viernes, 7 de noviembre de 2025

Derrota aplastante de Trump en Nueva York


Las puertas que abre la victoria de Zohran Mamdani.

 Ayer, 4 de noviembre, tuvieron lugar numerosas elecciones en Estados Unidos. La mayor parte de ellas fueron municipales, algunas para gobernadores y hasta referendos acerca del rediseño de las secciones electorales en varios estados. En la totalidad de estos eventos ganó el Partido Demócrata, incluso con exfuncionarios de la CIA como candidatos, por ejemplo, en Virginia, o en otros con candidatas musulmanas. Fue una jornada de derrotas generalizadas para Trump y su pandilla MAGA. La que adquirió, sin embargo, dimensión nacional e internacional fue la que dio el triunfo a Zohran Mamdani, 34 años, miembro de la fracción Socialista Democrática del Partido Demócrata, en Nueva York, la metrópoli del imperialismo mundial. Mamdani no contó con el apoyo del aparato oficial de los demócratas, ni de sus figuras relevantes. Apenas le ofreció un gesto la gobernadora del estado de Nueva York, cuando participó en el acto de cierre, donde fue abucheada. Mamdani movilizó para su campaña a cien mil voluntarios (no rentados) y obtuvo la mayoría absoluta de los votos (50,4 %) en una elección que recogió la mayor participación electoral de los últimos sesenta años. 
 Donald Trump y el capital financiero norteamericano desataron una campaña furiosa y grotesca a la vez contra Mamdani, a quien califican como “un comunista”. Trump anunció, por de pronto, que privaría a NY de fondos federales a partir del 1 de enero, cuando el ganador asumirá como Intendente. En un brulote antisemita, el mismo Trump acusó de “estúpidos” al gran número de judíos que votaron por Mamdani, un musulmán; NY es la urbe que reúne al mayor número de judíos del planeta. El jefe de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, Obama y Kamala Harris, negaron su apoyo. La elección neoyorquina no ha sido, definitivamente, una elección municipal.
 Sin embargo, la crisis social de “la ciudad que nunca duerme” es ostensible: una crisis de costo de vida, una crisis habitacional, laboral, del transporte y urbana. El compromiso de congelar los alquileres protegidos; la gratuidad del cuidado de la niñez y del transporte urbano; el financiamiento de un plan de viviendas populares; la contratación de diez mil maestros y profesores fue un factor decisivo para ganar el voto de los trabajadores. Mamdani se ha pronunciado también a favor de la sindicalización en las empresas tecnológicas y ha conseguido apoyo de los trabajadores de aplicaciones para organizar sindicatos. Un columnista del insospechable The Wall Street Journal (3/11), para quien Mamdani es “un defensor de causas perdidas”, advierte, sin embargo, que el programa de este resuena en todo Estados Unidos y que se trata de “un regalo” que Trump y los políticos patronales deberían “desempaquetar con cuidado” (como una bomba de reloj). La derecha concuerda, definitivamente, en que Estados Unidos, el centro nervioso del capital financiero, es un polvorín social. El WSJ advierte a Trump que, si quiere convertir a NY en un terreno de combate a las masas, es necesario que adopte parte del programa de los socialistas para esta guerra. Bernie Sanders, el senador que oficia de abuelo de los SDS, ya ha elogiado numerosas medidas “industrialistas’ e “intervencionistas” de Trump. 
 Más allá del programa que lo llevó a la victoria electoral, Mamdami se destacó por llamar a una “Intifada global” y denunció el genocidio en Palestina, algo que otros miembros de la corriente Socialista Democrática y acompañantes evitaron hacer. Pero fue precisamente en NY donde la movilización contra la masacre sionista alcanzó mayor envergadura, al igual que la represión policial contra ella, incluyendo la invasión de los campus universitarios. El apoyo a Mamdani y el voto de ayer expresan un rechazo a la guerra imperialista, precisamente cuando Trump reúne las fuerzas para un ataque contra Venezuela y, desde otro lado, se dispone a reanudar los ensayos nucleares. En una forma, por cierto, confusa y todavía poco desarrollada, la lucha contra la guerra mundial imperialista se convierte en la lucha contra los gobiernos imperialistas de cada país. Es, por otra parte, lo que hace inversamente Trump, en forma consecuente: llevar la guerra imperialista contra los trabajadores, en Estados Unidos, mediante una ofensiva política y militar en las grandes y pequeñas ciudades del país. 
