lunes, 29 de diciembre de 2025

África: Estados Unidos bombardea Nigeria


Este jueves por la noche, en plena Navidad, Donald Trump afirmó haber ordenado un “ataque poderoso y letal” contra integrantes del Estado Islámico en el noroeste de Nigeria, para proteger a comunidades cristianas. En octubre y noviembre pasados, el presidente había amenazado con bombardear a los yihadistas si no cesaban los asesinatos de cristianos e incluyó a Nigeria en su lista de países “de especial preocupación”.
 El Comando África de Estados Unidos (AFRICOM) —creado para coordinar actividades militares de Estados Unidos en el continente— confirmó que los ataques se llevaron a cabo en el estado de Sokoto, una zona estratégica que limita con Níger, y que la operación se realizó en coordinación con las autoridades nigerianas. Según la evaluación inicial del propio AFRICOM, varios combatientes del ISIS murieron en campamentos del grupo, lo que fue presentado como un golpe significativo contra las capacidades operativas de esta organización yihadista. Desde Abuja, la capital de Nigeria, el ministro de Asuntos Exteriores, Yusuf Tuggar, confirmó que había conversado previamente con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y que el presidente nigeriano, Bola Tinubu, dio su aprobación a la operación (Diario UChile 26/12). 
 Tinubu se encuentra haciendo equilibrio entre la influencia de Estados Unidos y China. A principios de 2025, Nigeria fue declarado país socio de los BRICS, debido a su relevancia en el continente por ser uno de los países con el PBI más alto y la mayor población —de 200 millones de personas—. El gigante asiático es su principal socio comercial. 
 Que a Trump los cristianos le importan tan poco como los norteamericanos muertos por el consumo de fentanilo es algo tan evidente como que cualquier excusa le viene bien para tirar bombas a gusto y después llorar la carta del déficit fiscal. A pesar de que, según su “Estrategia de Seguridad Nacional”, el interés yanqui se iba a centrar en el continente americano, y en África la cosa iba a pasar por incentivar “acuerdos de cooperación”, Trump utiliza la misma retórica que contra Venezuela. Lo que en el país sudamericano son los “narcos”, en Nigeria son los yihadistas. Antes, en Irak, fueron las “armas de destrucción masiva”. 

 El Estado Islámico 

Sin embargo, es cierto que Nigeria enfrenta desde hace más de una década una insurgencia yihadista encabezada principalmente por Boko Haram y por la provincia del Estado Islámico en África Occidental, conocida como ISWAP. Estos grupos han extendido su violencia en zonas del norte y del centro del país y durante 2025 intensificaron los ataques de forma particularmente brutal. Comunidades cristianas han sido blanco de ejecuciones públicas, secuestros masivos en iglesias y escuelas y la destrucción completa de aldeas. Pero la violencia afecta también a comunidades musulmanas, en un país dividido por más de 300 etnias diferentes. Desde el mismo gobierno de Tinubu —tan obsecuente con Trump— reiteraron que la violencia de los yihadistas es indiscriminada y que no se centra exclusivamente en los cristianos. Cabe recordar que los grupos yihadistas, al igual que Al Qaeda, fueron financiados en su origen por Estados Unidos, y que el actual presidente de Siria —a quien se acusa de seguir persiguiendo a cristianos hoy en día— fue preso en Guantánamo por su vinculación con Al Qaeda y hoy es presentado por el imperialismo norteamericano y sus aliados como un presidente respetable. 

 Zona de influencia 

La injerencia en Nigeria cobra importancia no solo por la relevancia del país en sí mismo, sino por su cercanía con el Sahel. 
 Níger, Burkina Faso y Malí —países que conforman el Sahel— iniciaron un proceso de reformas con nacionalizaciones y cierto grado de industrialización de la mano de las inversiones chinas, al mismo tiempo que expulsaron la injerencia francesa. Boko Haram opera en la frontera de Níger y otros grupos yihadistas hostigan particularmente a Burkina Faso, gobernada por Ibrahim Traoré, quien acusó a las fuerzas francesas de prestar armas y colaboración a los grupos terroristas. 
 El bombardeo de Trump sobre Nigeria se da en este marco de relevamiento de mando de los franceses, después de que también fueran expulsados de países como Costa de Marfil, Chad y Senegal durante este año.
 Así, pese a su promesa de campaña de no meterse en más guerras, Trump empuja a Estados Unidos a erigirse como el nuevo gendarme de la región y, en particular, de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental), el bloque económico y político de África Occidental liderado por Nigeria. En oposición a la influencia francesa de entonces, de la CEDEAO se retiraron los países del Sahel para fundar la AES (Alianza de Estados del Sahel). 
 Hace solo unos días, de manera providencial, en el marco de una cumbre de la Confederación, el presidente de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, advirtió sobre la llegada de un “Invierno Negro”, una fase de inestabilidad extrema que, según él, ha sido planificada por potencias imperialistas.

Aldana González 
 27/12/2025

sábado, 27 de diciembre de 2025

Estados Unidos intensifica el bloqueo a Venezuela


También secuestra barcos que no están en la lista de sancionados. 

 En menos de dos semanas, Estados Unidos ya ha incautado dos buques petroleros y hay información sobre un tercero. 
 Estas acciones ocurren después de que Donald Trump declarara un bloqueo marítimo para detener a los buques sancionados que entren y salgan de Venezuela con petróleo.
 La figura del “bloqueo” está cuestionada por ser una acción de guerra, pero eso es algo que poco le importa a Trump. En la retórica de Trump la lucha contra el “narcotráfico” pasó a un segundo plano, y ahora de lo que se trata -según él- es de recuperar el petróleo venezolano que fue nacionalizado en 1976 y las empresas que fueron expropiadas en el gobierno de Chávez. La nacionalización del 76 fue ejecutada por el presidente Carlos Andrés Pérez, con una suculenta indemnización, en el marco del gran embargo petrolero decidido por la OPEP (de la que Venezuela forma parte). 
 Trump tampoco se limita a secuestrar buques “sancionados”. El segundo buque, el Centuries, es un tanquero con bandera panameña de origen chino, sin sanciones, secuestrado por la Guardia Costera pocos días después de la primera incautación.
 Es tercer buque sería el Bella 1, con un historial de movimientos en la flota fantasma que traslada crudo de países sancionados. El bloqueo a partir del mar Caribe está vinculado a la pretensión de Trump de recuperar el canal de Panamá y anexar a Groenlandia, como lo ha hecho explícito en la última semana. No se trata solamente de una Doctrina Monroe, sino de un avance contra la Unión Europea (Groenlandia se encuentra bajo la tutela de Dinamarca), y contra China y Rusia, dos estados muy activos en los mares del norte.

 La respuesta de Venezuela 

Nicolás Maduro ha ordenado a la Armada que escolte a los cargueros, pero ese seguimiento solo se hace en aguas territoriales, a lo sumo hasta la zona económica exclusiva, mientras que los secuestros se llevaron a cabo en aguas internacionales. La escolta militar a buques comerciales podría ser instrumentada por el imperialismo norteamericano para iniciar una contienda militar. La gravedad de los acontecimientos ha llevado a China y a Rusia a reclamar la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU, sin mayores resultados. Los acontecimientos en el Caribe se encuentran condicionados a las alternativas de la guerra de la OTAN-Rusia en Ucrania, ante el impasse de las propuestas formuladas por Trump. Aunque la proyección militar de China en el continente americano es inexistente, la prensa de ese país ha advertido que los ejercicios militares recientes de las Fuerzas Armadas están vinculados a un escenario de guerra en el Caribe (SCMP, 24.12). 
 Lo cierto es que desde que el Comando Sur se asentó en el Caribe, el comercio exterior de petróleo se ha paralizado debido a los costos en seguros que significa operar en estas condiciones, lo cual restringe gravemente el ingreso de divisas y dispara la inflación. 

 Respuesta internacional

 China ha condenado públicamente el secuestro de al menos un buque y dos cargas de petróleo a su país. El crudo venezolano representa el 7 % de las importaciones de petróleo de China. Se espera que aumente el precio de los combustibles en Asia como consecuencia de esta piratería, en un marco de caída de la demanda internacional. 
 Rusia ha criticado las incautaciones y acusado a Estados Unidos de utilizar su poder militar y financiero para apropiarse de recursos ajenos.
 Gustavo Petro ha cambiado de retórica, con un planteo que lo acerca al de Milei y Kast, como es el llamado a “elecciones libres” y a combatir al imperialismo con “más democracia y menos alistamiento”. Le propone a Trump un “bloqueo a los narcos” dando entidad a su combatir al narcotráfico, mediante la violación de la soberanía de los países afectados, en especial de México, incluso Colombia. Petro libra una guerra contra el ELN y las disidencias de las FARC, en base a esa premisa. 
 Durante una cumbre del Mercosur, Lula advirtió que una intervención armada en Venezuela sería “una catástrofe humanitaria”, pero también apoyó el escenario de una guerra, si es librada contra el narcotráfico. El narcotráfico es la cobertura del imperialismo para justificar la militarización de América Latina, bajo la dirección del Comando Sur del Pentágono.
 Haciendo caso omiso a los bombardeos a barcazas que se cobraron la vida de más de 100 civiles en aguas del Pacífico y el Caribe, y del bloqueo aéreo y marítimo que sufre el país sudamericano, los presidentes de Argentina, Paraguay, Panamá, Bolivia, Ecuador y Perú firmaron una declaración conjunta en la que exigieron al régimen de Maduro el restablecimiento del orden democrático y el respeto a los derechos humanos. Los derechos humanos de los migrantes venezolanos -exiliados del régimen de Maduro- que son maltratados, perseguidos y expulsados por el gobierno norteamericano, no figuran en el planteo. 
 La arremetida contra Venezuela es el caso testigo para doblegar a todo el continente, desde Groenlandia a Tierra del Fuego. Pero no solamente esto. El despliegue de una armada en el Caribe forma parte de un escenario mundial, donde la suspensión de los derechos constitucionales y el estado de excepción en Estados Unidos ocupa un lugar decisivo. 

 Aldana González 
 26/12/2025

Trump se roba la elección presidencial de Honduras


Nasry Asfura, un narcopresidente digitado desde Washington sin contar los votos del pueblo hondureño.

