viernes, 8 de marzo de 2024

Brasil: luchar contra la derecha, pero con las reivindicaciones de las masas trabajadoras


Banderas israelíes y norteamericanas en el acto de Bolsonaro 

El diario Clarín (26/2) agranda el peso de la derecha bolsonarista, afirmando que el ex presidente derechista de Brasil convocó “más de 600.000 partidarios que lo aclamaron”, en un acto del domingo 25/2, en “seis cuadras de la principal avenida” de San Pablo. Reproduce las cifras dadas por la Secretaría de Seguridad de San Pablo (entre 600.000 y 750.000 personas), dirigida por el bolsonarista gobernador del Estado de San Pablo, Tarsicio de Freitas, quien también habló en el acto. 
 Cifras graficadas con fotos aéreas afirman que en realidad hubo entre 185.000 (encuesta del equipo de la Universidad) y 300.000 (Poder 360). 
 Aunque menor de lo que esperaban los bolsonaristas (hablaban previamente de una asistencia no menor a 500.000), de todas maneras, fue el acto más grande de Bolsonaro, en el año y meses de existencia del gobierno de Lula. Fue notable, sin embargo, la ausencia de muchas figuras derechistas (de 13 gobernadores que asumieron bajo la fórmula presidencial bolsonarista, solo fueron 4). 
 El acto en la Paulista fue convocado para defender a Bolsonaro del avance de las acusaciones judiciales de ser el impulsor de un semigolpe de Estado, que culminó con la asonada del 8 de enero del año pasado con la ocupación dominical de las sedes de los tres poderes en la capital, Brasilia, por varios miles. Muchos de los cuales partieron de largos acampes en las puertas de los cuarteles, pidiendo la intervención del Ejército y la anulación de las elecciones. 
 Bolsonaro adoptó un discurso “conciliatorio”. Se declaró injustamente perseguido y pidió una “amnistía” para los encausados y condenados por su actuación en la asonada del 8 de enero (que frenaría también el avance de las acciones judiciales contra él mismo). Paso necesario, dijo, para “pacificar” el país. Se amoldó a algo que el gran capital y el gobierno yanqui, que siguen apoyando al gobierno Lula, vienen reclamando. 

 Las bases golpistas siguen en pie 

Después de la asonada del 8 de enero del 2023, Lula desplazó a la guardia militar del Planalto (oficiales y tropa) porque no garantizaba su seguridad. También cambió al Comandante en Jefe. Lula había esperado que este llevara adelante una autodepuración de los mandos bolsonaristas fundamentalistas. Pero no hizo nada. 
 Con tardanza, la Justicia lanzó un operativo, “Tempus Veritatis”, para investigar la preparación golpista que se había organizado. Que no era pura espuma. Lugar donde se toca, salta la pus golpista. Fue todo un operativo con proyectos de acciones militares, reuniones clandestinas, preparación de decretos y operativos, etc. Surge de las investigaciones hechas públicas que no llegó a consumarse, porque en momentos decisivos, no se logro la unanimidad mayoritaria de los altos mandos.
 El Tribunal Supremo Federal ha emitido recientemente órdenes de allanamiento y detenciones. Y las pruebas se van acumulando. Ya la Justicia inhabilitó a Bolsonaro para presentarse, por otras causas conexas, como candidato presidencial en el 2026. Lo que está precipitando el debate sobre la “sucesión” en la candidatura derechista. 
 Se sigue un libreto similar al que lleva el gobierno de Biden contra Trump en los EEUU (allá quizás con menos éxito). 
 Las Fuerzas Armadas no han sido depuradas de mandos fascistoides bolsonaristas hasta el momento.

 Crisis internacional

 En la movilización bolsonarista hubo muchas banderas sionistas del Estado de Israel. La misma se transformó en una acción de apoyo a la guerra sionista contra Gaza y el pueblo palestino. 
 La crisis internacional se metió así, abiertamente, en la realidad política brasileña. 
 Días antes el gobierno sionista de Netanyahu declaró a Lula “persona no grata” en Israel, debido a que este en una reunión internacional con países africanos, denunció la acción militar sionista sobre Gaza como “genocida”. Lo que motivó que el gobierno de Brasil retirara a su embajador en Israel. 
 Netanyahu forzó la mano contra una verdad inocultable, que incluso la Corte Internacional de Justicia de La Haya ha aceptado, iniciando un proceso/investigación. Sectores bolsonaristas recalcitrantes anunciaron que iniciarían un “impeachment” (juicio político) contra Lula por este accionar diplomático de apoyo a los “terroristas palestinos” contra la “justa guerra” que vienen ejecutando los sionistas. Otros incluso, invitaron al embajador sionista en Brasil, a concurrir al acto. 
 Hace dos semanas, estuvo el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, reunido con Lula en Brasil. Este le habría manifestado la necesidad de que Lula pase a apoyar abiertamente al régimen sionista. Pero Lula ha reiterado su llamado a que se busque un acuerdo para que se pare la matanza de palestinos. Y al día siguiente, recibió a Sergei Lavrov, ministro de relaciones exteriores de Rusia. Putin convocó a todas las fracciones palestinas para el jueves 29, a un plenario en Moscú, con el fin de explorar una posición de acercamiento entre el gobierno palestino de Cisjordania (colaboracionista con Israel) y las fracciones que llevan adelante la resistencia armada, principalmente en Gaza (Hamas, etc.), para “negociar” los términos de una negociación con el sionismo. 
 Lula, para no dejar dudas, aclaró que “no tenía ninguna duda” de que el actual presidente estadounidense es la opción que mejor representaría la democracia. “Obviamente pienso que Biden es una mayor garantía para la supervivencia del régimen democrático en el mundo y en Estados Unidos”, afirmó. Llegó a saludar: “He visto a Biden a las puertas de la fábrica. El discurso de Biden desde el principio hasta ahora es en defensa del mundo del trabajo”, añadió. 
Bolsonaro con Trump, Lula con Biden. Pero las líneas se cruzan y entrecruzan. Se trata de una lucha política internacional (en la cual también interviene Milei, que según versiones hasta podría dar “asilo político” a Bolsonaro, ante la eventualidad de un avance del proceso penal). La Justicia le ha retirado al expresidente el pasaporte, limitando sus salidas del Brasil. Las encuestas dan a Bolsonaro un retroceso (alrededor del 30% de apoyo) respecto al recibido en las elecciones del 2022. 