 Mamdani, conscientemente o no, intenta eludir estas condiciones, o sea, la lucha de clases que encierra. Ha anunciado, por ejemplo, que desea conservar a la actual jefa de la Policía neoyorquina, que ejecuta una política de “delito cero” con todos los medios de represión a su alcance. Ha planteado, textualmente, en su discurso de cierre de campaña: “vamos a trabajar con los oficiales de policía para reducir la criminalidad, mientras creamos el Departamento de Seguridad Comunitaria” – una Defensoría diluída para supervisar a ‘la peor del mundo’. Se trata, naturalmente, de una espada de Damocles contra la movilización popular, que es el instrumento insoslayable de lucha contra la ofensiva reaccionaria. Es cierto que “el desarme de la burguesía”, ni qué decir del “armamento del proletariado” no puede ser la consecuencia inmediata de una elección municipal, pero esto no autoriza a lo contrario, a dar un voto de confianza a la fuerza militar de la burguesía y a desarmar la iniciativa combativa de los trabajadores. En la tradición política del movimiento obrero estadounidense, el llamado a los “piquetes obreros armados” contra los piquetes de rompehuelgas y de la policía ha sido una reivindicación política de primera línea, en las grandes luchas de la década del 30 del siglo pasado. Mamdani reivindica con insistencia al intendente ‘reformista’ de esos años, Fiorello H. La Guardia, partidario de la economía política del gasto público, pero deja a un lado las huelgas y piquetes que jalonaron a los nuevos sindicatos industriales de aquella época. 
 Mamdani, poseedor de un discurso carismático y poético (dijo, textualmente, que ahora hay que convertir la poesía de la campaña electoral en la prosa de los hechos) no ha esclarecido cómo se propone gravar a los ricos y desgravar a los pobres, para financiar los planes de vivienda, la gratuidad y la contratación de personal de educación, cuando el Código Fiscal es una jurisdicción del estado provincial y no del municipio, y cuando Trump ha amenazado con cortar los fondos nacionales. Para zafar del impasse recurrirá a negociaciones con la gobernación y en el Congreso, los cuales podarán los gastos por lo menos a la mitad. Una gestión municipal tiene límites insalvables, cuando no hay un proyecto revolucionario nacional. Por esto también Mamdani ha comenzado a ‘conversar’ con la oligarquía del “real estate” (inmobiliarias) para conciliar propósitos acerca de la propiedad urbana. El contenido político de la movilización electoral de masas se confronta con las limitaciones de una estrategia de conciliación de clases. Pero esto mismo es ya un grado más elevado de la lucha de clases en EE. UU. y en los países desarrollados en su conjunto.
 Bien mirado, bajo la expresión de una rebeldía popular, el planteo de Mamdani y la corriente socialista del Partido Demócrata –un partido patronal e imperialista– es conservador. Mamdani repite con reiteración el propósito de retornar al pasado, cuando el ascenso social y el “american way of life” caracterizaba a la sociedad norteamericana, así como retornar al ‘laborismo’ de antaño del Partido Demócrata. “Nuestro trabajo es, dice, reconstruir un sistema quebrado”. “Cómo sería el cambio sistémico”, se pregunta un vocero de The Nation, de la progresía norteamericana, en un programa radial sin encontrar respuesta. El “eterno retorno” se ha convertido en la línea maestra del socialismo de clase media.
 La crisis del régimen político de la capital del mundo; el derrumbe del Partido Demócrata en su versión oficial; la crisis del régimen político norteamericano en su conjunto, que se ha manifestado en la jornada electoral de ayer, pero con epicentro en Nueva York, ha dejado las puertas ampliamente abiertas para una experiencia revolucionaria. En este desarrollo, “el eterno retorno” no sería hacia el ascenso fugaz del capitalismo, como en la posguerra, sino a la barbarie. La categoría central de esta fase del capitalismo es la guerra total contra la clase obrera y la humanidad. Con independencia de sus intenciones, los socialistas democráticos no podrán rescatar al partido Demócrata, ni ‘reencauzar’ a las masas en la vieja política. O surge un partido obrero independiente históricamente demorado, en una fase muy avanzada de la decadencia capitalista, o se derrumba el sistema bipartidista para abrir paso a un régimen de excepción, la dictadura y el fascismo. El agotamiento prematuro de los socialistas democráticos (que, de todos modos, vegetan desde tiempos inmemoriales), lo refleja un artículo de la revista Jacobin (“Out of the dark”), que adelanta el pronóstico de que la responsabilidad de un fracaso de Mamdani recaería por completo en la clase obrera y no en los SD. “Si Mamdani ganara, dice el autor, el pueblo va a radicar el sujeto político en él y se quedará observando desde las laterales. Me interrogo acerca de esto cuando veo el pedestal en que lo ponen sus partidarios, como si elevar a alguien más alto no significara, justamente, que caerá desde más arriba”. Las masas deben moderar sus expectativas, porque, dice, “la realización de su agenda depende de los legisladores del estado y de la gobernadora”. La prosa que reemplaza a la poesía es el viejo compromiso con el poder de turno. 

