martes, 31 de mayo de 2022

Situación epidemiológica en Cuba


Colombia: un primer balance de las elecciones presidenciales


Petro obtuvo un 40% de los sufragios.

 Gustavo Petro ganó la primera vuelta, y se enfrentará a Rodolfo Hernández en el ballotage del 19 de junio 

 La primera vuelta presidencial colombiana arrojó un resultado contradictorio. La alta votación -40% de los sufragios- de Gustavo Petro, del centroizquierdista Pacto Histórico, que lo ubican en el primer lugar, es opacada por la performance del segundo contendiente, Rodolfo Hernández (28% de los votos), un aliado del uribismo que se presenta como “outsider” y que concentraría la totalidad del voto de la derecha en el balotaje, lo cual abre las puertas a su triunfo sobre Petro el 19 de junio. La sumatoria de los votos de Hernández y de “Fico” Gutiérrez (24%), que era el favorito del uribismo, supera el 50%.
 Las elecciones expresaron variantes del rechazo y hartazgo al régimen montado por el uribismo, que ha llevado a un declive económico a las mayorías nacionales y a un espiral de violencia y represión inaudita. Pero, también, de las iniciativas de recomposición y recambio de ese régimen, que continúa siendo la carta más confiable del imperialismo en la región.
 Este intento de recambio será materializado en la persona de Rodolfo Hernández, un millonario de 77 años que ejerció como alcalde de Bucaramanga, en el departamento de Santander. Es una figura que posa de populista, pero con un discurso muy reaccionario, antiobrero y misógino. En su campaña, montada sobre redes sociales y evitando debates públicos, hizo foco en la “anticorrupción”, esto a pesar de estar él mismo investigado por malversación de fondos y salpicado por escándalos de todo tipo.
 Hernández obtiene el 28% de los votos, y se hace fuerte en las regiones fronterizas con Venezuela. Son distritos con el status de “zonas rojas” por la violencia paramilitar y narco. También gana en Cundinamarca (alrededores de Bogotá) y en los medios rurales del centro del país. 
Hernández logra sus mejores resultados en los ámbitos más conservadores políticamente, y en los rangos de mayor poder adquisitivo, ambos históricamente vinculados con el uribismo. Con excepción de Antioquía, supera en todas al candidato apoyado directamente por el ex presidente Álvaro Uribe –“Fico” Gutiérrez-, lo cual hace pensar en un juego de los aparatos y maquinarias electorales tradicionales en su favor. 
 En contraste, Petro, un centroizquierdista moderado que fue guerrillero del M19 hasta 1990, gana con guarismos que llegan al 70% en las regiones pobres y con primacía indígena o afrodescendiente, como Cauca, Nariño o Chocó, en la costa del Pacífico. También triunfa holgadamente en el sur y este del país, en los departamentos del Caribe, en Bogotá y en la mayoría de las principales ciudades (Cali, Barranquilla, Cartagena, entre otras). 
 El voto hacia Petro da cuenta de un crecimiento del Pacto Histórico con respecto a las legislativas de marzo, y de una duplicación del caudal de las presidenciales de 2018. Esto a pesar de que el abstencionismo y el voto en blanco se mantienen en niveles similares. Petro parece absorber los votos de quienes apoyaron a candidatos del centro político en las últimas legislativas. Hay un correlato geográfico, que debe ser precisado con los resultados definitivos, entre la votación de Petro en esta elección y quienes apoyaron el plebiscito en favor de los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC en 2016. 
 Pero el factor definitorio de este proceso fue la rebelión del año pasado. La irrupción popular contra las medidas económicas del entonces presidente Iván Duque dio vuelta el panorama político, permitiendo que se cristalice el hartazgo contra el régimen y el veto popular a sus personeros directos. Todos los candidatos abordaron, con sus recursos y orientación, esta nueva situación.
 Paradójicamente, Petro, quien más se benefició electoralmente de este escenario, fue también el que más limitado se encontró para explotarlo hasta sus últimas consecuencias. No contento con jugar a desmontar las medidas de lucha durante las protestas, basó su campaña en ofrecer garantías a la burguesía y al imperialismo de la moderación de sus planteos. Tras conocerse los resultados, insistió en su alocución en colocarse como la posibilidad de un cambio “estable” frente a lo impredecible de su contendiente Rodolfo Hernández. La política contemporizadora con el orden social establecido, sin embargo, no fue suficiente para conquistar la confianza de la clase capitalista.
 La desactivación de la rebelión popular -y la puesta en marcha de la “escapatoria” electoral como gran carta de contención y rescate del régimen en crisis- le dio un aire gigante al régimen uribista, que encontró su propio candidato “anti sistema”, Hernández, tras el cual se unirán, incluso a regañadientes, todos los del “sistema”.
 La cuestión de retomar el impulso a la rebelión con un norte de clase y un programa propio, tampoco fue llevada a cabo -en líneas generales- por los sectores combativos que apoyaron al Pacto Histórico. Por el contrario, primó la indiferenciación con su figura y su partido (Colombia Humana) y la dilución tras sus propuesta electorales. La independencia política de la burguesía, sus partidos y su Estado, es decir, de la construcción de una alternativa política obrera y popular, debe ser colocado en el centro de la escena.

 Luciano Arienti

lunes, 30 de mayo de 2022

Colombia: de una derecha a la otra


Las urnas le dieron la razón a quienes previeron un salto de Rodolfo Hernández al segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia. También acertaron acerca del alcance que tendría este desplazamiento del uribista Federico Gutiérrez de esa posición, pues son numerosos quienes vaticinan que la reunión de los votos de Hernández y Gutiérrez, un 51% de las papeletas válidas, se replicará en el segundo turno y propinará la derrota de Gustavo Petro, el candidato que venía liderando las encuestas desde el repliegue del levantamiento popular de 2021. Para los comentaristas internacionales de C5N, habría tenido lugar una brillante maniobra de los ‘poderes concentrados’, que habían advertido a tiempo que Gutiérrez había alcanzado su tope electoral, en tanto que Hernández reunía las condiciones para recoger el ciento por ciento de los votos de las listas opositoras en la próxima vuelta, dentro de tres semanas. 
 Rodolfo Hernández es un candidato ‘independiente’ absolutamente de derecha, que se ganó el apoyo, en los días finales de la campaña, de Ingrid Betancourt, que estuvo secuestrada por las FARC hace dos décadas. Lo que cautivó a Betancourt es el discurso de Hernández contra la corrupción y contra los políticos, sin importar que el hombre ha sido acusado por corrupción y ha sido intendente de Bucaramanga. Para la CNN, el individuo es un Trump, por su edad, manejo de fondos y planteos políticos. Todavía no revisó la declaración que hizo en 2016, cuando se proclamó “seguidor de un gran pensador alemán: Adolf Hitler”. Para satisfacción de algunos aventureros de Argentina, tiene un tufillo a Milei. El caso colombiano deja mejor expuesto el fenómeno de los francotiradores que aparecen como hongos en el panorama político, en el sentido de que son una resaca de la putrefacción del sistema político. 
 Si Hernández ganara en la segunda vuelta se convertiría en un presidente sin bancada parlamentaria –deberá reunir a legisladores afectos y desafectos-. El vacío parlamentario de su régimen será llenado, obviamente, por las fuerzas armadas, en un molde más contradictorio aún que el que llevó al alto mando de Brasil a jugar la carta de Bolsonaro. En fulminantes 48 horas, los mentideros políticos han pasado de la perspectiva de una nueva onda de gobiernos progresistas, como ocurrió entre 2005 y 2016, a la de una renovada ‘peste marrón’. Lula, advertido de que América Latina no se priva de sustos, sigue reclamando una victoria en primera vuelta, para evitar que una suma de opositores reelija a Bolsonaro en el balotaje. Para Lula, esto significa armar alianzas con la derecha en la mayor cantidad de Estados y municipios posibles. 
 La expectativa de un “final del ciclo uribista” se encuentra amenazada. El uribismo ha sufrido, por cierto, una derrota estruendosa –del 70% que en una ocasión obtuvo Álvaro Uribe, al tacaño 28% del domingo 30-. No solamente esto: han quedado sepultados los dos partidos históricos de Colombia, el Conservador y el Liberal, que se mataron a gusto en las guerras civiles del siglo XIX y parte del XX. Pero con Hernández no cesa la vigencia del estado militar y paramilitar –la alianza de los grupos oficiales y paraoficiales con las bandas del narcotráfico-. Hace poco tiempo, el llamado Cartel del Golfo hizo valer “un paro armado” regional, para reclamar la repatriación de uno de sus jefes detenidos en Estados Unidos. En Colombia prosigue una guerra civil ‘unilateral’, con asesinatos diarios de líderes y activistas del sindicalismo y de los movimientos identitarios. La rebelión popular y las huelgas generales del año pasado no han apaciguado al aparato militar-policial y a la burguesía que lo patrocina. Colombia es una base militar de la OTAN, o sea que ocupa un lugar estratégico en el dispositivo bélico del imperialismo mundial, que busca conquistar el Asia Central y convertir a China y a Rusia, y en última instancia a la Unión Europea, en sub-potencias periféricas. 
 Gustavo Petro, el ganador de la primera vuelta, tiene sin embargo la posibilidad de revertir el desenlace siniestro. Para eso debería apelar al elenco histórico masivo de abstencionistas, que es el 50 por ciento del padrón. La convocatoria a una lucha final contra el régimen del terror social no es, sin embargo, el fuerte del líder del Pacto Histórico. Buscará arañar los diez puntos que lo distancian de la victoria mediante pactos y acuerdos con la gran burguesía. Ya ha prometido, incluso en medio de una bancarrota económica internacional, que no realizará nacionalizaciones, ignorando que la mayor parte de ellas tienen lugar para rescatar a empresas en crisis y no para desarrollar la autonomía política de las naciones atrasadas. Los llamados ‘acuerdos de paz’, en cuanto atañe a los trabajadores, no han establecido ninguna ‘paz’, pero sí han servido para preservar el estado de las bandas militares y paramilitares. La segunda vuelta será también, muy probablemente, un segundo campo de batalla entre Biden y Trump, en la disputa entre estas facciones por el control de Estados Unidos. Todos los trabajadores de América Latina deben movilizarse para aplastar a la derecha colombiana. 
 La tensión política en Colombia se corta con un cuchillo. Las organizaciones de masas deben abordar la segunda vuelta con la mayor urgencia. No se trata de hacer la claque de Petro, sino de movilizar contra la derecha a partir de un programa propio y de la convocatoria a una lucha por las reivindicaciones agrarias y sociales y, por sobre todo, de organización de autodefensa contra la represión y los asesinatos. La coyuntura electoral que enfrenta Colombia es un episodio político de una lucha más decisiva, que hay que abordar con métodos revolucionarios de masas.

