un arsenal de mentiras e intimidaciones, como pretextos, que recuerdan tantos planes y operaciones pasadas de la era anterior y posterior al exterminador Plan Cóndor.
Marco Rubio, un exsenador pandillero, cabecilla de la mafia anticubana y de intrigas golpistas contra Bolivia, Honduras, Venezuela, Brasil o Nicaragua, desde el Capitolio, coronado por el Führer de turno como primer Secretario de Estado de su segundo mandato, es la expresión diáfana del rumbo belicista y extremista que amenaza las relaciones entre el imperio y el resto del hemisferio que no respeta aliados ni concibe la convivencia pacífica civilizada.
Protagonista de las peores causas contra Nuestra América, partidario de las relaciones entre metrópoli y colonias, imperio y súbditos de «quinta categoría», aterriza como el gran enviado del diablo lo mismo en Ciudad Panamá que en Buenos Aires o San Salvador, látigo en mano para chantajear, advertir, presionar, condicionar, subvertir, acorralar, poner precio, conspirar, mentir y amenazar.
China, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba, Nicaragua y otras viejas fórmulas para el engaño, como la supuesta voluntad política del Gobierno de ee. uu. en la guerra contra el terrorismo, las drogas, la migración, los conflictos... y destruir la colaboración médica cubana como una prioridad, van en la carpeta de intimidación y condicionamientos, listos para sacar de la manga y tratar de poner de rodillas a sus interlocutores, también vistos como dependientes o desechables, desde la óptica imperial trumpista: «Nos necesitan mucho más de lo que nosotros los necesitamos. No los necesitamos; nos necesitan. Todos nos necesitan».
No hay excepciones posibles en la visión egocéntrica, prepotente y de desprecio del que quiere ser el dueño del mundo y los peones del «niño malcriado» que se antoja de todo, pero no llora; amenaza y ultima, para apropiarse por la fuerza y sin miramientos de sus «caprichos» que no le pertenecen o impone sus designios como el gran dictador, que tantos coinciden en sospechar.
A eso va su enviado de doble agenda, con nueva versión de la Doctrina Monroe: América para los americanos del norte, con garrotes y aranceles, pero sin zanahorias.
A cumplir órdenes y ver qué puede sacar y hasta dónde llegar en la vil obsesión contra Cuba y Venezuela, su gran negocio de los últimos años, aunque cada vez más cuestionado por su complicidad con las racistas deportaciones masivas y violatorias del derecho internacional y los acuerdos multilaterales; la estigmatización de los migrantes venezolanos; las medidas para expulsar a los cubanos y quitarles cualquier posibilidad de permanecer o llegar a territorio estadounidense, quitándose la máscara y mostrando los colmillos vampirescos, así como su alta implicación en el exterminio del pueblo palestino.
Desde Guyana, amenazas de invasión militar a Venezuela y advertencias desvergonzadas que tuvieron rápida y contundente respuesta del Gobierno Bolivariano y sus fuerzas armadas; desde Jamaica, el ataque a la solidaria colaboración médica cubana, la cual calificó como «práctica atroz», y dijo que iba a dialogar con los países caribeños que se benefician de ella.
De primera mano, su interlocutor le respondió que la presencia médica cubana era de gran ayuda para el pueblo jamaicano, necesitado de esos servicios.
Frente a mentiras atroces, respuestas valientes para alfabetizar a la bestia, que desde Caracas recibió una alta calificación: «imbécil».
Francisco Arias Fernández | internet@granma.cu
30 de marzo de 2025 23:03:47
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