Este 4 de julio se cumplen 120 años de la Batalla Naval de Santiago de Cuba
Vísperas de la celebración de aquel 4 de julio de 1898, se desarrollaba la Batalla Naval de Santiago de Cuba, en la que los cubanos derrochaban valor y sacrificio, a costa del cansancio y los tantos años de lucha por su independencia. Se avizoraba lo que tanto habían soñado, por lo que tantas vidas se habían entregado: la independencia del colonialismo español.
Desde el mes de abril, con supuestos fines humanitarios, buques norteamericanos habían implantado un bloqueo naval en puertos cubanos y se había
firmado la conocida Declaración Conjunta con España –desconociendo a los cubanos– en la que se reconocía el derecho de Cuba a ser libre e independiente y los Estados Unidos aseguraban no tener intenciones de ejercer soberanía sobre la Isla, excepto para su «pacificación».
Para el mes de julio, sin embargo, los españoles procedieron a hundir el viejo barco conocido como Reina Mercedes y obstruyeron la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, mientras el capitán general Ramón Blanco se negaba a capitular y en Estados Unidos se recibía con júbilo la destrucción de la avalada escuadra del contralmirante Pascual Cervera.
Para entonces, los estadounidenses realizan importantes acciones: bloquean puertos, movilizan buques de la marina, yates y en un campamento en la Florida entrenan un ejército de voluntarios que, tras los éxitos en las Filipinas, los primeros contactos con el General cubano Calixto García y tener a su disposición al delegado del Partido Revolucionario Cubano (prc), Tomás Estrada Palma, les permite presentarse como los «pacificadores».
Pero una realidad se imponía: más que afectar a los españoles, el bloqueo naval afectaba a la población, que además del desgaste provocado por la guerra, ahora se enfrentaba a una especie de reconcentración. Mientras, las tropas norteamericanas utilizaban a los cubanos como punta de lanza para después desplazarlos.
Solo en las costas de Guantánamo y Santiago de Cuba llegaron a desembarcar 16 000 hombres que, unido el bombardeo a la ciudad y sus respectivas consecuencias, así como el desconocimiento del Ejército Libertador y la concreción de la intervención militar unos días después, completaban el gran ciclo que desembocó en la primera guerra imperialista de la historia, como la calificara Lenin.
A 120 años de aquellos hechos, resulta aún irónico pensar que el país que tanta sangre había derramado para lograr su unificación y la independencia de sus colonias, impulsara un conflicto de tal magnitud bajo la justificación de la paz, pero con la pretensión real de apoderarse de la soñada Llave del Golfo y a su vez, extenderse por nuestras tierras de América.
Estados Unidos sentaba banderas con su famosa Doctrina Monroe como estandarte, esa que por estos días parece retomar fuerzas, desconociendo que son otros los tiempos y que la celebración del 4 de julio debiera ser hoy, más que todo, un llamado a la reflexión, al respeto a la soberanía y la convivencia pacífica entre los pueblos.
Bertha Mojena Milián | internet@granma.cu
4 de julio de 2018 10:07:42
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