sábado, 20 de junio de 2009

"Profundizar la revolución Bolivariana y consolidarla como una revolución socialista"


Celia Hart, hija de los destacados revolucionarios cubanos Armando Hart y Haydée de Santamaría, estudió física desde 1983 al 1987 en la Universidad Técnica de Dresden y trabaja como investigadora física. Celia es militante del Partido Comunista de Cuba.
Como comunista cubana, ¿como ves el proceso revolucionario en Venezuela?
La revolución Bolivariana encuentra mucho apoyo no sólo por parte de comunistas de muchos años y experiencia, sino también entre los jóvenes, entre los cuales el proceso revolucionario vivo de Venezuela despierta mucho más entusiasmo que alguna de la retórica aburrida y monótona del “socialismo”. El Che Guevara en una ocasión habló de crear “muchos Vietnam” en América Latina. Ahora nos enfrentamos a esta tarea de nuevo y tenemos la posibilidad de profundizar la revolución Bolivariana y consolidarla como una revolución socialista. El impulso para la revolución socialista en toda América Latina puede y debe venir de Venezuela. La idea de la revolución permanente, por la cual también luchaba el Ché, es relevante hoy en día.
Pero algunos temen que una revolución socialista en Venezuela podría provocar a la reacción e incluso desencadenar una invasión militar. ¿Crees que Hugo Chávez has sido “inteligente” en las últimas semanas buscando alguna forma de consenso en las negociaciones con las organizaciones empresariales?
La reacción sabe lo que quiere y no necesita ser provocada. Espero que Hugo Chávez no vaya a caer en la trampa reformista y hacer concesiones a sus enemigos jurados. La oligarquía venezolana necesita ganar tiempo. Cuando se den las condiciones la oligarquía tratará de eliminar a Chávez de la misma manera en que la clase dirigente chilena eliminó al presidente socialista Salvador Allende y con él a muchos otros activistas de izquierdas en 1973. La mayoría de los venezolanos, sin duda, lucharían contra una invasión como hicieron los cubanos en la invasión de la Bahía de Cochinos en 1961. En esas circunstancias, como internacionalistas, tenemos que ayudar a la revolución venezolana como hicieron las brigadas internacionales en la guerra civil española en 1936.
Pero la Revolución Cubana, ¿no ha sobrevivido durante 45 años sin tener que “exportar” su revolución?
La Cuba revolucionaria se ha mantenido debido a la ruptura decisiva de Fidel Castro con el capitalismo y el imperialismo. A raíz de mis experiencias en la RDA y en Cuba he llegado a la conclusión de que el “socialismo en un solo país” es imposible. La extensión de la revolución a todo el continente Latinoamericano es esencial para la supervivencia de la Cuba revolucionaria. El petróleo venezolano a bajo precio alivia la crisis energética de Cuba, y los médicos y maestros cubanos ayudan a los pobres en Venezuela a desarrollar su propia dignidad y autoestima. Estas relaciones especiales que existen entre Cuba y la Venezuela revolucionaria nos muestran un destello de las enormes posibilidades y el progreso que podría conseguir una red de economías planificadas democráticamente en toda América Latina, libres de la interferencia y el paternalismo imperialista. A la larga, una Cuba revolucionaria aislada no puede sobrevivir.
¿Piensas que Cuba va a acabar como la RDA y sufrir una contra-revolución capitalista?
Creo que existe un peligro real de que esto suceda, y todo revolucionario sincero que conozco tiene el mismo temor. Aunque la economía planificada en Cuba tiene un monopolio del comercio exterior, aunque los medios de producción son propiedad del estado, y la mayoría de las joint ventures están controladas por el estado, se nos está acabando el tiempo. La dolarización ya ha tenido efectos negativos. Los directivos de las joint ventures, y los responsables del comercio exterior están bajo riesgo de ser comprados y podrían ser susceptibles a ideas burguesas. Si los capitalistas cubanos exiliados regresan y tratan de usurpar el país con la ayuda de fuerzas pro-capitalistas y pro-imperialistas, tendremos la amenaza de una contra-revolución y un capitalismo de la peor especie. Todos los logros de los últimos 45 años están en peligro. Por eso debemos defender el legado revolucionario de Lenin, Trotsky y el Ché Guevara y avanzar la revolución global.