 En las vísperas de navidad, Donald Trump, el “grinch” que mora en la Casa Blanca, volvió a demostrar su desprecio por el pueblo latinoamericano al robarse la elección presidencial de Honduras. Desde Washington, decretó que uno de sus lacayos, en este caso Nasry “Tito” Asfura del Partido Nacional, es el nuevo presidente. ¡Sin siquiera terminar el recuento de votos!
 La proclamación de Nasri Asfura se da sin consenso entre los miembros de la autoridad electoral, con miles de actas con inconsistencias, múltiples impugnaciones sin resolver, la negativa de recontar los votos y con urnas sin escrutar. Poco antes de la elección, se hicieron públicos audios y denuncias de los intentos de boicot y fraude del Partido Nacional. 
 Estados Unidos interfirió directamente en la elección. Trump apoyó e hizo campaña por Asfura. Chantajeó al pueblo hondureño diciendo que, si el ganador era otro candidato, no sostendría relaciones y todo el país se vería perjudicado.
 Asfura actúa como un títere de Washington. Durante la campaña, ha asociado su figura a la de Javier Milei. Su planteo es romper lazos con China y dar un viraje decisivo a Estados Unidos, además de volver a reconocer a Taiwán. También se pronunció en apoyo al régimen israelí. Un nuevo golpe imperial contra un país soberano.
 La elección hondureña se realizó el 30 de noviembre de este año. Todo el proceso estuvo viciado de fraude y corrupción. La participación bajó un 10% con respecto al comicio anterior. Los números quedaron virtualmente empatados en 40 puntos entre el candidato respaldado por Trump y Salvador Nasralla, un derechista que ha hecho campañas contra la corrupción y formó alianzas, en el pasado, con la actual presidenta Xiomara Castro (Morena-Libre). 
 La candidata Rixi Moncada del oficialista Morena-Libre, la coalición constituída tras el golpe contra Zelaya en 2009, obtuvo menos del 20% frente al casi 33% de las primarias. Múltiples testimonios dan cuenta de un robo de votos alevoso, que habrían sido anotados al candidato Asfura, respaldado por Trump. Moncada denuncia actas sin validez que representarían más de medio millón de votos. Nasralla habló de un “apagón de pantalla” tras el cual se modificaron sus resultados.
El Partido Nacional, que con este golpe de mano vuelve al poder, convirtió a Honduras en un verdadero narcoestado. El expresidente y dirigente del partido, Juan Orlando Hernández (2014-2022), acaba de ser indultado por Donald Trump mientras cumplía su condena de 45 años de prisión en Estados Unidos por traficar 500 toneladas de cocaína a ese país. Tras dictar el perdón, Trump lo felicitó en redes sociales. 
 El gobierno de Xiomara Castro, alineado con los sectores continentales que se reclaman progresistas, no ha emprendido ninguna transformación de fondo en favor del pueblo hondureño. Tampoco concretó medidas postergadas, como el derecho al aborto legal. Aplicó, eso sí, fuertes recortes a la docencia y a la salud. Los pequeños grupos y entidades sindicales de tono izquierdista o combativo se han adaptado a esta situación y respaldado a su gobierno.
 ¡Pongamos nuevamente de pie a todo el continente para echar a los yankis de América Latina! 

 Luciano Argerich

miércoles, 24 de diciembre de 2025

Bolivia: el "gasolinazo" de Rodrigo Paz


La Central Obrera Boliviana ha decretado paro general. 
Hay que organizarlo.

 “Sorpresivamente”, el presidente Rodrigo Paz lanzó el miércoles 17 el decreto 5503, que en su parte fundamental quita subsidios a los combustibles y aumenta el precio de las naftas. Amplios sectores populares lo llamaron “el gasolinazo”: ¡la gasolina subió un 100% y el diésel un 160%! 
 Inmediatamente, comenzaron a desarrollarse, en forma semi espontánea, acciones de protesta con cortes de ruta, marchas y concentraciones en diversas ciudades y zonas de Bolivia a lo que se considera un fuerte ataque contra el pueblo trabajador y pobre. Rápidamente la tarifa del transporte público se subió en forma arbitraria por las patronales transportistas (en muchos casos en un 100%) y se está desarrollando un proceso de aumento de precios de los productos de consumo popular. El gobierno también está imponiendo la libre exportación (lo que repercute en aumento de los precios internos).
 Frente a este cuadro de agitación y movilización, la COB (Central Obrera Boliviana) ha convocado este viernes 19 a una huelga general indefinida a partir de este lunes 22. 
 Ya hace un par de días que muchos sectores de choferes y camioneros estaban parando y/o cortando rutas. 
 El sábado, Evo Morales llamó a organizar una marcha popular primero hacia Cochabamba y luego hacia la Capital (La Paz). 
 Pero el éxito del paro no está garantizado. Hay mucha confusión y el gobierno se lanzó a una fuerte campaña política buscando, también, quebrar cualquier frente huelguístico. El domingo a la noche llegó a un acuerdo con las cámaras de choferes para que levanten la huelga, a cambio de negociaciones para darles ciertas ventajas corporativas (baja de impuestos, libre importación de repuestos, cupos de gasolina, etc.). 
 Aun así, el paro se empezaba a extender, pero no se puede saber aún a ciencia cierta su real efectividad. 
 La dirección burocrática de la COB ha estado, durante los últimos años, subordinada a los gobiernos (de Evo Morales, de la golpista Añez y de Arce consecutivamente). Recientemente ha sido cambiada por una nueva dirección, que es la que ha convocado ahora al paro general hasta que se retire el decreto del “gasolinazo”. El gobierno de Rodrigo Paz metió preso al exdirigente de la COB, Huarachi, acusándolo de corrupción con amplio despliegue publicitario para deteriorar la cohesión de los trabajadores en su resistencia al gobierno antiobrero y volcar a las clases medias a favor del “ajuste”.
 En general, el gobierno ha lanzado en forma improvisada la constitución de “Comisiones de la Verdad” para investigar la corrupción en diversas reparticiones de los gobiernos del MAS. Saca del “manual del libertario” este tipo de campañas para plantear que la crisis de Bolivia y los sufrimientos que se le pretende endilgar a los trabajadores son producto de los gobiernos “populistas” y “corruptos” anteriores.

 Ofensiva derechista

 Por supuesto que no se trata de un ataque aislado. Va acompañado por una tendencia devaluatoria; y hace un par de semanas se quitó el subsidio a las harinas, lo que determinó un aumento drástico del 60% en el precio por unidad del pan (de 0,50 a 0,80$ bolivianos). 
 Rodrigo Paz se presentó en las elecciones como un centroderechista opuesto a las candidaturas derechistas de Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga, que se esforzaban en considerarse como los Milei bolivianos. Rodrigo Paz prometía que sus “ajustes” iban a ser realizados con “gradualidad”, no con medidas de “shock”, y protegiendo el bolsillo popular. Se presentaba como una especie de Massa, el candidato del kirchnerismo contra Milei en el 2023. 
 Para ello, fue ampliamente utilizada la figura del “capitán” Lara –un excomisario policial, licenciado de la fuerza por sus denuncias contra la corrupción-, que fue como candidato a vicepresidente de Rodrigo Paz, desarrollando una campaña populista en las barriadas populares. 
 Evo Morales dio “libertad de voto” en el balotaje aunque bajo cuerda llamó a votar por Rodrigo Paz, pero –aclaró- sin darle un cheque en blanco (en la primera vuelta había convocado al voto nulo, que saco 1,3 millones de votos). 

 Alineamiento con Trump y Milei 

Pero… rápidamente Rodrigo Paz se alineó con Trump y Milei. En materia de política exterior se sumó a la campaña trump/mileísta que prepara las condiciones para invadir Venezuela e imponer un cambio de régimen abiertamente proimperialista volteando al gobierno de Maduro. Por otra parte, acaba de reconocer, en una ceremonia realizada en Washington, al gobierno sionista genocida de Netanyahu, con el que Bolivia había cortado relaciones, señalando que está dispuesto a “coordinar regionalmente” (¿?) con este. 
 Ha llamado nuevamente a la DEA (la central de inteligencia yanqui contra el narcotráfico) a que regrese para actuar en Bolivia (de la que había sido expulsada hace una década) contra el narcoterrorismo: lo que preanuncia ataques contra el campesinado cocalero.
 La “justicia” ha liberado a la golpista presidente Añez y lo está haciendo con todos los racistas golpistas del 2019. El emblema indígena de la Whipala ha sido quitado de la bandera de ceremonias nacional. Avanza la reacción política. 

 Pone en marcha el “capitalismo para todos”

 Durante la campaña electoral, contra el estatismo corrupto de Evo Morales y de Luis Arce y contra los “ajustes” ortodoxos contra el pueblo, Rodrigo Paz prometió “capitalismo para todos” y “platita” en el bolsillo de la gente.
 El “capitalismo para todos” está siendo puesto en marcha, beneficiando al gran capital y descargando la crisis sobre las masas trabajadoras. Rodrigo Paz eliminó impuestos que debe pagar el gran capital, entre ellos el impuesto a las Transferencias Financieras y el Impuesto a las Grandes Fortunas. 
 Afirma que son “ineficientes” y “perjudiciales” a la economía nacional, que no aportarían sino poco más del 1% a los ingresos fiscales y que por culpa de ellos los capitales “se fugan”. ¿”Perjudiciales para quién? Para los capitalistas. En cambio, ataca las condiciones de vida de las masas trabajadoras y campesinas. 

 Crisis en el gobierno 

Este giro derechista y antiobrero ha determinado una crisis en el seno del nuevo gobierno. El vicepresidente, capitán Lara, ha salido a desmarcarse –en varias oportunidades en forma violenta- de su compañero de fórmula, el presidente Rodrigo Paz. Lo tildó de “mentiroso” y de haber traicionado sus promesas de campaña electoral. Señaló que el verdadero jefe del gobierno es el derechista Doria Medina. Pero lo hace de una manera ecléctica. Se pasó las primeras dos semanas de gobierno, cuando Rodrigo Paz ponía en marcha sus equipos y su ofensiva, haciendo viajes “diplomáticos” al exterior. Critica a Paz porque está jugando con fuego, azuzando la rebelión popular, pero no se coloca abierta y claramente del lado de esta. 
 Y, a pesar de que plantea derogar el decreto del “gasolinazo” y amenaza con la ruptura, llama cada tanto a Rodrigo Paz a consensuar una política común. Rodrigo Paz, por su parte, ha nombrado un nuevo cargo: el de viceministro de “relaciones parlamentarias”, con el que pretende disputar los fueros del excapitán como vicepresidente a cargo del funcionamiento del parlamento.

 Comando de Lucha

 No alcanza con una convocatoria: es necesario organizar la huelga general. Convocar asambleas en fábricas, minas y barriadas para poner en marcha la huelga, formar piquetes y movilizar al pueblo. El gobierno ha convocado al “diálogo”, pero la respuesta de la COB ha sido, en este punto, correcta: solo se puede “dialogar” si el gobierno retira previamente el decreto 5503. Lo primero es derogar el decreto del “gasolinazo” y retrotraer los aumentos de las naftas y las tarifas del transporte. 
 Asambleas y plenarios con delegados mandatados, conformar comandos de coordinación de la huelga y las movilizaciones, marchar hacia congresos nacionales de los trabajadores y los campesinos con delegados electos y mandatados.
 Para ello es fundamental reagrupar, en torno a posiciones de independencia de clase, a la vanguardia de estas luchas. En particular, a los sectores de base que se ilusionaron con el “capitán” Lara y Rodrigo Paz y a las bases en evolución dentro del masismo. Frente único para derogar el decretazo 5503.

