Desde hace dos meses que el pueblo haitiano se encuentra movilizado frente a la brutal crisis humanitaria que su país atraviesa y que, durante las últimas semanas, ha empeorado ferozmente producto del alza de combustibles, el hambre y el acaparamiento de alimentos por parte de las pandillas a sueldo de las élites haitianas y contra la epidemia de cólera que ya ha cobrado 16 muertes.
El llamado de Henry para que la ONU envíe tropas fue respondido con movilizaciones en todo el país, especialmente en Puerto Príncipe y Goncîves, donde se registraron fuertes enfrentamientos entre la policía y los manifestantes e incendios a las sedes de las ONG, que son quienes controlan el suministro de servicios básicos en el país.
Llamado a la intervención militar
Aunque el senado haitiano pidió la anulación de la petición de tropas internacionales, la representante de Haití en la ONU, Helen La Lime, oficializó el pedido bajo el argumento de que la policía se ha visto sobrepasada por las pandillas en las calles, y que no está siendo posible la entrega de alimentos, agua potable y asistencia médica frente al cólera. También la principal terminal petrolera en Puerto Príncipe se encontraría bloqueada. En ella habría cerca de 37 millones de litros de gasolina y diesel y 3 millones de litros de queroseno.
Pero el objetivo de la intervención militar que pide Henry es aplastar las multitudinarias movilizaciones populares contra la extrema miseria que viven las familias haitianas. Luego del terremoto del 2021 -más de 2.200 muertos-, las obras públicas y viviendas quedaron derrumbadas por la falta de infraestructura antisísmica. Sin embargo, en los que va del 2022 Canadá dio más de 42 millones de dólares no para reconstruir el país sino para financiar a la policía.
La extrema pobreza de los haitianos es la que sustenta el millonario negocio de las ONG, que se han visto implicadas en casos de corrupción durante el último tiempo por desviaciones de fondos, y donde los altos mandos del Estado se han visto beneficiados aumentando sus sueldos.
Henry sabe de lo que habla cuando pide ´ayuda humanitaria´. Ha sido desde los años 90 un agente de EE. UU., colaborando con la organización de golpes de Estado, magnicidios y preparando a la sangrienta policía haitiana. Las misiones ´humanitarias´ y de ´paz´ de EE. UU. y la ONU han dejado como saldo cientos de luchadores víctimas de tortura; masacres en barrio trabajadores; miles de mujeres y niños abusados sexualmente por los ejércitos norteamericano, francés, chileno y canadiense; apropiación y desaparición de miles de bebés y niños por todo el mundo y decenas de haitianos usados como mano de obra esclava.
El brote de cólera también ha sido una de las consecuencias de las llamadas ayudas humanitarias de la ONU. Los “cascos azules” o “Fuerzas de Paz” de la ONU vertieron sus residuos fecales desde una de sus bases en uno de los principales ríos de Haití. Se calcula que se enfermaron más de 500.000 personas y otras 10.000 murieron.
La violencia de la policía es acompañada por la violencia de las pandillas. Estas funcionan como grupos paramilitares que atacan y oprimen a los luchadores y a los barrios populares. Su surgimiento no fue espontáneo, fueron creadas por el expresidente Jovenel Moîse como fuerzas de choque y asesinos a sueldo, que responden también a las élites haitianas que se disputan los dominios sobre las importaciones de mayor rentabilidad: el combustible, el abastecimiento de alimentos. El poder que el imperialismo, el Estado y las élites le han dado a estas pandillas reaccionarias es ocupado ahora también para defender sus propios intereses y negocios en el mercado negro.
Las familias haitianas ahora no sólo son amenazadas por el hambre y la violencia política, sino que también por el cólera. Los manifestantes ahora ya no sólo gritan contra el gobierno, sino que ahora han salido a las calles a repudiar una posible intervención de la ONU al grito de “Abajo los Estados Unidos”.
Javiera Sarraz
12/10/2022
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