(Entrevistada por Hans-Gerd Öfinger - El Militante)
14-09-04

“Vuelta a la barbarie”... en tan sólo un mes


Rosa Luxemburgo, estando en prisión durante la primera guerra mundial escribió en "El folleto Junius: La crisis de la socialdemocracia":
“Federico Engels dijo una vez que la sociedad burguesa se enfrenta a este dilema: transición al socialismo o vuelta a la barbarie ¿Qué significa «vuelta a la barbarie» en la presente situación de la civilización europea? Ciertamente hemos leído estas palabras más de una vez y las hemos repetido sin percatarnos su terrible gravedad... El triunfo del imperialismo conduce a la decadencia de la cultura. Decadencia cultural durante cualquier guerra moderna o decadencia completa, si la era de las guerras mundiales que ha comenzado, durara hasta llegar a su conclusión lógica. Por lo tanto en la actualidad... Nos encontramos de nuevo ante la alternativa: o triunfa el imperialismo y presenciamos la devastación de toda cultura, como en la Roma antigua (devastación, degeneración, estancamiento y disminución de la población, un enorme cementerio) o la victoria del socialismo”.
Espanta pensar que este vaticinio se dijo hace cerca de 80 años. Si alguien alberga alguna duda de si Federico y Rosa llevaban razón, acá están los hechos hablando por sí mismos, prácticamente sin necesidad de ser interpretados. Apenas unos pequeños ejemplos de agosto.
No quiero referirme ahora a la guerra (a la vulgar invasión a Irak), ya se sabe los motivos abiertamente económicos por los que se ha esgrimido la mil veces nefasta palabra terrorista, a la cual, les confieso le tengo profunda animadversión.
El imperialismo ha alcanzado los mayores signos de incultura en su discurso y en su conducta. Es preciso que de una buena vez no apelemos más a que entiendan algo, pues ese gobierno y sus voceros han sido abducidos por la prepotencia, síntoma primero de la barbarie a la que nos veremos sometidos si no logramos actuar de manera rápida.
He perdido confianza también en la diplomacia. La diplomacia que impera es la anti diplomacia. El cinismo se está convirtiendo en epidémico y más nos vale que busquemos medios alternativos de defensa.
El imperialismo se estrenó en la isla de Cuba en 1898, a decir de Lenin, usando la vieja estratagema de fingir atentados y declarar guerras. ¡Vamos, pudiesen ser hoy, al cabo de un par de siglos, un tanto más originales! La explosión del Maine donde perecieron norteamericanos inocentes fue el pretexto perfecto para arrebatarle la independencia a los mambises.
Y es con Cuba también donde el Imperio parece exhibir parte de su metástasis. Miami se ha convertido en uno de los primeros signos de decadencia de ese llamado imperio.
Todos creímos que el 9 de agosto de este año habíamos recibido algo de consecuencia del sacrosanto sistema de los tres poderes. Al fin, de alguna manera, en medio de tanta perversidad e impunidad se respetaban las palabras. El Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta había fallado en contra del No-Juicio celebrado en Miami años antes, cuando en medio de la vulgaridad más escandalosa, decidieron condenas para cinco cubanos. Estoy convencida que su mayor delito no fue otro que este: Ser revolucionarios. Todas las artimañas y las estupideces jurídicas que reinaron en aquel momento, fueron tan sólo por eso. Los condenaron por ser revolucionarios. Ese país ha dejado atrás su pasado progresista. El sistema de separación de poderes de Montesquieu ya está agonizando. Nuestros compañeros ¡Porque son compañeros para todo hombre progresista del mundo! Se enfrentaron con una altivez proverbial a aquella Inquisición, porque ¿cuál es la diferencia entre los que quemaron a Giordano Bruno y la histeria de Miami? Como pasó en la Edad Media, los jerarcas no soportaron su integridad, ni su inteligencia. Sometieron a esos cinco hombres a la mayor tortura que puede tener un reo: No tener acceso a sus defensores cuando más los necesitaban. Aun así, la luz de cinco celdas que paradójicamente honraron las cárceles norteamericanas, triunfó frente a tanta oscuridad. Uno de los poderes, el poder judicial, les hizo justicia. Los cinco compañeros son hoy inocentes. Pero eso no altera la conciencia del poder ejecutivo de ese pobre país; que sean declarados inocentes les es indiferente ¡Y luego hablan sin cepillarse los dientes de dictaduras en Cuba o Venezuela! Dictadura es esa, que reniega de los propios valores jurídicos que fundaron esa nación. El Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta los declaró inocentes y en este momento el gobierno los secuestra tan sólo porque tiene el poder de la fuerza para hacerlo y cuentan con la amnesia que le han inoculado a parte de su pueblo, el cual por cierto, va ya despertándose. Es tanta la estupidez que si no fuera dramático deberíamos reírnos. La fiscalía tiene que pensar si apela o no. Tal cual la disyuntiva shakesperiana To be or not to be, o como decía Ricardo Alarcón desojar una margarita “apelo o no apelo”. Los puntales de la sociedad capitalista se caen sobre sí mismos. Sin que nadie se alarme hay cinco hombres en cautiverio esperando por una tarde de otoño en que el fiscal general de esa nación, luego de tomarse un buen café decida si es o no es oportuno apelar. Esos hombres están bajo secuestro, y el poder ejecutivo se burla del poder judicial sin que nadie se ruborice.
Le temen por supuesto a un nuevo juicio, y no los quieren dejar libres. Todo muy sencillo: los dejan presos por voluntad divina. Sí, porque desde hace un tiempo a esta parte Dios está muy ocupado en darle orientaciones precisas al gobierno de ese país. A decir verdad, me alegraría que así fuera, a ver si aprenden a decir la verdad, y a portarse bien, aunque Dios debe haberse rendido ya ante tanta incapacidad.
Los cinco presos políticos cubanos sufren ahora terrorismo de estado. No hay una sola enmienda, un solo argumento, una sola frase que justifique mantenerlos en prisión. Si es que la Fiscalía que debe apelar no cuenta con el poder neuronal suficiente para saber si hay apelación o no y debe posponer la decisión, entonces deben ser liberados. La corrupción del país que dice ser ejemplo del mundo está en sus propias instituciones, y la decisión de tres jueces de una instancia superior es cuento de niños para esas autoridades. Si es esa la democracia a la que debemos aspirar que se erige con guerras, mentiras y patrañas, será que mejor hagamos testamento, pues nuestra muerte ética es un hecho. No hay alternativa para ese cáncer, a no ser por supuesto lo que sugería Rosa y Federico.
Simultáneamente se está celebrando en El Paso, Texas un dulce trámite para decidir si el noble viejecito Posada Carriles puede o no tener acceso a ser considerado exiliado en los Estados Unidos. Aunque inesperadamente decidió retirar su petición de asilo político y el juez de inmigración consideró que existe suficiente evidencia para no deportarlo a Venezuela. Tras anularse la solicitud de asilo, el juez William Abbott manifestó que Posada ha logrado convencerlo de que merecería protección del gobierno de Estados Unidos bajo el Convenio contra la Tortura (CAT), internacionalmente reconocido desde 1987. Dijo el magnánimo juez:”Incluso si fuera Hitler quien solicitara protección bajo el CAT, este tribunal tendría que considerar la suspensión de su deportación. Su pasado criminal horrible o sus antecedentes terroristas no descalifican a un ciudadano extranjero para recibir la protección de no ser enviado a un país donde se le torturaría''.
Es una pena que los centroamericanos torturados a expensas de los buenos servicios de de Posada Carriles y sus colegas no se hayan enterado de este... CAT, ni que el joven Fabio Di Celmo hubiese tenido alguna información al respecto al sentarse en el bar del hotel Copacabana. Parece que tuvieron falta de orientación. y los infelices iraquíes torturados tampoco tuvieron acceso al candoroso CAT.
Por la misma razón que Posada Carriles supuestamente no puede ser extraditado a Venezuela por la posibilidad que lo torturen, ¿no piensa nadie a los que envían a la base naval de Guantánamo, Abu Ghraib y demás cárceles–torturas de Estados Unidos, diseminadas por el mundo? ¿Sabían del CAT? Allí no es una posibilidad, es un hecho la tortura y no conozco un juez que haya tomado eso en consideración. Claro, ¡qué digo!, si es que ninguno de estos infelices “terroristas en potencia” tuvo derecho tan sólo a un juez. Los envían como cerdos y los someten a torturas que harían palidecer a la Inquisición. Carriles es un probado terrorista por documentos desclasificados, a diferencia de los árabes que envían a esas cárceles dantescas.
¡Que ese juez se deje de payasadas! Si Hitler hubiese sobrevivido hubiese sido condenado en Núremberg. Son tecnicismos que le quedan muy mal de maquillaje a ese país.
¡Pobre anciano el Posada Carriles! Víctima de calumnias comunistas, además ¿cuál es el delito de asesinar, despedazando por los aires a 73 personas? ¿Ni de planear matar a un jefe de estado con todo y cientos, y más de cientos de jóvenes como víctimas colaterales? Nada. Tal cual el joven italiano Fabio esos estudiantes habrían sacado mal sus cuentas; estaría en el lugar equivocado a la hora equivocada. Los venados que solían cazar los reyes en Europa eran más listos que este joven, y estos estudiantes.
Este gobierno torturador y demente mantiene secuestrados a cinco hombres inocentes y protege a un asesino confeso. Se burlan de la constitución de su propia constitución, se burlan de la humanidad, se burlan del sentido común. Insisto en hacer nuestra batalla sin apelar a esas normas corruptas y decadentes, es como querer hacer rodar un auto con las llantas ponchadas.
Ese sistema tiene podrido los puntales de su propia creación. No pueden sostener con decoro la antorcha de la infeliz dama francesa que representó los altos ideales de la Ilustración europea y que hace brillar la Antorcha en New York. La estatua de la libertad morirá de depresión crónica. Y La Fayette estuviese hoy quebrando su espada y horrorizado de la república que ayudó a fundar a fuerza de verdad y coraje. Porque la Ley Patriótica olvida a veces, que el mundo dio su propia sangre por la fundación de los Estados Unidos.
Nuestros compañeros dispersos en la geografía de ese país fueron liberados por el sistema judicial de Lincoln, y son secuestrados por la prepotencia de Cutting. Cutting es quien defiende a Posada Carriles. Nos lo dijo Martí: “Amo la patria de Lincoln tanto como odio la de Cutting”. Uf, pero al parecer Lincoln anda también secuestrado, y más nos vale acudir a liberarlo también.