 Jorge Altamira 
 05/11/2025

jueves, 6 de noviembre de 2025

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Trump ´analiza´ bombardear instalaciones militares en Venezuela


El Gobierno del presidente Donald Trump estudia lanzar ataques aéreos sobre instalaciones militares venezolanas, entre ellas puertos, aeródromos y bases navales, con la excusa absurda de que estarían siendo utilizadas para el narcotráfico. 
 La medida se enmarca en una estrategia de presión creciente sobre el gobierno de Nicolás Maduro, con la intención de lograr un cambio de régimen a favor de Corina María Machado, que desde hace años viene pidiendo una invasión yanqui contra su país. 
 Estados Unidos estuvo reforzando su presencia militar en el Caribe constantemente en el último mes, su última carta fue el arribo del portaviones USS Gerald Ford, el más poderoso del mundo, en estos días. También ha desplegado misiones de reconocimiento y bombardeo de barcazas con -hasta ahora- cerca de 60 víctimas, próximos a la costa venezolana para amedrentar y estudiar las capacidades defensivas de Caracas, que dispone de sistemas antiaéreos rusos S-300.
 La Administración Federal de Aviación (FAA) anunció este viernes la prohibición de vuelos en la zona de Ceiba, en el este de Puerto Rico y sede de una base militar estadounidense hasta marzo de 2026, por “razones especiales de seguridad”. 
 A pesar de que Maduro le ofreció a Trump -en negociaciones que mantuvieron hasta hace unas semanas- una participación mayoritaria en todos los recursos naturales de Venezuela, el fascista del norte está empeñado en conseguir un cambio de régimen y en lograrlo por algún nivel de fuerza, magnificando el escenario lo más posible para que sirva como método de presión para todo el continente. En consonancia con esto es que Trump anunció el reinicio de pruebas nucleares -poco antes de reunirse con Xi Jinping-, lo que sería una violación del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. 
 En agosto, Maduro había firmado un acuerdo de 1.000 millones de dólares con China para empezar a producir otros 60.000 barriles diarios en el Lago de Maracaibo. La asonada de Trump paralizó toda esta operación.
 Hace apenas una semana Maduro declaró que Venezuela cuenta con más de 5.000 misiles antiaéreos rusos listos para el combate y ordenó ejercicios de defensa en zonas estratégicas del país.
 Este viernes advirtió sobre la posibilidad de un ataque inminente por parte de Estados Unidos y anunció que pidió ayuda militar a tres potencias aliadas -Rusia, China e Irán- para reforzar la defensa del país. Según reveló The Washington Post, el gobierno venezolano solicitó a Rusia asistencia técnica para reparar y modernizar su flota de cazas Sukhoi Su-30, además de nuevos juegos de misiles y sistemas de radar. A China le pidió acelerar el envío de equipos de detección y a Irán el suministro de drones de largo alcance, sistemas de interferencia de GPS y equipos de detección pasiva. 
 En respuesta, Rusia reafirmó su apoyo a Venezuela y denunció cualquier intento de “intervención externa”, mientras China pidió “moderación”, pero defendió el derecho de Caracas a proteger su soberanía. Irán, por su parte, ofreció “cooperación técnica y militar” y denunció la política “imperialista” de Washington. Pero de nueces, nada. China viene de firmar una tregua con Trump en la que, sin declaraciones al respecto, este se aseguró una clara delimitación de territorio. 
 Así como en Afganistán la excusa fue la lucha contra el terrorismo, hoy el narcotráfico es la “razón” que usa el imperialismo para tirar sus bombas donde sea. 
 Con esa excusa intervino en Colombia durante décadas. En el caso de Venezuela, el primer blanco es un régimen cuestionado por fraude electoral por la opinión pública mundial, pero en la lista siguen todos aquellos países que no se sometan a Trump en su disputa con China. Cuba, Colombia, Honduras y México son también objetivos a disciplinar o cambiar de régimen. Los Bolsonaro, por su parte, reclaman bombardeos en Brasil. 
 La amenaza de caos fue esgrimida para condicionar al electorado argentino y apuntalar a un gobierno desahuciado. Sin embargo, el caos de la desregulación, la reforma laboral, el ajuste permanente y el hambre salarial es lo único que tienen para ofrecer Trump y sus laderos en toda América. Es necesario discutir entre los trabajadores cómo enfrentarlo. 