 Rafael Santos

sábado, 20 de diciembre de 2025

Una “gran armada” bloquea el Caribe para atacar a Venezuela


El silencio de los nacionales y populares de la Patria Grande es ensordecedor. 

 El reciente documento de Seguridad Nacional firmado por Donald Trump, expone toda la ‘racionalidad’ de la guerra lanzada por Estados Unidos contra Venezuela. Se trata de expulsar de América Latina a los rivales económicos y políticos del imperialismo yanqui (por sobre todo a China); convertir al subcontinente en una plataforma excluyente de las cadenas de producción norteamericanas; y combatir la migración masiva y expulsar a la población migrante de EEUU, como punta de lanza para instaurar un régimen político de excepción (no solamente policial) en Estados Unidos. La guerra contra Venezuela, como ocurre con el conjunto de la guerra mundial en desarrollo, es una manifestación final de las contradicciones explosivas que atraviesan las metrópolis imperialistas y la economía y política mundiales en su totalidad. En este contexto se ha ampliado la confrontación de Trump contra México, así como la guerra arancelaria inacabada contra Brasil. 
 Trump ha declarado el bloqueo naval contra Venezuela. Ha ejecutado operaciones de piratería marítima contra navíos sancionados que transportan crudo venezolano. Aunque continúa la ejecución extrajudicial de pequeñas naves acusadas de cargar drogas, la cuestión del narcotráfico es sólo la envoltura para imponer un cambio de régimen en el país e instalar un gobierno de ultraderecha pseudo liberal, incluso cuando gran parte de las fuerzas de oposición al gobierno de Maduro rechazan el extremo de una ola de ataques militares o una invasión. Maduro “tiene las horas contadas”, le confió al cotidiano Político. La perspectiva de un derrocamiento violento del gobierno de Maduro ha provocado un alza de la cotización de la deuda pública de Venezuela. 
 El bloqueo militar, considerado una acción de guerra, es completo. En el Caribe, frente a las costas de Venezuela se encuentra el 11% de los buques de guerra que Estados Unidos tiene distribuidos en el planeta. “A largest Armada”, se congratuló Trump. Puerto Rico ha sido reactivada como base militar, con claras proyecciones futuras, en un acto claramente colonial, en especial porque los puertorriqueños habían logrado eliminar esas bases hace casi dos décadas. Una parte importante del petróleo confiscado tenía por destino a Cuba. Como la capacidad de acumulación de petróleo, por parte de Venezuela, alcanza a lo sumo a cinco días, el bloqueo podría llevar a la inutilización de gran parte de la producción. El perjuicio afecta a China, que importa el 80% de las exportaciones de Venezuela, en especial como pago de deudas contraídas. Quien no está bloqueada es Chevron, amparada por un acuerdo firmado con Biden; del orden del 25% de la producción total, abastece a sus refinerías de crudo pesado en el Golfo de México. Otra cosa ocurre con Exxon, que fue nacionalizada por Hugo Chávez porque rechazó operar con Pdvsa la cuenca del Orinoco. Trump la recalificó como una “confiscación”, y ha pasado a formar parte del botín de guerra del gobierno imperialista. Exxon tiene, asimismo, un interés especial en una guerra, porque se ha convertido en el inversor dominante de Guyana, convertida en una enorme plaza petrolera, que disputa con Venezuela la región de Esequibo. La recuperación del Esequibo es una reivindicación compartida por toda Venezuela, ultraderecha incluida. 
 Los daños ocasionados a la población venezolana son enormes, porque han acelerado de nuevo la desvalorización del bolívar y porque amenazan la circulación del dólar – bajo control financiero de Estados Unidos (Swift). Las transacciones han comenzado a realizarse en cripto, aunque sólo para una minoría. 
 Los dos aliados de Venezuela (China y Rusia) apenas han abierto la boca. Ponen la prioridad en la guerra arancelaria desatada por Trump y en “el cese del fuego” pactado entre Trump y Putin en Ucrania. Los gastos inmensos efectuados por Chávez para modernizar a las Fuerzas Armadas con material de Rusia, han sucumbido a la obsolescencia y a los cambios políticos internacionales. La velocidad con que la guerra mundial se ha infiltrado en América Latina es impresionante, volviendo a dejar en “orsai” a la izquierda que se protege a si misma con la afirmación que el capitalismo mundial apenas atraviesa “conflictos locales”.
 Gustavo Petro, el presidente de Colombia, ha advertido que Trump se está metiendo en un nuevo “Vietnam”. Puede ser una caracterización temeraria, cuando Venezuela no cuenta con ningún apoyo en su retaguardia territorial, como lo tuvo Vietnam con China. Trump no ha logrado derrocar a Maduro por medio de años de sanciones y bloqueos, y nuevas sanciones y nuevos bloqueos. Trump repite que no necesita autorización del Congreso de Estado Unidos para poner los pies en Venezuela; de hecho, los republicanos rechazaron una moción en sentido contrario presentada por los demócratas. Trump está lanzado a imponer una solución militar quirúrgica; las invasiones del imperialismo yanqui han fracasado miserablemente en Irak y Afganistán, y no consigue reunir una fuerza internacional para convertir a Gaza en un Protectorado. Atraviesa una crisis en sus fuerzas armadas, con renuncias de alto nivel. La “Gran Armada” que ha reunido en el Caribe está diseñada para un ataque a activos seleccionados en Venezuela, pero los críticos piden que se le ofrezca “una rampa de salida” para evitar la caída en un pantano final. No ha amenazado explícitamente a Cuba, a la que también califica como narcoterrorista, pero la tiene claramente en la agenda de guerra. 
 Como ocurre con el genocidio en Gaza, la declaración de guerra contra Venezuela ha dejado paralizados a los nacionales y populares de la Patria Grande, y a los stalinistas que han perdido las coordenadas y la brújula. Parafraseándolos: ALBALCARAJO. Desarman a los trabajadores y sabotean su movilización ante la mayor amenaza de la historia contra la independencia de América Latina. No sorprende. Lo mismo hizo el gobierno peronista de Juan Perón cuando el imperialismo yanqui armó una expedición para invadir a Guatemala y derrocar al gobierno de Jacobo Árbenz en 1954; un año más tarde un golpe gorila derrocaba a Perón. Ninguna de las usinas ‘intelectuales’ del kirchnerismo ha salido a denunciar esta clamorosa traición a la famosa Patria Grande.
 Fuera el imperialismo de Venezuela. Por la Unidad Socialista de América Latina.

 Jorge Altamira 
 19/12/2025

martes, 16 de diciembre de 2025

Mesa Redonda: Resumen del XI Pleno del Comité Central del Partido



Chile: Kast gana ampliamente el balotaje y encamina un gobierno policiaco-militar


El gobierno de Boric y la “nueva izquierda” confirma su derrumbe al perder por casi 20 puntos. En una elección con una participación cercana al 90 % del padrón electoral, el ultraderechista José Antonio Kast se ha impuesto sobre la candidata oficialista Jeannette Jara, del Partido Comunista, por casi 2 millones de votos. En la primera vuelta, Jara había logrado la primera ubicación sobre ocho candidatos sin alcanzar más de un 27 % de los votos. Kast, por su parte, había orillado un 23 %, su salto electoral está atado al “préstamo” de votos gracias al apoyo completo de los candidatos de la derecha, Evelyn Matthei y Johannes Kaiser. El llamado a votar nulo o blanco de Franco Parisi, quien sumó 2,5 millones de votos en la primera vuelta, fueron a parar mayoritariamente a la derecha, el voto blanco y el nulo se ubicaron en el 7 %. 
 El último tramo de la campaña electoral estuvo atravesado por la intensificación de toda la agenda colocada por la derecha en la primera vuelta. Jara, quien se había comprometido a renunciar a su militancia en el PC si ganaba las elecciones, fue cediendo terreno ante todos los embates reaccionarios de su contrincante. El balotaje, lejos de exponer la creciente tensión y polarización social que se grafica en cada reportaje que le realizan a un trabajador en los medios de comunicación, fue una concentración del discurso más reaccionario de cada candidato. Jara cerró su campaña exigiendo la caída del gobierno de Maduro. Que haya rechazado la invasión estadounidense es un sinsentido, puesto que la caída del gobierno será obra de dicha intervención. 
 Chile atraviesa una crisis migratoria muy aguda, que la derecha ha explotado por su ángulo represivo. Kast en cada intervención recuerda los días que faltan para su asunción, el 11 de marzo próximo, día en el que, promete, comenzará a deportar inmigrantes sin papeles. Se calculan que unas 300.000 personas viven de manera irregular en el país, pero lejos de ofrecer garantías a su derecho de asilo -la enorme mayoría son venezolanos que huyen de las condiciones paupérrimas de existencia en su país- el gobierno de Boric ha prometido organizar un recuento de los inmigrantes y dejar una decisión final al próximo gobierno. Kast ha propuesto tipificar como delito la inmigración sin papeles, simplemente para reforzar su campaña fascista. Se ha apoyado en la percepción de un aumento de la inseguridad y la actividad de bandas asociadas sin pruebas al narcotráfico, que han generado un estado de crispación en los territorios del norte del país donde se encuentra la frontera terrestre con Perú. 
 En los días previos a la elección, las oficinas de migración constataron un aumento significativo de las salidas del país. Perú, bajo un gobierno fuertemente represivo, ha decretado la emergencia en la frontera y busca impedir el traslado de migrantes venezolanos a su país. Se ha creado un escenario de crisis humanitaria en la frontera de Chile-Perú. El ultraderechista Kast no pierde oportunidad para asegurar que el día de su asunción comenzarán las deportaciones, en una clara violación de los derechos humanos más elementales. 
 Detrás del problema migratorio y la inseguridad, el gobierno de Kast ha planteado un fuerte ajuste fiscal, un recorte cercano a los 6000 millones de dólares del presupuesto público. En los últimos días de campaña, un senador electo por su fuerza política llegó a declarar que si presentan el plan de gobierno antes del 11 de marzo, no los vota nadie, confesando la idea de un plan reaccionario y antipopular: despidos de trabajadores estatales, “optimización” de recursos públicos, privatización más profunda de la educación, la salud y las jubilaciones. Otro punto central es la quita de impuestos a la clase capitalista, que solo puede ser absorbida con una sobrecarga de las clases medias y trabajadoras. 
 Esto plantea un fuerte choque con su propio electorado, las clases medias urbanas y rurales, que han votado ante el hastío de un gobierno “de izquierda” incapaz de imponer ninguna de las reivindicaciones de la rebelión popular de 2019. 
 Las entrevistas a votantes de Kast demuestran que su núcleo duro es muy limitado, la enorme mayoría de los votantes en la segunda vuelta se inclinó por “un mal menor”. Cuestionado por sus lazos familiares con el gobierno de Pinochet, donde su hermano mayor fue ministro de Finanzas, y la pertenencia de su padre al partido nazi y la Wehrmacht (ejército alemán) en la segunda guerra, Kast siempre fue presentado como un candidato difícil de digerir, incluso para el electorado derechista. Cobijado políticamente por la derecha tradicional, la Unión Democrática Independiente (UDI), logró en su tercer intento por llegar a la Casa de la Moneda (residencia presidencial) cosechar el apoyo de importantes figuras de la ex Concertación, la tradicional fuerza de centroizquierda, como el expresidente Eduardo Frei. 
 Al mismo tiempo, ha abandonado en su discurso cotidiano las cuestiones más reaccionarias de su programa y creencias personales, asociadas a las alas más conservadoras de la Iglesia. Ha prometido en campaña no anteponer restricciones al aborto legal de tres causales, respetar el matrimonio igualitario y otras legislaciones de los gobiernos “progresistas”. En la primera vuelta, estas posiciones fueron atacadas como una claudicación ante la cultura “woke” por el otro ultraderechista, Kaiser.
 La población chilena, que mostró una gran preocupación política, ha castigado a una “nueva izquierda” incapaz de ofrecer una salida a las penurias cotidianas que viven los trabajadores. Los índices de desempleo se mantienen en niveles prepandemia, un 8 % de la población. Las jubilaciones mínimas, que son las que percibe el 85 % de los jubilados, son catalogadas como una miseria. El fracaso del proceso constituyente, la gran promesa de Boric, selló la suerte del gobierno, fundamentalmente, en su tentativa de rescatarlo con un pacto con la derecha. 
 La clase obrera chilena ha intervenido sin una fisonomía de clase, mientras sus partidos históricos se han confinado a las altas esferas gubernamentales. La Central Única de Trabajadores (CUT) se volcó a fondo por la campaña de Jara, pero sin desarrollar una movilización de trabajadores (asambleas, plenarios, agitaciones). No ha preparado el terreno de una lucha contra la ultraderecha; por el contrario, su entrega sistemática ha empujado a una buena parte de trabajadores a votar por Kast. 
 La victoria de Kast confirma un escenario de intervencionismo y alineamiento con el gobierno estadounidense de Donald Trump. El aislamiento político de Venezuela, Colombia y Cuba se ha vuelto más manifiesto. Este elemento fundamental tampoco fue colocado por la candidata ´comunista´. Refuerza la necesidad de una tenaz campaña y una lucha contra el imperialismo en todo el continente. 

