viernes, 22 de marzo de 2024

La guerra mundial en Europa y Medio Oriente: crisis política y escalada militar


El derrumbe del frente oriental del ejército de Ucrania ha sido el tema excluyente, en las últimas semanas, de una serie de reuniones y conferencias de las principales potencias imperialistas. La prensa internacional se abocó enseguida a imaginar un avance arrollador de Rusia a lo largo del Mar Negro, hasta alcanzar Transnistria, una región secesionista pro-Moscú de la república de Moldavia. Las autoridades de Estonia han dado por descontado que Putin ordenará la ocupación del país para reintegrarlo no se sabe adónde, porque Estonia no ha pertenecido nunca a la Federación Rusa. El coro belicista no demoró en sumarse a esta histeria inducida, advirtiendo que una invasión rusa a Europa, si no inminente, es más o menos inevitable, con fecha marcada. El disparo de misiles rusos contra Odessa, el principal puerto en el Mar Negro, mientras se encontraba en la ciudad la jefa de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen, fue señalado como la evidencia de que Rusia se apresta a ocupar esa ciudad en tiempo breve. 
 El giro de la guerra constituye una derrota estratégica de la OTAN por varias razones. La más evidente es que es la que ha diseñado, armado, financiado y dirigido la llamada contraofensiva de verano del ejército ucraniano que ha entrado en colapso. El propósito de esta contraofensiva era desalojar al ejército ruso de las regiones orientales, luego que este se retirara de la ciudad de Kherson, en el sur, cuando se produjo la catástrofe del rompimiento del dique sobre el río Dnieper. El gobierno ruso se encontraba, además, en un momento delicado como consecuencia de la rebelión del ejército mercenario del aventurero putinista Yevgueni Prigozhin. En un contexto más amplio, se había puesto de manifiesto el fracaso de las sanciones contra Moscú, inéditas en la historia. La economía rusa se recompuso mediante un activo comercio con Asia (incluso de diamantes con Europa) y un fuerte presupuesto militar. El fracaso del boicot económico ha repercutido en una tendencia de los mayores países a retirar sus activos en dólares y en un aumento de las reservas y los precios del oro. Para algunos observadores, el golpe más severo provocado por el fracaso del boicot es el retroceso de la economía de Alemania, que es caracterizado como “una desindustrialización”. En la ciudadela fundamental de la OTAN, los Estados Unidos, el boomerang ocasionado por las sanciones y el desmoronamiento del frente oriental en Ucrania, se ha manifestado en un ahondamiento de la crisis política acerca del curso mismo de la guerra contra Rusia. 
 La reacción más importante a estos reveses ha partido de Alemania y de Polonia, que han acordado desarrollar un cordón de transporte militar entre los dos países. En cuanto a Alemania misma, un informe de Rusia reveló que los altos mandos germanos habían preparado un plan de provisión de misiles Taurus, al margen del gobierno, aparentemente, con un alcance mayor a los 500 kilómetros, para atacar en territorio ruso. Alemania, asimismo, atacaría con una veintena de esos misiles el puente de Karch, que une territorio continental de Rusia con Crimea,y a la misma Crimea. La respuesta al hundimiento del frente oriental es una extensión territorial y militar de la guerra. Esta fragmentación objetiva de la OTAN, donde Alemania opera el margen de la jefatura de la OTAN, se anotó un punto adicional cuando Emmanuel Macrón, el presidente de Francia, planteó e insistió con el envío de tropas a Ucrania, para pelear contra el ejército ruso. El canciller de Polonia, Donald Tusk, subió la apuesta. Polonia ha anexado partes de Ucrania en el pasado, repetidamente. Se trata de una escalada sin atenuantes, porque hoy la mayoría de los países de la OTAN tienen ‘asesores’ militares y de inteligencia en todos los niveles de la administración de Ucrania y en el desarrollo de la guerra. 