 Jorge Altamira 
 30/05/2022

domingo, 29 de mayo de 2022

La crisis alimentaria de la guerra imperialista


La irrupción de una crisis alimentaria mundial ha dejado de ser una presunción. En el corazón de Europa, la fenomenal carestía de alimentos ha desatado penurias impensables. En Londres, los robos “hormiga” en los supermercados crecieron exponencialmente, por parte de jubilados o desocupados que no pueden comprar los alimentos esenciales. La crisis podría alcanzar contornos desesperantes en Egipto y en el África subsahariana, que dependen de la importación de cereales rusos y ucranianos. Se está creando un escenario similar al que precedió a la primavera árabe de 2011, cuando la crisis alimentaria desencadenó rebeliones populares y revoluciones. 
 Rusia y Ucrania representan en conjunto el 30% del mercado mundial de trigo, y lideran la colocación de otros productos como la semilla de girasol. Rusia es, además, el principal productor de fertilizante. Pero algunos insumos para su producción–como el nitrato de amonio- han sido derivados para la fabricación de explosivos. Existen 26 países en el mundo que dependen de las importaciones rusas o ucranianas para más del 50% de su abastecimiento de cereales. 
 Al escenario de dislocamiento planteado por la guerra, se suma el dislocamiento climático, cuyas causas –al igual que las de la guerra- nada tienen de “naturales”: la India, otro importante productor mundial de trigo, acaba de cerrar sus exportaciones, después de haber perdido parte de su cosecha por una inédita ola de calor, que se atribuye al calentamiento global. Por similares razones, los cultivos fueron afectados en otras partes del mundo. 

 Capitalismo y alimentos

 La penuria de oferta generada por “la guerra y el mal clima” es, sin embargo, un detonante dentro de una crisis de conjunto. En primer lugar, el deterioro de las condiciones nutricionales de la humanidad se viene arrastrando desde el último lustro, y tuvo un punto alto durante la pandemia. Entre 2014 y 2020, la población mundial desnutrida pasó de 600 a 800 millones (The Guardian), retrocediendo a los niveles de quince años atrás. Ello ocurrió en un período de marcada expansión de la oferta de granos. El salto en los índices de desnutrición y hambre fue notorio bajo la pandemia. En el período donde se desembolsaron cifras gigantescas para el rescate de las corporaciones capitalistas, millones de personas fueron libradas a la miseria social e incluso la inanición. 
 En las últimas décadas, ha tenido lugar una marcada “internacionalización” en la producción de alimentos. Ese proceso dio lugar, por un lado, a una concentración en la oferta y comercialización de cereales en un puñado de países y corporaciones capitalistas; y por el otro, a la liquidación de producciones locales que autosustentaban a otros países. Hoy, “las cuatro quintas partes de la población vive en países que son importadores netos de alimentos” (The Economist, 21.5). Los grandes monopolios exportadores se encuentran ligados, por vínculos societarios o financieros, a las corporaciones químicas que proveen pesticidas, fertilizantes o semillas modificadas. No solo Argentina ha sido una plaza fuerte de esta internacionalización: hace algunos meses, la incorporación de Rusia a la globalización agrícola, era atribuida a la “extraordinaria clarividencia geopolítica del presidente Vladimir Putin”(Clarín Rural, 11/9/21). Más modestamente, era la consecuencia de la privatización masiva de tierras, tanto en Rusia como en Ucrania, que fueron pasando sucesivamente de manos a las grandes corporaciones. La guerra ha sacado del mercado a un gran competidor de las corporaciones agrarias norteamericanas. 
 Bajo la égida de las corporaciones cerealeras internacionales, el comercio mundial de granos se ha convertido en otro filón del capital financiero. La “banca en las sombras”, o sea, los Blackrock o Fidelity, es una importante accionista de Bunge, Dreyfus y otras cerealeras principales. Durante la pandemia, la especulación con contratos de futuro de compra-venta de cereales resultó una de las operaciones más jugosas para sus protagonistas, a costa de fuertes movimientos en los precios de los granos. La mayor parte de las “ganancias inesperadas” ha quedado en los cofres de los ‘traders’, no de los productores. 
 La guerra ha dado lugar a una fuerte acumulación de stocks “por parte de los países acomodados” (The Economist). El alza todavía mayor de los precios actuales no es una especulación – es una certeza. El manejo de los inventarios, y con ello de los precios de los granos, se ha convertido en otro beneficio de guerra. Cargill, Dreyfus o Bunge juegan sus “juegos de guerra”, a costa de las hambrunas mundiales. 

 Regresión histórica 

La existencia de una penuria de oferta “por la guerra, las inclemencias climáticas o las pestes (Covid)” pareciera equiparar a la actual crisis alimentaria con las hambrunas de la antigüedad, que emergían por la incapacidad de la organización social vigente para gobernar el medio natural en su provecho. Pero la actual penuria no se debe a un insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas, sino a una disputa bélica por su control. Los expertos de la FAO conjeturan acerca de un “cambio de dieta” en las poblaciones que serían asoladas por la hambruna, para suplir la carencia de cereales. Es bueno recordar entonces que la caída de la mortalidad que tuvo lugar en el siglo XVIII-en las vísperas de la revolución industrial- es atribuida a la incorporación del trigo a la dieta de la población obrera inglesa. Tres siglos después, el régimen social que revolucionó las fuerzas productivas retrocede a la inanición, a la nutrición insuficiente y, con seguridad, a nuevas pandemias.

 Programa 

La OTAN y el Departamento de Estado responsabilizan a Putin por el cierre de la exportación de la cosecha de Ucrania. Ni hacen mención al cierre de las exportaciones de Rusia, prohibidas por las sanciones de la Otan. Washington ha calificado de “promesas vacías” la oferta de Putin de desbloquear puertos ucranianos a cambio del levantamiento de sanciones económicas a Rusia. En Argentina, los voceros del capital agroexportador y el mismo Alberto Fernández presentan al panorama lacerante de la crisis alimentaria como una “oportunidad”, sin el menor interés por el impacto en el consumo interno.
 La lucha contra el hambre debe ser, en primer lugar, la lucha contra la guerra imperialista, o sea contra los gobiernos de la Otan y contra Putin - el de la restauración del capitalismo en Rusia. Pero debe ser también contra los pulpos que acaparan los cereales, mediante la inmediata expropiación de las reservas, bajo el control de obreros y agricultores. La crisis alimentaria plantea una lucha internacional de la clase obrera, por un fondo alimentario mundial único, bajo control de los trabajadores. La cuestión alimentaria se ve exacerbada por la estampida de tarifas de electricidad y de gas, que destruye el conjunto de la canasta familiar. 
 Asistimos, en definitiva, a una lucha internacional entre el mundo del trabajo y el capital, por donde se deben resolver todas las cuestiones planteadas por la decadencia del capitalismo, por las guerras y por la amenaza a las libertades.

 Marcelo Ramal
 27/05/2022

¿Por qué hay apagones en Cuba?


viernes, 27 de mayo de 2022

La masacre de Texas y el circo político de Biden y Trump


Las masacres escolares se han vuelto recurrentes 

La masacre de 19 alumnos y dos maestras en una escuela primaria de Texas ha vuelto a poner en primer plano el horror de las matanzas masivas en Estados Unidos. El atacante, Salvador Ramos, un joven que acababa de cumplir 18 años, abrió fuego dentro de la institución con un rifle de asalto AR-15, poco después de asesinar a su abuela. Antes de ejecutar a los niños, se tiroteó con personal de seguridad. Finalmente, fue abatido él mismo por uno de los agentes. 
 Casi en forma inmediata, el gobierno texano -dominado por los republicanos- y el gobierno federal -en manos de los demócratas- montaron un circo político que tiene el propósito de encubrir el fracaso y la responsabilidad de todo el régimen en este tipo de masacres que se han vuelto recurrentes, a tal punto de hablarse ya de una “generación Columbine” -en referencia a la icónica matanza en un colegio de Colorado en 1999 en que murieron 12 adolescentes y un profesor- que ha crecido en un ambiente en que estos hechos son parte del paisaje cotidiano. “Lo estamos naturalizando, y es la nueva normalidad”, ha reconocido ahora el senador Chris Murphy de Connecticut. En 2018, miles de jóvenes ganaron las calles hartos de esta situación. 
 Además de reñir y echarse la culpa entre sí, pensando en las elecciones legislativas y de gobernadores que vienen, demócratas y republicanos han salido a formular los mismos planteos que en ocasión de las matanzas anteriores. Así, el senador texano Ted Cruz (republicano) pide más despliegue de seguridad en los campus educativos, pese a que ya existe un proyecto llamado “Policías en escuelas” que ha diseminado efectivos en 30 mil establecimientos, al igual que detectores de metales, videovigilancia, etcétera, sin ningún resultado. La propia escuela de la última desgracia en Uvalde, Texas, estaba custodiada. Con planteos semejantes a los de Cruz, Trump se prepara para asistir a una cumbre de la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) en Houston. 
 Del lado demócrata, cada vez que hay una masacre se resucitan los mismos planteos anodinos de control de armas que se olvidan al día siguiente. Estos llevan largo tiempo empantanados en el Congreso debido a la presión del NRA, que financia campañas de legisladores de ambos partidos. Biden cuestiona con gran hipocresía este lobby, mientras abre las puertas al fortalecimiento de esa misma industria armamentística para agredir a otras naciones, y ha dejado intacto el aparato represivo que se ensaña sobre todo con negros y latinos, y que fuera puesto en tela de juicio por la rebelión popular de 2020, ante el crimen de George Floyd.
 Demócratas y republicanos se han trenzado también en un debate sobre la segunda enmienda constitucional, que establece el “derecho del pueblo a poseer y portar armas”, una cláusula que es herencia de la lucha anticolonial y por la independencia frente a Inglaterra. Biden dice que “no es absoluta”, en tanto que muchos republicanos hacen una invocación bastarda de ella para justificar sus planteos fascistas y su apoyo a la industria armamentística. 
 En cualquier caso, el humo político alrededor de los hechos de Texas omite ir a las raíces del problema, que están en la creciente descomposición social que atraviesa Estados Unidos. Hace solo diez días, un tirador hizo 300 kilómetros en su auto hasta Buffalo para asesinar afroamericanos en nombre de una teoría conspirativa del supremacismo blanco que tiene partidarios en las propias filas del Partido Republicano. Más atrás, en 2016, el ataque homofóbico a una disco en Orlando dejó decenas de víctimas. 
 El imperialismo, con su guerra contra los pueblos del mundo y su militarización interna, genera el escenario propicio para que los elementos como Ramos -un desequilibrado con problemas familiares y de bullying que quería ser marine para matar gente- se multipliquen. Y, en ausencia de rifles automáticos, actuarán con cuchillos, bates de baseball, o lo que tengan a mano. 
 La única salida de fondo pasa por una profunda reorganización del país sobre nuevas bases sociales, a través de un gobierno de los trabajadores que ponga fin al militarismo y el capitalismo.