Pero no es todo. La corrupción ética, y la arrogancia no se circunscriben al quehacer humano ¡Que va! El buen Dios está incluido en esa farsa. Simultáneamente con el secuestro de nuestros hermanos, con la desfachatez con que asumen el caso de un asesino en serie como es Posada Carriles, se suma la nueva interpretación asesina de las sagradas escrituras:
Pat Robertson, el evangelista que promueve el reino del partido republicano en nombre de Dios se ha reído a carcajadas abiertas de los mandamientos de la Iglesia. Parece ser que el sexto mandamiento que le reveló Dios a Moisés en Sinaí, estuvo mal entendido hasta ahora.”No mates”, le dijo Yavé a Moisés. Los nuevos revisionistas, como Robertson dirían lo siguiente: “Si el precio del petróleo sube, y el presidente del país propietario no es títere del actual pueblo elegido, pues... corrijan el mandamiento y maten”. Debe causarnos pavor que este mandamiento sea incitado a ser incumplido por los voceros de Dios. Pero Georges Bush aventaja a Robertson con creces en relación a la interpretación de la Biblia. No creo que haya un solo mandamiento del cual no se mofe la actual administración de Estados Unidos públicamente. Por ejemplo: “Prohibición de tomar el nombre de Dios en vano”. Prácticamente Dios, según la Casa Blanca, pilotea los aviones que destruyen vidas inocentes en Irak. Y del noveno de los mandamientos de Moisés, Prohibición de levantar falsos testimonios, ¡qué podemos decir! Creo que Bush ostenta el Premio Guinness de decir más mentiras por cada posible verdad.
Los religiosos, judíos y cristianos deberían hacer protestas masivas frente a tanta impunidad. La Biblia está lanzada a la hoguera en voces del putrefacto capitalismo.
Si un país que se dice civilizado lanza por la televisión el deseo expreso de asesinar a un ser humano, presidente o mendigo, debería ser puesto en prisión.
Hugo Chávez esta cometiendo el pecado de ser auténticamente cristiano y de repartir panes y peces, y de optar por los pobres. Por eso debe ser eliminado según los fariseos de la actualidad. El pecado de la revolución bolivariana es ése, hacer milagros. Como lo hizo el buen Jesús. Devolver la vista a los ciegos, hacer caminar a los paralíticos y dar de comer a los hambrientos. Es por eso que deberá ir a la cruz...
Robertson, Bush y colegas del mal le temen a Cristo. De Cristo, tan sólo... la burocracia; los sermones dominicales y lecturas parcializadas e incultas en las sesiones de trabajo donde planean asesinar al planeta. ¡Si hay una imagen que todos los revolucionarios deberíamos rescatar de las garras de los imperialistas es la de Jesús! No sólo Federico Engels y Rosa Luxemburgo vieron al socialismo como única alternativa a la barbarie. Antes de que hubiese un pensamiento científico para la sociedad, antes que Carlos Marx nos enseñara las vías precisas de nuestra liberación, en Galilea hubo intentos empíricos de lo mismo. Marx puso rigor, donde Jesús entregó el corazón. Y hablo por supuesto no “del Cristo del madero, sino el que anduvo en la mar”. En virtud de tanta palabra engañosa no nos hablan del Cristo hombre, del Cristo revolucionario, del Cristo que diseñó el partido político para los pobres, del Cristo internacionalista que refutó toda versión de supuestos pueblos elegidos. ¡Ese! Tal como tantos otros, nos lo están secuestrando.
Jesús luchó por el socialismo primitivo. Ese socialismo nació en alma de los pescadores en Galilea y sus confines. En Hechos 4,34 se anuncia en relación a la creación de la nueva iglesia. “No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que tenían casa o campos la vendían y ponían el dinero a los pies de los Apóstoles, quienes repartían a cada uno según sus necesidades.”
El secuestro de los cinco cubanos, declarados técnicamente inocentes por el Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta, la burla grotesca del caso que sucede en el Paso, Texas con el terrorista Posada Carriles y las invitaciones a asesinar a un presidente venezolano legítimamente elegido y amado por su pueblo, marcan zona roja en el barómetro del sistema actual. Un sistema que no puede sostenerse por sus propios pies. La barbarie se apodera de los juzgados, del vocabulario, de la televisión.
Pueden ser necesarias respuestas legales, mas yo sigo insistiendo en las respuestas políticas. El mundo debe movilizarse frente a los signos evidentes de decadencia. Paradójicamente el sistema no es reversible. No hay manera de volver atrás. La salida está en la lucha por el socialismo.
Y ya como para que agosto no acabe de terminar viene Katrina. El desastre sin precedentes en esos estados del Sur de los Estados Unidos, confirma de manera escalofriante la incapacidad de un sistema para tener mecanismos para resolver los grandes desafíos de la época. Porque nadie piense que los desafíos actuales son “el terrorismo” sin rostro, o el patético rescate de una libertad indefinible. Los acontecimientos del 11 de septiembre con miles de muertos desataron guerras y más muertes en rincones oscuros del mundo....oscuros me imagino, por los yacimientos de petróleo. Esta tragedia en esos estados del sur de la gran república no han movilizados ni una parte infinitesimal de aquel despliegue del septiembre del 2001. Despliegue por supuesto para hacer guerras y seguir matando. Esto nos confirma que no es muy probable que ese gobierno haga la guerra en nombre de sus muertos. Pues ahora, ahora que todavía yacen en la desesperación miles de hermanos, para variar los más pobres y los más negros ¿Qué despliegue han hecho? ¿Cuál fue su plan de evacuación? ¿Qué hacía el presidente encaramado por los aires viendo como una película el desastre que puede convertirse en catástrofe, después de sus vacaciones escolares?
El que me ha leído alguna vez, sabe que me alejo bastante de sentimientos estrechos de patriotismo. Mi Patria es la Humanidad, para volver a citar a Martí. Pero ¿por qué en Cuba cuando el huracán Dennis no quedó un alma sin evacuar? Se nos fueron cerca de 15 compatriotas y todavía no nos reponemos en ver dónde fallamos. Y allá donde el dinero parece crecer en los trigales, dado el presupuesto de guerra, ¿dónde estuvo el apoyo a sus propios ciudadanos?
Los problemas a los que se enfrenta nuestra especie es salvar a la Tierra. Si se siguen deshelando los glaciales, si sigue el calentamiento global, habrá más huracanes, y más desgracias, sin tener que tirar un solo tiro. El Universo no va a perdonarnos.
El imperialismo norteamericano no sólo es incapaz de proteger preventivamente a la Tierra, es incapaz de organizar acciones de rescate en su propio territorio. Es un sistema social egoísta y vicioso que no cumple con los requisitos de la mayoría de edad. Los que aspiramos a ver a nuestros descendientes vivos deberíamos luchar contra él.
He dicho también que el socialismo está por construirse, pues se abarrota en fronteras nacionales. Sin embargo. ¿Por qué en unas escasas horas puede Cuba enviar a ese país más de mil médicos equipados? ¿Es que los cubanos somos mejores que otros? ¿O es que tengamos tres brazos en lugar de dos? ¡No! Es que hemos tratado con las enormes dificultades que nos ponen, de colocar al hombre por encima del dinero y de colocar al hombre como motor impulsor de las soluciones y no tan sólo los fríos presupuestos. ¿Tendrán la decencia de aceptar este ofrecimiento o preferirán ver morir a miles de norteamericanos en una tragedia peor que la de las Torres Gemelas?
Ahí ven: Hugo Chávez y Fidel Castro con sus pueblos sintiéndose partícipes del gran dolor de los pobladores de aquellas regiones y dispuestos todos a dar lo mejor para aliviar tanto sufrimiento.
Y esto es tan sólo el comienzo. El socialismo apela a los sentimientos de altruismo y solidaridad. Basta saber si ese gobierno acepta la ayuda. En estos momentos las víctimas del capitalino se encuentran de manera dramática en Irak, en Nueva Orleáns, Lousiana, Mississippi, Alabama, Texas y en los otros estados del sur afectados por Katrina.
Salgamos a las calles a pedir la justicia que las instituciones burguesas no quieren concedernos. No es imposible. Lo hizo Ecuador, y Bolivia y Argentina alguna vez. El pueblo de los Estados Unidos debería ser uno de los convocados, por ahí anda la camarada Cindy Sheehan utilizando los métodos correctos de movilización ¡Ah, cuánto debe enseñar el dolor de un hijo muerto! Es una pesadilla, los convierten en asesinos y en asesinados de una sola vez.
En este instante que vive el mundo los revolucionarios tenemos una responsabilidad mucho mayor que en 1917. No sólo el socialismo libera a la clase obrera. Es el único remedio para salvar la especie, de un sistema que se ha convertido en su propio destructor.
Los presos políticos cubanos, Gerardo, Fernando, Ramón, René y Antonio deben ser puestos en libertad, Posada Carriles deberá cumplir con la sentencia en Venezuela de donde se fugó con la complicidad de Estados Unidos. Pat Robertson deberá callarse la boca de por vida y no seguir tomando el nombre de Dios en vano, propiciando como vulgar terrorista un magnicidio, y por último deberemos exigir que los recursos para la guerra se destinen a restaurar los desolados campos de la costa sur norteamericana, y los soldados norteamericanos regresar a casa y no terminar como el hijo de Cindy, muerto por una mentira. Y sobre todo aceptar los ofrecimientos de ayuda humana hecha por Cuba, porque podrán contar con dinero, pero nunca con nuestros médicos. Esa “mercancía”, médicos altruistas, no se produce en las factorías capitalistas.
Los vocablos libertad, justicia, decencia y hasta la palabra Dios sólo podrá ser defendida con la revolución socialista.
En apenas un mes tenemos cuatro evidencias del camino que nos propone el imperialismo. Denunciarlo es la mitad de la batalla, la otra mitad es echar ese sistema incompetente a la hoguera de la historia.
Los pobres, los que no tienen nada que perder son los protagonistas. Lo dijo Carlos Marx y también José Martí con su espléndida pluma: “¡Y son como siempre los humildes, los descalzos, los desamparados, los pescadores, los que se juntan frente a la iniquidad hombro a hombro, y echan a volar con sus las de plata el Evangelio! ¡La verdad se revela mejor a los pobres y a los que padecen! ¡Un pedazo de pan y un vaso de agua no engañan nunca!”

