Ariel Ruiz Urquiola fue liberado ayer [el lunes] después de una huelga de hambre de 16 días. Quien tuviera dudas que su sentencia de un año en prisión por desacato a la autoridad tenía un componente político, ahora debe explicarse si su libertad fue decidida solo en el ámbito ejecutivo. En un país tan politizado como el nuestro, cuesta creerlo. El biólogo de 43 años parece quedar en libertad en lo que solo puede ser una rectificación necesaria, un acto de justicia. Como lo más importante ha sido alcanzado, quizás es hora de analizar qué acaba de ocurrir.
Pronto veremos algunos adjudicarse el mérito de su liberación. A la oposición y sus medios les fascina presentarse como representantes de amplios sectores populares con capacidad de presionar e influir en la política gubernamental, nada más lejos de la realidad. Como la desconexión y el aislamiento no son buenos argumentos a la hora de solicitar fondos para el cambio de régimen político en Cuba, fomentar campañas con apoyo internacional es su especialidad pero con resultados dudosos. Aunque se haya movilizado a favor de Ariel, la oposición mueve poco o nada en la toma de decisiones del país, hay que mirar hacia otra parte.
Ariel estará en libertad en primer lugar porque su sentencia era injusta y parecía un exceso a todas luces, pero a veces eso tampoco es suficiente. Lamentablemente, sin hacer luz sobre la injusticia esta puede pasar inadvertida, hubo luz en esta ocasión. Los sectores de izquierda en Cuba que no necesitan guardar silencio esperando que se pronuncie el Granma, que no consideran culpable por defecto a un acusado, los revolucionarios de pensamiento y no de obediencia, se pronunciaron. Junto a ellos muchos otros cubanos dijeron lo suyo. Se expresó en contra de la sentencia un variopinto abanico ideológico, que fue escuchado.
No debió ser fácil la decisión. Al parecer Ariel no dudó en apelar a los medios de oposición para hacer valer su causa, lo cual más que una solución a veces se convierte en el impedimento. Cuando La Joven Cuba estuvo en una situación injusta hace años (mucho menos grave que esta) y se nos acercaron dichos medios, tuvimos cuidado de no prestarnos a su agenda. Supongo que en ese momento definitorio salen las preferencias políticas de cada uno. No conozco personalmente al biólogo pinareño para valorar con justeza sus decisiones, quizás vale preguntarse a qué medios puede acudir un cubano cuando los estatales hacen silencio y los alternativos están más vulnerables que nunca. ¿Qué camino tiene quien ve fallar los canales oficiales y sabe que todo lo vinculado a oposición llama la atención que él necesita? Quizás algunas reglas actuales son la mayor fábrica de opositores, la mayor fuente de resentimiento.
A pesar de mis diferencias (y de otros supongo) con las decisiones del biólogo, injusticia es injusticia y no vale hacer silencio por conveniencia. Entre muchos se denunció la sentencia y fue derrotada. Ojalá esto traiga consecuencias positivas para todos. Que el aparato legislativo sea cuidadoso de no politizar el uso de la ley en Cuba y que el propio Ariel vea más allá de sus preferencias. En el pasado he combatido injusticias aplicadas a otros que piensan distinto a mí para luego verlos defender solo lo que conviene a su causa política. Mientras expresaba mi rechazo a la sentencia y leía a muchos desgarrarse sus vestiduras en Internet por Ariel, pensaba en cuántos de ellos lo habrían hecho por los Cinco.
¿Cuántos no utilizaron a Ariel para promover el derrumbe del socialismo en Cuba sin que este les importara realmente? Un pretexto más para atacar al Estado cubano. ¿Cuántos que les gusta llamarse revolucionarios y sabían del caso no hicieron silencio sobre esta injusticia porque no consideran a Ariel uno de los suyos? Si lo correcto es reaccionar a la injusticia, no puede detenernos que un adversario también lo haga, subordinar lo que es justo a bandos políticos es muestra de sectarismo ciego.
Hasta este momento no ha sido publicada una línea sobre Ariel en los medios estatales, quien pretenda disputar la relevancia del tema quizás deba leer algunas noticias nacionales intrascendentes que publica nuestra prensa. ¿No había siquiera una línea para este caso en el periódico Guerrillero de Pinar del Río? Por su parte, los medios de oposición utilizarán la noticia para darse bombo y humillar al Estado, al carecer de mártires se agarran de lo que aparezca. Pero hasta que el biólogo no se recupere y salga en libertad este asunto no habrá terminado realmente.
En una revolución más que nada debe respetarse el Estado de Derecho y que la justicia no se politice. La historia de Cuba estuvo llena de revolucionarios que sufrieron abusos e injusticias legales en el pasado, imitar este comportamiento en el presente es el camino a la ruina moral. No necesito coincidir políticamente con Ariel para alegrarme de que se recapacite su sentencia. Me alegro por su salud y por esta obra social que llamamos Revolución.
Harold Cárdenas Lema
La Joven Cuba
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