 Gustavo Montenegro

Cuba en África... para la libertad


jueves, 26 de mayo de 2022

Colombia hacia la primera vuelta presidencial


Debate de candidatos

 La campaña hacia las elecciones presidenciales en Colombia se acerca a su desenlace. El domingo 29 se realizará la primera vuelta, y todos los sondeos posicionan a Gustavo Petro, el líder del Pacto Histórico (coalición de centroizquierda que aglutina tanto a referentes sindicales y populares como a sectores del empresariado colombiano), en primer lugar, oscilando entre el 35 y el 48% del total, aunque sin alcanzar la mayoría requerida para ganar sin balotaje. 
 En contraste, la derecha aparece dividida y con una merma significativa en la intención de voto. El segundo lugar está en disputa entre “Fico” Gutiérrez, que ha recibido el apoyo del uribismo y de los partidos tradicionales de la burguesía, y Rodolfo Hernández, un empresario y ex gobernador de 77 años, que posa de “outsider”. 
 Los apoyos, abiertos y velados, a la candidatura de Hernández se multiplicaron en la última semana, en especial cuando se tornó evidente las dificultades de una eventual candidatura de “Fico” para sobrepasar a Petro en segunda vuelta.
 Se trata de las dos apuestas principales del régimen, en continuidad con la postración total del país al imperialismo y a sus entes financieros y militares, y de una gobernanza interna basada en la represión a cualquier disidencia popular. Las mismas elecciones estuvieron manchadas de operativos gubernamentales represivos y denuncias desde sectores del Pacto Histórico. Pocas semanas atrás, se produjo un alzamiento de un sector narco-paramilitar en respuesta a la extradición de su líder a Estados Unidos, lo cual muestra la vigencia de la violencia social, y la desidia con la que el gobierno aborda estos hechos. 
 En este contexto, la posibilidad de un triunfo de Petro, en unos comicios farsescos y amañados en favor del régimen, representa una novedad política. Petro sostiene un programa con planteos parciales de redistribución, pero sin golpear los nodos centrales de dominio capitalista.
 Su candidatura es percibida por importantes sectores populares como la posibilidad de terminar con décadas de uribismo y políticas represivas, y poner en marcha aspectos democráticos y sociales elementales. 
 Esto no borra que el propio Petro sea, para muchos, el “sapo” a tragar con tal de derrotar a la derecha. Todavía sigue fresco en el activismo la oposición de Petro a continuar la rebelión del año pasado, y su rol como sostén del presidente Iván Duque, cristalizado en sus declaraciones “a favor de la continuidad del gobierno”. 
 En las últimas legislativas, los candidatos combativos, o de extracción obrera, campesina o popular, fueron relegados en las listas del Pacto Histórico en favor de empresarios o figuras mediáticas. Esto a pesar de que, tras ellos, se encuentran organizaciones con una importante capacidad de movilización, que constituyen una de las bases de Petro. 
 Prácticamente la totalidad de la izquierda colombiana se ha encolumnado tras Petro. Esto incluye, también, a los grupos o activistas que salieron a luchar en las jornadas de la rebelión. El equipo de campaña de Petro se jacta de esto al referir que una porción de su caudal electoral está constituida por quienes, en el pasado, elegían expresarse con la abstención electoral. 
 Algunos pequeños núcleos militantes, como el Grupo de Trabajadores Socialista, apuesta al voto en blanco con una orientación revolucionaria, y polemiza con el PST colombiano (miembro de la LIT) por su posición de votar críticamente a Petro -que en este caso incluyó el llamado a participar de la interna del Pacto Histórico. La legislación electoral colombiana, por otro lado, es profundamente proscriptiva, lo cual torna casi imposible la presentación electoral de pequeñas fuerzas independientes. 
 En caso de que ningún candidato logre superar el umbral del 50% de los votos, el escenario más probable, se realizará una segunda vuelta con los dos que recibieron más apoyo, con fecha de 19 de junio. 

 Luciano Arienti

miércoles, 25 de mayo de 2022

Biden en Asia, una gira para extender el militarismo


El presidente estadounidense en Corea del Sur 

La gira por Asia del presidente estadounidense Joe Biden ha tenido como propósito bastante evidente avanzar en un cerco contra China, su principal adversario a nivel global, y con quien protagoniza una guerra comercial.
 Las tres cuestiones principales del viaje han sido la ratificación del apoyo militar a sus socios (Corea del Sur, Japón), las advertencias contra el gigante asiático por Taiwán y los mares de la región, y el lanzamiento de un Marco Económico del Indo-Pacífico que excluye a Beijing y suma a trece naciones (Estados Unidos, Japón, India, Australia, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Nueva Zelanda y Brunei). 
 Visto de conjunto, es un intento de Washington por remontar una debacle en el plano exterior que se arrastra ya desde antes del mandato de Trump y tuvo su punto más emblemático en la derrota en Afganistán. Y también, busca consolidar el alineamiento de sus socios regionales en la cruzada contra Rusia por la guerra en Ucrania. Sobre este último punto, Biden sostuvo que Moscú debe “pagar un precio a largo plazo”, un discurso que va mucho más allá de las fronteras ucranianas; es el propósito de avanzar en una colonización de los ex Estados obreros. 

 De Seúl a Tokio 

En Corea del Sur, Biden se entrevistó con el presidente Yoon Suk-yeol. Es un conservador conocido por sus planteos contra las reivindicaciones del movimiento de mujeres, que desplazó a los liberales en las elecciones de este año. Su triunfo implica un alineamiento más estrecho con Washington y un endurecimiento hacia Corea del Norte, con quien las negociaciones nucleares están empantanadas desde 2019. El líder de la Casa Blanca prometió en Seúl intensificar los ejercicios militares conjuntos. Vale señalar que Washington tiene desplegados más de 28 mil soldados en la península. 
 En Japón, donde Estados Unidos tiene apostados 57 mil efectivos en 120 bases, el mandatario estadounidense se entrevistó con el nuevo primer ministro Fumio Kishida. Además de ratificar los acuerdos con el país del sol naciente, que se viene reforzando militarmente a pesar de los límites que le marca la Constitución de la posguerra, Biden lanzó desde Tokio su advertencia contra China por Taiwán. Frente a la pregunta de un periodista, comprometió un apoyo militar a la isla ante una eventual invasión de Beijing, que la reclama como propia. 
 Algunos interpretaron las declaraciones presidenciales como el fin de la política de “ambigüedad estratégica” que rige los vínculos entre Washington y Taipei, debido a que un tratado de 1979 establece que Estados Unidos debe garantizar que la isla esté protegida, pero no lo obliga a participar en un potencial conflicto. Además, en teoría Washington defiende la política de “una sola China”.
 Aunque el propio Biden haya aclarado más tarde que no hay cambios respecto al “ambiguo” tratado de 1979, lo cierto es que la profundización de los lazos entre Washington y Taipei viene creciendo en las últimas dos décadas. Se han ido multiplicando a medida que se empezaban a desacoplar las economías yanqui y china y se incrementaban las disputas y tensiones militares a nivel global. Fue con Trump que estos acercamientos dieron un salto visible.
 El impacto que tendría una confrontación militar en Taiwán, con China y Estados Unidos involucrados, dejaría empequeñecido lo que ocurre hoy en Ucrania.
 Finalmente, Biden lideró en la capital nipona una reunión del Quad, una alianza con la India, Japón y Australia (vale señalar que con Londres y Canberra, Washington suscribió también recientemente un acuerdo militar llamado “Aukus”). Este cónclave aprobó un fondo de 50 mil millones de dólares para el desarrollo de obras de infraestructura, una respuesta indisimulada a la ruta de la seda promovida por Beijing. 
 El documento de la reunión del Quad está lleno de amenazas contra China, aunque no pudo establecer una condena explícita a Rusia, debido a las reticencias de la India, que compra sus armas a Moscú y ahora también petróleo. 
 Una cuestión que pasó inadvertida es que mientras Biden visitaba el Oriente, funcionarios chinos arribaban a Honiara, la capital de las Islas Salomón, para ratificar un acuerdo de seguridad que los críticos temen que sea la puerta para el establecimiento de una base naval china en el país insular. Este territorio atraviesa una conmoción debido a un giro en su política exterior. Hace pocos años rompió relaciones con Taiwán para acercarse a Beijing, aunque no ha roto sus vínculos con Australia y Nueva Zelanda (que tienen la potestad de desplegar tropas en el lugar), ni tampoco con Washington.
 La cuestión es importante porque las islas del Pacífico son la fuente de una partida de TEG entre el imperialismo y China. Beijing está explorando acuerdos similares al de las Salomón con Kiribati y otros países de esa inmensa región.

 Militarismo 

En resumen, la gira es otra expresión de la tentativa de avance yanqui contra China, y testimonia el desarrollo del militarismo a nivel global, como fruto del choque entre las grandes potencias y la crisis capitalista. 
 Beijing ha tenido hasta aquí una postura cauta con respecto al conflicto armado en Ucrania, debido en gran medida a sus lazos económicos tanto con Kiev como con Moscú. No condena al Kremlin, pero tampoco lo apoya -al menos abiertamente. Más de fondo, el problema es que el gigante asiático se ve perjudicado por el impacto dislocador de la guerra sobre la economía mundial. 
 Hay comentaristas que señalan contraintuitivamente que a China le podría convenir una derrota rusa, dado que un debilitamiento de Moscú le permitiría tutelar un inmenso productor de materias primas, pero es una mirada unilateral, porque una derrota rusa implicaría a la vez un fortalecimiento de Washington, que es hoy el principal rival del gobierno chino. 
 Frente al desarrollo del militarismo a nivel global y de la guerra imperialista, con su secuela de destrucción y miseria (el semanario The Economist advierte en su último número sobre la “catástrofe alimentaria” que se aproxima), alentamos la intervención de los trabajadores en el camino de la revolución social. 

 Gustavo Montenegro

martes, 24 de mayo de 2022

“The Economist” y la catástrofe alimentaria que se aproxima


Crecen la inseguridad alimentaria y el hambre en el mundo. 

La guerra entre Ucrania y Rusia ha elevado el precio de los alimentos a nivel global y, con ello, está agravando el problema del hambre en el mundo. Según un artículo del último número de la revista británica The Economist, cuya tapa alerta sobre una catástrofe alimentaria por venir (“The coming food catastrophe”), la suba de precios de los alimentos disparó de 440 millones a 1.600 millones el número de personas que no tiene garantizada la nutrición básica; 250 millones de ellas “están al borde de la hambruna”.
 Rusia y Ucrania explican en forma conjunta el 28% del comercio de trigo a nivel mundial; el 29% del de cebada; el 15% del de maíz y el 75% del de aceite de girasol. El bloqueo del puerto de Odessa por parte del Kremlin y el minado de las aguas del Mar Negro por parte de Kiev, sumado a las sanciones del imperialismo contra Moscú, está llevando la situación a un punto crítico. Según el artículo ya mencionado, hay 25 millones de toneladas de trigo y maíz atrapadas en la zona en conflicto, un equivalente a lo que compran anualmente las economías más pobres del mundo. Los silos ucranianos están llenos y los productores no tienen dónde almacenar las nuevas cosechas, que pueden llegar a pudrirse. A Rusia, en tanto, le pueden faltar insumos como resultado de las represalias de Occidente. 
 El cuadro empeora porque Moscú es también uno de los principales productores de fertilizantes. Aquí se da una cadena: el aumento del gas natural presiona sobre los fertilizantes, y estos sobre los alimentos. 
 Algunos países son especialmente vulnerables a la guerra entre Ucrania y Rusia. Egipto y Libia importan dos tercios de sus alimentos de la zona en conflicto. Líbano y Túnez, la mitad.