Celia Hart

07-09-2005
Rebelión

PRESENTACION DE LOS ESCRITOS POLITICOS DE CELIA HART


Para quien quiera comprender a cabalidad los interesantes años de la primera década del siglo XXI, en América Latina, es obligada la lectura, o relectura, de los Escritos Políticos (2003 - 2008) de Celia Hart Santamaría.
Celia, quien falleciera en un trágico accidente en La Habana, en septiembre de 2008, fue durante un lustro una de las escritoras políticas más leídas y prolíficas del continente gracias a la magia de la internet, por la que llegaba a un público internacional, burlando el bloqueo cultural, político, económico y mediático que se cernía sobre su querida isla revolucionaria, Cuba. Los periódicos digitales Rebelión, Aporrea y Kaosenlared guardan secciones especiales con sus artículos.
Celia, tiñó sus escritos con una frescura y calidez humana de la que suelen carecer los analistas políticos más reputados, sin que ello menguara para nada la profundidad de su pensamiento. Por el contrario, ese carácter abierto, a veces jocoso, a veces airado, pero siempre optimista y nunca neutral, le permitía la transmisión de su mensaje con una efectividad nunca alcanzada por las “plumas” fríamente analíticas.
Muchos nos acercamos a sus ensayos movidos por la curiosidad: “una tortskista cubana” y, para colmo, “hija de dos dirigentes de primera línea de la revolución”, Haydée Santamaría y Armando Hart. Era la comidilla en las tertulias. Había que leerla. La mórbida curiosidad se fue transformando en respeto, conforme la conocíamos y ella misma maduraba con cada página. Otros, los menos, no vacilaron en sus críticas e imprecaciones, que nunca hicieron mella en ella y, por el contrario, las asumía con el estoicismo de su compromiso revolucionario.
Ella misma nos ha contado cómo se hizo trotskista al llegar a La Habana, a mediados de los años 80, decepcionada de la República Democrática Alemana, donde había estudiado física, y cómo su padre abrió un anaquel en el que guardaba bajo llave algunos libros de León Trotsky, los cuales le entregó para ayudarla a comprender y superar su crisis de convicción.
Pero esas lecturas le tomarían todavía algún tiempo para que fermentaran en su mente y florecieran en el compromiso político cabal que asumió con sus artículos. El más antiguo de los cuales, que hemos podido encontrar, data de Diciembre de 2003, publicado en inglés por la corriente The Militant (“The flag of Coyoacan”). Desde su título es una reivindicación del revolucionario ruso.
Madurez que le llegó en México, no por casualidad, donde hizo su doctorado y entró en relación con diversas corrientes trotskistas (llegó a conocerlas a todas), pero principalmente con la encabezada por Alan Woods, con quienes se relacionó estrechamente al principio y quienes le publicaron sus primeros artículos en el periódico El Militante y a quienes agradeciera en una emotiva carta, poco tiempo después, el que le ayudaran a encontrar su verdadera vocación.
La médula del trotskismo de Celia Hart se encontraba en su convicción de que el futuro de la Revolución Cubana estaba asociado al proceso revolucionario mundial y continental. En ese sentido, era plenamente conciente de la imposibilidad del “socialismo en un solo país”, que fue el centro de la crítica de León Trotsky contra el régimen de José Stalin en la URSS.
Por esa razón Celia vio con entusiasmo los nuevos movimientos políticos que estremecieron a Latinoamérica a fines de los años 90 e inicios de la siguiente década. Para ella, la esperanza renovada de la Revolución Cubana, y la superación de los duros años del “período especial”, estaba en la Revolución Bolivariana encabezada por el presidente Hugo Chávez, en Venezuela.
La entrada en escena de las masas populares latinoamericanas, luego del interludio neoliberal y la depresión de la izquierda post “caída del Muro”; las grandes luchas sociales de la segunda mitad de los 90 en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, México inclusive; y el consiguiente triunfo electoral de nuevas direcciones políticas que expresaban a su manera estos procesos (Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, etc.); representaron para Celia Hart la convicción de que el proceso revolucionario latinoamericano seguía vivo y que la Revolución Cubana tenía futuro.
Dos figuras históricas simbolizaban la reivindicación de la revolución socialista como un proceso internacional, necesariamente solidario y consecuentemente antiimperialista: León Trotsky y Ernesto Che Guevara. De la reivindicación de sus aportes y la simbiosis de los mismos, hizo Celia su eje de trabajo.
Celia se estrena y se convierte en un referente obligado con “El socialismo en un sólo país y la revolución cubana”, publicado el 11 de mayo de 2004, en el que hace una comparación entre los fracasados regímenes de Europa del Este y la Revolución Cubana (siempre la escribió con mayúscula). Allí se marca con claridad el eje de su aporte: la Revolución Cubana pervive, contrario a los regímenes de Europa oriental y la URSS, porque se mantiene fiel a los principios de la Revolución Bolchevique.
En ese ensayo también aborda el paralelismo entre sus dos figuras históricas fundamentales: el Che y León Trotsky (a los que hay que agregar Martí y el propio Fidel). Dice: “No creo que exista una aplicación práctica más consecuente de la revolución permanente” que la realizada por el Che al dejar Cuba para seguir combatiendo por otras revoluciones en otros países.
A Celia le impresionó mucho la similitud de ideas entre Che y Trotsky a propósito de la economía de transición al socialismo. Admiró de manera particular el libro de Carlos Tablada: Ernesto Che Guevara, hombre y sociedad. El pensamiento económico del Che, el cual le tocó el honor de prologar en una edición posterior (“Un libro salvado del mar”, 16/6/05).
Ver la Revolución Cubana bajo el prisma del trotskismo, superando las meteduras de pata del “posadismo” de los años sesenta, o de trotskistas de verdadera talla, pero cuyos visiones sobre la isla revolucionaria siempre parecieron incompletas (como Ernest Mandel, Pierre Lambert o Nahuel Moreno), hizo de Celia Hart Santamaría un referente obligado.
Esta perspectiva aportada por Celia se mantuvo constante y alcanzó mayor profundidad en posteriores artículos, de los cuales me parecen los más relevantes: “La defensa de Cuba pasa por la revolución socialista en Latinoamérica y el mundo” (8/10/04), “Welcome... Trotsky” (25/8/05), “¿Fue el Movimiento 26 de Julio un Partido Comunista?” (19/6/05), “Profundizar la revolución socialista: única vía de salvarla” (13/12/05), “Reflexiones trotsko-guevaristas de una cubana” (18/5/07) y “El Che, Trotsky y mi reflexión favorita de Fidel” (15/9/07).
En estos ensayos se aborda, más que una perspectiva hacia el pasado, un agudo análisis del presente y un programa o curso de acción para vencer los problemas que enfrenta Cuba socialista.
Celia Hart le entró sin miedo al debate actual, abierto por la propia dirección del PCC, sobre la economía cubana y qué curso seguir, tomando partido contra quienes abogan por una apertura al mercado, siguiendo el modelo chino: “¡Que el Che nos agarre confesados a 40 años de su asesinato! Si es que nos meten el cuento chino (chino con toda la intención de la palabra), de que trabajar bajo los resortes mercantiles... es la vía para construir la nueva sociedad” (“El Che, Trotsky y mi reflexión favorita de Fidel”).
Contrariamente al “socialismo de mercado”, Celia, cita profusa y reiteradamente a Trotsky y al Che para sostener que el momento exige mayor planificación centralizada, máxime si se abren ciertas áreas a la economía de mercado. Por otro lado, ella comprende claramente que el futuro socialista de Cuba no está en el aislamiento (“el socialismo en un solo país”, como sostienen los estalinistas), sino en la extensión del proceso revolucionario a otros países. Seguramente por eso se hizo trotskista y encontraba una complementariedad entre lo propuesto por Trotsky el Che.
La preocupación frente a una posible restauración capitalista en Cuba también fue persistente en ella y ocupó el centro de sus escritos últimos, como en “El signo de los cambios... en Cuba” (7/7/08) y en “Cuba, en marcha revolucionaria... y sin Fidel” (26/8/08) escrito para Revista de América, publicación de vertiente morenista, con quienes se relacionó en el último año de su vida, en especial a partir del referendo constitucional venezolano de diciembre de 2007.
Sin embargo, es necesario tener presente que cualquier opinión y perspectiva crítica de Celia siempre tuvo como marco el propio proceso revolucionario cubano. Siempre se ocupó de dejar en claro que sus opiniones “totsko-guevaristas” se hacían desde el tronco mismo de la revolución dirigida por Fidel y bajo su conducción política. Y jamás permitió que pudieran ser utilizadas por los enemigos externos y los “gusanejos” de Miami, como los llamó.
Al respecto es ilustrativa la nota que envía al diario El Clarín de Buenos Aires, el 29 de agosto de 2008, poco antes de su muerte, en el que deja claro, entre otras cosas, que: “Los dirigentes comunistas cubanos que han llamado a cambios dentro de la revolución, con vista al próximo Congreso del PCC son Fidel Castro y Raúl Castro...” (“Lo que no dice Clarín”).
Celia también nos trazó múltiples retratos de las figuras prominentes de la Revolución Cubana, muchos de ellos cargados de anécdotas vividas por ella misma, no sólo sobre sus propios padres, Haydée y Armando, sino también sobre Celia Sánchez, Vilma Espín, su tío Abel, el propio Che y, como no... Fidel.
Ella solía decir que, lo que más le molestaba, fue que le quitaron su carnet del Partido Comunista de Cuba cuando se hizo trotskista. “¡Mi carné firmado por Fide!l”, exclamaba. Porque ella era del partido de Fidel, al menos mientras él viviera. Su “fidelismo” incondicional, sin duda, era herencia directa de Haydée.
Los artículos de Celia constituyen una fotografía, o para usar una mejor metáfora, una toma (fílmica), de la Latinoamérica de esta primera década del siglo XXI. En ellos se siguen y reflexionan los momentos más conmovedores del proceso revolucionario bolivariano de Venezuela, dirigido por Hugo Chávez, que tanto ha influido a la presente generación. Ella lo siguió paso a paso, desde el referéndum revocatorio de 2004 (“El 15 de agosto tomamos el Palacio de Invierno”) hasta el referéndum constitucional de diciembre de 2007, al que le dedicó varias notas (“Sobre medusas, caracoles y Venezuela”).
Su declarada admiración por la Revolución Bolivariana, en algún momento dijo que las revoluciones cubana y venezolana eran como “un sistema doble de estrellas” (no olvidemos que era física de profesión); así como su afecto hacia el presidente Chávez, no le nubló nunca la razón, ni le impidió criticarlo cuando, por ejemplo, éste señaló que la lucha armada de las FARC en Colombia constituían un método pasado de moda (“El sacrificio de los hombres no se mide por las revistas de moda. Una nota para el camarada Hugo Chávez”).
En la hora oscura que vive Colombia bajo el régimen de Álvaro Uribe Vélez, mientras muchos renegaban de las FARC, Celia mantuvo su apoyo moral a los legendarios guerrilleros, dedicándoles sus reflexiones en los duros momentos del asesinato de Raúl Reyes y la muerte de Manuel Marulanda, Tirofijo. Al momento de su muerte planeaba un viaje a Caracas, donde se inauguraría un monumento en homenaje al máximo dirigente de las FARC.
Su honestidad revolucionaria se evidenció con claridad al defender a Ernesto Cardenal de los arteros ataques del gobierno de Daniel Ortega y, su crítica al sandinismo reciclado (”Elecciones rosa en Nicaragua”, artículo que dedicó a la memoria de Carlos Fonseca), le costó que le negaran la visa para entrar a ese país en julio de 2008.
El conjunto de artículos de Celia Hart Santamaría, compilados aquí bajo el título de Escritos Políticos (2003 – 2008), con toda seguridad serán de provecho para sus lectores, pues constituyen una escuela política ilustrativa y amena. Hemos procurado hacer las menores correcciones posibles para mantenernos fieles a su estilo, más marcado por los apuros del momento político que requería respuesta inmediata, que por la pulcritud del escritor de gabinete. La forma en que Celia hacía las citas bibliográficas constituyó un reto especial, pero hemos preferido dejarlas en lo posible tal cual.
La compañera Celia, sin duda, como cualquier ser humano tendría muchos defectos y debilidades, pero todos ellos se empequeñecen al lado de sus tremendas virtudes. Para ella, lo decía con orgullo, el ejemplo de sus padres, de su tío Abel, de la valerosa generación del Moncada y, por supuesto del Che, marcaban la pauta moral de comportamiento que debía seguir un revolucionario consecuente. Ella vivió bajo esos criterios.
Por eso la muerte la encontró redactando, la madrugada del infausto 7 de septiembre, una resolución de Revista de América en apoyo a los cinco cubanos presos en Estados Unidos.
Esta compilación de Escritos Políticos (2003 2008) evidencia que Celia Hart Santamaría fue más que una brillante escritora, fue una consecuente militante revolucionaria que usó la palabra como un arma de combate.