 Aldana González 
 03/11/2025

lunes, 3 de noviembre de 2025

Masacre en Río de Janeiro y crisis política


Mientras el imperialismo norteamericano prepara el asalto final sobre Venezuela. 

 La Masacre de Río de Janeiro, con un saldo de 132 muertos, no puede ser considerada por fuera del contexto internacional, de la injerencia de Trump y su política de intervención en América Latina bajo la acusación de “narcoterrorismo” a todo opositor político a sus posiciones. 
 Las primeras investigaciones oficiales sobre los eventos ocurridos en la madrugada del martes en los complejos Alemao y Penha, han confirmado la barbarie acometida por la policía. Los peritajes de los cuerpos evidencian signos de torturas, quemaduras, ejecuciones sumarias. Los jefes del operativo fingieron lamentar “una letalidad que se creía probable, pero no deseable”. Sin embargo, la megaoperación -que contó con la participación de 2.500 efectivos- y el traslado de los combates a la Sierra de la Misericordia fueron planificados previamente por las propias fuerzas policiales que interpusieron una “pared” de oficiales de élite, fuertemente armados, del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE). Las bandas criminales, que el gobernador Castro busca catalogar como narcoterroristas -en sintonía con Trump- están lejos de suponer una amenaza al monopolio estatal de la fuerza. Múltiples analistas políticos brasileños, así como expertos en delito, aseguran que estos grupos, si bien están fuertemente armados, no tienen comparación con una fuerza regular, ni siquiera con organizaciones armadas como las FARC. Los asesinados fueron mayoritariamente jóvenes reclutados en los barrios más pobres de Río al servicio de un oscuro entramado delictivo. Jóvenes que combatían en ojotas y sin remera fuerzas de élite policial que los torturaron y asesinaron en la oscuridad de un monte. El principal objetivo del operativo era detener al capo narco “Doca”, que todavía se encuentra prófugo.
 La policía, en un operativo que demoró interminables horas, citó a los familiares para reconocer los cuerpos en los hospitales cercanos a las favelas – el IMF y el Hospital Getulio Vargas-. La situación terminó en represión ante el malestar de las familias por las demoras y la negativa a entregar los restos. 
 El operativo policial fue vitoreado por la ultraderecha brasileña como el modelo a imitar en todo el país. En las últimas horas, fue replicado en San Pablo por Tarcisio de Freitas, aunque en este caso, se trató de una acción sumamente medida –arrojó sólo una víctima mortal y un herido-. El operativo buscaba ejecutar órdenes de detenciones de la banda más imponente de Brasil: el Primer Comando Capital (PCC). A diferencia de las operaciones en Río, los destinos fueron barrios cerrados y urbanizaciones de ricos, donde viven los capos del delito. La operación, ampliamente publicitada, sin embargo, no logró encontrar a los principales implicados. Se sospecha que ninguno de ellos vive en Brasil. La violencia vista el martes en Río, conocida en las jornadas de miércoles y jueves, ha llevado a reactivar causas contra el gobernador Claudio Castro por abuso de poder político y económico, que se encuentran en la última instancia judicial, en manos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), e involucran al presidente del Parlamento regional, Rodrigo Bacellar. Al mismo tiempo, el juez Alexandre de Moraes, ha solicitado a Castro que se presente el próximo lunes 3 de noviembre ante el Tribunal Supremo Federal a declarar y dar cuenta sobre el operativo del martes, bajo riesgo de acusación de violar los derechos humanos.
 La ofensiva de la ultraderecha cuenta con un aval de Trump. Lula, por su parte, ha tomado distancia de las polémicas públicas con Castro. Ha firmado una resolución presidencial que eleva la protección a fiscales y policías. La derecha ha montado una operación política en su contra. El contraste político entre los dichos de Lula y la “cautela” oficial en sus declaraciones y acciones, contrasta con las de los dirigentes de base en las barriadas asediadas por la violencia narco y policial. Las denuncias de los delegados barriales en Alemao y Penha expusieron una situación de crisis humanitaria en las favelas.
 Por otro lado, la iniciativa de Castro busca esconder una profunda fractura política en las filas del bolsonarismo y la lucha intestina por la candidatura para enfrentar a Lula en 2026. Castro, una figura en declive, es catalogado como un oportunista por la prensa brasileña. De ahí, las acusaciones que ubican al megaoperativo como una acción electoral en favor de su política de mano dura. Las intenciones de Castro, egoístas y oportunistas, no están en juicio. Lo que debe ser caracterizado es el alcance político de este globo de ensayo ejecutado por los círculos bolsonaristas contra el gobierno nacional. Diversas investigaciones, aparecidas en Folha de Sao Paulo, denuncian que las autoridades militares nacionales ocultaron el operativo al gobierno nacional; también se denuncia la filtración del operativo al Comando Vermelho. Las irregularidades se multiplican rápidamente. La descomposición social y política de Brasil busca ser aprovechada por una banda cívico militar de delincuentes para alinear al país más grande de América Latina en una empresa de rapiña internacional. No pueden entenderse de otra manera las súplicas de Flavio Bolsonaro (hijo) a Donald Trump para que bombardee las costas de Brasil.

