El medicamento producido por la industria biotecnológica de Cuba será usado en China para combatir el coronavirus
La obtención en Cuba del interferón a partir de leucocitos humanos fue una hazaña que ocurrió en menos de cinco meses, lo que marcó el punto de partida del desarrollo de la biotecnología nacional, de acuerdo con especialistas.
En 1980, el fallecido presidente y líder de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, explicó en La Habana a un grupo de seis médicos de distintas especialidades, entre ellos el oficial y veterano del cuerpo médico del ejército estadunidense Ran-dolph Lee Clark, sus políticas para la formación de médicos en Cuba desde 1959, la atención médica gratuita en toda la isla y el interés de desarrollar al máximo la ciencia.
El mandatario preguntó a los profesionales de la salud cuál era el medicamento más avanzado contra el cáncer, y Clark le habló del interferón.
Las primeras investigaciones de la isla para la creación de este fármaco datan de enero de 1981, cuando dos médicos cubanos visitaron un centro científico de la ciudad estadunidense de Texas para conocer los usos del medicamento –que en ese momento tenía virtudes antivirales y antitumorales– y conseguir algunas dosis del medicamento para llevarlo a La Habana, lo que no fue posible debido a la poca cantidad de la sustancia que existía entonces en el mundo.
Dos meses después, los científicos Manuel Limonta Vidal, Ángel Aguilera Rodríguez, Eduardo Pentón Arias, Victoria Ramírez Albajes, Silvio Barcelona Hernández y Pedro López Soura viajaron a Helsinki para ser capacitados por el destacado biomédico finlandés Kari Cantell en la elaboración del fármaco.
A su regreso a La Habana, los seis científicos y una colaboradora de Cantell produjeron el 28 de mayo 1981 un interferón a partir de glóbulos blancos en menos de 45 días: el primero que se desarrolló en el país.
La decisión china
El fármaco se aplicó al mes siguiente en pacientes contagiados con dengue tipo 2, y en meses posteriores se usó para combatir una epidemia de conjuntivitis hemorrágica. En ambos casos hubo resultados positivos, de acuerdo con una investigación del diario oficialista cubano Granma publicada en 2016.
Castro inauguró en 1982 el Centro de Investigaciones Biológicas con la finalidad de producir el medicamento. El paso dado puso de manifiesto la voluntad del Estado cubano para impulsar la biotecnolgía como una de las principales industrias del progreso de la nación, apuntó el rotativo.
Cuatro años después, con recursos del gobierno, se inauguró el Centro de Ingeniería Genética y Biotécnica (CIGB), pese al bloqueo económico de Estados Unidos y escasos recursos en la isla. El centro es grande, pero yo espero que sean grandes también los resultados científicos que se obtengan, dijo Castro sobre el nuevo insitituto.
El gobierno creó en años posteriores más entidades científicas dedicadas a la medicina, como los centros biotecnologícos de Camagüey y Sancti Spíritus, en 1989 y 1990, respectivamente, y el Centro de Inmunología Molecular, en 1994.
Actualmente el CIGB cuenta con más de mil 500 trabajadores y desarrolla una amplia gama de fármacos, como la estreptoquinasa recombinable, que evita la necrosis esquémica del corazón, distintas vacunas contra la hepatitis B, diarrea, tétanos, tosferina, y la influenza tipo B, entre otras, además del Heberprot-P, único en su tipo en el mundo usado en la terapia de úlcera de pie diabético.
La Comisión de Salud de China seleccionó el miércoles pasado al interferón alfa 2B recombinante, antiviral producido en la industria biotecnológica de Cuba, para combatir el coronavirus 2019-nCov. Esta versión se usa contra infecciones causadas por el VIH, la papilomatosis respiratoria recurrente causada por el virus del papiloma humano, el condiloma acuminado y la hepatitis tipos B y C, además es efectivo contra distintos tipos de cáncer.
La Jornada
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