Olmedo Beluche
Panamá, enero de 2009

miércoles, 10 de junio de 2009

ESCRITOS POLITICOS DE CELIA HART SANTAMARIA (2003-2008)

http://www.kaosenlared.net/noticia/escritos-politicos-2003-2008-celia-hart-santamaria

Cinco cubanos, un monstruo y una república


Dijo Martí en su testamento político que la libertad de la isla de Cuba ayudaría a preservar la moral ya dudosa de la América del Norte. Podría parecer pretencioso. Un pequeño país salvando la integridad histórica de la nación más floreciente del mundo.
Eso sucedió en el siglo XIX. Vino el feroz siglo XX. Con él la floreciente República norteamericana alcanzó los niveles más altos de desarrollo, de poder…. y de maldad.
En estos momentos pocos se recuerdan de los padres fundadores de esa emblemática nación, a no ser por las impresiones del papel moneda. Son tan engorroso los procesos de elecciones parlamentarias o presidenciales, que ya se esfuma aquella valiente República que poco antes que la revolución francesa mandó a Guillermo III a freír espárragos, y con la ayuda de La Fayette libró las más impresionantes batallas con uno de los imperios más poderosos del mundo. Nació un pueblo libre y emprendedor el cual se alistó rápido con las luces del bendito siglo XVIII europeo. Europa y sobre todo Francia resplandecían con la razón, y el pensamiento que de una buena vez colocó al hombre en el sitio de honor de la naturaleza. Entre todos estos ilustrados, Montesquieu, Rousseau, Jefferson Madison pensaron en la solución ideal para los asuntos del estado. Porque el estado debía de ser del pueblo, porque los reyes eran innecesarios, porque muchas cabezas organizadas podían más que una sola que azarosamente sin contar con que fuera lista u honrada era coronada.
Con estos aires de triunfo nace la Estatua de la Libertad. Nunca antes se organizó con más prudencia y más cultura un pueblo nuevo.
Ya no se acuerda nadie de la bella fundación de Estados Unidos, de la guerra sin cuartel contra la esclavitud. Y sobre todas las cosas de ese intocable respeto a las leyes y a la pulcritud con que sus ciudadanos reconocían los tres poderes. Fue la patria de Lincoln, paradigma de la democracia mundial, la patria donde se agolparon todas las artes y las ciencias para convertirse en punto de referencia obligada. El país donde Whitman recoció su propio canto y Chaplin nos hizo llorar con amplia sonrisa.
Este es el pueblo trabajador y culto que está siendo secuestrado por el lado oculto de la Luna. Sí amigos, porque esta Luna también tiene su lado oculto que descubrió Martí viviendo en ella. Martí no llamó Monstruo a ese país de irlandeses laboriosos que hicieron de esa tierra su patria y en un par de siglos solamente dieron su vida por ella. El monstruo que espantó a nuestro Maestro no fueron las calles pobladas de la New York agitada, ni la temprana luz eléctrica, ni la pujante clase obrera exiliada que encontró fuente de empleo en ese país para ayudarlo a organizar el primer partido de trabajadores que incluía a todo buen propósito como era la independencia de Cuba, Puerto Rico y mucho más.
El Monstruo fue ese corrupto devorador de sueños que se alimentaba de capitales inciertos y de ansiedad paranoica de poder. El que siendo el país donde se respiraba todavía los aires de libertad confiscó los intentos de independencia de su pequeña vecina al confiscar el plan de la Fernandina y que quiso desde entonces dominar a la sureña América a través de la moneda. Ese Monstruo silenciosamente fue devorando todos los cimientos de la ilustración. Ya no había Martí viviendo en él para señalarle el peligro.
Y marchamos así al siglo XX donde continuó su necesidad de poder. A estas alturas ya está enferma la noble Republica de Lincoln. Ya el poder ejecutivo en manos de sus más torpes traidores envenena al poder judicial y al legislativo. Ya esas luminosa nación va convirtiéndose en un gigantesco Guillermo III, que se vuelven inútil para proteger a su gente de los ataques bárbaros del terrorismo y a lo único que atina es aterrorizar más y más. Se mueven en la oscuridad con discursos tenebrosos e infantiles. Y abuchean a la hermosa estatua de la libertad que un día de éstos apagará su antorcha y caerá sobre el mar llena de espanto.
¿Y entonces ahora? Ya parece el fin. Terroristas acabando con ciudades, guerras histéricas con argumentos tan pueriles que ni para guión de cortos infantiles pueden servir... Discursos vacíos y tenebrosos, amenazas incoherentes. Fanatismos propios de la Edad Media y no de la nación libre y feliz que se desprendió de Inglaterra y forjo los poderes en una Constitución. Sólo nos faltan las ratas de la peste bubónica y la hoguera para los que habitamos en “rincones oscuros del mundo”. Nada parece salvarla…
Pero sí. De manera misteriosa cinco jóvenes cubanos conocieron al Monstruo, y conocieron también a la moribunda República. Estos cinco hombres se lanzaron de bruces para cuidar como adultos responsables que las organizaciones terroristas y macabras que nacieron del Monstruo no hicieran más daño. No necesitaron robar informes, ni andar como saltamontes escamoteando la autoridad norteamericana. Ellos sólo veían lo que estaba a la vista de todos y nos avisaban si nos querían herir o matar. Estaban sumergidos en la peor de las entrañas sufriendo la pestilencia de sus horrores. Y cuando salieron estaban más limpios y más enamorados.
Ahí están los cinco cubanos que confían en la Republica del Norte que alberga a ese pueblo maravilloso al que tienen infestados con tanto hedonismo y estupidez. Véanlos, parecen que han combatido al lado de la Fayette para expulsar la opresión de su pueblo. Ellos lo han dicho en sus alegatos, esos alegatos que algún día estudiaran con orgullo los niños felices y libres de la República. Ellos están dispuestos a hacer por la Patria Norteamericana lo mismo que por la nuestra, porque están dispuestos a volver a ensuciar sus ropas en otras organizaciones que viven del odio y del terror. Porque están dispuestos a salvar a New York y están dispuestos a salvar las estaciones de trenes de Madrid. Porque son hijos de la libertad, porque de alguna manera las palabras proféticas del Apóstol viene a redoblar con impresionante cadencia las campanas del nuevo siglo. Porque quizás en Cuba sea donde más se quiera y se necesite a la América del Norte. Lo más trascendental que harán mis cinco hermanos no es haber defendido a nuestros pueblos del terrorismo. Están defendiendo el honor de la República que ya es más que dudoso. Les están ofreciendo sus años de libertad para que despierte, para que abra los ojos y espante al Monstruo, les están diciendo al poder judicial Stop con la contaminación perniciosa del ejecutivo para el cual los hombres, los pueblos y el amor representan un frío voto electoral.
Esa es la contribución que misteriosamente dijo Martí que haríamos. Vuelve Cuba a necesitar del honor de la República y del decoro de sus letrados... ¡Ah Jueces del Onceno Distrito de Atlanta! tienen la Constitución en sus manos y el prestigio de vuestra hermosa Patria en sus veredictos. ¡Sálvenla! El alma de mis hermanos ya está salvada, con sus sentencias justas estarán salvando el alma de la América del Norte. Háganlo en nombre del 4 de julio. Vean bien señores jueces allá en lo alto, en la punta de la Antorcha de la Estatua de la Libertad hay cinco luces tenues, no las apaguen. En esas luces yace parte del honor de la República que el mundo está necesitando para ser feliz.