 Joaquín Antúnez 
 15/12/2025

domingo, 14 de diciembre de 2025

Piratería imperialista: Trump asalta un buque petrolero venezolano


El apetito por América Latina aparece explicitado en la última Estrategia de Seguridad Nacional de Washington. En un nuevo salto en las provocaciones contra Venezuela, un buque petrolero fue asaltado e incautado por fuerzas estadounidenses en las costas de la nación caribeña este miércoles 10. El operativo conjunto del FBI, la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional y la Guardia Costera incluyó el despliegue de helicópteros y efectivos que abordaron la nave a punta de pistola. 
 Según la agencia Reuters, el buque en cuestión se llama “The Skipper” y estaba sancionado por el Departamento del Tesoro yanqui, debido a que infringía las sanciones internacionales impuestas por la Casa Blanca para impedir la comercialización del crudo venezolano. La fiscal general estadounidense, Pam Bondi, asegura que transportaba material a Irán. Habría zarpado de Puerto José con cerca de 1,8 millones de barriles de crudo que, sin mayores pruritos, se apropiaría la Casa Blanca. “Asumo que nos quedaremos con el petróleo”, dijo Trump. 
 Otro informe de la agencia Reuters asegura que el asalto de “The Skipper” es solo el comienzo de una serie de incautaciones de buques petroleros venezolanos. Se busca, por tanto, cortar una fuente esencial de obtención de divisas del régimen de Nicolás Maduro.
 Esta misma semana, dos aviones F18 estadounidense invadieron el espacio aéreo venezolano. Cerca de 15 mil efectivos y una docena de buques militares están apostados a pocas millas de las costas venezolanas. Como parte del operativo “Lanza del Sur”, la Casa Blanca reactivó una base militar en Puerto Rico, trasladó aviones a El Salvador, tomó control de un aeropuerto en la República Dominicana e impulsó ejercicios militares conjuntos con Trinidad y Tobago. Esto se completa con el hundimiento de lanchas en el Caribe y el Pacífico, con más de 80 muertos hasta el momento. 
 El mismo día del asalto al buque “The Skipper”, el imperialismo montó en Oslo un show político en que la hija de la dirigente opositora, Corina Machado, recibió el premio Nobel de la Paz que el comité noruego asignó a su madre, una partidaria confesa de las operaciones de Trump. En la ceremonia participaron algunos de los principales secuaces de la Casa Blanca en América Latina: los presidentes Javier Milei, Daniel Noboa (Ecuador) y José Mulino (Panamá). 
 El apetito de Trump por la región aparece explicitado en la reciente Estrategia de Seguridad Nacional de Washington. En términos prácticos, además de las provocaciones y amenazas militares contra Venezuela, hemos visto en las últimas semanas la injerencia descarada de Trump en las elecciones argentinas y hondureñas (en estas últimas, el candidato trumpista está a punto de alzarse con la presidencia por medio de un fraude), las amenazas contra Colombia y la campaña para reinstalar una base yanqui en Ecuador. 
 Abajo las sanciones y provocaciones contra Venezuela. Fuera el imperialismo. Por la unidad socialista de América Latina. 

 Gustavo Montenegro

Díaz-Canel: La unidad que necesitamos hoy es la de quienes discuten fuerte, pero marchan juntos


sábado, 13 de diciembre de 2025

Los dos años de Milei


El 10 de diciembre de 2023, Javier Milei le señaló al capital financiero internacional y a la burguesía argentina cuál sería el propósito central de su gobierno: ni más ni menos que la “puesta en valor” de la deuda pública argentina, asegurando su repago y, en perspectiva, el cumplimiento de los grandes vencimientos de capital pactados por los Fernández y Martín Guzmán en 2020. Ese reconocimiento de la deuda usuraria, por parte de los “nacionales y populares”, implicaban pagos por 20 a 25.000 millones de dólares a partir de 2026, durante al menos un lustro. La misma importancia revestía la deuda pública interna, con la diferencia de que esta debía ser remunerada y reciclada desde el mismo día de la asunción. Para llevar adelante este propósito, Milei le ofrendó al capital una cuestión central: avanzar en una contrarrevolución social y laboral en el país. 
 A los acreedores de la deuda, en definitiva, se les ofreció la garantía de un presupuesto público progresivamente “liberado” de salarios estatales, jubilaciones, gastos sociales y obra pública. Sobre esa base, Milei y Caputo apostaron a un ingreso de capitales que provendría de los fondos financieros primero y, luego, de las inversiones directas en la minería y los hidrocarburos, para quienes crearon un régimen extraordinario de exenciones de impuestos. Sobre esa base, el Gobierno prometió que el Estado y la burguesía argentina volverían al crédito internacional. 
 El azar hizo que los resultados de esta tentativa se revelen en el “día del segundo aniversario”. El gobierno que debe reunir 20.000 millones de dólares para los vencimientos de 2026; que había anunciado una cifra similar por un megapréstamo de bancos internacionales, e incluso una “línea abierta” de crédito del Tesoro norteamericano por ese monto, acaba de lanzar una licitación de deuda por… 1.000 millones, para devolver en un corto plazo -algo más de tres años- y con una tasa de interés efectiva que estará por arriba del 10 % anual en dólares. Pero la prima de los eventuales inversores será superior, porque el Gobierno les ha desarmado varias regulaciones cambiarias para facilitar la operación. La colocación de deuda se regirá por ley local: el propósito es eludir a la ley vigente, que obliga a que las refinanciaciones de deuda con jurisdicción extranjera mejoren a los compromisos vigentes en términos de plazo, tasa de interés o capital adeudado. Es probable que la emisión de hoy no reúna ninguna de estas condiciones. Caputo y Milei, por lo tanto, están “viviendo al día”. Ni el Estado ni la burguesía argentina han recuperado su capacidad de financiamiento. Detrás de esta improvisación, la remuneración de los capitales especulativos atraídos por el “modelo” libertario consumieron dos años de superávit comercial, un blanqueo y un nuevo préstamo del Fondo Monetario, que debió ser activado este año ante la evidencia de que Argentina marchaba a una nueva cesación de pagos. 

 Crisis del Estado y crisis del capital

 Antes de que el Gobierno acudiera nuevamente al Fondo Monetario, tuvo lugar un reguero de concursos de acreedores y quiebras entre grupos estratégicos de la gran burguesía, como los que operan en el agronegocio (Grobo, Agrofina y otros). El denominador común de estos casos es el apalancamiento con préstamos en dólares que no se pudieron afrontar, por la declinación del mercado interno, en algunos casos, y el impasse de un mercado internacional surcado por la sobreproducción, la guerra comercial y la caída de los precios. Las corridas cambarias de este año, con disparada del riesgo país incluida, pusieron de manifiesto que el régimen económico de Milei-Caputo había entrado en terapia intensiva. En el medio, la operación de los mesadineristas se cobraba un fantástico retroceso de las fuerzas productivas: el instituto Germani acaba de estimar una caída del empleo registrado que supera largamente los 300.000 puestos formales; la economía se encuentra, de conjunto, en los niveles de “salida de pandemia” (2022). El retroceso social, educativo y sanitario es extendido. La operación de rescate de Bessent y Trump ha servido para hacer zafar a Milei-Caputo de las elecciones de medio término, pero ella misma ha perdido oxígeno en las últimas semanas: a nadie escapa que el financiamiento de Argentina, incluso a cuentagotas, es una puerta giratoria que, en términos de comercio internacional, está asegurando un flujo extraordinario de importaciones... desde China. Esto es justamente lo que pretendía evitar el “alineamiento sin condiciones” con Trump y el rescate financiero. Un exdirector del FMI, Alejandro Werner, acaba de advertir que Bessent y Trump no le colocarán dos veces el respirador artificial a la Argentina. A dos años del “rodrigazo” de diciembre de 2023, el capital financiero le reclama a Milei un nuevo rodrigazo para juntar los dólares que no tiene. Pero lo que Milei no tiene, por sobre todas las cosas, son los recursos políticos para bancar una conmoción inflacionaria. 

