Los partidos tradicionales -el Partido Socialista y los Republicanos (gaullistas)- han realizado respectivamente las peores elecciones de su historia, sin alcanzar siquiera el modesto 5% que exige el estado francés para pagar los gastos de campaña –el PS sacó el 1,8% y LR el 4,7%-. A la caída de los ecologistas (4,5%) le siguió la del Partido Comunista, con el 3%. El “soberanista” que canta la Internacional, Luc Melenchon, creció del 19% al 22% quedando a solo 500 mil votos de Le Pen. Lutte Ouvriere y el NPA, por su parte, obtuvieron 0,6% y 0,8%, respectivamente, una caída sensible respecto al 2017. Por último, las variantes derechistas alternativas a Le Pen obtuvieron un 2%, Nicolas Dupont-Aignan, un 7%, Eric Zemmour, candidato del movimiento Reconquista. El abstencionismo fue récord para una elección presidencial, cercano al 30%, lo que también representa una resistencia pasiva confusa a la guerra. El abstencionismo, en las condiciones de una guerra en el terreno, es un hecho extraordinario.
¿Polarización?
Se ha hecho costumbre valerse de la palabra ‘polarización’ para explicar los fenómenos políticos que no se entienden. En el caso de Francia ha ocurrido casi lo contrario, toda vez que Macron se ha distanciado del ‘extremismo’ guerrero de Biden, mientras que Le Pen lo ha hecho, al menos de palabra, con Macron. Melenchon no se diferencia de ninguno de ellos en esta cuestión vital. Los análisis que abordan las elecciones fuera de la guerra en curso, con la amenaza del uso de armas nucleares ‘tácticas’, están fuera de foco, son ‘depassé’. El ‘clivage’, otro de los galicismos adoptados en Buenos Aires, pasa ahora por la lucha de clases que ha desatado la inflación y la dislocación financiera y comercial que provocan las sanciones económicas y la guerra.
La recuperación económica que se adjudicaron Macron y ‘tutti quanti’, cuando se largó la “nueva normalidad” (convivir con la pandemia), ha sido pulverizada por toda esta crisis mundial. Lo que interesa ver ahora es si el registro del primer turno atrae a nuevos votantes para el balotaje, y si lo hacen para respaldar a la OTAN, con un voto a Macron. El ‘soberanista’ Mélenchon ha llamado a “no votar a Le Pen”, lo que es un aliento también a la abstención o a la anulación del voto. La izquierda democratizante, que llegó, en 2002, a llamar a votar al derechista Chirac contra el papá de Le Pen, hará mutis por el foro. Lo que es cierto es que ha adoptado una posición filo OTAN en la cuestión de la guerra, a la que ha presentado como una lucha del pueblo de Ucrania por la independencia nacional.
Frente popular
La izquierda, en todas sus versiones, se ha caracterizado por una campaña de slogans vacíos de contenido. El NPA se ha reducido a sus rutinarias campañas identitarias (feminismo, género) y hasta desplazando la atención de la guerra. La “revolución política” que ha anunciado el PTS, con los candidatos obreros, no concurrió a la cita. Siguiendo el método de su mentor, Nahuel Moreno, el PTS juega más a los candidatos que al programa. Revolution Permanente -un injerto del PTS en la izquierda democratizante gala- levanta ahora la causa del ‘antifascismo’, en referencia a la subida de Le Pen y los otros dos derechistas, olvidando, de nuevo, que a la guerra imperialista la impulsan los ´liberales´ –del partido demócrata de EE. UU.- y los conservadores y laboristas de Gran Bretaña, contra el fascista indudable de Putin. El mundo del revés.
El conjunto del centro izquierda y la derecha “republicana” han llamado a votar por Macron de manera directa o indirecta. Aunque Le Pen solo suma el apoyo de los otros candidatos de ultraderecha, la disputa no está saldada. Las dos semanas que faltan para el balotaje estarán signadas por una guerra más brutal y más extensiva, y la incógnita acerca del armamento que se despliegue en el terreno. La izquierda francesa no ha denunciado el enorme crecimiento de los gastos militares y los preparativos para la guerra del Estado francés.
Joaquín Antúnez
11/04/2022
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