Celia Hart
07-07-2004
Rebelión

sábado, 6 de junio de 2009

Palabras en la despedida de duelo de Celia Hart Santamaría




Querido Hart, compañeros compañeras, amigos y camaradas de Celia:

Porque hoy su padre no puede, y a pedido de él, me atrevo a decir unas breves palabras con la esperanza de que sirvan para despedir los restos de Celia María y Abel Enrique, hasta que, pasadas estas horas de desconcierto por la dolorosa sorpresa, podamos reunirnos a hablar de ella, de ellos, en un espacio donde el recuerdo de los buenos momentos y las mejores ideas suplante la certeza de la muerte.
No puedo decir mucho de Abel Enrique, porque apenas lo conocí. Sé, por lo que me han dicho su padre y su hija, que se graduó de abogado con notas brillantes y que su tesis forma parte de los textos de estudio en la carrera.
De Celia puedo decir más. Puedo decir que es la mejor síntesis de la Revolución. Así la recordaremos siempre quienes la conocimos y la quisimos en los trajines de la lucha que nos unió como una familia en torno a la causa de los Cinco.
Ella es la Revolución. Un Revolución alegre y divertida, compleja y discutidora, inconforme y rebelde. Fiel y apasionada. Fidelista.
Hay que recordar que cuando se abrieron tantos debates complicados y confusos sobre Cuba fuera de Cuba, Celia salió a defender la Revolución con su estilo y a su modo. Y se insertó con voz propia, aunque solitaria, en un fuerte debate mundial, ganándose el respeto, cuando no la admiración, de cientos de militantes de la rebeldía en cualquier esquina del planeta. Ella habló por nosotros con tanta belleza como argumentos. Y se ganó un espacio que hoy tiene reconocimiento en América Latina y Europa con similar fuerza.
Quizás por haber estudiado Física, Celia comprendía mejor los fenómenos de la naturaleza y su relación con las sociedades. Como también comprendía, por haberlos vivido de cerca, los males que derrumbaron al socialismo en Europa del Este.
Recuerdo todavía que lo primero que escribió en estos años fue una maravillosa crónica sobre un ciclón que pasó por Cuba. Sí, ella era capaz de mezclar los ciclones con la política y hacerlo de un modo impresionante, apasionado y convincente.
E insisto, ella creía en una Revolución alegre, de colores y matices diversos. Y fue una aguda crítica de lo chato, de lo gris, de la burocracia y de lo aparentemente perfecto.
Quizás las palabras que mejor resumen la guía de su corta y apasionada vida sean las que afirman que el deber del revolucionario es hacer la Revolución. Eso fue lo que hizo Celia en cada minuto de su febril existencia.
Para hacer la Revolución vivió Celia. Es lo que alcanzo a decir ahora, cuando miro y veo a mi alrededor tantos héroes y heroínas reunidos para hacer más soportable estas horas en que no podemos decir que despedimos, más bien que acompañamos a dos hermanos que se van juntos, como vivieron, queriéndose y defendiéndose mutuamente hasta el último minuto de sus vidas.
De ellos podremos hablar todos un poco más en un encuentro que seguramente haremos muy pronto, para contarnos sus recuerdos, leer sus textos y saber de todos los que en el mundo, al enterarse, escribieron cientos de mensajes hermosos por Celia y lo seguirán haciendo.
Ahora, recordando otra vez que ella fue la Revolución, que ella es la Revolución, no digo más que ¡Viva la Revolución, que viva Celia!….

Gracias

Arleen Rodríguez Derivet

La Habana, 8 de Septiembre de 2008

Adhesión desde la tierra del Che

Mensaje del Partido Comunista de los Trabajadores de Argentina - Direción Nacional en memoria de Celia Hart.

Queridos amigos de la Fundación Federico Engels de España, que tanto hacen por la difusión de la ideología del proletariado.

Querida Ida Garberi, que tanto haces por la memoria de nuestra Celia.

Queridos hermanos de la Isla de la Libertad

Desde la Buenos Aires plebeya les enviamos una adhesión, humilde y sincera, al homenaje que hoy tributan a esa digna hija de la Revolución Cubana que fue la compañera Celia Hart.
Tuvimos el honor y la suerte de ser sus amigos y creemos que cualquier tributo que se le rinda es insuficiente
En la mentalidad capitalista todo puede ser comprado, todo puede ser vendido. Los revolucionarios como el Che, como la Hart y como nuestros 30 mil desaparecidos demuestran la falsedad de tal pensamiento burgués. Mientras la injusticia reine, mientras un niño pase hambre, millones se alzarán por dar vuelta el rumbo de la historia.
Nuestro deber para con su memoria como revolucionarios, es hacer la revolución y lograr que nuestra América sea una bella y digna federación de repúblicas socialistas, donde los trabajadores seamos los únicos dueños de nuestros destinos.
Proponemos dede aquí, no un minuto de silencio, sino un minuto de aplausos en memoria de Abel, de Celia y de todos los compañeros caídos en la lucha por un mundo mejor.

Socialismo o barbarie!

Delvy Betancourt - Luis Giménez

Partido Comunista de los Trabajadores de Argentina - Direción Nacional

Febrero de 2009

El Moncada y las ideas sociales de la Revolución.



