El principal objetivo de las misiones impulsadas por Musk es sentar las bases de una colonización de Marte por parte de la humanidad, por lo que Polaris partió con una extensa lista de “experimentos” para conocer más en profundidad el síndrome de adaptación espacial, una condición profundamente incómoda que afecta a aproximadamente 1 de cada 2 personas que viaja en órbita, según detalla la CNN. Isaacman y Musk son dos convencidos de la necesidad de vivir en otros planetas, por lo cual han planteado la necesidad de economizar su valor para una producción en serie.
La expedición Polaris Dawn fue la primera de una serie de tres viajes englobados en el programa Polaris, que tendrán lugar en los próximos años; en todas ellas se espera que participen civiles no profesionales. El entrenamiento de los cuatro tripulantes duró más de dos años, recreando los ejercicios y estudios que realizan los astronautas profesionales. Isaacman, que fue el primero en realizar una actividad extravehicular (EVA), ingresó de esta manera en un selecto grupo de menos de 300 personas que han “caminado” por el espacio, lista iniciada por el soviético Alexei Leonov en 1965. El novedoso traje desarrollado por SpaceX busca adaptarse al cuerpo humano y dejar atrás la imagen ya icónica del astronauta recubierto por un gran traje blanco que dificulta su movilidad. Isaacman y Gillis hicieron, sin dejar de tener contacto con la nave en todo momento, diversos estiramientos y flexiones de sus extremidades para comprobar la utilidad de los trajes en el espacio. La intención de las otras expediciones Polaris es profundizar en este camino, con actividades cada vez más audaces y arriesgadas, en sintonía con las que se realizan en todas las expediciones profesionales. A pesar de estos éxitos, hubo algunos fallos. “Isaacman tuvo que abrir manualmente la escotilla en lugar de pulsar un botón a bordo. Antes de salir, Gillis dijo haber visto abultamientos en la junta de la escotilla”, relata la Associated Press.
“Construir una economía espacial estadounidense vibrante”
El director de la NASA, Bill Nelson, tras las imágenes difundidas por los tripulantes, no dudó en comentar en la aplicación X -del propio Musk-: “¡Felicidades @PolarisProgram y @SpaceX por la primera caminata espacial comercial de la historia!”, escribió Nelson. “El éxito de hoy representa un paso de gigante para la industria espacial comercial y el objetivo a largo plazo de @NASA de construir una economía espacial estadounidense vibrante” (CNN, 13/09).
Este saludo no tiene ninguna intención científica, sino comercial: SpaceX hace años se ha convertido en el principal proveedor de la NASA; su involucramiento en los acuerdos militares y logísticos es total. No debemos olvidar que Musk ha intervenido de manera directa en la provisión vía satelital de un “domo cibernético” al alto mando ucraniano para evitar hackeos rusos desde el comienzo del conflicto bélico en Europa. Estados Unidos ha pasado a financiar directamente los costos de esta operación, tras los reclamos y amenazas de Musk sobre los altos costos del mismo (20 millones de dólares mensuales aproximadamente).
Al mismo tiempo, la pretensión de impulsar “una economía espacial estadounidense” desnuda la extensión de una guerra comercial y militar al ámbito del desarrollo aeroespacial. La “guerra de las galaxias” que había sido impulsada por los avances técnico-científicos soviéticos y estadounidenses en el marco de la Guerra Fría, aparentemente abandonado en pos de una colaboración internacional condensada en la Estación Espacial Internacional, ha sido dejada de lado para intensificar la competencia en este terreno en el marco de una guerra mundial en desarrollo. Musk agrega a este propósito la necesidad de una explotación privada de esos beneficios. La privatización creciente de toda la actividad espacial se ha intensificado a medida que se descubren diversas posibilidades de extracción y explotación de diversos minerales -como los descubrimientos realizados por China en el denominado lado oscuro de la Luna-, que permitirían reducir la dependencia del litio y otros minerales escasos asociados a los semiconductores, cruciales en todo el negocio tecnológico y militar.
La depredación capitalista del ambiente se extiende como un pulpo al espacio exterior cercano, así lo demuestra el “cementerio espacial” que ha crecido en volumen y densidad de manera considerable en sólo 30 años. Lo mismo vale para la utilización del desarrollo técnico-científico con respecto a los intereses voraces del lucro privado; el pronóstico realizado por León Trotsky sobre la conversión de las fuerzas productivas en fuerzas destructivas adquiere todo su valor al calor de la guerra mundial y los objetivos estratégicos del imperialismo mundial.
Joaquín Antúnez
16/09/2024
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