 Un problema que se agrava

 Como fruto de la pandemia, de las guerras y de los desastres derivados del cambio climático, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda ya había trepado en 2021 a 193 millones (desde 150 millones), según la FAO. Los países más afectados fueron la República Democrática del Congo, Etiopía, Sudán, Eritrea, Madagascar, Somalia, Yemen, Siria, Pakistán y Haití (El País, 4/5). Un informe reciente de Unicef, en tanto, advierte sobre el crecimiento de la desnutrición infantil, que en rigor ya venía en ascenso desde antes de la conflagración en el este europeo. 
 Mientras tanto, hay un élite económica que se beneficia de la suba de precios, que de acuerdo a un índice elaborado por la FAO -en base al seguimiento de una canasta de productos de primera necesidad- está en los niveles más altos desde comienzos de los ’70, y por encima de los registros de 2011, año en que la carestía alimentaria fue uno de los factores que desató las revueltas en el norte de Africa y Medio Oriente. 
 Un informe de la ONG Oxfam destaca que los ingresos de los multimillonarios en el sector subieron 450 mil millones de dólares en los dos últimos años. Hay 62 “nuevos multimillonarios de alimentos” en el mundo. Cargill, una de las firmas beneficiadas, ha añadido cuatro miembros de su familia a la lista (Continental, 23/5). Esto recuerda el señalamiento de Marx de la acumulación simultánea de miseria en un polo y de riqueza en el otro de la sociedad capitalista.
 Se estima que más de veinte naciones adoptaron medidas para restringir la exportación de alimentos, con el objetivo de contener la situación local. Es lo que hizo la semana pasada la India con el trigo, lo que elevó más los precios internacionales del cereal. 
 La suba de los productos de primera necesidad y de los combustibles está motorizando una serie de movilizaciones y revueltas a nivel internacional, algo que ha advertido con preocupación el FMI en un informe de abril. El caso más importante es el de Sri Lanka. Pero también hubo protestas en Perú, Albania, Sudán e Irak. A la par, se ha reanimado la lucha salarial en los Estados Unidos. 
 Ese es el aspecto esperanzador: la intervención de las masas ante un régimen social que ofrece pestes, masacres y hambre. 

 Gustavo Montenegro

lunes, 23 de mayo de 2022

ACNUR, una pantalla humanitaria de la OTAN


“Emergencia en Ucrania. Más de tres millones de personas huyeron a países vecinos para salvar sus vidas. Esta realidad es INADMISIBLE. Sumate a los Ponchos Azules por la paz, ¡firmá ahora!”. Los Ponchos Azules por la paz, se describe en el sitio web mencionado que “somos todos los argentinos y argentinas como vos y como yo, que ante esta realidad #INADMISIBLE actúan para dar esa mano que abriga y que abraza”.
 En una publicidad que se difunde en distintos sitios de la web, el texto corresponde a la Fundación ACNUR Argentina, el organismo de Naciones Unidas que se aboca a la situación de los refugiados.
 En la página de dicha agencia, se propone donar mensualmente dinero para “dar contención, un lugar y alimentos”, y se afirma que “con $400 por mes podemos proporcionar a 6 niños refugiados de Ucrania una manta para protegerse del frío”. Osvaldo Laport, un actor argentino, es el embajador de la Buena Voluntad de ACNUR. 
 Lo que resulta #inadmisible es que ACNUR no informe que el Congreso de Estados Unidos acaba de aprobar la provisión de material de guerra por 40 mil millones de dólares, para devastar a Ucrania y si es posible, a Rusia, como advirtió Biden, y que Alemania con el mismo fin duplicó su presupuesto militar en 24 horas. El gobierno de EE. UU., como lo ha señalado varias veces el Presidente Zelensky, ha vetado negociaciones de cese del fuego con Rusia y se propone combatir el autoritarismo con la vida del último de los ucranianos. 
 Es lo que había venido ocurriendo antes y sigue ocurriendo, en la pandemia, defendiendo el monopolio de Pfizer hasta el último habitante del planeta.

 Sergio Escalas 
 23/05/2022

Pasado y presente del armamento nuclear


Un repaso por “Hiroshima” de John Hersey 
 El libro fue reeditado en 2020

 “No, no era alegre. Pero cuando volvieron a pedalear sobre una ruta asoleada las horribles palabras se vaciaron de todo sentido: una ciudad de cuatrocientas mil almas volatilizada, la naturaleza desintegrada: ya no despertaba ningún eco. Ese día estaba bien ordenado -azul en el cielo, verde en las hojas, amarillo en la tierra sedienta- y las horas se deslizaban una tras otra desde la madrugada fresca hasta el horno del mediodía; la tierra giraba alrededor del sol que le estaba asignado, indiferente a su carga de viajeros sin destino: ¿cómo creer, bajo ese sol tranquilo como la eternidad, que hoy algunos poseían el poder de transformarla en una vieja luna?”
 Los Mandarines, Simone de Beauvoir.

 La guerra entre Rusia y Ucrania sacude Europa. Las amenazas de extender el conflicto militar se multiplican junto con la evocación más extrema de todas: el uso de armamento nuclear. La calma duró un suspiro luego de los enfrentamientos en Chernóbil y el incendio provocado en la mismísima zona de exclusión de la planta nuclear que explotó allá por 1986. Las tensiones se incrementan con el suministro de material pesado a Kiev por parte de Estados Unidos, la intención de Finlandia y Suecia de entrar a la OTAN y la posterior amenaza del ex mandatario ruso Dmitri Medvédev de enviar armas nucleares al enclave de Kaliningrado. 
 La guerra está tomando ribetes propios de un relato distópico de Philip K. Dike o Ursula K. Le Guin, pero es parte de nuestra actualidad… y una bien concreta. El temor a la hecatombe nuclear ha vuelto sin pedir permiso y quienes pensaban que pertenecían a los libros de historia del siglo XX, a los tiempos de Kennedy, Truman, Krushev y Castro, se equivocan. 
 Este año se cumplirán setenta y siete años de uno de los crímenes a la humanidad más aberrantes de la historia, y no es precisamente moco de pavo en una historia marcada por la lucha de clases. Con la Alemania nazi ya caida y una guerra mundial en ciernes, Estados Unidos arrojó sobre la población japonesa dos bombas de 16 y 22 kilotones, más de dos mil veces la potencia del Grand Slam británico, la bomba más grande jamás usada en la historia de las guerras hasta entonces. 250.000 personas murieron en Hiroshima y Nagasaki; y el mundo luego del 6 de agosto de 1945 ya no sería el mismo.
 Durante el 2020, “Hiroshima” de John Hersey fue reeditado al español por la editorial Debate. Un clásico del ensayo moderno literario, de la mano de uno de los primeros periodistas occidentales en llegar al lugar de los hechos. Su relanzamiento no ha podido ser más oportuno dado los tiempos que corren. Un ensayo que da testimonio de un grito desgarrador que recorrió las islas niponas hace unos tres cuartos de siglo.

 Un trabajo pionero

 Hiroshima, de John Hersey fue una de las primeras crónicas en ser publicadas sobre las consecuencias de la bomba atómica en Hiroshima. Un año después de ser arrojada, Hersey visitó la ciudad enviado por el New Yorker en un Japón ya por entonces ocupado por el ejército yankee.
 Haciendo uso de un recurso ingenioso a la hora de poder llegar al lector cuando las matanzas son monstruosas y las víctimas se cuentan por cientos de miles, Hersey recurre a lo más pequeño: al antes, durante y el después de una media docena de supervivientes, los llamados hibakushas. 
 La señorita Toshiko, empleada del departamento de personal de la Fábrica Oriental de Estaño. Masakazu Fujii, doctor de un hospital privado en la vera del río Ota. Wilhelm Leinsorge, sacerdote alemán de la compañía de Jesús o Terufumi Sasaki, joven miembro del personal quirúrgico del hospital de la Cruz Roja; son sólo algunos ejemplos de ciudadanos que Hersey indaga en dónde y cómo se encontraban cuándo la ciudad en un segundo pasó a tener 6000 grados centígrados en su centro metropolitano.
 Para dimensionar acaso, al igual que sucede al revelar una foto, como producto de la energía liberada las personas pasaron a ser sombras sobre las paredes y el piso. La mica y el granito se fundieron, los postes telefónicos se carbonizaron aún a cuatro kilómetros del impacto y las baldosas de cerámica se hicieron cenizas. El horror recorre el ensayo en cada una de sus páginas, pero también la potencia del humano para organizarse frente a la tragedia.
 El desconcierto frente al horror, los incendios que azotaban la ciudad, la horda de heridos y quemados que llegaban desde todos los puntos cardinales a los pocos centros de cuidados que seguían en pie o la ignorancia frente los primeros efectos de la radiación en los cuerpos (“la piel le colgaba de la cara y de las manos”,”las cuencas de sus ojos huecas, y el fluido derretido resbalando por sus mejillas”) son las imágenes que Hersey a través del testimonio de los hibakushas nos rememora. 
 Las secuelas del desastre llenan la segunda parte del libro (en posteriores anexos que le hiciera Hersey al ensayo), como la reconstrucción de la ciudad, los primeros movimientos antibomba japoneses, los pedidos por justicia, intercalado con el desarrollo nuclear de esos años, como la primera bomba de las URSS en el 49, la primera bomba de hidrógeno en el 53 o el armamento nuclear primogénito de Inglaterra, China e India en los albores del 50. Sin dudas un punto estremecedor del libro es cuando uno de los hibakushas se cruza (sin ser avisado) en la TV de aire estadounidense con el copiloto del Enola Gay, el avión que arrojaría la bomba.