 Un “orden” muy precario 

Aunque no puede ofrecerles a sus mandantes una normalización financiera, en el balance de los dos años Milei les ofrece “la recuperación de la calle” y el “fin de los piquetes”. Es una “conquista” recurrentemente desafiada por las marchas educativas, universitarias, de jubilados y muchas otras. El protocolo represivo de Bullrich se ha ensañado con los desocupados o con demostraciones pequeñas, pero ha tenido que recular cuando las manifestaciones revistieron un carácter masivo. Sobre los Milei y sus esbirros campea el fantasma de las grandes huelgas y rebeliones populares que han terminado con gobiernos enteros. El único acatamiento de la calle que ha funcionado en el bienio libertario es el de la burocracia sindical, con su inmovilismo la mayoría de las veces y, cuando ha salido, a través de movilizaciones “de vereda”. En cualquier caso, la burocracia ha sido un peso muerto: las luchas obreras, que no han cesado ni un momento en estos dos años, se abrieron paso con independencia de los cómplices sindicales de Milei. 
 Nadie fue más claro que Donald Trump para caracterizar el contenido de la victoria electoral libertaria: “Perdía, salí a apoyarlo y ganó”. El sostenimiento fundamental de Milei se encuentra hoy en el régimen de Trump, para quien Milei es un mandadero de sus aventuras militares, presentes o futuras, en el continente. En el plano interior, la “fuerza” de Milei reside en haber colectado un elenco variopinto de tránsfugas políticos y lúmpenes, siempre dispuesto a fracturarse por diferentes corruptelas. Llamarle “primera minoría” a ese rejunte es presuntuoso. La fortaleza que Milei quiere presentar en el Congreso no pasa de querer librarse de un juicio político y, naturalmente, no está garantizada. El gobierno libertario marcha al reforzamiento de un régimen de poder personal, al que quiso blindar haciendo ingresar al jefe del estado mayor del ejército al gabinete nacional. En las condiciones de una crisis financiera irresuelta y de una tensión social creciente, ese régimen de arbitraje personal es el fermento característico de las rebeliones populares de Argentina.
Milei sólo ha sido sistemático en la explotación de una crisis política de alcance histórico. Es la que corroe al peronismo y que precede al propio gobierno libertario. Milei ha sido el producto de la extraordinaria descomposición del gobierno de Alberto y Cristina Fernández, que transcurrió sus últimos dos años en virtual vacancia política. Milei vive todavía del crédito de ese derrumbe político, del cual se sirve para anudar complicidades -gobernadores, burócratas- o, simplemente, asegurarse el inmovilismo del lado de la supuesta oposición. 
 Milei ha decidido pasar el segundo aniversario fuera del país, allí donde cree contar con su mayor fortaleza: en la banda de fascistas que apoyan una política de guerra internacional contra las masas bajo la batuta de Trump. En este caso, se fue a celebrar el premio Nobel a Corina Machado, o sea, a apoyar una invasión imperialista a Venezuela bajo la pátina de la “democracia”. Pero acá también pisó en falso: Machado no llegó al estrado, en medio de las protestas antiimperialistas contra una invasión a Venezuela. Si el destino de Milei se juega con Trump, entonces es un destino ultraprecario, porque el magnate yanqui se encuentra bajo el fuego cruzado de las disputas con los otros bloques imperialistas, las divisiones en la propia burguesía americana, las movilizaciones internacionales contra la guerra y con su propio país semiinsurreccionado.
 ¿Es muy diferente el ´estado de situación´ de la Argentina? Las terminales de colectivos, las grandes acerías, los parques industriales, las barriadas, están en estado de emergencia. La reforma laboral con la que Milei quiere dar el puntapié inicial de la segunda mitad de su mandato abre una guerra declarada entre el capital y la clase obrera. Los explotados argentinos tienen todos los motivos y reclamos para hacer oír su voz. 
 El peronismo fracasado ha hecho del “emparchado” aniversario de Milei un muro de los lamentos. Pero lo que tenemos por delante es un período extraordinario de crisis, luchas de clases y desplazamientos políticos, que deben ser orientados con una política socialista. El desenlace irrevocable que le espera a los Milei y Caputo es inseparable del impasse que atraviesa el capitalismo en su conjunto, en medio de guerras, genocidios, crisis financieras y, sin duda, revoluciones sociales. 

 Marcelo Ramal
 10/12/2025

miércoles, 10 de diciembre de 2025

“Tecnofeudalismo”, el credo del inmovilismo ante la decadencia capitalista y la guerra


Yanis Varoufakis fue ministro de Finanzas del gobierno izquierdista griego de Siriza, que protagonizó en 2015 una capitulación histórica ante la troika del FMI, el Banco Europeo y la Comisión Europea. El ajuste para pagar la deuda pública, que Syriza y Varoufakis aceptaron, le valió a la clase obrera y a los explotados griegos un retroceso social e incluso humanitario sin precedentes. Desde entonces, Varoufakis ha repartido su tiempo entre conferencias y textos dirigidos a justificar aquella capitulación. Recientemente, se ha destacado por caracterizar al actual orden capitalista como un tecnofeudalismo, en relación al lugar de las grandes corporaciones digitales en la economía mundial. Ya nos ocupamos de ello en estas páginas (El capital digital no es “tecnofeudalismo” - Política Obrera). Pero en un reciente artículo publicado en el portal UnHeard”, Varoufakis va más lejos: presenta a ese capital digital como una forma de centralización económica estatal (“Las grandes tecnológicas son los nuevos Soviets-Ahora vivimos en una economía planificada” - UnHeard).
 Varoufakis asegura que “las siete magníficas” -Apple, Google, Meta, Nvidia, Amazon, Microsoft y Tesla- han creado “un nuevo tipo de capital (que) destruye los mercados, el hábitat del capital”. Citando a alguno de los CEOs tecnológicos, el economista griego señala que estas firmas “no sólo han eliminado la competencia para monopolizar, sino que han eliminado el mercado mismo”. A partir de allí, Varoufakis se entretiene describiendo al consumidor “prisionero” de las big tech, que han extendido sus tentáculos hasta dominar, por medio de las páginas de retail (compraventa de productos de consumo final), a los diferentes circuitos de distribución y venta de mercancías. De todos modos, para caracterizar al retail digital como una “extinción del mercado” Varoufakis no necesitaba esperar a las big tech: bastante antes de ellas, el supermercadismo representó una formidable concentración del capital comercial. 
 Desde el punto de vista del proceso del capital en su conjunto, la centralización del capital mercantil ha conducido a una fuerte reducción de los gastos de circulación. Pero ni los monopolios digitales, ni otras formas anteriores de centralización del comercio, abolen “al capitalismo y al mercado”, como pretende Varoufakis. Marx ya había observado que la concentración del capital progresa de un modo contradictorio, por un lado, agrupando el capital en núcleos cada vez más poderosos y, en ese trabajo, promoviendo la emergencia de nuevos capitales y ramas en los intersticios del gran capital. Mucho después, Lenin caracterizó al capital monopolista no como el “fin del mercado” sino como una forma “más aguda y exacerbada” de la competencia, donde la disputa por los mercados conduce al choque político y militar entre los estados nacionales que albergan a las corporaciones capitalistas. 
 Varoufakis, en cambio, nos presenta al reinado de las “Siete Magnificas” digitales como una “economía planificada”. Sin decirlo, reitera la posición de la socialdemocracia reformista y revisionista de finales del siglo XIX, que caracterizaba a la emergencia de los monopolios como una armonización del mercado mundial bajo la dirección del capitalismo, en extremo, como lo llegó a señalar Kautsky, un “monopolio único”, donde el capitalismo termina con la anarquía mercantil y extiende la planificación y organización industrial empresarial desde la fábrica al conjunto de la vida social. Naturalmente, este derrotero de armonía excluía la posibilidad de las guerras. Es significativo que, en su texto, Varoufakis apenas roce la cuestión de la guerra. Sólo señala, al pasar, que las Big Tech han intervenido en las operaciones de inteligencia militar en Ucrania o en Gaza. Pero no caracteriza a la guerra mundial como manifestación de la decadencia capitalista y del estallido de las contradicciones de un régimen social agotado. Sólo bajo ese prisma puede caracterizarse el lugar histórico de los monopolios digitales. Desprovisto de él, Varoufakis es sólo una colección de informaciones manipuladas y desaciertos conceptuales. 
 En primer lugar, la presentación de las Big Tech como una “economía planificada” omite la feroz competencia existente entre las propias tecnológicas por la captura de los mercados donde intervienen. Hasta hace poco tiempo, por los smartphones o las computadoras. Ahora, en torno del desarrollo de la inteligencia artificial, los motores de búsqueda o el propio rubro de retail (venta minorista) Entre otros casos, puede citarse la disputa de Amazon con e-Bay, Wall Mart, Ali Baba o la china Temu por el retail; entre Tesla y el coloso chino BYD, por el mercado de autos eléctricos; en la IA, la guerra de declarada por la china DeepSeek contra las Big Tech americanas, que generó a comienzos de año un terremoto bursátil en Wall Street. No hay en esto nada parecido al “fin del mercado” o de la competencia-mucho menos una “planificación”-. 
 En ausencia de ese análisis, Varoufakis se concentra en denunciar la manipulación que ejerce el capital digital sobre los consumidores -“el algoritmo te ha entrenado para conocerte mejor (…) conoce tus hábitos de gasto”. Varoufakis alude al modo como las tecnológicas orientan la información y las promociones que llegan a cada potencial comprador, en base a sus conductas anteriores de consumo. Pero en esto, no hay nada que los monopolios de consumo masivo no hayan ejercido antes a través de diversas maniobras; la publicidad, los estudios de mercado, los incentivos a la compra de determinada marca, y la lista podría ser interminable. Al quejarse por las manipulaciones en la “nube”, Varoufakis se erige como un defensor tardío de la tesis de la “soberanía del consumidor”, algo que no ha existido nunca bajo el capitalismo -sea éste digital o analógico-. Varoufakis se ha intoxicado con una de las principales tesis de los economistas académicos, a saber, la de los mercados que funcionan ´desde la demanda´. La presentación de la vida social como un “universo de consumidores” es funcional a la mayor mistificación del orden social vigente: presentar al vinculo mercantil como una relación entre iguales y, por lo tanto, como la consagración de la libertad humana. En cambio, Marx señalaba que “en la libre competencia no se pone como libres a los individuos, sino que se pone libre al capital”. Varoufakis Invoca la “libertad de consumir” del pequeño burgués ofuscado, sin tomarse el trabajo de liberar a la sociedad humana del yugo del capital.
 En oposición a esa ficticia primacía del consumo, el marxismo demostró que las necesidades humanas no son una entelequia: se encuentran históricamente condicionadas por el desarrollo de las fuerzas productivas. O sea, la producción condiciona al consumo, y no al revés. “El hambre es hambre, pero el hambre que se satisface con carne guisada, cuchillo y tenedor, es un hambre muy distinta del que devora carne cruda con ayuda de manos, uñas y dientes”, sostuvo Marx en los “Elementos fundamentales para la Crítica de la Economia Política”. Varoufakis brama por el despotismo del gran capital sobre el consumidor atomizado, sin cuestionar las bases sociales de esa manipulación -el monopolio capitalista de los medios de producción-.
 El capital comercial abocado a la distribución de mercancías de consumo final asimiló, tardía pero certeramente, las leyes que la competencia capitalista le había impuesto al capital industrial: la división técnica del trabajo, la potenciación del trabajo vivo por medio de la ciencia y la técnica aplicada al proceso de trabajo; la articulación a gran escala. Pero la planificación rigurosa que rige al interior del capital mercantil no puede confundirse con el “fin del mercado” o la planificación económica, como lo hace groseramente Varoufakis. El “orden” de los grandes capitales comerciales, digitales o no, termina en el punto exacto donde comienza el mercado. Las tecnológicas no suprimen la anarquía mercantil, como cree Varoufakis: solo la potencian a una escala superior. Las paginas web y los centros comerciales están pletóricos de mercancías invendibles y, por lo tanto, no evitan la tendencia a la crisis y a la sobreproducción. Cuanto más estricta y organizada es la articulación de la producción y el comercio al interior del monopolio capitalista, más brutales son los choques entre las diferentes corporaciones por prevalecer en el mercado. 
 Varoufakis, en definitiva, ha decretado el fin de la competencia; allí donde ésta se expresa asoma en su forma más encarnizada.