 Frente democrático o movilización independiente de los trabajadores 

Bolsonaro no está en ascenso, se halla a la defensiva. Su discurso no fue un típico discurso bolsonarista provocador, sino defensivo. Incluido el llanto público de su mujer, Michelle.
 Pero Lula lo quiere utilizar para polarizar política/electoralmente la situación, con vistas a las elecciones municipales de octubre de este año. El acto de la derecha bolsonarista ha llevado a que sectores de la izquierda plantearan la necesidad de “retomar” la movilización contra el fascismo. Cosa que en todo el año transcurrido no se ha llevado adelante. En general, la izquierda se ha colocado a la rastra de las resoluciones que adopte el Superior Tribunal Federal de justicia contra los golpistas, esperando que este resuelva el encarcelamiento de Bolsonaro.
 El Frente Popular Pueblo sin Miedo y las organizaciones de centroizquierda (PT, PSOL, PCB, etc.) organizaron la convocatoria a un acto “en defensa de la democracia” para el sábado 23 de marzo. 
 La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, Gleisi Hoffman, reitera que Bolsonaro “ataca las instituciones” y plantea defender al gobierno. Pero el gobierno de Lula no ha depurado las Fuerzas Armadas de mandos golpistas (que actuaron en la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff, sostuvieron la llegada al poder de Bolsonaro integrando un cogobierno con ministros militares y alentaron la asonada golpista de enero del 23), ni de los sectores capitalistas que lo apoyaron. Por el contrario, Lula cooptó funcionarios provenientes del bolsonarismo y estableció un acuerdo con representantes del reaccionario Centrao derechista en el parlamento. 
 Pero lo fundamental, en su largo año de mandato, la situación de las masas trabajadoras del campo y de la ciudad no se ha modificado: no fueron anuladas las reformas laboral y previsional antiobreras y reaccionarias que impusieron Temer-Bolsonaro. El salario real sigue sumergido. Avanzan diversas privatizaciones impulsadas por la derecha. 
 El gran capital no es partidario de modificar la relativa estabilidad político-social existente bajo el gobierno de Lula. Por eso no le da aire al bolsonarismo. 
 No a la amnistía: cárcel para los golpistas. La centroizquierda centra sus afanes en que el Supremo Tribunal concrete este reclamo. La Justicia ha demostrado, en el caso de Brasil, en forma gráfica, que es voluble de acuerdo a lo que indique el gran capital (Lava Jato, destitución golpista de Dilma Rousseff, cárcel y proscripción de Lula, etc.). 
 Es necesario poner en marcha y movilizar a la poderosa clase obrera brasileña, que las centrales obreras (CUT, etc.) mantienen paralizada, en el apoyo al gobierno. 
 Solo encarando la lucha por las reivindicaciones obreras y democráticas (reforma agraria, derecho al aborto, etc.) se podrá poner en marcha una fuerte movilización del pueblo trabajador y explotado. Con las masas en la calle en lucha por sus reivindicaciones sociales y democráticas, se escindirán también las bases sociales provenientes de las iglesias evangélicas volcadas al apoyo a la derecha. 
 Es necesario reclamar a las organizaciones de masas que rompan con la tregua que tienen con el gobierno y salgan a organizar planes de lucha por los reclamos del pueblo. Un congreso nacional de trabajadores con este propósito sería un paso adelante. La subordinación político-electoral al PT y sus frentes de colaboración de clases abre el camino a la desmoralización de las grandes masas y al avance de la derecha fascistoide. 
 No a la amnistía, cárcel a los militares, políticos y capitalistas que impulsaron el golpe. Ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con el Estado sionista de Israel (al que se le sigue vendiendo armas, etc.). Derogación de las reformas laboral y previsional reaccionarias. Aumento salarial de emergencia para los trabajadores y pensionados.

 Rafael Santos

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