Con el paso a jubilación del cardenal Jaime Ortega Alamino, se percibe un retomar de la Iglesia Católica cubana a sus históricas posiciones en contra de la Revolución, algo que desde Miami los testaferros del dictador Fulgencio Batista pedían a gritos, con su frustrado sueño de 58 años, de reimplantar el sistema capitalista que tantas penurias dejó en el pueblo de la isla.
Ortega Alamino fue duramente acusado de complicidad con el gobierno y quienes lo hicieron olvidaron sus posiciones hostiles que dieron paso a varias pastorales pro yanquis, pues deseaban un enfrentamiento político que el Vaticano no aprobó, buscando una forma más hábil de actuar para alcanzar sus objetivos estratégicos.
Con la asunción del nuevo Arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García, hay cierto y cauteloso cambio en la línea seguida por su antecesor y muestra de ello fue el encuentro que sostuviera con algunas integrantes del grupúsculo “Damas” de Blanco, lo que fue interpretado como una señal de apoyo a la contrarrevolución asalariada de Estados Unidos.
El 16.07.2017 dos sacerdotes católicos, José Conrado Rodríguez Alegre y Castor Álvarez, acudieron a la vivienda de Berta Soler, donde oficiaron una misa ante una docena de contrarrevolucionarios, y la imagen publicada habla por sí sola de la calaña de los integrantes de los llamados “disidentes”.
De Conrado Rodríguez Alegre se conocen los antecedentes provocativos pagados por la mafia terrorista de Miami y sus frecuentes visitas a la capital de la mafia, lo que trajo como consecuencia que la jerarquía católica decidiera enviarlo a España por algunos años y después fuera trasladado de Santiago de Cuba para Cienfuegos para evitar males mayores, porque sus acciones transitan en la frontera del delito.
Orientado por esos que desean una confrontación de la Revolución con la Iglesia, José Conrado se entromete en los asuntos internos de la política del país, con actitudes provocativas como la mostrada en la propia misa, cuyo video se puede visionar en las redes sociales, en el cual estimula a los contrarrevolucionarios a seguir su enfrentamiento al gobierno, no decaer en sus propósitos, algo no acorde con la actitud de un religioso en una misa.
En demostración del desafío a las autoridades eclesiásticas y gubernamentales, ambos sacerdotes volvieron a reunirse el pasado sábado 5 de agosto con dirigentes contrarrevolucionarios, en la residencia del Antonio Enrique González-Rodiles, encontrándose presente Berta Soler, Ailer González, Ángel Moya , Claudio Fuentes y Raúl Borges, los que conforman el variopinto exponente de la mal trecha “oposición” cubana.
Esa reunión conspirativa forma parte del esfuerzo que hacen los yanquis por sacar del ostracismo y la inactividad a la contrarrevolución interna, la que pierde cada día más adeptos debido a su motivación por saltar a la emigración, después de acumular avales suficientes para clasificar a un visado como “refugiados políticos”, dentro del amplio y priorizado programa diseñado por el Departamento de Estados solo para Cuba.
Los propios participantes en dicha reunión divulgaron que el propósito era “intercambiar visiones sobre la situación actual y el papel que dentro de esta coyuntura deben jugar la Iglesia y la oposición en Cuba, la importancia del servicio en los temas sociales de la Iglesia católica cubana y del apoyo y solidaridad que necesita la oposición, llegando al acuerdo de ampliar y sostener de forma regular este tipo de intercambios”.
¿Qué buscan los dos sacerdotes con esa posición abiertamente violatoria de las normas de la Iglesia y de las leyes cubanas?
Evidente intentan convertirse en víctimas si fuera reprimidos, situación que serviría para amplificar las campañas anticubanas sufragadas por la Casa Blanca.
Esos conspiradores de 7ma categoría parecen olvidar que la Revolución jamás se dejó provocar por las múltiples acciones contrarrevolucionarias de algunos sacerdotes desde el mismo triunfo de 1959, a pesar de que usaron los templos para guarecer asesinos que intentaron secuestrar aviones civiles, guardar armas de fuego y reuniones totalmente conspirativas de decenas de agentes reclutados por la CIA.
Ante esos delitos, nunca fue cerrada un templo u orden religiosa, Cuba soportó que sacerdotes llevaran a cabo junto con la CIA, la despiadada e inhumana Operación Peter Pan, que separó de sus padres a 14 mil niños cubanos, enviados solos a Estados Unidos y recibidos por sacerdotes que los distribuyeron por orfanatos y casas de familias, donde muchos fueron abusados sexualmente.
En los últimos 20 años la relaciones Iglesia Católica- Estado cubano mejoraron notablemente, demostrado por la visita de tres Papas, algo único para Cuba a pesar de ser un país socialista, se construyó un nuevo seminario para la formación de sacerdotes, se repararon decenas de templos, se toleran varios centros de preparación docente, a pesar de que la educación es totalmente estatal, y muchos otros aspectos que hablan de una armonía positiva.
Si las presiones de Estados Unidos son tan fuertes que la iglesia acepta correr el riesgo de perder lo avanzado, se sabrá en los próximos meses.
Los que desean retomar la hostilidad contrarrevolucionaria de la Iglesia Católica, deberían conocer que esos llamados “opositores” no son respaldados por el pueblo, pues conoce perfectamente que trabajan siguiendo instrucciones del amo que les paga, carecen de ética, moral, prestigio y sin carisma alguno, y como aseguró el jefe de la misión diplomática estadounidense en La Habana:
“No vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores”.
Allá ellos con su condena, pero sería mucho más inteligente corregir la táctica para no perder lo avanzado en la estrategia.
No por gusto José Martí sentenció: “La obra de amor ha hallado siempre muchos enemigos”.
Arthur González, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
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