 Ciencia y régimen social 

El ensayo de Hersey se suma a un asidero que W.G. Sebald, escritor aleman, repasa en “Sobre la historia natural de la destrucción” que va desde la propia obra de Sebald recordando los bombardeos aliados sobre Dresde y Hamburgo, hasta el gran escritor y nobel japones Kenzaburō Ōe en Notas de Hiroshima, publicado en el 97. Hace unas semanas, en el DiarioAr, Irene Lozano (30/3) comentaba que “cualquier cifra, cualquier dato, cualquier descripción de los dos bombardeos desborda nuestra imaginación moral. Por eso hay que leer a Hersey”.
 Hemos alcanzado un grado en la ciencia y técnica que de no cambiar las relaciones sociales, nos llevará a la autoliquidación, ya sea por las bombas que hemos sabido concebir, el calentamiento global o las pandemias zoonóticas.
 En noviembre de 1945, tres meses luego de arrojar su creación sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki, Robert Oppenheimer, líder del proyecto Manhattan, brindó un discurso ante sus colaboradores en que estableció que ya que los “buenos propósitos” de la ciencia nacidos desde el Renacimiento, eran conquistar “el mayor poder posible para controlar el mundo”, la bomba atómica habría sido su “inevitable producto”. 
 Por el contrario, como señala correctamente Ernest Mandel (1), el único producto inevitable del esfuerzo para conquistar la naturaleza es el conocimiento de cómo liberar la energía atómica. El uso para fines destructivos no era ni es inevitable. En todo caso, la bomba es el producto de un orden social determinado, de una forma dada de organización social y esa organización social es el resultado de la falta de habilidad temporaria de la humanidad para controlar (conquistar) racionalmente los procesos sociales. Es debido a que el mundo social -que es parte del mundo natural- está en sí mismo insuficientemente conquistado que la bomba atómica fue producida, no porque hubiera demasiado conocimiento. 

Pedro Cataldi 

 1 “El significado de la Segunda Guerra Mundial”, 1986. Mandel (1923-1995) fue un intelectual belga y dirigente político del Secretariado Unificado.

sábado, 21 de mayo de 2022

Cuba y los enemigos de Martí


La economía política de la guerra mundial


La guerra que la Otan ha desatado contra Rusia no se libra sólo en el campo militar y la agresión cibernética, sino en el de las sanciones económicas en una escala sin precedentes. El dólar, como patrón monetario internacional, se ha convertido en lo que nunca dejó de ser - un arma de guerra. A cuenta de la futura reconstrucción de Ucrania, Estados Unidos ha confiscado 350 mil millones de dólares de las reservas internacionales de Rusia. Las sanciones económicas contra cualquier comercio o transacción financiera con Rusia ha dislocado el mercado internacional. Ha agravado las consecuencias económicas que desató la pandemia, al adicionar a la ruptura de las cadenas internacionales de producción la ruptura de las cadenas de crédito y de pagos. La pandemia y por sobre todo la guerra imperialista han convertido a una economía mundial deflacionaria en inflacionaria. La sobreproducción crónica ha sido sustituída por un mercado deficitario de alimentos, minerales, materias primas e insumos industriales, en especial fertilizantes, petróleo y gas. El crecimiento abultado del endeudamiento, como ocurre en períodos de deflación, con relación a la inversión y el consumo, enfrenta ahora la tendencia opuesta - la desvalorización del crédito, la devaluación de las monedas, el retiro de capitales y las quiebras. La fragilidad del sistema financiero internacional quedó expuesta en marzo de 2020, cuando la Bolsa de Nueva York colapsó ante el anuncio de la irrupción de la pandemia y la perspectiva de suspensión de las actividades laborales. Volvió a dejar expuesta, de este modo, una característica fundamental de las crisis capitalistas, que es la desaparición del dinero cuando se descontaba una enorme liquidez – aunque en este caso a una escala colosal. 
 Para contrarrestar la irrupción de la inflación, el Banco Central de Estados Unidos, la Fed, ha iniciado una suba en cuotas de la tasa de interés de referencia general. Abandonó así la caracterización de que la suba inflacionaria era circunstancial o transitorio. Defendiendo el valor de la moneda, entiende defender el valor de las carteras de los acreedores. Entiende generar una corriente de dinero que refinancie las deudas públicas y privadas. La respuesta de la Bolsa, a nivel internacional, fue una sonora caída – la lista más negociada en Nueva York ha caído casi un 20 por ciento. Las más golpeadas fueron las acciones que cotizaban más alto, las tecnológicas, que se han desplomado un 40 por ciento. La relación entre el precio de esas acciones y las ganancias de las compañías eran las más elevadas desde… 1881 (Financial Times, 11/5). El efecto de una suba de tasas es retraer el consumo, lo que es visto como el anuncio de una recesión, que disminuirá los beneficios capitalistas. Las comerciaizadores de bienes de consumo personal han acusado el impacto: Target, Walmart, Cosco, Unilever han presentado balances con reducciones elevadas de ganancias. 
 El propósito de la Fed es ajustar la demanda a la oferta, o sea deprimir los salarios más allá de lo que ya ha hecho la inflación: la caída del salario real en el último año ha sido, en Estados Unidos, la más rápida de la historia (FT, 11/5, Martin Wolf). Como la oferta de mercancías está condicionada por la guerra, el ajuste de la demanda no tiene un límite de tiempo ni de monto. Es que el problema de la inflación no tiene que ver, en este caso, con un asunto de demanda, sino de producción y costos de producción, que no podrían ser recortados por una suba de intereses. Como en toda guerra mundial, el método, para la circunstancia, es el racionamiento. Llegar a ese extremo derribaría el mercado financiero. La contradicción ha quedado bien nítida en la prensa británica. “Ajusten aun cuando la economía se hunde”, reclama con furia el Comité Editorial del Financial Times (17/5). Responde, en estos duros términos, a un planteo del presidente del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, que había dicho ante el Parlamento “que no era mucho lo que se podía hacer con el 80% (de las causas de la inflación)” y que “la Fed no tenía real idea acerca de ella”. Para el Comité Editorial, Bailey “sonó apocalíptico”. Sea como fuere, esa es la causa por la que, por el momento, los bancos centrales de Europa, China y Japón, no han seguido el rumbo que adoptó la Fed. La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, llegó a la conclusión de que una suba de tasas de interés frente a una inflación propulsada por los costos de producción y no por la demanda, debe llevar a una “estanflación” – una recesión que no reduce la inflación, de carácter “global”. 
 La bomba nuclear de la inflación, para no salir del tema bélico, pasa por el derrumbe que podría provocar en el mercado financiero, lo que muchos dan por seguro. “Un aterrizaje suave es … improbable”, vuelve a decir Martin Wolf. Explica: “hay altísimos niveles de deuda dolarizada a nivel mundial” y, además, "el precio de los activos (acciones, bonos, hipotecas) también han alcanzado niveles extremos”. No se trataría de una recesión, sino de una bancarrota – en medio de la guerra. Cuando Biden y Zelensky descuentan el desplome del rublo, algo que no ha ocurrido, lo que asoma es una crisis bursátil y bancaria; las sanciones se convertirían en un bumerán. El valor de los bonos basura, que se transan a 70 centavos de dólar, dice el FT (4/5), subieron a 27 mil millones de dólares desde los 14 mil millones que representaban al final de 2021. Las compañías endeudadas tendrán dificultades para refinanciarse a mayores tasas de interés. Los bonos que se negocian un 10% por encima de los del Tesoro norteamericano están subiendo”. En la semana ha crecido el retiro de dinero de los fondos mutuos y de corto plazo. 
 La amenaza de default se extiende a las tarjetas de crédito, bonos hipotecarios y países endeudados. La irrupción de la pandemia tuvo lugar en un mercado que ya se encontraba amenazado por la bancarrota; la evitó el socorro gigantesco que pusieron sobre la mesa los bancos centrales. Pero el crash de las tecnológicos se había reanudado el año pasado. El alto nivel especulativo de estas compañías las hace muy vulnerables a subas de la tasa de interés; por eso se derrumba especialmente el Nasdaq, donde seis ‘tecnos’ dominan el 60% de las transacciones. El problema, de nuevo, es que la “profundidad” del mercado, en estas circunstancias, está en duda, o sea la capacidad de refinanciar a deudores que no pueden saldar sus obligaciones. Hay riesgos de liquidez, estrechez del mercado de deuda del Tesoro norteamericano. Es lo que subraya The Economist: “el adelgazamiento” de la liquidez de este mercado de deuda pública, dice, puede llevar a “una parálisis”.El hundimiento del Bitcoin es una expresión de este derrumbe potencial de la liquidez internacional 
 La Fed tiene en su cartera 9 billones de títulos públicos -6 billones en bonos del Tesoro y 3.9 en hipotecarios- sobre un total de 23 billones de dólares, una deuda pública del ciento por ciento del PBI. El Banco pretende descargar la mayor parte de esa deuda en el mercado durante el año, sin seguridad de quiénes serían sus compradores – no Rusia, por supuesto. El candidato podría ser Japón, cuyo mercado financiero se encuentra en bajante, pero enfrenta el aumento considerable de los seguros que acompañan a la compra de deuda. El déficit comercial USA, por otra parte, ha alcanzado el 1.5 billón anual, lo que implicó un recorte del 3.2 del PBI. La posición inversora internacional de EEUU es negativa en 18 billones de dólares, o sea que es fuertemente deudora. El país que maneja el sistema financiero internacional es deficitario financieramente, y por lo tanto vulnerable a una salida de capitales. La situación opuesta, exactamente, a la imperante en la segunda guerra mundial. El imperialismo estadounidense depende de una victoria en la guerra contra Rusia para conservar un precario dominio mundial.
 La pandemia, la guerra y la crisis financiera ha provocado grandes alteraciones en los mercados mundiales. Una suba de tasas, por parte del Banco Central Europeo, tendrá un efecto demoledor en los países socios más alcanzados por la guerra y por el aumento del precio de los combustibles. Volvería a poner en crisis la deuda pública de Italia, ni hablar de la de Turquía, que enfrenta una salida constante de capitales. El otro afectado, Gran Bretaña, tiene a la libra esterlina en el nivel más bajo en mucho tiempo en medio de una contracción económica, Lo mismo ocurre con la lira turca, el yen japonés e incluso la moneda de China.
 La demanda internacional de China no sacará a la economía mundial de esta crisis, cuando ella misma se encuentra acosada por la crisis del sector inmobiliario, que representa el 25% del PBI, y de los bancos asociados a la especulación inmobiliaria. También en China las ‘tecno’ han registrado la mayor caída en la Bolsa, en parte por sanciones internacionales, en otra parte por la reestructuración que les ha impuesto el gobierno por ‘abusos de mercado’. A esto se suma una irrupción en Shanghai, el centro económico de China. 
 La caracterización de la guerra en desarrollo no puede obviar esta enorme crisis del conjunto de la economía mundial. Plantea la exigencia de una enorme reestructuración de toda la política mundial y las relaciones internacionales. Para usar un lenguaje en boga, plantea una cuestión “existencial” para todas las potencias en conflicto. El primer aspecto es una reestructuración de las relaciones de trabajo, en la línea de la precarización generalizada, el mundo convertido en Bangladesh. Apunta a un conflicto de alcance planetario, como es el dominio internacional de un imperialismo en decadencia. El impacto de esta guerra y de esta crisis forzará a la movilización de todas las clases sociales y de todas las naciones. Es el escenario que pondrá en choque la salida del fascismo o la salida de la revolución socialista. 

