Haití se encuentra sumergido en una profunda tensión desde que el primer ministro, Ariel Henry, anunciara hace tres semanas una duplicación en el precio de los combustibles. Importantes manifestaciones populares y bloqueos sacuden el país. En muchas de ellas se reclama la salida del jefe de Estado. La semana pasado hubo un paro de 72 horas impulsado por los transportistas.
En medio de este escenario convulsivo, han despertado un gran rechazo las declaraciones del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien señaló en declaraciones periodísticas básicamente tres cosas: 1) Que apoya el tarifazo del gobierno; 2) Que el cuadro presente sería obra de las bandas criminales que depredan el país, infiltradas a su vez por sectores del poder político y económico; y 3) Que “a nivel de la ONU estaría en estudio un plan para fortalecer la Policía Nacional de Haití (PNH) y enviar una fuerza militar robusta o brutal para combatir a las pandillas” (citado en “Organizaciones haitianas cuestionan y reclaman retractación al sec. Gral. De la ONU y cambio en las bases de la relación con Haití”, en “Haití Libre y Soberana”, 26/9).
La referencia a las bandas criminales intenta poner un signo igual entre la genuina respuesta popular en rechazo a los aumentos -en uno de los países más pobres del hemisferio- y el accionar de grupos delincuenciales, con el obvio propósito de desacreditarla.
Y lo más notable es que esas bandas, que efectivamente tienen lazos con el poder político y económico, proliferaron bajo la invasión (2004-2017) patrocinada por la ONU y Estados Unidos que fue conocida como la Minustah (en la que participaron los gobiernos de Lula, Kirchner y otros regímenes “progresistas” latinoamericanos). Esa misión, como recuerda un interesante artículo de Lautaro Rivara (Página 12, 22/9), se vio envuelta en escándalos de violencia sexual, hostigamiento de la población civil e incluso en la introducción del cólera.
Nada menos que la Secretaría General de la OEA reconoce en un comunicado autocrítico del 8 de agosto que “bajo ese paraguas de la comunidad internacional fermentaron y germinaron las bandas criminales que hoy asedian al país y a su pueblo, bajo ese paraguas germinó y se gestó el proceso de desinstitucionalización y de crisis política que hoy vivimos”.
La alusión de Guterres a la formación de una “fuerza militar robusta”, por su parte, reinstala el debate de una nueva intervención extranjera, esta vez con el pretexto de las pandillas. Y todo esto a pesar de que la OEA ha concluido que “los últimos 20 años de presencia de la comunidad internacional en Haití significan uno de los fracasos más fuertes y manifiestos que se haya implementado y ejecutado en ningún marco de cooperación internacional”.
La crisis política
El actual primer ministro Ariel Henry se transformó en el jefe de Estado de Haití tras el asesinato el año pasado del presidente Jovenel Moïse –cuya trama aún permanece en las sombras. Pertenece a su misma formación política, el PHTK (Tet Kale, los cabeza rapadas).
Henry no ha tenido éxito en su aspiración de convocar una asamblea constituyente para reforzar sus atribuciones de mando. A su vez, la oposición nucleada en los acuerdos de Montana (por el hotel en que se suscribieron los compromisos), que cuestiona la legitimidad de Henry, votó a principios de este año un presidente y un primer ministro alternativos, pero sin lograr concentrar nunca el poder real. La Casa Blanca afirma que impulsa una negociación política entre los bandos.
.La principal preocupación de la burguesía y el imperialismo, hoy por hoy, es desactivar las movilizaciones callejeras.
El Partido Obrero ha emitido un texto en rechazo a las declaraciones de Guterres (ver anexo), en el marco de una serie de pronunciamientos de repudio elaborados por organizaciones haitianas y del exterior.
Viva la lucha del pueblo haitiano. Abajo el imperialismo.
Rechazo a las declaraciones del titular de Naciones Unidas sobre Haití
El Partido Obrero de la Argentina rechaza las declaraciones del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que respaldan el aumento en los combustibles instrumentado por el gobierno de Ariel Henry y descalifican las movilizaciones populares en su contra, equiparándolas arteramente con el accionar de las bandas criminales que operan en el país.
Asimismo, advertimos contra su planteo de un reforzamiento de la Policía Nacional de Haití y la formación de una “fuerza militar robusta”, que, con el pretexto de las pandillas, reinstala el debate sobre una intervención extranjera en el país.
La invasión de la Minustah, patrocinada por Estados Unidos, fue devastadora para el pueblo haitiano y la responsable de la actual situación de colapso en el país.
Por todo esto, repudiamos las declaraciones de Guterres y expresamos nuestro apoyo al pueblo haitiano en su lucha contra el aumento en los combustibles y por mejoras condiciones de vida.
Gustavo Montenegro
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