 Joaquín Antúnez 
 31/10/2025

domingo, 2 de noviembre de 2025

¿Qué significa la tregua que pactaron Donald Trump y Xi Jinping?


Este jueves 30, los líderes de Estados Unidos y China, Donald Trump y Xi Jiping, pactaron una tregua comercial de un año en una cumbre que celebraron en Busan, Corea del Sur. China acordó suspender durante un año los controles a las exportaciones de las estratégicas tierras raras, mientras que Estados Unidos suspendió los mayores controles a las exportaciones de semiconductores, y se suspendieron los nuevos aranceles recíprocos al transporte marítimo. A su vez, Estados Unidos redujo en 10 puntos porcentuales los aranceles a los productos chinos relacionados con el fentanilo, disminuyendo el arancel promedio al 45%, mientras que China acordó reanudar las compras de soja y habilitar el control de TikTok por una empresa norteamericana. 
 El repliegue se produce luego de la escalada que protagonizaron ambas potencias en las últimas semanas, que prefiguraba un choque con derivaciones inciertas. Sin embargo, este repliegue, no representa una reversión de la tendencia a una confrontación decisiva entre ambas potencias. Hacia adelante, se acelerará la carrera de ambos países para dominar las cadenas de suministro y hacerse de los recursos naturales, tecnológicos y militares para poder prescindir y, a su turno, someter a su adversario. 