 Jorge Altamira 
 20/05/2022

viernes, 20 de mayo de 2022

Nuevo récord mundial de desplazados internos


 Congo, escenario de lucha por sus recursos naturales 

El Guiness de la barbarie capitalista

Dos nuevos informes han vuelto a poner números al desgarrador fenómeno de los desplazamientos internos, es decir, la gente que debe abandonar sus hogares debido a conflictos armados o catástrofes climáticas. 
 De acuerdo al Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC por sus iniciales en inglés) y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC en inglés), la cifra alcanza a 59,1 millones de personas, un guarismo récord. En el caso del NRC, el número duplica el registro de hace diez años. 
 El informe del INDC divide a los desplazados internos entre aquellos que escapan de los conflictos armados (53,2 millones) y los que lo hacen de desastres climáticos (5,9 millones). Africa es el continente más afectado en el primer caso, mientras que Asia en el segundo. 
 En cuanto a la discriminación por países, aparecen a la cabeza Siria (6,7 millones), la República Democrática del Congo (5,3 millones) y Colombia (5,2 millones). El primero de estos territorios es escenario de una guerra civil devastadora que se extiende desde 2011 y en la que se cruzan los intereses de yanquis, europeos, turcos, rusos, iraníes e israelíes, entre otros. El segundo alberga una lucha sangrienta por el control del coltán y otros valiosos recursos minerales. En los ’90, fue el corazón del conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial, con más de una decena de países involucrados. El tercero es el teatro siniestro de la expulsión de campesinos y apropiación de sus tierras por parte de una élite terrateniente, representada políticamente hoy por el uribismo, el masacrador de la rebelión popular de 2021. 
 Las cifras de los organismos no llegan a contemplar el impacto de la guerra en Ucrania, que estalló en febrero de este año. Si así fuera, este país encabezaría el listado, dado que según la página de Naciones Unidas (10/5) hay 8 millones de desplazados internos, un número que se eleva a 14 millones si se computan también los refugiados, es decir, aquellos que han debido cruzar las fronteras nacionales. 
 Los números récord de 2021, por lo tanto, volverán a ser superados este año. 
 Las ONG’s se limitan también en sus informes al caso de los desplazados internos. Acnur, la agencia de Naciones Unidas, estima la cifra conjunta de refugiados y desplazados internos en más de 80 millones de personas, de las cuales más de 20 abandonaron sus países de origen y están bajo su mandato. Otros 5,7 millones son palestinos expulsados de sus tierras por el sionismo; hay también 4 millones de solicitantes de asilo, y casi 4 millones de venezolanos diseminados en el extranjero como fruto de la crisis económica en el país caribeño. 
 La guerra en Ucrania agrava directa e indirectamente el desastre humanitario, dado que no solo engorda la cifra de perjudicados, sino que añade un aumento global del precio de los alimentos, que endurece la situación en los campos de desplazados y tiende a generar nuevas hambrunas en el mundo. 
 A la guerra y los problemas climáticos, además, se ha sumado en los últimos dos años el drama del Covid, capaz de hacer estragos debido al hacinamiento y la falta de elementos de higiene que prevalece en los campos.
 El informe del INDC se detiene en varios casos puntuales, como la guerra civil en Etiopía, o los desastres naturales en Haití. Y menciona también casos donde se combina la problemática ambiental y el conflicto armado, como Myanmar, en el Sudeste Asiático, donde la dictadura militar gobierna a sangre y fuego, y el país es víctima de inundaciones y ciclones. 

 Barbarie capitalista

 El fenómeno de los refugiados y desplazados es una de las expresiones más dramáticas de la crisis mundial. El imperialismo es responsable de esta situación, al invadir y saquear naciones, o alentar rivalidades interétnicas, con el mismo propósito. A la vez, el modo de producción capitalista conduce a la depredación ambiental, con sus consecuencias climatológicas cada vez más visibles. 
 Cuando, como en un búmeran, esta crisis golpea las fronteras de los países centrales, en la forma de masas que llegan buscando refugio, el imperialismo instrumenta deportaciones exprés, erige muros y vallas y alienta la xenofobia. 
 Defendemos el derecho incondicional al asilo y postulamos la solidaridad y unión entre los trabajadores del mundo, migrantes y nativos. Abajo la guerra imperialista. Abajo el capitalismo.

 Gustavo Montenegro

jueves, 19 de mayo de 2022

El tirador de Buffalo y el racismo en Estados Unidos


El ataque dejó 10 muertos 

La masacre perpetrada por el joven Payton Gendron en un supermercado de Buffalo, Nueva York, dirigida contra afroamericanos, vuelve a poner en agenda el arraigo de las teorías y prácticas racistas en los Estados Unidos. 
 Gendron, quien condujo durante 300 kilómetros desde su pueblo natal hasta el barrio de mayoría negra en que se cobró diez víctimas fatales con un rifle semiautomático, afirma haber actuado inspirado en una serie de atentados previos: el de El Paso, Texas, en 2019, cuando un joven mató a 22 personas, mayormente latinas; en el ataque a una sinagoga de Pittsburgh en 2018 que dejó 11 muertos; e incluso fuera de sus fronteras, en la agresión de un hombre armado contra una mezquita en Nueva Zelanda, con 51 víctimas fatales. 
 El tirador, quien transmitió su crimen largamente premeditado a través de la red social Twitch, es partidario de la llamada “teoría del gran reemplazo”, que no es nueva pero ha cobrado bríos en los últimos años. Sostiene que hay una conspiración para reducir a los blancos a la condición de una minoría. Con variaciones, este credo se extiende a otros países. En 2012, el francés Renaud Camus publicó el trabajo “Le grand remplacement”, que alerta sobre una invasión de migrantes africanos en el continente europeo. 
 Con Donald Trump en el poder, muchas de las bandas racistas y de extrema derecha ganaron protección y visibilidad política. En agosto de 2017, una militante antifascista fue atropellada y asesinada durante un mítin en Charlottesville. El expresidente yanqui apañó a los atacantes y a lo largo de su gestión se cansó de hacer referencias a la “invasión” de los latinos, a la vez que continuaba la política de deportaciones masivas de Obama.
 Las teorías racistas se alientan desde grandes medios de comunicación, como Fox News. Además, la discriminación contra la población negra y latina está extendida en todos los terrenos y ambas comunidades son las víctimas principales de la brutalidad policial. 
 Este es el caldo de cultivo para el accionar de individuos como Gendron. 
 El presidente Joe Biden criticó en un discurso el supremacismo blanco y el “veneno” que suponen los crímenes de odio, pero el propio Partido Demócrata está lleno de elementos derechistas. Por lo demás, continúa la expulsión de migrantes en las fronteras, y el aparato represivo del gatillo fácil contra la juventud negra y latina sigue intacto. 
 La declinación yanqui engendra los planteos supremacistas y fascistizantes.
 La lucha por poner fin a ese flagelo es una lucha para terminar con el capitalismo.

Gustavo Montenegro

miércoles, 18 de mayo de 2022

La integración de Suecia y Finlandia a la Otan agrava el conflicto en Europa


La petición intensifica las tensiones militares 

Los gobiernos de Finlandia y Suecia confirmaron en los últimos días su intención de adherirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), la alianza militar creada por el imperialismo en tiempos de la “guerra fría” con la Unión Soviética y que, actualmente, respalda al gobierno de Ucrania en su conflicto bélico con Rusia. 
 Aunque aún falta que los parlamentos respectivos voten el tema, se descuenta que habrá un apoyo a la petición. En el caso de Finlandia, el respaldo incluye a la coalición de gobierno (socialdemócratas, verdes y centroderechistas de Coalición Nacional), la extrema derecha de Verdaderos Finlandeses y –según el diario catalán La Vanguardia– a la Alianza de Izquierda; en el caso de Suecia, a la socialdemocracia gobernante y a la oposición centroderechista. Todo el régimen político ha cerrado filas detrás del planteo. 
 La incorporación de estos países a la Otan, que voceros de la alianza prometen resolver en tiempo récord, inflamaría las tensiones en Europa y las tendencias a una generalización del conflicto armado. “Ya no podemos creer que habrá un futuro de paz”, reconoció el presidente finlandés Sauli Niinisto en conferencia de prensa. Helsinki comparte 1,300 kilómetros de frontera con Rusia. 
 Moscú ya había advertido que respondería reforzando su arsenal nuclear en Kaliningrado, un enclave situado en la frontera con Polonia y Lituania, próximo a Alemania. Ahora ha añadido también algunas represalias económicas, como el corte de la provisión de energía a Finlandia. 
 Como la totalidad de los miembros de la alianza atlántica deben apoyar la petición de ingreso para que este se concrete, uno de los obstáculos que deberá remover la alianza antes de sumar a Suecia y Finlandia es la reticencia de Turquía, que recela de un supuesto apoyo sueco y finlandés a los sectores políticos kurdos que el presidente turco Recep Tayiip Erdogan persigue a sangre y fuego en la Anatolia. Estambul, sin embargo, está dispuesta a negociar. Es decir, que la incorporación de los nuevos miembros no solo agravaría el conflicto en Europa sino que de pasada podría empeorar la situación del pueblo kurdo. 
 La Otan cuenta actualmente con treinta miembros. Fue fundada por un puñado de países (Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Italia, entre otros) pero sumó más tarde en sucesivas oleadas a Alemania, España, Grecia y Turquía, entre otros, y, tras la disolución de la URSS, a los Estados bálticos, Hungría, Polonia, Bulgaria, Rumania, la República Checa, Eslovaquia, Albania y naciones de la ex Yugoslavia. Con la incorporación de Suecia y Finlandia, todos los países nórdicos quedarían integrados, ya que Islandia, Noruega y Dinamarca pertenecen al club. 
 El proceso de expansión de la Otan por el este europeo, como parte de un cerco contra Rusia, está en la base de la actual guerra. Incluso sectores del imperialismo lo reconocen. Javier Solana, un español que dirigió la alianza entre 1995 y 1999, sostuvo recientemente en una entrevista que “se cometió un error en la Cumbre de la Otan de abril de 2008 al caer en la tentación de hablar de manera que parecía que Ucrania y Georgia iban a entrar en la Alianza Atlántica”, dado que se habrían encendido las alarmas de Moscú. “Rusia se quedó con la copla [la idea] de que Ucrania podía estar en la Otan y ahora estamos viviendo en cierto modo las consecuencias”, afirmó. También el columnista del New York Times, Thomas Friedman, supo expresarse en el mismo sentido
. En su haber, la Otan cuenta con los bombardeos sobre la ex Yugoslavia en los ’90 y el apoyo a las invasiones de Afganistán e Irak. 

 Muerte y carestía 

Del mismo modo que la suma de los nuevos socios intensificaría la carrera y las tensiones militares, se agravaría la situación económica, con nuevas sanciones y contrasanciones. Moscú acaba de bloquear dos de las vías de suministro del gas al resto del continente.
 La Unión Europea estudia planes para instrumentar un boicot del petróleo y el gas ruso (ya lo lanzó en el caso del carbón) y reemplazarlo por otros proveedores o por producción propia. Con independencia de su factibilidad, en el mejor de los casos no podría concretarse sino hasta dentro de varios años, con lo cual en el ínterin continuaría el aumento de los precios y eventualmente se impondrían racionamientos que golpearían a las masas trabajadoras. Esta última cuestión ya está en discusión en Alemania.
 Esta es una guerra en la que no hay campos progresivos. De un lado está el imperialismo y el régimen proimperialista de Volodomir Zelenski, y del otro el régimen de Putin, que abandera una oligarquía restauracionista y enriquecida sobre los despojos de la URSS. 
 Abajo la guerra. Fuera el imperialismo del este europeo. Fuera Putin de Ucrania. Por una Ucrania unida y socialista. Por la unidad socialista de Europa, incluyendo a Rusia.