 Big Techs y Gosplan 

Queda claro, a partir de lo anterior, el absurdo de llamar a los modelos de negocio de las Big Tech como “sistemas de planificación económica que conectan a vendedores y compradores, fuera de cualquier cosa que se asemeje a un mercado”. Varoufakis escribe una contradicción en sus términos, porque una conexión de “compradores y vendedores” no tiene nada que ver con una economía planificada, sino, justamente, con un….mercado. Esa “conexión” une hoy a los compradores con Amazon o Mercado Libre. Ayer, lo hacía con los supermercados; más atrás, la “conexión” se producía en la feria del barrio, o sea, en la feliz idea de reunir a todos los puestos de venta en un mismo perímetro, algo que a nadie se le ocurriría equiparar con una forma de socialismo. La articulación de “compradores” y vendedores” corresponde al capitalismo y al mercado. El regulador social de esa conexión es la ley del valor. Por el contrario, una “economía planificada” en el marco de un estado obrero desarrollaría un equilibrio entre la producción y las necesidades sociales sobre bases sociales antagónicas -y sobre la violación conciente de la ley del valor-. Si, en ese cuadro, sobreviven aún las relaciones mercantiles o los propios precios, ello se deberá principalmente a la presión del mercado mundial capitalista sobre el estado obrero. La burocracia stalinista fue el vehículo conciente de esa presión contra las masas soviéticas, y sobre esa base constituyó su status privilegiado de casta parásita. Pero para Varoufakis, la burocracia sería “feudalista”; los usurpadores del Estado obrero revestirían un carácter precapitalista. Varoufakis no nos dice desde cuándo regiría ese “feudalismo soviético”. Es una forma sinuosa de gambetear una definición política sobre la Revolución de Octubre y su usurpación posterior . Cuando liquidó las bases sociales del Estado Obrero, la burocracia adquirió una forma social muy definida, la de una oligarquía capitalista. Lo que los Estados de la OTAN le confiscaron a esa oligarquía, al inicio de la guerra de Ucrania, no son tierras o títulos nobiliarios, sino 500.000 millones de dólares de capital monetario, trabajo no retribuido a los obreros rusos. Vaorufakis despacha a “los Soviets” con una frase que podría haber tomado de los libros de Mises o Hayek: el “fracaso del experimento soviético”. Quiere encerrar a una de las mayores revoluciones de la historia humana adentro de la probeta del académico o de la política pequeño burguesa, para quienes las masas son un campo de maniobras en función de la defensa de sus privilegios sociales. Sería bueno que Varoufakis caracterizara a su propio “experimento” woke, o sea, a la convalidación de un ajuste que llevó a la clase obrera griega a la peor condición de su historia.
 Atormentado por las “Tecnos”, Varoufakis ensaya una explicación digital para el “frustrado experimento soviético”: el Gosplan no fue exitoso, nos dice, …”porque carecía de los algoritmos, centros de datos y fibras ópticas” que existen hoy. Una explicación tecnológica de la degeneración del estado obrero y de la restauración capitalista, la cual, por cierto, ni siquiera es original. Varios izquierdistas contemporáneos -incluso “trotskistas” argentinos- se anotan en la lista de los que han mandado al tacho al proceso histórico vivo y a la lucha de clases para juzgar el derrotero de la revolución de Octubre. Bien mirada, esta explicación “digital” lleva a considerar a la revolución de 1917 como un error histórico, porque habría carecido de la tecnología necesaria para emprender la planificación (ver. https://politicaobrera.com/revista/12919-la-escuela-austriaca-y-sus-criticos-de-izquierda). Pero Varoufakis no dice -o desconoce- que la burocracia stalinista fue enemiga acérrima de la programación y de sus científicos y matemáticos, a quienes persiguió. La planificación -y las propias herramientas tecnológicas- chocaban con la arbitrariedad de la burocracia, y no al revés. 
 La alusión denostativa a “los Soviets”, en definitiva, le sirve a Varaoufakis para dejar en claro que no levanta perspectiva socialista alguna frente a la presente crisis mundial. 

 Fin del capitalismo 

Naturalmente, si no está planteada la abolición del capitalismo es porque, para Varoufakis, las “big tech” ya se han tomado el trabajo de hacerlo. Pero el economista griego ni siquiera se ha asomado a la verdadera conexión existente entre las Big Tech y la abolición del capitalismo.
 Para denostar al capital digital, Varouafakis diferencia al “capital de Edison y Ford (que) era “productivo” -coches, electricidad, turbinas- del “capital de la nube de Jeff Bezos, que no produce nada, excepto el enorme poder de encerrarnos en su feudo de nube”. Romantiza al “capital productivo” y al hacerlo, manipula la historia. Como capitalista, Edison dejó el lugar de inventor independiente para convertirse en expropiador de invenciones ajenas, producidas por sus técnicos asalariados. Para constituir una corporación en regla, se asoció con alguien “no productivo”, el J.P. Morgan. Ford, en cambio, rechazó financiarse a través de bancos, pero ello le valió un estancamiento y su desplazamiento relativo del mercado. Más allá de este hecho, el “productivo” Ford era un fascista inveterado, y le enviaba fondos a Hitler en los años 30. Ya pasando a las Big Tech, Musk y Tesla están en el mercado de los “productivos” autos eléctricos, no solo en la nube. Por otra parte, y para potenciar el “capital en la nube”, todas ellas deben proveerse fuentes energéticas y de minerales -capital productivo- para acelerar su expansión. Varoufakis, en este punto, nos pasea por el macaneo liso y llano. 
 Como ocurre con los economistas vulgares, sustituye la forma social del proceso capitalista -la explotación del trabajo asalariado por el capital- con alguna diferenciación de tipo físico material -bienes, servicios o, en este caso, algoritmos-. Marx, en cambio, desarrolló la unidad entre producción y consumo, por un lado, y entre las diferentes formas funcionales del capital -productivo, comercial, monetario- del otro.
 La producción capitalista de algoritmos, programas y otras formas del conocimiento objetivadas como capital sólo cobra sentido como formas de potenciar el rendimiento del trabajo para la producción de mercancías, cuyo último destino es el consumo humano. En el final de la cadena de la IA existen alimentos, vestimenta, necesidades humanas directas. Naturalmente, esa nueva potencia productiva acentúa el abismo existente con el consumo siempre limitado de las masas. Desde el punto de vista del carácter del capital invertido, la definición “Inteligencia Artificial” es en sí misma mistificadora, porque la Inteligencia está asociada al carácter creador y conceptual del trabajo humano vivo -otra cosa es la posterior vinculación de los conceptos o informaciones previamente elaborados por la mente humana a través del uso de algoritmos-. Lo primero, es capital creador de valor -capital variable-. Lo segundo, o sea, la mal llamada “Inteligencia” Artificial, es trabajo humano objetivado, o sea, capital constante. El desarrollo de la IA comporta un salto extraordinario en la proporción de trabajo pasado o muerto -no creador de valor- respecto del trabajo vivo. La conclusión de todo esto es la acentuación de las contradicciones que conducen al capitalismo a las crisis: un exceso de capital -sea bajo la forma de mercancías, de medios de producción o de capital dinerario- para las posibilidades de valorización a la tasa de ganancia reclamada por los capitalistas. En una economía dominada por el capital ficticio -o sea, por valores y pagarés fundados en meras promesas de beneficios futuros- el derrotero de estas crisis es el estallido de las burbujas bursátiles. Esto es lo que los analistas prevén, precisamente, en relación al actual boom de las IA. Mal que le pese a Varoufakis, las Big Tech no serán parteras de un “nuevo orden” o planificación económica, sino de una gran crisis capitalista.
 Pero las IA y la economía digital son, al mismo tiempo, una poderosa señal del agotamiento del capitalismo como organización social: la liquidación del tiempo de trabajo como regulador social del valor, a partir del aumento fantástico en el propio rendimiento del trabajo, convierte a la economía de mercado y a la ley del valor en un trasto. “Lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que éste trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva, general , su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social”, (Marx, Grundisse, escribió esto a casi doscientos años de la IA…). Al llegar a este estadio, la sobrevivencia del capitalismo reposa en el empeño brutal por sostenerlo por parte de la clase que se sirve de un orden social agotado. Esa tentativa se traduce en despotismo político, guerras, masacres y genocidios. 
 La concentración de la producción y el mercado digitales crean las premisas de una extraordinaria socialización del trabajo. En las gigantescas estructuras articuladas de Amazon, Meta o Google están las bases para una reorganización socialista. Pero la reasunción social de ese fantástico acervo exige la “expropiación de los expropiadores”, la conquista del Estado y del poder político por parte de la clase obrera. 
 Cuando Varoufakis compara a las Big Tech con los soviets, lo que nos pone de manifiesto es su oposición cerril a que la actual crisis mundial conduzca a una salida revolucionaria. Para Varoufakis, el mundo ha quedado en manos de una suerte de Gran Hermano digital e imbatible. Es una forma de justificar el inmovilismo y el conservadurismo políticos: lo único que resta es perorar a favor de un capitalismo “sano” -una suerte de impotente vuelta al pasado-. En el plano político, el ataque simultáneo a las Big Tech y a “los Soviets” es una forma sinuosa de acomodarse al imperialismo europeo, en momentos en que éste rumia su fastidio frente a los arreglos de Trump y de Putin. En la guerra mundial, la izquierda democratizante de Europa juega en el campo de su propio imperialismo, el cual funge de “democrático” mientras se rearma hasta los dientes.
 De cara a la crisis mundial, los Varoufakis esconden la cabeza. Califican a la corriente política y empresarial del fascismo internacional como tecnofeudal, para no emprender una lucha contra el capitalismo; oponen a las Big Tech con un capitalismo pasado pretendidamente competitivo o “productivo”, al que quieren resucitar con regulaciones o exhortaciones. Pero las contradicciones planteadas por el capital digital miran hacia adelante, no hacia atrás: el dilema planteado es entre la guerra y la barbarie, de un lado, y el socialismo del otro. La clase obrera y la humanidad no necesitan “algoritmos”, éstos ya existen; sólo deben serle arrebatados al capital. Lo que necesitamos es un partido, o sea, la comprensión histórica de las tareas por delante a través de un programa y una organización. 

