A fines de febrero, las bandas armadas que dominan zonas enteras de Haití, incluyendo la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe, lanzaron una serie de ataques contra comisarías, comercios y aeropuertos con el propósito de conseguir el desplazamiento del primer ministro Ariel Henry (del PHTK, los “cabezas rapadas”). El punto más elevado de estas acciones fue el operativo sobre dos cárceles, que permitió la fuga de más de dos mil detenidos.
En un marco crítico, el lunes 13 se produjo una reunión de la Comunidad del Caribe (Caricom) en Jamaica, con la presencia en persona del titular del Departamento de Estado yanqui, Antony Blinken, que instó a Henry –otrora aliado de la Casa Blanca- a dar un paso al costado y la formación de un consejo de transición que nombre nuevas autoridades.
Desde Puerto Rico, donde se encuentra varado, debido a que los aeropuertos están cerrados, Henry acató la directiva estadounidense. Casi en paralelo, el gobierno de Kenia anunciaba la suspensión del despliegue de 1.000 policías en el país antillano, que había sido aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2023, hasta tanto se aclare el panorama.
Pero, al momento de escribirse estas líneas, no se habían completado todos los casilleros del gobierno transicional y, tras algunos días de relativa calma que siguieron al anuncio de dimisión de Henry, las bandas armadas asaltaron la residencia del jefe de policía y reemprendieron los ataques.
Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, el líder pandillero más importante de Haití, criticó la intromisión del Caricom (“nosotros los haitianos tenemos que decidir quién va a ser el líder del país y qué modelo de gobierno queremos”) y volvió a elevar su perfil político, al señalar que “también vamos a buscar cómo sacar a Haití de la miseria en que está ahora”.
Contexto
Para poner las cosas en contexto, hay que señalar que las bandas armadas que ganaron tanto peso en la nación antillana crecieron en las barbas de la misión internacional de la ONU, la Minustah, patrocinada por Estados Unidos e instalada en 2004 -bajo el liderazgo de Brasil. En un comunicado de agosto de 2022, la OEA admitió que fue en ese marco que “fermentaron y germinaron las bandas criminales que hoy asedian al país y a su pueblo (…) y se gestó el proceso de desinstitucionalización y de crisis política que hoy vivimos”. Sostuvo, a su vez, que “los últimos 20 años de presencia de la comunidad internacional en Haití significan uno de los fracasos más fuertes y manifiestos que se haya implementado y ejecutado en ningún marco de cooperación internacional”. A pesar de ello, el imperialismo norteamericano alienta el desembarco de una nueva fuerza internacional, esta vez compuesta por los policías kenianos, con el propósito de afianzar sus intereses en la región. Vale recordar que Estados Unidos ocupó Haití entre 1915 y 1934. Y, posteriormente, apoyó las dictaduras de Duvalier padre e hijo, que se derrumbó en 1986. Es una larga historia de sometimiento.
Las bandas armadas cultivaron buenos lazos con los gobiernos del PHTK. La de “Barbecue”, un exmiembro de la Policía Nacional, lo hizo con el gobierno de Jovenel Moïse, quien fue asesinado en 2021 y sucedido en el poder por Henry.
Crisis política
Desde 2016, año en que el difunto Moïse fue elegido presidente, en Haití no se celebran elecciones. El parlamento quedó completamente acéfalo el año pasado. Henry, cuya ilegitimidad en el cargo era fuente de un gran repudio popular y protestas, venía dilatando la convocatoria electoral.
Para materializar el consejo de transición, desde la Casa Blanca y el Caricom se propuso un loteo del poder entre los principales partidos y conglomerados empresarios. De los siete lugares con potestad de voto, las ofertas fueron para el Acuerdo 21 de diciembre (que respalda a Henry); Comprometidos por el Desarrollo (EDE, el partido del exprimer ministro Claude Joseph); el Acuerdo de Montana (coalición opositora que lleva ese nombre por el hotel en que vio la luz); Fanmi Lavalas (fuerza del expresidente Bertrand Aristide, depuesto en 2004); el Colectivo 30 de Enero (una liga que incluye al expresidente Michel Martelly); y la Cámara de Comercio. En tanto, el Pitit Dessalines del exsenador Moïse Jean Charles (que promovió muchas manifestaciones contra el gobierno de Henry) rechazó el lugar propuesto. Hay otros dos puestos con voz pero sin voto, que ocuparían el Reagrupamiento por una Entente Nacional y Soberana (REN) y un representante de la comunidad haitiana en el extranjero. La formación de este gobierno transicional es un operativo reaccionario impulsado por el imperialismo para seguir manteniendo bajo su férula a la nación antillana.
La miseria, desplazamientos forzados y masacres que padece el pueblo haitiano son males que solo pueden ser enfrentados con la organización y movilización, retomando el camino de los levantamientos de 2018 y 2019 contra las subas en los combustibles y el gobierno de Moïse.
Gustavo Montenegro
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