 Gustavo Montenegro

#DiagnósticoSocial - La frontera salvaje: 200 años de fanatismo anglosajón en América Latina parte 2


Marta Rojas habla sobre su novela "Las campanas de Juana la Loca"


martes, 17 de mayo de 2022

Roque Dalton: una sonrisa en la revolución


Cuatro días antes de cumplir 40 años, el 10 de mayo de 1975 era asesinado por sus propios compañeros del ERP salvadoreño Roque Dalton, aquel poeta, periodista, ensayista, novelista, considerado “el escritor más universal de El Salvador y uno de los más brillantes narradores centroamericanos. (que) En Argentina es uno de los grandes ausentes en los suplementos literarios dominicales, sean conservadores o ´progres´”, como afirma Roberto Bardini (1). Y no es casual esa ausencia. 
 Nacido en San Salvador el 14 de mayo de 1935, era hijo de un millonario texano, Winnal Dalton, y de una enfermera salvadoreña. En 1956 la Universidad de El Salvador le otorga el Premio Centroamericano de Poesía y en 1969 gana el Premio Casa de las Américas, en Cuba, con una ópera-rock titulada "Taberna y otros lugares". 
 De Dalton puede decirse que fue una sonrisa en la revolución. El buen humor en su vida y en sus textos, para escribir poesía y para combatir por la revolución. De su origen familiar afirmaba descender del pirata Dalton, que asoló las costas de Centroamérica, pero de su poesía consideraba que “quisiera ser uno de los nietos de Vallejo. Con la familia Neruda no tengo nada que ver”. 

 Foquistas y estalinistas para destruir la revolución en Latinoamérica 

A los 22 años Dalton se afilió al Partido Comunista, quizá siguiendo los pasos de su amigo, el poeta Otto René Castillo, quien después rompe con el PC y se incorpora a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) de Guatemala, siendo asesinado por el ejército en 1967. Dalton también abandona pocos años después el PC, ingresando en el ERP salvadoreño. Podríamos decir que ambos hicieron un trayecto desde el estalinismo clásico hacia ese foquismo americanista y guevarista, que paso a paso cedería ante el estalinismo y el nacionalismo burgués. Y ambos serían víctimas de su propia decisión política.
 Por su militancia, Dalton -igual que Castillo- estuvo preso y fue desterrado. Vivió en Guatemala, la Unión Soviética y Checoslovaquia. Conoció Vietnam del Norte y Corea. Instalado en Cuba, en diciembre de 1973 regresó clandestinamente a El Salvador. La causa de su retorno habría sido “la represión que sufrió por parte del aparato oficial cubano. (…) su situación en Cuba había dejado de ser cómoda. La causa: su rompimiento con la agencia cultural (…) Casa de las Américas (…). En 1970, Casa de las Américas vivía una hora complicada. (…) En medio de esa crispación (…) convocó al premio correspondiente a ese año. (…) Como era previsible, algunos de los jurados y de manera especial el poeta (Ernesto) Cardenal, comenzaron a hacer públicos puntos de vista discordantes con la línea oficial cubana, y reclamaban autorización para tomar contacto directo con la realidad del país.” (2) Al principio Dalton no acordaba con las peticiones de Cardenal, pero luego también se lo habría solicitado a Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas. La negativa de Retamar y una confrontación violenta por los mismos temas con Mario Benedetti deciden su renuncia. 
 Antonio Calderón, fundador de la guerrilla urbana del ERP, explica que en 1973 Alejandro Rivas Mira y Eduardo Sancho, para ese entonces el uno y dos del ERP, viajaron a Cuba a pedir ayuda militar, política y económica, petición que, por asombroso que esto parezca, fue aprobada a condición de que el ERP aceptara a Dalton como asesor político y militar. Ya el 13 de abril de 1973 sus compañeros de militancia lo arrestan por “indisciplinado, revisionista de derecha y agente pro cubano”. Días después, la acusación cambió: un capítulo de su novela “Pobrecito poeta que era yo” (todavía inédita en ese momento) “fue considerado por sus verdugos, (…) la prueba de su ‘confesa culpabilidad’ de ser un infiltrado de la CIA” (3). “Hoy se conocen varios testimonios acerca de que esta versión ya había circulado por boca de algunos dirigentes del Partido Comunista Salvadoreño”. (4) 
 Junto a Dalton también fue asesinado un dirigente obrero, Armando Arteaga (“Pancho”), tras un "juicio sumario", durante las pugnas que llevarían a la división del ERP en ese mismo año y a la posterior creación de la Resistencia Nacional. La divergencia era entre el foquismo netamente aventurero y el planteo de Dalton y otros de organizar al pueblo trabajador, además de realizar acciones guerrilleras.
 Rivas Mira, Vladimir Rogel, Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos deciden ejecutarlo y estos últimos le disparan durante el curso de una reunión dos balas a traición, desde atrás. El cuerpo de Dalton fue abandonado en un paraje denominado El Playón, donde los escuadrones de la muerte salvadoreños dejaban los restos acribillados a tiros de políticos, sindicalistas y estudiantes sospechosos de colaborar con la guerrilla. Su cadáver terminó devorado por perros y aves de rapiña. 
 Bardini explica que “Ninguno de los ejecutores de Roque Dalton tuvo un final heroico o, siquiera, un destino más o menos digno.” Rivas huyó del país en 1976, con dos millones de dólares provenientes del pago de un rescate por el secuestro de un empresario; Rogel fue “ajusticiado” por sus antiguos compañeros; Meléndez terminará ocupando el cargo de director de Protección Civil del gobierno de Sánchez Cerén. Y la “joya”: Villalobos consigue graduarse de politólogo en Oxford y ser asesor de cuatro presidentes alineados con Estados Unidos: el salvadoreño Francisco Flores, el colombiano Álvaro Uribe y los mexicanos Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón. 

 Dar la vida por la revolución

 El asesinato de Roque Dalton permanece en la impunidad legal e integra la lista de los llamados “poetas mártires” de El Salvador, junto con Arquímedes Cruz, Claudia María Jovel, Amílcar Colocho, Delfina Góchez Fernández, Alfonso Hernández, Lil Milagro Ramírez, Leila Patricia Quintana, Jaime Suárez Quemain y Mauricio Vallejo. A pesar de ello, Ernesto Cardenal dijo: “Ahora, en 1980, él está encarnado en muchas vidas, está resucitado en la insurrección de El Salvador. (…). Roque Dalton será un pueblo reidor y feliz de roque daltons.” (5) 

 Sobre Dolores de Cabeza 

Es bello ser comunista, / aunque cause muchos dolores de cabeza. / Y es que el dolor de cabeza de los comunistas / es histórico, es decir / que no cede ante las tabletas analgésicas / sino sólo ante la realización del Paraíso en la tierra. 
 Así es la cosa. / Bajo el capitalismo nos duele la cabeza / y nos arrancan la cabeza. / En la lucha por la Revolución la cabeza es una bomba de retardo. 
 En la construcción socialista / planificamos el dolor de cabeza / lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario. / El comunismo será, entre otras cosas, / una aspirina del tamaño del sol. 

 Roque Dalton 

Eugenia Cabral 
 16/05/2022 

Notas

 (1) Bardini, Roberto. “La muerte de Roque Dalton: dos balas para silenciar una inteligencia incómoda”. Bambú Press.
 (2) Huezo Mixco, Miguel. “Roque Dalton vuelve a morir”. 
(3) Bardini, R. Op. Cit.
 (4) Coronado, Xabier F. “Roque Dalton, la fuerza literaria del compromiso”.

Vargas Llosa y la involución autocrática del liberalismo


Debo reconocerlo. Vargas Llosa es, como diría Jorge Luis Borges, “incorregible.”