 La escalada previa

 Recordemos que en el llamado “Día de la Liberación”, cuando Trump anunció aranceles exorbitantes para todo el mundo, China y Estados Unidos se enfrascaron en una escalada que llevó los aranceles recíprocos por arriba del 100 %. La decisión de China de restringir las exportaciones de siete elementos de tierras raras y los imanes relacionados —utilizados en armamento, automóviles y electrónica— fue un punto de inflexión en esa escalada. Es que China domina la mayor parte de la producción de tierras raras (entre un 60% y un 70%) y de su refinación (un 90%), y sus restricciones amenazaron con paralizar la industria yanqui y la industria automotriz internacional. Por esta razón, Estados Unidos redujo los aranceles sobre los productos chinos al 30 % como parte de una tregua de 90 días, que posteriormente se extendió, y China redujo sus aranceles sobre los productos estadounidenses al 10 % y comenzó a permitir nuevamente el flujo de tierras raras. 
 Esta dinámica había tenido un antecedente bastante inmediato. En diciembre de 2024, Washington había anunciado restricciones a las exportaciones a China con el objetivo de limitar el desarrollo de microchips avanzados para la inteligencia artificial con uso militar. El Estado chino respondió, en aquel momento, con la prohibición a la exportación de galio, germanio, antimonio y grafito, metales clave para la fabricación de semiconductores o baterías. 
 En el marco de la tregua arancelaria iniciada en mayo y prorrogada en agosto por otros 90 días más, Estados Unidos sostuvo las restricciones al envío de chips de alta tecnología al gigante asiático. China, por su parte, dejó de comprarle soja a Estados Unidos y recrudeció las investigaciones antimonopolio contra grandes empresas estadounidenses como Google, DuPont, Nvidia y Qualcomm. 
 Pero en las últimas semanas, faltando un mes y medio para que se venza la tregua arancelaria, se produjo un mayor recrudecimiento de las hostilidades. A finales de septiembre, la Oficina de Sanciones de Estados Unidos amplió la lista de empresas a las que se les prohíbe el acceso a la tecnología norteamericana, afectando especialmente a empresas chinas. A su vez, Estados Unidos impuso nuevos aranceles a los buques de fabricación china en puertos estadounidenses. Como respuesta a todo esto, China elevó a principios de octubre sus controles de exportación de tierras raras a un nuevo nivel. Así, estableció un régimen global de licencias que, de aplicarse con rigor, le otorgaba a China la posibilidad de dictar qué productos de alta tecnología se fabrican fuera de sus fronteras y quién los fabrica. Trump respondió amenazando con nuevos aranceles del 100% y con cancelar la cumbre entre ambos líderes del jueves 30. 