EL 27 de noviembre de 1955, con Haydee colocamos un retrato de Abel Santamaría en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. Fue un acto memorable en el cual participaron varios oradores, en recordación del fusilamiento de los estudiantes de Medicina (1871), y en homenaje a Abel Santamaría y los héroes y mártires del Moncada. En aquellos días, el grupo de compañeros a quienes Fidel había encomendado, a su salida para México, la responsabilidad de organizar los preparativos para el apoyo de lo que más tarde sería la expedición del yate Granma, empezábamos nuestro trabajo en Cuba.
El hecho de develar un retrato de Abel Santamaría fue un suceso muy importante en los propios inicios de la organización del Movimiento 26 de Julio en Cuba. Promotores y organizadores de este hermoso encuentro fueron los inolvidables Jesús Suárez Gayol y Jorge Enrique Medonza, que estaban entre los fundadores del Movimiento en la provincia agramontina.
Expliqué en la magna concentración estudiantil lo que representaba Abel y rendí honor a su memoria y a los héroes y mártires de la epopeya del “Mocada”. En aquel tiempo, algunos creían y propagaban que se trataba de una locura. Dije ante aquel auditorio juvenil en 1955:
Locos, y han escrito en el único lenguaje que entienden los llamados cuerdos, en el lenguaje de los hechos, que Revolución es algo más que cambio de mando, que Revolución es transformación radical de nuestras condiciones de vida. Locos, y hoy miles y miles de jóvenes miran hacia el 26 Julio, porque el 26 de Julio ha escrito la tesis de la nueva generación revolucionaria, que hoy por hoy. es la única fuerza que enfrenta a la dictadura.
El mejor homenaje que yo pueda hacerle a Abel Santamaría en este acto, es el de decir que él comprendió mejor que nadie, porque sintió más que nadie, que el problema cubano no es político, como quieren los partidos plantear, que es esencialmente económico, es social, es también forjación de conciencia ciudadana. El comprendió que el 10 de marzo se habían liquidado todas las fuerzas políticas y surgía del subsuelo social una corriente histórica que se planteaba antes que solución, la toma revolucionaria del poder para sustituir todo el andamiaje sobre el que se sostenía el sistema vigente y la implantación de una serie de medidas encaminadas a sentar las bases de la genuina democracia. Sin estas ideas, sin este pensamiento no se hubiera podido llevar a cabo el único movimiento insurreccional que logró llegar hasta el combate abierto. Sin este enfoque de la realidad sería imposible servir a Cuba que lucha desenfrenada, frenética y terriblemente por ser algo más que un pedazo de tierra que pisan nuestras plantas, por ser, también, como dice el Apóstol en su histórica frase: “Patria es la comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas.” [1]
Y esa Cuba que ellos soñaron, esa Cuba a la que Abel Santamaría se entregó, es la Cuba que en el concierto de naciones libres, es la nación en la plenitud de su vigencia histórica, que Martí nos enseñó amar y conocer. Es la Cuba que aún no tenemos. Es la Cuba que hemos de lograr. Es la Cuba Universidad del Continente. [2]
Un repaso de La historia me absolverá cinco décadas después me ha dejado impresionado por la fuerza histórica y cultural de aquel documento. Puede parecer extraño que me sorprenda con su relectura porque hace ya medio siglo que se había grabado profundamente en mi conciencia. Es que el tiempo transcurrido ha iluminado aún más su dimensión y me inspira, por tanto, nuevas reflexiones que quiero trasmitirles a ustedes.
El célebre discurso de Fidel ante el Tribunal de Urgencia se presenta en el nuevo milenio como el alegato revolucionario más importante del siglo XX no solo cubano, sino latinoamericano y mundial. No encuentro un documento de mayor trascendencia jurídica y política que la defensa y denuncia del Comandante en Jefe en el Hospital Civil de Santiago de Cuba en octubre de 1953. Se trata, desde luego, del programa de la Revolución, es el acta de nacimiento del período histórico de los últimos 50 años, es decir, de la Revolución triunfante en 1959 y que en 1961 proclamó su carácter socialista.
Realizando una lectura actualizada podremos apreciar la continuidad histórica de la única revolución que ha existido en nuestro país, la iniciada el 10 de octubre de 1868, con la proclamación de independencia del país por Carlos Manuel de Céspedes, continuada el 24 de febrero de 1895, y reiniciada por Fidel con la heroica gesta del “Moncada”.
Máximo Gómez y José Martí habían suscrito en El Manifiesto de Montecristi, que la guerra iniciada en Yara y Guáimaro se reanudaba en 1895 fijando de esta manera la continuidad de la Revolución Cubana. De igual forma, Fidel, en 1953, destacó, en nuevas condiciones, esa continuidad. Situó el Moncada como un nuevo eslabón de la lucha por la independencia radical de Cuba. La historia me absolverá reivindicó el ideal de independencia o muerte de nuestros mambises y sentó las bases para la consigna que la generación del centenario exaltaría a primer plano: Libertad o muerte. Meses después, Fidel proclamó que en 1956, seríamos libres o mártires. Esto nos condujo a la victoria del 1º de enero de 1959 y posteriormente, el 16 de abril de 1961, a la proclamación del carácter socialista de la Revolución.
La historia me absolverá se enlaza con documentos posteriores: la Primera y Segunda Declaración de La Habana, en esta última se describen con profundidad las ideas socialistas cubanas; y también con otro documento El socialismo y el hombre en Cuba suscrito por el comandante Guevara. Se trata, pues, del hermanamiento entre la Revolución Cubana, la de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí, y el ideal socialista del siglo XX. Por eso, pudo decir Fidel: Nosotros entonces hubiéramos sido como ellos, hoy ellos habrían sido como nosotros.
Por estas razones es indispensable, en el siglo XXI, dejar definitivamente esclarecida la relación entre el programa del “Moncada” contenido en La historia me absolverá y las ideas socialistas de la Revolución. Lo primero es señalar que los principales organizadores y actores de la gesta: Fidel Castro, Abel Santamaría, Raúl Castro, el núcleo fundamental de la misma poseían, desde entonces, una alta sensibilidad socialista y arraigadas convicciones martianas.
Resulta muy útil destacar que en la generación de los 50, es decir, la del centenario había un amplio consenso de ideas antiimperialistas e incluso socialistas que se nutrían de las enseñanzas de Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista, y de sus continuadores. Hay otros documentos de la época que sirven para probar hasta dónde habían llegado las ideas socialistas a amplias capas de la población joven de Cuba.
El 13 de agosto de 1958 caían asesinados los hermanos Saíz, precisamente en una conmemoración del natalicio de Fidel. Ellos nos dejaron como testamento político el documento Por qué luchamos que escribieron prácticamente adolescentes en el que nos ofrecen una visión socialista profunda y radicalmente cubana. Su lectura, 45 años después de haber sido escrito, continúa conmoviéndonos. Otro es el documento suscrito por la Juventud del Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, en 1948, acerca de las ideas de la juventud cubana de entonces. Estos documentos constituyen testimonios elocuentes del pensamiento socialista de muchos jóvenes de la generación del centenario. Para este esclarecimiento es necesario estudiar, de manera cada vez más profunda y documentada, los vínculos entre el ideario de Martí y el de los fundadores del pensamiento socialista: Marx y Engels.
Cuando procuramos establecer una relación entre el pensar de Martí y el de Marx, lo hacemos por dos razones, la primera, porque en el siglo XX ambas corrientes de pensamiento se articularon en la revolución cubana y ello reviste una gran importancia para la formación política y cultural de las nuevas generaciones; y la segunda, porque la necesidad de alcanzar la síntesis de diferentes corrientes del pensamiento socialista es una exigencia para la evolución intelectual y moral de la humanidad y por tanto, de Cuba, América y el mundo.
Es justo y necesario hacer un reconocimiento especial a las ideas socialistas cubanas que desde Julio Antonio Mella, Martínez Villena y sus continuadores no pusieron nunca en antagonismo el ideal socialista y la tradición revolucionaria cubana del siglo XIX, muy por el contrario, desde los tiempos de la fundación de nuestro primer Partido Comunista (1925) se soldó la más estrecha relación entre ambas fuentes forjadoras de las ideas cubanas de hoy.
Vayamos ahora al contenido concreto de La historia me absolverá. Se plantea la reforma agraria consecuente y, por tanto, la liquidación del latifundio. Una lectura cuidadosa de este texto permite observar cómo efectivamente, la reforma agraria, las ideas sobre la enseñanza, la salud del pueblo y en otra esferas están insertadas en el programa y todas ellas, objetivamente conducían al socialismo. Por demás, tales aspiraciones, ya estaban dispuestas, en cierta medida, en la Constitución de la República de Cuba de 1940 pero, desde luego, nunca se aplicaron pues no se dictaron jamás la leyes complementarias de la carta magna. Esto nos incita a invitar a los investigadores del derecho a profundizar cómo y porqué Cuba tenía una de las Constituciones más avanzadas del mundo occidental en 1940. Si se realiza un estudio de derecho comparado se tendrá una información consecuente de la profundidad de la Revolución Cubana en las décadas 40 y 50 y aún de antes. Esto se deriva del pensamiento de figuras excepcionales como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras.
Baste señalar que la Reforma Agraria significaba un enfrentamiento al imperialismo como lo prueba la evolución ulterior del proceso cubano. Obviamente, las ideas de Fidel y los moncadistas habían rebasado, con mucho, las contenidas en aquella carta magna, pero sus principios estaban insertados en la cultura política cubana, los que fueron asumidos en su forma radical por la juventud de entonces.
Por otra parte, para concebir acciones como las del “Moncada” y convocar, a partir de ello a la huelga general revolucionaria, habría que haber conocido las enseñanzas de Lenin, como es el caso de Fidel. La lectura de El Estado y la revolución estaban en el trasfondo de dicha estrategia. Cuando el fiscal le señaló al Comandante en Jefe, críticamente, que en casa de Abel y Haydee Santamaría había libros de Lenin, Fidel respondió que quien no hubiera leído a Lenin y conocido el pensamiento socialista era un ignorante.
El antiimperialismo formaba parte de la conciencia de los estudiantes y de muchos intelectuales cubanos, incluso, las propias ideas socialistas —como queda expuesto— se hallaban en el sustrato del pensamiento de las generaciones revolucionarias de los años 50. Obviamente, el programa del “Moncada” no tenía que proclamar ese carácter porque, además, no lo poseía de manera expresa, pero su aplicación consecuente nos llevaba, incuestionablemente, a un enfrentamiento con el imperialismo en el orden económico y social. No podía ni debía formularse de esta manera porque Fidel había interpretado con claridad a José Martí cuando afirmó que todo lo que había hecho y haría era para evitar a tiempo al imperio yanqui y que en silencio había tenido que ser, porque hay cosas que han de andar ocultas, pues de proclamarse en lo que son levantarían obstáculos demasiado grandes para lograr sobre ellas el fin.
Aquí vale destacar la influencia y fuerza de la cultura en la Revolución. Recuérdese que los primeros moncadistas habían estudiado a Martí, a Mella y conocían la obra de Emilio Roig de Leuchsenring y de otros destacados forjadores de la conciencia antiimperialista, sabían de los efectos dramáticos de la intervención norteamericana en la guerra de independencia de Cuba, y estaban inspirados por una profunda sensibilidad moral.
La ética de José Martí y sus análisis sobre el imperialismo y las ideas que nos llegaban de la Revolución de Octubre, eran patrimonio espiritual de los jóvenes cubanos. Pero no solo esto, influían también sobre nosotros las ideas de la Revolución Mexicana (1910-1917), el antiimperialismo de Sandino y las luchas de los pueblos de América contra los gobiernos opresores. Esto estaba en lo más profundo del alma juvenil cubana. Por eso Fidel, en el juicio oral efectuado por el asalto al cuartel “Moncada”, respondió al Fiscal, ante una pregunta de rutina, que José Martí había sido el autor intelectual del asalto. Esto llegó a las fibras más íntimas de las nuevas generaciones. Es decir, ello llegó por vías culturales a muchos de nosotros.
Lo objetivo se encuentra en que la aplicación de aquel programa conducía al socialismo. Lo sabía muy bien el imperio, también lo sabía Fidel. Por tal razón, los círculos imperialistas hicieron lo indecible para impedir el triunfo de la Revolución fidelista.
La historia me absolverá constituye también un alegato jurídico en que además de abordar los temas de carácter histórico, social y cultural en general, lo hace con la pericia de un jurista y el manejo diestro de las legislaciones vigentes entonces. Esto responde a la tradición de cultura jurídica de la nación cubana. Se está confirmando hoy con los alegatos de nuestros cinco héroes ante los tribunales estadounidenses que constituirán, estoy seguro de ello, los primeros documentos jurídico-políticos del siglo XXI. Fidel es el más alto exponente de esta tradición jurídica. Precisamente La historia me absolverá es heredera de esta tradición. La lucha contra el régimen ilegal de Batista significó combatir a favor de la Constitución de 1940 y plantearse el tema de lo jurídico en un primer plano, ningún documento lo expresa con mayor nitidez. Obsérvese que se apoya textualmente para la aplicación de las medidas revolucionarias más importantes en preceptos de la Constitución de 1940 y en especial en el que validaba la resistencia nacional frente a las violaciones de la misma. Esta Constitución y su aplicación consecuente están insertadas en la historia filosófica y social de nuestro país y forma parte, además, de la mejor y más depurada tradición cultural universal.
La historia me absolverá permite estudiar la dialéctica de cómo las ideas cubanas se orientaron hacia el socialismo a partir de los mismos orígenes de la nueva etapa revolucionaria iniciada entonces. Sin proclamarse como tal, de hecho sentaba las bases para orientar la sociedad cubanas hacia ese objetivo superior. Y es que las ideas de Marx, Engels y Lenin, representan el escalón más alto en el siglo XIX europeo porque hay que decirlo, cualquiera que sea la interpretación que hagamos de los acontecimientos del siglo XIX, la más alta expresión del pensamiento europeo del XIX se halla en estos sabios.
La historia me absolverá, al describir de forma actualizada la evolución de las ideas políticas, sociales y filosóficas en relación con el derecho a hacer una revolución, alcanza una dimensión trascendente para el siglo XXI. No hay —como he dicho— en la vigésima centuria explicación más profunda y actualizada las historia de las ideas políticas, sociales y filosóficas de la civilización occidental en relación con los principios que avalan la lucha de los pueblos por derrocar los regímenes despóticos y por alcanzar el poder político e iniciar una revolución social. Podrán existir tales análisis en los tratados académicos o en textos especializados de esta disciplina, pero es que se trata de algo mucho más profundo y concreto dado que se expresaron en un alegato jurídico de defensa del derecho a una rebelión en concreto que fue, precisamente, la que dio comienzo al proceso más radical y consecuentemente revolucionario del siglo XX en occidente.
Exhortamos a los investigadores y estudiosos de las disciplinas filosóficas, jurídicas y políticas a emprender estudios sobre el alcance de este documento y extraer conclusiones que resulten válidas para enfrentar la actual quiebra del sistema jurídico, político, social y filosófico de los pueblos del llamado occidente.
Todo esto hoy se puede entender mejor porque los hechos ponen de relieve que el pensar revolucionario socialista de Cuba está mostrando una consecuencia muy profunda con la tradición humanista de la moderna civilización occidental, y a la vez, porque el imperialismo está revelando con su carácter brutal y deshumanizado la ruptura definitiva de esta civilización con los ideales que supuestamente le sirven de sustento. Se vistieron de demócratas y hoy están descarnadamente expresando su genuino carácter antidemocrático e inhumano. La Revolución Cubana, a la que quisieron vestir con otras ropas bien diferentes a las nuestras, está probando que con las ideas de Martí y de la historia nacional marchamos al socialismo como algo lógico y natural.
Desde La historia me absolverá a la proclamación, ocho años después, del carácter socialista de la Revolución, se ha mostrado una riqueza de ideas que expresa la más alta cultura política de la nación cubana, capaz de relacionarse con el pensamiento más avanzado del siglo XX. Además, puede mostrarse con rigor que en ese proceso no se estableció antagonismo alguno entre la tradición cubana y la socialista del siglo XX. Si se quiere confirmar de manera definitiva lo que expreso, estúdiese la definición de pueblo que brinda Fidel en La historia me absolverá[3] y se encontrará que en la composición social de la nación cubana de los años 50 no menciona a la burguesía criolla que hace mucho había devenido antinacional. En esto no hay una exclusión caprichosa, pues figuras procedentes de los sectores acomodados ocuparon su sitio en el proceso revolucionario del que Fidel nunca ha querido dejar fuera a nadie.
Esta definición de pueblo es una de las claves para descubrir lo que Julio Antonio Mella llamó el misterio del programa ultrademocrático de José Martí. España primero negó toda posibilidad al afianzamiento de un capitalismo nacional rechazando incluso las ideas de José Antonio Saco y de los reformistas y autonomistas cubanos. Después, la brutal intervención de Estados Unidos en Cuba continuó esa política imponiendo un desarrollo capitalista dependiente y deformado incapaz de representar y defender los ideales de independencia, soberanía y justicia social por los que había luchado tan duramente el pueblo cubano.
Las tesis expuestas en La historia me absolverá, la composición de clases que describe el propio documento dan la medida de cuáles son los orígenes históricos y sociales del socialismo en Cuba, El documento, por otra parte, tiene una redacción y un estilo propios de Fidel en que señala las más profundas ideas y fundamentos teóricos con un lenguaje sencillo, claro y asequible para todas las personas.
Resulta sumamente esclarecedora para enfocar acertadamente todo este proceso la definición del comunismo ofrecida por Federico Engels. Es tanto el falseamiento que se ha hecho de esta expresión que hay que volver a los forjadores para comprender el real significado que estos le conferían:
“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal que ha de sujetarse a la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente”.
Esto fue lo que hizo la Revolución Cubana proclamada socialista el 16 de abril de 1961. Entonces nuestro Comandante en Jefe señaló que lo que no nos perdonaban era que le habíamos hecho una revolución de este carácter en sus narices. Es curioso observar que de un modo natural con una frase popular se hizo la proclamación formal del socialismo en Cuba. A Fidel, con su enorme saber e inteligencia, le fue posible explicar los fundamentos culturales del socialismo, en cuya cúspide están Marx, Engels y Lenin, sin tener que adscribirse formalmente a él.
Federico Engels decía que la civilización hasta el siglo XIX había creado prodigiosas riquezas por encima de la sociedad primitiva, pero utilizando las peores pasiones humanas y a costa de sus mejores disposiciones, y ¿cuáles son las mejores disposiciones de los hombres? Las que están expresadas en La historia me absolverá. En el recorrido de sus párrafos, el alegato de Fidel expone con brillantez el sentido ético y el contenido heroico de la historia cubana. Por todas estas razones, tiene valor como punto de referencia para los programas que pueden promoverse en el continente en este nuevo siglo a favor de un mundo mejor. No se trata de que se haga una copia mecánica, pero sí como un punto esencial de referencia.
En fin, las ideas de este documento programático toman renovada vigencia para conocer cómo Cuba transitó hacia el socialismo y cómo otros pueblos de nuestra América puedan disponer de métodos encaminados hacia la revolución social. En el fondo de la gesta del “Moncada” y La historia me absolverá está la comprensión ético-moral de combatir a la opresión y a la corrupción.
Hay cuatro ideas esenciales que desde los finales de la década del 40 y principios del 50 exaltaba la fuerza más progresista del país como consignas fundamentales:

