domingo, 10 de abril de 2022

Julián Assange a las puertas de la muerte


Los tribunales ingleses pusieron en libertad a Pinochet. Fue él que dirigió el golpe de Estado en Chile y lo mandó al fusilamiento, las cárceles y el exilio. 
 Pero el dirigente criminal compartía todo, y digo todo, con la otra de su clase, Margaret Thatcher. La Thatcher acabó con la resistencia sindical inglesa, arrasó con su escuela liberal, y llevó la guerra a su colonia de las islas Malvinas. Tan unidos estaban Pinochet y la representante inglesa, el fascismo y la monarquía del antiguo imperio inglés, que los Tribunales ingleses dictaminaron la libertad del asesino cuando se pedía su encarcelamiento por los crímenes de genocidio de los que era responsable. Y volvió a Chile para ser recibido por el fascio al pie de la escalera del avión. La burla golpeó el corazón de la justicia.
 Los tribunales ingleses teniendo en la prisión conocida como la Guantánamo inglesa al periodista Julián Assange, sin que pese sobre él ninguna delito ni acusación, tan solo porque el régimen dictatorial del imperio quiere llevárselo y encarcelarlo de por vida por haberse atrevido a hacer pública la grabación sobre los crímenes que EEUU cometía/comete en Iraq.
 Los tribunales ingleses manifiestan así su carácter de clase y su esencia dictatorial, es la tradición imperialista, invasión, robo, crimen y persecución a quien denuncie su seudodefensa de los Derechos Humanos, tal y como se comprueba en su forma capitalista la venganza es parte fundamental.
 En los primeros días de diciembre de 2021 el Tribunal de Apelaciones londinense condenó a Assange sin acusación ninguna, a entregarlo al régimen de terror imperial. Las pruebas de Assange eran contra el ejército de EEUU, las había aportado en nombre de Wikileaks. Los colaboradores de los criminales habían preparado todo desde hacía años para condenar al héroe que la Humanidad admiraba por su acto de gran valor, y el resultado fue el ansiado por la élite estadounidense cuya historia es la más sangrienta de todos los tiempos. 
 Solo quedaba la apelación a la Corte Suprema y, aun así, la última palabra de día y hora de entrega a los verdugos la tendrá el representante imperial Boris Johnson, el cabecilla de los responsables ingleses de la Injusticia Suprema: van a entregar al más inocente de los seres humanos al tormento. 
 Desde el secuestro de Assange el mundo ha retrocedido a épocas en que los tiranos se hacen definitivamente dueños de los medios de difusión, ¿recuerdan el nazismo alemán?, y estamos en la era en la que desarrollan la guerra contra Rusia: vemos cómo todos, al unísono, repiten una y otra vez sin fisuras la versión del dueño de las corporaciones mediáticas, el complejo industrial militar estadounidense. Cortan todas las comunicaciones, fabrican falsedades, muestran hasta vídeo-juegos de guerra como hechos reales, presentan fotos de Gaza bombardeada por los sionazis como si hubiesen sido los rusos en Ucrania, y un sin número de grabaciones que son actos teatrales dramáticos en zonas ruinosas, desarrollan ante el público occidental una película de ficción mientras manejan sus órganos internacionales sometidos con presiones, chantajes y corrupción a representantes como si fuesen la totalidad de lo que existe en el mundo. Al mismo tiempo sus regímenes sometidos como colonias sacan a sus representantes, como el caso español, para servirle igual que un perrillo azuzado procurando morder al paisano que defiende su tierra. ¿Es así como entienden la justicia los poderosos? ¿Qué tipo de animal es ese gobernante y la tropilla que ladra delante de los que hacen sonar las cornetas anunciado a los cazadores fusil en mano?
 Los ciudadanos del mundo no pueden confiar en semejantes jueces, en semejante gobierno, en semejante potencia que alardea de proteger a tiranos como Pinochet y se dispone a llevar al cadalso a la persona en la que el mundo puede confiar, honrado y bondadoso hasta entregar su vida por la verdad. Tan solo le van a permitir matrimoniarse antes con su compañera Stella Maris, el acto será en la prisión teniendo presentes a dos testigos, sin cámaras, sin fotógrafos, sin nadie más que no sean los siervos de la monarquía inglesa. El mundo consciente, el que defiende los Derechos Humanos le da su abrazo más solidario a Julián Assange y Stella Maris.
 Julián Assange está a las puertas de la muerte.
 Ahora deberíamos llenar las redes sociales, las calles del mundo, las ventanas, deberíamos hablar en voz alta en todas partes, que se nos oiga por encima de los propagandistas asesinos, decir en todos los sitios públicos hasta que las paredes retumben, las cuatro palabras: LIBERTAD PARA JULIÁN ASSANGE.
 Le queremos libre. Su nombre es el nombre de la verdad combatiendo el crimen imperialista.

 Ramón Pedregal Casanova

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