 Las razones del repliegue 

A diferencia de la guerra comercial impulsada por Trump bajo su primer mandato, la actual confrontación ha encontrado a China mejor preparada. Y es evidente que Xi le ha dado a Trump de su propia medicina. 
 Muy tempranamente China ha sido consciente del poder de fuego con el que cuenta con su cuasi monopolio de las tierras raras. Nos referimos a los 17 elementos químicos que resultan indispensables para la producción de autos eléctricos, teléfonos inteligentes y aviones de combate, entre otras cosas, que le otorgan a China un enorme poder en el control de la cadena de suministros. De hecho, ya en 1992 Deng Xiaoping había señalado que “así como Medio Oriente tiene el petróleo, China tiene las tierras raras”. En 2010 el gigante asiático utilizó su dominio de las tierras raras contra Japón, lo que motivó un pronunciamiento por parte de la Organización Mundial del Comercio contra China en 2012.
 Pero así como ha sido consciente de su potencial, China también lo ha sido de sus limitaciones en el terreno tecnológico, especialmente en el de los microchips, y de dependencias de las importaciones. Por eso en 2015 lanzó el programa Made In China 2025, con el objetivo de superar su atraso tecnológico, reducir su dependencia de las importaciones e incrementar su productividad laboral (ver la sección “La puja tecnológica” en “De donde viene y adónde va China”). El lanzamiento en 2013 de la Iniciativa de la Ruta y la Franja fue otra forma de sortear su dependencia comercial de Estados Unidos, diversificando su entramado comercial. Es por eso que, en septiembre de este año, el valor de las exportaciones chinas han crecido en un 8,3% interanual, a pesar de las restricciones norteamericanas y la caída del comercio con Estados Unidos. 
 En contraste con la previsión china, Estados Unidos recién ahora se ha volcado a superar su dependencia de las tierras raras producidas y refinadas por China. Trump ha planeado crear una reserva estratégica de minerales y establecer un precio mínimo para las tierras raras, agilizando los trámites de permisos y reduciendo drásticamente las normas medioambientales para acelerar la construcción de minas y plantas de procesamiento. De hecho la administración norteamericana ha tratado de adquirir minerales críticos por el orden de los mil millones de dólares, como parte de una campaña de acumulación de reservas, y el Estado yanqui se ha volcado a la adquisición de participaciones en empresas mineras, como MP Materials, Lithium Americas y Trilogy Metals (Financial Times 20/10).
 Esta dinámica es lo que explica que muchos hayan señalado que China mantiene una ventaja respecto a Estados Unidos en la guerra comercial. El semanario inglés, The Economist, tituló su editorial del 23 de octubre: “Por qué China está ganando la guerra comercial”. Chris Miller -el autor de Chip War, un libro dedicado a mostrar el rol de los chips como la infraestructura crítica de la civilización moderna y a analizar la puja entre ambas potencias por el dominio de los semiconductores- señaló en un reciente artículo de opinión que China “sigue ganando” la guerra comercial (Financial Times 27/10). Como balance de la cumbre entre Trump y Xi, un artículo publicado en The New York Times (reproducido por La Nación 31/10) afirma que “Xi sale fortalecido de Busan, pero deja que Trump cante victoria”. Mientras, el Financial Times sostiene que “China emerge como un ‘rival a la par' de Estados Unidos”, mostrando un contraste entre la situación de China con Japón, Malasia y Corea del Sur. Es que en las reuniones que mantuvo Trump con los mandatarios de los países asiáticos, estos se vieron obligados a hacer concesiones, incluyendo acceso a sus mercados y la promesa de invertir cientos de miles de millones de dólares en Estados Unidos, a cambio de una modesta reducción de aranceles. 
 Sin embargo, también hay que incorporar al panorama general que Trump afirmó no haber hablado en la cumbre sobre Taiwán, algo que le preocupa especialmente a China ante el armamento sistemático de la isla gracias a la asistencia del imperialismo yanqui. A su vez, Trump afirmó no haber aceptado la venta de los avanzados chips de IA Blackwell de Nvidia a China, aunque indicó que sí abordó el acceso a otros chips de la compañía. 

 La preparación de la ofensiva 

Sea como fuere, es claro que cada potencia apunta a superar, en el marco de la tregua, sus propios flancos débiles.
 Tal es así que, una vez concluida la cumbre Trump-Xi, el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, señaló que China “cometió un grave error” al amenazar con suspender las exportaciones de tierras raras, ya que “alertó a todo el mundo de ese peligro”, y que Estados Unidos se protegerá de una eventual nueva crisis de suministro de tierras raras “en un plazo de 12 a 24 meses”. Hay que apuntar también que Trump, en la víspera de la cumbre de Busan, anunció el retorno de las pruebas de las armas nucleares, interrumpiendo más de tres décadas de moratoria nuclear. Lo hizo en respuesta al gobierno ruso, que lanzó recientemente el misil crucero Burevestnik y el torpedo nuclear Poseidón, pero también como una señal de poderío militar a Xi Jiping. 
 Por su parte, China seguirá intentando superar su retraso en materia de desarrollo de semiconductores. En la cuarta sesión plenaria del XX Comité Central del PCCh, que tuvo lugar el 23 de octubre pasado, se sentaron las bases del nuevo plan quinquenal de China. Allí, volvió a quedar clara su determinación de dominar la manufactura avanzada y lograr la autosuficiencia tecnológica y, entre otras cosas, “acelerar la construcción de capacidades de combate avanzadas y propulsar la modernización de la gobernanza militar” (Comunicado de la IV Sesión Plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China). Hay que recordar, a su vez, el impactante desfile militar que protagonizó el Ejército chino en Tiananmen, en el marco del 80 aniversario de la victoria china contra Japón, a principios de septiembre.
 El repliegue, como se ve, no inaugura un período de paz y estabilidad. Ambas potencias “retroceden” con el único objetivo de tomar impulso y lanzarse más decididamente a una confrontación decisiva.

 Pablo Giachello