 El paso del tiempo es implacable, y en su caso, a diferencia de otros, ha acelerado su degradación física pero sobre todo mental. El narrador peruano ya ha sucumbido ante aquello que en una extraordinaria novela (El Reino de este Mundo) Alejo Carpentier llamara “el irreparable ultraje de los años”. Sus más recientes declaraciones públicas, reproducidas urbi et orbi por la canalla mediática al servicio del imperio, lo hunden aún más en la ignominia y el oprobio. Invitado a la Feria del Libro de Buenos Aires aprovechó para codearse con lo más rancio de la derecha autoritaria argentina, enemiga mortal de la democracia en este país. Y poco después, más precisamente el 11 de mayo, ofreció una charla en Montevideo en donde consultada su opinión acerca de las futuras elecciones en Brasil declaró que “El caso de Bolsonaro es muy difícil. Las payasadas de Bolsonaro son muy difíciles de admitir para un liberal. Ahora, entre Bolsonaro y Lula, yo prefiero a Bolsonaro. Con las payasadas de Bolsonaro, no es Lula”. Lamentó que en Europa existe una “especie de enamoramiento de Lula” pese a que el ex presidente brasileño “estuvo preso” y los jueces lo condenaron “por ladrón”. [1] 
 Es obvio que el autor de Conversación en la Catedral se encuentra atrapado en el fondo de un remolino ideológico que lo conduce a los más repugnantes extremos del pensamiento político. Sólo una mente fatigada o irremediablemente desgastada puede calificar como “payasadas” a lo que numerosos intelectuales y académicos amén de diversos movimientos sociales y fuerzas populares brasileñas han calificado como políticas genocidas. Existen informes del Senado de ese país que así lo certifican, y denuncias de la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) en contra de la necropolítica de Jair Bolsonaro ante la Corte Penal Internacional de La Haya por haber incurrido en los delitos de genocidio y ecocidio. Por supuesto, para el triste personaje que nos ocupa éstas no son sino maniobras propagandísticas, artefactos de la “guerra cultural” de la izquierda en su implacable combate en contra de las fuerzas de la “libertad”, que tienen en el multipremiado escritor su mascarón de proa y mayor propagandista mundial.
 La superficialidad con que juzga los crímenes de Bolsonaro va de la mano de la ligereza con que asegura que a Lula los jueces “lo condenaron por ladrón”. Omite decir que no fueron “los jueces” sino el juez Sergio Moro, dilecto alumno de los cursos de “Buenas Prácticas” que cada año el gobierno de Estados Unidos organiza para formatear la cabeza de jueces, fiscales, procuradores, académicos, periodistas y políticos llevados a aquel país en donde un grupo de expertos les enseña cómo se administra la justicia, ejerce el periodismo y la docencia y se elaboran las buenas leyes que necesita el imperio. En un salto mortal de varios siglos Moro hizo retroceder el derecho moderno a los tiempos de la Santa Inquisición y condenó a Lula “porque tenía la convicción de que este hombre había robado”, aunque reconoció que no tenía una sola prueba que sustanciara su fallo. Claro que lawfare mediante había que sacar sí o sí a Lula de la competencia electoral y facilitar el triunfo de Bolsonaro, que recompensó al corrupto juez designándolo Ministro de Justicia y Seguridad Pública de Brasil. 
 Pero, de vuelta, todo esto para Vargas Llosa son detalles carentes de importancia. Lo cierto es que puesto a elegir entre Bolsonaro y Lula prefiere al violento genocida, amigo de los paramilitares y enemigo mortal de los derechos humanos y no al ex obrero metalúrgico.Lo de Vargas Llosa merece el más categórico repudio. Hace poco más de un año escribió una larga nota exaltando la figura de dos tenebrosos “narcogobernantes” colombianos: Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque. Nombres asociados a los más horrendos crímenes perpetrados en esa sufrida nación: “fosas comunes”, “falsos positivos”, desplazamientos de millones de campesinos corridos por los esbirros del paramilitarismo, matanzas indiscriminadas. Más recientemente, bajo el gobierno de Duque Colombia entró en una secuencia interminable de asesinatos de líderes políticos y sociales, un verdadero genocidio por goteo que goza de la impunidad oficial. Y poco después, desencajado ante las perspectivas del posible triunfo de Pedro Castillo en las elecciones presidenciales del Perú el novelista quemó todos sus ídolos, abjuró de todas sus convicciones y puso todo el inmenso aparato propagandístico del imperio al servicio de Keiko Fujimori, la misma que apenas pocos meses antes era acusada de corrupta y cómplice total de los crímenes de su padre, el expresidente Alberto Fujimori.
 Lo que se dice, Don Mario es un hombre de principios… Pero hay que ir un paso más allá en el análisis porque la tremenda involución política e ideológica de este personaje es sólo en apariencias una cuestión idiosincrática, que se agota en su soberbia vanidad. El extravío reaccionario de su pensamiento ilustra de modo ejemplar el devenir histórico del liberalismo –en sus más diversas corrientes- en el marco de una nueva crisis general del capitalismo que se potencia debido a la radical modificación sufrida por equilibrio geopolítico internacional en los últimos meses. [2]
 Los cantos de sirena de antaño, falsamente democráticos y respetuosos de los derechos humanos, dieron paso a una abierta apología de todo tipo de despotismos. Esto es lo que refleja Vargas Llosa en sus intervenciones públicas sobre la coyuntura. De ahí los nombres de sus nuevos héroes: Bolsonaro, Duque, Keiko … La mano invisible del mercado se ha convertido en el puño de hierro del fascismo. Ante tal amenaza, las fuerzas populares no deben persistir en sus estériles divisionismos. Si no son capaces de unirse ante el monstruo que ya se adivina en el huevo de la serpiente, el futuro de la humanidad penderá de un hilo, y las peores distopías serán cuentos de niños al lado de lo que esa derecha vengativa, racista y opresora será capaz de hacer con tal de defender sus amenazados intereses y privilegios. 

 Atilio A. Boron | 14/05/2022 

Notas: 

 [1] https://elpais.com/internacional/2022-05-12/mario-vargas-llosa-entre-bolsonaro-con-payasadas-y-lula-prefiero-a-bolsonaro.html 
 [2] Hemos examinado esta trágica trayectoria del pensamiento liberal y sus consecuencias en El Hechicero de la Tribu. Mario Vargas Llosa y el Liberalismo en América Latina (AKAL, 2019) y en el más reciente El Sueño del Marqués. Mario Vargas Llosa, una pluma al servicio del imperio (UNDAV Ediciones y Centro Cultural de la Cooperación

lunes, 16 de mayo de 2022

Ecuador: un gobierno en crisis


Guillermo Lasso 

La salida de casi una veintena de funcionarios del gabinete de Guillermo Lasso ha configurado en Ecuador una situación de gran volatilidad. Han quedado expuestos, a la luz de los últimos acontecimientos, los profundos problemas políticos que enfrenta el presidente los cuales podrían adquirir un mayor volumen toda vez que se están abriendo paso mientras la crisis mundial apremia y el gobierno aún no pudo desenvolver a fondo el programa económico con el que logró obtener el apoyo de la clase capitalista tomada de conjunto. 

 Crisis política 

Lasso llegó al poder en mayo de 2021, luego de salir victorioso con más del 52 por ciento de los votos en el balotaje que lo enfrentó a la correísta UNES. Su partido, Creo, quedó no obstante relegado al lugar de minoría en la Asamblea Nacional, con lo que se descontaba la aparición de pulseadas con la oposición. Solo ha podido implementar una pro burguesa reforma tributaria, con la complicidad del correísmo -como parte del toma y daca, fue liberado el ex vicepresidente Jorge Glas, detenido por la causa Odebrecht y que UNES denunciara como preso político. No ha logrado, en cambio, avanzar en la reforma laboral y otra serie de medidas reclamadas por el FMI. 
 La oposición (correístas, Pachakutik, y el Partido Social Cristiano, que compartió frente con Creo en las elecciones) no quiere pagar el costo político de apoyar las impopulares medidas impulsadas por el oficialismo, menos considerando que aún está fresco el recuerdo del estallido de 2019. Pero, al mismo tiempo, ha pactado con el Ejecutivo un reparto de cargos en el Estado y viene siendo una pieza de la gobernabilidad. Lo prueba que las organizaciones sindicales y los frentes obreros influenciados por Pachakutik o UNES no han organizado un plan de lucha contra el ajuste limitándose apenas a hacer convocatorias aisladas para descomprimir el malestar popular. 
 Una parte de la oposición ha coqueteado con ir hacia una revocatoria del mandato, idea que fue saludada con satisfacción por un sector de los movimientos sociales que intervienen en la arena nacional, lo que necesitaría la recolección de un millón de firmas. Este es un recurso que el correísmo y Pachakutik se reservan ante un agravamiento de la situación. 
 A los obstáculos en el plano parlamentario se agregan las disputas al interior del equipo oficial. El tenor que adquirieron ha sido enorme, se han llevado puestos a 16 funcionarios oficialistas, varios de ellos detentores de carteras de extrema importancia como Defensa o Energía. El mandatario procedió además a realizar una purga en las cúpulas del Ejército y de la Policía. Hay quienes afirman que se estuvo ante una política de despidos orquestada por Lasso y otros que aseguran que han sido meras renuncias. La aseveración de estos últimos tiene su fundamento en las declaraciones de un puñado de funcionarios que emparentaron su renuncia a la “falta de rumbo” y a la “tozudez” del presidente para intentar implementar una figura constitucional llamada muerte cruzada (La Política Online, 30/4). Se trata de un mecanismo autoritario de carácter bonapartista, establecido en 2008 por el gobierno de Rafael Correa, que permite al Ejecutivo disolver la Asamblea Nacional y gobernar por decreto hasta que se realicen nuevas elecciones. 
 Es poco probable que el debilitado gobierno pueda avanzar en una movida de esas características. En todo caso utiliza esa herramienta para ejercer una presión sobre los opositores. Las encuestas vienen mostrando una importante falta de apoyo al presidente (24 por ciento), por lo que realizarla podría dejarlo en una posición peor que la actual. Algunos analistas sostienen que Lasso incluso ha perdido la banca de ciertos sectores de la burguesía, sobre todo aquel vinculado a las finanzas. 
 La salida del ex ministro de Defensa, Luis Hernández, ha sido todo un síntoma del desastre nacional. Se produjo luego de que vieran la luz sus lazos con el jefe de una presunta red de captación ilegal de dinero, quien hasta habría ingresado reiteradas veces a las oficinas del ministerio. Que semejante escándalo emerja en el marco de un recrudecimiento sin precedentes de la actividad gánster de bandas narco, o con masacres en varias cárceles del país, significó un golpazo para el elenco oficial. Lasso ha llegado a viajar a Israel para reforzar la cooperación en materia de seguridad entre ambos países (el sionismo entrena a fuerzas de élite ecuatorianas) y hacer frente a la escalada de los grupos en cuestión. 

 Lucha de clases y economía 

El gobierno nacional decretó el estado de sitio en tres provincias, en aras de “combatir el crimen organizado”. Se valió de tal para reforzar la represión contra la clase trabajadora, que ya ha protagonizado jornadas de lucha contra el gobierno y se movilizó el 1° de Mayo. 
 La política de ataque contra las conquistas de los trabajadores forma parte de la orientación estratégica de la burguesía andina y del Fondo Monetario Internacional (FMI) en todo el mundo. La rueda de la explotación capitalista en el Ecuador de Lasso ha estado girando sobre la desvalorización salarial y los retrocesos impuestos a los trabajadores bajo el gobierno de Lenín Moreno. Al calor de eso ha crecido la precarización laboral, que alcanza a tres de cada diez ecuatorianos.
 El FMI examina casi permanentemente la situación fiscal del país, algo parecido a lo que ocurre en Argentina, ya que todavía resta el desembarco de 1.700 de los 6.500 millones del préstamo que Lenín Moreno pactara con el organismo financiero en septiembre de 2020. Lasso hizo gala de fondomonetarista a ultranza reivindicando que “en 2020 el déficit llegó a 7,8 % del producto interno bruto (PIB)” y que su gobierno logró “reducirlo a 4 puntos porcentuales en 2021” (EFE, 26/4). 
 El intento de cumplir con las exigencias del FMI y de la clase capitalista no solo se topa con el fantasma de la rebelión popular y la crisis política, sino también con el impacto de la bancarrota capitalista internacional. Los exportadores (flora, bananas) vienen reclamando subsidios más amplios y exenciones impositivas, según estos para paliar las pérdidas producto de la guerra en Europa. Rusia, Ucrania, y países euroasiáticos como Armenia y Bielorrusia, son algunos de los principales destinatarios de la producción no petrolera del país andino. 
 Y si bien el aumento del precio internacional del crudo (la economía ecuatoriana es esencialmente petrolera) ha incrementado relativamente las reservas del país, el mismo proceso en los costos de la logística, los fertilizantes que utilizan los exportadores o el combustible que el país debe importar, y el pago de vencimientos de deuda, golpean la economía y además generan las condiciones para un aumento del ritmo inflacionario. La suba de la tasa de interés que entretanto desarrolla la Reserva Federal norteamericana añadirá a Ecuador más contradicciones, pues su economía se halla dolarizada. La dolarización ha terminado siendo un mecanismo del capital para reducir al país a la condición de una cuasi colonia, reforzando el dominio del imperialismo y el carácter primarizado de su economía. 
 La clase obrera y los campesinos deben irrumpir en la situación política, con un planteo independiente. Las organizaciones sindicales tienen que llamar a asambleas para discutir un plan de lucha nacional que imponga la derrota del ajuste y la satisfacción de las necesidades populares. 

 Nazareno Kotzev