martes, 19 de septiembre de 2017

Cuba se recupera y sigue abierta al mundo

El diario USA Today informó el 17 de septiembre que el gobierno de Estados Unidos estaba dando ayuda humanitaria a numerosas islas del Caribe devastadas por el huracán Irma. Cuba, situada a tan solo 90 millas de las costas de la Florida- no estaba entre ellas.
Cuando el huracán Katrina golpeó a Nueva Orleans en 2005, Cuba fue la primera nación en ofrecer ayuda. La isla preparó miles de voluntarios y enormes cantidades de equipos y suministros de emergencia para ayudar a las víctimas en las regiones afectadas con todos los gastos sufragados por Cuba. Incluso en esa ocasión La Habana organizó una brigada permanente de ayuda a países afectados por desastres naturales que nombró Henry Reed (1850—1876), en honor a un ciudadano estadounidense que combatió de manera sobresaliente en las filas independentistas cubanas contra el colonialismo español, en las que alcanzó el grado de Brigadier General.
El gobierno estadounidense de George W. Bush rechazó la magnánima oferta cubana de ayuda, a pesar de la enorme catástrofe humanitaria que se desplegaba en el estado de Luisiana en aquel momento. Katrina causó daños a la ciudad de Nueva Orleáns, pero no la devastó.
Poco después, cuando los diques del lago Pontchartrain y varios canales se reventaron, un caldo tóxico de agua contaminada inundó las calles, así como miles de casas y hasta más allá del segundo piso de los edificios altos. Decenas de miles de personas, casi todas negras y pobres, debieron luchar por la supervivencia en las peores condiciones de abandono oficial. Se calcula que 300,000 familias quedaron sin techo. Tampoco fue aceptada entonces la oferta de ayuda cubana.
En estos momentos, pese a que Cuba se está recuperando de los graves perjuicios que le causara el huracán Irma, no ha vacilado en prestar ayuda a las islas vecinas que han sufrido una desgracia semejante a la propia. Cientos de profesionales, con sus asistentes y suministros médicos, han sido enviados por La Habana en apoyo a sus vecinos del Caribe.
Se conoce que en la base militar estadounidense que ilegalmente ocupa hace más de un siglo un espacio en la ribera de la bahía de Guantánamo, en territorio cubano, en la parte más oriental de Cuba (así como en el campo de concentración de sus prisioneros de guerra sin derecho a juicio que allí existen), hay actualmente alimentos, medicinas y materiales de construcción valorados en cientos de millones de dólares.
Pero se sabe, igualmente, que la base militar estadounidense no ha compartido ni una sola botella de agua potable con los cubanos residentes afectados por el huracán fuera del vallado perimetral de la base.
Entre otras naciones, están proporcionando ayuda a Cuba Argentina, Bolivia, Canadá, Colombia, Costa Rica, China, Ecuador, El Salvador, España, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Rusia, Uruguay, Venezuela y Vietnam, así como algunas dependencias de la ONU. En contraste, el Departamento de Estado ha dictado una advertencia contra los viajes a Cuba y asesora en ese sentido a los estadounidenses.
Mientras tanto, millones de voluntarios cubanos han limpiado las huellas que más evidencian el destructivo paso de huracán Irma. Turistas de los más diversos países están acudiendo masivamente ya a la isla.
Al negarle ayuda a los cubanos y desalentar los viajes a Cuba de sus ciudadanos, Washington está utilizando una vez más la ocurrencia de un desastre humanitario para castigar a los cubanos por negarse a aceptar la intromisión de Estados Unidos en sus asuntos internos.
Sin embargo, como manifiesta en mensaje a sus clientes el turoperador canadiense “Cuba Explorer”, basado hace años en La Habana, “los estadounidenses se preparan para visitar Cuba en gran número en los próximos meses, conscientes de que el turismo social es una forma humanitaria y económica de ayuda. Los viajeros quieren mantener vivo el nuevo espíritu de cooperación entre Estados Unidos y Cuba que se inició durante la Presidencia de Barack Obama”.
“Los cubanos están dando muestras de su disposición y sus deseos de dar la bienvenida y abrazar calurosamente a su llegada a la isla a sus invitados estadounidenses”, expresó el antes citado turoperador norteamericano, a partir de sus propias vivencias y expectativas.

Manuel E. Yepe

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