Un informe elaborado por economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado que los países latinoamericanos se tendrán que enfrentar, en el futuro próximo, a mayores y más poderosas sacudidas de la crisis capitalista internacional. El documento vio la luz a la par de otro, en el cual el organismo le exige al gobierno argentino avanzar en la implementación de un programa que deja al país sin herramientas para hacer frente al shock externo en curso.
Los economistas del Fondo han dicho que a los efectos de la guerra en Europa y de la pandemia se sumarán los de un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales. La suba de la tasa de interés en la que se han embarcado las principales potencias, principalmente Estados Unidos, está impactando negativamente en América Latina. Algunos síntomas de esto son la creciente estampida de capitales hacia activos más seguros como los bonos del Tesoro norteamericano y la desaceleración de los ingresos de capitales en los mercados emergentes.
En Argentina, agosto fue el tercer mes consecutivo de fuga de capitales. Los últimos datos del BCRA han registrado, en ese mes, 177 millones de dólares que correspondieron a la denominada formación neta de activos externos de residentes del sector privado no financiero (FAE). “Entre la última etapa de Guzmán y la llegada de Massa la fuga de capitales alcanzó u$s341 millones, o sea, casi el 44% de la FAE acumulada en lo que va de 2022” (Sitio Andino, 5/10).
El gobierno nacional, incluso, ha venido subiendo las tasas de interés internas con el objetivo de que los capitalistas que poseen tenencias en pesos no las abandonen y huyan hacia el dólar. No solo se trata de una política que profundiza el negocio parasitario que existe alrededor de las Leliqs y los bonos del Tesoro, sino que refuerza las tendencias a la recesión y abre la posibilidad de que algunas empresas quiebren. No por nada el informe marca cómo la deuda corporativa ha venido creciendo considerablemente en la región.
A su vez, como fruto de la suba de las tasas, el crédito externo se está encareciendo y es cada vez más escaso. Argentina, que está excluida del mercado de crédito, pagará intereses más usurarios al propio FMI. Esto, junto a la disminución de los precios de las materias primas (debido a la recesión y a la suba de tasas, que hacen bajar la demanda), complicará mucho más al gobierno arribar a las metas de acumulación de reservas que el FMI le impuso al país, a la vez que acicateará las tendencias devaluatorias de la economía nacional.
El FMI ha señalado que alrededor de un tercio de la economía mundial corre el riesgo de contraerse el próximo año. Sus estudios revisaron hacia abajo las previsiones de crecimiento del conjunto de los países. En el caso de Argentina, “prevé que el crecimiento se ubique en 2% el próximo año, contra el 4% del presente” (Ámbito, 13/10). Es decir, augura un estancamiento económico, sobre todo si se tiene en cuenta el crecimiento vegetativo de la población, y reconoce que el programa fondomonetarista es un bloqueo para el desarrollo del país. En este marco, el documento llama “mantener la sustentabilidad fiscal”, o sea, a reforzar el ajuste y que la crisis la paguen los trabajadores.
Los Fernández y Massa son los ejecutores de este plan. Todo en función de satisfacer intereses capitalistas y parasitarios. Los trabajadores debemos terminar con este régimen de hambre y robo.
Nazareno Kotzev
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