 Marcelo Ramal 
 07/12/2025

martes, 9 de diciembre de 2025

La versión venezolana de la llamada Trump-Maduro


La confiscación de CITGO y la crisis del Pentágono por el crimen de los náufragos. 

 Los voceros de Maduro ahora desmienten las filtraciones realizadas el lunes de la semana pasada por Reuters sobre el supuesto contenido de la llamada que tanto Trump como Maduro confirmaron haber mantenido el 21 de noviembre durante 15 minutos. 
 Según Reuters, en esa conversación Trump le había impuesto un ultimátum a Maduro hasta el viernes siguiente para que dejara el poder. Sin embargo, los comentarios públicos de Trump sobre esa charla se limitaron a decir que “no fue ni buena ni mala, solo una llamada”. 
 Los voceros del presidente venezolano recién este sábado comenzaron a desmentir la versión de Reuters, al afirmar que la conversación transcurrió con cierta cortesía y que incluso se habló de la posibilidad de realizar un encuentro presencial entre ambos mandatarios. Según esta versión, los trascendidos falsos de Reuters tuvieron por finalidad calmar a los gusanos encabezados por Marco Rubio, furiosos por la llamada.
 El gobierno de Trump también quedó en ridículo el miércoles pasado al pedirle al gobierno venezolano autorización para retomar los vuelos de extradición de migrantes venezolanos, apenas tres días después de haber declarado —unilateralmente y fuera de todo derecho— cerrado el espacio aéreo venezolano. 
 Al respecto, Maduro también tuvo una conversación con Erdogan, el presidente de Turquía, en la que acordaron que retomaría los vuelos, en lo inmediato, la línea aérea de ese país. 
 Las autoridades venezolanas no ordenaron en ningún momento detener los vuelos y declararon que incluso los bombardeos a las barcazas que ha efectuado el Comando Sur en el Caribe nunca fueron en el mar venezolano, sino en aguas internacionales. 
 Según voceros del gobierno venezolano, las filtraciones de Reuters también podrían ser una gran cortina de humo para tapar la expropiación y el robo flagrante que tanto los gobiernos norteamericanos como el exgobierno paralelo de Juan Guaidó cometieron sobre CITGO, y que se terminó de consumar esta semana.

 El saqueo de los activos venezolanos 

CITGO Petroleum Corporation, el principal activo de la República Bolivariana de Venezuela en el extranjero, era la filial norteamericana de Petróleos de Venezuela (PDVSA), una empresa de refinación, transporte y comercialización que en Estados Unidos gestiona tres grandes refinerías y una red de 14.885 estaciones de servicio, y que tiene capacidad para refinar 800.000 barriles diarios.
 Esta semana, la corte de Delaware —paraíso fiscal sin controles ni impuestos— aprobó la venta forzosa de las acciones de la empresa para repartir el producto de la subasta —con un oferente elegido a dedo— entre múltiples acreedores. El robo fue alevoso, ya que se otorgó al oferente por 5.900 millones de dólares un activo valuado entre 30.000 y 40.000 millones. El proceso judicial en Estados Unidos se originó por demandas de acreedores, encabezados por la minera canadiense Crystallex, que reclamaron indemnizaciones por expropiaciones realizadas por el gobierno de Chávez. 
 Esta fue la culminación de un proceso de despojo que comenzó con el reconocimiento internacional del gobierno de Juan Guaidó en 2019 por parte de Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA. Hay 1.600 personas comandadas por Guaidó y Machado que cobraban hasta ahora sueldos —del dinero confiscado a CITGO— en carácter de miembros del gobierno de Venezuela en el exilio. Recibían un sueldo directamente desde Washington. CITGO es el origen de la fuga de millones de dólares que han desaparecido. No lo dicen los bolivarianos, sino sus propios socios en el negocio. Lo dijo Julio Borges, un exsocialdemócrata de Acción Democrática que, tras saltar por múltiples partidos, finalmente recaló como canciller infiel de Guaidó: “Debemos pasar los bienes a un fideicomiso para evitar que la plata de los venezolanos vaya a las cuentas bancarias de Guaidó” (Tiempo Argentino, 6/12).
 La venta forzada de CITGO ocurre cuando ya —pasadas las elecciones— Guaidó y sus funcionarios no tienen argumentos para seguir manejando sus finanzas. A CITGO se suma la expropiación de las 31 toneladas de oro venezolano confiscadas en Londres por el Banco de Inglaterra, el avión carguero de Conviasa confiscado en Argentina por el gobierno de Alberto Fernández y Monómeros, una petroquímica binacional colombo-venezolana usurpada por los gobiernos derechistas de Colombia —y que luego fue devuelta por el presidente Gustavo Petro—.

 Crisis en el Pentágono por el asesinato de los náufragos

 De los 23 ataques a barcazas que el Comando Sur realizó en el Pacífico y en el mar Caribe, el único que le está trayendo complicaciones a Trump es el del 2 de diciembre, cuando ocurrió un segundo ataque para rematar a dos sobrevivientes que flotaban en el agua alrededor de la barca prendida fuego. Hasta los republicanos están cuestionando este accionar, probablemente porque les permite desligarse de los hechos sin acusar directamente a Trump, ya que, aunque consideren legales los ataques en el mar, atacar enemigos a la deriva es considerado un crimen de guerra. 
 Todo el asunto es de una hipocresía despampanante, ya que Estados Unidos no le declaró la guerra a ningún país, razón por la cual todos son asesinatos ordinarios; y si lo hubiera hecho, las 83 ejecuciones en su totalidad también serían crímenes de guerra por la desproporción de la fuerza. El Pentágono no ha presentado ni una sola prueba de que alguna de las 23 barcazas haya contado con armas. El argumento que esgrime Washington es que las barcazas transportan drogas letales para los estadounidenses —de lo cual tampoco hay pruebas—, y todas las operaciones estarían avaladas por un memorándum secreto de la Oficina del Asesor Legal del Departamento de Justicia. Pero no hay ni declaración de guerra ni justificación legal para un ataque a gente desarmada y sin pruebas, y absolutamente todo queda desmentido por la capacidad de navegación de las barcazas, que hace imposible un viaje desde allí hasta las costas estadounidenses por la distancia a recorrer. 
 Sin embargo, la hipocresía de la burocracia norteamericana les permite cuestionar el asesinato de los dos náufragos, lo cual fue suficiente para desatar una crisis que pide un fusible: la pelota se la están tirando entre el llamado “ministro de Guerra” Hegseth, que impartió la orden, y el almirante Bradley, que la ejecutó. Mientras tanto, Hegseth acumula problemas legales y políticos. Además de su responsabilidad en los ataques, una investigación interna del Pentágono lo halló culpable de utilizar la aplicación Signal en su dispositivo personal para transmitir información confidencial sobre operaciones en Yemen, poniendo en riesgo a las fuerzas estadounidenses. (The New York Times, 3/12)
 Además, el 12 de diciembre el jefe del Comando Sur debe dejar el cargo, al que ya había renunciado hace meses por desacuerdos con los operativos. Asumirá en su lugar el teniente general Evan L. Pettus, de la Fuerza Aérea. El viernes pasado, el gobierno de Trump publicó su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, en la que se refirió explícitamente a la doctrina Monroe —América para los americanos— y habló de frenar la migración indocumentada, combatir el narcotráfico y expandir la presencia estadounidense en el hemisferio occidental. Como para Occidente Trump entiende América, queda claro que Washington profundizará su ofensiva en la región, pero sin cohesión y plagada de contradicciones.
 El sábado, miles de estadounidenses se movilizaron contra la guerra en Venezuela. También hubo movilizaciones en ese sentido en Chile, México, Puerto Rico, República Dominicana, España, Colombia y el País Vasco. En cambio, las movilizaciones convocadas por María Corina Machado a favor de la invasión fueron raleadas de asistentes. Una de las mayores fue en Buenos Aires, con menos de 500 personas, y contó con la participación de Patricia Bullrich, es decir, con el apoyo del gobierno nacional. En Madrid, apenas llegaban a 30. El ataque del Comando Sur en el Caribe no es contra Maduro, sino contra toda América Latina.

 Aldana González 
 08/12/2025

domingo, 7 de diciembre de 2025

“No queremos ser carne de cañón”: la juventud alemana rechaza la reintroducción del servicio militar


El parlamento aprobó un plan de reclutamiento. Francia seguirá el mismo camino. 