 Las modalidades de una escalada bélica por parte de la OTAN aún no están determinadas. Es cierto que hay una reconversión de la industria de defensa para superar el déficit de municiones de Ucrania, pero hasta ahora no han habido novedades acerca del ofrecimiento de una defensa antiaérea ni de aviones de combate tipo F-16. Por otro lado, el derrumbe militar de Ucrania no tiene que ver sólo con el déficit de municiones de artillería – la crisis más aguda es la de personal militar, luego de una pérdida de casi 400 mil soldados. El reclutamiento de tropa se encuentra en crisis, ante el tamaño de los daños humanos y materiales y el derrumbe de expectativas. Una crisis reciente entre el ahora ex jefe del Ejército, Zaluzhny, y el presidente Zelensky, no fue sino una refracción deformada de un descontento popular que crece. El empuje que han tomado en Alemania los planes para una guerra contra Rusia, incluida la conscripción militar obligatoria, choca con la parálisis política en EEUU, donde el voto de un paquete militar en el Senado se encuentra fuertemente obstaculizado en Diputados. 
 El desequilibrio político ocasionado por el derrumbe del frente oriental hace inviable un acuerdo de cese del fuego o uno de conjunto. Voceros de la OTAN adjudican a Rusia la intención de retomar la ciudad de Kharkov, en el norte, y otros señalan a Odessa y hasta Kiev. En una conferencia de Seguridad, el mes pasado, en Munich, el canciller de China señaló que no había el menor indicio de atender a una negociación de la guerra, sea de la OTAN o Rusia. Putin reclama la partición de Ucrania, un estatus de neutralidad, el establecimiento de un gobierno “amigo” y ofrece la posibilidad de que, en estos términos, el resto de Ucrania ingrese a la Unión Europea. Se trata de una anexión parcial de Ucrania, que podría ser una caja de Pandora, como una tentativa anexionista de Polonia. Aliados contra el Kremlin, Polonia ha bloqueado el ingreso del cereal ruso a Europa oriental por el perjuicio que causa a los agricultores polacos. 
 Impedir que la OTAN llegue a las fronteras de Rusia es esencial para Putin y todo su régimen político, porque lo contrario rompería su capacidad de arbitraje dentro de Rusia. Una derrota de Rusia desataría una guerra civil internacional. Pero esto no excluye que una ocupación de Ucrania sea un acto imperialista, cuyo propósito es preservar el status de la Comunidad de Estados que Rusia integra con Bielorusia y las naciones musulmanas de la ex Unión Soviética. En cualquier circunstancia, sin embargo, el propósito estratégico de la oligarquía de Rusia es arribar a una salida de compromiso y componenda con el imperialismo mundial. 
El curso de la guerra de la OTAN contra Rusia sigue las grandes líneas de una guerra mundial, cuya estación terminal es China. La guerra desatada por el estado sionista contra Palestina constituye otro frente de esa misma guerra, porque no se trata de un intento de conquistar por completo el espacio adyacente, re-bautizado Gran Israel, sino someter a todo el Medio Oriente al imperialismo mundial y a la OTAN. A esto obedece el ensañamiento de Netanyahu con el pueblo de Gaza, no sólo al propósito de aniquilar a Hamas. Es una escalada militar para producir cambios de régimen desde Líbano y Siria hasta Irán, e implicará enfrentamientos con Turquía y otros. Un acuerdo de cese de la guerra en Ucrania será precario y hasta inviable en el marco de la guerra actual del sionismo para borrar del mapa a Palestina.
 Este escenario internacional condiciona la lucha de clases en todo los países. Como señaló recientemente el Inspector General de las FF.AA. de Alemania, no solamente se trata del rearme militar del país y del establecimiento de una economía de guerra, sino de modificar la mentalidad popular prevaleciente, o sea las conquistas y derechos de los trabajadores. La derrota de la guerra imperialista requiere de una movilización histórica excepcional a nivel mundial y de una implacable lucha contra el enemigo interior. 

 Jorge Altamira 
 21/03/2024

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