- Libertad política,

- Independencia económica,

- Justicia social, y

- Vergüenza contra dinero[4].

Las tres primeras eran el reflejo de las luchas sociales y económicas que emprendía nuestro pueblo por su liberación. La cuarta expresa la necesidad de combatir la corrupción y la violación de los principios éticos. Esta última es cuestión clave para cualquier revolución socialista. Quien aspire al socialismo en América debe empezar como nuestro pueblo, hace más de 50 años, denunciando las violaciones de la ley y las inmoralidades, el vicio, el latrocinio y el robo de los políticos tradicionales. Por ahí empezó Cuba el camino hacia el socialismo y ahora más que nunca se empeña en ser leal a él. Es una reflexión que considero válida en las circunstancias actuales para cualquier proceso de cambio que se lleve a cabo en nuestros pueblos de América.
Como confirmación de lo expresado traigo a colación un párrafo del gran intelectual latinoamericano, el argentino Ezequiel Martínez Estrada:
“La historia me absolverá», que es la Apología de Sócrates, el Iconoclasta de Milton y la Autodefensa de Gandhi a un tiempo. Es el momento en que Fidel Castro inviste una representación, un mandato, en que «cuelga de un árbol marchito su muceta de doctor» para vestir la toga de tribuno de la plebe, de defensor de la justicia. Penetrando en la expresión de las imágenes se percibe que es el momento de la metamorfosis de quien ha muerto en el combate del Cuartel Moncada y renace, como el Fénix, en el combate por la libertad de Cuba, de América oprimida y de los pueblos humillados y expoliados. Ahora es el abanderado de la libertad, y está ahí, al lado de Martí, porque tiene que cumplir la consigna que una muerte valerosa truncó en su anterior campaña.[5]
La historia me absolverá, desde la perspectiva del medio siglo transcurrido, tiene mucho que decir para América y el mundo en el siglo XXI. Sus planteamientos y previsiones como programa forman parte ya de las realizaciones de la Revolución y del perfil revolucionario del cubano de hoy y ello le confiere una fuerza y un alcance redoblados para hacer frente a los dramáticos desafíos que tiene ante si la humanidad.

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[1] José Martí, Obras completas, t. 1, p. 93, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
[2] Armando Hart Dávalos. “Abel Santamaría”, Perfiles, Editorial Pueblo y Educación, 2002, p. 246.
[3] “ Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su patria en busca de sustento; a los quinientos mil obreros del campo que habitan en los bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto compartiendo con sus hijos la miseria, que no tienen una pulgada de tierra para sembrar y cuya existencia debiera mover más a compasión si no hubiera tantos corazones de piedra; a los cuatrocientos mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba; a los cien mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a la tierra prometida, para morirse sin llegar a poseerla, que tienen que pagar por sus parcelas como siervos feudales una parte de sus productos, que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, plantar un cedro o un naranjo porque ignoran el día que vendrá el alguacil con la guardia rural a decirle que tienen que irse; a los treinta mil maestros y profesores tan abnegados, sacrificados y necesarios al destino mejor de las futuras generaciones y que tan mal se les trata y se les paga; a los veinte mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y venales; a los diez mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, , farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etc., que salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas, sordas al clamor y a la súplica. ¡Ése es el pueblo, el que sufre todas las desdichas y es por tanto capaz de pelear con todo el coraje! A ese pueblo, cuyos caminos de angustias están empedrados de engaños y falsas promesas, no le íbamos a decir: “Te vamos a dar”, sino: ¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad!”
Castro, Fidel. La historia me absolverá. Ediciones Políticas, p.p. 67, 69 y 71. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1975.
[4] Consigna política enarbolada por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) y su dirigente Eduardo R. Chibás y que alcanzó gran poder movilizativo popular en la lucha contra los gobiernos corrompidos de la época.
[5] Ezequiel Martínez Estrada: En Cuba y al servicio de la Revolución cubana, Ediciones Unión/Ensayo, UNEAC, 1963, pp. 14 y 15

Armando Hart Dávalos. Centro de Estudios Martianos