 A fines de noviembre, el jefe de las fuerzas armadas francesas, Fabien Mandon, desató un tembladeral con sus declaraciones a favor de preparar a la juventud para la guerra. “Si nuestro país flaquea, porque no está dispuesto a aceptar perder a sus hijos, a sufrir económicamente… si no estamos preparados para eso, entonces estamos en peligro”, señaló (negritas nuestras).
 No se trata de un exabrupto: el gobierno de Emmanuel Macron aplicará un servicio militar voluntario a partir de 2026, dirigido a jóvenes mayores de 18 años. Los inscriptos recibirían entre 900 y 1.000 euros mensuales por diez meses de entrenamiento y el programa arrancaría con entre 2 mil y 3 mil personas, para ir elevándose hasta las 50 mil en 2035. El argumento principal para este reclutamiento es el riesgo de una guerra con Rusia.
 Tampoco es una peculiaridad francesa. El parlamento alemán votó este viernes 5 un proyecto por el cual se enviará un formulario de respuesta obligatoria a hombres y mujeres mayores de 18 años para evaluar sus habilidades para el servicio militar. La idea es sumar 5 mil reclutas. Si no se alcanza esa cifra de manera voluntaria, se procederá a un sorteo cuyo resultado será de cumplimiento obligatorio. 
 Esta reintroducción –bastante insidiosa- del servicio militar obligatorio en la principal potencia de Europa recibió una respuesta inmediata de la juventud. Este viernes 5 hubo protestas, paros estudiantiles y movilizaciones en 90 ciudades, bajo el lema “No queremos ser carne de cañón”. Algunas encuestas indican que más del 60% de los jóvenes rechazan el servicio militar. 
 En Bélgica, el gobierno derechista de Bart de Weber también prepara su propio reclutamiento, por ahora voluntario, a cambio de 2 mil euros mensuales. Lo mismo que Polonia, que aspira a formar 100 mil jóvenes al año para 2027. Pero los países que inauguraron la nueva tendencia fueron Lituania y Letonia, dos naciones bálticas, que reintrodujeron el servicio militar obligatorio en 2015 y 2023, aduciendo la amenaza rusa. 
 Estas campañas de reclutamiento se dan en paralelo a un reforzamiento de los presupuestos militares, que tienen como contracara un fuerte ajuste en el gasto social. La Otan votó en su última cumbre llevar el gasto militar al 5% del PBI para 2035, a raíz de una propuesta del candidato a premio Nobel de la paz, Donald Trump. 
 Ahora viene la etapa de adecuación a esos objetivos. El presupuesto 2026 de rearme en Italia desató –este 28 de noviembre- un paro con movilizaciones de centrales sindicales combativas, como SI Cobas y la USB. 
 Antes que esto, la Unión Europea preparó el terreno con una pérfida campaña publicitaria en la que se explica a la población cómo armar un “kit de supervivencia” para sobrevivir 72 horas ante emergencias naturales o guerras. 
 En resumen, los gobiernos capitalistas e imperialistas europeos enfrentan a la juventud cada vez de manera más desembozada a la lúgubre perspectiva de morir en las trincheras y “sufrir económicamente”. Tras la experiencia devastadora de dos guerras mundiales, el capitalismo nos acerca a una tercera. Y a pesar de ello, Milei y compañía insisten en su panegírico de este régimen social que solo ofrece conflictos bélicos, pandemias, desigualdad social creciente y miseria.
 El camino lo marcan los estudiantes alemanes: no ser carne de cañón de los intereses imperialistas. Derrotemos a los gobiernos del ajuste, la represión y la guerra. 

 Gustavo Montenegro

sábado, 6 de diciembre de 2025

El ultimátum de Trump a Venezuela


Milei reclama a la Corte Penal Internacional el arresto de Maduro. 

 Este martes circularon trascendidos sobre la conversación que Donald Trump mantuvo con Nicolás Maduro el 21 de noviembre pasado.
 Hasta ahora, ni desde Washington ni desde Caracas se había brindado información sobre el contenido de la charla; solo había especulaciones. 
 En la conversación, que duró 15 minutos, se habría discutido un encuentro entre ambos mandatarios que finalmente no se concretó, lo cual -según medios como El País- habilita a pensar que “puede ser un primer paso para continuar con el diálogo”. Sin embargo, en esa misma comunicación también existió un ultimátum que Trump habría dado a Maduro para que dejara el país. El venezolano habría puesto tres condiciones que Trump rechazó para su salida del poder, según una persona presente en la reunión citada por el Miami Herald. 
 En primer lugar, Maduro pidió garantías absolutas de vida e inmunidad legal para él, su círculo cercano y todos los funcionarios venezolanos sancionados por Estados Unidos. 
 El mandatario venezolano también solicitó conservar el mando militar, en un esquema similar al ocurrido en Nicaragua en 1990 con Violeta Chamorro, quien asumió la presidencia sin controlar directamente las Fuerzas Armadas, que continuaron bajo liderazgo sandinista -quienes habían derrotado a la dictadura de los Somoza- hasta 1995, a pesar de que la coalición opositora que ella encabezaba había ganado las elecciones y gobernó Nicaragua durante siete años. A cambio de seguir controlando a las fuerzas, Maduro propuso convocar elecciones libres. 
 Por último, propuso un cronograma de salida paulatina del poder, que fue rechazado por Trump, quien pretende una renuncia inmediata. 
 Tras conocerse el contenido de la llamada, Nicolás Maduro redobló la verborragia antiimperialista y anunció que continuará con la construcción de una “Venezuela potencia, soberana, libre y socialista”, pese a que se supo que anteriormente había hecho numerosas ofertas a Trump que atentaban contra la soberanía de su país, como ofrecerle participación mayoritaria en PDVSA. 

 El ultimátum de Trump

 Según Reuters, Donald Trump estableció un ultimátum para que Maduro abandonara Venezuela antes del viernes pasado. 
 Cumplido el plazo, el fascista anunció el sábado el cierre total del espacio aéreo sobre Venezuela y sus alrededores, lo que redujo notablemente los vuelos, aunque sin restringirlos por completo. 
 El lunes, Trump convocó a su Consejo de Seguridad para discutir los pasos a seguir. Karoline Leavitt, portavoz oficial, aseguró que no podía revelar más detalles, pero indicó que “hay opciones disponibles para el presidente”. Sin embargo, este miércoles, violando sus propias declaraciones sobre el cierre del espacio aéreo venezolano, el gobierno de Trump solicitó reanudar los vuelos de repatriación de migrantes hacia el país sudamericano. 
 A la ilegalidad que atraviesa toda la operatoria del Comando Sur en el Caribe se suma otro cuestionamiento que le llega a Trump desde el Senado y desde el propio Ejército estadounidense. 
 La semana pasada, el Washington Post informó que, tras el primer ataque norteamericano contra un supuesto barco narcotraficante en el Caribe -un acto ilegal en sí mismo- el secretario de Guerra, Hegseth, dio personalmente la orden verbal de matar a dos sobrevivientes que se aferraban a los restos del naufragio en llamas (La Nación, 3/12). 
 La orden de matar a sobrevivientes de un ataque naval viola todo código militar, y cualquiera que emita o cumpla dichas órdenes debería ser procesado por crímenes de guerra. 
 Cinco congresistas -todos ellos veteranos de guerra- llamaron a desobedecer órdenes ilegales, lo que puso en cuestión la autoridad de Trump, ya que dicha acción no solo impugna sus órdenes, sino que además pone en riesgo su cumplimiento.
 En el Ejército norteamericano existe un debate abierto sobre el resguardo legal que puedan tener los efectivos de cualquier jerarquía al violar el derecho internacional y el propio derecho estadounidense al seguir las órdenes de Trump, sobre todo cuando este no cuenta con garantías para un mandato eterno. Sin embargo, la historia estadounidense muestra que los únicos castigados siempre fueron los militares que se negaron a cumplir dichas órdenes y no quienes violaron los códigos de guerra. 
 Trump aprovechó la amenaza de una incursión terrestre para ampliar su campo de acción y aclaró que los ataques podrían dirigirse contra cualquier país que trafique droga hacia Estados Unidos, en una clara alusión a Colombia. 
 Ya había calificado a Gustavo Petro de narcotraficante, retirado su visa y sancionado a él y a dos familiares por las declaraciones del presidente colombiano contra el ataque a Venezuela y el genocidio en Gaza.
 Como desafío, Petro confirmó que Colombia volvió a operar vuelos desde y hacia Venezuela, rechazando la advertencia de Trump de no volar sobre cielo venezolano. También invitó al fascista a ver cómo Colombia destruye nueve laboratorios de cocaína por día sin usar misiles. 
 Sin embargo, como Colombia tiene elecciones presidenciales el año próximo, Trump tiene preparado para ese país el mismo plan de amenazas que utilizó para extorsionar al electorado argentino, aunque sin hundir barcazas en mar abierto. 
 En cambio, el despliegue militar en el Caribe y la actividad bélica en la región constituyen una amenaza concreta para Cuba, la espina que el imperialismo norteamericano tiene clavada desde hace más de 60 años. 

 Milei 

En La Haya, el encargado de negocios de la Argentina, Diego Sadofschi, tomó la palabra ante la Asamblea de la Corte Penal Internacional el lunes pasado para exigir que se activen “de manera inmediata” las órdenes de captura contra Nicolás Maduro y otros funcionarios, retomando una presentación iniciada por Mauricio Macri, retirada por Alberto Fernández y reactivada ahora por Javier Milei. La exigencia es ridícula, primero porque supone que la CPI cuenta con una fuerza propia para ejecutar sus decisiones y, segundo, porque Argentina argumenta “violaciones de derechos humanos” cometidas por Maduro como fundamento, cuando acaba de votar en contra de una resolución internacional contra la tortura en las Naciones Unidas. Ni hablar de su apoyo explícito al genocida Netanyahu, condenado por la misma CPI. 
 En realidad, el enojo teatralizado en la CPI es la vía que encontró Milei para apoyar un ataque de Estados Unidos a Venezuela y lograr el tan deseado cambio de régimen, cuando por los propios límites materiales de los destructores argentinos no pudo enviar efectivos al Caribe. 
 El antecedente más reciente es la invasión a Panamá en 1989 para derrocar y detener a Noriega. Carlos Menem, recién asumido, tuvo una posición ambigua: respaldó a Estados Unidos, pero evitó avalar explícitamente la invasión militar. Así, apoyó a Estados Unidos sin romper con el principio histórico argentino de la no intervención, algo que a Milei no le quita el sueño. 
 Milei necesita sobreactuar su alineamiento total con Trump, sobre todo porque hay parte del reciente acuerdo con Bessent que no puede cumplir, como el rompimiento total de relaciones con China. Los diarios del martes expusieron la cancelación de la visita de Bessent a la Argentina como consecuencia del enojo del gobierno de Trump por este incumplimiento. 
 En los primeros nueve meses de 2025, Argentina registró importaciones desde China que superaron los USD 13.091 millones, un salto del 66% respecto del mismo período del año anterior (LPO, 3/12). 
 Milei -que redujo la representación diplomática en Caracas y dejó la embajada en manos de Brasil- está plenamente alineado con la política belicista de Trump en América Latina, a la cual se ha sometido permitiendo el ingreso de marines al territorio nacional para realizar ejercicios conjuntos en agosto y noviembre de este año sin el aval del Congreso, es decir, violando la Constitución Nacional, y más aún al declarar que enviará efectivos y destructores al Caribe.
 El despliegue del Comando Sur en el Caribe no es contra Nicolás Maduro, sino para afianzar el control del imperialismo sobre América Latina y sus recursos naturales. El silencio de los sectores nacionales y populares es una ofrenda al trumpismo. Solo la movilización independiente contra la injerencia yanqui y contra los gobiernos que la apoyan puede detener a los marines.

 Aldana González 
 04/12/2025